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domingo, 26 de febrero de 2017

RT Entrevista a Lucio Urtubia

Les compartimos esta entrevista dada a conocer por inSurGente:


Lucio Urtubia, el albañil anarquista que a mediados de los 80 era uno de los hombres más buscados del planeta, sigue empeñado en cambiar el mundo a sus casi 90 años de edad.

Ernesto J. Navarro

Multifacético a pesar de tener un solo oficio, ha sido descrito por José Mari Esparza, editor de sus memorias como “heredero de la pólvora rebelde, se encontró disparado en un desierto, y tuvo que iniciar su revolución en solitario, haciéndose un inadaptado al franquismo, un desertor del ejército, un ‘robador’ al Estado, un contrabandista vasco, un emigrante”.

Urtubia ha sido en esencia un albañil. Uno muy particular, un obrero de la construcción que ejecutó una hazaña que lo visibilizó en el planeta entero como un héroe al estilo ‘Robin Hood’: puso de rodillas al First National City Bank, falsificando cientos de ‘travellers checks’ (cheques de viajero) que, entre enero 1980 y diciembre de 1982, inundaron Europa y varios países de América Latina.

Pero Lucio Urtubia no es un ladrón, sino un militante libertario, un eslabón en una larga cadena de militantes revolucionarios que se valieron de “operaciones de recuperación de dinero” para apoyar a quienes luchaban y a los que necesitaban. Ese episodio no tiene comparaciones en la historia y aunque estuvo preso unos meses por aquella operación, jamás la Policía francesa pudo ubicar las planchas de impresión de los cheques.

Finalmente, el poderoso City Bank, tratando de evitar la quiebra, entabló un tratado de paz con el albañil, como los que suscriben las partes al final de una guerra.

La vida del constructor anarquista ha sido retratada en libros, películas y una larga lista de canciones de todos los géneros. Hoy está retirado del oficio de albañil, más por la edad que por sus ganas, así que Urtubia convirtió su casa en ‘L’espace Louise Michel’ (el espacio Louise Michel) donde cientos de personas acuden cada año a charlas, conferencias, debates, exposiciones y proyecciones cinematográficas.

Lucio Urtubia

Urtubia acepta las entrevistas solo porque siente el deber de transmitir su experiencia de lucha a las juventudes del mundo. Entrevistado por RT, este luchador de casi 90 años sigue imponiéndose proyectos que lo mantienen activo y utópico.

RT: Lucio, en la actualidad ¿se puede dar un golpe al capitalismo como el que usted dio al First National City Bank?

L.U.: ¡Claro que sí! Todo puede hacerse, pero debe tener una intención. Quiero dejarte claro algo, yo no estoy en contra de las riquezas, porque nadie es más que nadie, somos diferentes. Hay gente que es capaz de crear y otra que no. Hay gente que aunque les des lo que quiera, no hará nunca nada. Pero sí estoy en contra de la utilización que se le da a la riqueza. Si el dinero sirve para humillar a las personas, para bombardear a los pobres en África y en todos los sitios, entonces sí estoy en contra. Ojalá que todas las riquezas sirvieran para hacer escuelas. Aquí en Francia hay un gilipollas que se llama Manuel Vals, que constantemente repite que había que crear más cárceles, y yo no deseo prisiones ni para mis enemigos.

RT: ¿Qué destino tuvo el dinero robado al First National City Bank?

L.U.: Jamás fue para beneficio personal. Yo no necesito eso para vivir. Cuando se es pobre, uno aprende a vivir y a crear con poco. Ayudé a muchas personas que luchaban (vascos, tupamaros, montoneros, etc.). Y en aquella época ese dinero sirvió para socorrer a presos, a sus familiares, para crear infraestructuras.

Pero llega cierto momento en que tienes que calmarte porque ya no puedes continuar, porque tus enemigos están muy presentes. Para mí el honor y mi riqueza es poder tener mi puerta siempre abierta.
RT: ¿Qué atesora usted?

L.U.: Nada. Aquí donde yo vivo (rue des Cascades, París), podría tener un restaurant, una garaje, una tienda, pero no. Yo soy más rico y me veo con una riqueza única, no necesito nada de nadie porque tengo mi pequeño retiro y mi hogar. Aquí mismo funciona el espacio cultural ‘Louise Michel‘. La puerta siempre está abierta. Hoy, por ejemplo han venido colombianos, después unos vascos, luego más gente. Yo creo firmemente en compartir, porque eso no es una cuestión económica, no es riqueza solo lo económico. Las riquezas son otras también y esas son las que hay que repartir.

RT: En una sociedad como la actual, ¿el anarquismo tiene posibilidades?

L.U.: Hoy más que nunca el anarquismo tiene posibilidades de realización, y es una necesidad. Porque en el anarquismo hemos creído en la gente, en lo que es capaz de hacer la gente. Yo no soy creyente a nivel de la jerarquía religiosa, pero hay religiosos que son muy buenos y que hacen cosas muy buenas, yo no puedo estar en contra de eso. El individuo es lo que hace.

Hoy la gente quiere hacer cosas grandes con los otros y eso no es el centro del problema, hay que empezar por uno mismo. Este mundo carece de ejemplos, pero los ejemplos tienen que venir de cada individuo. Yo creo en los pobres, que no tenemos confianza en nadie y que dudamos de todo. Pero no nos damos cuenta que somos nosotros los creadores de todas las riquezas.

RT: Lucio ¿qué significó para usted ser el hombre más buscado por la gendarmería mundial del capitalismo?

L.U.: ¡Un honor! Y eso lo digo a donde quiera que voy. Por ejemplo, han hecho mil emisiones sobre mí, y casi siempre me preguntan si me da vergüenza haber robado. Yo siempre les digo que fue un honor y que creo que el 99 % de la gente si pudiera hacer lo que yo hice, lo haría. Yo lo hice y era un ignorante, un inocente, pero supe rodearme de personas que sabían más que yo en todos los aspectos. Me junté con mucha gente inteligente, con muchas buenas personas. ¡Qué placer haber estafado al mayor banco del mundo! Un desgraciado como yo… por eso digo que fue un placer y un honor.

Es lo que preconizo: no hay que tener respeto a lo que no lo merece.

RT: ¿Qué opinión le merece la victoria electoral de Donald Trump?

L.U.: Yo creo que es un hombre muy bruto y que hace las cosas que le salieron bien para crear una empresa. Pero una empresa no es nada comparada con un mundo, este mundo es otra cosa y Trump no es alguien que dé ejemplos. Trump es un hombre que se cree grande y yo no creo en esas grandezas. Yo creo en la gente humilde que lleva a cabo acciones pequeñas que son las que se vuelven grandes. Los árboles crecen, los animales crecen, un encuentro casual puede ser determinante para cambiar algo en nosotros mismos.
RT: ¿Cómo le va a la España actual?

L.U.: La España de hoy está bastante mal. Hace unos días estuve reunido con mi amigo vasco Arnaldo Otegui y le dije “¡No hay que correr!” El desastre, por ejemplo, del amigo Pablo Iglesias ha sido el poder. Él ya está en el poder y ¿qué es lo que hace una vez allí? ¡Nada! El individuo cuando llega al poder ya no tiene que hacer nada. Somos nosotros, desde abajo, los que tenemos que hacer. ¡Jamás, jamás ha habido un ser humano decente que haya llegado al poder! Hubo uno, (Salvador) Allende, una buena persona ¡Ya sabes que era anarquista! Pero los poderes estropean a la gente.

RT: ¿Entonces no hay opciones?

L.U.: Si las hay, tenemos que dar. Venimos al mundo sin nada, no tenemos nada. Creo que lo que debemos hacer es dar, compartir. Hacer para dar. Si uno da, recibe. Si no das no eres nada, eres un miserable. Todos, incluso los pobres podemos dar.

RT: ¿Qué ha significado para usted envejecer?

L.U.: Envejecer es la vida. De la única gente que tengo celos es de la juventud. Es que me gustaría ser joven porque este mundo se puede cambiar, estoy más convencido que nunca que este mundo se puede cambiar. ¡Y claro! Yo querría ser joven para beneficiar a los jóvenes de mi historia de lucha, decirles todo lo que se puede hacer.

RT: ¿Envejecen las ideas?

L.U.: ¡No! Yo tengo 86 años y estoy cada vez más convencido que este estado de cosas se puede cambiar, pero hay que tener la paciencia y darle continuidad a lo que se piensa, y uno piensa lo que ha vivido. Yo aprecio que en este mundo vivimos al revés, hacemos lo contario de lo que deberíamos. Vivimos de una forma tan engañada, tan burra, tan inútil en todos los aspectos. Cuando digo que el mundo puede cambiar es porque es una necesidad y en cierta época yo no tenía ni pan ni alpargatas, pero ahora hay todo, y aun así todo está por hacerse.

RT: ¿Tiene usted un mensaje para la juventud de ahora?

L.U.: Que hay que luchar, que las cosas no caen del cielo. Que la juventud puede hacer mucho y cambiar el mundo. Hay que empezar por lo poco, y las pequeñas acciones una vez que se han sembrado, pueden resultar muy eficaces. Además hay miles de cosas que vivimos y que no determinamos, es el universo y uno no sabe ni por qué, pero sin la lucha no se hace nada.

A los jóvenes que me visitan les digo: “uno es lo que hace”. Si uno vive sin hacer nada, únicamente comer, beber y dormir, entonces actúa como un animal. Te repito, yo tengo 86 años, si mañana me muero, solo me iría celoso de la juventud, porque ellos pueden vivir, pueden luchar y pueden seguir… pero estoy contentísimo de haber luchado.

El caso es hacer, hacer y hacer. Me repito: hacer para dar. Todos podemos, incluso los pobres. Cuanto más pobres, más podemos dar.

RT: A sus 86 años, ¿sigue siendo albañil?

L.U.: ¡No!, ahora ya no puedo trabajar, soy un ‘viejico’. He salido esta mañana del hospital porque debo operarme del corazón el 14 de marzo. Pero sigo ayudando con lo que puedo. Tengo 20 conferencias programadas y cuando esté recuperado empezaré de nuevo a hablar, porque estas cosas que hablamos son una necesidad. A mi edad no tengo odio a la gente rica, solo me da rabia que no sepan utilizar lo que tienen. En vez de malgastarlo en bombas, en guerras, en humillaciones, habría que gastarlo en educación y cultura ¡La cultura y el conocimiento son la fuerza!
Incansable luchador

Próximo a los 90 años de edad, Lucio sigue siendo un militante anarquista que no se da descanso a sí mismo. Urtubia repite sin descanso que todo cuanto hizo fue producto de un trabajo colectivo, a pesar de su esfuerzo personal. No se cree un héroe, porque “los gestos heroicos van de la mano de errores graves y cuando se mitifica a una persona se tiende a santificar incluso sus errores”.






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viernes, 19 de febrero de 2016

Entrevista a "Tambero" Zabalza

América Latina vive un momento muy delicado, asediada por todos lados por la derecha neoliberal y globalizada ha perdido los espacios democráticos duramente logrados en Paraguay, Argentina y Venezuela.

Ante este escenario, les compartimos esta entrevista publicada en Kaos en la Red:

El uruguayo Jorge “Tambero” Zabalza ya está otra vez en carrera después de pasar por un prolongado período de recuperación tras superar una durísima intervención quirúrgica. Un trance donde el “flaco” puso las ganas de quedarse en este loco mundo para seguir dando batalla, y su compañera Verónica Engler fue un factor clave para darle las fuerzas que le hacían falta. Parafraseando a los rockeros de antaño, se puede decir que “los viejos revolucionarios nunca mueren” y en lo que hace al “Tambero” aún tiene mucho que aportar y enseñar a las nuevas generaciones. De allí que Zabalza  -ex dirección de los Tupamaros y ex preso político en durísimas condiciones- haya visto necesario escribir nuevamente sobre la épica y la derrota de la que fuera su organización en el pasado. Así pudo parir “La experiencia tupamara. Pensando en futuras insurgencias”, un libro (prologado por Néstor Kohan) de lectura obligada para quienes siguen creyendo que nos debemos en varios de nuestros países avanzar hacia la Liberación Nacional y el Socialismo. Pero también para muchos jóvenes que caminan entre el descreimiento de la politiquería burguesa y las ganas de hallar referencias que les ayude a derrotar a tanta confusión y oportunismo.

Resumen Latinoamericano estuvo con el “Tambero” en su trinchera habitual de Santa Catalina, frente a la versión uruguaya del Río de la Plata, y allí gestamos una entrevista sustanciosa en la que Zabalza habla de los Tupas originarios y los que “se cruzaron de vereda” en los últimos años, también enfila los cañones contra Mauricio Macri, y expresa su versión sobre algunas de las responsabilidades que tienen los progresismos en el retorno ofensivo de la derecha neoliberal.

Analizando las causas de la derrota

-Acabas de presentar un libro que conmociona en Uruguay y no exagero si digo que tiene gran interés para amplios sectores de la militancia popular latinoamericana, ¿Qué has querido contar que no se haya dicho sobre toda la lucha de los Tupamaros uruguayos? ¿Qué fue lo que más te llevó a incidir en la preparación de este libro, teniendo en cuenta que ya habías escrito otros textos sobre esta experiencia?

Zabalza: El libro surge porque al pasado se lo interpreta de distintas maneras de acuerdo a lo que uno hace hoy en día. Por supuesto, hay una banalización de la historia revolucionaria por parte de aquellos que hoy se integraron al sistema y que están en el gobierno: me refiero, entre otros, a Eleuterio Fernandez Huidobro, Eduardo Bonomi, José Mujica. Todo ese grupo de gente que se pasó de vereda,  o que hoy está caminando por la vereda de enfrente.

Lo que quisimos no es un libro que contara historias y cuentos, episodios, anécdotas, sino un análisis de la causa de la derrota. O sea, todo lo que pensamos durante los años de cárcel, sintetizarlo hoy, y por eso el libro ha despertado un interés bastante grande, por lo menos entre aquellos que integraron el Movimiento de Liberación Nacional en el pasado. El análisis incide en que no fue una cuestión episódica lo que nos ocurrió, no fue la traición de Amodio Pérez o la cantidad de clandestinos o la ruptura de las reglas de compartimentación, o algún par de operaciones mal pensadas. Lo real es que hubo un problema de concepción, en términos de militarismo. Es decir: otorgar a la acción armada un poder mágico capaz de cambiar la conciencia del pueblo y de acumular fuerzas, predominando sobre el trabajo a nivel popular. Basarse en la lucha armada, con el hostigamiento a las Fuerzas Armadas y al Estado, y no utilizar las armas para hacer política, para desarrollar la comprensión política en el pueblo uruguayo, que era lo que pensábamos en los inicios del MLN.

-Describis un problema por la que también pasaron otras organizaciones político-militares del continente.

-Ese es el principal error de concepción compartido por todos nosotros. No es una crítica a otros sino una autocrítica porque fuimos todos militaristas. Yo lo resumiría en esto: la insurgencia del pueblo (el pueblo es insurgente) no depende de la acción de los revolucionarios profesionales, depende del desarrollo de la conciencia del pueblo. Y la otra crítica que se hace de concepción es el aparatismo, una forma de desviación burocrática del aparato militar que ocurrió en Uruguay y en otros lados no.

-¿En la interna de los Tupas no había una discusión, un debate, una duda, sobre este tipo de planteos, tanto del aparatismo como del militarismo?

-Los debates ideológicos en las organizaciones nunca son muy prolijos. Lenin se fue con los bolcheviques discutiendo sobre el artículo primero del reglamento, o sea, ahí se sintetizaban todas las diferencias ideológicas que había con los bolcheviques. Nosotros discutimos en la cárcel montones de cosas en concreto, por ejemplo, las conversaciones con los militares en el batallón Florida cuando estaban presos Fernández Huidobro y Mujica y algún otro compañero, y a partir de ahí surgieron diversas interpretaciones pero estábamos todos presos, estábamos todos sufriendo la misma bota militar. Después salimos con la amnistía en 1985 y lo que predominó fue el espíritu de reorganización entonces las discusiones o las críticas se dieron más a nivel pasillo y de discusiones de base, parciales, que en forma orgánica.

Lo que hubo en forma orgánica fueron unos cien documentos de autocrítica que circularon y que luego se sintetizaron en dos posiciones: una que era la que echaba la responsabilidad a decisiones mal tomadas por algunos compañeros, y otra que era la de concepción. Luego se hizo un acuerdo porque eso significaba la división del MLN antes de nacer, cuando estábamos reorganizándonos. No sonaba lógico dividirnos en dos posiciones. Todo fue quedando para atrás de tal manera, que recién ahora van saliendo a la luz. Toda discusión sobre las conversaciones en el  cuartel Florida y la propuesta de rendición incondicional de Fernández Huidobro mereció muchas y fuertes críticas, particularmente de Raúl Sendic, pero no trascendieron como una posición política.

La teoría del Uruguay con amortiguadores

-¿Cómo fue posible que en un país como Uruguay se llegó a la necesidad de plantear la lucha armada? Teniendo en cuenta que la idiosincrasia del pueblo uruguayo generalmente está muy pegada a lo electoral ¿cómo hicieron, cómo argumentaron ustedes para definir que ese era el momento de encarar la lucha armada? 

-El Uruguay es “el país de los amortiguadores”, como lo llamó  Carlos Real de Azúa, y el libro no profundiza lo suficiente en eso. El tema del batllismo y del progresismo, reflejan eso que tu llamas que al uruguayo le gusta votar y creen que votando resuelven todos los problemas. Después hay una serie de mecanismos que hacen que los conflictos de la lucha de clases se canalicen por la vía del consejo de salario, de pasillo en los ministerios, acuerdos entre las centrales de los trabajadores y los ministros de Trabajo, acuerdos en el Parlamento, toda una serie de vías que tienden a amortiguar y a contener las rebeldías.

Ese fue el Uruguay en los años 60, donde todavía los partidos del sistema, el Partido Nacional y el Partido Colorado, contaban con el 80% del electorado y votaba casi el 90% de la población de manera voluntaria, porque en aquella época el voto no era obligatorio. Entonces, había un consentimiento general  con ese funcionamiento. Pero había sectores que sufrían, eran los que veían la otra cara del Estado, no la cara sutil sino la cara de la represión. Por ejemplo, en Bella Unión los trabajadores de la caña de azúcar, en la Charqueada los trabajadores del arroz, en Río Negro y Soriano los trabajadores de la remolacha, en Fray Bentos los trabajadores de los frigoríficos, en El Cerro y en La Teja. Entonces, había sectores que sí sabían que la cara del Estado no era esa cara simpática del Uruguay democrático, el Uruguay batllista, sino que la cara del Estado era la boca de un revólver. Ahí fue, más o menos en 1958, que Raúl Sendic hizo ese artículo que se llamaba “Caras y caretas”. Decía que al calor de la lucha de clases el Uruguay batllista se saca la careta y muestra su cara verdadera con las fauces del fascismo. Apoyado en esos sectores, comenzaba a aparecer el planteo revolucionario local. Empiezan a darse algunas condiciones donde había gente que dice: nosotros no podemos seguir proyectándonos para votar en elecciones nacionales, tiene que haber alguna manera. Si es imposible lograr los cambios vía elecciones tiene que haber alguna manera de plantearlo de otra forma en el Uruguay.

Eso ocurría en 1958, y un año después, en Cuba, el Movimiento 26 de Julio llega al poder el 1ero de enero de 1959. Fidel, el Che y Camilo desfilan en la Habana el 8 de enero y eso significó un terremoto ideológico en toda América Latina. En el Uruguay también y abona ese terreno fértil que ya existía. En 1960 vino Fidel al Uruguay, en el 61 llegó el Che a Punta del Este a oponerse a la Alianza por el Progreso, a denunciarla.  Creo que ese es el momento en que se dan las condiciones para que una gran cantidad de grupos se planteen la revolución por la vía armada. De todas maneras era una época muy temprana. Hubo que adecuarse, y eso es un descubrimiento de los Tupa, para hacer la revolución y emplear las armas en plena democracia. Es decir, graduar el grado de violencia para que no chocara frontalmente con esas ganas de votar que tenía la gente. Hasta que llegó Pacheco Areco a fines de 1967. Pacheco Areco hizo lo mismo que ahora hace Macri en Argentina, en cien días quiso cambiar el Uruguay. Macri y Pacheco un solo corazón. Entonces despertó una reacción popular, igual que la que está despertando Macri.  Ahí sí surgió el MLN, empezaron a darse las acciones más renombradas del MLN.

La “otra historia” de Mujica y Fernández Huidobro

-¿Observando la realidad desde este presente, ¿Cuál crees que fue el punto de inflexión que determina la derrota? ¿Cuándo se percibió que se estaba al borde del precipicio?

-La derrota comenzó antes, se dió cuando empezamos a perder el vínculo con los sentimientos populares, interpretamos mal los resultados de las elecciones de 1971 y a partir de ahí, de una mala lectura o de una desconocimiento de la realidad y sobre todo del sentir popular, largamos una ofensiva armada contra el Escuadrón de la Muerte. Operaciones directas contra las Fuerzas Armadas que nos llevó a acelerar el proceso, o intentarlo, a una velocidad que estaba a años luz de lo que venía caminando la gente. Muchos habían votado al Frente Amplio o al partido Nacional de Wilson Ferreira Aldunate, pensando en una salida pacífica para resolver los problemas, y con todo eran el 45% del electorado. Es decir, el 55% había apoyado la mano dura de (José María) Bordaberry. Nosotros no supimos leer bien esos resultados electorales, operamos en función de estrategias pensadas en el aparato y largamos una ofensiva que nos llevó a la derrota.  No nos dimos cuenta porque estábamos presos. Recién lo percibimos después. en agosto del año 72 cuando cayó Raúl Sendic, en un tiroteo famoso acá en la Ciudad Vieja, y ahí sí tuvimos la clara noción de que nos habíamos equivocado y los momentos que teníamos para pensar en la capucha lo dedicábamos a eso. No fue un proceso que podemos decir que lo previmos o lo discutimos antes.

Actualmente, la interpretación de la historia de tipos como Fernández Huidobro que por un lado hace la apología del MLN y la lucha armada y por el otro la demoniza, echándole la culpa a otros, no es nada fiable. Responsabiliza por la derrota a un grupo que fue de la dirección o eran militaristas, como si él no lo hubiese sido,  o responsabiliza al PRT-ERP de Argentina porque nos colonizó ideológicamente. Es decir, se saca el sayo de encima cuando en realidad está tratando de ocultar todo el proceso que lo condujo política e ideológicamente a él y a Mujica desde 1971 a apoyar el nacionalismo peruanista, a convertirlo en una bandera para toda América Latina, y  apostar a la posibilidad de que las Fuerzas Armadas se volvieran “partido militar del desarrollo nacional”, concretado eso en documentos del MLN escritos por Fernández Huidobro.

A partir de ese viraje ideológico que dieron en 1971, producto también de mucha lectura de Jorge Abelardo Ramos, que en Argentina conocen bien como terminó, Fernández Huidobro termina su historia de una manera muy parecida. Y a Mujica le pasará lo mismo, porque esa apuesta a una etapa de desarrollo de la economía capitalista dirigida por partidos militares era realmente una fantasmada.

¿Nunca más lucha armada?

-A propósito del tema de las armas, hay opiniones bastante generalizadas de que se acabó el tiempo de las armas para los movimientos de izquierda en América Latina, ¿Coincidís con esa visión que señala nunca más la lucha armada en el continente? 

-Pienso qué pueden hacer los Mapuches cuando Bachelet les manda los carabineros, o ahora que les va a crear una estación de carabineros en medio de tierra mapuche, con la amenaza además de mandar al ejército detrás. Qué pueden hacer los palestinos cuando les cae encima todo el ejército israelí. Es decir, la lucha armada o la contraviolencia armada por parte de los pueblos está ahí. Sí es cierto que los zapatistas logran mantener un control del territorio en base a un trabajo político muy grande, con una organización de un gobierno muy democrático, muy desde abajo, muy tipo comunidad indígena, pero tienen 45 mil zapatistas que desfilaron en el año 2012 por todas las ciudades del entorno, 45 mil zapatistas organizados, la mayoría de ellos armados, es decir, de alguna manera han tenido que enfrentar a los paramilitares.

Creo que la contraviolencia de parte de los pueblos está siempre vigente porque no es responsabilidad de los de abajo, el sentimiento popular es que quisieran mejorar sus condiciones de vida y acceder a la gestión de los medios de producción pacíficamente pero eso es imposible porque los dueños de los medios de producción son los que desatan la violencia. No fue el pueblo argentino el que quiere los despidos de los funcionarios públicos o que les saquen las retenciones a los ganaderos, es la propia oligarquía y pone un gobierno para eso.

Esa violencia que viene de arriba es la que justifica y vuelve necesaria, en determinadas condiciones, subjetivas sobre todo, la violencia de los de abajo. Se necesitan dos cosas: primero que haya un Macri, un Pacheco Areco, un Piñera, que no necesitan ahora los golpes de Estado como antes, ya que pueden acceder a través de la vía electoral. Los mismos fascistas que antes impulsaban golpes de Estado, en su ofensiva contra los intereses del pueblo, provocan la reacción popular, en algunos casos pacífica, en otros menos pacífica, y en otros quedan abiertas las condiciones abiertas para la lucha armada. ¿Qué hará el pueblo español si les fracasa todo este intento de tentativas electorales de mejorar?. No es solo un problema de América Latina, es un problema también en Europa. No es solo un problema de los palestinos en Medio Oriente, es un problema que ahora se les está metiendo adentro de Europa.

Después de la ola de dictaduras vino, porque la gente lo necesitaba también, un sentimiento generalizado de exaltación de la democracia burguesa y del ejercicio de las libertades y los derechos populares hasta donde te permitían, no más allá de eso.  Te permiten los consejos de salarios pero no sucede lo mismo una cantidad de otras cosas. Los consejos de salarios concebidos como un instrumento de contención del  trabajador y no como un instrumento de redistribución y de justicia social. El movimiento sindical en el Uruguay se presta a ser parte de esa contención de la rebelión.

El proceso de paz en Colombia

-¿Cómo ves procesos como el de Colombia donde se ha tomado la decisión, por parte de las FARC de parar la lucha armada y se está avanzando con bastante firmeza en negociaciones de paz?

-Hay una paradoja en el proceso colombiano. Por un lado, las FARC y el gobierno colombiano han demostrado una clara voluntad de terminar con la lucha armada y por el otro, las políticas que se están instrumentando desde arriba, en particular en el campo. O con la “guerra al narcotráfico” que en realidad es la guerra al campesino que siembra la planta de coca, o la privatización de la compañía eléctrica de Colombia, o las políticas educativas que se instrumentan desde el gobierno. Se percibe así un ambiente que expresando querer la paz es de insurgencia también. Mientras que hay un acuerdo entre los dos contendientes a nivel de la sociedad se están reproduciendo las condiciones que en algún momento llevaron a esa confrontación armada.

Realmente no sé en que podrá terminar ese proceso pero no es la primera vez en Colombia que se hace la paz entre una organización armada y el gobierno. Tenemos recuerdos del M-19 cuando terminaron todos muertos después al haberse integrado a la lucha política. ¿En Colombia qué pasará con los paramilitares después de la paz? ¿Qué pasará con el narcoestado, se volverá el país una especie de México? Entonces, ¿cuál será el destino de las fuerzas de izquierda en Colombia? En México ya sabemos cuál ha sido. Pero que haya una paz decretada entre un gobierno y una organización guerrillera no quiere decir que hay una paz social y no quiere decir que deje de haber desaparecidos, que deje de haber represión policial, que deje de haber paramilitares y parapoliciales ligados al narcotráfico, como ocurre en Mécico. La pregunta será ¿va camino Colombia a ser un Estado como el mexicano?

“Progresistas” y revolucionarios

-Vayamos a un asunto que estás poniendo siempre sobre la superficie, a contramano de otros dirigentes, intelectuales y militantes políticos latinoamericanos, y que es el tema del progresismo. Por un lado, hay gente que opina que es muy insolidario, escéptico e incluso reaccionario estar planteando de que las experiencias progresistas en América Latina ya han tocado fondo. Por otro lado, están los que como vos señalan  que el progresismo es parte también de este final que se produce en algunos procesos latinoamericanos donde asumen gobiernos de derecha  y extrema derecha después de gobiernos progresistas. A tu entender, que ha provocado de avance o retroceso el progresismo en el continente latinoamericano?

-En realidad. América Latina ya vivió esto en el pasado, no es la primera vez que gobiernos populares o con intención popular llegan a su techo. El historiador uruguayo Carlos Real de Azúa, analizaba el batllismo, y decía en un libro que se llama “El impulso y su freno”, que este último estaba puesto porque no tocó la estructura de la propiedad del campo. Es decir, José y Luis Batlle Ordóñez no se animaron a afectar a los terratenientes y estancieros y no enfrentaron al imperialismo. José Batlle Ordoñez podrá pasar a la historia como muchas cosas pero nadie puede decir que fue un antiimperialista, era un admirador de la democracia norteamericana.

Creo que en esta nueva oleada de gobiernos progresistas en América Latina hay que distinguir entre aquellos que están siendo agredidos por el imperialismo y que han respondido dignamente a ese ataque, a esa ofensiva de los Estados Unidos, como es el caso de Venezuela, Ecuador, Bolivia, y hay otros progresismos que son los del sur que han tenido una actitud mucho más condescendiente con el Departamento de Estado, como el de Bachelet, Tabaré Vázquez, Mujica, Dilma Rousseff, Lula, a quienes les ha costado mucho separar aguas y decir que América Latina es de los latinoamericanos y no de los Estados Unidos, que no somos el patio trasero de nadie. Les ha costado mucho decirlo y tener una actitud de independencia. Siembran confusión en toda América Latina con esa posición. El enaltecimiento de la figura de José Mujica es un ejemplo claro porque mientras por un lado se pasea por el mundo y da la imagen de un defensor de la Patria Grande, por otro lado, saboteó el Mercosur y se abrazó con Rockefeller y con Obama para salvarles las posiciones en lo ideológico. Para ellos, el imperialismo se terminó, el imperialismo ha cambiado de fachada, cuando están viendo la realidad que en Medio Oriente y en África los Estados Unidos avanzan con todo.

Creo que ese es uno de los puntos definitorios y por eso distinguiría entre aquellos progresismos que sí se oponen a la ofensiva imperialista y que por ello sufren agresiones, y están aquellos otros que son condescendientes. Los abrazos de Mujica con la embajadora yanqui en Uruguay fueron lamentables porque es una imagen que crea confusión en la gente. En cambio, una actitud digna como la que tuvo Hugo Chávez, levanta el espíritu de la gente y convoca a luchar.

Del Uruguay productivo al veneno de los agrotóxicos

-Mencionabas como un tema muy especial todo lo que viene ocurriendo en Uruguay y en otros países del continente con la posesión de la tierra, los latifundios y la invasión de transgénicos.

-Sí, el otro factor definitorio es el campo. Hoy en América Latina el negocio floreciente es el agronegocio. La máxima rentabilidad tiene que ver con las plantaciones de transgénicos en base a agrotóxicos. Claro que después se ven las consecuencias. Cuando esto comenzó hace 15 años atrás los pronósticos de que iba a deteriorar el medio ambiente era cosa de las organizaciones medioambientalistas. Pero hoy en día la gente sabe que en Uruguay no podes consumir agua potable porque las aguas han sido contaminadas por los agrotóxicos, en particular por la sustancia fosforada, el glifosato.  Eso ya forma parte de una realidad y nadie se hace responsable. Resulta que todo el sur de América Latina fue invadido por la soja, por el maíz transgénico, por el consumo excesivo de agrotóxicos, por los negocios de la Monsanto y de la Cargill y nadie es responsable de eso. Si Bolivia prohibió el uso de transgénicos, de agrotóxicos, por qué no pueden hacerlo Bachelet, Tabaré Vázquez, Mujica o Dilma Rousseff, por qué no se pueden oponer a las grandes corporaciones trasnacionales. Muy sencillo, porque son operadores políticos del gran capital. No son operadores políticos de los intereses populares ni impulsan un desarrollo hacia el socialismo y la liberación nacional, son operadores de las grandes corporaciones transnacionales. Esa es la diferencia que hay que asentar entre el progresismo del  Caribe y del norte de América Latina o de los Andes, Bolivia, Ecuador, Venezuela y el progresismo del cono sur. Hay que dejar bien sentada esa diferencia.

Del peronismo K a la derecha gorila del macrismo

-Nombraste dos progresismos, uno el que se resistió y otro el que se adaptó. ¿Por alguna razón dejaste afuera a Cristina Kirchner? ¿Cómo ves el proceso argentino actual?

–No sé cómo definirla a Cristina Kirchner, ¿peronista? El peronismo es un fenómeno muy particular en la Argentina y tiene muchas incidencias en el Uruguay porque nosotros históricamente tendríamos que ser una unidad con la Argentina, ese era nuestro destino histórico que fue frustrado por los británicos y por los pichones de oligarcas que ya existían en aquella época. Entonces, el peronismo que es ese fenómeno tan especial tiene algunas aristas con las cuales uno puede decir que merecen un apoyo. Cristina se plantó frente a los fondos buitres, se plantó en el tema de los Derechos Humanos. Más que Cristina, Néstor Kirchner dio un espaldarazo a los procesos de Memoria, Verdad y Justicia, se enfrentó a las Juntas Militares y las procesó, algo que para América Latina es de vanguardia. Miremos Chile, en Brasil procesaron ahora a uno de los genocidas después de 30 años, miremos Uruguay lo que está pasando, donde para buscar justicia tenemos que ir a Italia porque acá el sistema judicial y el sistema político están invadidos por un espíritu de olvido y de perdón.

Entonces, es muy difícil catalogar a Cristina en ese sentido, olvidando su postura frente a los Estados Unidos y su postura en el tema de Verdad y Justicia. Por otro lado, enfrentó al campo, puso las retenciones, pero su actitud frente a los trabajadores ha sido también dubitativa, frente a los conflictos sociales llegó a reprimir. Es decir, por un lado, es una gran defensora de los Derechos Humanos y  por otro, allí donde tuvo puntos candentes mandó la represión. Cooptó una gran parte del movimiento popular para el kirchnerismo con los planes de asistencialismo social. Realmente tengo muchas dudas de catalogarla como progresista, creo que es un fenómeno particular de la Argentina que influye mucho en el Uruguay, no en vano tenemos a José Mujica que es el admirador número uno de Perón.

-Pero ahora ya no está el kirchnerismo en el gobierno y Mauricio Macri no para de lanzar “decretos de urgencia”.

-Macri es la avanzada derechista. Justamente la duda de Cristina Kirchner en tomar medidas netamente de corte popular o de profundización del proceso, ampara de que hubiera un voto castigo, de que muchos dudaran y se confundieran, y otra gente rechazara a los candidatos kirchneristas, castigara a Cristina y decidiera votar en blanco o al FIT, porque son las propias dudas que generara su política. Por todo eso, triunfó el voto castigo.

Lo importante que se está dando en América Latina es que la derecha ortodoxa, que tiene ínfulas fascistas, representante del Fondo Monetario Internacional y de las corporaciones transnacionales, esa derecha burguesa y oligárquica, está llegando por la vía de las elecciones al gobierno y a partir de ahí está acelerando, volcándose hacia los Estados Unidos. Macri atacando a Venezuela, Macri despidiendo trabajadores de manera brutal, favoreciendo al campo con la quita de las retenciones, atacando al pueblo con tarifazos y atacando al pueblo con la devaluación del dólar, hace innecesario el golpe de Estado. Los burgueses aparentemente han aprendido a utilizar aquellos mecanismos que inventaron ellos para hacerse cargo de los gobiernos, llegar al gobierno a través de campañas electorales basadas en los medios de comunicación. En Brasil puede ocurrir lo mismo en cualquier momento.

-¿Lo ves a Tabaré como un aliado de Macri?

-Lo seguro es que no va a haber un Macri  en el Uruguay porque no precisa, en Uruguay los mandados los hace Tabaré Vázquez. Para las próximas elecciones el Frente Amplio seguramente postule a José Mujica, acordate, aunque esté viejito y todo, lo postule a José Mujica, dando de nuevo una apariencia de un giro a la izquierda y después gobierna con la derecha, con la peor derecha. Para qué precisamos un Macri que haga un tarifazo si aquí lo hizo Tabaré Vázquez.

-Otro proceso particular es lo que se está dando en Haití, donde la rebelión del pueblo prácticamente ha expulsado al ex presidente Michel Martelly del cargo y en las calles se escucha una consigna que nosotros conocemos muy bien: “que se vayan todos”. ¿Cómo ves esta revitalización de las movilizaciones populares en un país que históricamente ha sido muy ninguneado en el continente?

-Cierto, un país y un pueblo ninguneado, pero que fue el primero en dar una lección de independencia en América Latina y de liberación de los esclavos, y un pueblo que fue el que ayudó a Bolívar a iniciar su campaña por la Patria Grande. Es un pueblo que ha sido ejemplo en América Latina y que hoy en día tal vez esté demostrando por la vía de los hechos eso que decíamos antes, que las insurgencias son propiedad del pueblo, son los pueblos los que deciden insurreccionarse, son ellos los que deciden rebelarse, y no son los aparatos. No estoy negando que los insurgentes nos organicemos, digo que en la contradicción de los organizados y el pueblo, el polo determinante es que el pueblo se insubordine, en todos lados. Hoy Haití está mostrando eso, un pueblo que termina rechazando a la intervención de la OEA, la OEA decide angélicamente que va a ir a pacificar Haití, claro va a ir a pacificarla en favor de la derecha y de la oligarquía con la culebra del (ex canciller uruguayo) Luis Almagro al frente, culebra porque con él se abrazó Mujica.

Otra cosa que me cuesta es que la izquierda en América Latina diga que esto fue un antojo de Luis Almagro, ¿nadie llevó a Luis Almagro a la OEA, nadie llevó al Ministerio de Relaciones Exteriores a Luis Almagro en el Uruguay, nadie lo llevó a establecer contactos estrechos con lo peor de los Estados Unidos, con el Departamento de Estado, nadie fue?. ¿Mujica nada tiene qué ver con eso?, Ahora le escribió una carta crítica y mañana se abraza otra vez con Almagro, mañana tendremos la foto con Luis Almagro y con Macri abrazados a José Mujica.

Siguiendo con el tema de Haití, el cual es muy importante para el Uruguay porque nosotros estamos interviniendo ahí, estamos enviando tropas, estamos haciendo perder la historia del Uruguay en defensa de la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad del pueblo uruguayo, interviniendo cuando un pueblo hermano se está revelando, con el verso de Misiones de Paz y de que vamos a ayudar a estabilizar a Haití. Hace diez años que estamos ayudando a estabilizar a Haití y Haití está cada vez más desestabilizada porque el interés del Imperio es hacer un estado fallido de Haití para apoderarse de las riquezas minerales. Nosotros nos sentimos avergonzados.

Haití ha logrado que el doble discurso y la doble ética y moral en el Uruguay se revelen,  el quiebre ético y moral del Frente Amplio en el Uruguay ha sido Haití. No puede una fuerza que se dice popular y de izquierda enviar tropas a intervenir a un pueblo hermano y si lo hace está cayendo en la misma contradicción que cayeron los socialistas y los socialdemócratas en Europa cuando apoyaron a los regímenes en la Primer Guerra Mundial, no tiene explicación. Hoy en día  frente a un fraude electoral, frente a un deterioro de las instituciones, nosotros aparecemos apoyando con soldados esa desestabilización, que se está produciendo en Haití, desestabilización interesada a instancias del Departamento de Estado.

Por eso, el ejemplo de Haití ha sido muy revelador porque ha logrado que uruguayos, chilenos, brasileros, se planteen cómo podemos estar ahí oprimiendo y reprimiendo a un pueblo hermano. Todavía los muertos han sido producto de la policía haitiana pero en cualquier momento se producen las intervenciones armadas, porque están habilitadas las intervenciones armadas de las MINUSTAH, y cuando ello suceda va a haber más muertos. Creo que es un crimen para los progresismos del Cono Sur, un crimen tan grande, como fue la Guerra de la Triple Alianza contra el pueblo paraguayo. Es realmente una vergüenza.

“Sueño con un mundo sin salario”

En la emotiva presentación del libro recientemente en Montevideo dijiste en varias oportunidades que te seguís sintiendo revolucionario y que seguís creyendo en hacer la revolución, algo que a veces parece demodé en el contexto postmodernista latinoamericano. Pero me parece interesante, sobre todo para las nuevas generaciones, que nos cuentes un poco en qué revolución seguís creyendo y qué posibilidad creés que tiene un planteo revolucionario hoy en esta América Latina tan complicada y sobre todo, con tanta confusión ideológica.

Te resumiría que yo sueño con un mundo sin salario. El salario es la relación fundamental de un modo de producción, el capitalismo, y la síntesis del capitalismo se establece cuando un individuo es obligado a trabajar para otros forzadamente, porque no tiene más remedio que salir a trabajar y cobrar un sueldo. Un salario a través del cual el que lo emplea se va a apropiar de la plusvalía. Entonces, no alcanza con la estatización de las empresas y de los medios de producción. La relación entre los seres humanos tiene que dejar de ser el salario. En esa marco si podremos tener mujeres y hombres libres del trabajo forzoso, que trabajen además en función de una responsabilidad ante la sociedad. Se trabaja por responsabilidad y no por obligación.

Cuando los médicos cubanos sienten la responsabilidad de venir, con un sueldo bastante miserable, a ser solidarios con los pueblos latinoamericanos, con los pueblos africanos, eso es la responsabilidad social. Ahí sí creo que se presagia el mundo del futuro, en ese tipo de actitudes. Mujeres y hombres que al estar liberados del trabajo forzoso puedan dedicar su tiempo a las artes, a la filosofía, al deporte, al cine, a todas las actividades culturales. Es decir, que la actividad intelectual deje de estar en manos de un sector de la sociedad para ser compartida por todos. Ese es el mundo que sueño. Un mundo sin patriarcado también, esa liberación del trabajo forzoso también va a contribuir a hacer desaparecer la diferencia de género y la explotación entre los géneros. Además que esa generalización de la libertad tiene que servir para que la organización política la exprese con igualdad. Ahí es donde se va a ver además la desaparición de las discriminaciones raciales que siguen sobreviviendo en la democracia burguesa, como acá en el Uruguay, la desaparición de la violencia doméstica. La violencia existe porque hay una ideología que cree en la supremacía del macho. Así como Hitler creía en la supremacía de la raza aria la cultura burguesa cree en la supremacía del hombre sobre la mujer.

Ese es el mundo que nosotros soñamos. Por supuesto te dicen que con esa plataforma no te vota nadie, claro, quién puede votar un planteo ideológico de ese tipo.  Ese planteo está reservado a ser cultivado en núcleos que tienen la intención de hacer la revolución y que, solo en determinados momentos de la historia, como los que ocurren en Haití, pueden llegar a tener predicamento y a ser tomado por los pueblos, y entonces sí tienen la fortaleza. Eso ocurrió en los 60s. En los 60s y en los 70s  sectores muy importantes de los pueblos latinoamericanos, tomaron para sí las posturas revolucionarias y las transformaron en hechos concretos.

Nuestras expectativas son de una confianza ciega en el poder de insurgencia de los pueblos. Cuando yo digo en el título del libro: “pensando en futuras insurgencias”, estoy hablando de eso mismo.  Nosotros los revolucionarios,  los que queremos seguir siendo revolucionarios y los que son más jóvenes y tienen la intención de hacer revoluciones, insertos en esa masa popular, no yendo detrás de ellos sino acompañándonos y discutiendo, sabemos una cosa: nuestras ideas son producto del pasado, pero nuestro papel también es recoger la experiencia del pasado para que sirva de elemento para el pensamiento revolucionario del futuro.






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jueves, 21 de mayo de 2015

El Vasco Raúl Sendic

Un poco de historia revolucionaria latinoamericana en esta reseña que la escritora Cecilia Arrozarena hace del libro de Daniel Chavarría dedicado a la figura de Raúl Sendic (padre), mismo que ha sido publicado por la editorial Txalaparta.

Aquí la tienen, especialmente dedicada a los uruguayos Lucía Topolansky y Pepe Mujica:

–Hay alguien aquí que me pueda decir qué significa Sendic en vasco? –preguntó Daniel Chavarría en un almuerzo de amigos, la mayoría vascos, en una casa de Santa Fé, al oeste de La Habana.

–Pues a mí no me suena a vasco –opinó uno–, sino a serbio o croata.

–¿No tuvo el Athletic un entrenador que se apellidaba Pavic? –preguntó otro.

–Pero Sendic es vasco –aseguró Daniel–. La familia de Sendic eran todos vascos por parte de padre.

Todos se quedaron boquiabiertos. Pidieron ayuda a dos amigos de Cáseda, que en poco tiempo localizaron la partida de nacimieto del antepasado de Raúl Sendic y toda su línea de descendencia. El bisabuelo nació el 19 de febrero de 1833 en la comuna de Etcharry, Bajanavarra, y se llamaba Jean Pierre Sindicq Etchecopare, hijo de Arnaud Sindicq y Marie Etchecopar, que eran aparceros de la casa Artheix.

¿Qué significaba el apellido? Contiene, obviamente, dos palabras griegas: SYN (con) y DIKE (justicia). En latín medieval el Syndicus significaba ‘abogado’ o ‘delegado de una ciudad’, oficio que surgió durante el Imperio romano con el perfil de defensor civitatis, con la misión de velar por los derechos de los ciudadanos y por los intereses municipales. El síndico, en los siglos XVI y XVII, tenía como función salvaguardar la honestidad y eficiencia del servicio público y era también el responsable de la defensa jurídica de los intereses del Ayuntamiento en cualquier litigio. Ese oficio de síndico se fue perdiendo, diluyéndose sus funciones entre el alcalde, el juez de paz y el interventor. En todas las lenguas de Europa Occidental subsiste el término, pero con significados variados. Al asumir el apellido, los antepasados de Sendic vivirían en la casa Sindicq, que habría recibido tal nombre al construirse la casa del Síndico, aunque vivían en la casa Artheix a mediados del siglo XIX.

En la periodización de la inmigración al Uruguay hay un periodo que se denomina “de los veleros o de vasco-franceses”, ubicable entre 1825 y 1860. En el lapso 1830-1842, el censo de Montevideo realizado por Andrés Lamas, constata la presencia de 17.000 franceses, la gran mayoría de ellos vascos, es decir, franceses por ciudadanía, pero vascos de lengua y cultura. También llegaban contingentes de vasco-españoles, empujados muchos de estos por la derrota de la Primera Guerra Carlista. Hay dos factores importantes a considerar como motivadores de esta avalancha migratoria: por un lado el sistema de herencia que prevalecía en el País Vasco, llamado de mayorazgo, según el cual solo un hijo heredaba la hacienda, que no se podía dividir y repartir entre los hijos; y por otro lado que tanto vascofranceses como vasco-españoles fueron a lo largo del siglo XIX renuentes al servicio militar. De hecho, los vascos de España estuvieron exentos del servicio militar hasta el año 1876, año en que por las insurrecciones carlistas que se sucedían en el país, el Gobierno abolió los fueros. Entonces se dio y duró hasta finales del siglo la emigración masiva de vasco-españoles a Uruguay, siendo este el periodo de inmigración que se llama “de los vapores o de vasco-españoles”, compuesta en gran parte por jóvenes reacios a cumplir el servicio militar.

En el año 1850, los vascos, a pesar de no ser más que el 1% de la población francesa, contabilizaron la mitad de los desertores de Francia. Entre los años 1852 y 1855 hubo 1.311 desertores perseguidos en las tres provincias vascas, además de los jóvenes que no se presentaban. El Gobierno francés negaba el pasaporte a los jóvenes vascos de 18 o 19 años, por lo que no podían viajar a partir de puertos franceses, de manera que acostumbraban a cruzar la frontera y embarcarse en el puerto de Pasajes, vía de salida habitual de la emigración vasco-francesa clandestina al Río de la Plata. Jean Pierre Sindicq Etchecopare fue, seguramente, uno de esos emigrantes prófugos. Incluso pudiera explicarse así el cambio de grafía del nombre, pues pasó a escribir su nombre como Pedro Sendic Etchecopar.

Los amigos de Cáseda fueron a Etxarri a fotografiar la casa Artheix. Les abrió la puerta una señora:

–Es que en esta casa nació el bisabuelo de un hombre importante de Uruguay.

–Ah, en esta casa no. Pero, cerca de aquí –dijo la mujer señalando paisaje con el dedo–, por ahí sí: Bordaberri.

Daniel Chavarría no viene a hablar en este libro de Juan María Bordaberry, sino de Raúl Sendic, descendiente de vascos por parte de padre y de italianos por parte de madre, uruguayo, e incansable luchador por un país nuevo y una humanidad más justa.

Raúl Sendic significó para el Uruguay lo que Ernesto Guevara para América Latina. En pleno Uruguay batllista pasó a la clandestinidad, proponiendo una revolución social que nadie podía pensar fuera posible en aquel remanso de paz política que, sin embargo, encubría y disimulaba demasiada injusticia. Su “regla de oro” para el ejercicio de la violencia revolucionaria consistía en que las acciones debían ser comprendidas por el pueblo y, aunque la gente no compartiera la vía armada, entendiera esas acciones como legítimas desde el punto de vista político.

Las acciones tupamaras tuvieron notable resonancia e influyeron en otras partes, en particular en el País Vasco, donde fueron una referencia de la ETAtupamaros de los años 70. Los tupamaros resultarán atrozmente derrotados en su enfrentamiento con las Fuerzas Armadas. Pero, realmente, la revolución no se hace triunfando. Lo fundamental es la formación de los sostenes humanos que hacen falta para la construcción de una sociedad nueva, pues son tan importantes los constructores como el edificio que están construyendo.

En ese sentido, Raúl Sendic es un personaje a recordar. Hay un poema escrito en la cárcel para su hijo, Raúl también de nombre, que pondré en prosa:

“Somos creadores, ¡más que natura!, de nuestro ambiente. ¡Nadie nos para! Vamos avante. Somos la gente. Mueren los hombres. ¿Todo termina? No, ¡espera! ¡Mira! Son los relevos. Van adelante. Llevan la vida. Es nuestra vida ¡y va adelante! Vamos los muertos, ¡vamos avante!”

Raúl Sendic formulaba su pensamiento mediante hechos, y pasó por la vida pensando y actuando, forjando hechos con consecuencias. Y los sigue generando póstumamente.




Uf, bisabuelo antimilitarista y él revolucionario de izquierda, para sentirse orgullosos. Al otro uruguayo de origen vasco mencionado en la reseña que nunca lo olvide la historia, para que lo que hizo no se vuelva a repetir.




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lunes, 2 de marzo de 2015

¿Quién es Pepe?

Mucho se ha escrito acerca del fin de la presidencia de Pepe Mujica en Uruguay, por lo mismo, dando seguimiento a nuestra propia publicación, les queremos compartir este perfil publicado en Gara:

 
Miles de personas de todas las edades abarrotaron ayer la plaza de la Independencia de Montevideo para dar, entre lágrimas y gritos de «Adiós, querido viejo», una sentida despedida a José Pepe Mujica. Hoy, en una ceremonia oficial, Mujica cederá el cargo a Tabaré Vázquez, en el que será el tercer mandato presidencial consecutivo para la izquierda de la mano del Frente Amplio. Entre quienes siguieron su discurso se encontraba el cineasta Emir Kusturica y su equipo de filmación que está ultimando un documental sobre su legado titulado »El último héroe de la política». Pero Mujica, que siempre se ha opuesto a todo intento de canonizarlo y rechaza definiciones como la de ser el «Mandela latinoamericano» o «el presidente más pobre del mundo», sin duda tiene un instinto político animal, una inteligencia a rabiar, una honestidad brutal entre lo que predica y practica.

Y debe considerarse como un gigante de la política, un maestro en el arte de gobernar con pragmatismo sin renunciar a su pasado guerrillero ni a sus ideales de «libertario de izquierdas» que han despertado la atención y la admiración global. Y todo ello, siendo flexible, innovador y no autoritario. Desde una visión humanista que conmueve, siendo espontáneo y humilde, mostrando talento para conectar con las revindicaciones del activismo global y fuerza para combatir las diferencias de clase y desconectarse del ritmo frenético y consumista de la vida contemporánea.

Vivir como uno piensa

Su manera de vivir, vivir de manera en que uno piensa, en coherencia con ideales propios ha ayudado a forjar una imagen poderosa de Pepe Mujica. Podría haber optado por vivir en un lujoso palacio presidencial pero vive en la misma casa de siempre con su mujer Lucía Topolansky y su perra de tres patas «Manuela». No usa corbata, rehuye el protocolo, no ha tenido chofer y dona el 90% de su sueldo a organizaciones de ayuda a los pobres. Guarda la misma bicicleta que usaba cuando practicó ciclismo en su adolescencia y conduce hasta su despacho el mismo Volkswagen escarabajo de los años 60.

Su historia es de película. Guerrillero que se alzó en armas contra el Gobierno en la década de los 60, fue detenido cuatro veces, se fugó dos veces de la cárcel, recibió seis balazos y pasó 14 años en prisión, 11 de ellos en aislamiento absoluto.

Se reunió con el Che Guevara. «Las venas abiertas de América Latina» de Eduardo Galeano, como a toda una generación de revolucionarios, le puso hirviendo la sangre y tuvo como compañero de celda al gran poeta y dramaturgo Mauricio Rosencof.

Militó con los Tupamaros, una guerrilla experimental que más que en dogmas basó su práctica en el método de la prueba y el error (y hubo algunos trágicos, que les costaron la reputación de «guerrilla romántica especializada en la propaganda armada»). Sin embargo, se ha negado a expresar remordimiento por su pasado guerrillero y remarca que siempre intentó mantener la violencia en su mínima expresión.

«Lo único de lo que me arrepiento es de no hacer las cosas que pude haber hecho» dice Mujica, que critica ferozmente las guerras modernas y el «pacifismo beato». En 1989, sin opción para retomar la lucha armada, se unió con los Tupamaros al Frente Amplio en una remarcable transición hacia la política electoral. Y finalmente vio, entre aplausos y vítores de sus compañeros de cárcel y convertido en un símbolo de la reconciliación, cómo el mismo regimiento del Ejército que lo detuvo le hacía la guardia de honor en su toma de posesión presidencial.

Gobernar sin renunciar

En un continente que se ha convertido en el mayor laboratorio del mundo de políticas alternativas de izquierda, Mujica se ha caracterizado por gobernar desde la razón, los valores y el sentido común. El suyo ha sido un socialismo tranquilo, pragmático, que no habla solo de problemas sino que busca soluciones, sin renunciar a la utopía pero atendiendo el aquí y ahora, las necesidades y el pan de la gente que más sufre.

Y deja un país con un crecimiento económico saludable y equilibrado, el segundo en América Latina en índice de desarrollo humano, con una desigualdad de ingresos pequeña y que sigue bajando, con un coste de la vida bajo y que está entre los diez países mejores del mundo para vivir como jubilado.

Además, coherente con una idea de progreso, con un sentido de la libertad y los derechos humanos, ha impulsado una legislación -«aunque no resuelve el problema básico: la diferencia de clase»- muy progresista e innovadora en materia de derecho al matrimonio para personas homosexuales, al aborto o legalizando la marihuana. Por otra parte, ha acogido en su país a expresos de Guantánamo, a refugiados de la guerra de Siria y su buen feeling con Obama ha sido clave en la normalización de las relaciones entre EEUU y «ese gran caimán bajo el sol del Caribe que es Cuba».

Todo ello ha contribuido a que Uruguay, un pequeño país «de inmigrantes, anarquistas y perseguidos de todo el mundo», que no llega a los 3,5 millones de habitantes, que fue capaz de ganar dos Mundiales de fútbol y que disfruta de una legislación social y electoral compleja pero muy avanzada, sea hoy considerada como un ejemplo a seguir para los demás países latinoamericanos. Y aún más tras la muerte de Hugo Chávez. Una voz republicana para todo el mundo, un espejo en el que mirar y aprender, una especie de fuente de inspiración para la izquierda mundial.

Y siempre reclamando la política, una política con mayúscula, aquella que debe regular las relaciones humanas sin sucumbir ante la economía capitalista y el consumismo desenfrenado, sin resignarse a la irrelevancia de ser un mero administrador de las esferas que el sistema financiero no controla.

«No me voy, acabo de llegar»

Mujica ha adquirido talla de líder mundial. Así lo reconocen propios y ajenos, amigos y enemigos, la gente llana de Uruguay y los medios de comunicación más poderosos del mundo. Nunca se interesó en ser un héroe global, le bastó con en ser un buen gobernante local. Así lo creen los uruguayos. Y los que quieren cambiarlo.

Pepe Mujica, como dijo ayer, no se va. Acaba de llegar. Y hasta su último aliento, seguirá en la lucha porque es la «forma más grandiosa de querer la vida».



A los sanguinarios halcones que dirigen la política del estado español, lean y relean esa parte donde nos recuerdan el tránsito de guerrillero a político por parte de Mujica. Recuerden, ustedes tienen sus calabozos llenos de vascxs buscando hacer lo mismo. Y recuerden que Pepe... es descendiente de vascos.
 



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