Les compartimos el Navegaciones que el trosko mexicano Pedro Miguel dedica a la boda real borbónico franquista. Una vez más se le pierden los papeles al categorizar la lucha de la clase trabajadora contra la tiranía como "terrorismo".
Aquí lo traemos a ustedes desde La Jornada:
Bodafóbicos en acción
Pedro MiguelUN INVITADO PROMINENTE a las nupcias de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, realizadas ayer en Madrid, fue el fantasma de Mateo Morral. Nadie se tomó la molestia de depositar una invitación en su tumba sin sosiego, pero la sombra del joven anarquista muerto en los albores del siglo pasado estuvo presente en cada detalle del vasto operativo de seguridad desplegado en la villa del oso y del madroño para proteger a la familia zángana y a sus invitados de contingencias más serias que la lluvia. La movilización nupcial de guardias civiles, el epitalamio de metralletas y las flores de azahar de los vehículos blindados se convirtieron en un homenaje involuntario al anarquista que, el 31 de mayo de 1906 -van a cumplirse 98 años-, trató de matar al bisabuelo de Felipe, Alfonso XIII, el día de su matrimonio con la inglesa Victoria de Battenberg. Ubicado en un cuarto piso, en la calle Mayor de Madrid, Mateo lanzó una bomba escondida en un ramo de flores sobre la pareja real. Esta salió ilesa, pero entre 20 y 60 personas del cortejo resultaron despedazadas por la explosión y el albo traje de la novia quedó pringado de carne humana. El terrorista se suicidó poco después, cuando estaba a punto de ser capturado, y actualmente su memoria aún da tumbos entre detractores y admiradores. Dos décadas después del atentado, Valle Inclán le dedicó un manojo de dodecasílabos casi tan feos como el artefacto explosivo, titulados Rosa de Llamas, del que reproduzco los dos últimos cuartetos: En mi senda estabas, mendigo escotero./ Con tu torbellino de acciones y ciencias:/ Las rojas blasfemias por pan justiciero,/ Y las utopías de nuevas conciencias./ ¡Tú fuiste en mi vida una llamarada/ Por tu negro verbo de Mateo Morral!/ ¡Por su dolor negro! ¡Por su alma enconada,/ Que estalló en las ruedas del Carro Real!...
PERO AYER, SABADO 22 de mayo de 2004, el temor del Estado español no estuvo motivado por aquellos anarquistas de acción partidarios de la propaganda por el hecho -el uso de la violencia terrorista como medio propagador de las ideas libertarias-, como Morral, sino más bien por los rencores que pudieran persistir en las sentinas del integrismo islámico ante la participación del anterior gobierno de Madrid en la demolición de Irak y la complicidad hipocritona de la casa real española en esa tonta aventura bélica.
LA CHABACANERIA, LA arrogancia y el dispendio de la boda de ayer y sus preparativos generaron amplias y extendidas manifestaciones de repudio en diversos ámbitos progresistas, radicales, anarquistas, republicanos o simplemente racionales de la España contemporánea. Se cuestionó la ocupación patrimonialista y excluyente de la capital por la familia real y sus escoltas (ya se sabe: en vísperas de festejos reales, la policía empieza por sacar de las calles a mendigos, sexoservidores y estudiantes melenudos). Se criticó, también, el impúdico derroche de recursos públicos (entre 17 y 30 millones de euros, a decir de los entendidos) en una fiesta privada. Y se repudió la insensibilidad de una estructura político-mediática que sin ninguna vergüenza echó toneladas de pintura rosada sobre las manchas de sangre, todavía frescas, del 11 de marzo.
CIERTAMENTE, PARA LOS medios de España y del mundo, el enlace matrimonial fue como una carretada de oro gratis. No deja de ser una insolencia el que las dos principales concesiones televisivas de México receten a sus audiencias el espectáculo cutre -para decirlo en peninsular- de esa boda de fin de cuento de hadas (que bien podría volverse una génesis de escándalos para las revistas especializadas en pornografía sentimental de famosos) entre una periodista plebeya y un principejo que fue a poner su cara de lo mismo al Golfo Pérsico para darle a José María Aznar un masaje real en las glándulas bélicas. Es cierto que el sobrebombardeo de datos en torno al enlace nupcial generó, incluso en este lado del Atlántico, excitación del morbo público -no tanta, por cierto, como las deprimentes secuelas de los videos de Carlos Ahumada, una trama al menos nacional-, pero el poner el mundo entre paréntesis para seguir las aventuras de los tórtolos españoles no deja de ser un atentado al espíritu republicano. México sigue siendo una república, pese a los intentos por transitar del modelo republicano al gerencial. En España, en cambio, la vida republicana fue liquidada en 1939 por un golpe de Estado del que la madre patria no ha terminado de reponerse. Y lo impresentable de las monarquías es que no hay forma de poner una raya divisoria inequívoca entre los presupuestos públicos y las eyaculaciones del rey y las ovulaciones de la reina, asuntos que debieran ser, piensa uno, más bien privados.
DICE PASCUAL SERRANO que, "como en los principios de los cuentos de Asterix, 'un lugar poblado por irreductibles antimonárquicos resiste todavía y siempre a la borrachera matrimonial': Internet". La búsqueda de refugio de los bodafóbicos en el ciberespacio no es nada más una apuesta por las capacidades de promoción y difusión que ofrece la red, sino también producto de un clima de intolerancia y hostigamiento policial contra las expresiones de disenso. Durante varias noches antes de ayer el barrio de Lavapiés se acostaba forrado de carteles que reproducían el manifiesto del Movimiento Popular contra la Boda Real, pero en la madrugada cuadrillas de trabajadores limpiaban los muros. En Torrejón de Ardoz varios muchachos que pegaban manifiestos hubieron de pasar la noche en la comisaría, en donde agentes policiacos los amenazaron con "severas multas y condenas elevadas". ¿El cargo? "Ultraje a la Corona".
Vale la pena echarle un ojo al texto oficial del movimiento antiboda, que se denomina "Apareamiento de parásitos".
PARA FINALIZAR, LA fiesta nupcial de la familia zángana ha tenido como virtud el reanimar, así sea de forma embrionaria y todavía marginal, a los republicanos de España, una especie de sobrevivientes del bombardeo mediático y luchadores de todos los días contra la vulgaridad monárquica que sostienen los medios y la clase política peninsulares.
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