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viernes, 19 de enero de 2001

Nafarroa : Orígenes

En los dos escritos que he publicado acerca de la historia de Euskal Herria y el euskera se ha mencionado en varias ocasiones a Navarra (versión castellana del vocablo Nafarroa).

Nafarroa es la expresión política de lo que algún día se llamara Vasconia y hoy es conocido como Euskal Herria. Cuando los ultranacionalistas españoles y franceses dicen que el País Vasco nunca existió lo hacen sabiendo que mienten. Aprender y entender esta parte de la historia del pueblo vasco es vital para derrumbar otra gran mentira por parte de los que ciegamente se oponen a la autodeterminación de este pueblo; vascos y navarros son uno y lo mismo, ya sea que se consideren sinónimos o términos intercambiables la realidad es que Navarra ha sido, es y será el país de los vascos.

Durante muchos siglos Nafarroa fue un estado independiente, he aquí lo que se conoce de su historia antigua.

Nafarroa

El Reino de Navarra fue uno de los reinos medievales de Europa situado en ambas vertientes de los Pirineos occidentales pero con su mayor parte del territorio localizado en el norte de la península Ibérica. Tras su conquista militar, la Navarra continental o Baja Navarra, que inicialmente siguió siendo independiente, mantuvo su condición de Reino hasta la Revolución Francesa en 1789, mientras que la Navarra peninsular o Alta Navarra lo fue hasta 1841, cuando tras una cruenta guerra de colonización y exterminio Castilla consumó la conquista. El Reino de Navarra surgió de un pequeño territorio que tras un periodo de expansión, fue menguando paulatinamente en extensión y poder.

El espacio navarro se estructuró de manera dual tras la invasión musulmana de la península en el s.VIII. El norte permaneció poco tiempo bajo dominio musulmán y pronto se organizó en un núcleo cristiano de fugaz sometimiento al Imperio Carolingio y con centro en la ciudad de Pamplona, población fundada en época romana como Pompaelo por Pompeyo sobre un asentamiento vascón preexistente denominado Iruña. Su primer monarca conocido fue Eneko Aritza («Enneco Cognomento Aresta»)—, cabeza conocida de la primera dinastía navarra.

Parece ser que en el sur, un conde hispano-godo oriundo de la zona (Casius) se puso a disposición de los invasores musulmanes y se convirtió al Islam consiguiendo así continuar señoreando esa zona del valle del Ebro y prolongando este poder entre los de su estirpe (los Banu Qasi) que durante generaciones afirmarán su poder en el sur del actual territorio navarro, aliándose con los Arista en diversas ocasiones en contra del poder central del emirato cordobés, o del afán expansionista del Imperio Carolingio.

Navarra fue uno de los núcleos montañeses de resistencia cristiana impulsados por los francos carolingios que se formaron en los Pirineos, frente a la dominación islámica de la península Ibérica, al igual que en Aragón y Cataluña. Inicialmente fue conocido por los cronistas francos como Reino de los Pamploneses o Reino de Pamplona y poco tarde, como Reino de Pamplona-Nájera en referencia a la importancia en su organización de la ciudad riojana.

En su etapa de mayor expansión territorial, durante la Edad Media, el reino abarcó territorios atlánticos y se expandió más allá del río Ebro, hacia territorios situados en las comunidades de Aragón, Cantabria, Castilla y León, La Rioja, y las regiones administrativas francesas de Aquitania y Mediodía-Pirineos, en las antiguas provincias de Gascuña y Occitania. Las capitales vascas de Vitoria y San Sebastián fueron fundadas por el rey navarro Sancho VI el Sabio.

En su etapa final, el reino resultó dividido en:

~La Navarra peninsular o Alta Navarra que fue invadida en 1512 por Fernando el Católico con el apoyo de una de las dos facciones nobiliarias locales, que anexionada a la Corona de Castilla, evolucionaría conservando instituciones propias y la denominación de Reino hasta 1841, dentro del Reino de España.

~La Navarra continental o Baja Navarra coexistió con la corona francesa a la que se unió dinásticamente a finales del siglo XVI y cuyos reyes eran conocidos como de de France et de Navarre pero que terminó disolviéndose en la República Francesa tras la Revolución.

El título del príncipe heredero es Príncipe de Viana, que hoy en día ostenta Felipe de Borbón, hijo y heredero del rey Juan Carlos Borbón quien ocupa el puesto gracias a que fue designado por Francisco Franco para preservar el régimen de ultraderecha al que el anacrónico monarca ha sido fiel hasta el día de hoy.

Los territorios de los vascones

A principios de la era cristiana, los territorios de los vascones estaban poblados fundamentalmente por tres pueblos diferentes: Los várdulos, los caristios y los autrigones. Algunos autores, como el lingüista Koldo Mitxelena, consideran que dichos pueblos hablaban una lengua antepasada del vasco actual.

Por el contrario, otros historiadores y filólogos como Claudio Sánchez Albornoz o Jürgen Untermann, consideran que la depresión vasca (los antiguos saltus y ager vasconum) fue colonizada tardíamente en los siglos V y VI por gentes procedentes de Aquitania. En este sentido, se ha resaltado el hecho de que tanto el ager como el saltus vasconum estaban profundamente romanizados, y se ha preservado hasta nuestros días toponimia indoeuropea no vasca (Deva, Durango), en las actuales provincias vascas. La ya citada expansión del euskara en la Edad Media, así como la inexistencia de epigrafía protovasca fuera del territorio aquitano, parecerían ser argumentos de peso en tal sentido (como dato curioso, las únicas cecas encontradas en Navarra, las de Barscunes, están acuñadas en lengua ibérica).

En cualquier caso, lo cierto es que la lengua vasca nunca sobrepasó el límite del río Nervión en la época de la Monarquía Asturiana. En ese momento, los vascones de los territorios más occidentales, cayeron en la órbita asturiana durante los reinados de los reyes Alfonso I y Fruela. El segundo casó con una alavesa, Munia, que le daría un hijo, el futuro rey Alfonso II. Durante el reinado de Mauregato, el joven príncipe Alfonso hubo de refugiarse con sus parientes maternos en la zona de Álava hasta que al fin, tras la muerte de Bermudo I, pudo acceder definitivamente al trono asturiano.

La constitución del Condado de Álava se remonta a la rebelión del conde Eglyón contra el rey Alfonso III. Tras sofocar la rebelión, el monarca nombró a un noble leal a su causa, Vela Jiménez, como conde de Álava. Tuvo este magnate una importancia fundamental en la repoblación y la fortificación de Castilla, especialmente en la Batalla de Cellorigo en el 882, defendiendo su castillo contra las tropas de Al-Mundir de Córdoba. El Condado de Álava se extendía por todos los territorios de la provincia homónima con excepción de la Tierra de Ayala, que no se integró en el territorio hasta el siglo XV, y muy posiblemente del valle de Aramayona. Por otro lado, incluía los territorios fronterizos de las actuales provincias de Burgos y la Rioja. Este condado subsistió como entidad independiente hasta la muerte de Álvaro Herrameliz, tras la cual, Álava pasó a formar parte de los dominios de Fernán González.

El cronista vizcaíno Lope García de Salazar sitúa en sus obras "Crónicas de Vizcaya" (del año 1454) y "Bienandanzas e fortunas" (1471) el nacimiento del señorío de Vizcaya en esta época. Se menciona en ellas la existencia de un héroe fundador, Jaun Zuría, de tez blanca y cabellos rubios que creó el señorío tras su victoria sobre las tropas asturianas en la legendaria batalla de Arrigorriaga (año 840). Sin embargo, la falta de documentación al respecto hace que todas estas cuestiones queden en un terreno especulativo: Lo único que constatan las crónicas contemporáneas es que Alfonso III hizo frente exitosamente a una rebelión de los vascones.

Reinado de visigodos y francos: domuit vascones

Para el periodo de la historia de los vascones contemporánea a la formación y consolidación del reino visigodo en Hispania hay escasas fuentes directas disponibles sobre los acontecimientos y la organización interna de los vascones, y con frecuencia resultan contradictorias.

Muchos de los reyes hispanogodos tuvieron enfrentamientos con los vascones y en algunas crónicas se pueden leer expresiones similares a domuit vascones (dominó a los vascones), aunque realmente en ninguna aparece esa expresión. Algunos historiadores suponen que los vascones nunca fueron sometidos por los visigodos en su pretensión de lograr la unidad territorial de todas la antiguas provincias hispanorromanas. Las reflexiones de otros especialistas recuerdan la actitud amistosa de los vascones en el periodo romano y la ausencia de conflictos relevantes durante el bajo imperio, resaltando la dificultad de explicar aquellos enfrentamientos sin apoyarse en el contexto de la afirmación del poder autónomo en Aquitania y las rivalidades entre francos y visigodos.

Aquitania

En el año 632 el rey merovingio Dagoberto I encabezó una expedición a Zaragoza en apoyo de Sisenando que se había sublevado frente a la autoridad de Suintila. Pocos años después, Dagoberto reunió un ejército de burgundios con los que ocupó sin éxito toda la "patria de Vasconia" en el 635. Sin embargo, en el 636 Dagoberto obtuvo tras una nueva campaña militar, el juramento de lealtad de los vascones al servicio de Aighina, duque sajón de Burdeos. Tras la muerte de Dagoberto, el poder merovingio se fue debilitando para dar paso a un periodo de consolidación de un poder autónomo aquitano-vascón dentro del reino franco pero del que se desconocen fuentes de referencia hasta que es citada la concesión a Félix, patricio de Toulouse, del control de todas las ciudades hasta los Pirineos y de los vascones hacia el 672. Para algunos autores, la política de enfrentamiento con el poder franco por parte de Félix, habría sido continuada por su sucesor Lupo, proceso que culminaría en tiempos de Eudes que lograría el reconocimiento de regnum para la parte meridional de la antigua Galia.

Durante los siglos VI y VII, hay teorías que dicen que los vascones del norte cruzaron los Pirineos, ocupando Aquitania, en la actual Francia, donde su lengua influyó en el idioma romance que daría lugar al gascón, a la que dieron el nombre de Gascuña.

Otros defienden (tesis de la vasconización tardía) que fueron los aquitanos quienes, forzados por los visigodos, ocuparon lo que actualmente se conoce como País Vasco, desplazando a los habitantes originarios (hispanorromanos de origen indoeuropeo) y aportando su lengua y costumbres.

Invasión musulmana: Orreaga (Roncesvalles) y la formación del reino de Pamplona

Durante el invierno del 713 los ejércitos musulmanes alcanzaron el valle medio del Ebro que se encontraba gobernado por el conde hispanovisigodo Casio quien eligió someterse al califa de Omeya y convertirse al Islam dando origen a la estirpe de los Banu Qasi a cambio de mantener su poder en la región. Pamplona sin embargo fue finalmente ocupada tras oponer resistencia en el 718 y obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes que establecieron un protectorado. La derrota musulmana en la batalla de Poitiers en 732 frente a los francos de Carlos Martel debilitaron la posición musulmana pero el valí Uqba recondujo la situación instalando una guarnición militar en la ciudad entre el el 734 y el 741.

La Marca Hispánica de Carlomagno

La Marca Hispánica fue la frontera político-militar del Imperio Carolingio al sur de los Pirineos. Tras la conquista musulmana de la Península Ibérica, este territorio fue dominado mediante guarniciones militares establecidas en lugares como Barcelona, o Gerona. A fines del siglo VIII, los Carolingios intervinieron en el noreste peninsular con el apoyo de la población autóctona de las montañas. La dominación franca se hizo efectiva tras la conquista de Gerona (785) y Barcelona (801). El territorio ganado a los musulmanes se configuró como la Marca Hispánica, integrada por condados dependientes de los monarcas Carolingios. La marca hispánica iba de Pamplona hasta Barcelona. De todos ellos, el que alcanzó mayor protagonismo fue el condado de Barcelona.

Durante el siglo IX, se designaban globalmente, Marca Hispánica a los condados catalanes. Al haberse convertido en reinos los condados occidentales, aliados y en buenas relaciones con los estados vecinos musulmanes, los Banu Qasi del rico Valle del Ebro, debido al matrimonio de Musa ibn Fortún con Onneca. Casada anteriormente con el vascón Íñigo Jiménez y madre de Íñigo Íñiguez, que más tarde sería el primer rey de Pamplona. Este matrimonio tuvo lugar hacia el año 784.

Carlomagno aprovechando la rebelión del gobernador de Zaragoza para intervenir en la Península, atravesó con un ejército franco el territorio vascón y destruyó las defensas de Pamplona en su avance hacia Zaragoza, donde a su llegada el cambio de las alianzas de los sublevados le obligo a retirarse. El interés de Carlomagno en los asuntos hispánicos le movió a apoyar una rebelión en el Vilayato de la Marca Superior de al-Ándalus de Sulaymán al-Arabi, que pretendía alzarse a emir de Córdoba con el apoyo de los francos, a cambio de entregar al emperador franco la plaza de Saraqusta. Carlomagno llegó en el año 778 a las puertas de la ciudad. Sin embargo, una vez allí, el valí de Zaragoza, Husayn se negó a franquearle la entrada al ejército carolingio. Debido a la complejidad que supondría un largo asedio a una plaza tan fortificada, con un ejército tan alejado de su centro logístico, desistió. El 15 de agosto de 778, camino de vuelta a su reino por el paso de Orreaga (Roncesvalles), entre el collado de Ibañeta y la hondonada de Luzaide (Valcarlos), Carlomagno con el más poderoso ejército del siglo VIII. Tras reducir a ruinas la capital de los vascones, Pamplona, aliados de los Banu Qasi. Sufrió una contundente emboscada por partidas de nativos vascones, que provocaron un descalabro general a la retaguardia de su ejercito, mandada por su sobrino Roldán, a base de lanzarles rocas y dardos. La Chanson de Roland, inmortalizó el evento. La independencia de los condados occidentales respecto del rey Carlomagno se decidió en el fracaso de la toma de Saraqusta.


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