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sábado, 8 de octubre de 2016

La Masacre de San Gregorio

Con este reportaje publicado en Noticias de Navarra deseamos refrendar nuestro compromiso para dar a conocer la barbarie con la que se han conducido los españoles en territorio vasco, especialmente desde 1936 y hasta la fecha, pues jugando al victimismo, se niegan a facilitar el proceso de paz pendiente para así asegurar impunidad histórica a quienes cometieron los crímenes a continuación descritos:

80º aniversario de una masacre

Ateneo Basilio Lacort | Fernando Mikelarena, Víctor Moreno, José Ramón Urtasun, Pablo Ibáñez, Carlos Martínez, Txema Aranaz
El episodio de los asesinados del Tercio de Sanjurjo fue uno de los más crueles y dramáticos en relación con el proceso de eliminación de simpatizantes de izquierda durante los primeros meses de la Guerra Civil y está especialmente vinculado a Navarra por el gran número de navarros afectados.

La Segunda Bandera de la Legión General Sanjurjo se constituyó el 1 de septiembre de 1936 en homenaje al general José Sanjurjo, muerto en accidente aéreo cuando iba a encabezar la sublevación del 18 de julio, con el fin de socorrer la zona del frente de Aragón al norte de la ciudad de Zaragoza hasta Ayerbe, donde se libraban violentos combates entre las tropas golpistas y las republicanas. Fue creada en Zaragoza en agosto de 1936 por el comandante Pedro Peñarredonda Samaniego, oficial retirado desde 1931 y que había combatido como capitán con la legión en Marruecos. Desde los últimos días de agosto las emisoras de radio zaragozanas llamaban a la población masculina a alistarse en dicha unidad. El día de la creación de la unidad la prensa local de Zaragoza publicó un llamamiento en el que se incluía explícitamente una proclama a los desafectos, a los que se proponía el ingreso en esta unidad con objeto de “hacer méritos que los rediman de su pasado”.

En la nueva unidad fueron obligados a alistarse originalmente unos 600 izquierdistas aragoneses, riojanos, sorianos y navarros a los que se les ofrecía así salvar su vida. La nueva unidad fue aprovechada por los represores navarros que ofrecieron alistarse en ella a los simpatizantes de izquierda que no habían sido apresados ni asesinados y que no habían marchado todavía al frente por no tocarles el reemplazo correspondiente o por negarse a marchar voluntarios. Por lo general, se convocó a aquellas personas de cada pueblo a una reunión en el ayuntamiento, en el Centro de Falange, e incluso en el puesto respectivo de la Guardia Civil, comunicándoseles la creación del citado Tercio e invitándoseles a alistarse para no ser fusilados. Hubo localidades en las que aquellos días se produjeron fusilamientos de varios vecinos con el fin de incentivar el alistamiento en dicha unidad de los simpatizantes de izquierda que permanecían en el pueblo. De casi treinta localidades navarras salieron voluntarios forzados para el Tercio de Sanjurjo, la mayoría de la Ribera. En algunas localidades hubo vecinos que les insultaron y les desearon destinos funestos. Quienes les conducían llevaban listados con anotaciones con calificaciones políticas para cada uno.

En 1976, José María Jimeno Jurío y el sartagudés Salvador de Miguel pudieron conocer los pormenores de lo sucedido en una entrevista que mantuvieron con el general Arazuri, que cuarenta años atrás había sido teniente del Tercio de Sanjurjo, y que fue grabada a escondidas por el primero. También obtuvieron datos del único superviviente de la matanza, el marcillés Esteban Marín Malo, que sería entrevistado en Interviú en 1980.

Habiendo llegado a Zaragoza el día 9 de septiembre, los miembros de la unidad que habían finalizado su periodo de instrucción fueron enviados a Almúdevar el día 29 o el día 30. A la mañana siguiente, no obstante, antes de entrar siquiera en combate, toda la unidad fue devuelta a San Gregorio, siendo desarmados y encerrados en diversos barracones muchos de sus integrantes. Entre el día 2 y el día 9 de octubre se producirían fusilamientos masivos en grupos de veinte individuos. Los fusilamientos fueron en el mismo campo de a San Gregorio, a quinientos metros de la Academia General Militar. Posteriormente, los cadáveres de los muertos eran cargados en camiones-volquetes y llevados hasta el cementerio de Torrero. Los asesinados serían entre 300 y 400. Aunque algunos testimonios hablan como causa de tal fusilamiento masivo el descubrimiento de un plan de deserción colectiva, otras fuentes, en cambio, niegan que dicho plan existiera, asegurando que la noticia del complot fue un pretexto alegado por los mandos, que desconfiaban de los subordinados por los informes que tenían sobre ellos, para dar así un castigo ejemplar a los restantes.

Tras todo ello, el Tercio Sanjurjo fue disuelto el 19 de octubre e incorporados sus efectivos restantes a la 51ª División con la que luchó primero en el frente de Huesca y luego en otros frentes. En agosto de 1937 los soldados de la Sanjurjo pasarían a la XV Bandera de la Legión.

Se ha estimado que los asesinados navarros en tal matanza del campo San Gregorio ascendieron a 225, pertenecientes a 22 localidades. Su desglose, según los últimos datos aportados por Juanjo Casanova en su blog, es el siguiente: Ablitas, 2; Andosilla, 16; Arróniz, 2; Cadreita, 6; Cárcar, 18; Carcastillo, 7; Estella, 1; Funes, 4; Lerín, 1; Lodosa, 21; Marcilla, 14; Mélida, 16; Mendavia, 2; Monteagudo, 3; Murillo el Fruto, 12; Olite, 14; Peralta, 1; Pitillas, 13; Sangüesa, 15; Santacara, 4; Sartaguda, 44; Sesma, 2; Tafalla, 2; Ujué, 5.

Muchos de los asesinados excedían las edades de los reemplazos objeto de movilización obligatoria, por lo que fueron invitados a ir a una guerra a la que en términos legales no estaban convocados, siendo objeto de una masacre que solamente puede entenderse como un fusilamiento diferido masivo fuera del entorno navarro.

La entidad de los hechos que traemos a colación, y de los que se cumplen estos días su ochenta aniversario, hace que sea oportuno solicitar a las instituciones representativas de los territorios de la mayoría de los asesinados (Parlamento de Navarra, Parlamento de La Rioja, Cortes de Aragón, así como Ayuntamiento de Zaragoza), la adopción de un acuerdo relativo a la instalación de un monumento conmemorativo de homenaje a las víctimas en los terrenos en los que sucedieron los hechos, que debería ser sufragado por los gobiernos autonómicos y en el que deberían constar los nombres de las mismas. 






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