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sábado, 1 de marzo de 2025

Entrevista a Itxaro Borda

Desde las páginas de El Diario traemos a ustedes esta interesante entrevista acerca de la literatura en general y de la literatura en euskera en particular.

Disfruten la lectura:


Itxaro Borda, escritora: “Si Euskal Herria consigue ser independiente espero que tenga las tres lenguas oficiales”

“Tenemos mucho que cambiar en la definición de ”euskaldun“. Para mí ser euskaldun es promover la diversidad en euskera, pero también en el resto de las lenguas de este territorio, sin excluir a nadie”, reconoce la escritora Itxaro Borda

Maialen Ferreira

Cuando le dieron la noticia de que era la ganadora del premio Gutun Zuria del Festival Internacional de las Letras de Bilbao, Itxaro Borda (Bayona, 1959) en un primer momento pensó en rechazar el galardón. Víctima del síndrome de la impostora o, como ella misma sostiene, de esa extraña humildad que persigue a los escritores en euskera, no se creyó merecedora de un premio. Finalmente, y por fortuna, acabó aceptándolo. Tras cinco décadas escribiendo en euskera, Borda cuenta con una decena de novelas, obras poéticas, narraciones, traducciones y hasta canciones que escribe para autores vascos.

Porque para ella el euskera es una lengua viva, aunque muchos insistan en demostrar lo contrario. “Me preocupa la perspectiva miedosa y negativa que tenemos acerca del euskera. Siempre pensamos que el euskera se va a morir y que está agonizando, pero si leyésemos y hablásemos cada día en euskera tendríamos otra mentalidad. Y el leer y hablar cada día en euskera no quiere decir que no podamos hablar y leer en otros idiomas al mismo tiempo. Aún no hemos llegado a esa paz lingüística, pero estamos en ese camino”, reconoce en una entrevista con este periódico realizada en euskera.

¿Qué supone para usted recibir el premio Gutun Zuria?

Es un gran placer, un premio que no había pensado recibir. De hecho, he tenido dudas sobre si aceptarlo o no.

¿Y eso?

Porque los escritores, y sobre todo, los escritores euskaldunes no nos queremos mucho a nosotros mismos y siempre pensamos que no merecemos este tipo de premios. Que nuestro idioma no es merecedor. Al final he decidido recibirlo. Lo hago con todos los premios, siempre me vienen dudas y las voy superando.

¿De dónde vienen esas dudas?

Puede que sea por nuestra educación. Somos hijos e hijas de trabajadores, de agricultores y puede ser que nos infravaloremos por el menosprecio de clase que hemos heredado de nuestros padres. Entonces, cuando ocurre algo bueno, llega ese pensamiento de que no lo merecemos. Es algo momentáneo, pero nos pone en nuestro lugar. A veces pensamos que somos superhéroes por escribir en euskera, hay una tentación de pensar que estamos salvando el euskera.

¿Y no es verdad?

No lo es. Simplemente están viviendo en euskera, con todo lo que ello conlleva. No es algo mítico ni épico, es algo que natural que hacemos en el día a día. Esas dudas nos hacen conectar con nuestra humildad y aceptar lo que nos dan a través de ella.

¿Qué es lo que le inspira a la hora de escribir?

Muchas cosas, la situación sociopolítico ecológica, el género o la gente que conozco. Siempre que escribo aprendo cosas a través de las personas que conozco o lo que leo y todo ello me lleva a algo nuevo. Creo una red entre mis intereses y se convierten en novelas, poemas, columnas, canciones o narraciones.

¿Y qué es lo que le preocupa?

Me preocupa la perspectiva miedosa y negativa que tenemos acerca del euskera. Siempre pensamos que el euskera se va a morir y que está agonizando, pero si leyésemos y hablásemos cada día en euskera tendríamos otra mentalidad. Y el leer y hablar cada día en euskera no quiere decir que no podamos hablar y leer en otros idiomas al mismo tiempo. Aún no hemos llegado a esa paz lingüística, pero estamos en ese camino.

¿Cómo se logra esa paz lingüística?

Pasando a la acción, hablando y sintiéndonos libres entre idiomas. Otras de mis preocupaciones son la ecología, el feminismo, la violencia de género, la violencia contra los menores, la comunidad LGTBIQ+... Todos ellos son un único tema, que es la diversidad. El tema principal que me preocupa es el de respetar la diversidad. Para garantizar la diversidad se necesita mucha fuerza tanto colectiva como individual. También se necesita dinero para financiar políticas de género o ecológicas. Hay una cuestión que vemos cada vez más y es la obligación de no parar de consumir, de estar enganchados a las redes sociales o de ver películas a través de plataformas cada uno desde su casa. Ese es el objetivo, la deshumanización. Sin embargo, existe una parte de la sociedad que no vemos que tiene como objetivo conseguir y mantener esa diversidad.

¿Y por qué no la vemos?

No la vemos porque está fuera de las redes sociales y fuera de las televisiones, pero a nuestro alrededor todos vemos las consecuencias de esas acciones por la diversidad que se hacen en la oscuridad. Se trata de las acciones como los intentos para conocerse y encontrarse físicamente, mirarse a los ojos, la organización para ayudar a aquellos que se quedan fuera de la protección social y de la privatización, como los migrantes o las personas sin hogar, las acciones que se realizan en ecología o por la defensa de las lenguas.

¿Cuál es la situación del euskera en Francia?

Estamos en medio de un cambio generacional. Los euskaldunes más mayores están muriendo y poco a poco se está creando una nueva generación de euskaldunes a través de las ikastolas o de Alfabetatze Euskalduntze Koordinakundea (AEK). Por el momento no superan en número a quienes están desapareciendo, pero está en el camino.

Usted creó en 1994 el personaje de Amaia Ezpeldoi, una detective rural, bisexual y con problemas de comunicación, que aparece por primera vez en la novela 'Bakean ützi arte', posteriormente en 'Bizi nizano munduan' y 'Amorezko pena baño', ambas de 1996, formando una primera trilogía. Y, por último, en 'Jalgi hadi plazara' en 2004. ¿Cómo fue un personaje así en aquella época? ¿Cómo lo entendió la sociedad de aquella época?

En aquella época esos temas no se daban tan a la luz como ahora, por lo que en ese personaje la diversidad sexual no se vio hasta la última novela 'Jalgi hadi plazara' en 2004. En esa novela se siente obligada a decir que también le gustan las mujeres. Soy de las pocas autoras de aquella época que crearon un personaje como ella, fue una manera de decir que yo también vengo de ahí y que ese también es una de mis características. Sin decirlo, pero escribiéndolo. Me alegro de que las generaciones de lectores de ahora enseguida vean quién es Amaia Ezpeldoi. A veces dicen que hay escritores que no escriben para su generación, sino para las venideras.

¿Siente que como escritora fue más adelantada a su época y que escribe para generaciones más jóvenes?

No, no lo creo. Siempre he tenido la sensación de que estoy un poco loca porque escribo sobre temáticas que nadie escribe o escribía. Me atrevo de forma inconsciente. La literatura para mí no es algo siempre racional, es algo intuitivo.

Otra de sus novelas, por la que ganó el Premio Euskadi de Literatura es '100% Basque'. ¿Qué es para usted ser 100% vasco o vasca?

Es una novela irónica sobre la identidad de las personas de Euskal Herria. Muestro el reverso de la sociedad vasca, la cara B. Muestro qué hay dentro de esa figura idílica y épica del luchador y salvador del euskera.

¿Y qué hay?

Me da pena, pero esa novela es una parodia sobre la política, sobre el euskaldun creyente y abertzale. Deconstruyo ese personaje y de ahí que diga que lo hago desde una valentía inconsciente. Me he dado cuenta de eso cuando la he traducido al francés.

¿Cree que hay un estereotipo del vasco en la literatura y en las películas?

Sí, está claro, pero si no lo hubiera no habría interés de hablar o escribir sobre ellos. Si no fueran diferentes y los vascos fueran iguales al resto de las personas del mundo no interesarían tanto, aunque sí que son iguales que el resto, lo único que nos diferencia es el idioma. Hay una tentación de pensar que la cultura vasca es para siempre y se considera imposible de cambiar. Yo me siento muy euskaldun, con los lados buenos y malos, pero debemos dejar a la literatura la libertad de exprimir nuestro mundo tal y como es. Ese es nuestro recurso más valioso. El lector tiene que entender que hay más formas de escribir.

¿Qué le diría a una persona que dice que los de Iparralde (País Vasco francés) no son euskaldunes?

Que puede que tenga razón, porque no son euskaldunes de la misma manera que se comprende en el resto de Euskal Herria. Nuestra cultura es el euskera, pero también es el francés y no huimos de ello y, en mi caso, tampoco quiero huir de ahí. Como escritora, muchos escritores y escritoras franceses me han influenciado mucho y no quiero negar eso. Si alguna vez Euskal Herria consigue ser un pueblo independiente espero que tenga tres lenguas oficiales: castellano, francés y euskera. O cuatro con el inglés, o más con el árabe. El futuro de Euskal Herria no es el que conocemos hoy.

¿Y cómo va a ser?

Habrá personas negras hablando euskera. Las personas que lleguen a través de procesos migratorios se convertirán en euskaldunes.

Cuando se habla de la independencia de Euskal Herria se hace principalmente para lograr una sociedad euskaldun.

Pero se puede ser euskaldun y también hablar otros idiomas. Ese es el futuro en Euskal Herria o en Cataluña. Tenemos mucho que cambiar en la definición de “euskaldun”. Para mí ser euskaldun es ser promover la diversidad en euskera, pero también en el resto de las lenguas de este territorio, sin excluir a nadie.





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