En 1978, un grupo de investigadores canadienses hizo un descubrimiento magnífico cuando encontraron en las aguas del Atlántico canadiense, en Red Bay, provincia de Terranova y Labrador, los restos excepcionalmente bien conservados de un galeón vasco, el San Juan, que naufragó hace casi 450 años atrás.
Uno de los responsables del proyecto es Xabi Agote, un carpintero naval de 60 años obsesionado por la historia del San Juan, un barco construido en el siglo XVI que llevaba una tripulación de 60 hombres y una carga de miles de litros de aceite de ballena a bordo cuando se hundió en 1565 a 4.000 kilómetros del País Vasco.
Los vestigios de la embarcación hallada por los investigadores canadienses han servido para elaborar los planos del grandioso proyecto que lidera Xabi Agote; reconstruir el San Juan: un sueño que le acompaña a Xabi Agote desde los 21 años.
Medio siglo después del inicio de las excavaciones submarinas llevadas a cabo por el Departamento de Parques de Canadá, el antiguo maderamen del San Juan y la tecnología marítima vasca que permitió su construcción, un conocimiento que se creía perdido, resurgen de las aguas de la historia.
En el astillero museo Albaola Itsas Kultur Faktoria, ubicado en Pasaia, nombre en lengua euskera de una localidad llamada Paisajes en la provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco, se encuentra construida al 90% una réplica exacta del barco de madera de 120 toneladas, cuyo mástil tendrá 35 metros de altura. Después de 10 años de trabajo, Xabi Agote promete que el barco ballenero será botado pronto y que el San Juan cruzará una vez más el Atlántico Norte.
Red Bay, "templo de la cultura marítima vasca"Olvidada tras el hundimiento del galeón en 1565, la historia del ballenero San Juan volvió a la vida a principios de los años 1970.
Indagando en los archivos de Valladolid, en el noroeste de España, la historiadora canadiense Selma Huxley encontró un documento amarillento de hace 400 años. En ese texto, que era una denuncia escrita por el propietario del barco San Juan, se enteró del hundimiento del galeón, que naufragó llevando a bordo unos 250.000 litros de aceite de ballena, líquido preciado en la época.
Justo antes de partir de regreso desde las aguas marítimas hoy canadienses hacia Pasaia, su puerto base, la tripulación fue sorprendida por una tormenta. El ballenero estaba anclado en Red Bay, llamado en la época Bahía de las Ballenas, pero se levantó el ancla. El barco quedó a la deriva y finalmente encalló muy cerca de una isla a la entrada del puerto, llamada actualmente Saddle Island.
"Al año siguiente, el primer ballenero que llegó a Red Bay se apropió del cargamento del San Juan. Cuando llegó el armador, el barco ya había sido saqueado", explicó Xabi Agote, quien destacó que en esa época el aceite de ballena era un producto muy valioso que se utilizaba en toda Europa como combustible para lámparas y cera para fabricar cirios. "El dueño presentó una denuncia ante el juez y es así como conocemos la historia""."
La información hallada por Selma Huxley permitió a un equipo de arqueólogos del Departamento de Parques de Canadá, dirigido por el investigador Robert Grenier, encontrar los restos del naufragio y emprender ocho años de excavaciones submarinas en Red Bay, un proyecto sin precedentes en ese momento.
La temperatura de las aguas en Red Bay es muy fría y el hecho de que el barco San Juan se hundió en una zona relativamente protegida de las olas, son dos de los factores que explican por qué el galeón se ha conservado tan bien.
Durante la excavación, los arqueólogos pudieron incluso distinguir los martillazos de los artesanos que habían construido el ballenero cuatro siglos antes.
La historia del descubrimiento dio la vuelta al mundo en 1985, cuando la portada de la revista National Geographic mostraba a Robert Grenier, bajo el agua en su traje de buceo, sosteniendo en sus manos un fragmento del ballenero San Juan.
Xabi Agote, que entonces estudiaba carpintería marina en Maine, leyó con mucho entusiasmo el artículo, imaginando desde ese momento el plan de reconstrucción del San Juan, que todavía sigue llevando a cabo 40 años después.
"Fue en ese momento que tuve uno de esos grandes regalos del destino", dice el carpintero naval que, incluso antes de oír hablar del San Juan , ya quería dedicar su vida a los barcos patrimoniales de su país. "Estos barcos que nadie quería", explica entre risas.
En 1997, Xabi Agote fundó la Albaola Itsas Kultur Faktoria (Albaola Factoría Marítima), construyendo primero pequeñas embarcaciones de madera, algo que continúa haciendo. Poco a poco fue adquiriendo la experiencia necesaria como para lanzarse a la reconstrucción del San Juan.
En 2008, el Departamento de Parques de Canadá publicó el informe final de la excavación de los restos del San Juan llevada a cabo en Red Bay. Fueron cinco volúmenes que detallan tres décadas de investigación, sin las cuales la reconstrucción del San Juan, iniciada en 2014, habría sido imposible.
"Hay que entender que el País Vasco ha perdido su memoria marítima" , explicó Xabi Agote.
La fidelidad a los métodos de la épocaAl transmitir el expediente científico del equipo del investigador Robert Grenier al Albaola, el Departamento de Parques de Canadá solicitó que el barco fuera reconstruido tal como se lo hacía en aquel momento.
Como resultado, los trabajadores vascos utilizaron en la medida de lo posible las herramientas y la tecnología de hace 400 años. Aunque el equipo, que actualmente incluye una treintena de profesionales y voluntarios, ya ha utilizado una grúa, casi todo se hace a mano.
Los trabajadores también tienen que animarse a experimentar de vez en cuando. A veces, a pesar del trabajo de los arqueólogos canadienses, la experiencia que el equipo busca sencillamente no existe. "No hay nadie vivo que me diga cómo construir el galeón", destacó Xabi Agote, en medio del ruido del martillo de un carpintero que trabajaba en la proa del barco.
"Hacemos lo que llamamos arqueología experimental", añade el presidente de Albaola, con los pies rodeados de aserrín. "Es una manera de aprender de nuevo los conocimientos perdidos, de revivir este conocimiento a través de la experimentación".
A pesar de los muchos desafíos que superar, el casco y las cubiertas del galeón están casi construidos, sus tablas sujetas con clavos de hierro e impermeabilizadas con una capa marrón de alquitrán pegajoso. Los mástiles se instalarán en los próximos meses.
El progreso es lento porque el equipo no puede dedicarse a tiempo completo a la construcción del galeón. De hecho, para ayudar a financiar el San Juan, los trabajadores construyeron otros barcos pequeños en paralelo. Además, un balcón rodea la obra para permitir a los turistas observar la construcción del ballenero, lo que es otra forma de pagar los costos del esfuerzo, a los que se suman las subvenciones públicas y fondos de la UNESCO. En total, el proyecto tiene un presupuesto de aproximadamente un millón de dólares al año.
"Hacemos mucho con pocos medios", explicó Xabi Agote, añadiendo que el Museo Albaola recibió la donación de varios materiales, entre ellos 300 robles, lo que también ayuda a reducir los costos.
El sueño de cruzar el Atlántico una vez más
El calendario de reconstrucción y la eventual travesía del Atlántico Norte ya fue pospuesto varias veces, en particular a causa de la pandemia. Xabi Agote aseguró que por fin puede ver una luz al final del túnel, aunque reconoció que aún queda mucho trabajo por hacer.
El equipo deberá confeccionar todo el velamen, conseguir kilómetros de sogas, además de las anclas, la mayor de las cuales tendrá unos cinco metros de largo. El barco también deberá estar equipado con cientos de barriles, como los que eran utilizados para transportar el aceite de ballena, además de cinco balleneros, que eran las pequeñas embarcaciones utilizadas para cazar ballenas de Groenlandia y ballenas francas, las especies cazadas por los vascos porque flotaban una vez cazadas.
Vamos a recrear un universo del siglo XVI , afirmó Xabi Agote, destacando que la vestimenta del equipo será diseñada en colaboración con el Museo del Traje de Madrid. Incluso la comida y la sidra que consumirán los marineros serán las mismas que las que existían en aquellos años.
El equipo del Museo Albaola espera botar el barco el próximo año, luego entrenar a la tripulación, realizar pruebas en el mar y realizar otros preparativos necesarios antes de cruzar el Atlántico Norte, un viaje que podría realizarse en 2026.
"Me pregunto si tendremos que posponerlo hasta 2027 porque me doy cuenta de que la tarea es muy importante", dijo Xabi Agote. Sin embargo, afirma que el pasado mes de junio se formó un comité formado por representantes españoles y canadienses que actualmente está estudiando cómo financiar la travesía y organizar la recepción del ballenero y su tripulación cuando lleguen a Red Bay.
Xabi Agote es categórico: el viaje que ha soñado durante 40 años se hará realidad.
"El desafío es enorme" , admitió, con los ojos mirando a las lejanas costas de Terranova y Labrador, al otro lado del océano. "Pero para mí, es el mayor homenaje que puedo rendir a nuestros antepasados y a todos los canadienses, porque es gracias a Canadá que hacemos logrando hacer esto".
Fuentes: RC / P. Butler
Adaptación: RCI / R. Valencia