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viernes, 22 de julio de 2011

Borran el Rastro de Hess

Cada vez que usted lea algo acerca del faraónico monumento mortuario conocido como El Valle de los Caídos recuerde que ahí están enterrados dos sanguinarios fascistas españoles y que constantemente reciben homenajes y honores por parte de sus seguidores.

Después contraste eso con lo que ha publicado La Vanguardia:


El sepulcro del lugarteniente de Adolf Hitler se había convertido en lugar de peregrinaje de neonazis

Rafael Poch

De Rudolf Hess, el que fuera lugarteniente de Hitler y único recluso de la prisión berlinesa de Spandau hasta 1987, ya no queda ni la tumba presidida por una estela en la que se leía, "Me atreví". Los restos de Hess fueron exhumados en la madrugada de ayer, y su tumba desmantelada en el cementero de la localidad de Wunsiedel. El motivo, acabar con los homenajes y peregrinaciones que los neonazis organizaban cada agosto en el lugar para conmemorar su muerte.

La operación comenzó a las cuatro de la madrugada y concluyó a las seis. Del ataúd no quedaba nada y los huesos estaban en la tierra, explicó el jefe del cementerio, Andreas Fadel, al diario Bild. Los restos se pusieron en un nuevo ataúd y han sido, o serán, incinerados, con sus cenizas esparcidas en alta mar, informaron fuentes de la parroquia.

"De esta forma se impedirá que acudan al pueblo nuevas procesiones de peregrinos fanáticos", explicó el responsable de la parroquia protestante, Peter Seisser. Desde 2005 las peregrinaciones nazis del 17 de agosto al cementerio del pueblo bávaro estaban prohibidas, pero sin mucho éxito. La comunidad estaba harta de tantos años de homenajes estivales neonazis. "Durante 18 años no me pude ir de vacaciones en agosto por ellos", dice Seisser, ex concejal.

La parroquia logró el acuerdo de la familia, aprovechando la circunstancia de que en octubre expiraba el arrendamiento de la sepultura. La parroquia había denegado a los descendientes de Hess la prolongación del alquiler, lo que motivó una denuncia judicial de una nieta del ex jerarca nazi, antes de que la familia aceptara la decisión, explicó el diario Suddeutche Zeitung, que dio el miércoles la noticia. Hess fue enterrado en Wunsiedel, el pueblo donde sus padres tenían una residencia estival y donde fueron enterrados, de acuerdo a lo expresado en su testamento.

La exhumación se hizo coincidir con el aniversario del golpe de estado fallido contra Hitler, del 20 de julio de 1944 a cargo de un grupo de altos oficiales, entre ellos Claus Schenk von Stauffenberg. La intentona fue también evocada en Berlín con un masivo acto de juramento de bandera de soldados voluntarios del Bundeswehr frente al Reischtag, que fue protestado por grupos antimilitaristas.

Nacido en 1894 en Alejandría de padre alemán y madre inglesa de origen griego, Rudolf Hess pisó tierra alemana por primera vez a los quince años. Participó en la primera guerra mundial como piloto de avión. Antisemita de primera hora, conoció a Hitler en 1920 y participó en la intentona golpista de Munich de 1923. Compartió cárcel con Hitler, tiempo que ambos aprovecharon para redactar el panfleto "Mein Kampf" que sólo Hitler firmó. Desde 1925 Hess actuó como secretario de Hitler.

Con la llegada al poder de los nazis se convirtió en el virtual número dos del régimen, jefe del partido y varias veces ministro. En mayo de 1941, en vísperas del ataque a la URSS voló a Inglaterra y se lanzó en paracaídas sobre Escocia, donde tras ser capturado declaró que portaba una propuesta de paz de Hitler. El propio Hitler tachó de "idiota" a Hess por aquel episodio, rodeado de todo tipo de especulaciones y que ha dado lugar a una amplia literatura.

En 1946 Hess fue condenado a prisión de por vida en los juicios de Nüremberg, donde el periodista de La Vanguardia, Carlos Sentís, recientemente fallecido, describió su semblante errático y extraña indumentaria. Murió el 17 de agosto de 1987, a los 93 años de edad, ahorcándose con un cable tras haber pasado 46 años encarcelado. Desde 1966, cuando Albert Speer salió en libertad, Hess fue el único inquilino de la cárcel berlinesa de Spandau, donde su reclusión, vigilada por un centenar de guardianes, le costaba al gobierno británico cincuenta millones anuales de las antiguas pesetas. Los neonazis hicieron de Hess un símbolo, por no haber éste renegado de su ideología.






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