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sábado, 8 de marzo de 2025

Egaña | Euskara y Multilingüismo

Para hablarnos del euskera y su complicada relación con los supremacismos lingüísticos de los vecinos con egos hiperdesarrollados, desde su muro en Facebook traemos a ustedes este texto de nuestro amigos Iñaki Egaña:


Euskara y multilingüismo

Iñaki Egaña

Hace un par de semanas se ha celebrado en París un encuentro auspiciado por Unesco sobre las lenguas maternas y la educación. En el planeta, dicen, hay más de 7000 lenguas y, hoy en día, el 40% de la población mundial carece de acceso a la educación en una lengua que habla y comprende con fluidez. Aunque la mayoría de ellas se reducen a poco en miles, porque el resto apenas son habladas por centenares de personas. Son 250 millones de niños y niñas que están desplazados de su ecosistema lingüístico. Nuestra memoria no tan lejana retiene aquella discriminación e imposición. Ese 40% se eleva hasta un 90% en zonas también pauperizadas, donde incluso el acceso a la educación está mediatizado. El informe final del congreso de Unesco lleva por título “Las lenguas importan: Orientaciones mundiales para la educación plurilingüe” y, paradójicamente cuando Unesco reivindica el hecho pluri y multilingüe del planeta, su edición ha sido únicamente en inglés.

Según Unesco, Papúa-Nueva Guinea es el territorio con más lenguas, 841; seguido de Indonesia, 721; Nigeria, 538; India, 459; EEUU, 364; Australia 320; China 308 y México 304. Esas 7.000 avaladas por Unesco se repiten en el informe de Ethnoblog que las matiza en 7.111. De estas últimas, únicamente 600 son habladas por más de cien mil personas. Lo más sorprendente de estos datos no está en la diferencia, sino en el hecho de que en el último censo de Ethnoblog, aparecían 14 lenguas vivas nuevas que habían sido descubiertas con recientemente, supongo que de signos, ya que a nivel planetario son unas 300. Esta última asociación ofrece datos de interés, aunque por estados.

En el Estado español, el Ethnoblog notifica la existencia de 17 lenguas, entre ellas el euskera (464.000 hablantes hace diez años según la Comisión Europea) y el erromintxela, también citado como vasco-caló o romaní-vasco, al que se le adjudicaban en 2009 cerca de 500 hablantes, con el subrayado de que es una lengua “moribunda”. Una institución tan interesante como el OLAC (Open Language Archives Comunity), que recoge fuentes grabadas de todas las lenguas del mundo, guarda archivos sonoros también del erromintxela.

Como curiosidad se puede añadir que en el Estado español en la actualidad hay casi el doble de personas que hablan árabe, de procedencia marroquí, que euskera. Sin ser las cifras tan contundentes, la proporción es similar con el rumano. Por el contrario, y según Ethnoblog, un total de 4.400.000 ciudadanos del Estado español tienen el primer apellido de origen vasco.

En Francia, el otro país vecino y siempre según la misma asociación, 1.350.000 habitantes hablan árabe con procedencia argelina, 1.140.000 árabe de procedencia marroquí, 537.000 taqbayliy (bereber del norte de Argelia), 447.000 árabe de procedencia tunecina, 444.000 turco, incluso 150.000 tamazight y otros tantos creole antillano. El censo para el euskera en el Estado francés es de 72.000 hablantes (datos de 2013). En total, Ethnoblog recoge 23 lenguas propias del Estado francés, entre ellas también el euskera y el erromintxela.

Volviendo al congreso de París, las estadísticas son preocupantes: en 2016, 617 millones de los niños no habían adquirido habilidades básicas en lectura, escritura y aritmética, y dos tercios de ellos estaban en la escuela pero no aprendían. Antes de la pandemia de COVID-19, el 57% de los niños de 10 años en países de ingresos bajos y medios no podían leer textos simples; este número había aumentado al 70% cuando se reanudaron las escuelas (Banco Mundial, 2022).

En estimación, el citado trabajo de Unesco afirma que entre la mitad y un tercio de la población mundial utiliza más de un idioma en su comunicación diaria. No sólo por el entorno, como el nuestro en el que el euskara, castellano y francés son de uso común (las estatales con un sustrato de imposición histórica), sino también por otras razones ligadas con los tiempos en los que vivimos: la tecnología y las migraciones. En evidente que la tecnología nos ha llevado a que las generaciones surgidas en la modernidad tengan al inglés por referencia, pero también hoy es el día en que el árabe, lenguas amaziges, urdú, mandarín o wolof, entre tantas, se escuchan en nuestras calles. Somos un país notoriamente multilingüe, lo que es un tesoro, con una lengua original, el euskara, en situación precaria. Frente a dos colosos imperiales, el castellano, hablado en el planeta por 560 millones de personas y el francés por 310 millones.

Esta situación, local y planetaria, nos ofrece un mapa que a veces choca con la visión unitaria de los estados en los que estamos ubicados. Unesco afirma que el multilingüismo es la tendencia, superando con creces al monolingüismo. Y sin embargo, los ataques contra el euskara continúan de manera sostenida, desde algunas formaciones políticas que se mantienen en códigos medievales y tienen a Nebrija de guía, hasta jueces oriundos de Carpetovetonia y autóctonos con el síndrome del Tío Tom. En estos últimos meses, lo ejemplos ha sido numerosos. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y su parejo de Nafarroa Garaia consideran “desproporcionada” la exigencia de cierto nivel de euskara para los puestos públicos. La vulneración de los derechos lingüísticos parece no pertenecer al conjunto de violaciones de los particulares y colectivos. Siempre hay una coletilla para justificar la “politización” de una lengua, en este caso el euskara, y argumentar en contra de su uso. Quien politiza es, precisamente, quien la niega.

Unesco concluye con un dato de interés, que quizás ahonda en nuestra singularidad euskaldun: “Las personas multilingües tienden a demostrar niveles más altos de empatía, mejores habilidades de comunicación, resolución de problemas, mayor capacidad para aprender nuevos idiomas y mejor recuperación después de un daño cerebral, en comparación con sus homólogos monolingües”. Frente a los carpetovetónicos españoles y franceses, va a resultar que Unesco tiene razón.

 

 

 

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