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sábado, 30 de marzo de 2024

Mexicano con Ocho Apellidos Vascos

Ya anteriormente les hemos comentado acerca de las raíces vascas del exjugador y hoy entrenador de futbol Javier Aguirre Onaindia. Así se han enterado que su padre era originario de Ispaster mientras que su madre lo era de la martirizada Gernika, sobreviviente al bombardeo fascista.

Pues bien, hoy, desde el portal Relevo traemos a ustedes este muy completo perfil biográfico acerca de Javier, uno de los rostros más conocidos de la diáspora vasca en Mexico.

Disfruten la lectura:


Los ocho apellidos vascos de Javier Aguirre: una leyenda de la pelota, un primo delegado del Athletic y una familia rojiblanca

Repasamos las raíces vascas del técnico del Mallorca, que se enfrentará en la final de Copa al conjunto bilbaíno.

Patxo de la Rica

Javier Aguirre nació en 1958 en Ciudad de México, pero entender su historia es imposible sin tener en cuenta un lugar: Bizkaia. Allí, en un pequeño pueblo en la cercanías de la costa cantábrica, Ispaster, nació Basilio Aguirre Alberdi, su padre, y solo unos kilómetros más al interior creció Mari Carmen Onaindia Landeta, su madre, menor de una familia de once hermanos que, como toda una generación, vivió el horror en primera persona en la Guerra Civil. Gernika, famoso en el mundo por el cuadro de Picasso y orgullo vasco por ser el corazón político del territorio, vio crecer a una niña que se enamoró del piano, huyó del bombardeo y emigró a México junto a un joven con el que formaría una familia al otro lado del Atlántico sin perder de vista nunca sus raíces.

¿Por qué le llaman el vasco al técnico del Mallorca? La respuesta lógica, al menos sentimentalmente, es porque lo es como cualquier otro. No importa que naciese en la capital mexicana si el primer idioma que escuchó en su casa fue el euskera, con ese acento inconfundible guerniqués que su madre mantuvo durante años. Sus padres emigraron en 1947, casi una década después de la guerra, como atestiguan documentos de su entrada a México vía Estados Unidos. El 8 de febrero de ese año llegaron a la frontera y accedieron al país por Nueva Laredo, antes de asentarse en la capital y residir en Tlalnepantla de Baz, junto a la capital. Basilio, hombre comprometido con la política vasca, mantuvo ese vínculo como tesorero del Centro Vasco de Ciudad de México en los años 1960-1961, mientras a miles de kilómetros los hermanos de Mari Carmen seguían con su vida en Gernika.

Lo hacían, además, con mucha importancia. La familia Onaindia es muy reconocida en el municipio vasco y más aún la Onaindia Landeta. Nacidos en la céntrica e histórica calle Juan Kaltzada, aunque su padre -el abuelo del entrenador- era de Iurreta y su madre de Nabárniz, crecieron como una familia amante del deporte mientras varios de ellos ayudaban a su padre en una panadería que regentaba.

Dionisio, uno de los hermanos de Mari Carmen (1918), tenía un don especial en sus manos. Es uno de los mejores pelotaris de la historia, como lo demuestran carteles de la época e incluso algunos artículos periodísticos más actuales. "Dionisio Onaindia, el virtuoso, juega esta tarde en el Gros de San Sebastián y viene dispuesto a destapar el tarro de las esencias", lucía un cartel sobre el tío de Aguirre.

Más recientemente, en un artículo publicado en El Correo y titulado 'Onaindia, el pionero', le definen como un "maestro, artista, una auténtica figura que no dejaba a nadie indiferente", además de recalcar su importancia en los primeros años de los torneos de parejas al coronarse como campeón junto a Urcelay II en los años 1941 y 1943, las dos primeras ediciones del torneo más importante de este deporte.

No era el único de la familia que deleitaba en la pelota vasca. Julio también competía pero tuvo que alejarse del deporte por las lesiones, además de estudiar solfeo como Mari Carmen, ambos enamorados del piano. Aunque como más se divertían los hermanos era compitiendo juntos en diferentes deportes.

Lazos con el Athletic

Gernika, donde han residido la mayor parte de la familia y la descendencia, vio crecer también a otro apasionado del deporte. Juan Ignacio Onaindia (1940), el mayor de los primos de Aguirre, fue delegado del Bilbao Athletic (filial rojiblanco) durante muchos años e incluso directivo en los mandatos de Pedro Aurtenetxe y José María Arrate. De hecho, vivió de cerca los títulos conseguidos en los años 80, cuando compartió filial con jugadores que después celebrarían el doblete en el 84 en La Gabarra. Falleció en 2006, con una gran representación del club en el funeral y siendo homenajeado durante años con un torneo amistoso en pretemporada que se celebraba en el municipio vizcaíno.

Hasta hace unos años varios familiares de Javier Aguirre regentaban el precioso hotel Neguetxea, donde llegó en más de una ocasión el técnico, aunque lo traspasaron hace años. Un vínculo que mantiene muy vivo con sus primos, como Jon Onaindia y sus hermanos, hijos de Antonio -el segundo hermano de Mari Carmen-, quienes también nacieron en México pero regresaron 'a casa' en 1974. Se intercambian mensajes habitualmente, aunque no hay duda de a quién apoyará esta familia tan rojiblanca en la próxima final.

Lo sabe bien Javier, que pese a la distancia siempre quiso mantener presentes sus raíces. Sus hermanos se llaman Aitor, Karmele, Jon y Andoni y llamó a sus hijos Ander, Mikel e Iñaki "por gratitud y como homenaje". Incluso, ha declarado en más de una ocasión su cariño con el club rojiblanco. "Por familia, me hubiera gustado entrenar al Athletic. Toda mi familia es de Bizkaia; padre, madre, tíos, abuelos... me hubiera hecho mucha ilusión", dijo en una entrevista en Dazn. Sus ocho apellidos vascos le dan la razón: Aguirre, Onaindia, Alberdi, Landeta-Arzua, Bollar, Arruabarrena, Uriarte, Goitiagaretxana. Incluso, puede seguir: Erkiaga, Arroategi, Mendibel, Mendibe, Uriarte, Basterretxea, Atxurra y Aranguena.

 

 

 

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viernes, 29 de marzo de 2024

Preguntas con Respuesta

Muy interesantes las preguntas que se plantean de frente al Aberri Eguna en este ensayo publicado en el portal de Noticias de Gipuzkoa.

Más interesantes aún, para nosotros los vascos de la diáspora, son los planteamientos presentados antes de llegar a la respuesta.f

Les invitamos pues a leerlo:


¿Quiénes somos? ¿Qué somos? La Nación Vasca somos nosotras y nosotros

Muchas veces nos lo hemos preguntado como consecuencia de la negación nacional que los Estados que nos han dominado han pretendido imponer

Varios autores

¿Quiénes somos? ¿Qué somos nosotras y nosotros? Muchas veces nos lo hemos preguntado como consecuencia de la negación nacional que los Estados que nos han dominado han pretendido imponer. Y para llevarlo a cabo, nuestra historia, lengua, cultura y tradiciones no sólo han sido pisoteadas, sino incluso menospreciadas, argumentando que la naturaleza de nuestra nación es imaginada, con el fin de poner así en entredicho nuestra conciencia nacional.

Otra es la realidad que, sin embargo, han querido ocultarnos. Quienes a lo largo de la historia visitaron o cruzaron nuestras tierras han descrito con bastante claridad el carácter propio y diferenciado de nuestro pueblo. Lo que los Estados negacionistas han intentado, en todo caso, silenciar.

Quien ha llegado del exterior ha tenido más claro que nosotras y nosotros que aquí ha existido un pueblo, y que existe.

Euskal Herria es un término que franceses, ingleses o alemanes utilizaban desde hace tiempo. Das Landt Baschko, Landes Baska, Terre Basque, Basque Country, Eusquel Erria, Heuscal Herria... Y los autóctonos al-bashkiya, basken, vascón, euscaldunac… “Los vascos, en todo caso, son el remanente de una tribu de gran antigüedad que en otro tiempo estuvo más extendida”. (George Gerlan). Quienes no éramos/somos ni españoles ni franceses. Orson Welles nos recordó claramente lo que éramos: “No, los que viven aquí no son ni franceses ni españoles. Son vascos”. Y antes, Alfred von Wolzogen, en 1852: “Los vascos sólo quieren ser vascos”. Y antes, La Tour d ‘Auvergne-Corret (1801): “Los vascos sólo se parecen a sí mismos”. Y antes, Wilhelm Von Humboldt (1799), en su carta a Goethe: «Nunca he conocido un pueblo que hubiera mantenido un carácter nacional tan marcado». Como dice Víctor Hugo: “Se nace vasco, se habla euskera, se vive en euskera, y muere vasco”. (1843).

Como dijo Etienne de Jouye en 1817 a sus compatriotas franceses, la pequeña nación vasca no se parece a ninguna, ya que todo tiene su carácter original, todo está marcado por ese viejo sello que la fragancia del tiempo hace aún más respetable. John Adams también lo tuvo claro al visitar Euskal Herria en 1780, y escribió a los americanos: “Este sorprendente pueblo ha conservado su antigua lengua, su carácter, sus leyes de gobierno y sus maneras, sin cambios y por más tiempo que cualquier otra nación europea”.

La gente que se ha acercado a nosotros no sólo ha sabido quiénes éramos, sino también cuál era nuestro territorio. Así, en 1496, Arnoldo Von Harff tenía claro cuál era el límite meridional de nuestra tierra: “Después de Viana, pasa sobre un puente de piedra el río Ebro, donde termina el Reino de Navarra y, por el otro lado, comienza el país de España”. Alejandro Dumas de Iparralde (1846): “En cuanto a la lengua y la indumentaria, los de Bayona no pueden considerarse como tales”. Y como nos recordará Wilhelm Von Lüdermann en 1822: “Fuera de sus montañas, no conoce patria, y habla siempre de Francia como de un país extraño”.

 Tenían claro los escritores extranjeros que Euskal Herria está formada por ciudadanos de siete territorios. En opinión de Auguste Dufou (1834): “La población de Navarra es vascona de tronco vascón... y los vascongados o euscaldunac también forman parte del tronco vascón, y tienen gran afición a sus privilegios, ya que los hace independientes en cierto modo”. Sobre el Sur decía Le Play en 1833: “Este país está formado por cuatro provincias con libertad casi absoluta... Son auténticas repúblicas”. Igual que Jean-Français Bourgoing, en 1789: “En muchos aspectos se entiende que está más allá de las fronteras españolas. Navarra y Bizkaia se consideran regiones separadas e independientes. Más claro aún lo tenía Katherine Douglas en 1919: “Su división política está formada por siete provincias hermanas, Zazpiak bat, la Eskual Herria de las naciones e historias vascas”. Un pueblo al que la frontera no separaba.

Pero como recuerda Pierre Margen: “Se ahogaron en la masa de los dos grandes estados de la zona, tuvieron que reconocer a señores más altos, aunque siguieran siendo ellos, vascos en cualquier caso” (1909). O más claramente en palabras de Cenac-Moncaute (1854): “Esa nacionalidad compacta, hablando el mismo idioma y compartiendo los mismos vaivenes, está destruida en dos partes por una división violenta que nada puede justificar”.

Y así, no es de extrañar que también aquí haya surgido hace tiempo la idea de que formamos una nación frente a esos dos grandes Estados. Sabino Arana aportaría un cuerpo político claro y completo a lo expresado por el alavés Joakin Landazuri, el labortano Dominique Joseph-Garat, el suletino Agustí Xaho y el navarro Arturo Campión: “Euzkadi es la patria de los vascos”.

Nuestra condición de nación se ha visto reflejada desde entonces en los diferentes proyectos vascos habitados, y así lo han explicado nuestros representantes, entre otros, en el proyecto de Estatuto de Estella (“El País Vasco, formado por las actuales provincias de Álava, Gipuzkoa, Navarra y Bizkaia, es una entidad natural y jurídica, con personalidad política propia”); en el documento de Itsasu de 1963 (“Somos un pueblo y un solo pueblo, según los usos de la lengua de la raza de la Tierra, desde el pasado y la voluntad actual de una nación”) y en el proyecto de un nuevo estatus político del lehendakari Ibarretxe (“Euskal Herria es un pueblo con personalidad propia en el conjunto de los pueblos de Europa”).

Y, esa realidad que los extranjeros nos han transmitido y que tenemos clara desde nuestro propio instinto, se plasmó con el objetivo de llegar al mundo, por primera vez, en el Aberri Eguna de 1932. El día de la Nación Vasca.

Y por eso hoy también estamos aquí, celebrándolo. Para proclamar en voz alta la existencia de la nación vasca a las conciudadanas, al mundo y, sobre todo, a quienes quieren negarla. Porque todos los años es un día para decirnos a los siete vientos lo que somos y quiénes somos.

¿Quiénes somos nosotros? ¿Qué somos nosotros? Nosotros somos la nación vasca.

* Mireia Zarate es presidenta de la Fundación Sabino Arana. Iratxe Esnaola es presidenta de la Fundación Olaso Dorrea. Gorka Espiau es director del Agirre Lehendakaria Center. Naiara Goia es directora del Laboratorio de Innovación Social Arantzazulab. Maria Elena Etcheverry es integrante de Ekin Argitaletxea de Argentina. Carlos Etchepare es miembro de Euskal Herria Batera

 

 

 

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sábado, 23 de marzo de 2024

Cocinando con Georgianos

La gastronomía ha sido puente de encuentro entre Euskal Herria desde hace ya algún tiempo.

Es por ello que nos complace traer este reportaje a ustedes desde la página de Noticias de Guipuzcoa.

Buen provecho:


La conexión gastronómica entre Euskadi y Georgia: platos tradicionales

Chefs de Euskadi y Georgia tuvieron un encuentro singular en la región georgiana de Kakheti, donde se unieron tradiciones culinarias y vitivinícolas de ambos territorios; un hermanamiento que llega a parentescos singulares entre las dos culturas

Aitzol Zugasti

Promover y fusionar la cultura culinaria de Euskadi y Georgia era el objetivo principal de la iniciativa Culinary Connection, organizada por el Basque Culinary Center y el Gobierno Vasco. En palabras de Bittor Oroz, Viceconsejero de Agricultura, Pesca y Política Alimentaria del Gobierno Vasco, “las dos culturas están relacionadas, así como la singularidad lingüística, sobre todo relacionadas con la agricultura o con los topónimos. De ahí viene realmente la teoría que relaciona a los pueblos que nacieron de una raíz común y luego se han separado en la historia porque en medio han pasado muchas cosas a lo largo de los años”.  

Esta gran celebración gastronómica reunió a más de doscientas personas, incluidos chefs de hoteles y restaurantes de toda Georgia, y contó con el apoyo del Ministerio de Economía y Desarrollo Sostenible de Georgia, la Administración Nacional de Turismo de Georgia, el Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco y el Basque Culinary Center (BCC). Joxe Mari Aizega, director de BCC, valoraba el trabajo que se está realizando junto a Caucaso University desde hace un par de años.

La simbiosis entre la parrilla, el saber hacer, la técnica, el tratamiento del producto, la adaptación, el respeto y la creatividad, fueron los temas que se trataron en el debate La brasa como técnica culinaria, entre el chef Davit Narimanishvil, Igor Arregui (Rest. Kaia), Pili Manterola (Rest, Iribar), Xabier Gorrotxategi (Rest. Casa Julián), y Jon Ayala (Rest. Laia), y que fue moderado por Imanol Zubelzu, de Mantala Basque Gastronomy, que respaldó la iniciativa georgiana.

Además, hubo ponencias como la Sostenibilidad a través de los productos locales del chef Juan Carlos Caro, del Zelai Txiki donostiarra, que luce una estrella verde de la Guía Michelin, donde profundizó su saber hacer con el aprovechamiento del agua de lluvia, el compost y la huerta que gestiona. Enrique Fleishman presentó elaboraciones basadas en distintas técnicas y la mañana se completó con los show cookings de los chefs locales Tekuna Gachehciladze o chef David Narimanishvili.

La cena posterior, celebrada en Dergi Restaurant, de Nukriani, brindó una oportunidad única para degustar elaboraciones de los chefs de ambas regiones. Por una parte, Mahaia kolektiboa maridó sus creaciones con vinos representativos de Basque wines con la sommelier y joven talento Shua Ibáñez Rico (Restaurante Arzak) al frente, mientras que la pastelera Cristina García (CrisLa Sweets) se encargó de poner el toque dulce con Paisaje láctico; y por otra, de la delegación georgiana apoyaron la diversidad local y hubo una notable representación de cocineros y cocineras como Davit Narimanishvili, Tekuna Gachehciladze, David Nari, Keti Kvichidze y Daduna Glonti.

Davit Narimanishvili

Productos como las nueces, berenjenas, ortigas, cilantro, maíz de distintos colores, alubias rojas, el omnipresente estragón, carne de ternera y cordero, acompañado con la técnica de las brasas, son parte de la esencia de la cocina georgiana.  

Charlamos sobre ello con Davit Narimanishvil (Tiflis, 1983), cocinero afincado en el pueblo guipuzcoano de Irura, que nos acompañó en este maravilloso viaje a la desconocida Georgia. “La parrilla de sarmientos es lo más común que se emplea, aunque también leña, y todo ello asado en parrilla u horno cerrado. Así, las piezas enteras como cordero, cerdo, en cortes como la costilla, son perfumadas”, comenta Davit. “Y siempre acompañado con pan, en nuestra cultura es fundamental, y se realiza en un horno cilíndrico con apertura superior, parecido al del tandoor indio”, apunta.

Davit aterrizó en Barcelona en el año 2008 buscando labrarse un futuro mejor que el que le auguraba su lugar de origen en un momento histórico y complejo con la guerra de Osetia del Sur entre Rusia y Georgia, que marcaría los siguientes años de su país. Formado en la Escuela Superior de Hostelería Hofmann y con estudios posteriores de Máster en el Basque Culinary Center, su curriculum pasa por referentes como el DSTAgE o Viridiana, de Madrid en ambos casos, donde llegó a ser jefe de cocina de este último. Ahora se dedica a trasmitir la cultura gastronómica de su país en la apertura de restaurantes de cocina tradicional georgiana.

“Ahora estamos descubriendo lo perdido. Cuando pertenecíamos a la Unión Soviética teníamos cuatro platos y ahora se han ido recuperando las recetas antiguas. Sólo comíamos Khinkali (raviolis), Borch (una sopa de ukraniana), Cheburekin (una empanada típica de Kazajistán) y mucha carne como la fritura Kotlet en forma de croqueta, el estofado Gulash, Pilmeni y puré de patata”, recuerda el joven georgiano echando la mirada atrás.

Platos tradicionales

Narimanishvil nos describe los platos más emblemáticos:

- Chakapuli: es un guiso hervido que se cocina en la región de Kajetia. El cordero lechal se trocea y se dispone sobre capas (originalmente en cazuela de hierro fundido), sal, estragón (muy empleado en el país), cebolleta china, cilantro, perejil y la ciruela que aporta acidez. Añadido un chorrito de vino blanco, se pone a hervir el conjunto tapado durante dos horas. A pesar de no estar marcada la carne, el resultado, es delicioso.  

- Jachapuri o khachapuri: Cada región tiene su tipo, aunque en la visitada no lo cocinan. Jacha significa derivado el lácteo y es un tipo ricota; puri es pan. Es de forma alargada y con un hueco grande en el medio, con una yema de huevo, que simboliza el sol y los buenos augurios que se deseaba a los pescadores que salían al mar.  

- Khinkali: recuerda a una gyoza. Normalmente se rellena de carne –ternera, cerdo, cordero–, además de cebolla, pimienta, sal y ajo. En las ciudades se degusta con hiervas o en la montaña sin ellas.

- Satsivi: es un plato festivo de invierno que se disfruta en familia. El pollo o pavo se acompañan de una salsa de nueces –molidas en un mortero junto a fenogreco, cilantro, canela, clavo, hojas de caléndula y ajo–. “Cuando se calienta se convierte en algo mágico”, dice Davit.

- Badrijani: cortada la berenjena a lo largo, se le añade sal para extraer el agua y freírla después en aceite de girasol. Una vez rellena de pasta de nueces, perejil, ajo y especias como la albahaca, el azafrán o el fenogreco, se come siempre frío como aperitivo.

- Churchkhela: como si fuera una vela, este dulce lo realizaban pastores y guerreros que lo llevaban en sus viajes. Consiste en zumo de uva reducido hasta obtener una especie de mermelada natural. En ella se sumergen unas nueces troceadas con un hilo para dejarlas secar después.

Los vinos

El quevri, es un recipiente similar a una gran ánfora enterrada en el suelo. Las vasijas de arcilla son recubiertas de cera de abeja y enterradas bajo tierra, donde la temperatura se mantiene durante todo el año, lo que permite que el vino fermente en el frescor natural de la tierra. En la época de la vendimia, los hollejos raspones y todas las uvas pasan por ahí. La mezcla se conoce como chacha, y en Kaheti, que elaboran cuatro quintas partes de la totalidad del país, lo maximizan obteniendo a su vez un aguardiente llamado de la misma manera.

El vino quevri georgiano es el más antiguo y los hallazgos arqueológicos, entre los que se encontraron los primeros recipientes utilizados para la fermentación del vino, se remontan al año 6000 a.C.

Lo que distingue el quiebre de las tinajas es que siempre está enterrado. En ocasiones lo sellan con arcilla cuando la fermentación alcohólica y la maloláctica finaliza. Esto significa que no se requiere control de la temperatura y que el vino se asienta y se decanta de forma natural.

Además, debido a la forma cónica del fondo de la vasija, hace que su contacto con las precipitaciones sea mínimo.

Los quevri pueden ser de cincuenta litros para consumo doméstico o hasta 4.000 en una de las bodegas más grandes de Georgia. La vinificación con quevri, considerada en el pasado una reliquia pintoresca y folclórica, se practica y se valora cada vez más como una parte esencial de la singularidad del vino georgiano. La Unesco distinguió a este proceso en el 2013 como Patrimonio Cultural Inmaterial.

La uva más popular y masiva es Rrkatsiteli (kakheti), pero entre algunas clásicas y otras que se van descubriendo, están Kisi, Khikhvi, las Mtscvane (que significa verde) Manavis o Goruli, Tsolikauri, Tsitska, Chinuri, Ojaleshi, Aladasturi y Saferavi.

En la región de Kaheti podemos encontrar conceptos como Chateau Zegaanio o Pheasant’s Tears.

Chateau Zegaani está situado en la microrregión de Mukuzani, que, por sus condiciones climáticas y la composición de su suelo, ocupa un lugar especial entre los terruños de Georgia. En el Chateau, las 18 hectáreas de viñas disponen de certificado ECO para los mercados de Europa y USA. Con Saperavi de quevri obtienen un Zegaani Red wine, con el periodo de envejecimiento de dos años y con uvas Rkatsiteli. Con dos años de envejecimiento en el mismo recipiente, dan Zegaani Kakhuri.

También emplean vinos en barricas de roble francés, aplicando técnicas del siglo XIX y utilizando Saperavi envejecido durante dos años, dando el nombre de Mukuzani, la leyenda de la vinicultura georgiana.

Todos los vinos de Pheasant’s Tears, en cambio, se fermentan y envejecen en quevri. Han recuperado uvas que estaban perdidas y la bodega se construyó en el propio viñedo para minimizar el daño a las uvas en el transporte, lo que les permite cosechar y prensar más rápido. El tiempo de maceración depende de la variedad y del tamaño del qvevri, pero oscila entre tres semanas y seis meses. Todos los vinos envejecen exclusivamente en las vasijas, no reciben aromas de las barricas de roble y la variedad de 150 referencias diferentes pasan en su diversidad por blancos, tintos o naranjas, a cervezas realizadas con levaduras del vino para fermentar la cerveza.

Sus exportaciones llegan a las mesas de restaurantes mundiales como Nobu y Celler de Can Roca. 




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