La gran deuda que tiene la Eusko Etxea Centro Vasco de la Ciudad de México para con la diáspora vasca en ese país es la de servir de punto de encuentro para descendientes de vascos en su concepción más amplia como también como puente hacia la sociedad mexicana, sometida durante décadas a la campaña de criminalización de todo lo vasco financiada e implementada por Madrid, difundida por los medios de comunicación mexicanos, audiovisuales y escritos.
Es por ello que celebramos la incansable labor del Instituto Etxepare que lo tiene claro, para que tengan simpatía - todavía no hablemos de empatía - para con nosotros, los pueblos del mundo primero deben saber que existimos y que es lo que hace que seamos lo que somos.
En ese contexto, les presentamos esto que han publicado en su portal:
Cátedras del Instituto Etxepare, prestigio de los estudios vascos
Ana BurgueñoCuando el Instituto Etxepare inició su andadura en 2010, heredó algunos proyectos y creó otros propios, como las cátedras en universidades internacionales de prestigio para fomentar los estudios vascos. Cuenta con una docena ya afianzadas en seis países y espera ampliar el número con la vista puesta en América Latina.
De ello hablan con EFE la directora del Instituto, Irene Larraza, y la directora para la Promoción y Difusión del Euskera, además de responsable del área académica del Etxepare, Monika Madinabeitia, que entre otras labores se encarga de gestionar con las universidades los convenios que permiten el desarrollo de las cátedras, todas ellas dirigidas a doctorandos y alumnos de máster.
Centenarios de Chillida y Basterrexea
La primera cátedra fue la de Literatura y Lingüística Vasca Bernardo Atxaga en la City University de Nueva York, inaugurada en 2011 por el autor de ‘Obabakoak’. En 2012 se pusieron en marcha dos más: en Chicago, la de Koldo Mitxelena, y en la Universidad Goethe de Fráncfort la que lleva el nombre de Eduardo Chillida, que este año está de celebración con el centenario del nacimiento del escultor vasco.
También habrá otra conmemoración, la del centenario de Néstor Basterretxea, nacido el mismo año que Chillida y al que se recordará en las cátedras Jon Bilbao de la Universidad de Nevada-Reno y en la Amale Artetxe de Argentina, que ha sido itinerante y ahora se establecerá en la Universidad Nacional de San Martín en Buenos Aires (UNSAM).
En el caso de Chillida, el seminario se ha dividido en dos partes, una recién clausurada en Fráncfort, ciudad para la que el artista creó la monumental pieza ‘La casa de Goethe’ en hormigón 1981 y que cuenta además con una biblioteca que es, junto a Chillida Leku, el lugar de referencia para la investigación de la obra del escultor donostiarra.
El seminario se clausurará a principios de otoño con una novedad en las cátedras de Etxepare, la visita de los estudiantes, casi todos ellos alemanes, a Euskadi, donde conocerán museos como Artium en Vitoria y, «por supuesto», Chillida Leku en Hernani.
Para homenajear a Basterretxea era inevitable la elección de Reno, donde se erige ‘Bakardade (Solitude)’, que el creador de Bermeo dedicó a los pastores vascos. En septiembre, se ofrecerán varias charlas sobre el polifacético autor y se organizará un «art show gigantesco» en el que «se dará relevancia a los artistas nativo americanos», además de a los vascos, quienes «tendrán la oportunidad no solo de mostrar sus obras, sino de venderlas», precisa Madinabeitia.
Y otra parada obligada para recordar a Basterretxea será Argentina, donde el creador estuvo muchos años exiliado. La cita en la UNSAM está sin fijar, pero será hacia finales de octubre o noviembre.
Balance satisfactorio
El balance que Larraza y Madinabeitia hacen de esta década larga de implantación de cátedras es muy positivo. El número ha ido creciendo hasta las doce actuales, seis de ellas en Estados Unidos, y se han ido consolidando a medida que más alumnos han tenido conocimientos de estos estudios que tienen una duración media de dos semanas -un mes la Koldo Mitxelena en Chicago y un día la dedicada a Manuel Irujo en Liverpool y a Jean Haritschelhar en Burdeos, por ejemplo-.
«Estamos por la labor de que crezcan un poco, pero tampoco de manera descontrolada. Tenemos una deuda social, étnica, cultural con Latinoamérica. Teniendo en cuenta la presencia vasca allí, me gustaría explorar algún otro país. Quizá se pueda variar el formato», señala Madinabeitia, que recuerda que la de Buenos Aires es la única con la que cuentan en se área.
Etxepare, el Cervantes vasco, trabaja para impulsar la presencia y visibilidad del euskera y la creación vasca contemporánea a nivel internacional, y promover la cooperación internacional, así como el intercambio y la comunicación entre creadores, profesionales, agentes e instituciones, según su propia definición.
«Con las cátedras, además de que las universidades que las acogen sean de referencia académica, buscamos que eleven también el prestigio de las aportaciones vascas. En las tres últimas, ha habido un guiño adicional, dos de ellas están asociadas a destinos preferentes en las relaciones del instituto -Quebec y Gales- y con la tercera, Montreal, también ha habido unas relaciones específicas», explica Larraza.
La «diplomacia cultural»
Además, hay «otra línea que no tiene tanto que ver con lo académico», sino con lo que ella define como «diplomacia cultural», lograr vínculos «más o menos estables» que se traduzcan en colaboraciones a corto y largo plazo.
El afianzamiento de las cátedras, a las que Etxepare dedica un presupuesto anual de 72.000 euros, se puede medir con el número de alumnos. Un ejemplo son los inscritos en la dedicada a Chillida, que en los primeros años no sobrepasaron la treintena y en los últimos han rozado o superado el centenar.
Esta labor que se desarrolla con las cátedras, que alcanzan también un elevado grado de satisfacción por parte de los profesionales vascos participantes, se complementan con los lectorados. En este momento, Etxepare Institutua cuenta con 35 lectorados en 18 países de tres continentes.
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