Bueno, en la ocasión anterior se habló de los orígenes de lo que algún día se convertiría en el Reino de Navarra, pues bien, es hora de que toquemos el tema de la consolidación de esta entidad política que le da anclaje y validez política al reclamo independentista del pueblo vasco, por si faltaran razones.
Aquí lo tienen:
El reino de Pamplona
El Reino de Pamplona es la denominación empleada por algunos historiadores, de acuerdo a los Anales de los Reyes Francos para referirse a lo que fue durante la Alta Edad Media la entidad política surgida entorno a la civites de Pompaelo, la que había sido la principal ciudad en territorio de los vascones durante la época de la Antigua Roma en la región de los Pirineos occidentales, y al liderazgo de la figura de Íñigo Arista quien fundó la dinastía real y la entidad en el 824, con el apoyo de sus aliados de la familia de los Banu Qasi, señores de Tudela, y del obispado de Pamplona. No existe un consenso entre los especialistas para discernir el número preciso de monarcas y la duración de sus mandatos, como tampoco sobre la extensión de su territorio e influencia.
La dinastía de los Íñigez terminó con Fortún Garcés quien según la tradición, que lo conoce como Fortún el Monje, abdicó y se retiró al monasterio de Leire, siendo substituída por la de los Jiménez en el 905 que comenzó con Sancho Garcés I (905-925) cuyo reino es conocido como Reino de Pamplona o Navarra.
Pamplona fue durante mucho tiempo la ciudad más importante y rica en territorio cristiano, numerosos intentos por hacer de ella su capital, fueron hechos por pequeños grupos montañeses de cristianos y más tarde por los territorios cercanos. Además de contar con una población numerosa y estable por encontrarse en el valle rico y fertil del río Arga; Era un lugar de reunión e intercambio entre las rutas del mundo islamico al sur y la Europa cristiana al norte, por los pasos pirenaicos vascos y los puertos costeros del Mar Cantábrico y las rutas de este a oeste que seguían también los peregrinos cristianos del Camino de Santiago hacia el reino de León, que atravesaba los condados francos del Imperio Carolingio en las actuales Navarra, Aragón y Cataluña desde la costa mediterránea condal, y más allá, a través de los puertos mediterráneos. Su neutralidad y buenas relaciones con los belicosos vecinos, la fama de prosperidad y riqueza: comercio e intercambio de artesanías en cuero, instrumentos musicales, libros y armas, materias primas: marfíl, piedras preciosas, paños, aceite, seda, lana, oro, especias... llego hasta los vikingos.
La constante amenaza que sobre las tierras vasconas se ejercía desde ambas vertientes de los pirineos favoreció el surgimiento de dos facciones líderes entre la aristocracia vascona, los Íñigo apoyados en los musulmanes por parentesco con los Banu Qasi, y los Velasco apoyados por los francos carolingios. Cuando en el 799 es asesinado por partidarios carolingios el gobernador de Pamplona Mutarrif Ibn Musa, los Iñigo recurrieron a la familia Banu Qasi para retomar el control de la ciudad. Sin embargo, en el 812 el emir Al Hakam I y Ludovico Pío acordaron una tregua por la que los carolíngios tomaban el control de Pamplona, delegando el gobierno en Velasco al Gasalqí. Al término de la tregua, Al Hakam retomó las hostilidades con los francos y logró recuperar Pamplona en el 816 a cuyo control los francos renunciaron en adelante. Íñigo Arista, también llamado, Eneko Arizta, sería designado primer rey de Pamplona hasta el 851.
La primera dinastía navarra (los Arista) será reemplazada tras tres reinados y en un episodio todavía misterioso por la dinastía Jimena, que ampliaría el solar del reino con la incorporación de las tierras riojanas y la Zona Media navarra, bajo la cual Navarra alcanzará la mayor extensión territorial a costa del Islam y de los señoríos cristianos vecinos.
La costa mediterránea, cuajada desde antiguo de torres de vigía contra la piratería berberisca, al grito de "Moros en la Costa" ve en el 858 a los normandos que suben por el Ebro desde Tortosa, lo remontan hasta el reino de Navarra, dejando atrás las inexpugnables ciudades de Zaragoza y Tudela. Suben luego por su afluente, el río Aragón hasta encontrarse con el río Arga, el cual también remontan, llegan hasta Pamplona y la saquean, raptando al rey navarro. En el 859 los vikingos llegan a Pamplona y secuestran al nuevo rey García I Iñíguez. Sólo tras pagar un costoso rescate el rey vuelve a Pamplona, pero a partir de entonces la vieja alianza entre los Arista y los Banu Qasi se ha roto y García I será aliado del reino de Asturias.
Debido a los problemas internos de cordobeses y al cambio de actitud de los navarros, el único enemigo de Ordoño I va a ser el caudillo de los Banu Qasí, Musà ben Musà. En continua rebelión contra Córdoba, trata de asegurar el valle del Ebro a su paso por la Rioja. Musa, en el 855 va a realizar una dura razzia contra Álava y al-Qilá y tras ella se preocupa de restaurar y fortalecer la guarnición militar de Albelda. Viendo la amenaza que esta fortaleza supone sobre los dominios orientales del reino asturiano, Ordoño I y los navarros lanzan una ofensiva contra Albelda. Tras una dura lucha, Ordoño toma la fortaleza y la arrasa. Esta batalla dará lugar en el siglo XII a la legendaria batalla de Clavijo que por muchos es considerada sólo una leyenda forjada por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.
Musà II seguirá peleando contra navarros y cordobeses hasta su muerte en el 862. Mientras tanto su hijo Lupp o Lope ben Musà, gobernador de Toledo, se declarará vasallo de Ordoño I. La navarra de origen vascón, Subh, Subh umm Walad, madre del tercer Califa de Córdoba, Hixem II, y una de las mujeres más influyentes de la época islamica, nació probablemente en la decada de 940 y murió hacia 999.
El navarroaragonés
El navarroaragonés, una lengua romance, anterior al castellano, hablada en el valle del Ebro durante la edad media, con reductos actuales en el Pirineo aragonés, conocidos como aragonés y préstamos en el castellano de La Rioja, Ribera de Navarra y Aragón, con diferentes gradaciones. Tiene su origen en el dialecto latino, durante el Reino de Pamplona, sobre un acusado sustrato vascón. La lengua recibe, en su período medieval, la denominación entre los lingüistas de "navarroaragonés", por la inicial dependencia aragonesa del Reino de Navarra.
La llamada "Reconquista", o expansión del Reino de Navarra sobre tierras musulmanas y cristianas, con la consiguiente repoblación con cristianos del Reino de Navarra, llevaría consigo el idioma por todo el territorio conquistado. La anexión por el Reino de Navarra de los condados aragoneses supuso una importante influencia de la lengua navarroaragonesa sobre los territorios posteriores de la Corona de Aragón y en el castellano.
La primera constancia escrita de la lengua está en las Glosas Emilianenses, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla.
La expansión de Sancho III el Mayor
El apogeo se producirá con Sancho III el Mayor. Ascendió al trono entre el año 1000 y el 1004, heredando el reino de Navarra y el condado de Aragón, bajo la tutoría de un consejo de regencia integrado por los obispos y su madre, e incorporando extensos territorios a sus dominios, como el condado de Castilla además del solar tradicional del reino (Pamplona y Nájera). La unión dinástica con Aragón se dio en dos periodos: del año 1000 al 1035 y del año 1076 al 1134.
Bajo su mandato el reino cristiano de Nájera-Pamplona alcanza su mayor extensión territorial, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde Astorga hasta Ribagorza en la reorganización del reino, se cree que creó el vizcondado de Labort, entre 1021 y 1023, con residencia del vizconde en Bayona y el de Baztán hacia 1025. A la muerte del duque Sancho Guillermo, duque de Gascuña, el día 4 de octubre de 1032, trató de extender su autoridad sobre la antigua Vasconia ultrapirenaica comprendida entre el Pirineo y el Garona, aunque no lo consiguó, al heredar el ducado Eudes.
Tenía su residencia en Nájera, extendiendo sus relaciones más allá de los Pirineos, con el ducado de Gascuña, y aceptando las nuevas corrientes políticas, religiosas e intelectuales.
Su reinado coincidió con la crisis del mundo califal, iniciado a la muerte de Almanzor y terminado con el principio de los Reino de Taifas. Pretendió la unificación de los estados cristianos, bien por vínculos de vasallaje o bajo su propio mando.
En 1016 fijó las fronteras entre Navarra y el Condado de Castilla, e inició un período de relaciones cordiales entre ambos Estados, facilitadas por su matrimonio con Munia, también conocida como Muniadona, hija del conde castellano Sancho García. De este matrimonio nacieron Fernando (Fernando I de Castilla), Gonzalo (Conde de Sobrarbe y Ribagorza) y las hijas Mayor y Jimena, reina de León al casarse con Bermudo III.
Aprovechó las dificultades internas de Sobrarbe-Ribagorza para hacer valer sus intereses como descendiente de Dadildis del Pallars y apoderarse del condado (1016-1019).
Fue encargado de la tutela del conde García de Castilla. Alfonso V de León aprovechó esta situación para apoderarse de las tierras altas situadas entre el río Cea y el Pisuerga. Sancho III se opuso a la expansión leonesa y pactó el matrimonio entre García de Castilla y Sancha de León. A la muerte de Sancho III el Mayor, le hereda su primogénito con obligación del resto de hermanos de rendirle vasallaje, pero éstos no respetan la voluntad testamentaria del monarca y finalmente se divide el reino entre sus hijos, naciendo así los reinos de Aragón, Castilla y Navarra.
Durante el reinado de García Sánchez III (1035 - Atapuerca, 15 de septiembre de 1054) apodado "el de Nájera", y su hijo Sancho Garcés, Navarra se separa de los reinos vecinos.
En 1076, tras el asesinato de Sancho IV, el de Peñalén (arrojado a un precipicio en Funes) Navarra y Aragón siguen nuevamente juntos bajo el reinado de Pedro I y luego el de su hermano, el rey emperador Alfonso, siendo en este período cuando se consuma la toma de Tudela y su distrito. Tras la muerte sin descendencia de Alfonso I el Batallador (1134), le sucede García Ramírez de Navarra. Ni aragoneses ni navarros respetaron el testamento de su rey emperador Alfonso, que dejaba los reinos a la orden del Temple y a otras órdenes militares y cada reino escoge un rey diferente.
El reino de Navarra
Al separarse de Aragón, Navarra se convierte en un reino sin posibilidad de expansión, al no tener frontera con los territorios musulmanes y encontrarse encajonado entre los ahora mucho más poderosos Castilla y Aragón.
El expansionismo castellano y aragonés hizo menguar el territorio navarro. La determinación de repartírselo, consta en varios tratados realizados por dichos reinos en el siglo XII. Los reyes de estos dos reinos firmaron en 1198 un tratado para repartirse el reino de Navarra, con el río Arga (que cruza Navarra de norte a sur) como frontera entre ambos reinos[9] . Así hacia 1200 y a pesar de un labor repobladora de la zona (fundación de Vitoria y San Sebastián), Castilla, apoyada en la baja nobleza, consigue el apoyo de facciones autóctonas en el Duranguesado, y luego en Álava, después de haber sitiado Vitoria durante nueve meses. Y por último Guipúzcoa mediante negociación, aunque después de haber entrado el ejército castellano en su territorio.
El trabajo de los monarcas del siglo XIII, tras la conquista parcial de Navarra, se basará en la reconstrucción y reorganización interior del reino y en hacer frente a las continuas apetencias de reparto entre sus vecinos. Pese a todo participará en empresas como la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que destacó el monarca navarro Sancho VII el Fuerte y donde según la leyenda consiguió las cadenas y la esmeralda que conformaron desde entonces el símbolo de la dinastía de Navarra, en sustitución de su emblema personal llamado 'Arrano beltza (aguila negra).
La muerte sin descendencia de Sancho VII el Fuerte, a pesar de haber dejado un pacto de prohijamiento con Jaime de Aragón, supone la entronización en Navarra durante casi dos siglos de dinastías francesas (la de Champaña, la Capeta y la de Evreux), que también dispondrán de territorios en Francia y descuidarán en diverso grado el gobierno del pequeño reino.
Tras la instauración de la Casa de Trastámara en Aragón a mediados del siglo XV, la crisis sociopolítica del reino fue paulatinamente polarizando a las fuerzas vivas de Navarra en torno a dos bandos: los beamonteses y los agramonteses. Es éste un conflicto complejo con posiciones y actitudes cambiantes que aparentemente es un conflicto entre facciones nobiliarias, pero que parece también evidenciar algún tipo de enfrentamiento socioeconómico montaña-ribera, según unos autores. De todas formas ambas facciones tenían una distribución por toda Navarra. Este enfrentamiento llevaría a una cruenta guerra civil en 1441, cuando Juan II de Aragón (rey consorte de Navarra) se quedó para sí el trono, en vez cederlo a su hijo Carlos, Príncipe de Viana, al que le correspondía. Carlos había sido designado heredero del reino por el testamento de su madre la reina Blanca, aun prescribiendo dicho documento que no tomara posesión del reino sin el beneplácito de su padre Juan II. En 1452 el príncipe fue apresado en la batalla de Aibar.
La guerra civil persistió tras la muerte de Carlos, Príncipe de Viana en 1461 y a la de Juan II en 1479. Los beamonteses tenían el apoyo de los castellanos, mientras que los agramonteses tuvieron primero de los aragoneses (por ser Juan II rey de Aragón) y luego de los franceses.
Aquí lo tienen:
De Pamplona a Navarra
El reino de Pamplona
El Reino de Pamplona es la denominación empleada por algunos historiadores, de acuerdo a los Anales de los Reyes Francos para referirse a lo que fue durante la Alta Edad Media la entidad política surgida entorno a la civites de Pompaelo, la que había sido la principal ciudad en territorio de los vascones durante la época de la Antigua Roma en la región de los Pirineos occidentales, y al liderazgo de la figura de Íñigo Arista quien fundó la dinastía real y la entidad en el 824, con el apoyo de sus aliados de la familia de los Banu Qasi, señores de Tudela, y del obispado de Pamplona. No existe un consenso entre los especialistas para discernir el número preciso de monarcas y la duración de sus mandatos, como tampoco sobre la extensión de su territorio e influencia.
La dinastía de los Íñigez terminó con Fortún Garcés quien según la tradición, que lo conoce como Fortún el Monje, abdicó y se retiró al monasterio de Leire, siendo substituída por la de los Jiménez en el 905 que comenzó con Sancho Garcés I (905-925) cuyo reino es conocido como Reino de Pamplona o Navarra.
Pamplona fue durante mucho tiempo la ciudad más importante y rica en territorio cristiano, numerosos intentos por hacer de ella su capital, fueron hechos por pequeños grupos montañeses de cristianos y más tarde por los territorios cercanos. Además de contar con una población numerosa y estable por encontrarse en el valle rico y fertil del río Arga; Era un lugar de reunión e intercambio entre las rutas del mundo islamico al sur y la Europa cristiana al norte, por los pasos pirenaicos vascos y los puertos costeros del Mar Cantábrico y las rutas de este a oeste que seguían también los peregrinos cristianos del Camino de Santiago hacia el reino de León, que atravesaba los condados francos del Imperio Carolingio en las actuales Navarra, Aragón y Cataluña desde la costa mediterránea condal, y más allá, a través de los puertos mediterráneos. Su neutralidad y buenas relaciones con los belicosos vecinos, la fama de prosperidad y riqueza: comercio e intercambio de artesanías en cuero, instrumentos musicales, libros y armas, materias primas: marfíl, piedras preciosas, paños, aceite, seda, lana, oro, especias... llego hasta los vikingos.
La constante amenaza que sobre las tierras vasconas se ejercía desde ambas vertientes de los pirineos favoreció el surgimiento de dos facciones líderes entre la aristocracia vascona, los Íñigo apoyados en los musulmanes por parentesco con los Banu Qasi, y los Velasco apoyados por los francos carolingios. Cuando en el 799 es asesinado por partidarios carolingios el gobernador de Pamplona Mutarrif Ibn Musa, los Iñigo recurrieron a la familia Banu Qasi para retomar el control de la ciudad. Sin embargo, en el 812 el emir Al Hakam I y Ludovico Pío acordaron una tregua por la que los carolíngios tomaban el control de Pamplona, delegando el gobierno en Velasco al Gasalqí. Al término de la tregua, Al Hakam retomó las hostilidades con los francos y logró recuperar Pamplona en el 816 a cuyo control los francos renunciaron en adelante. Íñigo Arista, también llamado, Eneko Arizta, sería designado primer rey de Pamplona hasta el 851.
La primera dinastía navarra (los Arista) será reemplazada tras tres reinados y en un episodio todavía misterioso por la dinastía Jimena, que ampliaría el solar del reino con la incorporación de las tierras riojanas y la Zona Media navarra, bajo la cual Navarra alcanzará la mayor extensión territorial a costa del Islam y de los señoríos cristianos vecinos.
La costa mediterránea, cuajada desde antiguo de torres de vigía contra la piratería berberisca, al grito de "Moros en la Costa" ve en el 858 a los normandos que suben por el Ebro desde Tortosa, lo remontan hasta el reino de Navarra, dejando atrás las inexpugnables ciudades de Zaragoza y Tudela. Suben luego por su afluente, el río Aragón hasta encontrarse con el río Arga, el cual también remontan, llegan hasta Pamplona y la saquean, raptando al rey navarro. En el 859 los vikingos llegan a Pamplona y secuestran al nuevo rey García I Iñíguez. Sólo tras pagar un costoso rescate el rey vuelve a Pamplona, pero a partir de entonces la vieja alianza entre los Arista y los Banu Qasi se ha roto y García I será aliado del reino de Asturias.
Debido a los problemas internos de cordobeses y al cambio de actitud de los navarros, el único enemigo de Ordoño I va a ser el caudillo de los Banu Qasí, Musà ben Musà. En continua rebelión contra Córdoba, trata de asegurar el valle del Ebro a su paso por la Rioja. Musa, en el 855 va a realizar una dura razzia contra Álava y al-Qilá y tras ella se preocupa de restaurar y fortalecer la guarnición militar de Albelda. Viendo la amenaza que esta fortaleza supone sobre los dominios orientales del reino asturiano, Ordoño I y los navarros lanzan una ofensiva contra Albelda. Tras una dura lucha, Ordoño toma la fortaleza y la arrasa. Esta batalla dará lugar en el siglo XII a la legendaria batalla de Clavijo que por muchos es considerada sólo una leyenda forjada por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.
Musà II seguirá peleando contra navarros y cordobeses hasta su muerte en el 862. Mientras tanto su hijo Lupp o Lope ben Musà, gobernador de Toledo, se declarará vasallo de Ordoño I. La navarra de origen vascón, Subh, Subh umm Walad, madre del tercer Califa de Córdoba, Hixem II, y una de las mujeres más influyentes de la época islamica, nació probablemente en la decada de 940 y murió hacia 999.
El navarroaragonés
El navarroaragonés, una lengua romance, anterior al castellano, hablada en el valle del Ebro durante la edad media, con reductos actuales en el Pirineo aragonés, conocidos como aragonés y préstamos en el castellano de La Rioja, Ribera de Navarra y Aragón, con diferentes gradaciones. Tiene su origen en el dialecto latino, durante el Reino de Pamplona, sobre un acusado sustrato vascón. La lengua recibe, en su período medieval, la denominación entre los lingüistas de "navarroaragonés", por la inicial dependencia aragonesa del Reino de Navarra.
La llamada "Reconquista", o expansión del Reino de Navarra sobre tierras musulmanas y cristianas, con la consiguiente repoblación con cristianos del Reino de Navarra, llevaría consigo el idioma por todo el territorio conquistado. La anexión por el Reino de Navarra de los condados aragoneses supuso una importante influencia de la lengua navarroaragonesa sobre los territorios posteriores de la Corona de Aragón y en el castellano.
La primera constancia escrita de la lengua está en las Glosas Emilianenses, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla.
La expansión de Sancho III el Mayor
El apogeo se producirá con Sancho III el Mayor. Ascendió al trono entre el año 1000 y el 1004, heredando el reino de Navarra y el condado de Aragón, bajo la tutoría de un consejo de regencia integrado por los obispos y su madre, e incorporando extensos territorios a sus dominios, como el condado de Castilla además del solar tradicional del reino (Pamplona y Nájera). La unión dinástica con Aragón se dio en dos periodos: del año 1000 al 1035 y del año 1076 al 1134.
Bajo su mandato el reino cristiano de Nájera-Pamplona alcanza su mayor extensión territorial, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde Astorga hasta Ribagorza en la reorganización del reino, se cree que creó el vizcondado de Labort, entre 1021 y 1023, con residencia del vizconde en Bayona y el de Baztán hacia 1025. A la muerte del duque Sancho Guillermo, duque de Gascuña, el día 4 de octubre de 1032, trató de extender su autoridad sobre la antigua Vasconia ultrapirenaica comprendida entre el Pirineo y el Garona, aunque no lo consiguó, al heredar el ducado Eudes.
Tenía su residencia en Nájera, extendiendo sus relaciones más allá de los Pirineos, con el ducado de Gascuña, y aceptando las nuevas corrientes políticas, religiosas e intelectuales.
Su reinado coincidió con la crisis del mundo califal, iniciado a la muerte de Almanzor y terminado con el principio de los Reino de Taifas. Pretendió la unificación de los estados cristianos, bien por vínculos de vasallaje o bajo su propio mando.
En 1016 fijó las fronteras entre Navarra y el Condado de Castilla, e inició un período de relaciones cordiales entre ambos Estados, facilitadas por su matrimonio con Munia, también conocida como Muniadona, hija del conde castellano Sancho García. De este matrimonio nacieron Fernando (Fernando I de Castilla), Gonzalo (Conde de Sobrarbe y Ribagorza) y las hijas Mayor y Jimena, reina de León al casarse con Bermudo III.
Aprovechó las dificultades internas de Sobrarbe-Ribagorza para hacer valer sus intereses como descendiente de Dadildis del Pallars y apoderarse del condado (1016-1019).
Fue encargado de la tutela del conde García de Castilla. Alfonso V de León aprovechó esta situación para apoderarse de las tierras altas situadas entre el río Cea y el Pisuerga. Sancho III se opuso a la expansión leonesa y pactó el matrimonio entre García de Castilla y Sancha de León. A la muerte de Sancho III el Mayor, le hereda su primogénito con obligación del resto de hermanos de rendirle vasallaje, pero éstos no respetan la voluntad testamentaria del monarca y finalmente se divide el reino entre sus hijos, naciendo así los reinos de Aragón, Castilla y Navarra.
Durante el reinado de García Sánchez III (1035 - Atapuerca, 15 de septiembre de 1054) apodado "el de Nájera", y su hijo Sancho Garcés, Navarra se separa de los reinos vecinos.
En 1076, tras el asesinato de Sancho IV, el de Peñalén (arrojado a un precipicio en Funes) Navarra y Aragón siguen nuevamente juntos bajo el reinado de Pedro I y luego el de su hermano, el rey emperador Alfonso, siendo en este período cuando se consuma la toma de Tudela y su distrito. Tras la muerte sin descendencia de Alfonso I el Batallador (1134), le sucede García Ramírez de Navarra. Ni aragoneses ni navarros respetaron el testamento de su rey emperador Alfonso, que dejaba los reinos a la orden del Temple y a otras órdenes militares y cada reino escoge un rey diferente.
El reino de Navarra
Al separarse de Aragón, Navarra se convierte en un reino sin posibilidad de expansión, al no tener frontera con los territorios musulmanes y encontrarse encajonado entre los ahora mucho más poderosos Castilla y Aragón.
El expansionismo castellano y aragonés hizo menguar el territorio navarro. La determinación de repartírselo, consta en varios tratados realizados por dichos reinos en el siglo XII. Los reyes de estos dos reinos firmaron en 1198 un tratado para repartirse el reino de Navarra, con el río Arga (que cruza Navarra de norte a sur) como frontera entre ambos reinos[9] . Así hacia 1200 y a pesar de un labor repobladora de la zona (fundación de Vitoria y San Sebastián), Castilla, apoyada en la baja nobleza, consigue el apoyo de facciones autóctonas en el Duranguesado, y luego en Álava, después de haber sitiado Vitoria durante nueve meses. Y por último Guipúzcoa mediante negociación, aunque después de haber entrado el ejército castellano en su territorio.
El trabajo de los monarcas del siglo XIII, tras la conquista parcial de Navarra, se basará en la reconstrucción y reorganización interior del reino y en hacer frente a las continuas apetencias de reparto entre sus vecinos. Pese a todo participará en empresas como la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que destacó el monarca navarro Sancho VII el Fuerte y donde según la leyenda consiguió las cadenas y la esmeralda que conformaron desde entonces el símbolo de la dinastía de Navarra, en sustitución de su emblema personal llamado 'Arrano beltza (aguila negra).
La muerte sin descendencia de Sancho VII el Fuerte, a pesar de haber dejado un pacto de prohijamiento con Jaime de Aragón, supone la entronización en Navarra durante casi dos siglos de dinastías francesas (la de Champaña, la Capeta y la de Evreux), que también dispondrán de territorios en Francia y descuidarán en diverso grado el gobierno del pequeño reino.
Tras la instauración de la Casa de Trastámara en Aragón a mediados del siglo XV, la crisis sociopolítica del reino fue paulatinamente polarizando a las fuerzas vivas de Navarra en torno a dos bandos: los beamonteses y los agramonteses. Es éste un conflicto complejo con posiciones y actitudes cambiantes que aparentemente es un conflicto entre facciones nobiliarias, pero que parece también evidenciar algún tipo de enfrentamiento socioeconómico montaña-ribera, según unos autores. De todas formas ambas facciones tenían una distribución por toda Navarra. Este enfrentamiento llevaría a una cruenta guerra civil en 1441, cuando Juan II de Aragón (rey consorte de Navarra) se quedó para sí el trono, en vez cederlo a su hijo Carlos, Príncipe de Viana, al que le correspondía. Carlos había sido designado heredero del reino por el testamento de su madre la reina Blanca, aun prescribiendo dicho documento que no tomara posesión del reino sin el beneplácito de su padre Juan II. En 1452 el príncipe fue apresado en la batalla de Aibar.
La guerra civil persistió tras la muerte de Carlos, Príncipe de Viana en 1461 y a la de Juan II en 1479. Los beamonteses tenían el apoyo de los castellanos, mientras que los agramonteses tuvieron primero de los aragoneses (por ser Juan II rey de Aragón) y luego de los franceses.
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