Mientras todo el mundo está distraido por el muro de Trump y se desentiende del muro de Netanyahu, hay quienes tienen el valor de dispersar la neblina para mostrar en toda su iniquidad al muro más mortifero del planeta.
Les compartimos este reportaje publicado en El Huffington Post:
El periodista ha presentado su libro 'Me llamo Adou' junto al padre del niño de la maletaCarlota E. RamírezAdou Nery Outtara tenía ocho años cuando, en 2015, unos traficantes de personas lo metieron en una maleta para reunirle con su familia en España. Venía de Costa de Marfil y su padre, Ali Outtara, pagó 5.000 euros por ese viaje. Le aseguraron que su hijo pasaría la frontera legalmente y seguro. La desesperación le llevó a acudir a la mafia: Adou se había quedado sólo en su país y la Delegación del Gobierno en Canarias había denegado en varias ocasiones su reagrupación porque la familia no alcanzaba el nivel de ingresos exigido. Tenían casa, permiso de residencia y empleo, pero les faltaban 56 euros en la nómina para volver a abrazar a su hijo.La foto de aquél niño acurrucado en una maleta en la cinta de rayos X dio la vuelta al mundo entero. "Es la imagen de la violencia legislativa hacia familias que quieren reagruparse", denuncia el periodista Nicolás Castellano en la presentación de su libro 'Me llamo Adou' (Ed. Planeta) este miércoles en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En él, denuncia "los bordes del sistema que no permiten a las familias reunirse" y la arbitrariedad de la legislación española.Un profesor de filosofía que huía de la guerraLo hace a través de la historia de Ali Outtara, un profesor de Filosofía que huyó de la guerra de Costa de Marfil y, tras un largo viaje, llegó a España. Años más tarde, pudo traer a su mujer y a otra hija. Su hijo, Adou, se quedó solo en su país de origen con su abuela, pero esta murió al poco tiempo y la burocracia española no permitía a su padre traerlo. Fue entonces cuando contactó con las personas que los engañaron y metieron a su hijo de ocho años en una valija para cruzar la frontera.Ali, que pensaba que su hijo entraría de manera legal y podría alcanzar lo que para ellos es el sueño europeo, fue detenido por tráfico de personas al acudir a la frontera para reunirse con él. Los agentes del puesto de control notaron algo raro en una joven que llevaba una maleta pesada. Cuando le dijeron que lo pasase por los rayos X no podían creer lo que veían: un niño agazapado que podría haber muerto asfixiado allí dentro. "Me llamo Adou", dijo el pequeño cuando abrieron la maleta.Mientras hacían las pruebas de ADN para ver si eran padre e hijo, Ali fue a la cárcel y Adou a un centro de menores. El padre recuerda que lo peor de esos días fue la incertidumbre: "Estaba pensando dónde estaba mi hijo, cómo iba a pagar mi mujer las facturas, qué iba a hacer mi familia...". Hoy está pendiente de juicio y la familia sigue rota. Adou vive en París con su madre a la espera de saber si Ali, que no puede salir de España, ingresa en prisión.A pesar de todo, el profesor agradece "haber llegado juntos a Europa", aunque su hijo opina que los gobernantes europeos son "idiotas" porque no saben que "hay que dejar venir a los niños que huyen de la guerra". El conflicto, la arbitrariedad de la burocracia y la legislación española y las mafias han separado a esta familia que no deja de luchar por unirse de nuevo: "Seguimos soñando con que mañana será mejor". Ali no quiere ir a la cárcel, sino una casa, un empleo y una vida junto a su familia lejos del peligro de la guerra.Espera que en el juicio se trate el caso como un "asunto humanitario", no como tráfico de seres humanos, ya que las pruebas de ADN dieron positivo y está confirmado que Adou es su hijo. De hecho, como se cuenta en el libro, "el mismo reglamento que desarrolla la Ley de Extranjería española pide que se aminore la exigencia de medios económicos en los casos en los que el interés superior del menor lo requiera". Si se hubiesen hecho bien las cosas y se hubiese tenido este criterio en cuenta, el pequeño no habría acabado dentro de una maleta.Castellano insiste en seguir informando sobre estas historias: "Ha sido ahora, cuando afecta a Europa, cuando esto es noticia". Afirma que "no hay frontera más mortífera que la europea", ya que "el Mediterráneo es la mayor tumba que existe" y se pregunta por qué no hay una mayor reacción social. Afirma que España "es el adalid de la industria de los muros, con un sistema que vale una millonada y que no detiene las migraciones, sino que favorece a la aparición de más mafias". "Es hipócrita criticar al xenófobo de Trump cuando España lleva 22 años creando muros", asevera.Adou Nery Outtara hoy tiene nueve años, vive en París con su madre y quiere ser futbolista, "como Messi". Es un niño despierto e inteligente aunque, como a cualquier chaval de su edad, los estudios le cuestan un poco. Es su padre quien lo ayuda a hacer los deberes por teléfono. Gracias al discurso mediático y a la repercusión de su historia, el mismo gobierno que denegó su entrada en varias ocasiones, le dio el permiso de residencia en un tiempo récord. Pero, como señala el poeta Luis García Montero en el prólogo del libro, lo tremebundo de esta historia es que "es casi una historia feliz si se compara con el final trágico de otros muchos episodios".
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