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sábado, 18 de enero de 2003

Andueza | Solidaridad

Desde Euskal Herria llegan estas palabras que contienen un desaliento producido por lo sucedido hasta ahora, así como un llamado a una solidaridad que no cuestione. 
 
Aquí está:
 
Solidaridad

Txotxe Andueza | Periodista del diario vasco Gara

He sentido un cierto punto de vergüenza al ver el revuelo que se ha montado en torno al intercambio epistolar iniciado por el subcomandante Marcos. He sentido un poco de vergüenza y un mucho de tristeza porque una, seguramente impulsada por la necesidad de buscar alivio a la dura situación que provoca el conflicto Euskal Herria, tiene una cierta tendencia a mirar las revoluciones que se emprenden en otros lugares del planeta con cierto romanticismo y, he de reconocer, con una solidaridad privada de crítica. Quiero ver que es posible, en algún lugar del mundo, ver triunfar las reivindicaciones populares, la justicia frente a cualquier forma de opresión. Por eso, cada vez que un hecho ha roto esa tendencia he notado el mismo nivel de tristeza.

Ayer conocimos el último capítulo de este simulacro de debate epistolar; la respuesta de Marcos (perdón por el atrevimiento, pero los rangos militares me suenan muy mal), que en mi modesta opinión debiera poner punto final -un punto final que ciertamente ha sido escatológico- a este espectáculo. No porque piense que los principales protagonistas del mismo hayan roto algún principio o incumplido alguna norma o no tengan derecho a hablar, opinar, criticarse o lo que quieran mutuamente, sino porque, como parte afectada por el contenido como ciudadana vasca que soy, siento que es un duelo de fuegos artificiales que olvida que aunque este pueblo sepa y guste de divertirse, no vive precisamente una juerga.

Desconozco si Marcos tenía intención de ofender, si ETA ejercía de vanguardia en su respuesta y si quienes aparecieron públicamente reclamando que se aprovechara esta oportunidad actuaban de buena fe. Pero lo que sí sé es que mucho de lo que ayer leí resulta doloroso. Y nada más lejos del espíritu de solidaridad y respeto entre los pueblos y las personas que sufren opresión y represión, que el afán de dañarse mutuamente.

Este pueblo tiene demasiados portavoces hablando en su nombre. Son demasiados, porque precisamente la mayoría de ellos habla para negarle la palabra y a posibilidad de decidir. Seguramente sería perfecta la idea de llegar a un lugar de encuentro y debate sincero que muchos quisimos ver en las intenciones de Marcos. Tal vez se haya intentado más de una vez y se siga intentando. Tal vez algún día se consiga y el propio Marcos pueda felicitarnos por ello.


 


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