Un blog desde la diáspora y para la diáspora

lunes, 30 de noviembre de 2020

Juana Mir

El rescate histórico de los vascos represaliados por el franquismo es indispensable para dotar de todos los colores esa acuarela que representa los oscuros años del franquismo en Euskal Herria, etapa en la que el nacionalismo español alcanzó las más altas cotas de terror. Y todo esto en los confines de la Europa Occidental, vale la pena recordar.

Así, desde Público, traemos esta reseña que elaboró nuestro amigo Danilo Albin, misma que nos aporta pinceladas de una investigación llevada a cabo por la escritora Ascensión Badiola, misma que se ha visto materializada en un libro dedicado a la memoria de Juana Mir, periodista desconocida... hasta el día de hoy.


Lean:

Juana Mir, la periodista que el franquismo silenció en el paredón

La historiadora Ascensión Badiola publica una novela basada en la historia real de esta reportera, condenada a muerte en 1937 por sus artículos contra el bombardeo de Gernika y Durango. No hay ninguna foto que permita conocer su rostro.

Danilo Albin

Todo ocurrió muy rápido. En cuestión de semanas, la vida de Juana Mir estalló en mil pedazos. Se callaron sus pensamientos, se silenciaron sus artículos y se borró su voz. Todo eso ocurrió a fuerza de disparos en el paredón del cementerio de Derio, en Bizkaia, lugar elegido por los franquistas para asesinarla. Luego tiraron su cuerpo a una fosa común. Creían que ya no habría más que silencio y olvido, pero un libro escrito por la historiadora Ascensión Badiola acaba de tumbar definitivamente ese macabro plan.

Nacida en 1893 en Pamplona, Juana Mir es hoy un nombre sin rostro: no hay ni una sola imagen que ponga cara a esta periodista, una de las pocas en la prensa de la República española. No hay fotos, pero sí una sentencia que sobrevivió al tiempo y que fue localizada por Badiola: la condena a muerte dictada por la dictadura franquista, que se cumplió aquel maldito 5 de agosto de 1937.

A lo largo de las 140 páginas que conforman La decisión de Juana Mir (Editorial Txertoa), la historiadora vasca –autora de otros trabajos relacionados con la represión franquista– llega precisamente a ese día en el que todo terminó. Antes de alcanzar ese momento atroz, la novela muestra a "una mujer coherente con lo que piensa" en medio de una "una historia muy fuerte y motivadora", señala a Público su autora.

Mir –cuyo padre, también periodista, se había desempeñado en diferentes periódicos– trabajó en el diario bilbaíno La Tarde. "A partir de 1936 fue la titular de la columna La mujer escribe, desde la que denunció la crueldad del Ejército sublevado", señala la editorial Txertoa en la sinopsis de este libro, que recibió el premio Ramiro Pinilla 2020.

¿Por qué una novela para contar esta historia real? La escritora señala que eligió ese formato literario porque le pareció el medio más apropiado "para mostrar una serie de emociones". En tal sentido, describe a Mir como una periodista con "una gran fuerza interior" mezclada también "con algo de ingenuidad". "Ella consideraba que el ejército no se metería con una mujer que escribía artículos de opinión. Quise plasmar todo eso junto al miedo vivido", explica. De hecho, Badiola remarca que Mir "mantiene hasta último momento su decisión de no marcharse". Las tropas franquistas habían entrado en Bilbao el 19 de junio de 1937.

El 6 de julio detuvieron a la periodista y la encerraron en la cárcel de Larrinaga, paso previo a la condena de muerte anunciada que sufrieron otras tantas víctimas de la dictadura. Para Mir, al igual que para otros presos del régimen, aquello significó el comienzo del fin.

Aquella periodista "no era republicana, sino que provenía de una familia de derechas", subraya la autora. Ni siquiera así sus asesinos le perdonaron la vida. En un consejo de guerra celebrado el 20 de julio de 1937, fue señalada como "propagandista" de la "causa rojo-separatista". Su "delito" fue escribir artículos en los que se explayaba sobre la guerra y sus efectos aterradores, como los producidos por los bombardeos ordenados por el franquismo contra las poblaciones indefensas de Gernika y Durango que habían tenido lugar unos meses antes.

"Le castigaron con pena de muerte por cinco artículos que se mencionan en el consejo de guerra y que he añadido al final de la novela. Uno de ellos habla simplemente de la crueldad de esos bombardeos y la colaboración de la aviación alemana, algo sobre la que se hablaba en ese momento pero que Franco negaba", relata Badiola.

En aquel texto, Mir hablaba de las relaciones entre el régimen franquista y los nazis. "Desde el principio de la guerra están demostrando que su barniz de religión no sirve de freno a las apetencias insaciables de su codicia (...) Quieren el suelo de nuestra patria para venderlo a otras naciones a cambio de protección de sus capitales y privilegios", escribió aquel 5 de mayo de 1937.

Fusilada junto a Jaureguizar

En su sentencia, el consejo de guerra franquista le condenó a muerte por "infamias y calumnias contra el glorioso ejército nacional". Tenía 44 años. "Juana Mir García fue fusilada en el cementerio de Derio, junto al también periodista del periódico El Liberal, Melchor Jaureguizar Hospitaleche, que escribía bajo el seudónimo de Gogor y otros 13 fusilados más", describe una reseña biográfica escrita por Badiola en la enciclopedia Auñamendi de Eusko Ikaskuntza (Sociedad de Estudios Vascos).  

Auñamendi rescata otros datos recogidos por esta misma investigadora sobre el caso de Jaureguizar, quien además de escribir artículos militaba en el Partido Nacionalista Vasco. Allí consta que tras ser detenido el 1 de julio de 1937 "por el jefe local de Falange de Barakaldo, Máximo López Castaños", fue recluido también en la cárcel de Larrinaga. "En el consejo de guerra que le incoaron, fue acusado de opiniones contra el Movimiento", señala el texto incluido en la enciclopedia de Eusko Ikaskuntza.

Los fusilados aquel día fueron enterrados en una fosa común de ese cementerio vizcaíno. Según ha podido establecer Badiola, Juana Mir  fue sacada de allí en 1945 –previsiblemente por su hermano o su hermana– y enterrada en una tumba familiar de ese mismo cementerio. Ahora su dramática historia ha cogido forma de novela. El largo silencio ya no existe.


Recordemos que a la fecha Madrid sigue sin reconocer su participación en el bombardeo de Gernika, a diferencia de los alemanes.





°

domingo, 29 de noviembre de 2020

De Burgos a Eibar

Desde Naiz nos llega esta crónica acerca del acto desarrollado en Eibar por la izquierda abertzale -sí, esa que se ha vuelto determinante en Madrid- en el que se ha dado a conocer la ruta de acción para los próximos, años, tomando como referente el parteaguas que representó para el pueblo vasco el Proceso de Burgos, hoy a medio siglo de distancia.

Lean:


El independentismo mantiene su apuesta 50 años después del Proceso de Burgos

Con motivo del 50º aniversario del Proceso de Burgos, un nutrido grupo de personas del ámbito independentista ha presentado un manifiesto y ha anunciado varios actos programados para diciembre.

Asier Robles

El Auditorio de Txaltxa Zelai de Eibar ha sido el lugar donde este domingo se ha presentado el manifiesto que más de 80 personas del ámbito independentista han firmado sobre el 50 aniversario del Proceso de Burgos. Itziar Aizpurua, Miguel Castells, Sabino Cuadra, Jose Luis Elkoro, Jon Fano, Endika Guarrotxena, Paco Letamendia, Ana Lizarralde y Javier Salutregi han sido algunos de los firmantes.

Alrededor de cien personas se han congregado en el auditorio al aire libre. La canción ‘Hemen gaude’ de Ken 7 ha hecho de avanzadilla para la lectura del manifiesto con un estribillo bien claro: «Maite genituen gauzengatik erori ginen preso, baina gure maitasuna oraindik ez dago preso / Fuimos encarcelados por las cosas que amábamos, pero nuestro amor todavía no esta preso».

Después, Itziar Aizpurua, una de las enjuiciadas en el Proceso de Burgos, y Olaia Matxain han leído el manifiesto conjuntamente. Han dejado claro que, aunque haya pasado medio siglo, aquel proceso todavía resuena en el interior de la sociedad vasca: «El franquismo quiso procesar, castigar y volver a doblegar a un pueblo que en las tinieblas de la dictadura se había atrevido a levantarse de las cenizas de la guerra».

Asimismo, el manifiesto recuerda que el eco de aquel juicio se extendió desde Euskal Herria al mundo, «para volver fortalecido y hacer temblar al franquismo, a ese régimen que quería borrar la existencia y el futuro de este pueblo».

En el acto han recordado el momento en el que los 16 procesados se pusieron en pie en medio del juicio y comenzaron a entonar el Eusko Gudariak. «Con su valentía, aquel puñado de jóvenes militantes nos enseño a ponernos en pie incluso cuando parece imposible, y su ejemplo perdura hoy en nosotras y nosotros y perdurará en el futuro en el actuar y en los sueños de las nuevas generaciones», destaca el escrito firmado por personas de diferentes generaciones.

«El proceso no ha concluido»

El manifiesto subraya también que el Proceso de Burgos supuso «un hito» para la supervivencia de Euskal Herria. Sin embargo, señala que hoy, 50 años después, el proceso de fondo no ha concluido, ya que «siguen llevando la juventud vasca a los tribunales, pensando que escarmentándola apagarán las ansias de libertad de este pueblo, y los estados que nos rodean no han abandonado la estrategia contra el independentismo».

Por ello, los más de 80 firmantes recuerdan que el camino «no ha terminado» y que, a día de hoy, la independencia «es una oferta política fuerte y que está preparada para competir cara a cara con otras ofertas políticas».

Tal y como han leído Aizpurua y Matxain, el texto acaba recordando las palabras de Telesforo Monzón tras el proceso, «Ezpatari nagusitu zaio herria / El pueblo ha vencido a la espada», y subraya que los «jóvenes soñadores» de las nuevas generaciones vascas seguirán por ese camino, «construyendo Euskal Herria pueblo a pueblo, piedra a piedra, en todos los ámbitos, con la soberanía y la república vasca como objetivo».

Acto nacional el 19 de diciembre a través de NAIZ

Este manifiesto no es la única iniciativa que se va a llevar a cabo alrededor del 50 aniversario del Proceso de Burgos. Tal y como han explicado en el acto de hoy, durante el mes de diciembre organizarán más eventos. Entre ellos han querido destacar el acto nacional del 19 de diciembre que, dadas las restricciones impuestas por el coronavirus, se hará de forma telemática y se podrá ver en NAIZ.

Además, el 10 de diciembre en Eibar y el 20 de diciembre en Etxarri, se harán homenajes a Roberto Perez y Antonio Goñi, que fallecieron a manos de la policía en movilizaciones contra el proceso de Burgos.




°

Determinantes

Cuando la derecha y la izquierda folclórica utilizan el mismo argumento para atacarte quiere decir que estás haciendo las cosas bien.

Mientras que en Kaos en la Red un tal Germán Gorraiz nos habla -adoptando el discurso de la derecha más casposa- de "negativa a condenar el terrorismo de ETA" en Deia un infumable Juan Mari Gastaca tiene a bien informarnos que el independentismo vasco -y el catalán- se ha vendido a precio de saldo. Aún más, en La Razón se da un festín con las siempre desafortunadas declaraciones por parte de ATA y su curioso manejo de los porcentajes.

Y todo porque EH Bildu ha dado su apoyo a los presupuestos del gobierno de coalición PSOE-Podemos-IU. O sea, echar el hombro a la clase trabajadora del estado español como prueba fehaciente del internacionalismo que tanto ha caracterizado a la clase trabajadora vasca.

Nosotros, para poner contexto a todos los despropósitos arriba citados, les compartimos este sosegado y objetivo análisis dado a conocer en Naiz:


De tiroteados y expulsados a grupo de izquierda determinante

En 31 años, la izquierda independentista ha pasado de ser recibida a tiros en Madrid a trabajar como un grupo determinante en las votaciones, con el interés propio de avanzar en materia social, nacional y de presos.

Iñaki Iriondo

Por primera vez, la izquierda independentista vasca va a votar a favor de unos Presupuestos Generales del Estado y lo hará además con un apoyo del 91,5% en una Asamblea con la participación de 1.648 personas. Esto supone un cambio histórico propiciado también por la evolución que se ha dado en el contexto político del Estado. Y aunque las derechas y algunos sectores del propio PSOE insistan en quedarse paralizados en los tiempos de ETA, cada vez hay mayores sectores de opinión con acceso a los medios, que presentan a EH Bildu como una fuerza de izquierda que puede contribuir a transformar cosas.

El viernes de la semana pasada, 20 de noviembre, se cumplieron 31 años de que Josu Muguruza muriera e Iñaki Esnaola cayera gravemente herido en Madrid, cuando balas mercenarias impidieron que pudieran recoger, junto al resto del grupo, sus acreditaciones como diputados. Muguruza era entonces redactor jefe de la sección «Euskadi Política» de ‘Egin’ y Mertxe Aizpurua, actual portavoz de EH Bildu en el Congreso, redactora de esa sección. Lo que son las casualidades.

El 4 de diciembre de 1989, los diputados Jon Idigoras, Itziar Aizpurua y Angel Alcalde, volvieron a la Carrera de San Jerónimo y prometieron acatar la Constitución «por imperativo legal». El presidente, Felix Pons, del PSOE, los expulsó del hemiciclo. Volvieron a intentarlo otro par de veces, en las que fueron igualmente desalojados. HB recurrió al TC que acabó dándoles la razón en primavera de 1990. Hoy en día las fórmulas de acceso al cargo de diputado son diversas y algunas variopintas, un derecho que quienes hacen uso de él deberían agradecer a la izquierda independentista vasca.

Es evidente que en esas condiciones y con ETA en activo, HB tenía poco que hacer en el Congreso, más allá de algún discurso puntual e impactante de Jon Idigoras, que llenaba de orgullo a su militancia, pero de escasa trascendencia práctica. De los partidos que hoy constituyen EH Bildu, eran los diputados de EA quienes mantenían una línea de trabajo permanente en las Cortes.

Primero con Amaiur y después ya como EH Bildu, la izquierda soberanista agrupada inició la presencia continuada en las Cortes. Amaiur se topó con la mayoría absoluta del PP que le privó de la posibilidad de formar grupo parlamentario a pesar de tener siete diputados. Sin embargo, en las siguientes elecciones, en 2005 y 2006, pese a haber visto mermada su representación a dos escaños, por la irrupción de Podemos, Marian Beitialarrangoitia y Oskar Matute acabaron convirtiéndose en votos a tener en cuenta en la moción de censura contra Mariano Rajoy, en la investidura de Pedro Sánchez y  luego en sus «decretos sociales».

Según ha sabido GARA, en la Asamblea de EH Bildu de este jueves, Arnaldo Otegi recordó el acto en el Velódromo de Anoeta del 5 de marzo de 2016 después de su excarcelación. Ante un Podemos emergente, que acababa de ganar dos elecciones seguidas, Otegi habló de la crisis del Estado y, dirigiéndose a la formación de Pablo Iglesias, le dijo que no veía condiciones para una democratización de lo que quedó sin resolver en 1978, pero que si hubiera un resquicio para ello, podían contar con EH Bildu. A eso añadió que esperaba que si esa izquierda comprobaba que el camino era imposible, uniera entonces sus fuerzas con las formaciones independentistas de las naciones subyugadas por el Estado.

Ese «zirrikitu» del que habló Arnaldo Otegi en Anoeta hace cuatros años lo ven abierto ahora con la llegada de Unidas Podemos al Gobierno, junto al PSOE, y con Pablo Iglesias como vicepresidente del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

Para aprovechar esa «ventana de oportunidad», EH Bildu asegura que está trabajando duro tanto en Madrid como en Euskal Herria. El PNV –que según observadores «neutrales» muestra varios indicios de celos– insiste mucho estos días en que la izquierda abertzale ha dado un importante giro en su trayectoria y que está haciendo lo que durante años les ha criticado a ellos.

Claro que la izquierda abertzale ha dado un giro, el más importante fue el de acabar con la actividad armada de ETA, que cabe recordar que les costó años de cárcel a Arnaldo Otegi, Arkaitz Rodriguez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Rafa Díez. Y ahora han encontrado utilidad política y social a su intervención en el Congreso.

Pero también hicieron rectificaciones bruscas en su día quienes pasaron de apoyar la construcción de la central nuclear de Lemoiz a sumarse a la lucha contra Garoña, quienes negociaron el cambio de trazado de la autovía de Leitzaran, quienes pedían a su representantes que boicotearan Korrika y ‘Egunkaria’ para luego ponerse en primera fila, quienes no creían en la huelga feminista del 8-M de 2018 y sí en la de 2019... y el listado puede ser largo.

Ahora, en este escenario, el PNV tiene de nuevo un papel muy importante, vital, pues es el ancla que la mayoría de investidura tiene con sectores tradicionales de centro, cuando el Ejecutivo de Pedro Sánchez es acusado de radicalización izquierdista y cosas peores.
 
Un escenario que se aceleró el 11 de noviembre, cuando Otegi dio a conocer el previsible apoyo a los PGE. Esa entrevista en Radio Euskadi fue preparada como un «acto político» por la dirección de EH Bildu. «Creo que acabo de dar una noticia», subrayó el propio Otegi por si no había quedado claro. Al parecer, el anunció no debió pillar por sorpresa a ninguno de los partidos socios en la coalición.

EH Bildu ve un peligro doble en el marco estatal. Por un lado, la posibilidad de que este Gobierno caiga y sea sustituido por el «trifachito». Pero ve también el riesgo de que una parte del actual Ejecutivo y del viejo PSOE quiera tener a Cs como socio, aunque los números no den hoy, pueden pensar en ello como puente hacia un «pacto de Estado» con el PP. «Son los que pedían a Sánchez que invistiera a Rajoy», comenta a GARA un dirigente independentista.

Ciudadanos ya ha dicho no a estos presupuestos, con lo que este peligro se ve conjurado de momento. Para ello se hizo aquel movimiento político, que la Mesa Política de EH Bildu ha entendido que ha acelerado los tiempos políticos en estas últimas semanas.

Enterarse de una decisión del calado de votar a favor de los PGE por una entrevista, ha suscitado alguna crítica interna, que también tuvo reflejo en la Asamblea, tanto por el funcionamiento orgánico como por la decisión de dar un sí a las cuentas, cuando cabría abstenerse. La mesa respondió que EH Bildu es la única fuerza política que ha decidido en votación su posición –«nadie, ni siquiera las CUP lo han hecho», se precisó–, que el anuncio fue un acto político que consideran exitoso, y que la abstención les hubiera dejado en una posición irrelevante.

En todo caso, EH Bildu insiste una y otra vez que la decisión es más política que relacionada con los números, se trata de dar tiempo a este Gobierno para –sin grandes expectativas– poder seguir avanzando en términos sociales, en la configuración territorial y contra la política penitenciara de excepción.

Por lo que ha sabido este diario, en la Asamblea del jueves Arnaldo Otegi dijo, como lo había hecho también ante los medios, que la política penitenciaria no es objeto de negociación, pero que es evidente que «en las últimas semanas han pasado cosas, no porque se esté negociando, sino porque pasan». Añadió que no creen en las palabras sino en los hechos, y que éstos, aunque «sean insuficientes», se están dando. Y desde EH Bildu entienden que si se sigue trabajando bien, se pueden dar más. Pero es que «cuál es la alternativa», se preguntan.

Y aunque los números no sean lo más importante, no quiere decir que no EH Bildu no haya trabajado en la negociación de las enmiendas, con muchas y largas reuniones –«algunas a deshoras» según ha sabido GARA– con el equipo de Hacienda liderado por el director de Gabinete Carlos Moreno.

Algunas de sus enmiendas fueron rechazadas por estar ya negociadas con el PNV. Según EH Bildu, «no hay ningún problema. Lo importante es que la UPV y el paso de Zorrotza tengan más dinero». Una de las enmiendas que ha satisfecho a los negociadores independentistas fue la última en ser aceptada, la de 3 millones para la renaturalización para el entorno de la marisma de Motondo en Orio, de gran interés científico.

Pero el centro de la operación es político, como perfectamente han entendido desde el «trifachito» al Sr. X. Y ahora pueden.

 

No podíamos dejarles sin la opinión de Tasio con respecto a las declaraciones de la derecha española más cavernícola, esa que convenientemente se olvida de los tiempos en los que se fusilaba a "nacionalistas" vascos a cambio de un tazón de coñac:







°

Justas Demandas por Mikel

Traemos a ustedes esta editorial de Gara inspirada en el caso Zabalza, uno de los más lacerantes en tiempos recientes para una sociedad vasca a merced del terrorismo de estado generado por el españolismo.

Lean:


Deberían tener verdad, justicia y reparación. Demandan verdad.

Hace 35 años, tal día como hoy, Mikel Zabalza ya estaba muerto. Hacía tres días que había sido detenido bajo la Ley Antiterrorista y dos desde que habían comunicado su desaparición, tras una «fuga» inverosímil a la que se agarraba la versión oficial. En aquel momento, solo sabían de su muerte cierta quienes lo mataron. Claro está que lo sospechaba todo el país. Para entonces, lo sabían también los responsables políticos que iban a tapar esa muerte; hasta hoy.

A estas alturas nadie se atreve a negarlo: Mikel Zabalza murió cuando estaba siendo interrogado y torturado por guardias civiles. Nadie, a excepción de los autores impunes de su muerte, sabe qué pasó concretamente en el cuartel de Intxaurrondo. Pero es evidente que las Fuerzas de Seguridad del Estado ocultaron su cuerpo y lo hicieron aparecer en el río Bidasoa días más tarde. Apareció flotando delante de una patrulla de la Guardia Civil, en un lugar donde los buceadores de la Cruz Roja habían realizado un minucioso rastreo días antes. Era un burdo intento de hacer cuadrar la versión oficial sostenida por el Gobierno de Felipe González y por su criminal ministro de Interior, José Barrionuevo.

Hace 35 años, tal día como hoy, aún faltaban 17 días para que el cuerpo sin vida del joven de Orbaitzeta apareciese en el río, intacto, sin marcas. Fue un 15 de diciembre. Calcular los días que faltan es escalofriante.

Durante aquel periodo en el que no se conocía su paradero, hubo policías que informaron a la familia de que Mikel estaba vivo y a salvo, refugiado en Ipar Euskal Herria. Incluso fueron a su casa a decirles a sus padres y hermanos en qué lugar estaba. Cuando estaba muerto y en sus manos. La familia fue a buscarlo a Hendaia, claro, víctimas de un grado de miseria más allá de todo límite.

Relato, impunidad y justicia transicional

La hermana de Mikel, Lourdes Zabalza, ha recordado aquellos terribles momentos en diferentes entrevistas. Además del relato de los hechos, que aun mil veces escuchado resulta estremecedor, la familia siempre ha denunciado que su caso fue excepcional por el desenlace, pero que la practica de la tortura era común y salvaje, y que todo el mundo lo sabía. La compañera de Mikel, Idoia Aierbe, y sus hermanos, Patxi y Aitor, fueron detenidos en la misma operación. También lo fue Ion Arretxe, que dio testimonio de las torturas sufridas.

Otra de las ideas que defiende Lourdes Zabalza es que la presión popular impidió que hicieran desaparecer definitivamente a su hermano, que lo eliminaran después de muerto, como habían hecho antes con José Luis Moreno Bergaretxe “Pertur”, Jean Louis “Popo” Larre, JoseMiguel Etxeberria “Naparra” y Tomás Hernández.

En aquellos días de incertidumbre, por debajo del dolor de la familia, del espanto y la indignación de la sociedad vasca, se escuchaba a los poderes del Estado calculando qué hacer. Fue la movilización social demandando que el Gobierno español contase lo sucedido y que, si Mikel Zabalza estaba muerto, se entregase el cuerpo a su familia, la que forzó aquella torpe escenificación. Tristemente, pese a hundir la versión oficial, aquella pantomima criminal sirvió para garantizar la impunidad a quienes mataron al joven navarro.

Hoy, en Orbaitzeta, se formará una caravana de coches que rememorará la que se organizó el 18 de diciembre de 1985, el día del funeral. La obra “Adiorik gabe” y el documental “Non dago Mikel?” han contado lo que pasó. El libro “La sombra del nogal”, en el que Ion Arretxe narra lo vivido durante su detención y sus consecuencias, es uno de los testimonio más contundentes de las torturas que se aplicaron a ciudadanos y ciudadanas vascas bajo la «legislación antiterrorista». Una violación de los derechos humanos que se sofisticó y mantuvo en el tiempo, tal y como quiere relatar el documental “Krask soinua”, que está en pleno crowdfunding.

Hay que contar la memoria de las torturas. Hay que transmitir lo vivido, lo sufrido a las generaciones más jóvenes, para que no prevalezca la versión oficial. Un pueblo se define, entre otras muchas cosas, por la veracidad de aquello que le escandaliza. «Verdad, pedimos verdad. Para nosotros ese reconocimiento sería suficiente. Dicen que no se puede hacer el duelo sin conocer la verdad. Nosotros estamos así 35 años después, sin poder pasar la página», resumía Lourdes. En esa idea hay magnanimidad y hay realismo. Es una oferta de justicia transicional de facto y de propia voluntad. Hay que ser cobarde y ventajista para no conceder ni eso. 




°

sábado, 28 de noviembre de 2020

La Validez de Ahotsak

Desde las páginas de Noticias de Navarra se nos trae este artículo en el que se recuerda que fueron colectivos de la sociedad vasca organizada los que trabajaron con ahínco para lograr hacer avanzar el DDR de ETA.

Pero ante un escenario en el que la violencia institucional del estado español no cesa después de nueve años, se hace válido el seguir trabajando para resolver los temas pendientes. Tal es el caso de Ahotsak.

Lean:


Ahotsak reivindica su validez para los "acuerdos pendientes" en Euskadi

La plataforma de Mujeres por la Paz celebrará un acto el próximo miércoles

La plataforma de mujeres por la paz Ahotsak, surgida en 2006, celebrará el miércoles día 2 de diciembre en el Auditorio Kursaal de San Sebastián la jornada Mujeres en los procesos de paz. Experiencias a nivel internacional.

La exdirigente socialista Gemma Zabaleta y la exparlamentaria vasca de EA Nekane Altzelai reivindicaron este viernes la "validez" de este movimiento –que en los años 2000 defendió el papel de las mujeres en la búsqueda de soluciones al terrorismo de ETA– para abordar los "acuerdos" aún "pendientes" en la sociedad vasca.

Zabaleta y Altzelai compartieron esta reflexión durante la presentación del informe La experiencia de Ahotsak: Mujeres por el diálogo en el conflicto vasco, elaborado por la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona, una de cuyas autoras, María Villellas, asistió a través de videoconferencia al acto, celebrado en San Sebastián.

Villellas destacó que Ahotsak fue un movimiento "pionero" que aunó a mujeres de diversos ámbitos y de un amplio espectro político y ha resultado "muy interesante" documentar esta iniciativa.

"Ahotsak planteó la necesidad de apostar por un diálogo sin prejuicios", valoró Villella, al tiempo que recordó los orígenes de la plataforma a través de un "acercamiento" de las parlamentaria socialista Gema Zabaleta y la de EH Bildu Jone Goirizelaia. Una iniciativa que apostó porque el diálogo era posible, a través de la "metodología de búsqueda de acuerdos entre diferentes" y lo hizo "movilizando a mujeres de ideologías diferentes".

Villellas explicó que Ahotsak destacó por "aglutinar" en su entorno "a una gran variedad de actores, desde el punto territorial y sectorial", ya que reunió a "mujeres de todo el espectro político" de la CAV, Navarra e Iparralde, a excepción del PP y de UPN.

El informe defiende asimismo que "el escenario actual de fin de ETA no hubiera sido posible si el camino no hubiera sido allanado por plataformas como Ahotsak".

Por su parte, Gemma Zabaleta reafirmó que la experiencia de Ahotsak sigue "vigente" y resulta "válida" para el futuro, en un momento en el que se viven "grandes desencuentros políticos" en los que resulta positivo que las mujeres expresen su opinión "sobre lo que está sucediendo" en "ámbitos" donde aún quedan "asignaturas pendientes" como la consecución de mayores "cotas de convivencia" o la construcción de un "relato del pasado".

"Toda la sociedad vasca está concernida en ello", dijo la exdirigente socialista, quien, para conseguirlo, apostó por "poner en valor" la misma actitud y metodología que en su día "animó" el surgimiento de Ahotsak.

Nekane Altzelai mencionó la jornada organizada del próximo miércoles día 2 en el Kursaal organizada por el Foro Social, con motivo del vigésimo aniversario de la resolución de las Naciones Unidas que aboga por "la participación de las féminas en las negociaciones de paz y en la reconstrucción postconflictos".

Un evento que coincidirá con el decimoquinto aniversario del acto central en el que Ahotsak reunió en el palacio Euskalduna de Bilbao a tres mil mujeres para llamar a la implicación femenina en la consecución de la paz.

Orígenes

Ahotsak arrancó a partir de 2002, de manera "confidencial y no pública", con el "acercamiento" de Ione Goirizelaia (Batasuna) y Gemma Zabaleta (PSE-EE). En una segunda etapa se amplió a otras mujeres políticas, hasta que culminó en abril de 2006 con un tercer momento ya más centrado "en el ámbito público". 




°

¿Punto de Inflexión Penitenciario?

Con este reportaje publicado por Naiz su autor, Ramón Sola, nos provee con los datos que podrían estar señalizando un punto de inflexión en el tema de los presos políticos vascos y la draconiana política de dispersión que se les ha aplicado por décadas.

Lean:


25 traslados a cárceles vascas constatan el viraje de la política penitenciaria

Con los anuncios de esta semana llegan a 25 los presos y presas que han sido o van a ser traídos a cárceles vascas. La cifra no alcanza el 15%, pero marca un punto de inflexión en un proceso demorado.

Ramón Sola

La metáfora del viraje del trasatlántico es muy socorrida para reflejar cambios progresivos en políticas muy estáticas. Y poco hay más pétreo en este país que la política carcelaria, atrincherada más de 30 años en el equívoco concepto de «dispersión», que deja en segundo plano la afección principal: el alejamiento. 2020 marca el punto en que ese trasatlántico ha empezado a girar sobre sí mismo para empezar a mirar a puerto y no a alta mar. Vira sobre cuatro ejes: la apuesta de EPPK por la vía legal en verano de 2017, los acercamientos iniciados en el Estado francés en el otoño posterior, el fin de ciclo de ETA en primavera de 2018 y el nuevo Gobierno español en enero de 2020.

Si el alejamiento ha sido y es la seña de esa política enquistada, la repatriación (más que el acercamiento) es el signo de este lento y pesado movimiento de fondo. Con los traslados anunciados esta semana, el número de presos y presas políticas vascas que han sido o van a ser traídos a cárceles vascas asciende a 25: once a Martutene (tres de ellos en segundo grado y ocho en tercero o semilibertad); siete a Zaballa (tres y cuatro respectivamente); cuatro a Iruñea (tres y uno); y tres a Basauri (dos y uno).

El número acumulado confirma una nueva dirección, evidente si se compara con las prácticas de estas décadas en que las cárceles vascas han estado cerradas a cal y canto para los miembros de Euskal Preso Politikoen Kolektiboa. Obviamente queda muy lejos de la solución humana y legal, puesto que solo alcanza aún a en torno al 15% de encarcelados en el Estado español. En la otra cara de la moneda, como acaba de remarcar Etxerat, casi la mitad (49% con datos de hace dos semanas) sigue a entre 600 y 1.200 kilómetros de casa. La pregunta añadida lógicamente para los familiares es «por qué a Soria y no a Zaballa».

En cuanto a los acercamientos, se pueden distinguir claramente dos líneas geográficas. Una primera lindante con Euskal Herria, en la que encajan Logroño, El Dueso (Cantabria), Burgos o Zuera y Daroca (Zaragoza), que albergan ya o albergarán a una treintena de presos vascos. Y otra más alejada, a 400-500 kilómetros, en la que se ubican Villabona (Asturias), Valladolid, Aranjuez o Estremera (Madrid), algo menor en su volumen.

El total de presos al que alcanzan estas medidas ya ejecutadas o anunciadas en los dos estados es de 112, de ellos cinco no pertenecientes a EPPK. Organizaciones de víctimas denuncian un número de traslados mayor al real por parte de Madrid al computar doblemente los casos en que una persona presa ha sido acercada en dos botes sucesivos.

Hay que matizar que de ellos 17 ya están en libertad tras haber agotado sus condenas o por la vía de la condicional. Y que uno más, Igor González Sola, falleció en Martutene tras conocidos problemas síquicos graves que fueron desatendidos.

Aislamiento y grados

Las dos señales añadidas de la apertura de la política penitenciaria española son el inicio de la progresión de grado antes impedida y la supresión de la incomunicación impuesta generalizadamente durante 33 años.

Esta segunda cuestión muestra con qué celeridad pueden tomarse algunas medidas si existe voluntad política para ello. Setiembre se inició con el reagrupamiento de todos los presos de A Lama (Pontevedra) en un solo módulo. En octubre los de Puerto III fueron unidos en dos módulos y todos los de Estremera, Córdoba y Sevilla salían de las unidades especiales de régimen cerrado. En octubre llegaba el agrupamiento en Jaén y en noviembre tocaba a su fin el aislamiento en Huelva. A día de hoy queda en esa situación Jurdan Martitegi, en Soto del Real.

Los cambios de grado aprobados por Instituciones Penitenciarias están siendo bastante más puntuales, pero han dejado de ser anecdóticos como ocurrió en las dos primeras y breves etapas de Gobierno Sánchez. Como último ejemplo, entre los seis movimientos aparece el paso a tercer grado de Idoia Martínez y a segundo de Josetxo Arizkuren.

Tres años y cuatro fases

Para poner en perspectiva el momento actual no hace falta revivir las más de tres décadas de dispersión; basta reparar en los últimos tres años y fijarse especialmente en los tres meses más recientes.

Retrocediendo a 2017, cuando Euskal Preso Politikoen Kolektiboa acordó emprender esta vía legal gobernaba el PP de Mariano Rajoy. La política carcelaria estaba absolutamente bloqueada, con un afán indisimulado de usarla como moneda de cambio para el desarme primero y la disolución después de ETA.

El Colectivo y la organización no esperaron a ese eventual trueque y el tiempo ha dado la razón a sus decisiones unilaterales. Cuando el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz decía (2014) que «la disolución de ETA pondrá fin a la dispersión de los presos», cuando su sucesor Juan Ignacio Zoido apostillaba (2017) que «cambiar la política carcelaria no es posible porque la banda no se ha disuelto» o cuando el dirigente vasco Borja Sémper auguraba (2018) que «si ETA se disuelve la política carcelaria cambiará en 48 horas», la realidad es que al fin de ciclo de ETA le sucedió un enroque total. Como dato, los siete extraditados o entregados por el Estado francés en ese primer semestre de 2018, en un momento en que París ya optaba por acercamientos, fueron enviados a la otra punta de la Península: Puerto, Algeciras, Murcia, Jaén...

La inesperada llegada a La Moncloa de Pedro Sánchez en junio de 2018, vía moción de censura, despertó expectativas al declarar en su primera entrevista televisada que la política carcelaria tendría «nueva orientación». Contaba con el consenso de la sociedad vasca y con la labor de ariete del Gobierno francés, que para entonces ya había fijado Mont de Marsan y Lannemezan como puntos de destino principales para los presos políticos vascos. Sin embargo, en esta fase apenas hubo movimientos gubernamentales y sí cierta apertura del Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria, con los segundos grados a Marta Igarriz y Xabier Agirre. Ninguno de los traslados producidos fue a Euskal Herria.

Las elecciones de abril de 2019, ganadas por el PSOE pero con mayoría insuficiente, marcaron el inicio de una tercera fase en estos tres años, en la que tampoco hubo modificaciones sustanciales. Es más, se produjeron tres alejamientos de presos en este periodo de interinidad hasta nuevos comicios.

Es con el Ejecutivo de coalición entre PSOE y UP cuando el trasatlántico se mueve al fin no en ciego recorrido lineal sin horizonte, sino esbozando una ciaboga. Ya antes de la investidura del 8 de enero se anunciaron el traslado de Gorka Fraile a Iruñea en tercer grado (primer preso de EPPK que lo lograba) y el de Joseba Arregi Erostarbe desde Villena (Alacant) a Villabona (Asturias). Tras el estallido de la pandemia, los movimientos se reiniciaron con cuentagotas en abril y ha sido en los últimos tres meses, desde setiembre, cuando los anuncios han tomado una periodicidad semanal.

65 presos deberían estar en libertad condicional

Los movimientos de acercamiento o repatriación y cambio de grado tienen en su otra cara una cuestión que no puede olvidarse: con la legislación española en la mano, buena parte de ellos no deberían estar más cerca o más lejos y en un segundo o tercero grado, sino sencillamente en casa en libertad condicional, al haber superado ya las tres cuartas partes de su condenas.

El cálculo hecho por Presoen Batzordea de Sortu cifra actualmente su número en 65 personas. Podrían optar a libertad condicional, pero el recorrido hasta este punto se les ha impedido, bien por mantenerlos en primer grado o por estar clasificados ya en segundo pero no haber dispuesto de los permisos preceptivos para allanar terreno al tercero.

Sobre lo que supone este predominio del primer grado en la práctica cabe recordar lo que señalaban exprisioneros vascos en Córdoba en entrevista a GARA hace ahora un mes: «Es positivo que nadie esté en módulos de aislamiento, pero no arregla el problema. El primer grado no posibilita transitar el recorrido penitenciario, lo obstaculiza. No se puede pedir a los presos que recorran un camino y, al mismo tiempo, bloquearlo».




°

Los Francotiradores del «Relato»

En esta editorial de Gara nos alertan acerca del resurgimiento de la campaña de manipulación mediática en contra de la memoria histórica en general pero la que ha vivido el pueblo vasco en particular.

Frente a ello, hacen falta ejercicios como el que está tomando lugar en Zestoa.

Lean:


El Relato unívoco

Del «Relato» depende la Historia y de la Historia, la oficial y la otra, la maldita, también depende la formación y solidez del más profundo de los sentidos al que aspira cualquier colectividad humana: el de ser un pueblo que sueña ser, estar y vivir libre. Que sueña desarrollar su cultura, su idiosincrasia y su manera de relacionarse con su código comunicativo, que pretende alcanzar objetivos de bienestar social e igualdad humana y de mantener y establecer lazos de amistad y solidaridad con el resto del mundo. El «Relato» configura, por lo tanto, el «currículum vitae» de una nación que se precie de serlo.

También se puede aseverar, sin lugar a dudas, que la narración de la Historia constituye uno de los pilares fundamentales sobre los que descansa el «Poder». Es un hecho comprobado que muchos pueblos desaparecieron bajo toneladas de párrafos colonialistas de los escribas griegos, romanos, germanos, godos, árabes, ingleses, franceses y, cómo no, hispanos. Pueblos enteros que, sin su Historia, simplemente desaparecieron de la misma y pasaron a ocupar el imaginario de antropólogos, etnólogos y salas de museos. Pueblos que los relatores y sus subjetividades maldijeron y condenaron al esclavismo y a la inanición. Del «Relato», en pocas palabras, y aunque parezca exageración, depende el futuro devenir del pueblo relatado.

Y hete aquí que, durante los últimos meses de este pandémico año se ha registrado un inusitado aumento de francotiradores del «Relato» correspondiente a la historia más o menos reciente de Euskal Herria y que como protagonista, sin derecho a un Oscar, se centra en ETA y como co-protagonista en la izquierda abertzale. Curioso que sea ETA objetivo, años después de su desaparición y no lo fuera tanto cuando puso fin a su violencia armada y, más sorprendente, que las críticas más acerbas –el «Relato» es monocorde y cansino en intentar demonizar a la organización armada– recaigan en la izquierda abertzale.

Al parecer, la chispa del afán narrativo de re-historiar los últimos años de Euskal Herria, puede situarse en la difusión de la novela "Patria", de gran éxito en el Estado español, a pesar de ser un producto literariamente malo y de vender todo un catálogo de estereotipadas falsedades, en el que se intenta retratar el fenómeno ETA como algo surgido desde la más absoluta oscuridad ideológica, y que aglutinó en sus filas a miles de voluntarios vascos gracias a una psicopatía aguda de origen desconocido. Después de esta patada literaria a la Historia de Euskal Herria, llegó todo un aluvión de artículos, reportajes, y demás recursos de lujo y poderío publicitarios. Después, vinieron las películas de alto voltaje y de todo pelaje en el que se retrata un pasado que solo lo vivieron y lo padecieron aquellos que sufrieron la violencia política ejercida por ETA.

Y salvo alguna excepción, por su neutralidad expositiva, la avalancha no permite hueco ni al «Relato» riguroso ni a la narración de la otra parte de la Historia. Ningún medio de comunicación escrito, radiado, televisivo o cinematográfico admite hoy por hoy un milímetro a un «Relato» medianamente equilibrado.

Los medios de comunicación hispanos, incluidos los de factoría vascongada, parece que se han comprometido con una auténtica campaña en favor de un «Relato» que oscurezca la realidad vivida y sufrida por todos en Euskal Herria y están dando paso a un auténtico «Cantar de Gesta» del nacionalismo español.

Juegan, eso sí, con las ventajas del tahúr, con toda la baraja marcada y la banca en su poder. Es decir, mientras su «Relato» se expande libre entre aplausos y vítores zalameros, quien quiera dar y exponer el revés de la moneda real se las verá con toda una batería de leyes con las que lapidar la narración (enaltecimiento y otras...), con las excelsas opiniones ex cátedra de tertulianos en nómina y argumentario de partido y todas las puertas de los medios comunicativos cerradas a cal y canto.

Es preciso recordar que las leyes construidas sirven para que la narración suelta y libre no prenda y sea la batalla del «Relato» de única trinchera. Edificaron legislaciones con las que perseguir y detener al disidente, juzgar en tribunales especiales. Fundaron organizaciones ultras bajo el epígrafe «de víctimas», auténticos «lobbies» que permanecen en el tiempo mientras reciban subvención. Y se pusieron a la faena de culpabilizar a un sector de la sociedad vasca para inculcarle la sensación de la equivocación ideológica, al objeto de que las generaciones venideras hereden una percepción distorsionada de la realidad, o de una realidad unívoca. Se está llegando a una situación en la que se vuelca dinero y tiempo para mantener una inmensa maquinaria de propaganda política que visibiliza muertes y heridos de una parte y oculta de la otra los muertos, heridos, detenidos (45.000) y torturados (6.500), así como los apaleados en actos políticos, exiliados, cientos de desplazados, desaparecidos (casi una decena), la ilegalización de partidos y asociaciones, el cerrojazo ilegal de periódicos y radios, las multas masivas, los atentados homologados a grupos parapoliciales y sabotajes. Nada de esto cabe en el «Relato» preestablecido y programado. Por esto hoy un sencillo párroco de pueblo es hostigado cuando cuestiona el mismísimo concepto de «terrorismo». Por eso los «relatos» sostuvieron durante años que Gernika fue bombardeado por sus propios defensores, que el euskara era un «dialecto», que, según cuenta la Canción de Roland, en Orreaga los vencedores de Carlomagno fueron los moros, que Nafarroa fue conquistada de manera pacífica y que la guerra «civil» fue una «cruzada» que ganaron los buenos.

 

 

 

°

Un Tazón de Coñac

El video fue dado a conocer en YouTube en enero, pero su versión en Facebook ha estado viralizándose desde hace un par de días.

Ahí mismo en Facebook se ha rescatado este artículo de El Confidencial en el que se habla del protagonista de dicho video.

Aquí tienen el material:


Oficinista de la muerte: la salvaje confesión de Vilallonga sobre la Guerra Civil

Un libro revisa la falta de testimonios sobre los asesinatos de la guerra. El aristócrata y escritor José Luis de Vilallonga rompió el pacto de silencio de la Transición al admitir su rol de verdugo

Carlos Prieto

Nunca una carta de recomendación fue tan inquietante. En 1936, el padre de José Luis de Vilallonga —marqués de Castellbell— escribió a un antiguo amigo de la familia —el coronel Joaquín Gual de Torella— para que su hijo de 16 años se enrolara con los franquistas en el frente vasco: “Este chico sale del colegio y no se le puede mandar al frente sin experiencia previa de la guerra. ¿Por qué no me lo metes en un pelotón de ejecución para que se vaya acostumbrando al ruido de los disparos?”, escribió el marqués. Pues dicho y hecho, que para eso están los amigos. “Me metieron en ese pelotón de ejecución donde estuve matando gente durante ocho o nueve días”, confesó Vilallonga. Y dijo más...

“Acabamos fusilando como quien va a la oficina (…) Entonces se tenía un enorme respeto a lo que un padre decía, y el hecho de que el mío me hubiese recomendado para un pelotón de ejecución era algo que no cabía discutir (…) He comprendido mucho más tarde lo de los alemanes. Aquellas burradas se hicieron por falta de responsabilidad. Si te quitan la responsabilidad te convierten en una bestia. Haces lo que te mandan y se acabó el asunto. Y a lo que te mandan te acostumbras… Lo terrible no es matar sino convertirse en oficinista de la muerte. Al convertirse en rutina, el matar a un judío o a un millón es lo mismo”.

“En aquella época se mataba a bastante gente, a muchos nacionalistas vascos, curas vascos, por ejemplo… A los que estaban en pelotones de ejecución les daban por la mañana un enorme tazón de coñac. Los tíos se presentaban voluntarios por el coñac. Porque el primer día, sí, es terrible, el segundo también, el tercero un poco menos y a los ocho días haces eso igual que si mataras conejos o mataras gallinas”, resumió Vilallonga.

Mirar hacia otro lado

José Luis de Vilallonga —escritor, aristócrata, 'bon vivant', biógrafo del Rey emérito y actor de Berlanga en la monumental trilogía ‘Nacional’— soltó varias bombas de relojería durante la Transición —en documentales (‘La vieja memoria’, Jaime Camino, 1977) y ensayos autobiográficos (‘La nostalgia es un error’, 1980)— que pasaron desapercibidas debido al contexto: el pacto de silencio de la Transición. “Es uno de los pocos verdugos españoles que confesó espontánea y públicamente, y sin ninguna obligación institucional de hacerlo… En otro país, una confesión tan chocante podría haber creado una conmoción. Pero no en España… No logró remover los relatos ni escandalizar al público. Apenas hubo reacciones ni eco en los medios de comunicación”, cuentan las catedráticas Paloma Aguilar y Leigh A. Payne en ‘El resurgir del pasado en España’ (Taurus, 2018), ensayo histórico sobre el manto de silencio que cubrió la Transición.

Escriben las autoras:

1) “España fue vista como un modelo de transición de la dictadura a la democracia… No obstante, en el contexto mundial actual, que insiste en que las violaciones de derechos humanos no quedan impunes, algunas voces han comenzado a pensar en ese modelo de cambio como una reliquia, de una época en la que se creía que la paz y la estabilidad democrática dependían de la amnistía y el olvido, no de la justicia y la verdad”.

2) “Se conformó un entorno en el que el olvido deliberado de los acontecimientos más trágicos del pasado bloqueaba cualquier cuestionamiento de un relato basado en la reconciliación nacional y el reparto simétrico de culpas por las barbaridades cometidas”.

3) “El mito de la Transición española, en cuanto que tránsito pacífico y ejemplar, choca frontalmente con las elevadas cifras de violencia política y represión estatal que encontramos durante ese periodo. Por otra parte, el énfasis en la moderación y las cesiones mutuas desde el inicio de la Transición suele dejar de lado las asimetrías de poder existentes en el proceso negociador entre la fortaleza de los franquistas moderados y la debilidad de la oposición democrática... El consenso tan amplio que suscitó la política de reconciliación nacional, cimentada en el pacto de olvido, contribuye a la interpretación de que la Transición se basó en la paz, la moderación y la cesión mutua entre iguales”.

En efecto, lo de la “cesión mutua entre iguales”, mito fundacional de la democracia española reivindicado a diario por nuestros políticos, tiene algo de fantasía construida 'a posteriori'. Las valoraciones retrospectivas del consenso suelen pasar por alto la correlación de fuerzas de la época. “La capacidad de negociación y presión de la oposición democrática era mucho menor que la de los moderados del régimen (…) Esa asimetría de poder pone en cuestión la idea del consenso: antes de las primeras elecciones, la oposición democrática, más que negociar, aceptó y toleró el ritmo y las condiciones de una Transición dictada por los moderados del régimen franquista... Los franquistas se beneficiaron mucho más de un relato nacional que dictaba que ‘todos somos culpables’, fusionando, de forma interesada, los crímenes cometidos por ambos bandos en la Guerra Civil”, se lee en el libro.

Sacar los pies del tiesto

El estudio del caso Vilallonga, por tanto, funciona en el libro a modo de excepción que confirma la regla: el hombre que sacó los pies del tiesto durante la Transición y solo logró que todo el mundo mirara hacia otro lado por si se desplomaba el frágil chiringuito democrático.

Vilallonga oscureció el tono del relato de sus días de verdugo según se fue acercando su muerte (2007). Del desparpajo rozando la frivolidad de la Transición —cuando hablaba con honestidad brutal, pero también con la ligereza del que recrea un episodio tan brutal como costumbrista— al tono crepuscular no exento de crítica y arrepentimiento de sus últimos días...

“No me siento en absoluto orgulloso de haber participado en una guerra (…) durante la cual se cometieron salvajadas. Tampoco creo que haya sido motivo de orgullo haber servido, sin rebelarme, a las órdenes de despreciables individuos cuyo único oficio era matar (…) Siento todavía vergüenza por haber intervenido (…) Siento como algo ultrajante el haber cooperado en aupar hasta la cúspide de la pirámide a un ser deleznable y cruel… Tardé mucho en poder tratar este episodio tomando las distancias necesarias”, escribió en sus ‘Memorias no autorizadas’ (2000).

Conclusión de Aguilar y Leigh: “El carácter demoledor de su autocrítica, y la vergüenza y el remordimiento que en él suscitaba su pasado aportaban a la confesión de Vilallonga una dimensión totalmente nueva… Todo el abanico de actuaciones confesionales de Vilallonga conforma un relato perturbador: rompe el silencio sobre el pasado, reconoce las ejecuciones ilegales masivas del bando franquista y admite las atrocidades cometidas, asumiendo la responsabilidad de las fechorías y sacando a la luz pública su pasado”.

En un documental de 2003 —’Las fosas del silencio’—, Vilallonga dio un paso político más allá: “Un pueblo que pierde la memoria histórica es un pueblo enfermo… Me ha dado mucho miedo, durante mucho tiempo, pensar que en España habíamos hecho cruz y raya, que ya nos hemos olvidado… Yo creo que hay que saber, hay que saber que en tal pueblo hay una fosa común con 50 muertos, por qué murieron y quién los mató. Todo eso, cuanto más se sepa, mejor...”.

Resumiendo: José Luis de Vilallonga, grande de España, 'rara avis' y heterodoxo de leyenda.

 

El video en YouTube:

.

.


 

 

°

Egaña | Aquel Proceso de Burgos

Nuestro amigo Iñaki Egaña, en su habitual columna en Gara, amplía la información con respecto al Proceso de Burgos.

Desde su perfil de Facebook aquí lo traemos para ustedes:


Aquel Proceso de Burgos

Iñaki Egaña

Se cumple medio siglo de un hito de los que marcó profundamente nuestra historia reciente, al menos la de varias generaciones. Qué lejos estamos de nuestra juventud, qué cerca cuando la evocamos. El Proceso de Burgos, juicio a la disidencia vasca, llevó a trece hombres y tres mujeres al estrado por su militancia en ETA en general, por la muerte del comisario Manzanas en particular. Seis penados a muerte, más de 500 años de prisión.

Conmutadas las ejecuciones, los procesados salieron de prisión con los indultos de 1977, algunos deportados a Europa. Pero el saldo represivo fue bestial. Estado de excepción, cerca de mil detenidos, cientos de torturados y dos muertos por las fuerzas policiales, Roberto Pérez Jauregi, en Eibar, y el navarro Antonio Goñi Igoa, en Donostia.

Euskal Herria ha conocido otros escenarios punitivos que tuvieron tanta trascendencia como el de Burgos. Tanto en cantidad como en calidad. Entiéndase ambas en sentido negativo, Francia y España ahogando a la causa vasca. Hasta 1945, decenas de juicios llevaron al patíbulo a centenares de compatriotas. En 1937, 229 donostiarras fueron juzgados en un único sumario, probablemente, el más numeroso en cuanto imputados del siglo XX. En la cercanía el llamado 18/98, que provocó la detención de 76 personas y que contenía 12 sumarios. En 2007, la Audiencia Nacional condenó a 47 de los imputados en dicho conjunto sumarial.

El Estado francés no se quedó atrás. Los tiempos han cambiado, y no estaría más de recordar que Marc Legasse, uno de nuestros escritores más queridos, fue encarcelado y juzgado hace décadas por solicitar esa mínima autonomía que hoy preside Jean René Etchegaray. Hace ahora exactamente un cuarto de siglo, en noviembre de 1995, la Corte de París abrió un macro-juicio contra 72 personas, la mayoría bretonas, acusadas de ofrecer cobijo a refugiados vascos.

Sin embargo, el Proceso de Burgos jalona nuestro abecedario revolucionario con más intensidad que el resto. Un mito, de esos que llenan nuestra mochila sediciosa, junto a la Marcha de la Libertad, la lucha por vaciar las cárceles, la pelea contra la central nuclear de Lemoiz o la colisión con los especuladores inmobiliarios y turísticos en la costa lapurdina.

Las lecturas actuales de aquel acontecimiento son más sencillas que las del momento. La perspectiva da serenidad, ofrece amplitud de contexto y separa las implicaciones coyunturales de las profundas. Algunos de aquellos imputados tuvieron un recorrido político ajeno al de sus inicios. Otros en cambio, remaron en la misma txalupa hasta la eternidad.

Con estos mimbres, quiero destacar algunas de esas cuestiones que me ofrece la perspectiva. La primera, la de la rescritura del pasado. A gentes como Markel Olano, que apenas tenía cinco años cuando se produjo el Proceso, no se le puede pedir un ejercicio de memoria, pero sí que conozca en qué posiciones se hallaba su partido, que aplaudió la muerte de Manzanas y llamó, junto a otros, a la huelga general, en una de sus escasas apuestas históricas por parar la maquinaria laboral. Sus rayas rojas son modernas.

A pesar de lo que pueda parecer, el Proceso fue hijo directo de la situación mundial. Paradójicamente, el confinamiento político de la clase política vasca estaba en las antípodas de lo que sucede en la actualidad, donde la información fluye a través de las redes en un suspiro. La censura era brutal, las librerías estaban colmadas de textos empalagosos, la frontera únicamente la superaban contrabandistas y clandestinos.

Con una izquierda europea comprometida con los procesos de descolonización, contra la guerra del Vietnam, rejuvenecida tras los levantamientos de Mayo de 1968, macerando decenas de proyectos insurreccionales, el apoyo de la intelectualidad de las revueltas a los procesados fue automático. Nombres como Pablo Picasso, René Cassin, Jean Paul Sartre, Olof Palme, Mikis Theodorakis, Rafael Alberti, Louis Aragón o Nikos Pulantzas dieron su apoyo explícito a los inculpados de ETA.

La movilización estudiantil y sobre todo obrera, fue otro de los hitos que marcaron el apoyo a los juzgados. Una nueva clase obrera, también en una porción importante migrante, tanto externa como interna, subió del peldaño laboral al político. Hubo madurez durante los años anteriores en la gestión de la protesta obrera, en un medio en que los sindicatos eran ilegales, para convertir Euskal Herria en singularidad. Lo laboral confluyó con lo político, algo redundante que, en demasiadas ocasiones, sus protagonistas obvian. No fue entonces.

Entre múltiples cuestiones, el papel de la lucha armada en la resolución del juicio, adquiere también desde la perspectiva una dimensión diferente. El secuestro del cónsul alemán Behil, utilizado por ETA como rehén, fue, desde mi opinión, determinante. No sabría decir en qué magnitud dentro del resto de termómetros: movilización popular interna y externa, presión diplomática, discrepancias en el seno del régimen… Los imputados afirmaron que las movilizaciones salvaron sus vidas.

Pero… cinco años más tarde al Proceso de Burgos otros militantes vascos fueron también juzgados. El régimen abandonó el macro juicio, menguó al máximo los procesos y ejecutó las sentencias de inmediato. Hubo indultos, pero Txiki Paredes y Ángel Otaegi, junto a tres comunistas del FRAP, fueron ejecutados. Las divergencias internas al régimen eran superiores, las movilizaciones tan numerosas como las de 1970, la presión diplomática similar. Pero no hubo rehenes. Esa fue, precisamente, la lectura de los Polimilis, que enviaron varios comandos a Madrid para secuestrar a uno o dos personajes relevantes del régimen. Como es sabido, la infiltración de dos topos abortó la tentativa.

Escuetos en victorias, el Proceso de Burgos fue un triunfo popular y militante que nos dejó una muesca en el ADN. Aquella generación que a veces mira al pasado con nostalgia, debe saber que somos lo que somos gracias a su audacia. A su compromiso. Y a su generosidad. 




°

Zestoa y la Memoria Fílmica

Noticias de Gipuzkoa trae a nosotros esta reseña en la que se nos informa acerca del esfuerzo que se lleva a cabo en Zestoa para mantener viva la memoria histórica de Euskal Herria, específicamente, de los distintos movimientos que se han gestado en contra del sofocante militarismo españolista en décadas que parecieran muy lejanas pero que acontecieron hace no mucho.

Frente a la barbarie española, memoria; frente a la mentira y el revisionismo, documentación histórica, ese es el camino.

Lean:


Zestoa rescata varios pasajes clave de la historia de Euskal Herria

El domingo arranca un ciclo con documentales sobre la insumisión o el movimiento antinuclear

Jabi Leon / Patxi Cascante

Rememorar y acercar a la ciudadanía local diferentes hechos relevantes que han marcado la historia reciente de Euskal Herria y la vida de miles de personas.

Ese es el objetivo del nuevo ciclo organizado por la Gazte Asanblada y Portale kultur elkartea de Zestoa, que arrancará el próximo día 29 de noviembre y ofrecerá la posibilidad de contemplar en tres domingos consecutivos otros tantos documentales de indudable interés (todas las sesiones empezarán a las 18.00 horas en Alondero kultur aretoa).

Organizado bajo el título de Herriak badu bere historia (el pueblo tiene su historia) el ciclo audiovisual se pondrá en marcha con la proyección del documental Bi urte, lau hilabete eta egun bat; un trabajo dirigido por Lander Garro que recuerda y celebra la lucha del movimiento insumiso que sirvió para abolir el servicio militar obligatorio en el Estado español.

El programa continuará el próximo día 6 de diciembre con la emisión de Ez, eskerrik asko. Gladysen leihoa; una obra de Sabino Ormazabal y Bertha Gaztelumendi que inmortaliza el movimiento antinuclear que se vivió en Euskal Herria y los trágicos sucesos que acabaron con la vida de la activista Gladys del Estal, una joven que se convirtió en un símbolo del movimiento ecologista vasco tras ser asesinada por agentes de la Guardia Civil (apenas tenía 23 años) durante la represión de una protesta antimilitarista y antinuclear celebrada en Tudela el 3 de junio de 1979.

El ciclo audiovisual organizado en Zestoa concluirá el 13 de diciembre con la proyección de Florecica, un documental de Virginia Senosiain y Juan Luis Napal que narra la vida de Josefina Lamberto, conocida por ser la hermana de Maravillas (muerta y violada por los fascistas en Larraga en 1936) pero que también cuenta con una intensa trayectoria vital (pasó treinta años en lo que define como esclava de la Iglesia, ha trabajado para recuperar la memoria histórica en Nafarroa y en el comedor social París 365 de Iruñea...).

Tras la proyección de los documentales habrá unas tertulias con sus autores. Las entradas cuestan 3 euros y hay que reservarlas previamente escribiendo a portalekulturelkartea@gmail.com o enviando un mensaje de WhatsApp al 690 271 097.

 

 

 

°

El Balcón de Sabino

Agradecemos a Deia por su sección dedicada a la memoria histórica de Euskal Herria.

En esta ocasión, desde sus páginas, traemos a ustedes información inédita acerca de los andares de Sabino Arana:


Desde un balcón en Larrazabal

El caserío txakoli Larrazabal fue el escenario del discurso de Sabino Arana, que cambió la historia del Pueblo Vasco. Ahora se ha sabido que lo pronunció desde el balcón

Luis de Guezala

Las tardes buenas de primavera y al salir de la fábrica, era un gran solaz nuestro el Chacolí de Isidro (...) ¡qué tardes tan preciosísimas y encantadoras! ¡Qué casa la de Isidro, con su hermosa parra, rodeada de perales en flor, surcada por los canalillos que la regaban y saneaban; detrás, las huertas, y más lejos, Archanda y Banderas iluminados y dorados por el cálido sol de la tarde. ¡Eran fondos de cuadros de Guinea! La mesa, puesta debajo de la parra y junto a la campa, con sillas rústicas y seranes para asientos. En uno de los extremos el jarro, rodeado de vasos forales (...) Cada uno, al llegar, viniese de Zorroza o de Bilbao, saludaba y probaba un vaso, mirando al trasluz antes, y, paladeando, después, daba su opinión.

Esta descripción que hacía José de Orueta del txakoli de Isidro, en Deusto, sirve también para hacernos una idea, dos siglos después, de cómo podía haber sido el ambiente en el txakoli de Larrazabal en Begoña, aunque por su emplazamiento a mayor altura las vistas podían ser todavía mejores, no existiendo aún allí edificios altos que las limitaran.

En el txakoli de Larrazabal es conocido que ocurrió un acontecimiento de trascendencia en la Historia de nuestro País como fue la primera exposición en público por parte de Sabino de Arana de su programa político, que fue el origen de la primera organización efectiva del nacionalismo vasco en defensa de la supervivencia del Pueblo Vasco frente a las voces que animaban a su desaparición en beneficio de la construcción de un Estado-nación español.

Vendrían muchos acontecimientos posteriores a este. El propio Sabino de Arana apenas sobreviviría diez años a este hecho que se conoció como Juramento de Larrazabal, pero el lugar donde lo pronunció se convirtió en una referencia, en un Lugar de Memoria, como diríamos en 2020. Año tras año se conmemoraría allí aquel 3 de junio de 1893 por los cada vez más numerosos seguidores del proyecto político que en este txakoli había comenzado.

Andando el tiempo y muchos años después, ya pasada la Guerra Civil e impuesta la dictadura franquista el edificio del txakoli acabó siendo derribado en torno a 1957. Su recuerdo, sin embargo, se resistía a desaparecer y en el primer número de Irrintzi, revista nacionalista vasca en el exilio venezolano, dirigida por Manuel Fernández Etxeberria, Matxari, se daba la noticia del derribo con una fotografía que los lectores de DEIA pueden hoy ver aquí.
Nuevos datos

Más de medio siglo después Iñaki Anasagasti, abertzale e historiador, rescató esa imagen y la hizo pública en las modernas redes sociales. Y ocurrió que la vieron los familiares de quienes aparecen en la fotografía y le respondieron añadiendo nuevos datos que hasta hoy eran desconocidos.

Uno de ellos, respecto a la propia memoria, es que cuando se derribó hubo personas que guardaron tejas de recuerdo y una, el balcón. Un comportamiento semejante al que se produciría poco tiempo después cuando se derribó la casa natal de Sabino de Arana, Sabin Etxea, de la que también se conservaron tejas, ladrillos y un balcón, que actualmente puede verse dentro del moderno edificio que el Partido Nacionalista Vasco que fundara construyó posteriormente en el mismo solar.

La noticia del derribo del txakoli de Larrazabal afectó profundamente a quienes habían vivido allí. No pudieron impedirlo. "Un constructor de la zona ayudado de su hermano que trabajaba en el Ministerio de la Vivienda nos negó el derecho a comprarlo. Mi amama cuando se enteró de que lo iban a comprar se disgustó tanto que le dio un ictus del que no sobrevivió ni ocho días".

También facilitaron una fotografía aérea que aquí se puede ver con la localización precisa del lugar en el que estuvo el txakoli. "En este solar se construyó un grupo de viviendas Viviendas de Vizcaya aunque el grupo de al lado tiene una plaza que se llama Caserío de Larrazabal porque se construyó también en sus terrenos".

La historia del txakoli contada por Ana Mari Etxebarria dice que tras la última guerra carlista el caserío, bombardeado, quedó semiderruido y mis bisabuelos, ella natural de Ea, y él de Abando, que vivían en otro caserío cerca de lo que hoy es la Vía Vieja de Lezama, lo reconstruyeron para que sus hijos Juan Urrutia y Patricia Urrutia fueran a vivir a la vivienda renovada. El otro hijo Esteban se casó al caserío Trauko a 200 metros de distancia hacia Uribarri.

Como el caserío era también txakoli se abría al público todas las primaveras hasta acabar la cosecha. Se servían además del txakoli, cazuelas de bacalao, cordero y hasta angulas que se pescaba en la ría de Bilbao.

Aquel año del discurso, estaba encargada una afari-merienda y subieron a Begoña al Camino de Trauko, que es donde estaba el caserío, Sabino Arana, su hermano Luis y un grupo de gente con renombre en Bilbao. La cena la sirvieron mi amama Patricia Urrutia y su hermano Juan Urrutia que aún estaban solteros. Terminada la cena Sabino subió al balcón y echó un discurso hablando del Pueblo Vasco y expresó sus ideas nacionalistas que no fueron bien acogidas. De regreso a Bilbao, Sabino dicen que lloró y que solo le acompañaba su hermano Luis. Después se supo que aquellos que no le aceptaron acudieron a él unos días después.

Sabemos así gracias a este testimonio que la afari-merienda no se realizó en el interior del caserío como hasta ahora se había pensado y representado sino en el exterior, de la manera que comentaba Orueta en el texto con el que comienza este artículo, en una mesa bajo la parra. Ana Mari Etxebarria me confirmó que nunca servían las comidas dentro de la casa, sino fuera.

Y se aporta un dato más que ayuda a conocer de forma precisa como se desarrolló la escena del primer acto público protagonizado por Sabino de Arana. Leyó su juramento tras la cena desde el balcón que se ve en la primera planta en la fotografía, ocultado parcialmente en su parte inferior por las hojas de la parra. La fachada estaba orientada al este y la iluminación que pudo recibir sería escasa a aquella hora pero la silueta del caserío aquel día de junio pudo muy bien tener como contorno un cielo al atardecer de los que pintara Guinea, compuesto de azules muy claros, blancos, naranjas y rojos. Y frente y bajo ese bucólico marco, sentados a la mesa, los asistentes al acto escucharon a Arana pronunciar desde el balcón un discurso rotundo, radical e inesperado:
'Todo para bizkaya'

¡Bendito el día en que conocí a mi Patria, y eterna gratitud a quien me sacó de las tinieblas extranjeristas! (...) yo no quiero nada para mí, todo lo quiero para Bizkaya; ahora mismo, y no una sino cien veces, daría mi cuello a la cuchilla sin pretender ni la memoria de mi nombre, si supiese que con mi muerte había de revivir mi Patria.

Así respondía el joven Sabino de Arana a la amable invitación que le habían hecho para que explicara el fundamento de su recién publicado librito titulado Bizkaya por su independencia. La reunión no acabó bien, como es sabido y el propio relato de la familia que atendió a los asistentes recuerda, sin ignorar tampoco que aquel hombre subido al balcón de su caserío acabaría liderándolos a todos en la difícil misión de impedir que el Pueblo Vasco desapareciera para siempre.

Como Manu Egileor escribiría: Bajo el cielo estrellado de aquella noche cruelmente bella, Sabino y Luis de Arana volvieron solos y en silencio por las veredas dormidas a la orilla de los campos en fecundación, volvieron a su casa de Abando a reanudar sus paseos y pláticas, rebosantes de unción patriótica, en el jardín forjador de empresas generosas, en la galería abierta al despertar del sol (...) A pesar de todo algunos muchachos vocearían por las calles de Bilbao el nombre de un nuevo periódico, Bizkaitarra, tan solo cinco días después. Desde el balcón del caserío reconstruido tras la última guerra carlista había comenzado el nacimiento de una nación. Desde un balcón en Larrazabal.




°

viernes, 27 de noviembre de 2020

Anasagasti Recuerda a Galíndez

Iñaki Anasagasti no es santo de nuestra devoción y esta publicación en su blog alojado en Deia es muestra del por qué.

Resulta que Don Anasagasti, enemigo declarado de la revolución bolivariana de Venezuela, ve la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. Resulta que se queja que en el programa "Vascos por el mundo" de EiTB se deje de lado hitos importantes de la diáspora vasca... algo que el PNV practica activamente en su relación con las Eusko Etxeas a las que exige mantener el silencio con respecto a ciertos temas para así asegurarse de que los afiliados a la misma no pasen a la acción en momentos coyunturales y así mantenerles ajenos al devenir histórico actual en lo que al proceso de autodeterminación se refiere.

Peor aún, Anasagasti quiere que estemos enterados de lo que hicieron los vascos que acompañaron a Colón precisamente ahora que en muchos países latinoamericanos, especialmente Venezuela, se reprueba la estrategia de exterminio puesta en práctica por la expedición enviada al Nuevo Continente por las coronas de Castilla y Aragón. Anasagasti recurre a la ambigüedad en el asunto, algo que nosotros creemos no ayuda en nada en lo que respecta a una profunda introspección de los aportes a la historia universal del pueblo vasco.

Dicho lo anterior, les presentamos el texto de marras, dejando en claro nuestra admiración por Jesús Galíndez quien siempre se mostró valiente ante la monstruosidad del dictador Trujillo y nos preguntamos porque el PNV no ha hecho más por esclarecer los echos alrededor de su secuestro en Estados Unidos, siendo que mantiene una relación tan estrecha con gentes como los Laxalt o los Bieter.

Lean:


Galindez y vascos por el mundo

Iñaki Anasagasti

Comenté como la semana pasada en el programa “Vascos por el Mundo” dedicado a Gotemborg no se mencionó al lehendakari Aguirre que en plena  guerra mundial estuvo en esa ciudad portuaria. Alabé el programa por su simpatía, factura, el relato de historias de éxito en tiempos de zozobra como los actuales, y la posibilidad de ver otras realidades narradas por  los protagonistas  que te cuentan su historia y la historia donde viven.

Este jueves el programa estuvo dedicado al Caribe dominicano. Fue un buen programa con unas vistas de playas paradisíacas y con historias de gentes que viven felices en aquel Caribe tan sugerente. Pero volví a captar algo que al parecer  es una constante. Se habla de historia pero parecería que la historia de los vascos del exilio que han vivido en esos países son silenciadas.

¿Por qué lo digo?.

Miren la fotografía. Es inédita. Jesús de Galindez es quien está detrás a la izquierda del Lehendakari Agirre cuando este viajó a República Dominicana en 1942. Todos los del grupo son vascos, pero Jesús de Galindez no fue un vasco cualquiera. Se involucró de tal manera en la vida dominicana que pagó con su vida por ello.

El programa fue a la bahía de Samaná, se paseó por aquellos entornos y no se refirió a Jesús de Galindez quien escribió un libro de cuentos titulado ”Cinco Leyendas del Trópico” dedicado a estos lugares paradisíacos y que además ganó el premio nacional de narrativa de aquel lugar. Es un libro literario y no político.

Tan llamativo como pasar por la Calle del Conde en Santo Domingo y no visitar el bar, con placa en la fachada, donde se reunían los exiliados nacionalistas y republicanos. La omisión tiene su intencionalidad. Mi aita por cierto, desembarcó en diciembre de 1939 con treinta exiliados de la guerra en  aquella ciudad que entonces se llamaba Ciudad Trujillo, antes de partir para Venezuela. Y fue Galindez quien les dijo se fueran de allí pues el Benemérito de la Patria Nueva, el dictador Trujillo, quería “blanquitos de Europa para llevarlos a la frontera haitiana y blanquear la raza”.

Si el guionista hubiera leído a Galindez, segundo delegado del Gobierno Vasco  en República Dominicana tras Eusebio Irujo y que fue secuestrado en marzo de 1956 en Nueva York y asesinado en República Dominicana por el dictador Trujillo,  se hubiera enterado de la historia del Fuerte de Navidad donde vivieron y pelearon vascos que llegaron con Colón. ¿Historias?. Hay muchísimas. Y nunca hay que desperdiciar la ocasión para dar un apunte sobre cosas que también les sucedieron a los vascos. Unas buenas y otras no tan buenas. Pero hablar de República Dominicana y no nombrar el libro “Cinco Leyendas del Trópico” que se consigue hoy en día hasta en Amazon es algo que merece destacarse por ser un gran error.

El programa es un buen programa, pero le noto que evita la historia reciente que les guste o no a los guionistas es tan historia como la del Fuerte que contó. Y si el guionista no sabe distinguir entre historia y política, vamos mal.

 

 

 

°

Los Rosarios de Pablo VI

Siempre hemos estado muy conscientes del apoyo que la cúpula católica ha otorgado a las dictaduras tanto en Europa como en América, África y Asia.

El caso español va más allá pues ahí la cúpula católica era parte del régimen y de hecho fue precisamente el Papa quien en su momento accionó como catalizador para que los sublevados españoles recibieran el apoyo militar de Benito Mussolini y Adolph Hitler.

Así que no es de extrañar que en 1970, de la mano de Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, practicaran el no veo, no escucho y no me pronuncio en lo concerniente al Proceso de Burgos.

De ese momento por demás siniestro en el siniestro historial de El Vaticano nos aporta detalles este artículo de Noticias de Navarra:


El Vaticano y el proceso de Burgos

Juan Mari Arregi | Portavoz de familiares de los procesados de Burgos en El Vaticano en 1970

"No hemos venido al Vaticano a pedir rosarios, rosarios ya tenemos, hemos venido a pedir justicia para nuestros hijos y hermanos y nos vamos a casa con el portazo del Papa". Así respondieron ahora hace 50 años la delegación de familiares de los procesados vascos de Burgos al cardenal enviado del Papa a la residencia donde se encontraban en Roma poco antes de volver a Euskal Herria. El papa Pablo VI, que no les recibió, les envió unos rosarios como signo de solidaridad, lo que rechazaron aquellos familiares vascos.

No hay testimonios gráficos de aquel viaje porque, en plena dictadura, fue discreto y clandestino y en ningún momento apareció la delegación ante la prensa. Fue necesario que llegaran de vuelta a la muga para que se hiciera público aquel viaje y sus resultados. Quien suscribe fue testigo directo porque, entonces sacerdote exiliado en Donibane Lohizune, me pidieron que les acompañara e hiciera de portavoz.

Pese a mi convicción de que era un viaje inútil, por experiencias anteriores, acepté ese acompañamiento. La delegación, en la que no pudieron estar los familiares de todos los procesados, estuvo compuesta por madres y hermana de tres de los que serían condenados a muerte (Jokin Gorostidi, Mario Onaindía y Teo Uriarte), la madre y hermana de los dos sacerdotes procesados, Jon Etxabe y Julen Kaltzada, y familiares de varios presos políticos (Viar, Sarasketa y Arrizabalaga).

Dossier para el Papa

Una vez ya en la Secretaría de Estado del Vaticano se nos recibió a dos de los familiares y a mí mismo para decirnos que podríamos entregar el dossier que habíamos confeccionado; que el papa Pablo VI estaba siguiendo el proceso, que estaba muy ocupado con su viaje a Asia, que ya intervendría, pero que no tenía tiempo para recibir a la delegación vasca.

El dossier incluía una carta al Papa, un informe de las torturas sufridas por cada procesado, sus fotos, dibujos de las torturas, así como un informe sobre la represión en Euskal Herria y otro sobre la situación de los presos políticos vascos en las cárceles.

La carta al Papa, que agradecía su gestión para que el juicio fuera a puerta abierta, señalaba claramente el objetivo del viaje: su intervención ante el monstruoso proceso en el que se pedían seis penas de muerte y entre 70 y 80 años de cárcel: "Nuestros hijos corren riesgo de ser condenados a muerte y las pruebas que se poseen para esa posible sentencia están basadas en su mayoría en declaraciones conseguidas por las torturas. Nosotras somos testigos, puesto que hemos visto en las cárceles a nuestros hijos con la huellas de las mismas".

Cuando bajábamos desde la Secretaría de Estado, cabreados por el portazo papal, nos encontramos de frente con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Gromyko, para quien Pablo VI sí tuvo tiempo para recibirlo.

Menos mal que por la tarde de ese mismo día el general de los Jesuitas, el vasco Pedro Arrupe, recibió a toda la delegación vasca y se interesó por nuestro dossier, que se comprometió a hacerlo valer. Pocos días antes del juicio en Burgos, Arrupe se entrevistó en Madrid con el dictador Franco y se lo entregó.

Vaticano mintió

Este portavoz protagonizó una rueda de prensa en el Centro Internacional de Roma y explicó los pasos dados por la delegación vasca destacando sus objetivos, la negativa del Papa a recibirla, así como el rechazo de los rosarios bendecidos por Pablo VI; la entrevista con el P. Arrupe y con el poeta andaluz Rafael Alberti, miembro de la ejecutiva del PCE en el exilio, y que nos abrió camino para internacionalizar el proceso de Burgos.

El Vaticano salió al paso para desmentir el objetivo de la visita que estaba descrita en la carta de la delegación al Papa. Por tanto, mintió cuando en su nota señalaba que se reclamaba del Papa "una manifestación no tanto de carácter religioso cuanto político, cosa que la Santa Sede no podía hacer. Se quería, en otros términos, que el Papa se pronunciase sobre la situación política vasca y sobre los movimientos autonomistas que trabajan en la región".

Pese a hacer este portavoz un desmentido al Vaticano, haciendo pública la carta al Papa, sus órganos de comunicación, L'Observatore Romano y Radio Vaticano, ni rectificaron ni quisieron recibirme.

No quisieron ver las huellas de tortura

El Papa podría haber constatado las huellas de las torturas a los presos políticos vascos no solo a través de sus familiares que no fueron recibidos, sino también a través de la jerarquía de la Iglesia vasca, monseñor Cirarda y monseñor Argaya. Estos, que recibieron informes continuos de torturas, tuvieron la ocasión de haber podido comprobarlas. Monseñor Cirarda no quiso que, entre los cientos de torturados, uno de sus sacerdotes, Martin Orbe, se desnudara ante él para verificar esas huellas. Poco después, en documento pastoral público, ambos obispos vascos tuvieron la desfachatez de decir lo siguiente: "...Si la tortura fuera cierta, entrañaría injustas violaciones por parte de algunos agentes de la autoridad. En la medida en que fuere infundado o exagerado supondría una injusta violencia en la propaganda contra la autoridad"€

Ellos, la jerarquía de la Iglesia católica, que sabían que la tortura era habitual en comisarías y cuarteles, y que podían haberlo comprobado, se hicieron así cómplices del Régimen franquista. Defendieron en la práctica que las denuncias de torturas eran una "campaña contra el Régimen", lo que decían a diario el dictador Franco y sus portavoces.

No era de recibo que luego Pablo VI reclamara "clemencia" en lugar de justicia, como le pedían los familiares vascos, para un proceso basado en las declaraciones bajo tortura de los acusados que en cualquier sistema democrático hubiera sido suficiente para anularlo. Por ello, los familiares de los procesados de Burgos rechazaron los rosarios bendecidos por el Papa y volvieron a casa menos cabreados, incluso cantando el Eusko Gudariak, porque "podremos decir a nuestros hijos que no nos hemos dejado engañar por el Vaticano".




°