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domingo, 25 de mayo de 2025

Entrevista a Jexus Arancegi

Desde el portal de Izquierda Revolucionaria traemos a ustedes esta entrevista a Jexus Arancegi en la que se pone contexto a la lucha popular en contra de la central nuclear de Lemoiz.

Adelante con la lectura:


"Lemoiz: la fuerza del pueblo que frenó una central nuclear"

Paramos Lemoiz, también pararemos lo que venga | Jexus Arancegi | Militante de Ezquer Iraultzailea.

Este 2025 se cumplen 50 años del inicio del movimiento contra las nucleares en Euskal Herria. Durante la segunda mitad de la década de los 70 del siglo XX, el movimiento adquirió una fuerza impresionante, movilizando a cientos de miles de personas en las calles y poniendo en jaque a los sucesivos gobiernos de UCD y el PSOE. Dichos gobiernos pretendían llevar adelante un plan salvaje de nuclearización de Euskal Herria. La lucha contra la central de Lemoiz, en Bizkaia, se convirtió en un punto de referencia de la lucha ecologista y anti nuclear a nivel global. Finalmente, en 1984 se renunciaba al plan de poner en marcha los reactores en Lemoiz, lo que supuso un gran victoria del movimiento. Charlamos de todo ello con Jexus Arancegi, militante de Ezker Iraultzailea y participante en primera línea del movimiento anti nucleares.

Euskal Herria Sozialista: ¿Cómo y cuándo empezaste a participar en las protestas contra la central nuclear de Lemoiz?

Jexus: La conciencia ecológica y social en Euskal Herria empezó a despertar con fuerza en los últimos años del franquismo. A principios de los años 70, supimos que Iberduero (ahora Iberdrola) y el Estado español querían construir cuatro centrales nucleares en Hego Euskal Herria: una en Lemoiz (Bizkaia), otra en Ispaster (con un proyecto monstruoso de seis reactores), y dos más en Deba y Tudela. En total, planeaban 12 reactores, cada uno de más de 1.000 megavatios. Aquello fue el punto de partida.

En 1974 comenzaron las obras de Lemoiz, y pronto se convirtió en epicentro de la lucha. Los grupos universitarios empezaron a hablar sobre los peligros de la central, y con mi grupo de amigos comenzamos a organizarnos junto a colectivos jurídicos y técnicos. Empezamos a informar al pueblo: los riesgos, los impactos ecológicos y sociales, y las estructuras de poder capitalista que había detrás. No era sólo una cuestión técnica, sino un ataque directo contra la autodeterminación del pueblo.

El accidente de Three Mile Island en EE.UU. ocurrió en 1979, pero para entonces ya sabíamos perfectamente lo que nos jugábamos. En toda Europa se multiplicaban las protestas antinucleares, el espíritu del Mayo del 68 seguía vivo, y en Euskal Herria la lucha por la libertad y la autodeterminación estaba en plena ebullición.

EHS: ¿Qué clima social y político se vivía en aquella época, y cómo era la actitud del pueblo frente a la central?

Jexus: La segunda mitad de los 70 y principios de los 80 fue una época de lucha en Euskal Herria. El movimiento obrero estaba muy vivo: huelgas generales, movilizaciones sectoriales, luchas por convenios colectivos… La inflación era altísima y la precariedad laboral generalizada. En mi caso, empecé a trabajar con 14 años. En 1977 hacía 55 horas semanales y cobraba 173 euros (en valor actual). Éramos una familia numerosa, todos los hermanos trabajábamos y todo lo que ganábamos lo aportábamos en casa, y nuestra madre nos daba una paga pequeña.

En el pueblo había rabia, pero también esperanza y confianza en que las cosas podían cambiar. No éramos la generación de nuestros padres, habíamos perdido el miedo, y eso nos hizo estar dispuestos a luchar. Incluso la Iglesia —su sector más progresista, vinculado a la Teología de la Liberación— se posicionó a favor de la lucha en muchos pueblos. Se hacían encierros en iglesias, acampadas en ayuntamientos, y todos los domingos había manifestaciones con asambleas.

El movimiento popular se estructuró de forma horizontal, desde abajo, sin depender de los partidos políticos. En cada pueblo nacieron comités antinucleares, y el lema era claro: "Nucleares no, gracias". Esa resistencia fue la verdadera muralla contra la central.

EHS:¿En qué acciones participaste tú, y qué recuerdos guardas con más fuerza?

Jexus: Nos organizábamos en cuadrilla, y nos reuníamos en la iglesia como parte de las Comunidades de Base. Participábamos en asambleas abiertas, y las decisiones se tomaban entre todas y todos. Era una nueva forma de hacer política: horizontal, participativa y transparente.

Uno de los momentos más potentes que recuerdo fue el 14 de julio de 1977: 200.000 personas nos manifestamos contra Lemoiz en Bilbao. Por primera vez, el movimiento popular mostró que se podía parar una central nuclear. La presencia de la Guardia Civil era abrumadora; la zona de la central estaba armada hasta los dientes, y pasar de ahí habría supuesto una masacre. Aun así, no dimos un paso atrás.

EHS: La actividad de ETA y la violencia estuvieron presentes. ¿Cómo viviste esa situación dentro del movimiento?

Jexus: No se puede negar: hubo muchos sabotajes armados. ETA colocó varias bombas en las instalaciones de la central, y en 1981 secuestró y asesinó a José María Ryan, ingeniero jefe de Lemoiz. ETA exigía la paralización de las obras para su liberación. El gobierno se negó.

En aquella época, ETA contaba con un apoyo popular importante, y los sabotajes eran entendidos como parte de la estrategia de lucha. El Estado español se negaba a convocar un referéndum, y nosotros estábamos en la calle por miles. Toda presión era poca.

Es cierto que el movimiento popular defendía la acción directa y no violenta. Pero no se puede entender la lucha de Lemoiz, ni en general la situación en Euskal Herria durante los 70 y 80, sin tener en cuenta la presencia de ETA. Eso es memoria histórica: no justificar, sino comprender el contexto.

EHS: ¿Qué opinión tienes hoy sobre el eco de aquella lucha? ¿Crees que las generaciones posteriores la conocen bien?

Jexus: Sinceramente, la victoria de Lemoiz ha sido silenciada. No aparece en los libros escolares, ni en documentales, ni en los medios. El pueblo logró frenar una central nuclear con lucha popular —y eso no interesa ni a Iberduero ni a las estructuras del sistema capitalista.

Las nuevas generaciones tienen una conciencia ecológica alta, como se ha demostrado en las masivas movilizaciones y huelgas estudiantiles contra el cambio climático, pero hay que dotar a esa lucha de un programa anticapitalista. Hoy en día, si un proyecto como Lemoiz se intentara de nuevo, no tengo duda de que la juventud y el pueblo volverían a hacerle frente. Lo vimos con el movimiento contra el vertedero de Zubieta.

EHS: ¿Qué puede aprender hoy el movimiento ecologista de la lucha contra la central nuclear de Lemoiz?

Jexus: Lemoiz nos enseñó que organizando y luchando se puede ganar. Hoy, el sistema capitalista es la mayor amenaza para nuestra salud y el medio ambiente. Lo que llaman "energía limpia" está en manos de intereses privados. Los medios son suyos, el relato también.

Por eso, necesitamos memoria histórica. Un pueblo que no recuerda su historia está condenado a repetirla. Lemoiz fue una victoria histórica, y demuestra que se puede hacer frente al proyecto del Estado y del capital. Y no solo resistiendo: también construyendo alternativas, poniendo la vida en el centro, reforzando el camino de la autogestión.

Luchamos contra Lemoiz, y ganamos. Esa es nuestra historia. Y ese debe ser también nuestro futuro.




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