Este blog de izquierda no favorece el uso del término ciudadanía como sinónimo de pueblo. Ciudadanía es preferido por los progres pues lo consideran aséptico y nosotros creemos que precisamente por aséptico no es el término ideal para describir a quienes lograron la hazaña de contener el avance del fascismo.
Establecido lo anterior, manifestamos nuestro beneplácito por los resultados electorales en el muy jacobino y retrógrada estado francés, más aún cuando se ha cumplido la predicción de Arnaldo Otegi con respecto a tener un diputado abertzale en París, como es el caso de Peio Dufau de EH Bai.
Aquí lo que nos reporta Naiz:
La ciudadanía de Ipar Euskal Herria eligió en la segunda vuelta de las elecciones legislativas a Pello Dufau, un abertzale, como representante en la Asamblea Nacional Francesa. El militante de EH Bai ha vencido en la sexta circunscripción como candidato de la coalición Nuevo Frente Popular, el bloque de izquierdas construido para frenar a la ultraderecha liderada por Marine Le Pen.
En las otras dos circunscripciones vascas también han ganado los candidatos del NFP, los socialistas Iñaki Echaniz en la cuarta circunscripción y Colette Capdevielle en la quinta, respectivamente. El riesgo era terrible y este es un resultado histórico, tanto para los abertzales como para las fuerzas democráticas.
Estos resultados impresionantes, consecuencia del acuerdo coherente entre las fuerzas progresistas vascas y de los apoyos transversales logrados durante estas semanas, refrendan la dinámica política que ha cogido cuerpo durante la última década en Ipar Euskal Herria. La cooperación, la capacidad para negociar agendas y prioridades, la confianza y el conocimiento mutuo construidos en relación a la paz y la convivencia, primero, y a la institucionalización después, han generado una cultura política que no es perfecta, ni mucho menos, pero que tiene grandes virtudes y una cuenta de resultados indiscutible.
El NFP vence porque ha hecho las cosas bien
La decisión de las fuerzas progresistas de llegar a un acuerdo, nada más conocerse la maniobra de Emmanuel Macron para adelantar los comicios tras su debacle en las europeas, ha sido un acierto político en fondo y forma. Fue una decisión audaz, ejecutada de forma limpia, acordando las candidaturas de forma equilibrada y justa, marcando las principales líneas de trabajo y escribiendo los manifiestos sectoriales. También fue acertada la decisión de enmarcar la oferta en la referencia histórica del Frente Popular.
De ese modo, en la primera vuelta el NFP logró establecerse como principal alternativa a la Agrupación Nacional (RN por sus siglas en francés), por encima del bloque macronista. La decisión de retirarse inmediatamente de aquellos distritos donde la coalición de izquierda hubiese quedado en tercer lugar y apoyar a la segunda fuerza democrática también marcó una diferencia. No en todos los sitios ese gesto fue recíproco, pero sí sirvió para replantear el cordón democrático frente a la ultraderecha.
La ciudadanía ha entendido que las palabras y las decisiones del NFP eran coherentes, que un momento excepcional requiere medidas inéditas. Ese espíritu internamente generoso y externamente competitivo debe prevalecer en la gestión de unos resultados que contienen mensajes relevantes para la izquierda, para el establishment e incluso para la ultraderecha.
Que el esfuerzo popular no quede en un alivio
No se puede estar siempre en el alambre, menos si la amenaza proviene de fuerzas autoritarias y retrógradas. Hacen falta medidas estructurales en defensa de la democracia. Precisamente, la participación masiva ha sido clave en la victoria del NFP. También la movilización. Combatir la desconexión de la política es una prioridad para quienes defienden la igualdad, la justicia y la libertad. No se puede descolgar nadie.
Por contraste con esta cita, las altas tasas de abstención habituales reflejan hastío y desconfianza hacia una clase política que no atiende a las necesidades populares y defiende ante todo los intereses de los privilegiados. La decadencia del sistema político francés responde a esta dinámica neoliberal y corrupta dirigida contra las clases populares, que empobrece a los pueblos. La solución a todo eso en ningún caso vendrá de la mano de la ultraderecha, sino de más izquierda, más democracia y más derechos. Esa es la agenda vasca, que ayer se plasmó en el voto al NFP.
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