Hemos perdido a una gran rebelde, a una gran artista, a una gran voz... la irlandesa Sinéad O'Connor.
Aquí una reseña de su vida publicada en Naiz:
Rebelde con demasiadas causas
Su problemática infancia y adolescencia la hicieron contestataria. Probó en el negocio musical con su voz de ángel y una canción de Prince la encumbró al éxito. Se rapó contra el intento de manipularla para el mercado pop y ha ejercido de rebelde oficial del rock mundial. Lo cuenta en sus memorias.
Iñaki ZaratiegiTras medio siglo de vida, cuatro décadas de oficio musical y una agitada trayectoria vital, la universal cantante Sinéad Marie Bernadette O’Connor (Dublín, 1966), ha publicado ‘Remembranzas’ (Libros del Kultrum). Unas detalladas memorias, escritas a borbotones con su «humor socarrón», que incluyen un análisis de cada una de su docena de discos.
Su éxito mundial tuvo origen en 1984 cuando el cantante norteamericano Prince Rogers Nelson grabó con The Family la balada ‘Nothing Compares 2U’, que pasó sin mayor gloria en el álbum titulado con el nombre del grupo. En 1989 Prince se separó de su manager (y proxeneta, según Sinéad) Steve Fargnoli, quien se trasladó a Londres, donde conoció a la prometedora irlandesa.
Con el apoyo de la plural colección de LPs de su madre, los hermanos O’Connor habían salido habilidosos en lo musical y ella estaba «perdida en la música» desde niña. «Siempre pensé que hubiera sido genial grabar un disco entre los cuatro y titularlo ‘Fuck the Corrs’».
Confesa fan de Barbra Streisand, David Bowie, Bob Dylan o John Lennon, había pasado por los grupos In Tua Nua y Ton Ton Macoute y debutado en disco en 1987 con ‘The Lion and the Cobra’, que la introdujo en el negocio musical. Preparaba su reválida ‘I Do Not Want What I Haven’t Got’ y el nuevo representante pensó que la emotiva canción de Prince convenía a su formato vocal.
«Diminuto Hitler musical»
La veinteañera de intensos ojos azules, cabeza rapada y voz de ángel se partía en dos cantando a su amor perdido. Su versión encandiló a medio orbe. Había en el texto un ‘mama’, que quiere decir ‘chica’ en el argot cancionero, y Sinéad explicó que ella se refería a su ‘mamá’, que había muerto atropellada en 1985 y con quien vivió una relación imposible. Las lágrimas del videoclip eran auténticas.
‘La mejor canción de Prince sin Prince’ fue número uno en casi cuarenta países y acumularía más de diez millones de ventas. Con el tirón del single, el LP ha vendido también más de siete millones de copias.
Según relata Sinéad, el músico americano fallecido en 2016 la convocó a su «siniestra» mansión de Hollywood y llegó casi al maltrato. Huyó literalmente de la encerrona y decidió «no volver a ver a ese diablo… El tipo de artista aclamado como loco en el buen sentido de ‘tienes que estar loco para ser músico’. Era un diminuto Hitler musical».
Punk de la canción protesta
Ultrasensible o airada intérprete a la vez, polémica, iconoclasta en su estética, «la joven punk que interpretaba canciones de protesta» y se había auto producido sus primeros discos, fue dejando un rastro creativo de álbumes, incluidas sus incursiones en la filosofía rastafari (‘Faith and Courage’), un LP reggae grabado en Jamaica (‘Throw Down Your Arms’), su escapada celta ‘Sean-Nós nua’ o las reflexiones del doble acústico-directo ‘Theology’ (su preferido). Su emotiva voz protagonizó momentos cumbres como el masivo encuentro de Amnistía Internacional en Chile en 1990.
Siempre fue política y en su segundo disco incluyó la canción ‘Black Boys on Mopeds’ con una foto de los padres de Colin Roach, joven negro asesinado por la Policía londinense. Sus opiniones y denuncias tenían un fondo feminista, empezando por la lucha contra las normas de su oficio: «El negocio de la prostitución no difiere en nada de la industria musical. Son más de lo mismo».
Teorizó contra la histórica ‘hambruna’ entre su gente porque el colonialismo británico les habría permitido comer patatas para conseguir músculo laboral y poco cerebro. Apoyó al partido Sinn Féin y la idea de una República unificada y defendió en alguna ocasión a la organización armada IRA, aunque después se retractó.
Su postura en el conflicto del norte de Irlanda se reflejó por ejemplo en la canción ‘This is a Rebel Song’, aunque como sucedió con ‘Sunday Bloody Sunday’, de sus convecinos U2, ambos intentaron restar importancia al mensaje político definiéndolas como ‘canciones de amor’. Sinéad apenas se refiere en sus memorias a opiniones directamente políticas.
Sin pelo en la cabeza ni en la lengua
Su eco mediático resonó alto cuando desgarró una foto del papa Juan Pablo, rescatada del dormitorio de su madre, en el show televisivo americano ‘Saturday Night Live’. Había cantado primero la combativa ‘War’ de Bob Marley cambiando la letra de ‘racismo’ por ‘abuso de menores’. Sinéad confesó siempre el duro maltrato infantil que habían sufrido ella y su hermano pequeño por parte de su madre y puso ejemplos paralelos como el de Michael Jackson y su padre. Y exigía responsabilidad a la Iglesia por su grave protagonismo en el asunto: «Esa foto representaba falsedades, mentiras y abusos de todo tipo».
La campaña censora en su contra fue feroz y dos semanas después la abuchearon en un concierto de homenaje a Dylan en Nueva York. Ella respondió recitando ‘War’ y fue rescatada en lágrimas por el veterano Kris Kristofferson. Su ídolo Dylan no la defendió, aunque lo incluye entre las dedicatorias de sus memorias. Frank Sinatra la llamó ‘niña estúpida’, Madonna se mofó en el mismo programa televisivo y hubo protestas y destrucción pública de sus discos.
Aquel hecho pesó fuertemente en su vida, pero la creadora dublinesa dice: «Mucha gente considera que romper la foto del Papa descarriló mi carrera. Lo que la descarriló fue tener un disco número uno, romper la foto me devolvió al camino correcto: volver a ganarme la vida actuando en directo. Nací para eso, no para estrella pop. Para eso hay que ser buena chica, no demasiado problemática… No pido ser número uno. No necesito caerle bien a nadie… Solo quiero pagar mis gastos anuales, desahogarme y no dar mi brazo a torcer ni prostituirme espiritualmente. Mi carrera no descarriló. Y creo que no me ha ido mal como madre soltera criando a mis hijos».
El papa Francisco levantó en 2019 el secreto pontificio sobre el horror de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia Católica. Parece claro que Sinéad fue una pionera y precursora de las denuncias sobre ese maltrato infantil.
Sobre el negocio pop
La autobiografía ‘Rememberings. Scenes of a Complicated Life’ rescata recuerdos difuminados de una existencia marcada por el desequilibrio psicológico. «No alcanzo a recordar más que lo que buenamente pude entregar a mi editor, excepción hecha de algunas cosas de índole privada o que prefiero sepultar en el olvido. La totalidad de cuanto no me ha sido dado recordar daría para atiborrar diez mil bibliotecas, así que mejor que no lo recuerde», dice en su libro. Se supone que la marihuana fue causante mayor de sus olvidos: «Sí, la hierba es mi debilidad».
Marie Bernardette se enfrentó a la manipulación del negocio musical desde su primer disco. Un ejecutivo le aconsejó vestirse más sexy y dejarse crecer más el pelo. Ella reaccionó buscando la peluquería más próxima para afeitarse la cabeza. «Parecía un extraterrestre. Un personaje de ‘Star Trek’».
Más escandaloso fue que se embarazara en plena elaboración de su presentación como cantante. El mismo ejecutivo la envió a un médico quien le aconsejó: «Tu compañía se ha gastado cien mil libras en la grabación. Tienes que interrumpir el embarazo». La joven madre recuerda que «no he llorado tanto en años. Podían meterse las cien mil libras por donde les quepan». El pequeño Jake se adelantó por días al debut discográfico de su progenitora.
Ya en la cresta de la ola, boicoteó su segundo premio Grammy y otras nominaciones «para llamar la atención sobre los abusos a menores. Y que soy una punk, en el sentido de que soy una gamberra, no una estrella del pop. Y que los premios hacen que algunas personas se sientan superiores a otras. Y que la música no debería ser una competición».
En sus memorias recuerda que «debía ser una buena chica... los medios me hacían pasar por loca porque no actuaba como se suponía que debía obrar una estrella del pop, que es casi como estar en una especie de prisión».
Mala chica
La imposible relación de pareja entre sus progenitores, sus ausencias y la violencia que la madre ejerció sobre Sinéad y su hermano pequeño le desgarraron la niñez. Expulsada de varios colegios, a los catorce fue internada en un «centro de rehabilitación para chicas con problemas de conducta». «Pasé más tiempo en los baños fumando y charlando con chicas tan punkis como yo que en las aulas».
Estuvo internada en un colegio religioso del que huyó, pero sor Margaret le compró una guitarra con la que aprendió su primera interpretación: ‘To Ramona’, de Dylan. Quiso hacer ballet y tuvo varios empleos menores en los que la solían despedir por robar (su madre y ella eran cleptómanas convulsivas hasta con el cepillo de la iglesia). Se casó y fue madre con 20 años: «Tengo cuatro hijos de cuatro padres distintos, con uno de los cuales me casé. También me casé con otros tres hombres, pero ninguno de ellos es el padre de ninguno de mis hijos».
Fe y coraje
Decía que de no ser cantante le hubiera gustado ser sacerdotisa y a finales de los 90 la ordenó como tal el obispo de un grupo cismático de la Iglesia Católica. Se hizo llamar Madre Bernadette Mary y actuó durante un tiempo vestida de cura con un crucifijo al cuello. En 2000 presentó el disco ‘Faith and Courage’, un encendido canto a sus amados valores rastafarianos: ‘Gloria al padre, al hijo y al espíritu santo, como fue en el principio, lo es ahora y lo será siempre. Un mundo infinito. Jah! Rastafari! Dread I’.
En 2003 dijo que dejaba el oficio musical para formarse como catequista. En 2017 se hizo llamar Magda Davitt y un año después anunció su «reversión» al islam («revertir y no convertir, porque abrazar el islam es como volver al hogar») bajo el nombre de Shuhada Sadaqat y desde entonces se cubre con el hiyab.
Su plural mundo de creencias espirituales o religiosas se asoma a la parte visible de su cuerpo con un vistoso tatuaje del Corazón de Jesús en el pecho, una deidad hindú en un brazo o citas sobre ‘el león de Judah’ y ‘Lumen Christi’ en las manos. Porta un anillo con la estrella judía de David y en su cuello sobresale la cita de George Harrison, ‘All Things Must Pass’.
Inestabilidad mental
Además de ser tabaquista y porrera, Sinéad dice tener agorafobia y anorexia. En 2003 le fue diagnosticado trastorno bipolar. El 29 de noviembre de 2015 fue salvada de un intento de suicidio tras publicar un mensaje de despedida en su página de Facebook en el que anunciaba haber tomado una «sobredosis». Confiesa haber pasado por serios problemas de salud mental durante el período posterior al incidente con la foto del Papa. «Viví a caballo entre varios centros siquiátricos, tratando de comprender qué era lo que me impedía sentirme presente en mi propia vida».
Tras años entrando y saliendo de centros de salud mental, ahora tiene algo de claridad sobre cómo funciona su mente: sufre de un trastorno de estrés postraumático complejo y un trastorno límite de la personalidad. Y explica su dificultad para recordar lo que sucedió después de la acción televisiva sobre el Papa como producto de un trauma.
«Preparé la primera parte de mis memorias, pero en agosto de 2015 me practicaron una histerectomía radical [extirpación de todo el aparato reproductor] que desembocó en una crisis nerviosa total… Fueron años muy solitarios… Nadie nos había explicado que perder los ovarios me ocasionaría una menopausia quirúrgica, la menopausia multiplicada por diez mil, y que, como consecuencia, podía volverme muy inestable».
Al final de sus memorias escribe una carta a su padre exculpándole junto a su madre. Le explica que por parte materna «nació con una serie de anomalías cerebrales derivadas del ADN de los O’Grady, que se manifiestan en forma de enfermedad mental». Y añade que «a la edad de once años también sufrí una gravísima lesión en la cabeza, cuando un niño de un tren en marcha abrió una puerta hacia fuera y me golpeó… Se ha demostrado científicamente que ese tipo de lesiones en la cabeza pueden causar enfermedades mentales o empeorar cualquier enfermedad mental con la que se haya podido nacer… Aunque hubiera tenido por padres a San José y a la Virgen María y se hubiera criado en la Casa de la Pradera, tu hija seguiría estando más loca que una cabra y desquiciada como una regadera».
Las veteranas no mueren solas
Sinéad se ha mudado a una casa en un apacible pueblo del condado de Wicklow donde confesó a ‘The New York Times’: «soy afortunada porque disfruto de mi propia compañía», tras «no haber tenido mucho éxito en ser novia o esposa. Soy un poco difícil, seamos sinceros». Y añade irónica: «compré a propósito sillas incómodas porque no me gusta que la gente se quede mucho tiempo. Me gusta estar sola». Dice pasar sus días «viendo programas de asesinatos, comprando en red baratijas de jardines de hadas y escuchando las noticias en la CNN». O tejiendo relaciones con las señoras de la vecindad.
En su libro habla de estrecheces económicas y la prensa local ha informado de que está en venta su amplia mansión en el área victoriana de Bray, al sur costero de Dublín, por casi un millón de euros. Ella afirmó en su día que había ganado unos diez millones de euros en su trayectoria artística y que donó la mitad «a un sacerdote por una promesa que hizo de joven». También que cuando rompió con la Industria regaló su casa de Los Ángeles a la Cruz Roja.
Rebasada la cincuentena, sus planes profesionales parecen igual de inciertos que siempre porque se contradicen con sus declaraciones. El productor irlandés David Holmes lleva tiempo proyectando con ella el disco ‘No Veteran Dies Alone’. El título es el nombre de un programa de acompañamiento final a ex militares americanos/as sin familia con los que Sinéad trabajó de voluntaria en un hospital de Chicago. Hace tiempo que desea formarse como auxiliar de enfermería: «Sacarme el diploma que me permita acompañar a los moribundos y hacer de ello mi cometido entre giras y grabaciones. Sueño con ello desde hace años».
Holmes dijo al periódico neoyorquino que «el sonido etéreo de O’Connor ha adquirido un trasfondo atractivo y crudo. Cuando canta en la canción principal ‘hay dos yo, la que ves/ y la yo real, que se supone que no debo ser’, su atracción es innegable». Y subrayó que la cantante «es una persona increíblemente compleja y no debería ser juzgada… No se esfuerza mucho para no dañar a los demás. Es simplemente Sinéad y muestra siempre sus sentimientos».
El futuro no está escrito
Pero a la vez que su vuelta a la actualidad pública con la autobiografía, varios conciertos oficialmente anunciados en su web para este año y el próximo y el nuevo disco, el pasado junio Sinéad volvió una vez más a despistar anunciando que desaparecía definitivamente del mapa público.
«Tras dudarlo y por consejo de mi equipo médico, he decidido enfocarme en mi nueva carrera como escritora. Cerraré mi página de Twitter para disfrutar de ser una ciudadana más y de mi nueva vida como escritora. No estéis tristes, es hora de que tenga algo de tiempo para mí y hacer realidad otros sueños. Anuncio mi retiro de las giras y del negocio discográfico. He envejecido y estoy cansada. Es hora de colgar mis borlas de los pezones, habiéndolo dado todo de verdad».
Y concretaba: «El disco será en 2022 mi último lanzamiento, sin giras ni promoción. El libro me hizo darme cuenta de que soy mi propio jefe. No quería esperar el permiso de los hombres para saber cuándo podría anunciarlo. Además, había tomado algunos whiskies. Ha sido un viaje de cuarenta años. Todos los programas para 2020, reprogramados para 2021 y luego para 2022 serán retirados. Porque esta mujer soldado ha envejecido más rápido que el covid». Pero días después se echó atrás: «Buenas noticias. Que se joda la retirada. Me retracto».
El futuro de cualquiera está siempre por escribir y el de Bernadette O’Connor más. Pero con una esperanza: «Espero que sea verdad eso de que Dios ama a los cantantes. Y apuesto a que Mahoma debe de haber tenido una hermosa voz. Espero que siga cantando en el paraíso nocturno. Tal vez si me callo lo pueda escuchar».
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