Esta entrevista a Arnaldo Otegi ha sido publicada en Gara:
«La izquierda abertzale debe construir una estrategia eficaz para alcanzar un escenario democrático»
Ésta es su primera entrevista para un medio nacional desde que salió de prisión hace tres meses. Transcurrido ya un año y medio desde el final del proceso de negociación, Arnaldo Otegi subraya la necesidad de articular una estrategia que supere el actual bloqueo y posibilite saltar el muro contra el que se han estrellado históricamente las reivindicaciones vascas. Y remarca que sólo la izquierda abertzale tiene capacidad de mover el escenario político y crear un proyecto ilusionante.
Iñaki Iriondo / Ramón Sola
Arnaldo Otegi, interlocutor de la izquierda abertzale con el Estado español, aborda la necesidad de que la izquierda abertzale en particular y los independentistas vascos en general articulen una estrategia eficaz que permita superar el muro contra el que se han estrellado todos los procesos anteriores: la imposibilidad de dar el salto desde el escenario actual, desgastado pero vigente, a otro democrático. Para ello sostiene que es necesario articular un bloque independentista a la izquierda del PNV que modifique la correlación de fuerzas en el espacio abertzale.
Hubo muchas especulaciones cuando salió de la cárcel y después usted ha mantenido varios meses de silencio. ¿Qué ha hecho durante este tiempo?
Fundamentalmente, hablar con la gente y escuchar. Lo tenía pensado durante la estancia en la cárcel. Teniendo en cuenta la situación de bloqueo existente y viniendo como veníamos de un proceso de negociación con el Estado, había pensado dedicar tres meses a hablar con el máximo número de gente posible para hacerme una radiografía de la situación, de cómo estaba la izquierda abertzale y otros sectores sociales. Esto te permite intuir dónde está el carril central mayoritario de la gente.
¿Y cuál es la radiografía que ha obtenido?
Por un lado, hay una sensación muy grande de bloqueo, con una situación terrible en términos represivos. También he percibido indicadores de frustración y escepticismo ante una situación en la que el movimiento abertzale parece estar gripado políticamente. Pero al mismo tiempo he observado que muchos sectores populares están esperando a la izquierda abertzale, porque consideran que sólo ella -aunque no en solitario- tiene capacidad para mover el escenario político y esperan que retomemos la iniciativa para sumarse a un proyecto político ilusionante. Y son sectores muy amplios del país.
Pero, ¿está la izquierda abertzale en condiciones de plantear esa alternativa?
Aceptando que todos hemos cometido errores, hay un dato a destacar: ha fracasado la operación política que el Estado diseñó hace treinta años para asimilar al pueblo, troceando el país y negándole la soberanía, e intentando aniquilar a la izquierda independentista. Los instrumentos que se diseñaron para la asimilación del pueblo vasco, como el Estatuto y el Amejoramiento, están desactivados en gran medida gracias a nuestra lucha. Y ésta es una constatación que podemos hacer en términos nacionales, porque es en el conjunto de Euskal Herria en el que se da un cuestionamiento de los marcos vigentes. Hoy nadie piensa que el futuro de este país se va a construir sobre los cimientos puestos hace treinta años. Ésa es la victoria importante de la izquierda abertzale, que ahora hay que saber vehiculizar adecuadamente. Se constata que hay una mayoría popular, una mayoría sindical, una mayoría política que hoy podría estar configurando una alternativa a los marcos diseñados, y es responsabilidad de la izquierda abertzale construir una estrategia eficaz que permita pasar de la actual situación de negación e imposición a un escenario democrático.
¿Cuáles son esas condiciones para el cambio que dice que existen?
La primera y la gran victoria es que hemos hecho fracasar los instrumentos diseñados hace treinta años para asimilar al pueblo vasco y a la izquierda abertzale. La segunda condición es que la mayoría popular y social del país ha asumido que la alternativa democrática, en lo relativo al Estado español, pasa por cuatro territorios y derecho a decidir libre y democráticamente nuestro futuro. Y la tercera condición favorable es que existe un contexto europeo que avala a quienes queremos crear un Estado vasco. Ahí está el ejemplo de esta semana de Groenlandia, al que se puede sumar el de Escocia. Lo fundamental, sin embargo, no es acertar en este diagnóstico, que puede ser ampliamente compartido, sino cómo somos capaces de impulsar una estrategia para el cambio político en Euskal Herria, cómo somos capaces de poner en marcha un proceso que habilite una negociación con el Estado que nos conduzca a un estadio democrático donde desarrollar la opción independentista y socialista en nuestro pueblo.
Hablaba de crear condiciones para una negociación con el Estado. ¿Cree que existe conciencia exacta de hasta dónde se llegó en el último proceso, por ejemplo, de cuál fue la implicación internacional?
No existe esa conciencia, porque hemos sido extremadamente discretos en los datos que hemos ido facilitando. Quienes pudimos vivir en primera persona esa experiencia lo que sí podemos trasladar es que hubo una implicación internacional al más alto nivel y que en el centro de Europa nosotros abordamos un debate en términos políticos que recogía la cuestión territorial y el derecho a decidir libre y democráticamente nuestro futuro, y que nuestra posición fue entendida como razonable por buena parte de los observadores internacionales. Y a día de hoy considero que existe por parte de esos agentes la misma predisposición que hubo entonces para colaborar en la creación de un nuevo proceso de negociación.
Ese parece un dato importante.
Lo es, porque creo que la izquierda independentista tiene que jugar fundamentalmente en tres escenarios. El primero es vertebrar una alternativa política a la izquierda del PNV que lidere el cambio político desde posiciones independentistas. El segundo es el terreno de la confrontación con los estados, que debe combinar una estrategia de negociación y acuerdo para resolver en términos democráticos el conflicto político con el impulso de una acumulación de fuerzas independentistas y progresistas. Y el tercer escenario es el europeo. El proceso permitió instalar el debate sobre el problema vasco en Europa y la comunidad internacional en general, y a día de hoy se puede decir que, en Europa, mediante la construcción democrática de mayorías amplias en torno a la independencia, es posible acceder a la creación de un Estado.