Un blog desde la diáspora y para la diáspora

sábado, 5 de abril de 2025

Egaña | Tiempos Excepciomales

Con el virtuosismo al que nos tiene acostumbrados, Iñaki Egaña nos esboza la situación actual en la que se encuentra metida la humanidad en general, colocando la infaltable pieza vasca en ese auténtico rompecabezas.

Adelante con la lectura:


Tiempos Excepcionales

Iñaki Egaña

Somos espectadores de una época brutal, en la que todos los códigos que han abrazado a la humanidad desde tiempos remotos y cercanos se están derrumbado a gran velocidad. Asistimos a los mismos, en la mayoría de los casos, con pasividad, sin ser conscientes de que el mundo que crearon nuestros antepasados se encuentra en proceso de demolición y que ese nuevo escenario planetario que se abre, lleno de incógnitas decíamos hace bien poco, va enseñando sus pautas turbulentas, permitiendo, en medio de la incertidumbre, describir qué tipo de sociedad, política, cultural, relacional, económica y humana está llegando. Esta pasividad se ve hinchada por una sensación generalizada de que esa transformación radical es externa a nuestra condición, que nuestras bases son sólidas y que el revolcón únicamente afectará a los escenarios más vulnerables, descartando que nadie está a salvo del cambio y que éste afectara a espacios ajenos al marco vasco. Pero la vulnerabilidad, con distintos niveles, nos atrapa al conjunto de la humanidad. Como espectadores, también somos actores porque ya somos distintos a cómo lo éramos hace décadas y porque somos participes de políticas globalizadoras impuestas por las instituciones o estados a los que pertenecemos: Occidente, Unión Europea, España, Francia, CAV, CFN o EHE (Euskal Hirigune Elkartea). Con el añadido de que la masa crítica de Euskal Herria es irrelevante en el tablero mundial.
Esa inconsciencia nos hace infravalorar la excepcionalidad de los sucesos que han sobrevenido recientemente y están ocurriendo en tiempo real. Punto de partida y a modo de ejemplo, el fin definitivo de los equilibrios tras la Segunda Guerra mundial que moldearon un mundo bipolar hasta la caída del Muro de Berlín. Junto a esa constancia, la desaparición del socialismo real (URSS), la transformación del socialismo popular en socialismo de mercado (China), la permuta del capitalismo industrial en financiero y más adelante en tecno feudalismo, el desmantelamiento del estado de bienestar, la muerte lenta del neoliberalismo… Francis Fukuyama vaticinó el fin de la historia y justamente sucede lo contrario. La crisis subprime de 2008 y la de la Covid en 2020 avanzaron los cambios políticos. La tecnología (internet, redes, genética, robótica, Inteligencia Artificial) nos transformaron a los humanos, particularmente en las relaciones y naturaleza propia.

En este magma, se han producido recientemente otros acontecimientos de gran magnitud. El golpe de Estado en la mayor economía mundial (asalto al Capitolio) y en la segunda economía americana (Bolsonaro). En Rumanía la Unión Europea anula unas elecciones porque el candidato triunfador no entraba en sus planes. En Palestina, los sionistas israelíes desarrollan una guerra étnica y de exterminio, tomando a los civiles como principal objetivo. EEUU bombardea a los hutíes en Yemen y alienta la guerra en Siria, Irak y Líbano. Erdogan encarcela a su principal opositor antes de las elecciones. En la República del Congo, el exterminio se traslada a la mayoría de la población para extraer el coltán de nuestras baterías… The New York Times revelaba recientemente que en el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, las decisiones técnicas y estratégicas de la guerra se tomaban desde un centro de la OTAN en Wiesbaden (Alemania), dirigido por militares norteamericanos. ¿Se imaginan que la Rusia de Putin lo hubiera atacado con misiles? Hemos estado más cerca de la Tercera guerra mundial que en la llamada crisis de los misiles de octubre de 1962, donde las casualidades impidieron una guerra nuclear. Y, sin embargo, aquella de hace más de medio siglo ha inundado bibliotecas y hemerotecas y a la actual apenas le hemos dado relevancia. La resignación ha llegado a niveles preocupantes. El “no va conmigo” es general, al menos en Occidente.
El ascenso autoritario y su extensión económica ha generado la máxima de que no importa reducir emisiones de combustibles fósiles, de dióxido de carbono, sino seguir la razón del capitalismo, ganar en la competencia a cualquier precio, incluida la salud y la viabilidad del planeta. Los niños muertos en los conflictos han pasado a ser números, los beneficios los mide un algoritmo. Las lógicas de las ideologías del siglo XX han saltado por los aires. El mundo tiene recursos infinitos, y quien contradice este argumento es el comunista que dibujó Hitler. Concluyó con Trump y su equipo, la globalización económica. Educación, salud, cooperación, libertad de expresión, derechos humanos, estados de derecho, van circulando hacia el estudio del pasado. Occidente también contra Occidente, sustituyendo al clásico Norte contra Sur. Capitalismo y colonialismo salvaje.
El calentamiento global, principal reto de la humanidad en el siglo XXI, ha sido descartado de las nuevas agendas totalitarias. A pesar de que los macrodatos asustan. El año pasado rompió techos desde que hay registros en temperaturas, tanto en tierra firme como en los océanos. El ascenso del nivel del mar asustó, los glaciares, Groenlandia y la Antártida se derriten. Los gases de efecto invernadero alcanzan cotas impensables hace años. Las enfermedades crónicas y muertes por contaminación se disparan. No sólo se baten récords, sino que registran proporciones insólitas.
¿Y Euskal Herria? Somos Occidente, queramos o no, y aunque con una disidencia destacable, parte de un formato político. Democracias liberales en periodo, al parecer, de extinción. Paradójicamente, quién lo diría hace unas décadas, en la defensa, al menos, de sus valores originales. Ventanas abiertas en periodo de incertidumbres. ¿Es así? Las políticas tradicionales no tienen sentido. Ante semejantes retos, alianzas, estrategias definidas y, por encima de todo, ese axioma que nos hizo ser como somos. Solidaridad con los marginados por el sistema y espíritu de transformación. ¿Lo lograremos? El camino emprendido pondrá a cada uno, a cada pueblo, en su lugar frente a la historia.

 

 

 

°