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viernes, 4 de octubre de 2019

Dentro del Cinturón de Hierro

Desde el blog Borroka Garaia Da! traemos a ustedes este texto inspirado en la actual huelga en el sector siderúrgico pero también reforzado con referencias puntuales al contexto histórico de Bilbo.

Lean ustedes:


Borroka garaia da!

Era la última resistencia que nos quedaba ante el avance fascista. Toda Euskal Herria Sur había caído y estaba perdida, salvo partes del oeste de Gipuzkoa y el noroeste de Araba. Pese a la aplastante superioridad militar enemiga se decidió levantar lo que sería la última línea de defensa para proteger el último centro neurálgico del ejército vasco; el Gran Bilbao, el mismo lugar donde no hacía demasiado tiempo había nacido la clase obrera vasca. Y esa clase construyó un sistema de fortificación con un perímetro proyectado de 80 kilómetros de muro y trinchera. Fue llamado el cinturón de hierro. Un metal sin el que no se entiende gran parte de nuestra historia y que había provocado otra invasión anterior.

Año 1.832 en Europa. Crisis económica de sobreproducción en Inglaterra. La primera crisis cíclica del capitalismo industrial, con la consiguiente necesidad de ampliar los nichos de inversión rentable para los ingleses. Las riquezas mineras estaban en el punto de mira.

Año 1.833 en Bilbo. Muerto el rey fernando VII se produce la última matxinada. Una marea de mineros de Bizkaia se lanzan a Bilbo en defensa de la propiedad colectiva de la mayor reserva de mineral de hierro de Europa Occidental (el petróleo de entonces), y la renta de los mineros comunales, quienes en la formación de sus rentas combinaban mina, bajo derecho de usufructo comunal, y baserri, normalmente bajo arriendo, algo que proclamando a carlos V de rey (y así señor de Bizkaia) quedaría asegurado por el respeto al fuero vasco que se esperaba de él.

Como respuesta a la matxinada, el imperialismo castellano y el inglés se asocian. Los ingleses envían un fuerte contingente de armamento a los españoles. 11.000 soldados a marchas forzadas invaden Bizkaia con la intención de tomar Bilbo, ciudad en esos momentos habitada por 10.000 personas desarmadas de las cuales la mitad huyeron.

El imperialismo inglés no solo buscaba eliminar barreras comerciales a sus productos metalúrgicos, en su apoyo a Castilla contra las “Provincias Vascongadas”, también buscaba obtener suculentas concesiones mineras a precios de remate. El imperialismo castellano por su parte también necesitaba eliminar las barreras comerciales que aún existían en las “Provincias Vascongadas” debido a los últimos residuos del fuero vasco. Así que se juntó el hambre con las ganas de comer.

El gobierno español de entonces, en 1.835 escribe una proclama en la que consta que: “El Gobierno español está seguro de terminar pronto y gloriosamente la guerra de las Provincias Vascongadas (… ) Hasta que tenga a su disposición todos los recursos necesarios para una victoria completa e infalible. (…) Cuando penetren en el país enemigo no les ha de faltar ni un solo hombre del número que se juzgue necesario para concluir la guerra en unos pocos días”.

Y fueron pocos días (no llegó a dos) lo que duró el cinturón de hierro ante el asalto final.

Tiempo atrás tuvieron que ser ejecutados dos oficiales traidores cuando fueron descubiertos intentando pasar los planos del cinturón al enemigo fascista. No serían los últimos traidores. El ejército invasor conocía con exactitud las posiciones del cinturón de hierro , ya que el ingeniero que dirigió su construcción se pasó al bando fascista y entregó toda la información.

El 11 de junio del 37 empiezan a rugir cientos de piezas de artillería combinadas con ataques aéreos nazis alemanes y fascistas italianos frente a un ejército vasco que no contaba con aviación. Los bombardeos aéreos y artilleros se prolongaron durante toda la noche. Para el día 12 entran tropas por una zona que sabían que estaba incompleta y con defensa débil. La resistencia anti-fascista no pudo siquiera distinguir cuando acabaron los bombardeos y empezaba el asalto por tierra entre el humo y la confusión. Por cierto, los fascistas entraron por una loma que se llama Urkullu. Una vez dentro, empezaron a bombardear Bilbo con proyectiles perforadores.

Cuando se produjo el asalto, gran parte del cinturón estaba sin finalizar, solo el 28% estaba en condiciones de resistir un ataque. De hecho, se necesitarían 70.000 gudaris para aguantar la línea y solo se contaba con 30.000. Lo paradójico del asunto es que aun si todo hubiera estado en condiciones óptimas para resistir, nunca lo hubiera hecho. El cinturón de hierro hubiera resistido quizás en la primera guerra mundial, no en los años 30. El cinturón de hierro era mediocre y posiblemente gran parte de la culpa de ello la tuvo el ingeniero traidor que lo diseñó y planificó.

Trincheras rectilíneas, de fácil localización por la aviación y mal protegidas frente a ataques aéreos. Sus nidos de ametralladoras estaban concebidos y protegidos contra artillería de calibre 10,5 cm, sin tener en cuenta que el enemigo empleaba un gran número de piezas de calibre muy superior. En último punto, resulta incomprensible pero las fortificaciones del Cinturón de Hierro no se apoyan en obstáculos naturales que hay presentes en la zona, que en el caso de Bilbo son numerosos [1].

En resumidas cuentas, la última pelea del ejército vasco estaba vendida de antemano siendo en cualquier caso un intento fútil de una derrota sentenciada donde la suerte ya estaba echada.

Desde los años 20 Ernest Hemingway se enamoró de Euskal Herria, “Basque Country” como decía y la recorrió de norte a sur y de este a oeste siempre que podía siendo una de sus fuentes de inspiración. “Los vascos son muy buena gente” afirmaba. Su vida literaria acabó prácticamente en Bilbo y Bizkaia.

Ernest Hemingway fue uno de los escritores más importantes del siglo XX habiendo ganado el premio novel de literatura o el pulitzer. Posiblemente su obra más conocida sea For Whom the Bell Tolls («Por quién doblan las campanas»). También es el nombre de una de las canciones de heavy metal mas paradigmáticas y hecha por el grupo Metallica, en la que precisamente se describe una escena de ese libro de Hemingway, que además fue corresponsal de guerra en la guerra del 36. La escena del libro y de la canción es la de un pequeño grupo de anti-fascistas que queda aislado y bajo ataque de fuerzas fascistas muy superiores y van a cubierto a una colina. Y solo queda la espera mientras se defienden inútilmente ya que su destino es inamovible y no tienen nada que hacer siendo solo cuestión de tiempo que mueran como así ocurre.

Pese a que yo sea más de punk y hardcore, esta canción de metal la tengo como una de mis favoritas y siempre me ha trasladado al mismo lugar, que precisamente es donde nací. A Bilbo, su cinturón de hierro, al odio al fascismo y a los “ingenieros” que nos han vendido en tantas ocasiones haciendo fútiles grandes esfuerzos.

En este texto que estoy acabando de escribir se ha cruzado unas cuantas veces “el metal” y no lo he hecho de forma casual. La clase trabajadora vasca desde la caída del cinturón de hierro en su conjunto no ha recuperado totalmente su orgullo. Y una muestra de ello es que todavía la siga mareando a placer los que tienen los mismos principios de los que vendieron sus planos para que luego entraran por la loma de urkullu, siendo el urkullu de hoy el defensor de los mismos intereses económicos que los guiaron. Pero todo no es firme. La clase obrera vasca vinculada a la industria del metal, y en Bizkaia además, tiene una carga histórica que no se puede eludir fácil. Si el Nerbion es la sangre de Bizkaia, el metal del hierro ha sido su carne, la que demasiadas veces ha sido perforada. Por lo que el conflicto actual en el metal de Bizkaia no es algo que solo afecte sectorialmente sino que pone a prueba al conjunto de la clase y su solidaridad, y no solo por su simbolismo, por lo que sería importante que el día 4 esta se viera muy reflejada en las calles de Bilbo, ya que en realidad no es solo cosa de solidaridad sino de empezar a dar la vuelta al curso histórico que nos han impuesto.

Fue en el Gran Bilbao donde nació el movimiento obrero vasco, el nacionalismo vasco, el PNV, el nacionalismo revolucionario vasco, EAE-ANV, la izquierda abertzale y ETA. Fue en el Gran Bilbao donde se asentó la oligarquía vasca, la burguesía vasca y el españolismo. A partir de ahí empezó a extender tentáculos. Nada de ninguna de estas cosas ha sido fruto de las “ideas”, de que 1/3 del pueblo vasco viva ahí o de una casualidad sino de una realidad material concreta. De hecho, lo más probable es que solo puede iniciarse ahí el principio del fin de lo que nos tienen montado. El Gran Bilbao representa el vortex y la piedra angular, el que lo controle, controlará el destino. Y algo materialmente imposible es que lo controle el pueblo trabajador vasco y la burguesía al mismo tiempo. El Gran Bilbao solo se puede controlar o con la mentira o con la unidad de fuerzas de la clase trabajadora y los sectores más desprotegidos. Miremos al pasado, recordemos para no olvidar, y vayamos hacia el futuro. El fascismo de ayer terminó sus planes respecto a Euskal Herria en Bizkaia y es la clase trabajadora de Bizkaia la que tiene que iniciar el principio del fin del fascismo de hoy y su clase burguesa.

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