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lunes, 30 de octubre de 2017

Fragmentando la Libertad de Expresión

Iniciando por el muy papal Jorge Mario Bergoglio y continuando con todos los que desde la tribuna internacional se han pronunciado con más o menos las mismas palabras en contra de la fragmentación de la sacrosanta unidad europea, nos gustaría preguntarles si los ataques directos por parte de la corona borbónico bananera en contra de la libertad de expresión no representan algún tipo de amenaza en contra de tan frágil constructo paneuropeísta.

Lean ustedes lo que nos reportan desde Público:


Alfredo Remírez ingresará en prisión en los próximos días tras ser condenado en dos ocasiones por el delito de enaltecimiento del terrorismo. Será el primer detenido en las operaciones 'araña' que ingrese en prisión.

Alejandro Torrús

Alfredo Remírez tiene 37 años, vive con su pareja y un niño pequeño. Trabaja en una taberna en Bilbao, aunque tiene estudios como auxiliar de enfermería. Esa vida, no obstante, quedará en suspenso en los próximos días. La Audiencia Nacional ha ordenado recientemente su ingreso en prisión en cumplimiento de una condena por enaltecimiento del terrorismo del Tribunal Supremo en 2009 por unos hechos que se remontan a agosto de 2005. Está a la espera de una llamada, una notificación, que le diga que ya ha llegado el momento.

Remírez ha sido condenado en dos ocasiones por el delito de enaltecimiento del terrorismo. El primero, al portar un muñeco de cartón con la cara del condenado por colaboración con ETA Santos Berganza en el Salón de Plenos del Ayuntamiento durante el chupinazo de 2005. La segunda, que ha provocado su ingreso en prisión por la reincidencia, por dar la bienvenida en la red social Twitter a miembros de ETA a su salida de prisión tras cumplir condena. Remírez, de hecho, fue detenido el mismo día que el cantante César Strawberry durante la Operación Araña III. Y será el primero de los 76 detenidos por sus comentarios en redes sociales que ingrese en prisión aunque cumplirá la primera condena, de un año de cárcel.

"Tengo bastante claro que entraré en prisión a principios de mes. Estoy nervioso. A nadie le agrada entrar en la cárcel y menos por algo tan chorra y tan injusto. Tengo un trabajo que tengo que dejar, en una taberna. Se va a romper mi familia. No es fácil. Claro que sufro ansiedad. Están siendo unos meses muy chungos. Qué le vamos a hacer", responde Alfredo al otro lado del teléfono, desde Bilbao, justo después de terminar de dar de comer al menor.

El hombre fue detenido en mayo de 2015 en la Operación Araña III. Los agentes de la autoridad le detuvieron en la puerta de su casa cuando se disponía a acudir a su trabajo. Dice que nadie le dijo por qué estaba detenido hasta que llegó a la comisaría de Bilbao. Ahí le dijeron que era por sus tuits. ¿Y qué mensajes pusiste, Alfredo?

"Me acusaban de ser el autor de tuits que daban la bienvenida a Pablo Gorostiaga, ex alcalde de Llodio, que fue condenado por formar parte del periódico Egin y al que no le dejaron ni despedirse de su mujer antes de morir.  Me pasó lo mismo con Xabier Alegría, que fue condenado por algo de Egin también, y también por poner unos versos de una canción que decía algo así como: 'Los GAL no estuvo mal, me dice la muy bruta, yo opino que Galindo merece un tiro en la nunca'". Remírez no quiere decir el autor de la canción para no comprometer a nadie. Se trata de la canción del Nega, rapero Los Chikos del Maíz, titulado Mi novia es de derechas.

Alfredo Remírez fue a declarar ante la Audiencia Nacional la semana en la que el tribunal batió todos los récords en juicios por enaltecimiento del terrorismo. Fue el primero de las siete personas que pasaron durante la primera semana de marzo de este año por la Audiencia Nacional por sus comentarios en redes. El escrito de acusación de la Fiscalía señalaba que Remírez llevaba desde 2010 publicando en Twitter comentarios de "apoyo a organizaciones terroristas, a sus integrantes y acciones cometidas y de vejación a las víctimas del terrorismo", por los que pedía una pena de dos años de cárcel, 16 de inhabilitación absoluta y cinco de libertad vigilada.

Finalmente, la defensa de Remírez alcanzó un acuerdo con la Fiscalía, que fue aprobado por el juez, por el que se reducía la condena a un año de prisión, 16 de inhabilitación y a una sanción económica. Con ese acuerdo, Remírez y su defensa pensaron que podrían evitar el cumplimiento de la primera condena. Pero se equivocaban. "Quince días después de que la Audiencia Nacional aprobara el acuerdo con Fiscalía, nos llegó la notificación de que la Sala que me había juzgado en 2009 pedía mi ingreso en prisión. El motivo es que algunos de los tuits por los que se me había condenado los había publicado cuando estaba en el período de inhabilitación absoluta. Así que dijeron que era reincidente", prosigue Remírez en su relato.

"Así que el resumen para mí es que voy a prisión por un muñeco de cartón y unos tuits. Es decir, voy a prisión por un delito de opinión. Tanto en el delito de 2005, como en el de los tuits, lo único que he hecho ha sido denunciar la dispersión de los presos vascos porque suponen una doble condena para las familias de los condenados. Ya han muertos 16 personas en las carreteras mientras visitaban a sus seres queridos", relata Remírez, que recuerda que el mismo tribunal que le ha condenado por unos tuits dejó libre al torturador franquista Billy el Niño. "Es que en España se han indultado a torturadores, se ha absuelto a Billy el Niño y yo me voy a comer un año de cárcel por dar mi opinión y por unos cuantos chistes malos en Twitter. Yo soy un pringao, un tipo anónimo que escribe de vez en cuando, me parece ridículo que el Estado considere que tengo que estar en prisión", prosigue.

De hecho, Remírez considera que la clave de este asunto es qué busca el Estado con su ingreso en prisión. "La cárcel tiene una función de reinserción y yo estoy integrado en la sociedad. No tengo problemas con mis vecinos. No robo a nadie y tampoco van a conseguir hacer cambiar mi opinión. Entiendo que hay mucha gente que no opina como yo y que considera que defiendo los derechos de asesinos. Es su opinión. Yo digo que todos tenemos derechos y que la política de dispersión que se aplica a los presos vascos vulnera sus derechos", continúa el hombre.
El ponente José Manuel Maza

La sentencia que ahora tiene que cumplir Alfredo Remirez fue dictada por el Tribubal Supremo, en recurso de casación, y su ponente fue el actual Fiscal General del Estado José Manuel Maza. Los hechos descritos son los siguientes. La cuadrilla Herriarenak, de Amurrio (Álava), eligió como Reina y Dama de Honor de las fiestas a los condenados por colaboración con banda armada José Ángel Viguri y Santos Berganza, naturales de Amurrio y que en el momento de los hechos cumplían condena desde hace más de 15 años. El día del chupinazo, Remirez y otra compañera de la cuadrilla llevaron dos muñecos de cartón con las caras de sus elegidos al Ayuntamiento para su nombramiento oficial tratando de que se les pusiera las condecoraciones a los muñecos, algo que fue descartado por las autoridades municipales. Posteriormente, los dos jóvenes los sacaron al balcón municipal.

El ponente José Manuel Maza sentenció entonces que la acción de los dos jóvenes buscaba "ensalzar, encumbrar o mostrar como digna de honra la conducta de una determinada gravísima actuación delictiva, como lo es la de los elementos terroristas". Por tanto, ratificó la condena de un año que había impuesto la Audiencia Nacional. Por contra, el juez de la Audiencia Ramón Sáez se había distanciado de la sentencia dictada por su tribubal con un voto particular que pedía absolver a los acusados.

Los motivos de Sáez fueron los siguientes. La acción no había sido acompañada de ningún tipo de información y tampoco podía afirmarse que el nombre de los condenados por colaboración con ETA había sido pronunciado públicamente. Asimismo, destaca el magistrado, en el acto estaba presente el jefe de la policía local y el responsable del distrito policial de la Hertziana, que no observaron ningún acto de apología o enaltecimiento de terroristas, "lo que desvela que la imagen del rostro de los dos presos condenados no decía nada a la memoria colectiva".

Ahora, 12 años después de aquellos hechos, el condenado tendrá que cumplir la sentencia por haber reincidido a través de mensajes en las redes sociales a juicio de la Audiencia Nacional. "Protesté por la dispersión de presos. Me parece un castigo añadido a las familias de los condenados. Y años después, lo sigo pensando. La dispersión sigue vigente y quizá mis familiares sufran esa misma dispersión", denuncia Remirez.

El hombre de 37 años afirma que no se arrepiente de "estar al lado de los presos y sus familiares y haber denunciado de una forma pacífica y original una cosa tan cruel como es la dispersión de presos, que vulnera los derechos humanos más elementales". Remirez dice que su única arma es una cámara de fotos y la escritura y no entiende por qué tiene que ser condenado. "Yo sé que mis planteamientos políticos y sociales no van acordé con mucha gente. Eso lo entiendo. Pero creo que tengo derecho a expresarlos. A mi también me jode que se amenace a Puigdemont con acabar como Companys. Pero ellos tienen derecho a decirlo y parece que yo no", dice Remirez que sentencia la entrevista con la siguiente frase: "La libertad de expresión en España es como los billetes de 500 euros, no hay para los pobres".






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