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lunes, 29 de marzo de 2010

Se Ahonda la Complicidad de París

El problema con el terrorismo de estado (a veces denominado "guerra sucia") es que los gobiernos que lo practican tarde o temprano se ven expuestos ante la opinión pública. En los últimos días hemos leído las bravatas de Nicolas Sarkozy, mismas que han sido del deleite de la casta divina española pero que han estado lejos de convencer a los que han seguido de cerca el caso de la desaparición de Jon Anza. Esta nota publicada en Gara pone en relieve que las prácticas represivas de París no han terminado y que la tierra de la igualdad, la fraternidad y la libertad dista mucho de serlo. Aquí la información:
El hospital recibió la orden de no enterrar el cadáver de Jon Anza

El hospital Purpan no sólo pidió ayuda para identificar al extraño que ingresó el 29 de abril de 2009 en sus servicios. Con Jon Anza ya fallecido, preguntó qué debía hacer con el cadáver. La respuesta oficial fue que guardara el cuerpo.

Maite Ubiria | Baiona

El «caso Anza» se encuentra desde hace algo más de una semana bajo secreto de sumario, lo que impide que las personas que guardan relación directa con él puedan confirmar las informaciones que se van conociendo. Como constataba GARA en el amplio reportaje del domingo, en Toulouse pesa el silencio. Sin embargo, ello no ha impedido expresarse al comisario Guy Sapata, que no ha dudado en trasladar las responsabilidades sobre la no identificación de Anza al hospital en que éste ingresó el 29 de abril de 2009 y en el que murió el 11 de mayo.

«Hemos detectado varias disfuncionalidades», reconocía Guy Sapata, director de la Policía Judicial, en ese reportaje, para reiterar que en la comisaría «nadie recogió los faxes procedentes del hospital».

«Puede que hayan llegado al lugar o a la persona equivocada, las cosas se pierden», alegaba, para cargar de nuevo las tintas contra el Purpan al asegurar que «es la institución que ha funcionado mal la que luego está emitiendo comunicados de prensa».

De este modo, el responsable policial criticaba el comunicado emitido por el hospital universitario el pasado 15 de marzo, en el que dicho centro se zafaba de las acusaciones de falta de diligencia asegurando que dio cuenta tres veces y a otras tantas instituciones del ingreso de una persona no identificada.

Más allá de las discrepancias sobre las responsabilidades en relación a la identificación en vida de Jon Anza, uno de los muchos interrogantes que la investigación que conduce la juez Myriam Viargues deberá contestar es cómo pudo permanecer el cuerpo durante diez largos meses en la morgue sin que nadie lo identificase, ni ordenase, transcurrido el plazo habitual, su inhumación.

Por lo extraño del caso...

En el comunicado del 15 de marzo, el Hospital Purpan explicaba por qué el cuerpo no fue inhumado al poco de morir. El médico forense expresó su oposición inicial a la materialización de ese trámite al no conocerse la identidad del fallecido.

¿Qué ocurrió para que pasadas las semanas ni se completara con éxito esa identificación ni se inhumara el cadáver como es lo habitual cumplido el plazo orientativo de dos meses?

Una respuesta, siquiera parcial, a esa pregunta puede encontrarse en la información a la que ha tenido acceso GARA de fuentes próximas al Purpan. El hospital no siguió el protocolo rutinario en el caso de personas fallecidas sin identificar porque recibió otras instrucciones.

De acuerdo a esas informaciones, que este diario trató de confirmar ayer, sin éxito, en el servicio de comunicación del Hospital y de la Fiscalía, el Purpan no sólo se comunicó con la Policía (30 de abril), la Fiscalía (4 de mayo) y la Oficina de Búsqueda de Personas Desaparecidas (7 de mayo), sino que tras el fallecimiento del refugiado vasco, el 11 de mayo, mantuvo «intercambios fluidos» con Policía Judicial y Fiscalía a fin de saber qué debía hacer con el cadáver.

Cabe recordar que la familia Anza denunció la desaparición de su allegado el 15 de mayo en Baiona y que tres días más tarde la fiscal Anne Kayanakis abrió una investigación por «desaparición inquietante». Por esas mismas fechas, pero en Toulouse, el hospital cursa, según las fuentes consultadas por GARA, una primera pregunta a la autoridad competente en la búsqueda de desaparecidos. El interrogante podría resumirse en el siguiente enunciado de correo electrónico: «¿Qué debemos hacer con el cuerpo de la persona cuya desaparición pusimos en conocimiento de ese servicio...?». La respuesta contribuye a aumentar el aura de misterio que rodea el affaire. Aludiéndose a aspectos extraños, se ordena al hospital que el cuerpo siga en la morgue.

GARA no ha podido confirmar si en esa respuesta al requerimiento del hospital desde la Policía Judicial (PJ) o la Fiscalía se marcó un plazo para mantener el cuerpo sin enterrar.

Sin embargo, el hecho de que el hospital, transcurrido un plazo, volviera a relanzar esa petición de instrucciones, hace pensar que la orden fue de dejar el cuerpo sine die en la morgue.

El hospital traslada poco después un segundo requerimiento -hay registro de e-mail- cuyo origen se situaría con bastante probabilidad en los servicios de la propia morgue, para saber qué hacer con el cuerpo.

Por seguir con las referencias de fechas, cabe recordar que el 20 de mayo se lanza desde Baiona la petición de información sobre Anza a los hospitales.

El de Toulouse recibe otra respuesta misteriosa a esa nueva gestión sobre el destino a dar al cuerpo de la persona que, oficialmente, sigue pendiente de identificación en el depósito. Se le dice que «la Policía Judicial lleva una investigación» al respecto, por lo que el cuerpo debe seguir en la morgue.

En un informe que estaría ya en manos de la juez de instrucción, el hospital en el que el vecino de Ahetze pasó sus últimos días de vida hace constar la «intensa comunicación» mantenida por sus servicios con las autoridades policiales y judiciales de Toulouse antes y después del fallecimiento de una persona, para ellos, desconocida. Sin contar otros sistemas de comunicación, a las direcciones electrónicas de «más de una decena de personas» llegaron noticias del extraño caso del desaparecido que llegó con un hilo de vida al Purpan el 29 de abril de 2009.

No lo olvidaron en la morgue

Más allá de otras consideraciones, lo que esta nueva revelación pone en evidencia es que Anza no fue «olvidado» en la morgue tras una «cadena de errores administrativos», sino que hubo una voluntad expresa de dejar el cuerpo en ese lugar.

De las respuestas dadas al hospital -no puede descartarse que hubiera otras- cabe deducir que, contra lo afirmado hasta la fecha, esa persona no identificada llegada al Purpan sí despertó curiosidad, hasta el punto de que se puso freno expresamente a la inhumación de su cadáver y se anunció al hospital «una investigación de la PJ», en cuyos detalles deberá profundizar la juez Viargues.

E-mail

Tras la muerte de Anza hay una «comunicación fluida» entre el hospital y las autoridades. El Purpan pide instrucciones. Desde Fiscalía y Policía se apunta a los «aspectos extraños» y a una «investigación en marcha» para solicitar que se mantenga el cuerpo en la morgue.

Mañana habrá movilizaciones en Iruñea, Lizarra, Altsasu y Leitza

El movimiento pro-amnistía ha llamado a acudir mañana a las manifestaciones convocadas en varias localidades navarras para denunciar la muerte de Jon Anza, hecho que enmarca dentro de la «guerra sucia».

Además de Iruñea, donde la marcha se iniciará a las 19.00 junto a la vieja estación de autobuses, ha sido convocada una concentración en Lizarra (a las 19.30 en la avenida Nafarroa Beherea) y manifestaciones en Altsasu (a las 19.30) y Leitza (a las 20.00 en la plaza del pueblo).

El movimiento pro-amnistía afirma que en Euskal Herria ya son conocidos «los objetivos políticos de las versiones oficiales que nos venden tras sucesos de este tipo», y recuerda los casos de la foz de Irunberri, Mikel Zabaltza, Josu Zabala, «Basajaun», Igor Portu, Mattin Sarasola, Dani Saralegi y Alain Berastegi, entre otros.

«Lo que buscan es doblegar la disidencia política de este pueblo por medio de la represión y la negación de Euskal Herria», afirma el movimiento pro-amnistía, al tiempo que muestra la necesidad de hacer frente a la represión.

La familia estudia pedir pruebas suplementarias a la autopsia

La familia de Jon Anza se personó como parte civil en el caso el pasado viernes, lo que le permitirá acceder al dossier judicial del que se encarga la juez instructora Myriam Viargues. De momento, ha podido conocer el contenido de la autopsia practicada a Anza el pasado 15 de marzo. La letrada Xantiana Cachenaut confirmaba ayer a GARA que la familia dispone ya del informe y que, tras consultar con especialistas, decidirá si solicita análisis complementarios.

La abogada aludía al «secreto de sumario» para no aportar más detalles del caso, aunque, desde el colectivo «Non da Jon?», Anaiz Funosas no descartaba ayer un pronunciamiento en próximos días para dar cuenta de los trámites que lleva a cabo la familia Anza y, en particular, sobre el traslado de los restos del vecino de Ahetze a Euskal Herria.

La entonces encargada del caso, la fiscal Anne Kayanakis, ordenó la práctica de la autopsia el pasado 15 de marzo, en Toulouse. Escudándose en el procedimiento penal, la procuradora prohibía la presencia durante la práctica de ese análisis de un médico de confianza de la familia. Sin embargo, tal como confirmaba en conversación con GARA la abogada Yolanda Molina, y corroboraban mediante carta remitida posteriormente a este diario familiares de Oihane Errazkin, la letrada pudo estar presente, a petición de la familia, en la autopsia practicada a la ex prisionera política vasca, fallecida en Fléury-Mérogis.

Pese a los obstáculos, la familia Anza recibió a finales de la pasada semana el informe de la autopsia que, tal como adelantó la fiscal Kayanakis, no deja entrever que Jon Anza sufriera violencia externa antes de morir. Por motivos evidentes, la autopsia no permite establecer lo que ocurrió con Anza entre el 18 de abril de 2009, en que llega a Toulouse, y el 29 de abril, día en que es atendido por bomberos y SAMU a las puertas del restaurante Hipopotamus.

Según consta en el informe del hospital, los servicios de asistencia llegan, a requerimiento de la Policía Local, al lugar, donde encuentran a Anza con parada cardiorespiratoria y con restos de sangre en la boca. Tras proceder a tareas de reanimación, consiguen estabilizarlo. Ya en el centro sanitario, el militante de ETA es atendido en urgencias, desde donde días después será trasladado a cuidados intensivos. Anza permanece entubado. Recibe los cuidados precisos. Tras experimentar una ligera mejoría dentro de su estado de extrema gravedad, se procede a retirarle parte de ese equipo que le permite aferrarse a la vida. Días después fallecerá sin que haya llegado a recobrar la consciencia.

El cuerpo de Anza permanecerá durante los diez meses siguientes en la morgue, en unas condiciones de conservación «que no son las óptimas», según reconocía la propia Kayanakis. El equipo del profesor Rouget constata en su informe el avanzado estado de descomposición del cadáver. Representantes de la familia ya habían mencionado ese hándicap de cara a pedir una segunda autopsia. Por ello, de pedir finalmente análisis suplementarios, es probable que sean pruebas sobre presencia de tóxicos, origen de trombos y radiografía de huesos menores para tener un diagnóstico más completo.
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