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lunes, 10 de diciembre de 2001

Roitman | Soberanía o Sumisión

En su artículo publicado en la sección Opinión de La Jornada el analista político Marcos Roitman Rosenmann hace cera y pabilo de los delirios de grandeza de José María Aznar, sí, ese mismo Aznar que utiliza la Constitución de 1978 como arma arrojadiza en contra de los derechos civiles y políticos de las naciones históricas sometidas a los designios del estado español.

Adelante con la lectura:


Soberanía o sumisión

Marcos Roitman Rosenmann

La subordinación política es parte del dominio ideológico-cultural ejercido por las grandes potencias con sus colonias. Sin embargo, la sumisión es una opción voluntaria, coincide con un deseo de postración y pérdida consciente de dignidad y ética política. Ello es más claro cuando se analizan las relaciones internacionales entre Estados libres y soberanos. Un ejemplo de sumisión lo protagonizó recientemente el presidente de gobierno de la monarquía parlamentaria española. La mansedumbre mostrada por José María Aznar en su reciente viaje a Estados Unidos corrobora el grado de sumisión alcanzado por la diplomacia española en materia de política exterior.

El citado político viajó a Estados Unidos ofreciendo su ayuda espuria contra el terrorismo internacional a George W. Bush dando a entender que España es un aliado estratégico en el desarrollo de la política exterior de ese país.

La prensa española y en especial los medios de comunicación adictos al Partido Popular (PP) proyectaron una imagen triunfalista destinada a hacer creer a la población la ficción de que Aznar es un líder carismático de altura internacional. Continuamente se repetían las imágenes de Bush con él mostrando "el agradecimiento del imperio por la visita de tan insigne líder".

Este fue un viaje destinado a presentar una España comprometida en la lucha contra el talibán y el terrorismo mundial y para pedir el apoyo formal de Estados Unidos en su política interna de lucha contra ETA. Sin embargo, el gobierno del imperio tenía otras preocupaciones y demandas en mente. Otros eran sus intereses. Su máxima estaba en conseguir del gobierno español la extradición de los musulmanes detenidos por la justicia en Madrid, acusados de formar parte de la red de Osama Bin Laden. Y aquí, como si se tratase de una decisión política y no judicial, el presidente de gobierno cometió la imprudencia de señalar su apoyo a dicha petición, a pesar de la imposibilidad de la misma por dos motivos. Primero, es una decisión judicial y no política; y segundo, España tiene prohibido la extradición a países en cuya legislación existe la pena de muerte. Lo más triste es que mintió deliberadamente con el fin de agradar al gobierno republicano estadunidense y dejó en entredicho la independencia del Poder Judicial de la monarquía. Pero lo peor del viaje estaría por llegar más tarde con el fiasco de su entrevista televisada.

Aunque forme parte del anecdotario de un viaje de despropósitos es significativo del grado de sumisión al que se puede llegar con tal de salir en los medios televisivos de Estados Unidos, más aún tratándose de la cadena CNN. Igualmente demuestra cuál es el lugar estratégico de España a nivel mundial otorgado por el imperio.

Pensando en el reconocimiento de Aznar como líder mundial, su equipo de prensa concertó una entrevista en CNN. La entrevista debía producirse a las 20:30 horas. Aznar llegó puntual a los estudios de la CNN en Nueva York. Sin embargo, allí le dijeron que su salida a cámara se retrasaba una hora y media por reajuste de programa. Tras la noticia decide esperar. Otro presidente o invitado más digno, hubiese desestimado la "invitación" a quedarse retirándose y aduciendo otros compromisos. No obstante, nuestro líder decidió mantenerse en los estudios acompañado de un séquito de 20 personas por espacio de hora y media. Lo curioso de esta situación es que tampoco su entrevistador estaría de cuerpo presente. Otras noticias de mayor interés habían desplazado al presentador a Los Angeles, por ello la entrevista se realizaría telefónicamente. Además, las respuestas, se le indicó, no podían superar los cuatro minutos y medios de emisión. Como si se tratase de un problema vital para la democracia en el mundo y España, Aznar esperó pacientemente el tiempo pedido para luego poder decir que fue entrevistado por la CNN e irse tranquilo a Madrid. Ya de viaje, la prensa española se encargaría de divulgar la entrevista con imágenes de Aznar en la CNN. Pocos se enterarán del ridículo que supone para un presidente de gobierno esperar sentado hora y media para ser luego interrogado telegráficamente si entregará o no a los musulmanes detenidos en Madrid y acusados de pertenecer a la organización de Bin Laden.

Tras este singular hecho se evidencia la importancia desmedida que concede el gobierno del PP en España a la cadena televisiva CNN en su función legitimadora de líderes mundiales. Como si se tratase de una confirmación del liderazgo de Aznar, la entrevista se considera un éxito en el devenir de la política exterior de España y su gobierno. De nada sirve plantearse cuál fue el significado para la contraparte, la CNN. Por el tiempo y la dinámica de la entrevista podemos afirmar que Aznar fue considerado un político de medio pelo, sumiso y subordinado, sin opinión. Cuatro minutos y medio era un tiempo suficiente para dedicar a quien no tiene nada que decir y menos aún que aportar.

 

 

 

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