Un blog desde la diáspora y para la diáspora

viernes, 31 de marzo de 2017

Golpistas Venezolanos Denunciando "Golpe"

Con respecto a lo que está sucediendo en estos momentos en la República Bolivariana de Venezuela, por la cual profesamos nuestra solidaridad internacionalista, Agustín Otxotorena nos ha recomendado este texto por parte del Podemita Juan Carlos Monedero dado a conocer en la página de Público en el cual se denuncia el apoyo que el régimen borbónico franquista, ese que pone mordazas a la libertad de expresión e impide procesos de paz y reconciliación, está dando a los golpistas venezolanos:


Juan Carlos Monedero

El 9 de enero de 2017, la Asamblea Nacional venezolana desconoció al Presidente de la República, Nicolás Maduro. Votaron a favor de ese golpe de estado constitucional todos los diputados de la oposición salvo los tres diputados del partido de Henry Falcón, quienes entendieron la gravedad de esa decisión. Venezuela es un sistema político presidencialista desde 1811, influido por el constitucionalismo norteamericano. Al Presidente le vota directamente el pueblo -a diferencia de un sistema parlamentario como el español, donde al Presidente le vota el Parlamento- y le corresponde al Presidente, que es el Jefe del Estado, la dirección del país. Cuando la Asamblea decidió desconocer el poder legítimo del Presidente se estaba poniendo al margen de la Constitución. Se colocaron por voluntad propia en desacato. La prensa internacional no dijo nada.

La gran discusión entre el Presidente Maduro y la Asamblea tiene que ver con las actas de tres diputados de Amazonas. Se ha demostrado que compraron votos entre otras muchas irregularidades, lo que obligaría a repetir la elección en esos tres casos. La Asamblea se declaró en rebeldía y decidió echar un pulso a la Presidencia de la República. A imitación del constitucionalismo europeo, cuando hay un conflicto constitucional entre poderes el Tribunal Supremo puede asumir competencias del Parlamento en los casos en que fuera necesario. Hasta un fantoche como Donald Trump ha tenido que asumir las decisiones recientes del Tribunal Supremo norteamericano. Con su tradicional irresponsabilidad, la derecha española llama a desobedecer el estado de derecho en Venezuela y la decisión del Tribunal Supremo. No me extraña de Esperanza Aguirre o Pablo Casado: el PP, especialmente en Madrid, ha financiado sus campañas electorales con dinero negro. Es decir, el PP lleva varías legislaturas usando maneras propias de golpistas. E históricamente, al menos desde 1936, tienen oído músical para esa partitura. Quienes digan desde España que los venezolanos deben desoír las decisiones de su Tribunal Supremo son unos irresponsables que tiren piedras no solamente sobre el tejado venezolano, sino también sobre el nuestro. Luego tendrán la caradura de quejarse de los comportamientos al margen de la Constitución de la asamblea catalana.

Por si fuera poco, esa Asamblea dominada por la oposición proclamó que el Presidente había abandonado su cargo (algo absurdo y evidentemente falso) y propuso convocar elecciones presidenciales en el plazo de un mes. Ese intento de golpe de estado desde el Parlamento no recibió ni una sola crítica de los que ahora dicen que hay un golpe de estado en Venezuela. Entre ellos, el máximo responsable de la OEA que ayer mismo se reunía en la Ciudad de México con ex presidentes latinoamericanos procesados por lesionar los derechos humanos, y el Departamento de Estado de los EEUU. Qué curioso que justo después haya salido la petición de Almagro de enjuiciar a Venezuela desde la OEA. El papel de Almagro como  Secretario General de la OEA está haciendo mucho daño a la tan necesaria institucionalidad internacional (Pepe Mujica ya se distanció de él de manera definitiva y dejó ver a quién se había vendido). Almagro lleva varios meses mintiendo. Por ejemplo, ha dicho en dos ocasiones recientes que a Venezuela se la ha aplicado la Carta Democrática de la organización (que, tras muchos trámites -ni siquiera iniciados-, podría llevar a su expulsión como ya ocurrió con Cuba pero nunca ha ocurrido con los Estados Unidos, pese a haber promovido golpes de Estado como el de Pinochet contra Allende). Pero era mentira, como demuestra que hoy mismo ha pedido a la OEA que aplique la Carta Democrática. Ergo miente. Todo el rato. Él sabrá por qué, pero en su Uruguay natal dicen que se ha vendido por un puñado de dólares a los que siempre han querido que América Latina sea el patrio trasero norteamericano. Washington siempre busca a un criollo para hacer la tarea del traidor. Almagro no vive en Montevideo.

El Tribunal Supremo de Venezuela ha usado un artículo de la Ley de Hidrocarburos -la principal riqueza del país- que establece que los convenios internacionales y las asociaciones con grupos extranjeros deben ser aprobados por la Asamblea. Como la Asamblea está en situación jurídica de desacato, de manera que no puede -ni quiere- firmar ningún acuerdo, lo que pone en riesgo financiero a Venezuela. Es por eso que el Tribunal Supremo ha asumido las competencias estrictas de la Asamblea para la aprobación de esos contratos, de manera que el país pueda asumir los compromisos necesarios en un momento económicamente complicado por el hundimiento de los precios del petróleo (preguntémonos en España qué pasaría si se hundiera un 80 % el turismo).

El Tribunal Supremo no ha disuelto la Asamblea ni se han convocado nuevas elecciones para elegir nuevos diputados. Lo contrario de lo que están diciendo los medios de comunicación. Lo único que está haciendo el tribunal supremo es asumir unas competencias concretas para evitar que Venezuela se paralice mientras dure el descato. Si los diputados de la oposición quisieran, el desacato desaparecería de inmediato -bastaría con que cesaran en su desconocimiento del Presidente de la República y que reconocieran que los tres diputados elegidos en la Amazonía no pueden hacer uso de su acta debido a las muchas irregularidades probadas-, pero les resulta mucho más rentable seguir regalando falsas portadas a la prensa internacional. La derecha internacional, esa que se regala entre sí viviendas oficiales y que tiene una trama global de fondos buitres -donde están los Aznar, Botella, sus hijos, De Guindos, Rato, Aguirre y toda esa tropa de malos españoles donde también se ha colado algún “socialista” como Felipe González- quiere tumbar a Venezuela, igual que han hecho con Dilma Roussef en Brasil. ¿Quién que no esté vendido a esos intereses puede decir que asumir de manera temporal unas competencias esenciales para firmar unos contratos sin los cuales un país se quedaría entregado a los capitales internacionales es un golpe de Estado? ¿No son acaso los mismos que ven “normal” desconocer al Presidente del Gobierno y llamar a nuevas elecciones? Demasiados hipócritas.

Venezuela necesita mucho diálogo. El choque entre instituciones es malo para el país. Esa debiera ser la tarea de España: ayudar al diálogo. En todo el continente latinoamericano. En México -desde donde escribo- han asesinado este último mes a tres periodistas (¿Nos imaginamos lo que pasaría si hubieran asesinado a tres periodistas en Caracas?) y hay al menos 30.000 desaparecidos. El día a día de México es la aparición de fosas con cadáveres, la trata, el asesinato de mujeres, la desaparición de líderes sociales, la creciente pobreza y desigualdad junto a una impunidad del Estado estremecedora. Aún lloran en México a los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el Presidente Peña Nieto se ríe de las víctimas no reconociendo las lagunas que apuntan al ejército, a la policía y a políticos vinculados al narco en la desaparición de las muchachas y muchachos. Parece que el PP y sectores del PSOE quieren ver a Venezuela convertida en México.  Para seguir la trama de los negocios.

Hay mercenarios que desearían abocar a Venezuela a una guerra civil. Creen que así podrían volver a recuperar el paraíso que tenían cuando controlaban el petróleo contra los venezolanos y venezolanas. Se equivocan, porque el pueblo venezolano no va a permitir que eso ocurra. Apuntar en esa dirección es querer llevar a Venezuela a un escenario terrible como los que ha creado la OTAN y las potencias occidentales en Oriente Medio. Ojalá el Estado de derecho que forma parte de los logros civilizatorios de Europa pueda funcionar también en Venezuela.  Esa es la principal tarea en la que podríamos colaborar los españoles en ese país: ayudar a reforzar el Estado de derecho. Aunque el PP de la Gürtel y la Púnica ¿qué va a enseñar?

Fue el diario El país el que celebró el golpe de estado contra Chávez en 2002 y fue el Presidente Aznar el que ordenó a nuestro Embajador a reunirse con el Presidente golpista. Ayudemos a que no vuelva a ocurrir nada de esto. Para ello, es esencial que los que no tienen otros intereses que los del dinero, dejen a la justicia funcionar. Y que nadie sea tan hipócrita para pedir en otros países lo que no pedimos para el nuestro.







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Candente Cuestionamiento Hacendario

Por practicar el apartheid el estado español y sus colaboracionistas regionales lo practican en situaciones que de no ser por las denuncias ciudadanas no nos enteraríamos. Como por ejemplo la que expone esta misiva publicada en Naiz:


Javier Orcajada del Castillo

Parece ser la razón por la que los lectores de GARA no puedan conocer el contenido de la publicidad de los organismos oficiales en la CAPV, dado que no se publican en dicho diario a pesar de que cumple con todas las exigencias legales para acceder a dicha fuente de financiación como todos los que sí la reciben. No puede haber otra razón que la elusión fiscal de los lectores, pues no sería imaginable que las instituciones le vetaran por razones de tipo ideológico o por tener una línea editorial opuesta a la de los partidos en el poder, pues lo prohíbe nuestra Constitución.

Es comprensible que las grandes corporaciones privadas orienten su publicidad hacia medios afines, aunque también los lectores de GARA desearían poder conocer y aprovechar las campañas de difusión de sus servicios o productos y elegir como los lectores de los demás diarios a los que sí se les otorga. Quizá podría suceder que las instituciones no favorezcan a este periódico por su posible escasa difusión, pero es improbable ese razonamiento, pues es evidente que otros que se benefician de dicha publicidad tienen tiradas inferiores, según controles de difusión periódicos oficiales.

Si la razón fuera que efectivamente los lectores de GARA eluden sus impuestos, deberían de ser requeridos por las Haciendas Forales respectivas para ser investigados y en su caso, sin dilación ni amnistías, sean sancionados según la ley, no como a los defraudadores famosos que hacen donaciones a los partidos en el poder y que son disculpados con campañas de la prensa adicta en favor de los evasores. Y si finalmente los jueces les imponen condenas a esos «benefactores», que sean benevolentes y que puedan recurrir a tribunales superiores ad infinitum para que no entren en prisión.

Muchos lectores de GARA seguramente participaron en la recogida de más de 100.000 € para financiar a SARE siéndoles confiscados por las fuerza pública seguramente por no tributar adecuadamente. Debe tratarse de una nueva modalidad impositiva cuyos sujetos pasivos son los independentistas evasores. ¿Habrá que leer "La Razón" para enterarse de la publicidad institucional vasca?






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Apaciguando a la Bestia

Con total falta de disimulo han condenado a una usuaria de redes sociales por publicar material humorístico acerca de uno de ellos, uno de sus ungidos, uno de sus mártires.

Tampoco ocultan su triunfalismo con respecto al ya inminente desarme por parte de la organización armada antifascista vasca ETA cuyo verdadero crimen por parte de sus integrantes fue no haberse tragado el chanchullo de la transición y la tan celebrada llegada de la democracia.

Algunos españoles ya comienzan a ver la verdad detrás del relato oficial, como podemos constatar en este texto dado a conocer en El Diario:


Creo, sinceramente, que es un error enfocar la defensa de esta tuitera con el argumento de que su actuación era inocente porque "solo era humor". ¿Y si no lo fuera… qué? ¿Acaso no es legítimo alegrarse de la muerte de Carrero Blanco?

Carlos Hernández

"Perderéis como en el 36", anunciaba en El Mundo, la pasada semana, un amenazante Sánchez Dragó. "El pucherazo del 36", titulaba Jiménez Losantos su artículo justificando el golpe de Estado franquista y la posterior dictadura. "Vienen a por nosotros, exactamente igual que en el 36 nos vinieron a buscar para asesinarnos en las cunetas", remataba Salvador Sostres en la radio episcopal, haciendo un ejercicio perfecto de revisionismo franquista. Si los revisionistas alemanes niegan la existencia de las cámaras de gas, los nuestros no se quedan atrás: convierten la República en dictadura, el franquismo en democracia y hasta se atreven a intentar apropiarse de esas "cunetas" en las que yacen los más de 100.000 hombres y mujeres a los que sus abuelos asesinaron por haber defendido la libertad.

Cada día que pasa son más los periodistas, historiadores, fiscales, jueces y políticos españoles que deciden salir a la calle vistiendo la camisa azul con el yugo y las flechas grabados en color rojo sangre. Hasta ahora, la mayoría de ellos, la tenían escondida en su armario, protegida con una sobredosis de naftalina. Los domingos, al volver de misa, del fútbol o de tomar el vermut, se encerraban en su dormitorio y se la enfundaban para confirmar, satisfechos ante el espejo, lo bien que les quedaba esa indumentaria marcial. El orgullo que sentían en esos breves instantes, se tornaba en tristeza al saber que no podrían volver a lucirla públicamente.

Ahora, por fin, todo ha cambiado y el azul fascista, ligeramente teñido para guardar unas mínimas apariencias, vuelve a estar tan de moda que ya no resulta una vergüenza exhibirlo en los juzgados, las radios, los periódicos y hasta en el propio Parlamento.

Los "padres" (no hubo madres, lamentablemente) de la Transición se dividieron entre franquistas reconvertidos y demócratas temerosos de que cualquier paso demasiado avanzado provocara un nuevo golpe de Estado. Aquellos políticos monárquicos, centristas, socialistas y comunistas pensaron que el objetivo, la democracia, bien valía pagar cualquier tipo de peaje. Los hijos del "Generalísimo" exprimieron la fuerza de sus pistolas y lograron que se despreciara a las víctimas de la dictadura, se otorgara impunidad y privilegios de todo tipo a sus verdugos, se olvidara a quienes murieron o aún se pudrían en el triste exilio francés por haberse enfrentado al totalitarismo... y, relacionado con todo ello, y quizás lo más grave, consiguieron impedir una revisión oficial detallada y rigurosa de nuestra Historia reciente.

Quizás en aquellos años de sables y plomo, de finales de los 70 y comienzos de los 80, no se pudo hacer mucho más. Lo que es inexplicable e injustificable es que, a día de hoy, no se haya corregido el dislate. Y, lo que es peor, que insistamos una y otra vez en repetirlo. Nuestros ingenuos políticos democráticos creyeron que apaciguarían a la bestia haciéndole todo tipo de concesiones. Paradojas de la Historia, cometieron el mismo error que Francia y Reino Unido, cuando suscribieron el vergonzoso pacto de Munich creyendo que así contentarían a Hitler y evitarían la guerra. Por eso es tan bueno conocer el pasado; por eso no quieren que miremos hacia atrás. Porque si lo hubiéramos hecho durante aquella Transición, habríamos sabido, perfectamente, que es imposible calmar a la bestia.

En estas últimas décadas los hijos y nietos, tanto ideológicos como biológicos, de aquellas multitudes que estiraban el brazo y enronquecían cantando el Cara al Sol, habían permanecido en estado latente. Se tomaban sus vinos en Casa Pepe y hablaban franquista en la intimidad. Públicamente solo saltaban a la yugular cuando alguien pedía Justicia, Historia y Memoria; no podían decir abiertamente que eran franquistas, así que sacaban el manual: "Queréis reabrir heridas", "hay que dejar de mirar hacia atrás", "con los problemas que tenemos en España y vosotros hablando del pasado…". Y así, con la inestimable ayuda de una izquierda acomplejada que se ha negado a dar la batalla dialéctica, histórica e ideológica, han ido resistiendo hasta que los vientos en Europa han vuelto a soplar a su favor.

Hoy estamos a un paso de que ser franquista/fascista sea tan políticamente correcto como no serlo. Son diarios convencionales, radios de máxima audiencia, editoriales de inmaculada reputación los que se utilizan para legitimar la dictadura y justificar sus decenas de miles de asesinatos. Es el presidente del Gobierno el que se enorgullece públicamente de inutilizar la Ley de Memoria Histórica dejándola sin un solo euro de presupuesto; son políticos del partido gobernante los que humillan a las víctimas del franquismo en el Parlamento; son jueces los que se niegan a exhumar los restos de personas asesinadas; son fiscales y magistrados los que, aplicando una ley aprobada por diputados de izquierdas y derechas, acusan y condenan a una joven por hacer un chiste sobre Carrero Blanco.

Lo que le ha pasado a Cassandra es solo un paso más en esa dirección de blanquear el franquismo y criminalizar a quienes combatieron contra él. ¿Se imaginan a un alemán juzgado por aplaudir el atentado contra Hitler de 1944? ¿Es posible que hoy en día una italiana acabe en la cárcel por congratularse del linchamiento de Mussolini? Evidentemente, no.

Creo, sinceramente, que es un error enfocar la defensa de esta tuitera con el argumento de que su actuación era inocente porque "solo era humor". ¿Y si no lo fuera… qué? ¿Acaso no es legítimo alegrarse de la muerte de Carrero Blanco? Tan legítimo como apenarse porque los conjurados de la Operación Walkiria fracasaran en su intento de matar a Hitler. O como congratularse por el atentado que acabó con la vida del carnicero de Praga, Reinhard Heydrich. O como decir abiertamente que hubiera sido estupendo que ETA, el GRAPO o un paisano de Murcia hubiera matado a Franco en 1970, o mejor aún en 1960. O afirmar sin tapujos que hubiera sido extraordinario que algún guerrillero hubiera hecho saltar por los aires al dictador en 1945.

Solo el miedo, la desmemoria, la Historia adulterada y el acomplejamiento en que vivimos desde la Transición pueden explicar que, decir esto, parezca casi escandaloso. Carrero Blanco era el presidente del Gobierno de la dictadura y su currículum no tuvo desperdicio: formó parte del golpe de Estado que acabó con la democracia, fue uno de los sustentadores de la brutal represión que sufrimos durante 40 años, fue valedor de criminales de guerra nazis a los que protegió tras la guerra para evitar que cayeran en manos aliadas… y era el hombre que estaba llamado a suceder a Franco y a prorrogar su régimen totalitario.

Por esta última razón, especialmente, su muerte fue, sin ningún lugar a dudas, positiva para nuestro país. Hay que decirlo así de claro, sin medias tintas porque es la verdad. Si no damos y ganamos la batalla de los datos, los hechos y la Historia, serán ellos quienes impongan sus mentiras revisionistas.

Lo triste es que, como decía antes, no parece que hayamos aprendido de los errores. El mismo día en que Losantos, Sostres y compañía hacían su defensa cerrada y "argumentada" del franquismo, se presentaba en Madrid el libro Elogio del olvido. Al acto asistieron políticos, periodistas e historiadores marcadamente progresistas. El catedrático emérito de la Complutense, José Álvarez Junco, resumió el sentido del libro, del acto y del ambiente que se sigue respirando en buena parte del centro y la izquierda española: "El exceso de memoria puede detener el avance de las naciones. ¿Es siempre necesario pedir verdad y justicia? Sí, salvo que eso afecte a la paz y a la convivencia en democracia". No hay más que añadir. Ocho décadas después, seguimos creyendo que seremos capaces de apaciguar a la bestia.






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Las Andanzas de Churchill en Bengala

Winston Churchill le tenía una gran envidia a Adolph Hitler. Es austriaco lo opacó en pocos meses a pesar de todas las aventuras bélicas que el inglés había tenido en diferentes rincones del Imperio Británico. Su alcoholismo lo había reducido a la calidad de insoportable parásito al que había que tolerar pues cada vez que Londres requería llevar a cabo una tarea sucia, él era el más indicado.

Hitler lo mimó durante toda la Segunda Guerra Mundial siempre con el objetivo de que recapacitara y así, juntos, derrotar a la Unión Soviética. La maquinaria de guerra nazi pudo haber destruido la capacidad instalada militar de Gran Bretaña en cuestión de horas, tal vez días, pero Hitler no lo hizo por la misma razón que no había destruido Bilbao y por tanto su capacidad de producción de acero, necesitaba a los ejércitos ingleses altamente entrenados, necesitaba su imbatible armada, necesitaba sus altamente maniobrables aviones. Envió a su hombre de más confianza, Rudolph Hess, a negociar un armisticio, pero Churchill prefirió ser cabeza de ratón y convertir a Inglaterra en un portaviones más de Washington.

Una vez tomada Berlín por parte de Ejército Rojo, Estados Unidos e Inglaterra aprovecharon los cuantiosos crímenes de guerra cometidos por el nazismo para darle un baño de esponja a su propio historial. Así, el inhumano genocidio estadounidense en contra de los pueblos originarios de América del Norte, que se contabiliza en decenas de millones, pasó al olvido, ante el horror - nos insiste ad nauseum Hollywood - de las seis millones de víctimas mortales de los campos de concentración nazis. ¿Un país construido con el trabajo esclavo de miles -tal vez millones, nunca se sabrá con exactitud - de personas capturadas en África y vendidas como ganado en el Nuevo Continente? Aquí no ha pasado, usted circule, mire, los nazis dicen que la raza aria es superior... ¡espantoso! ¿Oiga, y el Ku Kux Klan? Oh, le dijimos que circule, rápido rápido, avance.

Por su parte, Inglaterra tenía que encubrir masacres, auténticos holocaustos, con el total arrasamiento de civilizaciones enteras - de la auténticas, no de las inventadas por el tal Arthur Balfour - llevadas a cabo en los cinco continentes.

Tan efectiva fue la campaña de desinformación y manipulación que Londres hasta se dio el lujo de llevar a cabo unas cuantas más durante e inmediatamente después de terminada la guerra, claro, con el buenazo de Winston Churchill dirigiendo el asunto.

Tras este necesario preámbulo, les invitamos a leer este reportaje dado a conocer en la página de Cultura Colectiva:


"El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo".

"Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo".

"La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra nos pueden matar una vez; en política, muchas veces".
Rodrigo Ayala

Al leer estas frases, pertenecientes a Winston Churchill, ex primer ministro británico en dos periodos (1940-45 y 1951-55), uno pensaría que este hombre era un optimista, un gran líder y un hombre de mucho carisma. Sin embargo, la historia nos dice que detrás de esta fachada luminosa se encuentra una oscura verdad: Churchill llevó a cabo una estrategia económica y militar en Bengala, India, durante la Segunda Guerra Mundial, que provocó una hambruna que terminó matando a millones de personas. Este tema no es recurrente en los libros de historia ni es recordado como un hecho controversial. Sin embargo, vale la pena hacer una revisión del mismo para dar a conocer uno de los hechos más crueles y lamentables de la historia mundial.

Sobre todo, lo que provocó esta hambruna fue la decisión de Churchill de hacer llegar la mayoría de granos y víveres a sus soldados hasta Oriente Medio y Egipto, donde se hallaban defendiendo el Canal de Suez de los ejércitos de Italia y Alemania, dejando de lado a la población civil, la cual se quedó prácticamente sin alimento. Además el gobierno inglés decidió adueñarse de todo medio de transporte que pudiera llevar alimento a las comunidades de Bengala, tales como camiones, autos, motocicletas y hasta elefantes de carga. Aunado a ello, los dirigentes ingleses se adueñaron de diversos campos de cultivo de arroz para convertirlos en pistas de aterrizaje.

Las protestas ante tamaña injustica no se hicieron esperar por parte de la población civil y grupos políticos molestos ante esta decisión que estaba matando a la población.  Las revueltas fueron aplastadas por los soldados ingleses de manera violenta, provocando la detención de más de 60 mil personas y la ejecución de unas 2 mil 500. Pacifistas como Mahatma Gandhi luchaban porque la población obtuviera no sólo la independencia de Inglaterra sino los alimentos necesarios para su sobrevivencia. 

Los víveres no sólo eran destinados a los frentes de guerra, sino que otra parte iba directamente a Inglaterra para alimentar a la población de las grandes ciudades. Se estaba provocando en Bengala una hambruna de proporciones colosales. Churchill, cruel y déspota, dijo sobre esta situación y los indios que eran una raza débil que se había reproducido en exceso y que ahora tenía que pagar las consecuencias de verse en la escasez por su sobrepoblación. Y añadió: “las peores personas del mundo después de los alemanes son los indios”.

El Secretario de Estado, Leo Amery, pensaba, al igual que Churchill, que los indios eran una raza condenada de antemano y que la prioridad del gobierno inglés debía centrarse en apoyar por completo a sus soldados en la lucha que sostenían. Así fue como la cadena de hambruna fue en aumento: las pequeñas poblaciones fueron las primeras en padecer los rigores de la escasez, la cual llegó de manera trágica hasta los asentamientos más grandes. Por semana se registraban alrededor de 10 mil muertes y los cadáveres podían verse a simple vista en las banquetas sin que nadie pudiera evitarlo. Familias enteras morían en el interior de sus hogares y los niños eran los más propensos a fallecer de forma más rápida.

Algunas familias llegaban al extremo de sacrificar a los más pequeños o los más ancianos para que los demás pudieran tener más posibilidades de obtener alimento. Los perros incluso sufrieron por esta escasez, sembrando las calles con sus cadáveres. Hubo intentos desesperados por obtener algo de alimento: las mujeres comenzaron a prostituirse en las calles, las familias vendían a sus hijas a familias pudientes como sirvientas con tal de que pudieran sobrevivir, muchas familias pusieron a la venta sus hogares o escasas pertenencias. Era una desesperación trágica la que se veía en Bengala y en otras ciudades grandes como Calcuta, Howrah, Midnapur, Faridpur o Barisal.

La alta proliferación de cadáveres en las calles comenzó a causar enfermedades como el cólera, tifus o disentería. Algunos cuerpos eran arrojados a los ríos para que la corriente los llevara hasta el mar.

Sin embargo, esta situación no podía pasar desapercibida durante más tiempo: el periódico Statesman fue el primero en percatarse y denunciar el acontecimiento. Otro personaje que fue vital para que el mundo se enterara de lo que estaba pasando en la India fue el fotógrafo Ian Stephens, quien se dedicó a recorrer las calles de Bengala sacando imágenes de la tragedia que se vivía en la ciudad.

El suceso fue aprovechado por los rivales de los ingleses para denunciar a nivel internacional lo que éstos hacían y justificando de esa manera la guerra contra ellos. No quedó más remedio a los altos mandatarios ingleses que comenzar la repartición de víveres a Bengala, más por la presión mediática que por iniciativa propia. Algunos países como Australia y los Estados Unidos, además de algunas naciones latinas, enviaron alimentos a la India como una ayuda ante la desesperada situación de sus habitantes. Fue en 1944 cuando la situación comenzó a estabilizarse en favor de la población india.

Más de 3 millones de personas murieron en Bengala, India, debido a esta terrible situación. Se trata de uno de los crímenes en contra de la humanidad más terribles y deshonestos de que se tenga memoria. Jamás será válido atentar en contra de la vida de millones sólo por ganar guerras inútiles y despiadadas que dejan una huella imborrable en la humanidad.






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Caso Cassandra se Internacionaliza

Resulta que gracias a El Plural nos hemos venido a enterar que el caso de la condena a la tuitera española Cassandra por atreverse a compartir bufonadas en contra de la memoria de la indefensa víctima del terrorismo, el gran demócrata Luis Carrero Blanco, está llamando la atención allende las fronteras de la Una Bajo Dios:

España en la prensa internacional: “Una mujer, condenada a cárcel por hacer chistes sobre la era de Franco”

‘The Guardian’ se hace eco de la sentencia a Cassandra Vera por tuitear sobre el asesinato de Carrero Blanco
La noticia de la sentencia contra Cassandra Vera, la tuitera que colgó 13 chistes sobre el asesinato del jefe del Gobierno franquista, Carrero Blanco, ha sorprendido más allá de nuestras fronteras. La información la recoge el diario británico The Guardian, con el titular: “Una mujer, condenada a cárcel por hacer chistes sobre un asesinato en la era de Franco”.

“Un tribunal español condenó con la cárcel el miércoles a una joven por publicar chistes en Twitter sobre el asesinato en 1973 de una figura de alto rango en la dictadura franquista”, señala The Guardian, para aclarar, un par de párrafos después que “es poco probable que vaya a la cárcel porque los condenados por crímenes no violentos con una sentencia de menos de dos años no son encarcelados”.

“Vera publicó 13 tweets entre 2013 y 2016 sobre el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, quien era el primer ministro del dictador Francisco Franco y su heredero aparente. Fue asesinado en un atentado con coche bomba en Madrid el 20 de diciembre de 1973, llevado a cabo por el grupo separatista vasco Eta”, añade The Guardian.

“El caso ha planteado cuestiones sobre la libertad de expresión en España y Vera ha recibido mucho apoyo. El líder del partido de extrema izquierda Podemos, Pablo Iglesias, la acompañó a su juicio”, subraya. De hecho, The Guardian recuerda que “incluso la nieta de Carrero Blanco atacó la medida por parte de los fiscales para acusar a Vera y someterla a juicio, diciendo en una carta enviada al diario El País en enero que aunque las bromas eran de mal gusto no eran dignas de tal acción legal”.

“‘Tengo miedo de una sociedad en la que la libertad de expresión, por lamentable que sea, puede llevar a penas de cárcel’, escribió Lucia Carrero Blanco”, concluye The Guardian.


Nos preguntamos si lo anterior tendrá que ser motivo de angustia y preocupación para el mediocre comediante canadiense Chevy Chase quien desde las pantallas estadounidenses durante mucho tiempo aprovechó la inocencia de los productores de Saturday Night Live (SNL) para burlarse de ese quijotesco adalid de la democracia y los derechos humanos de nombre Francisco Franco Bahamonde.

Vean ustedes y juzguen:

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Guerreros Vascones Romanizados

Si ustedes estimados visitantes alguna vez vieron la película King Arthur con Clive Owen en el papel protagónico y Mads Mikkelsen en el papel de Tristan, tal vez aún tenga la duda del origen de los abigarrados y eclécticos legionarios - Caballeros de la Mesa Redonda en el lore anglosajón - que le acompañaban en sus aventuras en contra de los invasores.

Pues bien, con este articulo publicado en la página titulada Kondaira venimos a complicarle a ustedes aún más el asunto. Por cierto, si lo desean, archiven esto bajo la etiqueta Kurlansky-Arzalluz:


En pasados siglos se creía erróneamente que la supervivencia de la lengua y del pueblo vasco se debió a un aislamiento de los vascos, a una carencia de romanización de las tierras vascas. El estudio de la documentación histórica y de los hallazgos arqueólogicos de la época romana en tierras vascas ha desmentido continuamente estas creencias erróneas, mostrándonos a los vascos como gentes romanizadas y plenamente integradas en el Imperio Romano. Al igual que los albaneses y los griegos formaron parte del Imperio Romano y conservaron su idioma, lo mismo ocurrió con los vascos. El estudio de esta época nos habla también de una colaboración y buen entendimiento entre las tribus vascas y los romanos, un pueblo romano que supo respetar e integrar dentro de sí a pueblos de muy diferente origen, lo que permitió que el Imperio Romano se prolongara durante tantos siglos a ambos lados del mar mediterráneo.

Tácito, senador, cónsul, gobernador e historiador del Imperio Romano, nos indica que Galba, que fue emperador de Roma, en su levantamiento contra Nerón reclutó cohortes (unidad militar romana) integradas por vascones y que estas intervinieron sofocando la rebelión bátava y germana liderada por Civilis en el 69 d.C. 

Los bátavos (de la actual Holanda) y germanos rebeldes atacaron el campamento de legionarios romanos de Asciburgium (actual Asberg, cerca de Düsseldorf [Alemania]) degollando a sus legionarios, siendo enviadas cohortes vasconas en auxilio de estos legionarios masacrados. Estas cohortes vasconas, de reciente creación y, por tanto, poca preparación, y muy inferiores en número a los sublevados bátavos y germanos, crearon gran espanto en los sublevados. La mejor infantería bátava y todo el contingente germano fue roto y degollado por los vascones. Tácito no indica el número de cohortes vasconas pero utiliza el plural, por lo que podrían ser dos o más cohortes vasconas las que participaron, sólo se percibe por la crónica que eran muy inferiores en número a los bátavos y germanos sublevados, y que su fiereza en el combate permitió su victoria. Esta fiereza y destructividad de los vascones en el combate será una constante en las crónicas históricas, no sólo de la época romana, sino también de la posterior época franco-visigótica, cuando los vascones se enfrentarán durante tres siglos de guerras continuas al norte contra los francos y al sur contra los visigodos. A partir de esta época a todos los vascos se les conocerá en las crónicas con el nombre de vascones (en la anterior época romana sólo hacía referencia a los de Navarra, La Rioja y el noroeste de Aragón), desapareciendo las tribus vascas anteriores, y visualizándose a los vascos como un único pueblo extendido al norte hasta casi Burdeos, al oeste hasta Cantabria y al este, por los Pirineos, hasta el noroeste de Cataluña.

Después de pacificada Batavia (Holanda) y la Germania es muy posible que estas cohortes vasconas fueran enviadas poco después a la conquista romana de Britania (isla de Gran Bretaña) ya que en un documento romano datado en el año 105, descubierto en Sydenham (Inglaterra) y conservado en el Museo Británico, aparece una segunda (II) cohorte vascona en Britania con el nombre de “Cohors II Vasconum equitata civium Romanorum” integrada posiblemente por 500 soldados y que poseía a su vez una unidad auxiliar a caballo (equitata). Por el nombre de la cohorte sabemos que los vascones que la integraban poseían la ciudadanía romana, honor que les fue otorgado quizá por su hazaña en la Germania Inferior. 

En dos documentos encontrados en la antigua colonia romana de Valentia Banasa (en el norte de Marruecos) y conservados en el Museo de Rabat datados el primero en el año 109 y el segundo entre los años 114 al 117 se nos indica que esta cohorte ya no se encontraba en Britania sino en la Mauritania Tingitana. Posteriormente vuelve otra vez a Britania (año 122) acompañada en su estancia en la isla, entre otras cohortes de diferente origen, por una de la tribu vasca de los várdulos (abarcaban gran parte de la actual Guipúzcoa y Álava), su nombre era la “Cohors I Fida Vardullorum milliaria”.

Otros documentos siguientes nos indican que a partir del 157 y hasta el 160 la cohorte vascona vuelve a la Mauritania Tingitana, no disponiéndose de más documentos sobre esta cohorte.

Sobre los soldados vascones sabemos que el emperador Julio César tuvo durante mucho tiempo una guardia personal integrada por soldados de la ciudad vascona de Calagurris (Calahorra, La Rioja), ciudad que vio nacer al eminente retórico vasco-romano Quintiliano, el mejor profesor de retórica del mundo antiguo junto a Isócrates, e instructor de hijos de emperadores romanos.

La primera referencia a gentes de la tribu vasca de los várdulos es del año 114 a.C., por Plutarco, indicando que várdulos forman la guardia personal del político y general romano Cayo Mario. 

Várdulos integraron la cohorte “Cohors I Fida Vardullorum milliaria” antes citada, que poseían ya la ciudadanía romana y estuvo presente en Britania entre el 98 y 145 d.C. y puede prologarse su estancia allí hasta mediados del siglo III d.C., siendo Britania su principal ubicación. Estuvo destacada en la frontera misma del Imperio Romano, en Escocia, durante más de dos siglos y medio, siendo su labor principal la de fuerza de choque frente a los ataques fronterizos desde el norte. La cohorte várdula estaba integrada aproximadamente por 240 jinetes más 760 infantes. Existieron varias cohortes várdulas debido al número uno indicado en su nombre (I), pero solamente se conserva documentación sobre la primera. El hecho de que llevara como componente de su nombre “Fida” se debe a que los miembros de la cohorte prestaron en algún momento fidelidad a algún emperador en momentos difíciles de intento de derrocamiento o de alzamiento al poder, y por su lealtad le fue concedido el honor de llevar en su nombre el componente “Fida”.

Entre otras cohortes integradas por vascos estuvo también la cohorte formada por miembros de la tribu de los caristios (extendidos por gran parte de Vizcaya y parte de Álava), la “Cohors Carietum et Veniaesum”. Los Veniaesum se encontraban al sur de Caristia, su principal ciudad fue llamada por los romanos con el nombre de Veleia, y que los vascos pudieron denominar antes de la llegada de los romanos como *Ili ("ciudad"), que por influencia del latín vulgar pasaría a llamarse *Ilone, evolucionando posteriormente a *Ilune y, en otros topónimos, a la forma contraída *Ilun. Existe constancia, por ejemplo, de que la localidad navarra de Lumbier se llamó en época romana Ilumberri [ "ciudad nueva" ], la actual forma castellana, Lumbier, deriva de la forma vasca de la época romana. La capital de los vascones, Pamplona (en vasco Iruñea o Iruña, capital de Navarra), así como Irún (en Guipúzcoa, la antigua ciudad romana de Oiasso) también se debieron llamar con esta forma vasco-latina de *Ilune o *Ilun, por lo que en euskera de la época romana las tres ciudades, posiblemente, debieron de acompañar su nombre por algún rasgo geográfico o tribal que las diferenciara, y del que no ha quedado constancia escrita.

    *Ili ("ciudad" en protovasco) > influencia del latín vulgar en el euskara arcaico > *Ilone > *Ilune

        Iruñea = *Ilune > se añade el artículo vasco > *Ilune + a > *Ilunia > *Iluñia > *Iluñea > Iruñea

        Iruña = *Ilune > se añade el artículo vasco > *Ilune + a > *Ilunia > *Iluñia > *Iluña > Iruña

        Irun = *Ilune > *Ilun > no se le añade el artículo vasco > *Ilun > Irun






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Algunos Detalles del 8 en Baiona

Los cinco de Luhuso, conocidos como Artesanos de la paz, están dando lecciones de como se debe de resolver un conflicto desde la perspectiva de quienes resistieron al embate de estados imperialistas y genocidas.

Han dado a conocer algunos detalles con respecto a lo que va a tomar lugar el 8 de abril en Baiona y por lo que percibe en esta nota de Naiz, la jornada será muy provechosa para los asistentes, sobre todo para los que genuinamente desean que se abra un panorama de auténtica superación del conflicto.

Aquí les dejamos con esto:


El colectivo de «artesanos de la paz» ha dado a conocer algunos detalles de la «jornada de desarme» que tendrá lugar el próximo 8 de abril. Las operaciones con armamento tendrán lugar fuera de Baiona por «seguridad», mientras que llaman a concentrarse en la capital labortana como respaldo a esta iniciativa.

Los responsables de este acto han explicado que están llevando a cabo numerosas reuniones con expertos internacionales, representantes institucionales vascos, miembros de partidos políticos y de la sociedad civil. Señalan asimismo que «el desarme total de ETA debe de permitir avanzar en la resolución de todas las consecuencias del conflicto (presos, exiliados, víctimas, convivencia…) y debe llevarse a cabo de manera respetuosa hacia todas las partes del conflicto y todas las sensibilidades políticas». 

Las operaciones de desarme se realizarán fuera de Baiona, garantizando las medidas de seguridad y un desarme «total, verificable y verificado». En la capital labortana, al margen del escenario de las operaciones de desarme, los artesanos de la paz llaman a la ciudadanía a acudir al centro de la ciudad a partir de las 15.00 para mostrar su respaldo. «Será una concentración masiva, plural, con respeto al sufrimiento padecido por todas las partes».

Antes, desde las 10.30, tendrán lugar diferentes charlas con presencia de expertos en resolución de conflictos.   





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jueves, 30 de marzo de 2017

Tres Metros Sobre el Tiempo

A todos aquellos que en un alarde de institucionalismo opten por respaldar el relato del franquismo-borbónico con respecto a la culminación del desarme de ETA este 8 de abril en Baiona, les compartimos este artículo dado a conocer en El Diario con respecto a la fanfarronería en la que se comporta este régimen heredero del fascismo europeo del siglo XX:


Javier Gallego

La Audiencia Nacional ha ascendido a Carrero Blanco a los cielos más aún que la bomba de ETA y ha tirado a la Justicia española a una cuneta con el resto de las víctimas del franquismo. Eso han hecho tres jueces de la Audiencia, Juan Francisco Martel, Carmen González y Teresa Palacios, que han condenado a la tuitera Cassandra Vera a un año de cárcel por sus chistes sobre el presidente del gobierno franquista al que consideran víctima del terrorismo. Niego la mayor. Carrero no es víctima del terrorismo, es verdugo de un régimen terrorista, que es justo lo contrario.

Todo está al revés en esta insostenible, incongruente y grotesca sentencia propia de un sistema totalitario, no de una democracia. Se juzga en serio el humor, la libertad de expresión se castiga con cárcel y se llama terrorismo a la sátira, terrorista a quien bromea y víctima a la mano derecha de un dictador. Es un insulto a las verdaderas víctimas, las del franquismo, y a sus familias, que no han podido ver cómo se juzga a sus torturadores y asesinos, pero tienen que leer que uno de los máximos responsables del régimen merece “respeto y consideración”. Él no lo merece porque no es víctima y por tanto tampoco lo son sus familiares. Respeto y consideración merecen los muertos en las cunetas, no el régimen que los enterró allí.

Argumentan los magistrados que las víctimas del terrorismo lo son siempre con “independencia del momento en el que se perpetró el sangriento atentado”. Mentira. Es una aberración separar los hechos del contexto, un juez lo sabe tanto como un historiador. Los atentados contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial no son terrorismo, son actos de heroica resistencia, lo mismo que el asesinato de Carrero Blanco fue un acto de sabotaje a una dictadura genocida. ETA se convierte en terrorista después. Entonces, el terror lo perpetraba el Estado franquista. Estos jueces no condenan sólo a una inocente sino que reescriben la Historia para indultar al fascismo.

Pero no sólo la Historia y la moral dicen que el atentado de Carrero no fue terrorismo, lo dice la Ley de Amnistía de 1977 que exoneró a sus responsables, como eximió de culpas al franquismo. Ahí nace la gran paradoja que convierte este proceso en kafkiano. Se llama terrorismo a lo que la legalidad española no reconoce como tal y se condena a una persona por bromear sobre una dictadura que no puede ser condenada pese a sus crímenes. Es una broma de muy mal gusto que la criminal termine siendo una ciudadana y no el criminal al que se refiere. Estos jueces castigan con pena de prisión a una tuitera, en un país en el que Billy el Niño está libre.

La sentencia no es sólo un peligroso retroceso en las libertades, es un retroceso temporal hasta el franquismo. Hay jueces, políticos y policías que atufan a pasado y quieren devolvernos al Estado policial. En los últimos meses, estamos viendo cómo se persigue como terrorista a quien ejerce la crítica o la sátira. Uno de cada tres casos de terrorismo que se juzgan hoy en España, son casos de libertad de expresión. Ahora que ETA no mata, matemos al mensajero, hagamos que la gente sienta miedo de nosotros. Esta sentencia da miedo, sí, porque es una advertencia para que nos estemos callados y seamos sumisos.

Dicen los magistrados que la tuitera es culpable de "desprecio, deshonra, descrédito, burla y afrenta" a las víctimas. Pero son ellos los que desprecian la verdad, deshonran su profesión y generan descrédito hacia la Justicia con una sentencia que es una burla a la inteligencia y una afrenta a la libertad. Carrero no es la víctima, la víctima es Cassandra, a la que esta sentencia -si el Supremo no lo remedia- le destroza la vida, la inhabilita para ser profesora como quería y le va a hacer perder la beca con la que estudia. La víctima es el Estado de derecho, las víctimas somos nosotros.



Solo pedimos al autor Javier Gallego como es que si España no ha dejado de ser franquista, y él lo demuestra muy bien en su texto, ETA puede haberse "convertido" en terrorista "después". ¿A partir de cuándo es "despúes"?

Más aún... ¿qué será el régimen que condenó a Cassandra DESPUÉS del 8 de abril?






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Los Peperos y Su Delirante Relato Veraz

Como era de esperarse desde el ala dura del franquismo borbónico se han pronunciado con respecto al hito programado para el 8 de abril en Baiona cuando la organización antifascista más longeva y efectiva de Europa proceda a desarmarse ante su propio pueblo sumándose así a una red de colectivos soberanistas que se ha formado y fortalecido en toda la geografía de Euskal Herria, ante la negativa por parte de dos estados colonialistas y genocidas a sentarse a la mesa de negociación para promover un proceso de paz y reconciliación.

Claro que ellos, enfermizamente obcecados como son, dan su propia versión - idéntica a la de ATA, por cierto-, tal como nos cuenta Gara en esta crónica:


El PP pregona que el día 8, en Baiona, se va a producir el «acto de rendición» de ETA, pero no debe tenerlas todas consigo cuando en lugar de sumarse a la convocatoria en la capital labortana, ha decidido contraprogramarla con otro acto para defender «el testimonio veraz».

Iñaki Iriondo

Demasiadas veces el lenguaje gestual, los actos, contradicen a las palabras. «Lo importante es participar», dice el atleta llorando desconsolado por no haber ganado; «estoy muy contenta por ella», saluda la científica con el ceño fruncido al ver que una colega recibe la distinción por su descubrimiento; «un regalo precioso», responde el padre al recibir el enésimo par de calcetines. «El desarme de ETA es una buena noticia», afirman desde el PP, mientras no paran de ponerle peros.

Ante la jornada del 8 de abril, la nueva secretaria general del PP de la CAV, Amaya Fernández, lanzó ayer el discurso oficial de que «ese día lo que los vascos vamos a ver es la rendición de la banda terrorista. No estamos ante un acto de voluntad por mucho que algunos quieran presentarlo así, sino que estamos ante un acto de rendición, que es el éxito compartido de una mayoría de vascos que nos supimos enfrentar, en su momento, a la banda terrorista».

Ese era el dicho, porque el hecho es que en lugar de acudir a los actos de ese supuesto «Día de la Rendición» en Baiona, junto a sus homólogos del centro y la derecha de Iparralde, muchos de ellos convocantes del mismo, el PP va a organizar su propia celebración del «Día de la Victoria Auténtica» en plan Juan Palomo, «yo me lo guiso y yo me lo como». Bueno, quizá puedan atraer al exministro de la patada en la puerta, José Luis Corcuera, apologeta de miembros del GAL indultados.

En el fondo, Mayor Oreja

Anuncios de tregua, fin de la actividad armada, desarme... cada paso de ETA que es recibido como un motivo de optimismo por la mayoría de la ciudadanía vasca, es transformado por la maquinaria propagandística del PP en un objeto de discordia.

En el fuero interno del aparato del PP ha triunfado la tesis de Jaime Mayor Oreja de que ETA lo dejó al ver que «su proyecto no necesita matar porque las treguas sucesivas, treguas trampa todas ellas, les han dado una posición política mejor. ¿Para qué van a matar si está avanzando el proyecto de ruptura?».

Por eso, Amaya Fernández dice que en el acto que va a organizar el PP se va a poner en el escenario el «relato veraz»; la verdad de que el desarme de ETA «no es un acto voluntarioso de la banda terrorista, sino fruto del trabajo de las FSE, y del compromiso social, que ha abocado a la banda terrorista a tomar esta decisión».

Eso se pregona, pero los gestos nos devuelven a Jaime Mayor Oreja, que la semana pasada insistía en que «no se ha vencido a ETA», porque «continúa en vigor su proyecto de ruptura».

El exministro del Interior subrayaba en otras declaraciones anteriores de este mismo año que «¿cómo vamos a pensar que hemos derrotado a ETA si uno se asoma al Parlamento Vasco y ve que la suma de diputados del PP y del PSOE tiene la misma fuerza que los diputados de ETA, a los que habíamos ilegalizado desde la Justicia española? Su proyecto va avanzando y no se ha quedado solamente en el País Vasco, es que dio un salto inédito a Cataluña, con el acuerdo de Perpiñán entre ETA y ERC. Ahí empieza –aseguraba en “Vozpópuli”– este proceso que hoy tenemos en Cataluña. ¿Cómo se va a sentir derrotada ETA si su proyecto nació para romper España y está avanzando también desde Cataluña?»

Presencia del Gobierno

La secretaria general del PP de la CAV, Amaya Fernández, dio pocos detalles sobre la convocatoria de su partido, no se sabe si porque obedecía a una idea improvisada en la recién celebrada reunión del comité de dirección o por equipararse a la discreción que rodea al acto de Baiona. Por no precisar, no precisó ni si será el 8 o el 9, ni dónde se va a celebrarse. Y tal vez porque el Gobierno de Lakua mantiene la expectación sobre si participará o no en la convocatoria de los «artesanos de la paz», el PP intenta generar interés sobre si a su llamamiento responderá alguien del Gabinete de Mariano Rajoy.

El peligro para el PP es que ha justificado su convocatoria con la contraposición de que «una mayoría de vascos pueda ver a quienes pretenden ensalzar la rendición de la organización terrorista ETA en Baiona y a quienes vamos a estar aquí, defendiendo ese testimonio veraz», y quizá la comparación les sea desfavorable.

El Basque Friendship Group pide a Madrid y París que «aprovechen la oportunidad»

El Basque Friendship Group respaldó ayer el desarme de ETA, previsto para el próximo día 8 de abril. La diputada europea irlandesa Martina Anderson (Sinn Féin), el flamenco Mark Demesmaeker (N-VA), la gallega Lidia Senra (Alternativa Galega de Esquerda) y el catalán Josep-Maria Terricabras (ERC) dijeron esperar «sinceramente que el Gobierno español y el Gobierno francés aprovechen esta oportunidad y no la obstaculicen».

Los portavoces del Friendship subrayaron que «este anuncio es también una buena noticia para la seguridad, la paz y la democracia de la UE, por lo que pedimos a sus instituciones que apoyen este proceso en la medida de lo posible». Anunciaron que «para ello han solicitado reuniones con el embajador y representante permanente del Estado francés en la Unión Europea y a su homólogo español para dar a conocer su posición sobre el proceso de desarme, mostrar el compromiso y «subrayar su importancia».

Este grupo de parlamentarios europeos «saludan» el anuncio de que «ETA confió a la sociedad civil la responsabilidad de supervisar el desarme de su arsenal» que será completo el 8 de abril.

Corcuera reivindica a Galindo, Barrionuevo y Vera

El exministro del Interior del PSOE José Luis Corcuera reivindicó ayer la labor de su antecesor en el Ministerio José Barrionuevo, del general Enrique Rodríguez Galindo y el ex secretario de Estado de Seguridad Rafael Vera en las investigaciones que llevaron a la detención de miembros de la dirección de ETA en Bidart (Francia), de la que ayer se cumplieron 25 años. Cabe recordar, que todos ellos fueron condenados en su momento como miembros del GAL y después indultados por el Gobierno español.

Corcuera destacó en la COPE la su importancia determinante en la lucha contra ETA. «Otra cosa es que la capacidad de nuestro país de olvidarse de lo importante y de minusvalorar los éxitos de algunas personas sea inconmensurable», lamentó.

Sobre el desarme de ETA mantuvo que «lo que tiene que hacer es acabar y disolverse».






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Bernabé | La Trampa de la Diversidad

La auténtica lucha social, anticapitalista, debe siempre evitar el canto de las sirenas que representa el activismo sin ton ni son.

De eso nos habla Daniel Bernabé en este excelente artículo dado a conocer por La Marea:


“Algunas reivindicaciones empiezan a ser contradictorias con sus objetivos iniciales, de una forma tan sutil que los propios activistas no son conscientes de la espiral autodestructiva en la que están inmersos”.

Daniel Bernabé

Paint me as I am, warts and all
~ Oliver Cromwell

Empieza a resultar tedioso, cuando no inquietante, el repentino interés que intelectuales y comunicadores están mostrando hacia la alt-right, es decir, la ultraderecha de siempre maquillada por la adanista cortedad de este siglo. Cuando algunos hablábamos hace unos años de fascismo de sitcom nos referíamos precisamente a un peligro claro y latente que se podía percibir sin haber estudiado un máster en ciencias políticas de 20.000 euros, aquel en el que las viejas ideas reaccionarias volverían envueltas en los nuevos ropajes de la rebeldía, la identidad y lo mediático aprovechando el desconcierto de la crisis. Que nadie nos hiciera caso se debe a que cuando no formas parte de ningún mundo pautado como el de la academia, lo periodístico o lo literario y, además, por tu clase careces del capital social que te permite promocionarte a través de tus contactos, tu trabajo al final vale lo mismo que las pisamierdas con las que sales a la calle.

Esta introducción sirve, además de como propia reivindicación por el cansancio de que las medallas siempre se las cuelguen los mismos, para ver que tales análisis empiezan a resultar un deslumbramiento inculpatorio. La nueva ultraderecha se parece a la antigua en todo, no solo en programas y peligros, sino también en los métodos utilizados para llegar al poder. La mentira, la política reducida a lo mediático, el fingido interés por cuestiones sociales o la habilidad para apropiarse de manifestaciones culturales ajenas están presentes ya en el fascismo de los años 30, especialmente en el italiano, donde los camisas negras se ganaron las simpatías de la clase media, de bastantes intelectuales y artistas y de algunos obreros utilizando ideas pujantes en su época como el sindicalismo, las vanguardias o la radiodifusión. Quien crea que Hitler y Mussolini aparecieron prometiendo desatar una guerra que costaría 60 millones de muertos se equivoca.

Parece de gran interés explicar, más allá del clasismo y el desconcierto de polluelo asustado que emplea el liberalismo progre, que la pujanza de la ultraderecha actual tiene unas causas estrechamente relacionadas con la pérdida de valor de la democracia parlamentaria bajo la bota de la globalización neoliberal y las enormes desigualdades que este proyecto ha provocado. Lo siguiente, el deslumbramiento inculpatorio, es otra etapa en la que se tiende a sobrevalorar cualquier estrategia de la alt-right. Lo peor de estos análisis es que acaban siempre con la coletilla de: “La izquierda no ha sabido estar a la altura”. Lo indigno es que la frase suele venir de gente que lleva abjurando, minusvalorando y atacando a la izquierda desde hace al menos un par de décadas. Siempre es útil echar la culpa de la intoxicación alimentaria en tu restaurante al cocinero que despediste hace varios años acusándolo de desfasado.

Parece claro que la socialdemocracia devenida en socioliberalismo ha abierto las puertas del desencanto a los ultras. Lo que convendría empezar a pensar es cuál ha sido la responsabilidad en este desencanto de las teorías situadas entre el altermundismo y lo posmoderno que surgieron en los noventa y que han marcado la agenda de la protesta en estos últimos 25 años. Este rotondeo retórico para definirlos viene de una de las pocas cosas que les daban cuerpo común: el interés que ponían en distanciarse de manera tajante del concepto izquierda. Bien es cierto que tras los cascotes del muro y el arriado de navidad en la Plaza Roja (cuentan que en el Vaticano corrieron pías lágrimas) era muy difícil no ya reivindicar el socialismo, sino declararse de izquierdas, unirse de una manera más o menos sentimental a todo aquello. Bien es cierto que la recomposición de un movimiento mundial de protesta fue inusitadamente rápida y apenas ocho años después tuvo lugar la contracumbre en Seattle. Pero no menos cierto es que entre la necesidad y la premura se olvidaron demasiadas cosas que habían sido útiles y se aceptaron otras muchas con la candidez del huérfano reciente.

Ya en el momento actual se observan con asiduidad extraños debates dentro de los movimientos de protesta que son descriptivos de los resultados de aquella apresurada recomposición: activistas feministas teorizando sobre el burka o la prostitución como empoderamiento para la mujer, activistas LGTB defendiendo los vientres de alquiler, activistas animalistas comparando un matadero con los campos de concentración, activistas de lo precario interesándose por la economía colaborativa, activistas culturales reivindicando expresiones de vertedero como populares, activistas de la salud oponiéndose a las vacunas, activistas étnicos tratando la poligamia con respeto o activistas ecologistas capaces de asumir la muerte por desnutrición antes que aceptar avances tecnológicos en los cultivos. Este gigantesco despropósito, hablemos claro de una vez, no solo es trágico en sí mismo por el daño que hace a cada una de las reivindicaciones mostrándolas ante la sociedad como marcianadas inasumibles, no solo es contraproducente por la enorme desorientación que provoca, es dramático especialmente en un contexto donde la ultraderecha presenta a los ciudadanos un programa centrado en cuestiones inmediatas y tangibles como el empleo, la seguridad o la lucha contra la corrupción y fácilmente admisibles desde el siempre conservador sentido común como el nacionalismo o lo identitario (otra cuestión es la verdadera agenda de los ultras).

¿Significa esto que todos los epígrafes anteriores son un error en sí mismos, que sus reivindicaciones no son justas, que sus objetivos no pueden ser compartidos por la mayoría? ¿Significa esto que todas estas expresiones de lucha son parcialidades que deben ser postergadas sine die? En absoluto. Significa que todos los epígrafes anteriores han sido afectados por el posmodernismo y lo neoliberal hasta un punto donde algunas de sus reivindicaciones empiezan a ser contradictorias con sus objetivos iniciales, de una forma tan sutil que los propios activistas no son conscientes de la espiral autodestructiva en la que están inmersos. Por otro lado determinadas expresiones del feminismo, lo LGTB o el ecologismo no están mucho peor que la gastronomía, la literatura o la ciencia. La dolencia no es propia de unos colectivos o un pensamiento, la dolencia es un mal de época, consustancial a un sistema económico y beneficiosa para las minorías que detentan el poder.

Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Responder a cada uno de los ejemplos expuestos daría para un artículo por réplica, explicar el camino completo para un ensayo de 300 páginas. Por contra, sí es posible, sintetizando y buscando los aspectos comunes, trazar un mapa con aspiraciones no solo punitivas sino, especialmente, como intento argumentativo que valga para restar miedos a una izquierda acomplejada e inactiva frente al movimientismo.

Para alguien que se topaba por primera vez en su vida con una protesta, tomar parte en una manifestación antiglobalización era desconcertante. José María Aznar, gracias a su provincianismo doloroso, expresó una genialidad involuntaria al definir una de estas marchas como: “Un lío con mucha gente”. La verdad es que no se puede explicar mejor. Si bien se suponía que lo que congregaba allí a los manifestantes era específicamente el rechazo a alguna de las cumbres de un organismo financiero internacional y de forma más extensiva un difuso anticapitalismo, aquello acababa siendo una multitud donde importaba más exaltar la especificidad de cada cortejo que cualquier reivindicación común. Había un momento, de hecho, en que las mochilas no daban para guardar más pasquines de organizaciones y causas cercanas a la disgregación atómica. La antiglobalización daba sensación de una enorme diversidad, pero era en realidad escasamente representativa. La consecuencia, además de la poca operatividad, era paradójica, ya que no era raro acabar en una conferencia impartida por un activista de Torrelodones, con un gran conocimiento sobre la deforestación del entorno de las comunidades mapuches que desconocía por completo cuáles eran las condiciones laborales de las trabajadoras del servicio doméstico en su ciudad. Aquello de piensa globalmente, actúa localmente pareció no querer entenderse nunca del todo.

La anécdota, además de para revelar la edad de quien escribe, es sintomática de algo que ha quedado fijado en la cultura de la protesta: la especialización del activista. Mientras que en el mundo del siglo XX existía la figura del militante, adscrito a una organización política o sindical, con aspiraciones de cambio general y ligada fuertemente a un territorio o una rama de lo laboral, en el  siglo XXI existen activistas que dedican gran energía por un corto espacio de tiempo a temas sobre los que su labor tendrá un nulo impacto. Cuando los temas, por contra, resultan cercanos, su especificidad les lleva a perder por completo la visión general del conflicto. ¿Es por tanto todo esto un problema de actitud, de cortedad de miras, de falta de organización? Puede serlo. Pero sobre todo se trata de un problema ideológico, aquel que surgió cuando los filósofos franceses de cuello vuelto fueron adoptados con entusiasmo por las élites progresistas académicas norteamericanas, muy influyentes en el ámbito teórico y en los consensos en torno al tratamiento del conflicto, pero totalmente inanes en la resolución del mismo y la política inmediata.

Si hay cuatro factores que se repiten en el actual movimientismo son la falta de materialidad en los análisis, el relativismo cultural, la aceptación inconsciente de valores neoliberales y la sobrevaloración del lenguaje y lo simbólico. Si hay uno que manda sobre todos es la falta de crítica a las contradicciones e inconsistencias que se producen.

No es nada nuevo que existan debates en torno a la regulación de la prostitución, sí que exista una parte del feminismo que utilice el argumento derechista de la libertad individual dentro del mercado. Resulta llamativo que publicaciones que dedican un gran espacio a deconstrucciones culturales para hacer visible el patriarcado no tengan entre centenares de artículos una entrevista a las Kellys. O que el mansplaining, un buen análisis sobre un fenómeno cierto, acabe elevándose a teoría para desembocar en una actitud premoderna donde solo tal colectivo afectado por tal opresión puede expresarse respecto al mismo. Es notorio que para poder seguir una discusión sobre género haya que controlar un glosario de anglicismos inabarcables y cambiantes que ni los propios expertos en el asunto son capaces de normativizar. Es sintomático que exista un debate en torno a la precariedad laboral y se exprese sin rubor que la economía colaborativa, el último invento para transformar al trabajador en una unidad de producción sin derechos y atomizada, sea una oportunidad que da la tecnología. Parece normal que exista polémica en torno a las formas de alimentación y su impacto en la salud y el entorno, no tanto que se tache de genocida a un señor que vende filetes. Parece sorprendente que en la discusión sobre los transgénicos se centre la cuestión en conspiraciones absurdas y no en su utilización como herramienta de control económico. Es doloroso que nadie parezca capaz de articular un discurso contra el integrismo religioso desde la laicidad.

Todos estos ejemplos, y las formas de análisis a las que los asociamos previamente, no son el problema en sí mismo, sino el resultado de algo que podríamos llamar la trampa de la diversidad. Asumir que existen conflictos paralelos al del capital-trabajo no es lo mismo que asumir que esos conflictos son independientes y estancos los unos de los otros. Mientras que los movimientos revolucionarios del siglo XX se esforzaron por buscar qué era lo que unía a personas diferentes, el activismo del siglo XXI se esfuerza por buscar la diferencia de las unidades. Así, mientras que el concepto de clase es un intento de, basándose en un análisis de una situación material, buscar algo profundamente transversal que atraviesa nacionalidades, géneros y razas, el movimientismo actual parece empeñado en crear un sistema de análisis donde los individuos son poseedores de privilegios o receptores de opresiones que intercambian al margen de su posición en el sistema productivo. La cuestión no es negar, obviamente, que las personas tienen problemas específicos asociados al género, la raza o la orientación sexual, sino que esos problemas están estrechamente relacionados o bien con necesidades del sistema económico o bien con la estructura ideológica que lo justifica. Así mismo, esas personas no se enfrentarán de la misma forma a esos problemas al margen de la clase social a la que pertenezcan.

Si el capitalismo sabe de algo es de apropiaciones, de triturar con su gigantesca maquinaria de sentidos comunes ideas en apariencia radicales para devolverlas envasadas y desactivadas. Ya tuvimos un presidente negro en Estados Unidos bajo cuya administración los problemas raciales no mejoraron. El líder de la ultraderecha holandesa es homosexual, la líder de la francesa una mujer. Hace no mucho me contaban cómo en una empresa de economía colaborativa, donde la mayoría de sus trabajadores son falsos autónomos, habían instalado retretes unisex para luchar contra la discriminación de género. Hace poco leía un texto donde se explicaba cómo en una cadena de montaje de un país centroeuropeo, con una precariedad delictiva, había un comedor con productos respetuosos con las prohibiciones religiosas alimentarias. Algunas multinacionales se han mostrado solidarias con el refugees welcome.

Se diría que mientras que nos arrojan por la borda lo hacen siempre muy atentos a nuestras especificidades y creencias, a nuestra excluyente diversidad. Lo peor es que lo empezamos a asumir como una victoria.






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miércoles, 29 de marzo de 2017

La Receta Chilena en Venezuela

Cortesía de Investig'Action traemos a ustedes este artículo en el cuál se denuncia la actual estrategia injerencista estadounidense en Venezuela:


En Venezuela está desarrollándose ante nuestra mirada el mismo guión chileno que impuso el neoliberalismo mediante un golpe de estado.

Alex Anfruns

Chile siempre se ha presentado como un “milagro económico”. ¿Es una forma de relativizar los crímenes del fascismo implementadas a la luz del día en la década de 1970?  Y también hubo otros responsables menos conocidos en la sombra: los “asesinos financieros” del FMI y sus ideólogos, los Chicago Boys. Pero lo que para unos es un milagro, para otros es una maldición. A finales de marzo, 2 millones de personas han salido a las calles para exigir el fin de las las AFP (el viejo sistema de pensiones heredado de la dictadura de Pinochet).

Como en el caso chileno, la oligarquía importadora venezolana, que importa y monopoliza determinados productos con el fin de sembrar el descontento en la población, puso en marcha un verdadero sabotaje económico. Pero eso ha durado demasiado tiempo, y el pueblo no se ha quedado de brazos cruzados. Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) han demostrado ser una solución creativa y eficaz, frente a las puñaladas traperas de toda clase que atraviesa la Revolución Bolivariana.

Mientras tanto, siempre se presenta a Venezuela como un país sumido en la pobreza, en la que nada funciona y donde no se encuentra nada que comer. Es el espejo invertido del “milagro chileno”. Qué curioso, porque a diferencia de Chile, Argentina o Brasil, en Venezuela la mayoría del pueblo apoya al gobierno, como lo muestran las encuestas.

Como siempre, la realidad es mucho más compleja. No tengamos la memoria corta. Después de la desaparición física de Chávez, la derecha mostró qué camino iba a andar: el no desconocimiento de los resultados de las elecciones de 2013, el llamado a derrocar al gobierno por la violencia (Operación La Salida), la campaña de amnistía al verdugo Leopoldo Lopez y, más recientemente, el llamado a la destitución del presidente Maduro.

Sus declaraciones estruendosas ya son incontables. La última “hazaña” de la oposición venezolana ha sido apelar a la intervención extranjera para poner fin a la Revolución. Pretende que la Carta Democrática de la OEA (“Organización de los Estados Americanos” con sede en Washington) tendría un “valor superior” que la Constitución Bolivariana de 1999. Sin embargo, eso equivale a transformar a Venezuela en un protectorado, una semi-colonia del imperialismo de Estados Unidos. Las máscaras han caído. Ese proyecto es el de una derecha fascista. Una traición que debe ser denunciada.

La derecha latinoamericana está tratando de revivir el pasado neoliberal. Para hacer frente a la opresión y las amenazas de la oligarquía, hay que estudiar el pasado reciente y encontrar la inspiración para las nuevas batallas que hay que librar. La resistencia de los pueblos de Nuestra América tiene una explicación: sienten el orgullo de haber recuperado la soberanía con el “No al ALCA” de Chávez. Por ello, la confianza y el optimismo en la capacidad de los pueblos a decidir su futuro por sí mismos serán cada vez más difíciles de detener. En palabras del Che, “a partir de ahora, la historia tendrá que contar con los pobres, los explotados y vilipendiados de América Latina (…) Es una ola que no se va a parar”.








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