La declaración esa de Imaz acerca de que los vascos no quieren independencia sino cosoberanía ha provocado algunas respuestas muy inspiradas y certeras.
Aquí está una de ellas:
Aquí está una de ellas:
Martin Garitano
Neologismo
Cada cual es muy libre de definir su opción política como quiera. Aunque la definición atente contra el sentido común.
Josu Jon Imaz, en consecuencia, está en su derecho de reivindicarse nacionalista vasco en el mismo acto en el que renuncia de forma expresa e inapelable, a la independencia de la nación vasca. Es tan libre de hacerlo como lo es Fraga para proclamar que toda su vida ha sido un demócrata como la copa de un pino o la gaita de una gaiteiro. Es lo que tiene la libertad de expresión.
Lo que ya no es tan libre es la incorporación de neologismos a la lengua, castellana en este caso, porque en castellano lo dijo Imaz el domingo pasado frente a Sabin Etxea.
Aprovechó el presidente del EBB los símbolos más señeros del jelkidismo el aniversario de su fundación y la casa del fundador para hacer pública su decisión firme de renunciar a todo lo que se parezca al nacionalismo. Está en su derecho, como antes lo estuvieron otros de pasarse de bando cuando las cosas les fueron mal dadas a los nacionalistas. Y hasta puede tratar de modificar los principios fundacionales y las proclamas anteriores del Partido Nacionalista Vasco para convertirlo de una vez en la Liga de Vascos Españolistas que propuso Arana en sus postreros días, enfermo, deshauciado y acosado por el poder español. Que lo haga si quiere. Está en su derecho.
Pero que no nos hable de «cosoberanía», porque no hay tal cosoberanía. Busquen en cualquier diccionario, incluido el de la Real Academia de la Lengua Española, y no encontrarán rastro del neologismo que aporta Imaz. Existe la soberanía, entendida como el derecho a adoptar decisiones en libertad sobre uno mismo. Así sea individual o colectivo el sujeto soberano. Y existe la sumisión, que viene a ser aceptar, acatar y cumplir lo que otro que ese sí es soberano ha decidido que uno ha de hacer.
Y si a los hechos sucedidos después de la proclama de Josu Jon Imaz hay que atenerse, habrá que pensar que, tal vez, el presidente del EBB confundía «cosoberanía» con «colaboracionismo» y de lo que se trataba era de delatar a dirigentes de la izquierda abertzale para que la Audiencia Nacional, en uso de su soberanía, los encarcele.
Si les digo la verdad, uno ya sospechaba algo así, pero les aseguro que en mis 41 años nunca había asistido a una conversión tan triste. Bueno, tal vez la de Mario Onaindia y compañía.
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