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domingo, 23 de febrero de 2025

Egaña | Birobidzhán

Gracias a nuestro amigo Iñaki Egaña nos venimos a enterar que antes de que se creara el ente artificial y genocida conocido como Israel, ya existía un ente político-administrativo judío. Develado ese misterio, procede a hacer lo propio con uno que pudo ser y que no fue, pero que involucraba a vascos... y a México.

Acompáñenos en este, para nosotros, descubrimiento:


Birobidzhán

Iñaki Egaña

Hay un estado donde el yiddish es idioma oficial y en sus calles y comercios, numerosas inscripciones se encuentran en caracteres hebraicos. No se trata de un barrio judío, como existen en varias partes del planeta, como sucedía en Euskal Herria antes de la expulsión de sus comunidades por los llamados Reyes Católicos. Tampoco tiene que ver con el estado moderno de Israel, o con esas tierras que sus colonos van arrebatando a Palestina. Se trata de Birobidzhán, la capital del Óblast Autónomo Judío de Rusia, la única colectividad rusa definida como autónoma, una de las 89 entidades, incluidas sus repúblicas, que conforman hoy en día la Federación de Rusia. Hace frontera con China y quienes hayan viajado en el Transiberiano, reconocerán a Birobidzhán por ser la penúltima estación antes de alcanzar Vladivostok. Es el único ejemplo contemporáneo de un territorio administrativamente judío, a excepción de Israel.
La región autónoma fue diseñada en 1928 por la URSS para acoger a la diáspora judía dispersada por el planeta, la Palestina de Siberia. En 1945, Albert Einstein creó el Fondo Einstein para el desarrollo económico de la primera región judía creada en el mundo (Israel surgió en 1948), con el fin de asentar a 30.000 huérfanos judíos víctimas de los nazis. Cada familia judía alemana, lituana, polaca y rumana recibió 350 dólares negociados entre el gobierno soviético y el PCE de EEUU. Pero con el nacimiento de Israel el proyecto decayó, la diáspora marchó masivamente a Palestina y hoy ese territorio que apenas es en extensión un poco mayor que Bélgica, acoge a cerca de 80.000 personas. Aun así, Birobidzhán, tiene universidad, con el nombre de un escritor hebreo, y varias escuelas estatales que enseñan yiddish, bailes y tradiciones judías.

La idea del asentamiento en las estepas siberianas, con temperaturas extremas en invierno, puede parecer en la actualidad una digresión anómala. Pero no fue la primera de su estilo, ni visto el desarrollo de los acontecimientos universales, tampoco será la última. En la cercanía, sin llegar a materializarse, los vascos exiliados durante la guerra española y la mundial, conocieron el proyecto de un inquieto Lezo Urreztieta. Un personaje difícilmente alcanzable en una sociedad que se acerca a lo políticamente correcto y que Josu Martínez retrató en “Jainkoak ez dit barkatzaen”. Militó en Jagi, esa formación que tenía cierto ADN jeltzale pero era profundamente independentista. Y como paradigma de su personalidad contrabandista, fue quien solucionó la primera papeleta al PNV cuando en 1936 diseñó el Ejercito vasco y se encontró que sus soldados estaban malamente armados. Urreztieta consiguió una importante partida de armas para aquel Ejército de voluntarios en un país, hoy Chequia, que entonces aún recogía los escombros de la desintegración del imperio austrohúngaro. Treinta años más tarde, Urreztieta volvió a recorrer el mismo camino para conseguir armas para ese grupo de jóvenes que soñaba con la liberación de Euskal Herria y que uno se sus fundadores, Txillardegi, había dado un nombre que entonaba eufónicamente, ETA.
Lezo Urreztieta, que vivía exiliado, fue deportado a México por la Gendarmería que detectó, in extremis, un plan del nuevo Avinareta para matar al dictador Franco. Al otro lado del Atlántico, Urreztieta descubrió una isla en el Pacífico, llamada Guadalupe, que forma parte del territorio de México a pesar de que se encuentra a más de 200 kilómetros de su costa. E ideó la idea de que era el lugar perfecto para acoger a esas decenas de miles de exiliados vascos que aún deambulaban por el mundo, en Chile, México, Argentina, Venezuela, Francia… Reunió dinero para comprarla, describió un mapa de la misma, que estaba deshabitada y le puso nombre a la primera ciudad que iba a edificar: Gernika. Removió Roma con Santiago, intento convencer a los lideres del exilio e incluso se llegó a reunir con el entonces presidente mexicano, Lázaro Cárdenas. Pero el proyecto decayó. La utopía de una arcadia euskaldún e independiente no estaba madura ni siquiera para la literatura.

El hecho en positivo de Guadalupe, contrasta con otros desplazamientos masivos a los que, a pesar del rechazo vasco, sus habitantes se vieron obligados a afrontar. Quizás aquella deportación masiva de ciudadanos de Ipar Euskal Herria hacia Las Landas, tras la Revolución Francesa, sea el ejemplo más conocido. Miles y miles de hombres, mujeres y niños de las comunas vascas, recorrieron una larga marcha en la que más de la mitad fallecieron. Fue un castigo por que quisieron mantener sus tradiciones y su lengua, en una época convulsa en la que los revolucionarios pusieron las bases para el reconocimiento de los derechos de los ciudadanos. Pero como ha ocurrido tantas veces en la historia, la categoría de ciudadano fue definida en función de intereses, más aun cuando los disidentes no aceptan la centralidad parisina. Ya tras la conquista de Nafarroa el cardenal Cisneros fue nombrado gobernador del Reino y aplicó una política de tierra quemada. Cisneros albergó un proyecto similar al practicado con los moriscos, es decir, su expulsión en masa. Esta deportación masiva a Andalucía no pudo llevarse a cabo, según José Moret, cronista oficial del Reino, por falta de medios económicos.
En la actualidad, los proyectos de deportación planetaria parecen renovados. Suecia negocia con la Unión Europea el envío de presos a cárceles continentales. La italiana Meloni envía migrantes a Albania, mientras que Inglaterra aún espera abrir de par en par las puertas para lanzarlos a Ruanda y Washington hacia Cuba (Guantánamo). Así que en esta oferta de Trump de enviar los palestinos supervivientes del nuevo holocausto a Egipto, quizás se podría encontrar una nueva solución. Que esos ávidos colonos expoliadores israelíes tomen el camino de Birobidzhán. Se encontrarán como en casa y podrán trabajar tierras vírgenes. Porque las de Palestina ya estaban ocupadas.

 

 

 

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