Para no variar, Jordi Évole ha desperdiciado una oportunidad más para hacer periodismo de verdad, decantándose por el sensacionalismo vacío que le ha caracterizado.
No podremos olvidar nunca su cruel hostigamiento a padres y madres de presos políticos durante una manifestación en favor de su repatriación a Euskal Herria.
En esta ocasión, ha sido su manejo de la participación de Josu Urrutikoetxea en un documental lo que ha terminado por demostrar su incapacidad para llevar a cabo un manejo a la altura de las circunstancias.
Aquí lo que Deia nos relata con respecto a la opinión del propio Urrutikoetxea:
Josu Urrutikoetxea: “Asumí peligros al participar en la película, y no es el resultado que esperaba”
Protagoniza la película de Jordi Évole y Marius Sànchez No me llame Ternera que se estrena en el Zinemaldia
Jurdan ArretxeEl exmiembro de ETA Josu Urrutikoetxea, protagonista de la película de Jordi Évole y Marius Sànchez No me llame Ternera que se estrenará en el Zinemaldia este viernes, ha reconocido que asumió “riesgos” al aceptar participar y que el resultado no es el que él esperaba: “No me voy a meter en su trabajo. Han hecho lo que consideraban; yo tengo otra visión y otra idea sobre ese trabajo, pero lo digo con todo el respeto”.
En una entrevista concedida a Berria el mismo día que la prensa especializada podrá visionar la obra que medio millar de personas pidieron retirar, Urrutikoetxea explica que “en la base de este trabajo había un proyecto ambicioso. Por distintas razones, cayó, pero yo seguí dispuesto a hacer la entrevista. Las conversaciones tuvieron lugar en 2020 en París, después de que yo quedara libre”.
Cuestionado por su objetivo al intervenir, Urrutikoetxea explica que “la comunicación y los medios se han convertido en herramienta de guerra, tomando el término en el sentido más amplio. Vista la importancia que tiene comunicar, de la mano de quién se hace y en manos de quién están los medios en el Estado español, francés o en el mundo, y hasta dónde llega su comunicación, se suelen poner por delante de los propios acontecimientos. Es decir, antes de que un asunto explote, ya tienen el montaje preparado, como demuestran ejemplos como Irak, (el golpe de Estado de) Chile hace 50 años, y múltiples en Euskal Herria”.
“Siendo la comunicación una herramienta tan poderosa, yo creo, y sabiendo en manos de quiénes están, que en nuestro conflicto político debe ser una herramienta, y no una mera herramienta”, resume Urrutikoetxea, que lamenta que la cinta no aborde “que el conflicto ha sido político, con sus consecuencias crudas e irreversibles. Eso le quería mostrar a la sociedad española, que no piensen, de alguna manera, que alguien disfrutaba con todos estos acontecimientos. Eran acciones políticas, con objetivos políticos. Eso quería mostrar. Cuando entramos en esa dinámica de lucha dura, se pierde empatía por una parte y por otra”.
Ajeno a la polémica del Festival tras pedir que se retirara ("qué decir... es decisión del Zinemaldia"), Urrutikoetxea, contra quien la Fiscalía pide 2.300 años de cárcel como dirigente de ETA por el atentado de Zaragoza en el que murieron 11 personas, insiste en que él no era parte de la dirección de la organización armada: “Por lo tanto, yo no tuve nada que ver”.
La actualidad política tampoco escapa de las palabras de Urrutikoetxea, que considera la actual época “muy interesante, lo cual no quiere decir que sea dura, y cambiante también, y se han visto la celeridad y los pasos de la izquierda abertzale”.
“Eso no nos debe cegar”, advierte Urrutikoetxea, que considera que “aunque en Madrid se forme un nuevo gobierno progresista, la situación no será fácil; si hay otro tipo de gobierno, será aún más difícil”. Urrutikoetxea señala que “la ciudadanía debe ser parte de este largo proceso, porque será una de las claves para avanzar. Y hacer ese trabajo de transmisión dentro de la propia izquierda abertzale será muy importante”.
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