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sábado, 21 de junio de 2025

Egaña | Enfocando a los Criminales

Iñaki Egaña nos aclara el panorama con respecto a la banda criminal conocida como Organización del Tratado del Atlántico Norte, por sus siglas, OTAN.

Aquí el texto que nos ha compartido en Facebook:


Enfocando a los criminales

Iñaki Egaña

El 13 de marzo de 1986, la Bolsa de Bilbao registró su mayor subida histórica en una sola jornada. Un aumento de 12,71 puntos. Para un observador en el tiempo, la euforia de la crecida exagerada correspondería al afianzamiento del poder político, económico y militar de nuestro país, tras un acontecimiento democrático. La víspera, Hego Euskal Herria había llamado a las urnas a sus vecinos, tal y como en el Estado español, para preguntar si deseábamos entrar en la OTAN: 434.553 hombres y mujeres de Nafarroa Garaia, Araba, Gipuzkoa y Bizkaia habían dicho “Sí, quiero”. Como si se tratara de un contrato matrimonial. Si el mismo observador se quedara en esa primera línea, su interpretación sería errónea. Porque en las siguientes estrías encontraría que 828.721 vascos habíamos dicho “No quiero” y 706.311 se habían abstenido. Es decir, que únicamente uno de cada cinco integrantes del censo vasco peninsular se sumaba a los antojos bélicos de quienes detentaban las riendas en lo político, económico y militar.

El equilibrio entre potencias fue el argumento de los favorables a la integración. La OTAN había surgido en 1949 y para hacer frente a su propósito expansivo, el bloque soviético instituyó el Pacto de Varsovia en 1955. Con la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento de la URSS, el Pacto de Varsovia firmó su defunción y la OTAN, en contra de la lógica de bloques, continuó su despliegue territorial hasta nuestro días. La OTAN ya operaba en Euskal Herria, a pesar del trámite del referéndum de 1986, particularmente con la base de Gorramendi (Elizondo) desde 1959, el campo de tiro de entrenamiento de las Bardenas -en especial para los bombarderos que descargarían napalm y el agente naranja en Vietnam- y la Stay-Behind (conocida como Red Gladio) que, al margen de sus objetivos globales, participó en operaciones encubiertas de guerra sucia y espionaje contra la disidencia vasca. El año del “No quiero” a la OTAN fue el mismo de la incorporación del Estado español a la Unión Europea. En esa ocasión no hubo referéndum.

Aquel músculo antimilitarista vasco fue la clave del “No quiero”. Abarrotaron con su actividad, las calles, las urnas, e implosionaron el movimiento popular. Fue asimismo el germen de la insumisión y deserción al servicio militar en el Ejército, que llevó a prisión a cerca de mil jóvenes vascos, esta vez también de Ipar Euskal Herria, cuyos ciudadanos no habían tenido la oportunidad de expresar su opinión sobre la OTAN. El Estado francés, aunque con matices, había sido uno de sus fundadores.

En el mundo anglosajón se emplea la expresión “soft and hard power”, que correspondería al poder “blando” y al “duro”, que por cierto no tienen por qué ser antagónicos. Los gobiernos salidos de las urnas serían los que componen el “poder blando”. En la teoría, son capaces de conformar consensos y habilitan la diplomacia. El “poder duro”, en cambio, funciona a otra escala. Imposición, coerción y autoridad. Sin reglas, o mejor con las suyas, que modelan las relaciones internacionales. En muchas ocasiones, aquellos que ostentan el poder blando son simples correveidiles de los halcones (Walt Street, La City, el departamento de defensa de EEUU…), tanto en lo económico como en lo militar. Trump, Mertz, Macron, Netanyahu, Starmer… son señores de la guerra elegidos en las urnas. Voceros del poder duro, trasladado al público.

Mark Rutte, secretario general de la OTAN, ha declarado recientemente: "Es hora de adoptar una mentalidad de guerra". En 2025, la Alianza, como en décadas, está marcando la agenda mundial. Finalizó el pasado año su actividad con entrenamientos militares a gran escala, con la novedad de que los ejercicios Steadfast Noon, de prácticas nucleares, los realizaron cerca de la frontera rusa. En 2022 boicotearon el acuerdo de paz en Estambul acordado por Moscú y Kiev para concluir con el conflicto de Ucrania, después del Euromaidán de 2014. Este año, Israel ha bombardeado Siria, Líbano, Irán y Yemen, junto al genocidio de Palestina. EEUU bombardeó masivamente Siria hace unos meses, antes del cambio de régimen, y luego Yemen. El ataque sionista contra Irán desde hace unos días y los ataques contra bases nucleares estratégicas de Rusia este mismo mes de junio, se han producido en medio de negociaciones simultáneas. No hay lugar a la diplomacia. La OTAN quiere mantener su posición de privilegio mundial, participando en todas estas acometidas, con inteligencia propia, sus satélites y sus ejércitos. Apuestan por un modelo planetario a su medida.

Si la OTAN concibió su identidad como un espacio territorial anticomunista, la caída del bloque soviético difuminó su naturaleza. Hoy, es obvio que los enemigos que marca, no están tan relacionados con la ideología sino con la hegemonía territorial y económica. Valores que están presentes en la historia de la humanidad desde tiempos pasados, sin que la evolución haya mejorado la tendencia de las elites. La construcción del enemigo, las acciones preventivas -términos modernos- son similares a las expansionistas del colonialismo o las campañas de ocupación de territorios. Saqueo de recursos y supremacía racial.

Por ello, aquel músculo popular que mostramos en la década de 1980, en particular alrededor del referéndum, no debería ser únicamente un poso histórico, sino también una experiencia que señale objetivos. Es evidente que en estos cuarenta años han sucedido infinidad de cambios, incluso estructurales. Que otras luchas entonces secundarias se han transformado en prioritarias. Igualdad de género, cambio climático, migración masiva, defensa de las minorías… Exigir la paz hoy, como entonces es, sorprendentemente, un acto revolucionario. Coreábamos, junto a Anje Duhalde, aquello de “Bakezalek gara. Bakea nahi dugu”. Su eco nos persigue. Y hoy, entrando en el segundo cuarto del siglo XXI, nuestros antagonistas continúan siendo los halcones de la OTAN y sus compinches bursátiles. El “No quiero” sigue de actualidad.

 

 

 

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sábado, 26 de octubre de 2024

Agur eta Ohore Juanje

Euskal Herria ha tenido que decir adiós a uno de sus guerreros más incansables, Juanje Soria.

Les traemos el obituario que Naiz le ha dedicado:


Juanje Soria, adiós al abogado de mil causas (algunas ganadas)

Ramon Sola

Bromeaba con que era «el abogado de las causas perdidas», pero Juanje Soria Gulina ha ganado muchas de ellas. Y sobre todo, la de la solidaridad y la amistad. Este sábado se ha conocido su fallecimiento.

Su huella queda en casi todas las peleas sociales y políticas de Nafarroa de las últimas décadas. Con mención especial a la de la insumisión; entre los 80 y 90 fue abogado defensor de muchos de quienes lideraron aquella pelea que acabó en victoria primera contra la Prestación Social Sustitutoria y luego contra el propio servicio militar español. Algunos de quienes estuvieron presos lo han recordado con cariño y agradecimiento.

Esto es lo que decía él mismo en la inauguración del Parque de la Insumisión en Iruñea en 2018, recordando aquella lucha en que «había veces que había que perder» como inversión para el futuro.

Como citaba el mensaje de Juan Kruz Lakasta, Juanje Soria fue también el abogado de Solidarios con Itoitz en sus incansables peleas contra el pantano, incluida la causa por el corte de los cables que llevaban el hormigón a la presa en 1996.

De ahí saltó, casi de modo natural, a una implicación intensa contra los macrojuicios políticos, tanto en la plataforma que combatió el 18/98 como en Eleak. Por ejemplo, se encargó junto a Expe Iriarte de leer el comunicado final en esta manifestación en Iruñea en 2011.

Para entonces, a los casos civiles que llevaba ya sumaba otros con importantes connotaciones políticas en la era de los gobiernos de UPN, como los relativos al euskara. Y aquí también con algunas victorias: en 2010 ganó un pleito al Gobierno Sanz tras la negativa a considerar como mérito el conocimiento de la lengua en un concurso de enfermería. En este mismo ámbito, defendió a responsables de AEK cuando fueron citados por la Audiencia Nacional en un sumario de Baltasar Garzón que intentaba ligarlos con ETA, allá por el año 2000.

Bonachón por aspecto y buena persona por naturaleza, Juanje Soria era de los que nunca sabía decir que no. O no quería. Y así ha ido acumulando causas. Causas judiciales primero y causas nuevas por las que luchar, cuando ya le llegó la edad de jubilación.

En los últimos años su aportación ha sido potente en el Foro Social Permanente, donde ha sido interlocutor habitual con el Parlamento navarro. Antes impulsó la iniciativa Tantaz Tanta por los derechos de las personas presas, en un momento en que la manifestación anual de enero estaba bajo amenaza de prohibición. Y dio varias charlas sobre Justicia Transicional cuando el concepto apenas era conocido en estas tierras.

También ha participado en iniciativas sociales como la denuncia del maltrato animal en Sanfermines, en esta carta pública en NAIZ este mismo año. O en la creación de medios alternativos como Ahotsa, uno de los que le ha recordado este sábado.

La defensa de las víctimas del Estado ha puesto colofón a estas décadas de trabajo incansable y contra vientos y mareas, pero siempre sin perder la sonrisa ni elevar el tono más de la cuenta. La Red de Personas Torturadas de Nafarroa se ha sumado a las condolencias con este mensaje.

 

 

 

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sábado, 7 de enero de 2023

Egaña | Subversivos y Presos Políticos

Siguiendo con el tema tan pendiente para la sociedad vasca de los presos políticos traemos a ustedes este texto de Iñaki Egaña desde su página de Facebook:


Subversivos y presos políticos

Iñaki Egaña

El ordenamiento jurídico español ha negado, desde que me alcanza la memoria de los de casa, es decir desde más o menos a partir de 1936, la existencia de presos políticos. Tanto vascos como españoles. Y, sin embargo, toda una arquitectura jurídica, política y social fue creada frente a la disidencia, justo después de la guerra civil, durante el franquismo y también en esa democracia monárquica en la que desarrollamos actualmente nuestra actividad cotidiana. Que me perdonen los vascos continentales, republicanos, que hoy voy a referirme a los peninsulares.
El hecho de la prisión política, ha sido tratado como es habitual con los temas de Estado. La negación oficial, en contra de la creencia popular contraria a ese desmentido. En esa gran España que se acuesta todavía con ínfulas medievales, el rey ahora emérito se revolcaba en sábanas híbridas cada fin de semana, mientras que los medios guardaban un silencio sepulcral y elevaban a categoría suprema su rectitud moral y religiosa. La tortura era sistemática y, por el contrario, la no existencia ha sido una y otra vez canción de verano, invierno y otras estaciones menos radicales. Aún dicen que andan indagando, como si fuéramos tontos, quién pudo ser aquel Señor X que dirigió los GAL.

Para el sistema, los presos políticos eran tratados con un eufemismo, el de subversivos. Lo dijo ya la Ley de Orden Público que tiene más o menos los mismos años que quien escribe estas líneas: serán considerados subversivos “los actos que perturben o intenten perturbar o que atenten a la unidad espiritual, nacional, política y social de España". Es un término en el que me siento reconocido. Si no fuera porque las cunetas esconden todavía a miles de subversivos, me resultaría incluso agradable al oído.

A la hora de matizar, sin embargo, lo que ha prevalecido es aquello que ya hace varias décadas señaló un bilbaíno de pro, de esos que fueron a muerte con el dictador. Se llamaba Manuel Valdés Larrañaga. Falangista, diplomático y, por eso de que en estos tiempos el tema ha sido recurrente, presidente de la Federación Española de Fútbol. Hoy los diccionarios digitales lo ubican en los extremos del arco, pero sus proclamas siguen teniendo recorrido: “En España no hay presos políticos. Los hay, en cambio, por atentar contra la seguridad del Estado y, entre ellos, los hay vagos, maleantes y terroristas”.

Recuerdo, que joya tenemos los humanos con la memoria, que cuando centenares de insumisos vascos fueron encarcelados, las lecturas gubernamentales tenían difícil lo de adjudicarles el término de “terroristas”. Así que los llamaron “vagos”, como si rechazar servir a la patria española con tanques, fusiles y una promesa eterna de amor, fuera una actitud indolentemente perezosa.

En las últimas décadas, el término impuesto ha sido el de “terrorista”. Utilizando una tendencia mundial cuya definición está diluida en cientos de acepciones. Aunque parezca mentira, no hay un término internacional que recoja su significado. Quizás uno de Naciones Unidas, en 1999, señalando como actos terroristas aquellos que afectan a civiles “que no participan directamente en las hostilidades en una situación de conflicto armado”. El resto son exégesis. Para que vean hasta dónde puede llegar la interpretación, recojo la de Mary Kaldor, directora del programa Gobernanza Global de la London School de Ciencias Políticas y Económicas: “El terrorismo es una técnica cada vez más utilizada por movimientos políticos nacionalistas”. ¿A qué clase de nacionalismo se refiere? La Kaldor, sin embargo, separa explícitamente de su definición las acciones del IRA y de ETA.

Subversivos, vagos, maleantes, terroristas… términos destinados a evitar la extensión de “preso político”. Un juego de palabras, acompañado de relatos de fábula, de usar y tirar, de transformar según la época. La expresión, a pesar de elucubraciones, esconde otra tapada. Cualquier joven que se acercara a nuestra historia reciente, comenzaría por los números: 60.000 presos políticos al triunfar militarmente en fascismo en Hego Euskal Herria, 12.500 durante el franquismo, cerca de 10.000 desde 1958. ¿Fueron todos ellos presos por su condición de republicanos, maquis, militantes de organizaciones clandestinas, voluntarios de ETA?

Yo le diría que no. Porque esas cifras encubren que, junto a los presos políticos, los penados han sido legión. Más allá de los muros, habría que encontrar un término para incluir a otros miles de hombres, mujeres y niños que han sufrido la condición de “subversivo”. Los organismos de derechos humanos han recalcado el castigo infringido a los familiares de los presos vascos, durante varias décadas, alejados de sus lugares de origen. Los accidentes que costaron la vida, en esos viajes interminables, a una veintena de personas. Los niños sin padres. No fueron presos en el sentido estricto, pero ellos también estuvieron presos.

Como también abogados, que fueron desterrados durante el franquismo por defender a separatistas y, ahondando el castigo, detenidos cuando cambió el vocablo a “terrorista”. Solidarios que antes de 1978 fueron apaleados o sus bienes triturados por pedir amnistía y, décadas más tarde, torturados y encarcelados. Medios de comunicación, asociaciones, grupos festivos… criminalizados por ser solidarios. Decenas de miles, presos también sin caer en las mazmorras de Puerto, Salto del Negro o Cartagena, que vieron sus derechos de manifestación y expresión anulados por orden y gracia de leyes que negaban la existencia de cautivos políticos.

Foucault nos explicó que los muros de las cárcles (vigilar y castigar) han trasladado sus formas a la sociedad. A partir de rasgos como el de la autoridad, el poder sancionador y el control del espacio o del individuo, la sociedad ha pasado a ser una gran prisión. Los muros de Lannemezan, Basauri, Martutene, Iruñea… son excepcionales para decenas de compatriotas. Kalera! Pero fijémonos también en los nuestros. Seamos subversivos.

 

 

 

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sábado, 9 de abril de 2022

Iruñea Antimilitarista e Insumisa

El movimiento de insumisos con todo el legado de lucha se ha unido a los colectivos antimilitaristas para denunciar el conflicto armado en el este europeo sin caer en el maniqueísmo del pacifismo hipócrita que hemos visto a últimas fechas en las redes sociales, ese que deja correr lágrimas porque el enésimo perro ha encontrado a sus dueños pero que calla cuando circulan videos de miembros del Batallón Azov torturando a civiles atándolos desnudos a postes o asesinando de forma brutal a los que nos dicen son soldados rusos apresados.

Aquí les dejamos con este recuento de su actividad en Iruñea, mismo que traemos desde Naiz:


Protesta en Iruñea contra todas las guerras y en defensa de la insumisión y la deserción

El Movimiento de Insumisión a las Guerra ha marchado por el centro de Iruñea en contra de la «barbarie» de una nueva guerra en Europa y en favor de la objeción de conciencia y de la deserción en los ejércitos de Rusia y Ucrania.

Los participantes en la manifestación, que han portado una pancarta con el lema ‘Intsumisioa, gerrei!’, han iniciado la marcha en la Plaza del Castillo coreando consignas como «Militares, parásitos sociales». Además de llamar a la insumisión, el llamamiento incluía el lema ’Putin ez, OTAN kanpora!’.

Los manifestantes han recorrido el Paseo Sarasate, calle Yanguas y Miranda, Plaza de la Paz, avenida del Ejército, Cuesta de la Reina y calle San Roque, hasta el parque de la Insumisión, solar de la antigua cárcel.

En este lugar, Aitor Balbás, insumiso que fue encarcelado en Iruñea, y Argiñe Salanueva, del Movimiento Antimilitarista, han leído un comunicado en el que este colectivo muestra su compromiso contra las guerras.

«Nos negamos a obedecer sin ofrecer resistencia. Nos negamos a sufrir por las víctimas de las guerras sin protestar. Rechazamos la masculinidad forjada en la figura y el mito del guerrero, la colonización patriarcal de nuestras mentes y cuerpos», destacan en el comunicado.

«No queremos convertirnos en seres dañinos y peligrosos, capaces de cometer toda clase de humillaciones y maltratos. No queremos ser cómplices de la violencia sexual contra las mujeres de todas las edades, ni del asesinato de personas indefensas», subrayan.

Los insumisos, además, expresan su apoyo a las poblaciones civiles de los territorios en guerra y «a los desertores que se nieguen a participar en la matanza», así como a "quienes en Ucrania y Rusia se autoorganizan con medios de lucha incruentos, practican la desobediencia civil y la noviolencia, y que padecen la represión por oponerse a la guerra».

«Llamamos a organizar una red europea de apoyo a quienes desobedezcan a la guerra en Ucrania, y anunciamos que, en cuanto tengamos la oportunidad, desobedeceremos las leyes españolas y europeas para acoger en nuestras casas a desertores rusos y ucranianos», aseguran los insumisos y antimilitaristas.

La movilización de esta tarde se incardina dentro de una cadena de acciones y protestas del movimiento antimilitarista de Iruñea, que incluyó la elaboración de un manifiesto firmado por más de 700 personas. Además, contaba con un importante apoyo obrero.




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martes, 8 de febrero de 2022

‘Ejerzitorik Ez-No a los Ejércitos’

Los insumisos, aquellos jóvenes vascos de Hego Euskal Herria que se negaron a llevar a cabo el servicio militar exigido por el estado español, afrontando las consecuencias de ello.

Naiz ha publicado esta reseña literaria acerca de un libro que arroja luz sobre aquel periodo en la lucha del pueblo vasco frente al poder colonialista.

Adelante con la lectura:


‘Ejerzitorik ez-No a los ejércitos’ repasa la historia de la objeción de conciencia en Nafarroa

El historiador Pedro Oliver Olmo ha recogido en su obra ‘Ejerzitorik ez-No a los ejércitos’ la historia de la objeción de conciencia en Nafarroa en los años 70 y 80. Es fruto de las investigaciones auspiciadas por el Instituto Navarro de la Memoria.

Un repaso a la historia de la objeción de conciencia en Nafarroa en los años 70 y 80 es lo que recoge el libro ‘Ejerzitorik ez-No a los ejércitos’, del historiador Pedro Oliver.

La obra, presentada este lunes en un acto que contó con la presencia de la consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo, es fruto de las investigaciones que, auspiciadas por el Instituto Navarro de la Memoria, se han desarrollado en los últimos años en torno al movimiento social a favor de la objeción de conciencia y contra el servicio militar obligatorio.

Este movimiento dio sus primeros pasos a mediados de los años 70 para eclosionar en la década de los 80, cuando numerosos jóvenes navarros, junto con otros miles de vascos y del Estado, cuestionaron abiertamente el servicio militar a través de la objeción de conciencia y la insumisión, recuerda el Ejecutivo navarro.

Este libro ofrece una síntesis de la génesis y desarrollo del movimiento de objeción de conciencia, que ha sido posible gracias al trabajo de investigación encargado por el Instituto Navarro de la Memoria, en el que participaron el autor y Bruno López Areitio, y que ha posibilitado la creación del Archivo Histórico del Movimiento de Objeción de Conciencia e Insumisión en Nafarroa, accesible en la página web de la dirección general de Paz, Convivencia y Derechos Humanos y el archivo de la memoria oral del movimiento, a partir de entrevistas colectivas.

Consta de doce capítulos y un epílogo. Los seis primeros se refieren a la gestación y primeros pasos del movimiento en los años 70, revisitando los primeros lugares de reunión y organización y la relación con la coordinación a nivel estatal que se fue agrupando en torno al MOC.

En los otros seis se explica el ensanchamiento de la base social del movimiento y el surgimiento de grupos de ámbitos geográficos más reducidos, como el Grupo Antimilitarista de Sakana (GAS). Concluye su recorrido a las puertas de la insumisión, que protagonizaría los años noventa.

 

 

 

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domingo, 3 de octubre de 2021

Bergara Insumisa

Desde Noticias de Gipuzkoa les traemos este reportaje que nos habla de una de las grandes luchas libradas por el pueblo vasco, una de las muchas que se entrelazaron a lo largo de las décadas y que han dejado en claro la determinación de los habitantes de Euskal Herria por recuperar su soberanía; los insumisos que se negaron a hacer el servicio militar... la mili.

Adelante con la lectura:


Construir el relato de una gran lucha

Una muestra sobre la insumisión revive el activismo en Bergara de la desobediciencia que acabó con la mili

Anabel Dominguez

"Señoras y señores, se acabó la mili". Veinte años han pasado desde que el entonces ministro de Defensa del Gobierno español, Federico Trillo, pronunciara estas palabras un 9 de marzo de 2001. Una frase histórica con la que se anunciaba que ya no habría más llamadas a filas. El servicio militar obligatorio se suspendió por decreto a partir de diciembre de ese año. Y, de esta forma, culminaban tres décadas de combate antimilitarista de insumisos y objetores de conciencia que lideraron la campaña de desobediencia civil no violenta con más éxito que se ha vivido en Europa en las últimas décadas, y que llevó a cientos de jóvenes a prisión.

Fue una lucha pacífica, clandestina en sus inicios, que fue popularizándose poco a poco, haciéndose con la simpatía y el apoyo de la mayoría social. En la localidad mahonera también tuvo sus exponentes como es el caso de Bergarako Objetore Talde Antimilitarista (BOTA), que por la dimensión de sus activistas y protagonistas contribuyó de manera efectiva y destacada, dentro de la coordinadora Kakitzat, a impulsar la estrategia de la desobediencia para la desaparición de la mili.

Aquellos años de lucha, de defensa de ideales y valores, de insumisión en definitiva, cobran vida de nuevo en la exposición que puede visitarse en la sala Aroztegi hasta el 24 de octubre. "La construcción del relato es importante para que se asiente en la memoria, tanto personal como colectiva, y en nuestra particular historia hay ausencias de relatos. Existen años de inmerecido descuido, de abandono, de omisión que han llevado a nuestra implicación por una sociedad más justa al rincón de la indiferencia. Toda la gente que estuvimos en la insumisión tenemos la sensación de que falta la construcción del relato de esa lucha", advierten los organizadores de la muestra, que fueron protagonistas de este movimiento de desobediencia civil que mantuvo un pulso con las instituciones del Estado y acabó con la imposición de cumplir el servicio militar obligatorio.

Fotos, carteles, pancartas, pegatinas y otros materiales evocan cómo se vivió la insumisión en Bergara, tal y como explican los promotores de la iniciativa. En un contexto actual, en el que según insisten, "a cualquier joven nacido en Euskal Herria en el presente siglo la mili le es completamente desconocida y la lucha que mantuvieron los insumisos para acabar con ella será con toda seguridad algo que no habrán oído hablar nunca", la exposición rescata un relato histórico para que no caiga en el olvido. "Tiene, a su vez, como objetivo mostrar a los que hoy son jóvenes lo que fue aquel fenómeno social y cultural que acentuó la crisis de reclutamiento ayudando a multiplicar de forma masiva la objeción de conciencia legal, al tiempo que se boicoteaba el funcionamiento del servicio civil que la ley planteaba como sustituto al militar, la Prestación Social Sustitutoria (PSS)", cuentan los organizadores.

Documental

En la muestra se puede visionar el tráiler del documental Intsumisioa Bergaran. Desobedien-tziarako bide bat , un trabajo dirigido por Jesús Kalboetxeaga y Aitor Alberdi con la colaboración de Jone Albeniz e Ion Andueza, miembros de The Badass Project. La cinta de 45 minutos de duración se estrenará el 13 de octubre en la gran pantalla de Seminarixoa (20.00 horas) y, a partir de esa fecha se proyectará también en la sala Aroztegi.




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lunes, 26 de abril de 2021

Nafarroa Berriz Altxa

Desde el portal de Noticias de Navarra traemos a ustedes esta nota con la que dan a conocer una iniciativa cuyo lanzamiento ha tenido como escenario Iruñea, la capital de todos los vascos.

Lean ustedes:


Una nueva dinámica apuesta por "libertad y soberanía para Navarra"

El colectivo convoca una marcha el 19 de junio con motivo del 500 aniversario de la Batalla de Noáin

73 personalidades hicieron público ayer un manifiesto para poner en marcha la dinámica Nafarroa berriz altxa (Navarra levántate de nuevo) para reclamar "libertad y soberanía para Navarra". La presentación de la iniciativa coincide con el 5º centenario de la batalla de Noáin, y está impulsada por representantes de ámbitos feministas, sindicalistas, euskaltzales, pensionistas, insumisos, estudiantes, ecologistas, "personas represaliadas de diferentes ámbitos" o activistas políticas, explica ayer la plataforma.

En ese sentido, los promotores destacaron que este mes de junio se cumplirán 500 años de la batalla de Noáin, que fue precedida de "un alzamiento popular en favor de la independencia del Reino" y por tanto quieren "recordar esa fecha precisamente para reclamar soberanía y libertad para Navarra".

Tras resaltar que "los navarros tenemos carácter rebelde", la dinámica recordó las "múltiples luchas, levantamientos que se han dado a lo largo de la historia en favor de nuestras libertades" y resaltó que, "500 años después, Navarra tiene necesidad de recuperar su soberanía perdida, para hacer frente a los retos que tenemos como sociedad en pleno siglo XXI". "Queremos decidir libremente sobre todo aquello que afecta a nuestras vidas: sobre la educación, la sanidad, las relaciones laborales, el euskara, las pensiones, la fiscalidad o la vivienda, y también, cómo no, sobre el estatus jurídico de Navarra y las relaciones que hemos de tener con el resto de territorios vascos a ambos lados del Pirineo", afirmaron.

Reclaman así "una Navarra más democrática, en donde la sociedad sea protagonista y no espectadora de las decisiones políticas". Con este motivo han convocado una manifestación para el próximo 19 de junio en Pamplona. 


El cartel de la iniciativa:

 




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viernes, 12 de febrero de 2021

Pablo Insumiso

El represaliado político Pablo Hasel se niega a presentarse por su propio pie a iniciar el encierro dictado por el régimen totalitario españistaní.

Aquí la información que nos provee El Confidencial:

Pablo Hasél desafía al juez y se niega a entrar en prisión: "Tendrán que secuestrarme"

El plazo para ingresar en prisión expira a las ocho de la tarde. El rapero asegura que "sería una humillación indigna acudir por mi propio pie ante una sentencia tan injusta"

El rapero Pablo Hasél, que este viernes tiene que ingresar en prisión para cumplir su condena por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la monarquía, ha avisado de que tendrán que ir a "secuestrarle" para que entre en la cárcel porque no tiene intención de hacerlo de forma voluntaria.

A través de su perfil de Twitter, Hasél ha comunicado que el plazo para ingresar voluntariamente en prisión expira a las ocho de la tarde y ha asegurado que "sería una humillación indigna acudir por mi propio pie ante una sentencia tan injusta". "Tendrán que venir a secuestrarme. Aún falta solidaridad para frenar este grave ataque a nuestras libertades", ha escrito.

Pablo Hasél fue condenado a nueve meses de prisión, seis años de inhabilitación y a casi 30.000 euros de multa por delitos de enaltecimiento del terrorismo e injurias contra la Corona y contra las instituciones del Estado.


En Facebook, Pablo Hasel hizo circular este texto:

Último comunicado antes de mi encarcelamiento

Hoy a las 20:00 termina el plazo para ingresar voluntariamente en prisión. Sería una humillación indigna acudir por mi propio pie ante una sentencia tan injusta, así que tendrán que venir a secuestrarme. Ha habido mucha solidaridad pero aún no la suficiente para frenar este grave ataque contra nuestras libertades. La gran importancia de las numerosas y concurridas manifestaciones ha llevado al Gobierno a prometer que reformará los puntos del Código Penal con los que nos encarcelan, tratando así de desmovilizar y frenar la solidaridad ante el lógico escándalo que genera este nivel de represión. Pero sin más presión en las calles todo quedará en humo como tantas de sus promesas como derogar la Ley Mordaza que encima han ampliado con la “Ley Mordaza digital”. Además, han prohibido y reprimido manifestaciones con la excusa de la pandemia mientras permiten las de fascistas u otras aglomeraciones. Si la libertad de expresión les importara ya hubieran actuado hace mucho, por tanto si al final reculan y me liberan será una conquista del movimiento solidario porque no voy a mendigar ningún indulto ni nada que implique arrepentimiento.

Se han convocado más movilizaciones para cuando me encarcelen y lo que aún es más importante: asambleas para organizar la lucha. Para que la solidaridad tenga continuidad y sea más efectiva es imprescindible que exista organización. La batalla no estará perdida cuando me encarcelen, todo lo contrario, será el momento de intensificar la difusión, la movilización, etc.  Si se responde de forma contundente se lo pensarán dos veces antes de encarcelar a otros por denunciar a los culpables de las políticas que sufrimos y es posible lograr que me saquen. Si no hacemos retroceder al Estado en el plano represivo y otros, estamos perdidos. Por tanto más y esto, es la hora de decir basta y tomar las calles.

No voy a ser el único preso político, las cárceles del Estado están llenas de revolucionarios que nos han representado luchando por derechos y libertades democráticas. De hecho parte de mi condena es por explicarlo y ser solidario con estos. Por eso es importante ligar la reivindicación de nuestra libertad, de mi libertad, a la de la Amnistía Total. Bajo este régimen la represión contra nosotros no parará y urge no sólo fortalecer el movimiento solidario con ese punto entre otros como la disolución de tribunales fascistas que nos condenan como la Audiencia Nacional (heredera directa y con idéntica función que el Tribunal del Orden Público franquista), también organizar la lucha para acabar con la raíz del problema. Necesitamos avanzar hacia la conquista de una República Popular en la que tomando el poder tengamos garantizados los derechos y libertades que este Estado nos niega haya el gobierno que haya. Todos podemos aportar para acercar el fin de tanta barbarie y conquistar vidas dignas, yo lo he hecho y lo seguiré haciendo desde prisión.

                                                 12 de Febrero del 2021, Pablo Hasél.





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martes, 26 de enero de 2021

‘Askatasun Haizea’

Naiz ha publicado la reseña que Ramón Sola ha llevado a cabo del estudio de Euskal Memoria titulado 'Askatun haizea' en el cual se dan a conocer cifras y datos duros acerca de la cantidad de vascos que se han visto privados de la libertad por motivos varios convirtiéndose así en represaliados políticos de un régimen vetusto en el que los principios democráticos brillan por su ausencia.

Adelante con la lectura:


Más de 9.000 presos con nombre y cara en 62 años de conflicto político

El reto de poner nombre y rostro a los encarcelados por motivos políticos en estas décadas ha acabado en estudio exhaustivo. ‘Askatasun haizea’ constata que tras Franco se ha encarcelado el doble que en las dos décadas anteriores o que en Ataun de cada 1.000 vecinos 23 han estado presos.

Ramón Sola

La fundación Euskal Memoria ha dedicado su monográfico de 2020 a analizar la prisión política en Euskal Herria. Inicialmente se planteaba como recopilatorio de quienes la han sufrido o aún sufren desde 1958 hasta la actualidad: nombres y apellidos, lugar de nacimiento, fecha de encarcelamiento, fotografías... En la primera edición ya publicada se identifica a 9.023, lo que de entrada es una noticia de alcance. Pero, además, cruzando datos de ese listado han salido conclusiones relevantes, un estudio en toda regla.

Joxerra Bustillo, Eugenio Etxebeste Antton e Iñaki Egaña ponen firma a lo que en realidad es fruto de una tupida red de voluntarios contrastando datos y de horas y horas buceando en hemerotecas y archivos. ¿Qué buscaban? «A todas las personas que en estas seis décadas han sido ingresadas en instituciones de reclusión más allá de la detención, ya sean cárceles, cuarteles u otros centros, porque incluso hubo conventos», indican a GARA. Personas entre las que hay muchos miembros de ETA y otras organizaciones armadas pero también «socialistas, comunistas, republicanos, anarquistas, cristianos, sindicalistas, carlistas, insumisos...».

La conclusión principal de todo esto es evidente: la prisión política como práctica no solo masiva sino además sostenida en el tiempo. Las curvas por décadas o quinquenios reflejan algunos picos pero en general una continuidad hasta esta pasada década: así, los 1.218 encarcelamientos certificados en 1966-70 no son muchos más que los 1.031 entre 1991-95, aunque los régimenes se presenten como muy distintos. También puede sorprender que apenas el 38% de los casos procedan del periodo franquista, entre 1958 y 1976; casi dos tercios, por lo tanto, se han producido durante o tras la «Transición».

Etxebeste apunta que las épocas más intensas de encarcelamientos políticos (también se apreciaba en el estudio anterior sobre la tortura) han sido «el franquismo y el Gobierno de Felipe González. Son dos épocas de gran conflictividad política, lo que demuestra que la prisión está unida totalmente al conflicto político».

Con las cifras certificadas se ha podido, por ejemplo, calcular qué porcentaje de cada población ha sufrido estos encarcelamientos. Y es ahí donde se refleja la dimensión de esta práctica, con exponentes como Ataun (23 por mil habitantes) u Ondarroa (21). Solo en 7 de los 88 municipios de Gipuzkoa y en 13 de los 112 de Bizkaia no se ha hallado algún caso en estas décadas.

Iñaki Egaña matiza que no cabe concluir que la disidencia vasca encarcelada sea principalmente rural, puesto que las capitales también presentan cifras importantes. Gasteiz acumula el 71,5% de los casos de Araba, sin ir más lejos.

Menor obviamente es el alcance represivo en Ipar Euskal Herria, con 7 encarcelados en Zuberoa, 29 en Nafarroa Beherea y 235 en Lapurdi frente a los 3.241 de Gipuzkoa o los 3.154 de Bizkaia.

Insumisos, bretones, mujeres...

Más de 9.000 son muchísimos, pero ¿podrían ser todavía bastantes más? No lo saben a ciencia cierta, pero sí indican que nada más publicarse el trabajo ya han recibido llamadas para detallar más casos, «aunque sea de alguien que estuvo un mes preso por no pagar una multa», refiere Egaña.

Bustillo confirma que, como ocurre con la tortura, entre quienes han sido presos políticos hay cierta tendencia a minimizar la situación propia: «¿Cómo me voy a comparar yo con los de la ‘doctrina Parot’?, indica como ejemplo de esta sensación. Así que la investigación en absoluto puede darse por cerrada, remarca Egaña, sobre todo en lo que respecta a los ya lejanos 60 y 70. Si resulta cierta la referencia de 40.000 detenciones políticas hechas en su día por Jon Mirena Landa, quizás no estén tan lejos de la realidad, teniendo en cuenta que son numerosas las personas que han padecido dos o tres encarcelamientos en diferentes épocas... o hasta media docena.

Una de las aportaciones de las que Egaña se siente más orgulloso es haber logrado completar el listado de insumisos encarcelados: 610, muchos de ellos navarros, lo que supone además más de la mitad de los castigos de cárcel impuestos por esto del Estado español. Un indicador claro del impacto que tuvo esta lucha en Euskal Herria, dice el historiador donostiarra.

Buscando otros detalles novedosos llegamos a las personas no nacidas en este país y que han acabado encarceladas por el conflicto político de Euskal Herria. No son pocas: 427. De ellas, 262 proceden de otros puntos del Estado español, 42 del francés, 35 de los Països Catalans, 34 de Bretaña, 31 de Galicia, 7 de Chile, 4 de Alemania...

El porcentaje de mujeres encarceladas es igualmente muy relevante en comparación con el entorno. Egaña explica que en los estados español y francés no pasan del 5% las represaliadas políticas, pero en Euskal Herria alcanzan el 14,2%. Y con otra salvedad relevante; aunque se pudiera pensar que su implicación ha ido creciendo con las décadas, el porcentaje es muy similar en todo el periodo analizado, lo que certifica que en la fase franquista ya eran muy activas comparativamente.

Pros y contras

¿Elaborar este libro ha supuesto hurgar en muchas heridas? Egaña pinta la cara y Etxebeste la cruz de la moneda. El primero destaca que todas las organizaciones a las que se ha pedido colaboración para encontrar referencias en sus archivos o publicaciones han dado una «espléndida acogida» y facilitado el trabajo. Eugenio Etxebeste alerta sin embargo de que también han apreciado acciones colectivas o individuales de borrar rastros incluso en internet, por lo que cree que hay que darse prisa en registrar todo esto antes de que el tiempo y la desmemoria activa lo borren. En cualquier caso, dejan claro que se ha respetado la voluntad de quien expresó que no quería ser incluido en el libro.

El título, ‘Viento de libertad-Askatasun haizea’, remite a un preso que acabó fusilado, Jon Paredes Manot Txiki. Como es habitual, la edición ha sido entregada solo a los babesles de la Fundación Euskal Memoria a cambio de su aportación económica (recuerdan que se pueden inscribir nuevos socios en cualquier momento, bien en la web o por correo o teléfono).

En la edición digital se irán actualizando los datos que aparezcan; de los 9.000 nombres y apellidos han llegado ya a recopilar más de 5.000 fotos. Todo engrosa el potente centro de documentación de la fundación tras doce años.

Etxebeste considera que este trabajo concreto tendría un valor indudable en universidades o institutos, para divulgar una realidad con poco o ningún parangón en Europa, «salvo que nos vayamos a la Segunda Guerra Mundial», apostilla Egaña.

108 pueblos «en rojo» y solo 142 sin casos

Tomando la iconografía usada para el covid-19, Euskal Memoria ha conformado esta clasificación por localidades y habitantes encarcelados por motivación política:

SEMÁFORO ROJO: 108 municipios en que se han hallado más de 500 encarcelados por 100.000 habitantes. En total, 2.460 para una población total de casi 330.000. De estos pueblos, 45 son de Nafarroa Garaia (Leitza, Agoitz, Etxarri Aranatz...), 42 de Gipuzkoa (Ataun, Eibar, Arrasate, Errenteria, Hernani, Oiartzun, Tolosa...) y también están Legutio, Zornotza, Gernika, Lekeitio, Ondarroa...

NARANJA: Entre 300 y 499 presos por 100.000. Engloba a 68 municipios rozando el millón de habitantes total, entre los que se pueden citar Laudio, Agurain, Aramaio, Iurreta, Bermeo, Berango, Elgoibar, Bergara, Pasaia, Tolosa, Zarautz, Bera, Basaburua, Altsasu... y tres capitales: Bilbo, Donostia e Iruñea.

AMARILLO: Entre 60 y 200 por 100.000. Aquí figuran Barañain, Burlata, Lodosa, Tafalla,Tutera, Irun, Legazpi, Orio, Astigarraga, Durango, Barakaldo, Basauri, Galdakao, Getxo, Portugalete, Santurtzi, Amurrio, Araia, Oion o Gasteiz. Totalizan 140 localidades y 1,24 millones de habitantes.

VERDE: Por debajo de esa cota están 23 pueblos con 42 encarcelados entre todos: Zizur Nagusia, Noain, Eguesibar, Irura, Zalla, Etxebarri...

AZUL: En 183 municipios no consta caso alguno. Son muchos pero en realidad muy pequeños; suman solo  130.906 habitantes.

 

 

 

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lunes, 7 de septiembre de 2020

Insumisos

Insumisos.

Indómitos.

Rebeldes.

Son algunos de los calificativos con los que se han referido a los vascos durante siglos.

En Madrid lo saben, por es temen tanto a un referendum soberanista y prefieren marear la perdiz publicando un día sí y otro día también los resultados de encuestas que "claramente" muestran que los vascos "pasan de la independencia".

Pero la historia y la memoria nos hablan de un pueblo vasco que simplemente no renuncia ni a su identidad ni a sus derechos políticos e históricos.

Dicho lo anterior, les invitamos a leer esta reseña publicada en Gara:

Crónicas tardías de la patria de la insumisión

El estreno en diferentes salas de Euskal Herria del documental “2 urte, 4 hilabete eta egun bat”, de Lander Garro, es una buena oportunidad para rememorar lo que supuso la insumisión y la lucha por la desmilitarización de Euskal Herria. Un movimiento que en parte marcó a una generación de vascos y vascas. Unos debates y unas prácticas que enriquecieron la historia de luchas populares con la que se ha ido conformado una cultura política vasca particular.

Entre otras muchas cosas, Euskal Herria fue durante un periodo la patria de los insumisos. Como todas las aventuras colectivas que buscan la justicia y la libertad, la historia de la insumisión fue muy plural, compleja, contradictoria, multipolar, a veces divertida y otras enervante, a veces disciplinada y a menudo ácrata. Fue una combinación única de fuerzas. Aunque visto desde fuera pudiese parecer lo contrario, en un país con un potente movimiento insurgente inmerso en una estrategia político-militar, la insumisión respondía perfectamente a muchas de las tradiciones de lucha que existían en Euskal Herria. Era rebelde y podía ser revolucionaria. Era desestabilizadora porque era capaz de movilizar un gran capital humano.

Los promotores de la cinta reivindican con razón que aquel fue un movimiento exitoso, que no solo sirvió como escuela militante, sino que además logró algunos de sus objetivos, como la erradicación del servicio militar obligatorio. Un logro que mejoró la vida de miles de jóvenes y familias, que supuso una derrota militar del Estado español, que impulsó una conciencia antimilitarista y emancipadora que perdura en el tiempo. También una conciencia anticarcelaria muy oportuna para estos tristes días. Sin embargo, por diferentes razones, todas comprensibles en perspectiva pero difíciles de gestionar en aquel momento, aquella fue una victoria que no se celebró y, seguramente, no se valoró en su justa medida. Nunca es tarde para celebrar las luchas pasadas, presentes y futuras por la libertad.




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lunes, 21 de octubre de 2019

Piñera Está en Guerra

Así mismo, el émulo de Augusto Pinochet que lleva por nombre el de Sebastián Piñera ha declarado la guerra al pueblo que dice representar... y Michelle Bachelet, tan boquifloja en lo que respecta a Venezuela, sigue sin... decir... nada.

Aquí lo que nos informan desde La Izquierda Diario:


Rodeado de militares, el presidente chileno Sebastián Piñera pronunció esa frase, fortaleciendo el discurso reaccionario, y buscando sellar una alianza de gobernabilidad con la oposición de la vieja Concertación para legitimar el estado de emergencia y la militarización.

Pablo Torres

La rebelión popular continúa desarrollándose en Chile. Este domingo, tras un sábado de furia que sobrepasó el estado de emergencia y el toque de queda, se vivieron nuevas protestas en varios puntos del país y en Santiago. Fueron menores a las del día previo en el marco de una enorme campaña de criminalización, ya no solo por parte del Gobierno, sino de toda los grandes medios, que se pusieron al servicio de deslegitimar la rebelión haciendo foco en los saqueos e incendios y con un discurso contra el “vandalismo”. Al mismo tiempo los medios escondían la brutal represión y prepotencia de policías y militares, que se vieron en cientos de videos e imágenes impactantes que circularon en redes sociales, de golpes, disparos y hasta extrañas muertes. No solo eso, sino que buscan incentivar la organización de “vecinos” junto a alcaldes derechistas como Carter (La Florida) o Codina (Puente Alto) frente a los "lúmpenes" y "violentos".

Piñera por su parte, habló rodeado de militares y dijo que "estamos en guerra", con un discurso duro que replicaba a los de Pinochet. De esta forma justificó los toques de queda y la extensión del estado de emergencia a nuevas ciudades (Antofagasta, Talca y Valdivia), pues se enfrenta a una “organización criminal” detrás de las protestas. Piñera pudo pronunciar este discurso durísimo ya que había negociado previamente un “consenso” o pacto reaccionario con los partidos de la ex Concertación para buscar que el Congreso Nacional apruebe sus medidas.

Tras una reunión en La Moneda (Palacio de Gobierno) en la tarde con los presidentes de ambas cámaras del Congreso, ex concertacionistas (como la Democracia Cristiana, con el apoyo del Partido Socialista), éstos legitimaron el “diálogo” para salir de la crisis, y convocaron a una sesión extraordinaria de la Cámara de Diputados para votar la “suspensión” (no la derogación) del alza del pasaje, sin siquiera discutir mínimamente el estado de emergencia y los toques de queda, maniobra orquestada por los partidos de “oposición” burguesa de la ex Concertación.

Con ello, mientras Piñera intenta conseguir un pacto reaccionario, obtiene una importante cobertura para un discurso más duro y la extensión del poder del mando militar sobre nuevas regiones. Por su parte, los dirigentes de la ex Concertación, fueron la mejor cobertura de esta maniobra reaccionaria de Piñera, escudándose en “colaborar con el gobierno para no profundizar la crisis” y establecer un “acuerdo nacional de gobernabilidad” como señaló el PPD Jaime Quintana, mientras los milicos gobiernan las calles de 7 regiones del país. También en este acuerdo reaccionario participó la Corte Suprema.

Así, los supuestos “demócratas” sirven como la mejor cobertura para una política completamente anti-democrática y autoritaria no vista desde la dictadura. En el límite del ridículo, esa misma Cámara terminó su sesión sin discutir nada del estado de emergencia a la vez que hacía “un minuto de silencio” por los muertos, totalmente hipócrita.

El estado de descomposición de la vieja Concertación, porque “la institucionalidad está sobre cualquier tipo de diferencias”, permite defender una “institucionalidad” donde co-gobiernan los militares directamente y asumen el control de las calles. Su rostro es claro: co-gobiernan con la derecha para sostener la odiada herencia de la dictadura.

Diversas voces, analistas y dirigentes políticos salieron a plantear la necesidad de un “nuevo pacto social” en Chile tras el quiebre del consenso que dejó a este régimen herido con la rebelión popular.

Esta política también la están planteando los referentes del Frente Amplio. Adaptándose y subordinados a la maniobra reaccionaria de Piñera, sus referentes estuvieron en la sesión extraordinaria buscando presionar de forma completamente impotente para discutir el “estado de emergencia”. ¿Acaso creían que la “unidad de oposición” permitiría doblarle la mano a Piñera que había sellado un acuerdo junto al “progresismo” contra el pueblo trabajador? Su tribuna la usaron para denunciar las condiciones del Chile neoliberal (pensiones y salarios de hambre, precarización, educación y salud de mercados, etc.) y proponer medidas como aumento del salario mínimo, nueva ley de pensiones contra las AFP o reducción de la jornada laboral.

Sin embargo, esta política completamente impotente terminó legitimando esta maniobra reaccionaria de Piñera y los partidos del viejo régimen de derecha y centroizquierda, y un parlamento completamente alejado de los intereses populares. La casta de políticos millonarios ya había sellado el acuerdo, y cualquier “denuncia” caía en una acción completamente impotente. No solo ello, sino además burdamente utópica. ¿Será acaso en este parlamento reaccionario, que funciona como una verdadera cueva de ladrones, de políticos que viven como millonarios y legislan para los grandes empresarios y ricos, que acaso se votará aumentar el salario mínimo y pensiones acorde a la canasta básica familiar? ¿Acaso de allí saldrá el fin de las AFP? ¿Acaso de allí conquistaremos salud y educación pública, gratuita y de calidad? Es una utopía completa, que bajo esa vía, se subordina a una “institucionalidad” y un poder constituido creado para defender las herencias de la dictadura de Pinochet.

El Partido Comunista, en un gesto menos claudicante, no asistió a la sesión ni prestó sus votos para tal circo, pues la “suspensión” de la tarifa ya no es el problema real. Sin embargo, también habla de “unidad de la oposición” con los mismos que están haciendo un acuerdo reaccionario con Piñera contra las masas rebeladas, con los mismos que han legitimado con esto que los militares controlen las ciudades e impongan el toque de queda.

La política del Frente Amplio y del PC de un “nuevo pacto social” basada en las viejas instituciones reaccionarias de un régimen hecho a modo de la dictadura, no hace más que meter “contención” a la rebelión y reponer las ilusiones y expectativas de las masas en unas instituciones que nada tienen que ofrecer al pueblo trabajador, más bien lo contrario. Es en la “cocina” del Congreso donde se han profundizado cada una de las herencias de la dictadura, que están en la base del malestar social que ha impulsado la rebelión en las calles del país. Un “nuevo pacto social” sobre las bases de las viejas instituciones llevará a puras frustraciones.

Dar “apoyo” pasivo a las protestas y a la vez, buscar un pacto social sobre las viejas instituciones y las alianzas con una “oposición” del progresismo neoliberal que sostiene la política criminal y autoritaria de Piñera, es el camino de la contención y la impotencia, no el camino para transformar la rebelión en una gran huelga general con el movimiento obrero, la población y la juventud, que saque a los militares de las calles, que haga caer a este gobierno autoritario y de los ricos, y que permita avanzar a terminar con todo el viejo régimen y las herencias de la dictadura.

El PC y el FA, que dirige las principales organizaciones de masas como la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), No+AFP, el Colegio de Profesores, por nombrar sólo algunos ejemplos, están mirando completamente por la galería sin contribuir a que entre la clase obrera de forma organizada a la batalla con sus posiciones estratégicas y las “reservas” de millones de trabajadores cuya mayoría se encuentran desorganizados (sin sindicatos ni centrales) e intervienen en la rebelión pero diluidos y sin sus métodos de combate. Hasta ahora se han negado completamente a convocar a la Huelga General para derrotar el estado de emergencia y al gobierno empresarial.

La vía institucional (o eventualmente electoralista, de “elecciones anticipadas”) para “resolver” los problemas sociales es completamente impotente, más aun sobre este pacto reaccionario de la derecha y la vieja concertación. No será este régimen quien terminará con las alzas, las pensiones y salarios de hambre, los trabajos precarios, los altos arriendos, y múltiples herencias que están en la base del malestar social. No será con ningún “pacto social” ni diálogo parlamentario que tendremos mejores salarios y pensiones, trabajo estable, salud y educación pública, etc. Será mediante la huelga general y la movilización, con la clase obrera interviniendo y sobre las ruinas de este régimen, que podremos conquistar nuestras aspiraciones y anhelos.

Las organizaciones como la CUT, No+AFP y demás organizaciones ni siquiera han tomado el llamado de organizaciones como la Unión Portuaria que llamaron a preparar una “huelga general” contra el gobierno. Así, las burocracias transforman a la central y los sindicatos en organizaciones completamente conservadoras frente a la situación, en un momento de crisis donde está planteado que el movimiento obrero entre masivamente en escena mediante paros, huelgas y movilización radicalizada encabezando una huelga general. La vía institucional de la “izquierda anti-neoliberal” legitima por izquierda un régimen completamente anti-popular, ahora basado directamente en el poder militar.

Para los revolucionarios en cambio, se trata de luchar por un programa que partiendo de la rebelión popular, desarrolle las tendencias más avanzadas y se proponga derrotar a Piñera mediante la huelga general con movilización. Esta batalla debe ir acompañada por una estrategia que se proponga desarrollar masivamente la auto-organización de masas con asambleas, delegados y coordinadoras, que permita unificar la pelea, planificar democráticamente qué programa y estrategia se dota el movimiento para triunfar, e impedir un ataque más reaccionario o una salida de “desvío” institucional.

Lo que está planteado ya no es solo la defensa de las libertades democráticas frente a los ataques bonapartistas y autoritarios mediante los métodos de la lucha de clases (poner fin al toque de queda y al estado de emergencia), sino que avanzar a la derrota del gobierno mediante la Huelga General, e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, con representantes revocables y que ganen lo mismo que un trabajador y electos cada 20.000 electores. Una Constituyente verdaderamente Libre y Soberana no vendrá como dice el PC y el FA sobre estas viejas instituciones, sino sobre las ruinas del régimen neo-pinochetistas, es decir, sobre su caída revolucionaria para que sea una salida realmente favorable a los trabajadores y el pueblo, en el camino de luchar por un gobierno de los trabajadores de ruptura con los “poderes fácticos” que gobiernan el país. Hoy lo más democrático está en las calles, no en las podridas instituciones que están contra el pueblo trabajador.






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martes, 27 de agosto de 2019

Música y Resistencia

Los altermundistas que se acercaron a Euskal Herria con motivo de la celebración de la Cumbre del G7 en Miarritze fueron huéspedes de una tierra con un largo historial de resistencia en contra del imperialismo.

Eso es lo que más preocupaba tanto a Madrid como a París, ya que el muro de mentiras fabricadas para desvirtuar la lucha del pueblo vasco por su autodeterminación perdería su efectividad. Activistas de toda Europa tendrían la oportunidad de conocer de primera mano los frutos de largos años de lucha en todos los ámbitos que hoy preocupan a la sociedad. La detención de Joseba Álvarez dejó en claro esta preocupación por parte de las dos metrópolis. 

Pues bien, para hablar de una de las raíces de este presente de insumisión traemos a ustedes esta reseña publicada en Gara:


El sociólogo Jakue Pascual (Donostia, 1961) firma la segunda entrega de “Movimientos de Resistencia”, un díptico publicado por Txalaparta que aporta un profundo análisis de los años 80 en Euskal Herria a través de la música, radios libres, gaztetxes y fanzines.

Koldo Landaluze

El proyecto literario ‘Movimientos de resistencia’ surge, en palabras de Jakue Pascual, sobre todo de una necesidad, «la de intentar dejar constancia de unos episodios fundamentales para entender lo que aconteció en Euskal Herria en los 80. Creí necesario devolver el protagonismo a quienes participaron en los distintos engranajes que hicieron posible la mecánica combativa que tuvo su epicentro en las calles y que fue impulsada por una juventud proveniente de diferentes ámbitos políticos que fueron coincidentes en su idea común de subvertir lo establecido».

«Nunca antes se produjo semejante eclosión de ideas e iniciativas en Euskal Herria –sigue Pascual–, lo que se tradujo en un status de constante búsqueda de vías de todo tipo para expresar un desconcierto o una reivindicación. Los fanzines, radios libres y conciertos se encargaron de amplificar un caudal de discursos que, si bien se afincaban en el descontento social, se asentaban en un arraigado pilar político y en una necesitad de rebeldía».

Y todo ello en una escenografía tan apasionante y convulsa como fue la del 80, una década prodigiosa sobre la que el autor «quería aportar una visión global en torno a diferentes pasajes de una época determinante en Euskal Herria. La base de este trabajo bebe en parte de la tesis “Movimiento de Resistencia Juvenil de los años 80 en Euskal Herria. Análisis teórico-empírico de un caso reciente de manifestación del espectro del antagonismo social”, que presenté en la UPV/EHU hace nueve años». Un trabajo muy extenso y denso–-3.000 páginas–, en el que Jakue Pascual abordó esa corriente telúrica y radical que abogó por encontrar un lenguaje común y, dentro de la propia complejidad y disparidad de sus discursos, siempre dentro de las vías de lo alternativo.

Según el autor, «lo alternativo asomó con fuerza dentro de un contexto social y económico muy convulso, en el que se dieron cita diferentes vertientes del movimiento contracultural de resistencia juvenil y que se plasmó en la ocupación de gaztetxes, viviendas, publicaciones de fanzines y emisiones a través de ondas libres. A todo ello se sumó una banda sonora que encontró en el punk, el rock en sus muy diversas formas, el ska y el reggae la paleta de colores que requería semejante cuadro».

«En relación a este época y lo que aconteció en Euskal Herria existen diferentes publicaciones y algunas de ellas son muy buenas, pero se concretan en zonas muy definidas de nuestra geografía –añade–. Creo que mi tesis fue la primera en apostar por dar una interpretación global que iba más allá de la lectural habitual y sobre todo muy local en torno a la no siempre bien avenida relación entre diversas corrientes del punk y el llamado Rock Radical Vasco».

Londres, Berlín y Euskal Herria

En cuanto a la mitificación de los 80, Pascual responde que «fue tal la eclosión que se vivió que, como es lógico, puede inspirar diferentes relecturas desde una óptica actual. Tal vez sea en el universo sonoro donde se encuentre un mayor poso relativo a ese sentimiento, pero la propia dinámica y testimonio de estos grupos certifica la riqueza de lo que ocurría. Grupos como La Polla, Barricada, Cicatriz o Eskorbuto enriquecieron el discurso porque siempre es necesario que existan diferentes lecturas, y con diferentes opciones políticas. Ejemplo claro es el gran eco logrado ahora por La Polla. Nadie puede poner en duda la plena vigencia que tiene el discurso abanderado por un Evaristo que siempre ha estado ahí, en primera línea. Pero en líneas generales, fue tal el impacto que logró Euskal Herria que, junto a Londres y Berlín, conformaron el referente alternativo de Europa», remarca.






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sábado, 6 de julio de 2019

La Insumisión Navarra

Desde las páginas de Noticias de Navarra traemos a ustedes este reportaje acerca de uno de los periodos más trascendentales en la historia reciente de Nafarroa:


Navarra fue desde el principio el epicentro del movimiento de objección de conciencia e insumisión tanto en compromiso juvenil como en respuesta social y represión policial o judicial.

Pedro Oliver Olmo | Fotografía Patxi Cascante

Un año después de haberse iniciado la campaña de insumisión comenzó a certificarse su impacto político y su éxito social en todo el territorio estatal, y más aún en el País Vasco y Navarra. La intensa actividad desplegada por los colectivos antimilitaristas navarros (KEM-MOC, Kakitzat y GAS) iba ya acompañada de la creación de otros colectivos de insumisión en barrios y pueblos, a veces con una identidad autónoma respecto de los colectivos centrales del movimiento antimilitarista. Desde principios de la década, entre contradicciones y polémicas, se iría notando también la incorporación de la izquierda abertzale a un movimiento que se agrandaba.

En marzo de 1990, mientras que el KEM-MOC destacaba ante la prensa navarra el fracaso político que suponía para la imposición de la milila “no represión fuerte del Gobierno”, Kakitzat conseguía llenar el Pabellón Anaitasuna con un concierto de Tahúres Zurdos, Reincidentes y La Polla Records. La insumisión daba muestras de ser ya todo un fenómeno social y cultural que se extendía. La represión efectiva (aunque minoritaria y selectiva) suponía un alto coste político para el Gobierno. Cada juicio, cada acción frente al Gobierno Militar de Pamplona, cada detención y cada encarcelamiento, multiplicaban los apoyos sociales al movimiento insumiso. Y a todo ese impacto se unirá entre 1990 y 1991 el escándalo de los desertores de las corbetas que participaban en el conflicto del Golfo Pérsico.

En 1991 el Gobierno maniobró cambiando la Ley del Servicio Militar para poner fin a la mala imagen de los consejos de guerra. También comenzó la represión de los insumisos a la PSS. Para finales de 1992 estaban señalados más de 40 juicios en Pamplona. Navarra ya no iba a destacar por el elevado número de insumisos, también lo haría por la represión masiva de la insumisión. Si los señalados antes de la modificación de la ley del servicio militar eran condenados a 1 año, los “nuevos” tendrían que sufrir 2 años, 4 meses y 1 día. Pero los primeros, bajo el lema “o todos o ninguno”, rechazaron el beneficio legal “en solidaridad con sus compañeros”. Y así fue como la cárcel de Pamplona se fue llenando de insumisos: 28 había en junio de 1993, mientras que otros 15 estaban pendientes de ingreso.

En Pamplona, y ya por muchos lugares de Navarra, seguía extendiéndose el tejido de grupos, asambleas y coordinadoras de apoyo a la insumisión. En 1992 se había constituido Afoina, la asociación de familiares que potenciaría la presencia de la insumisión en la calle además de llevarla a las instituciones. Mientras continuaba la intensa actividad judicial contra los insumisos, se reduplicaban las acciones y protestas, los conciertos y las manifestaciones, las autoinculpaciones, las mociones institucionales, los posicionamientos de partidos y sindicatos, y, en fin, un gran ruido mediático que nunca amainaba. Era el verano caliente de la insumisión. Antes de San Fermín 93 una huelga de hambre de insumisos presos espoleó la protesta de manera persistente y multitudinaria. El eco del txupinazo alternativo hubo de escucharse en Madrid. Al término de las fiestas, casi 40 insumisos estaban encarcelados en Pamplona.

Mientras que la justicia navarra procedía con frenesí, las instituciones políticas forales empezaban a resentirse: la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento navarro solicitó reformas legales, UPN y PSN reconocieron la sensibilidad social mayoritaria hacia los insumisos y pidieron al Gobierno de España su excarcelación. Esto último incidía de manera controvertida dentro de un movimiento que estaba practicando la desobediencia civil no violenta y encaraba la represión carcelaria como una oportunidad para el cambio político. Distintas culturas políticas de varias generaciones vivas (las izquierdas antifranquistas, radicales, abertzales, los movimientos sociales, autónomos y libertarios) se retrataron en aquella tesitura. MOC y Kakitzat respondieron rechazando cualquier paliativo que no conllevara la abolición de la conscripción, una posición ciertamente difícil de asumir por los familiares de los represaliados.

Con todo, el movimiento insumiso demostraba haberse granjeado un gran afecto social, mientras se empezaba a hacer visible la crisis del sistema de reclutamiento. El Gobierno reconoció que estaba ante un problema de Estado. Faltaban reclutas en algunos cuarteles. Se admitía el fracaso de la PSS: a mediados de 1993, una inspección oficial determinó que “no había actividad” comprobable en el 25% de los casos. El ministro Belloch quiso atajar la crisis en agosto del 93 con un cambio en el Reglamento penitenciario, lo que suponía el pase al tercer grado de los insumisos presos. Intentaba transmitir la imagen de una (falsa) despenalización. Los insumisos presos abandonaron con sana satisfacción la prisión. Eran más de 50 insumisos los que debían presentar cartas de trabajo para justificar su pase al tercer grado, entre polémicas internas, amenazas institucionales e incumplimientos. Las organizaciones antimilitaristas calibraban la respuesta. Mientras tanto, continuaba aumentando el número de insumisos en la prisión pamplonesa que eran declarados en tercer grado con más o menos rapidez. La cifra causaba asombro. Se acercaba al centenar.

El movimiento antimilitarista contestó a nivel estatal con una estrategia radical pero coherente respecto de su trayectoria desde los años 70 y 80: si nunca aceptó ni castigos ni componendas que apuntalaran la conscripción, menos se aceptarían ahora, cuando la “puta mili” estaba en sus horas históricas más bajas. Otra vez el vértigo de la desobediencia. Habrá un antes y un después del primer “plante”.

La apuesta era arriesgada, aumentaba mucho el nivel de compromiso y renuncia del insumiso, y tenía pegas organizativas evidentes, como la disrupción funcional que provocaría la partición entre presos de segundo y de tercer grado. Sin embargo, el hecho de que en algunas prisiones quebrantaran la condena uno pocos insumisos presos, junto con el abultado número de los de Pamplona, iba a desencadenar un impacto profundo en la opinión pública del país y en la política de Estado. El fenómeno de la insumisión no quedó desactivado políticamente después del verano caliente del 93. Al contrario. El “plante” acrecentó la influencia de la desobediencia civil antimilitarista en la crisis final del sistema de reclutamiento.






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jueves, 16 de mayo de 2019

Recordando a Mariano González

Desde las páginas de Gara traemos a ustedes este texto que celebra la vida de Mariano González Mangada, gran cómplice y aliado del pueblo vasco:


Isidoro Galán Carretero

Ese fue el pseudónimo utilizado por Mariano González Mangada para firmar sus fábulas, que sacó de la provocadora canción de Javier Krahe.

Mariano se irritaba con los dogmas capitalistas: propiedad privada, competitividad, jerarquía, sumisión alienante, etc.

En un poema “Retrato” (1984) decía:

«Vive lejos, muy lejos del dios-incienso-perro, y del hombre sentado sobre otros satisfecho. Buscarlo calle abajo preguntando –por el hombre común corriente que siempre quiso ser– (y ojalá lo consiga)».

En la contraportada de una felicitación navideña enviada a todas las cárceles a los presos y presas vascas:

«Una mano abierta –para los muchos oprimidos de la tierra– que no tienen casi nada–».

«Y un puño cerrado –para los pocos opresores del mundo– que tienen tanto dinero –tantas leyes y armas– tantas radios, periódicos y teles, o sea –tanto poder– todavía».

Optó a sus 30 años, ya profesor de ingenieros ICAI en los jesuitas, por ser obrero y pobre. Solía decir que él era la mitad trabajador, mitad ermitaño.

Fue sencillo, dulce y silencioso compañero y amó mucho a Euskal Herria y a sus gudaris. Un sencillo monolito de piedra le recuerda en Urbina, donde arrojamos parte de sus cenizas. Los familiares de los presos vascos gozaron de su amistad, de su sonrisa y de su austeridad contagiosas.

Fruto de su insumisión y de su lucidez revolucionarias es esta caracterización de la violencia (Fábula 345): «la dulce violencia de los oprimidos» y «la desalmada violencia de los opresores y sus Estados».

Es este aspecto suyo, poco conocido y provocador, que he querido sacar a la luz en estos tiempos de conformismo y de sálvese el que pueda.

Gora Euskal Herria sozialista! Gora gu ta gutarrak!






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sábado, 20 de abril de 2019

Sumar y Multiplicar

Naiz continúa la cobertura del proceso electoral y nos trae esta reseña de la presentación de Arnaldo Otegi en Donosti:


El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, subraya el «valor y la utilidad» del voto a la coalición independentista porque «frente a la izquierda que resta y divide, somos la izquierda que suma y multiplica».

Durante un acto celebrado en el Palacio Miramar de Donostia, Otegi ha solicitado el voto para EH Bildu porque «no nos quieren en Madrid». «Van a hacer todo los posible para que no estemos. ¿Qué más razón hace falta para estar allí?», ha subrayado.

«Vamos a ir para algún día no ir, porque habremos construido la república vasca, la república de iguales. Pero estaremos en Madrid porque nos vota la gente, porque quieren que estemos. Ellos probablemente no estarán porque aquí no les vota ni Dios», ha ironizado.

Otegi ha defendido el «valor y la utilidad» del voto a favor de la coalición porque «frente a la izquierda que resta y divide somos la izquierda que suma y multiplica, frente a quienes ocultan la verdad somos la izquierda que la dice, frente a quienes anteponen intereses de partido somos quienes anteponemos los intereses del país, como ya demostramos en Gasteiz cuando echamos a (Javier) Maroto de la Alcaldía».

«EH Bildu cumple su palabra y su compromiso con la sociedad vasca mientras que otros dijeron que iban a asaltar los cielos y acabar con el régimen del 78 y ahora ponen la Constitución como límite; otros llevan décadas pactando sistemáticamente con el PP y el PSOE y el balance es un Estatuto incumplido y otros dicen ser la alternativa al trifachito pero son los del 155, las reformas laborales y los recortes», ha afirmado.

«Garantía frente la amenaza»

Con el coordinador general de EH Bildu han participado en el mismo acto las cabezas de lista de Gipuzkoa y Nafarroa, Mertxe Aizpurua y Bel Pozueta, respectivamente. Aizpurua ha recordado que «Euskal Herria sabe bien lo que significa sufrir los vientos de la involución democrática y el autoritarismo que soplan con fuerza en el Estado español». Sin embargo, considera que el país sabe «cómo superar esas injusticias trabajando de manera conjunta, en auzolan, y esta vez volverá a hacerlo y volverá a poner freno a las derechas españolas depositando su voto y confianza en la única opción que garantiza que este país va a avanzar en democracia, derechos y libertades, que es EH Bildu».

Insumisión

Por su parte, Bel Pozueta ha solicitado el voto para la coalición abertzale porque, a su juicio, «es clave que tomemos aquí las decisiones que nos afectan en el día a día». En ese sentido, ha apostado por «la rebeldía y la insumisión frente a los plantes centralistas y autoritarios» y ha llamado a «desconfiar en los partidos que tienen su centro de gravedad en Madrid».






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