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sábado, 6 de septiembre de 2025

Egaña | Pancartas

Les compartimos el comentario de nuestro amigo Iñaki Egaña con respecto a la postura oficial del gobierno de la CAV con respecto a 'Txiki' y Otaegi, víctimas del terrorismo de estado español de las que se han hecho recientes declaraciones que ponen sobre la mesa lo más repulsivo del relato españolista.

Adelante con la lectura:


Pancartas

Iñaki Egaña

El periodo estival parece falto de noticias y, por ello, alguien inventó el término “serpientes de verano”. La verdad es que estos dos meses han rebasado cargados de acontecimientos, lo suficientemente dramáticos como para obviar las frivolidades. Pero parece que la costumbre llegó para quedarse. Los de siempre han estado especialmente activos, con temas relacionados con presos, el comodín eterno de la séptima letra del alfabeto griego, pancartas y lugares festivos. Nada nuevo, lo que también demuestra la poca imaginación que poseen los dueños de las letras escritas y los foros televisivos. Como dicen los andaluces, “no se les puede pedir peras al olmo”. Aunque quizás, en esta ocasión han renovado el repertorio, tirando de aniversarios, los 50 años del recuerdo de los fusilamientos de Txiki y Otaegi, y han avivado, de paso, las emociones de la caverna. Podrían haber hecho una relectura de la dictadura, de los crímenes de Franco, de cuya muerte también se cumplirá en breve medio siglo, pero han seguido fieles a la misma monobenzona que utilizó Mikel Jackson para aclarar su piel, el blanqueo de su tiempo y la criminalización de quienes se opusieron a la dictadura. Acompañados por otro grupo, opositor a aquella tiranía, hoy acomplejado para no despertar a la bestia, como si alguna vez hubiera hibernado.

Asombrosamente los carteles sobre Txiki y Otaegi, al igual que otros de distinto espectro, se han convertido en pancartas de “apoyo a ETA”. En entrevista en el Vocento donostiarra, el habitual experto en la séptima letra del alfabeto griego, afirmaba que “ha vuelto el debate abierto por la aparición de pancartas de apoyo a ETA en las fiestas”, para luego preguntar a la sucesora de Alfredo Retortillo en la viceconsejería de Derechos Humanos del Gobierno de la CAV, “¿Las ha visto?”. La respuesta es rebuscada, pero como era de esperar no se atreve a dar un sí. En su lugar, “Mi rechazo lógicamente es total y absoluto a las pancartas, a los carteles”. ¿A qué, a cuáles se refiere? Pues mi impresión es que a todo lo reivindicativo. Supongo que descarta todas esas pancartas, anuncios, spots y publicidades que jalonan en particular nuestros espacios festivos, especialmente los institucionales. Los nombres de los espectáculos de antaño han desaparecido para dar paso a espónsores, sin importar su trastienda. Pero en fin, eso es otra cuestión.

Al hilo de las pancartas sobre Txiki y Otaegi, uno que tiene buena memoria, cultivada con miles de papeles que acogotan las estanterías de mi biblioteca, quisiera recordar precisamente aquellas inscripciones de cuando se produjeron los fusilamientos. El primero de octubre de 1975, el dictador llamó a un acto de reafirmación en la plaza de Oriente madrileña, donde se abrazaban hasta un millón de españoles de buena fe. Se trataba de un acto de desagravio porque, en Europa, los ciudadanos honrados habían salido a la calle a protestar contra la dictadura. Incluidos gobiernos que retiraron a sus embajadores. Con la excepción de Washington, inmovilismo histórico, que a través de Henri Kissinger, dos años antes nobel de la paz, afirmó “ni tomamos posición, ni condenamos, ni deploramos ni queremos decir nada al respecto”. El escenario de la Plaza de Oriente estaba repleto de pancartas. Pueden consultar las hemerotecas si mis letras les confunden: “Más ejecuciones", "Los extranjeros son unos hijos de puta y unos cornudos", "Después de Franco Juan Carlos, franquismo siempre", "No somos muchos pero somos machos", "De una puta y un gitano nace un guipuzcoano". La prensa tampoco se quedó atrás. El diario Arriba editorializaba el mismo día: "Las prostitutas de Lyon solicitan al Santo Padre la inmediata excomunión del Jefe del Estado español. Hasta el momento se ignora si las prestigiosas prostitutas de Lyon han redactado el telegrama en nombre propio o en el de sus numerosos hijos instalados ya en altos puestos políticos de la Europa del milagro".

Con buen criterio, me dirán que cada acontecimiento hay que ubicarlo en su contexto particular y general. De acuerdo. Pero el latiguillo aplíquenlo con traslación universal. Y recuerden que se han enrocado en convertir a dos víctimas en verdugos (utilizando el término “victimario” que queda asociado a estándares internacionales). Víctimas por partida doble: nacidos en una dictadura criminal y fusilados por la misma. El contexto. Hobsbawm lo explicaba con sencillez: hay que comprender las continuidades y rupturas que vinculan el ayer con el hoy. Y, por lo que intuyo, pocas rupturas hispanas con el pasado. Al hilo. ¿Por qué traigo a colación aquellas pancartas? Por una razón simple, que algún lector avispado ya habrá adivinado. Con un léxico más propio de 2025 que de 1975, los mismos rótulos se encuentran por doquier, desde la prensa escrita hasta las redes sociales. Xenófobos, machirulos, monárquicos, franquistas, autoritarios, criminales, chulapos de pedigrí (“me gusta la fruta”)…
Por eso me asombra tanta tozudez en el tema de las pancartas festivas y la campaña mediática para eliminarlas. Hay carteles de distinto signo y a uno le gustarán más los cercanos a sus posiciones que los lejanos. Cultura popular. Unos y otros sabemos que es mentira eso de que se trata de “carteles de apoyo a ETA”. Si lo fueran sus autores ya estarían en prisión. Centenares de antenas monitorizan hasta el último rincón de los recintos festivos. Convertir los reivindicaciones de los derechos de los presos en apología no tiene ni pies ni cabeza. Y ahí rescato las palabras de 2011 de González Pons, vicesecretario de Comunicación del PP, en la Conferencia de Aiete: "Los extranjeros que vienen a una supuesta conferencia de paz en el País Vasco realmente no tienen ni puñetera idea del país en el que se encuentran". El texto de Aiete lo rubricaban dos expresidentes de Estado, por cierto uno de EEUU, y un exsecretario general de Naciones Unidas. Pero parece, parecía, que desde la concentración de la plaza de Oriente, apenas habían pasado unas semanas.

 

 

 

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sábado, 30 de agosto de 2025

Egaña | El Marco Moral Europeo

Desde su perfil de Facebook nuestro amigo Iñaki Egaña hace cera y pabilo de sus paisanos europeos con este texto en el que no se salva nadie.

Adelante con la lectura:


El marco moral europeo

Hace ahora doce años, Europa, o al menos una parte de ella, hizo un par de reverencias de vasallo en las que llegó a tocar el suelo con su testuz. Sin inmutarse. Su señor, como desde el fin de la Segunda Guerra mundial, era Washington. Y en ambas ocasiones, a pesar de las circunstancias supuestamente adversas para sus intereses, la Unión Europea agachó la cerviz. En aquel verano de 2013, diversas filtraciones confirmaron que EEUU espiaba a gobiernos e instituciones europeas a través de un sistema llamado Prism. Barack Obama y Angela Merkel se reunieron para aplacar enfados y ofrecer unas explicaciones inexplicables. Condena del Parlamento europeo del espionaje y pelillos a la mar.

Coincidió que en Moscú se celebraba simultáneamente una cumbre de estados exportadores de gas. En esas fechas, Edward Snowden se encontraba aparcado en el aeropuerto de la capital de la Federación rusa, a la espera de la decisión del Gobierno de Putin sobre su decisión de asilo. Él fue, probablemente, quien filtró que EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda espiaban a ciudadanos de todo el mundo, incluidos gobiernos, que robaban roban datos a escala planetaria y los utilizaban para sus propios fines. Washington había puesto precio a su cabeza, al igual que a la de Julian Assange que entonces se encontraba ya en la embajada de Ecuador en Londres.

Sucedió que a Evo Morales, presidente entonces del Estado Plurinacional de Bolivia y presente en la cumbre, se le ocurrió decir que en caso de que Snowden solicitara asilo en su país, se lo pensaría. Suficiente para que los analistas de la CIA o de la NSA, desconozco si los mismos que “descubrieron” armas de destrucción masiva en Irak, supusieran que en el viaje de vuelta a La Paz, Morales se llevaría en su avión a Snowden. Partió el aparato de Moscú y de inmediato el avión presidencial boliviano recibió la negativa de Italia, España, Francia y Portugal para que sobrevolara su espacio aéreo. Sin confirmar, algunas noticias de entonces sugirieron que Madrid intentó que el avión aterrizara en Canarias para que fuese el CNI o la Guardia Civil quienes descubrieran a Snowden acurrucado bajo el asiento de Evo. Mariano Rajoy, Pedro Morenes y Jorge Fernández Díaz eran la cúpula gubernamental, así que todo era posible. El avión de Morales aterrizó finalmente en Viena y el presidente estuvo retenido 13 horas hasta que los agentes no encontraron pista del supuesto fugado. Snowden seguía en Moscú, consiguió un permiso temporal de residencia, hasta que en 2022 se nacionalizó ruso.

Estos dos actos coincidentes de servilismo se han repetido en décadas, hasta la última entrevista de Úrsula von der Leyen con Donald Trump, estableciendo un “acuerdo económico” despreciable desde cualquier ángulo que hipotecará el futuro de los europeos de la Unión en los próximos años. Mark Rutte, ex primer ministro de Países Bajos y hoy secretario general de la OTAN, llamando “papá” a Trump escenifica en una expresión la infamia sistémica. Y, en esta deriva, pocos se salvan de la quema. Para la mayoría, incluida esa izquierda moderna y posmoderna, la Unión Europea iba a ser la panacea y la tabla de salvación para la economía mediterránea atrasada con respecto al motor alemán. Cuando el Parlamento español ratificó la firma del Tratado de Maastricht (Unión Económica, Política Exterior y Seguridad Común), únicamente tres parlamentarios del conjunto del hemiciclo votaron en contra del acuerdo de las elites. Los tres diputados que entonces tenía Herri Batasuna en Madrid. Las críticas abertzales se refirieron a una construcción económica gestionada por las elites capitalistas, marginando a los intereses de la clase trabajadora. El tiempo les dio la razón.

Hoy, sin embargo, manteniendo la reprobación a la sumisión y a la construcción económica y seguritaria de la Unión Europea, el hecho referencial se centra en una calificación que alcanza a las anteriores, Europa como cuna de las derechos humanos. Una ilusión forjada a través de la memoria de salón, a pesar de hayan existido decenas de experiencias abortadas comenzando por la Comuna de París. Una ficción que ha generado en las elites políticas y académicas una especie de superioridad moral que no se corresponde en los tiempos que vivimos con la realidad. Apoyando el genocidio en Palestina y alargando la guerra en Ucrania por intereses inexplicables. La Unión Europea y el Reino Unido están repitiendo su propia historia: exterminar durante siglos a los pueblos del planeta susceptibles de extraer sus recursos.

Este marco moral, asentado en una supuesta defensa de los derechos humanos, no tiene ni pies ni cabeza, porque la validez de los mismos ha estado y está sujeta a los valores económicos. Los 300.000 millones de dólares de los activos soberanos rusos congelados por la Unión Europea (principalmente en Bélgica y Francia), motivo de negociación en Alaska entre Putin y Trump, concitarán un nuevo crack, si como exige Washington, el embargo se levante con la condición de que parte de los mismos sea invertido en EEUU. ¿Qué pasará con París y Londres cuando se descubra que echaron mano de los activos congelados y no puedan devolverlos en su integridad? ¿Alargarán la guerra en Ucrania hasta el colapso? ¿O inventarán otro conflicto bélico en los Balcanes con una nueva fábula como la de las armas de destrucción masiva? ¿Dónde saquear? Pocos derechos humanos en la agenda.

La hipocresía con respecto a Palestina no tiene nombre. La citada Von der Layen, tal y como Berlín, París o Londres, derraman lágrimas de cocodrilo y muestran su supuesto malestar por la muerte por hambruna de centenares de niños. Mientras, un 5% del PIB para armamento y un soporte monumental a la estrategia genocida de Tel Aviv. El escenario está servido: polarizar para inflamar. No son buenos los presagios y aunque la historia no se repite ni siquiera como farsa, el futuro cercano incendia ya el presente. Y lo peor, que no sé si somos conscientes de ello.

 

 

 

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martes, 12 de agosto de 2025

Bernaola | Diáspora

La reciente celebración de la edición 2025 del Jaialdi en Boise ha sido la inspiración para este texto dedicado a la diáspora vasca, mismo que ha sido publicado en la sección de Opinión de Naiz. Y pues nada, solo mencionar que definitivamente sí que hay otras diásporas vascas además de la estadounidense.

Adelante con la lectura:


Diáspora 

Iñaki Bernaola

Pocas veces se ha dado tanto pábulo a la actividad desarrollada por la llamada diáspora vasca como en las recientes celebraciones llevadas a cabo en la localidad de Boise (Idaho, EEUU), a donde han acudido varias personalidades de la administración y del mundo académico, así como diversas figuras el mundo cultural vasco. Es bien sabido que el origen de la diáspora suele guardar relación con la necesidad de huir de la pobreza, de los conflictos bélicos o, sin más, con la necesidad de buscar horizontes más propicios. Todos los países europeos tienen su diáspora, casi siempre con origen en los siglos XIX y primera mitad del XX.

Los vascos tenemos una diáspora abundante; a veces, como en el caso citado, profusamente conocida, y otras no tanto. De hecho, en la diáspora vasca, como supongo que en cualquier otra, puede encontrarse de todo. Pero en nuestro caso, el indicador más claro de pertenencia a la misma son los apellidos. Los vascos tenemos la suerte de que, a la hora de buscar nuestros orígenes, los apellidos nunca fallan.

Cuando era joven compartía con algunos amigos la afición por la guitarra. Era la época del boom de los cantautores sudamericanos. Nosotros sentíamos predilección por las milongas de José Larralde, tanto por la apariencia de gaucho con que aparecía en las portadas de sus discos como por el contenido de las canciones, pero, sobre todo, porque eran relativamente fáciles de interpretar, mucho más que las de Atahualpa Yupanqui, al contrario que Larralde no hijo de padre vasco, sino de madre, con las que mal que bien todavía podíamos arreglarnos.

Pero quien se llevaba la palma de popularidad en aquella época era el chileno Víctor Jara. Había una canción suya dedicada a un tal Luis Emilio Recabarren, que fue el fundador del Partido Comunista Chileno. No era Luis Emilio el único vasco significativo de Chile: ahí tenemos también al sangriento dictador Augusto Pinochet Ugarte.

Es probable que muchos lectores no sepan quién es Máxima Zorroguieta. Nada menos que la reina de los Países Bajos, esposa del actual rey Guillermo y nuera de la anterior reina Beatriz, la cual abdicó en favor de su hijo. Vivió durante su juventud en Argentina. Y volviendo a los Estados Unidos, es sabida la existencia de políticos con apellido vasco pertenecientes al ala más reaccionaria de dicho país, cuyos nombre omito por elemental prudencia.

Creo que en ningún sitio se ha dado tamaña solidaridad con los presos y refugiados vascos como en Uruguay. En el año 1994 se produjeron en dicho país grandes manifestaciones en favor del derecho de asilo para los vascos huidos. No hace falta señalar quién es uno de los personajes más carismáticos de toda la historia de Uruguay: el expresidente Pepe Mujica.

Un compañero mío de estudios nos invitó a pasar unos días en casa de sus tíos en París. Su tía fue uno de los niños vascos evacuados durante la Guerra Civil. En Francia debió de tener contactos con el maquis, y acabó casándose con un comunista manchego superviviente del campo de exterminio de Mauthaussen. Por su casa parisina pasaban montones de comunistas, algunos también hijos de la diáspora vasca, como por ejemplo Agustín Gómez de Segura Pagola, otro niño evacuado que llegó a ser futbolista en el Torpedo de Moscú y dirigente del Partido Comunista de España, del cual acabó distanciándose por desacuerdos con la línea eurocomunista de Santiago Carrillo. El último exponente de la diáspora vasca que quiero mencionar reviste enorme actualidad: el periodista Pablo González, descendiente también de niños vascos evacuados a la Unión Soviética.

Como he dicho antes, en la diáspora puede encontrarse de todo. Y por ello es importante que, dentro de ese abanico, nos quedemos con aquello que más nos interesa. Porque no nos engañemos: a quien más le importa la diáspora es al país de procedencia.

En un libro de entrevistas a Pepe Mujica recién editado por GARA, este se quejaba de que la mayoría de los medios de comunicación estén en manos del capital. Tenía razón, no solo porque los medios dan una versión determinada de los hechos reales, sino sobre todo porque crean un mundo virtual propio. Ese mundo virtual además no lo crean solo los medios, sino también la cultura, el arte, el cine... incluso las marcas de alimentos y bebidas a la vista en los estantes del supermercado. Hoy en día, además, la importancia del mundo virtual en nuestras vidas es enorme, comparada con el estrecho marco del mundo real de cada individuo.

No sé qué tipo de diáspora le interesa a nuestro país. Si sé, por el contrario, a cuál se le concede más espacio en nuestro mundo virtual. Tal es así que, vistos los recientes acontecimientos, me ha asaltado la duda de si el efecto subsiguiente ha sido reforzar la imagen vasca en los Estados Unidos, o reforzar la imagen de los Estados Unidos en el País Vasco.

Yo intentaría prestar más atención a otras diásporas y a otros personajes ligados con ellas. Aunque solo sea para que no parezca que los únicos que tienen diáspora vasca son los yanquis.

 

 

 

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viernes, 8 de agosto de 2025

Egaña | El Deep State Español

No entender como funcionaba realmente el estado español fue lo que llevó a que algunas personas, como por ejemplo, el Subcomandante Marcos del EZLN, realizaran declaraciones muy poco afortunadas.

En el afán de que se entienda mejor, les compartimos este texto de nuestro amigo Iñaki Egaña que él ha publicado en su muro de Facebook:


El Deep State español

Iñaki Egaña

Estamos acostumbrados, más en los últimos años, a definir el Estado profundo (Deep State en la nomenclatura anglosajona) como el poder oculto que domina el planeta. Cubículos que se desperdigan por los países más desarrollados y que marcan la tendencia en el devenir económico, militar y político. En los últimos meses, el debate sobre su actividad se ha disparado en EEUU tras el advenimiento de la segunda legislatura de Trump, llegando a excusar al presidente de sus verdaderas intenciones, y disculpándolo del no cumplimiento de sus propósitos: el fin de la guerra en Ucrania, la difusión de los documentos del Caso Epstein, su acercamiento a la Federación rusa para distanciarla de China… Supuestamente, Trump ha sido engullido por el Deep State que finalmente marca objetivos. La deriva ha activado seguidamente otra estrambótica, en los lindes con las teorías conspiranoicas que desde la pandemia de la Covid se han disparado exponencialmente. Los terraplanistas se han alineado con los defensores de la tesis que los aviones fumigadores fueron los causantes de la pandemia, todas las vacunas contienen un chip de espionaje, el gran remplazo o el pornomarxixmo. La verdad es que Trump les ha dado alas con su verborrea, pero estos falsarios no tienen que ver en absoluto con el pensamiento crítico. Sus narrativa acusa a unas determinadas sociedades secretas, algunas de ellas incluso procedentes de exoplanetas, de ser los causantes del desorden mundial. Los QAnon de la política, expandidos como escarabajos por los cinco continentes.

El Deep State es, por el contrario, una estructura bien real. No únicamente en EEUU, sino también, entre otros, en el Estado español. Y si en Occidente sus objetivos tienen que ver habitualmente con mantener la supremacía militar y sobre todo económica, en el Estado español se añade una tercera característica, la emotiva. Podría parecer una anomalía que ya avanzado el siglo XXI -con la robótica, la IA y la manipulación del ADN en puertas-, lo sentimental tenga valor político. Pero así es. Lo dijo hace una centuria el fundador de Falange: “España es una unidad de destino en los universal”. Y bajo este argumento, con el que fue creado el escenario para identificar a los enemigos modernos, las élites oscuras, las del Estado profundo, marcaron los adversarios, a los que añadieron un plus de hostilidad. Que somos nosotros, registrados ya al nacer como “rojos” y “separatistas”.

El Estado profundo español ya fue definido durante los últimos años del franquismo con una expresión que a los de nuestra generación nos resulta habitual, aunque a las siguientes les pueda parecer anacrónico: “poderes fácticos”. Entonces se identificaban como los militares, la banca, la iglesia y las grandes corporaciones económicas. Los aduladores de la Transición apuntaban que, con la llegada de la democracia borbónica, esos poderes fácticos desaparecieron. No lo creo. Sucede que los hemos identificado con otros apelativos: Policía Patriótica, UCO, CNI (bajo batuta militar los tres), el Ibex 35, medios de comunicación (rescatados por la Banca todos ellos), la Judicatura… En una expresión acertada, Fonsi Loaiza identificaba a estos hombres (el género es unanimidad) como los habituales del palco del equipo de fútbol español por excelencia: “El Palco del Real Madrid funciona igual que el de las cacerías de Franco, la máxima expresión del poder simbólico”.

Charles Pasqua, aquel empresario metido a ministro del Interior francés de nefasto recuerdo para la comunidad de Ipar Euskal Herria, que inauguró la “entrega en caliente” de Policía a Policía de centenares de refugiados que luego eran torturados en Madrid, definió su actividad justificándola con la Razón de Estado. La IA describe esta razón de Estado como una “preocupación superior” (a saber a qué se refiere con “superior”), que “puede necesitar derogar ciertas reglas jurídicas y morales, especialmente en circunstancias excepcionales”. Esta vez la IA lo ha pillado a la perfección. Cristóbal Montoro podría justificar su defensa precisamente con este argumento. Ya lo hicieron diversos gobiernos hispanos en las últimas décadas al sur de la muga, aludiendo a la excepcionalidad. También se justificaron, con éxito, los estafadores que defraudaron a la Hacienda que dirigió Cristóbal Montoro. Llevaron sus fortunas a paraísos fiscales para evitar el pago del llamado “impuesto revolucionario” que exigía ETA. La inviolabilidad del Borbón, sellada por la Constitución española que integraba los pilares de la España decimonónica, fue revocada cuando su abdicación. Entonces, apareció de una chistera una ley orgánica ad hoc, que contó con el apoyo del PP y del PSOE, y que concedía aforamiento al monarca saliente. Exiliado desde 2020 en Abu Dabi, ese aforamiento es suficiente para que ningún togado se atreva a meterle mano cuando retorna a la Península Ibérica para participar en algún sarao explícitamente preparado por sus acólitos.

Ese Estado profundo que trata de preservar los valores económicos ha saltado a la palestra con la Hacienda Patriótica creada o mantenida por el citado ex ministro Cristóbal Montoro, tal como sucedió con el caso de José Manuel Villarejo y la trama de la Policía Patriótica. La Iglesia vaticana que recibió la ayuda de 35.000 inmatriculaciones (1.500 en Hego Euskal Herria) o la validez de la jurídica Doctrina Botín, excepto para juzgar a los imputados de Euskaldunon Egunkaria son también ejemplos recientes. En el Procés catalá, la actividad del Estado profundo se mostró también con claridad, desde la actuación primera del monarca sustituto, con un discurso levantisco hasta el apaleamiento de votantes y quema de urnas por agentes de la autoridad.

La práctica nos demuestra que, en los temas de comer, quien ordenan líneas políticas son aquellos que Dionisio Ridruejo definió como “la verdadera comunidad nacional”. Me atrevo a citarlos: togas, tricornios, alcantarillas, gabardinas y parqués bursátiles.

 

 

 

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sábado, 2 de agosto de 2025

Egaña | Cómplices

Europa ha quedado retratada como cómplice del genocidio cometido por la entidad sionista en contra del pueblo palestino.

Ante los videos e imágenes que nos llegan de Gaza, testigos silentes de la campaña de limpieza étnica llevado a cabo de forma sistemática por Netanyahu y sus cómplices, países como Alemania continúan criminalizando la solidaridad con el pueblo palestino, sin importar que para ello se monte un operativo policíaco en contra de una niña de trece años.

Vean lo que nuestro amigo Iñaki Egaña nos dice en su muro de Facebook:


Cómplices

Iñaki Egaña

El diccionario de la Lengua española define la humanidad con términos como sensibilidad, compasión de las desgracias de otras personas, altruismo, filantropía. Supongo que se refiere a la naturaleza humana. Otra acepción nos circunscribe al género humano. Cualquiera de las dos sin embargo, tiene tantas ramificaciones que al día de hoy no me atrevo a usar ni una, ni otra. Estamos asistiendo en directo a un genocidio en Palestina, en nombre de una razón superior y utilizando la vara divina como excusa. Hambruna provocada, muertes en las filas del pan, bombardeos sistemáticos, propaganda supremacista que lo justifica… inanición de los estados y una hipocresía vergonzante de la mayoría de las elites políticas dirigentes que animan a recordar la frase de Mafalda, aquel entrañable personaje de Quino: “Paren el mundo que me bajo”.

Parece, además, que matar también tiene categorías. No es lo mismo sucumbir ante el peso de los bombas, frente a las balas de un francotirador, a consecuencia de la metralla, que por desnutrición. Una muerte lenta, agónica alargada durante días, semanas, el cuerpo deteriorado, el semblante adquiriendo la imagen de cadáver antes del óbito. El genocidio se transformó en guerra, los bombardeos en actos preventivos… pero la hambruna es otra cosa. Ese es el recorrido que algunos líderes políticos de Occidente han seguido. Expirar en un supuesto campo de batalla era digerible. Hacerlo sin pólvora de por medio ya no permite fingir. Nadie está a salvo de la angustia de ver a un niño demacrado, agonizante. Es nuestra hipocresía utilizada como escudo emotivo.

Pero eso también tiene límites. Se puede empatizar hasta cierto punto. Macron acaba de señalar que París reconocerá al Estado palestino, mientras sus empresas armamentísticas siguen transfiriendo a Israel decenas de millones de euros anuales en componentes bélicos. Nada nuevo. A pesar de que la ONU decretó el embargo de armas a la Sudáfrica del apartheid, Francia siguió vendiéndolas, mientras sus dirigentes se llenaban la boca contra el racismo. Dulcie September, delegada en Europa del ANC, que denunció el contrabando entre Pretoria y Paris, fue muerta en la capital francesa. Asesinato sin resolver: los servicios secretos franceses. ¿Qué decir de EEUU y Alemania? Exportadores VIP de armas a Israel. España importa de Tel Aviv como el que más. Y Londres que, según recientes informaciones, ha ayudado a Israel en más de 500 vuelos de inteligencia para bombardear Gaza. Hasta el Fondo Horizonte de la Unión Europea ha financiado operaciones militares israelíes. De nuevo, la hipocresía de Occidente.

El diccionario de la Lengua francesa apunta también a que “humanité”, es el conjunto de individuos perteneciente a la especie humana y una segunda acepción la iguala a la definición española, la de la empatía. Papel mojado. No puedo categorizar en qué momento se perdieron los significados. Quizás jamás estuvieron activos. Porque nuestra trayectoria “humana” nos deja un poso sanguinario que cuando uniformamos el pasado apenas lo citamos en cifras. Para evitar un deslizamiento inquietante. Más aún cuando se trata de hambrunas, a las que calificamos como catástrofes naturales, como si trataran de tragedias inevitables, del tipo de los terremotos, las sequías o los tsunamis. Despojamos a las mismas de haber sido inducidas y las esquivamos en las estadísticas. “Nuestra ignorancia de la historia nos hace calumniar nuestro tiempo. Siempre hemos sido así”, escribía Gustave Flauvert. Se refería a que nuestra época, la de Gaza, la de Sudan, que, aunque no son la suya, sino las nuestras, las vivimos como las más horrendas de la historia. Y esa humanidad que no aparece en las dos acepciones de los diccionarios hispano y francés, ha sufrido asimismo terribles calamidades. Estratosféricas. Inducidas, precisamente, por ese Occidente cuya pauta marcan en la actualidad Washington y Tel Aviv.

El modelo que exportamos en las colonias europeas fue el que se repite en 2025. Primero la exterminación, en algunos casos abriendo reservas para los nativos, como la propuesta por Donald Trump y Benjamín Netanyahu para los gazatíes. Con la boca grande. Con la pequeña, los estadounidenses expulsan a Guantánamo, los italianos a Albania, los australianos a Papúa Nueva Guinea, los británicos a Ruanda. El segundo proceso llegó con el asentamiento, ubicando europeos, de tez blanca, chaqueta y bancos extractivos.

Lo hicieron los predecesores de Macron en Argelia, primero para colonizarla, derrotando a los nativos y luego recluyéndolos para que fueran difuminándose por inanición. Y cuando décadas después los propios argelinos quisieron desprenderse del yugo colonizador, mandaron a sus avanzadillas. No se trataba de los cazabombarderos F-16 y los helicópteros Apache que usa Israel en Palestina. Sino de la Legión extranjera y la elite de choque, los paracaidistas que aún mantienen su base en Baiona. Tortura, ejecuciones extrajudiciales, violaciones, hambruna. Fueron los maestros de la “guerra moderna”, del genocidio entonces sin imágenes.

Londres conquistó el subcontinente indio, en Asia, y el recuerdo de colonos y militares inundan las metrópolis del Reino Unido. El genocida Wellington también arrasó Donostia a su vuelta. Sucedió que rompiendo la tradición hindú de guardar cosechas para cuando los monzones no fueran benévolos, acaparó para sus islas británicas el arroz de esas cosechas. Cuando el monzón falló, la hambruna se apoderó de la India. Resultado: 27 millones de muertos de hambre. ¿La culpa oficial? Nadie ha oído hablar del tema. ¿La culpa real? Londres y su avaricia. Haití: medio millón de muertos por querer dejar de ser esclavos. Suma y sigue.

Denis Diderot, compatriota de Flauvert, escribió: “Los hombres nunca serán libres hasta que el ultimo rey haya sido estrangulado con las entrañas del último sacerdote”. Autocensura. No me atrevo a dictarlo, porque mañana me tildarían de incitación al odio. Así que concluyo con la frase de Mafalda. Paren el mundo.

 

 

 

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sábado, 19 de julio de 2025

Egaña | Identificando el Campo de Batalla

Desde su perfil de Facebook traemos a ustedes este texto que pensamos, ayudará en el análisis de la coyuntura que nos ha tocado vivir en los albores del Siglo XXI:


Identificando el campo de batalla

Iñaki Egaña

La guerra es la continuidad de la política por otros medios. Un clásico que nos lleva a una conclusión también común: todo es política. Ya Platón, Aristóteles, Locke, incluso Maquiavelo, definieron la política, o su filosofía, desde un punto de vista que hoy marcaríamos con el apellido “occidental”, quizás por nuestra petulancia, con mayúscula. Y en estos tiempos de acontecimientos, asimismo con mayúscula, en los que el (des)orden mundial forjado tras la finalización de la Segunda Guerra mundial ha saltado por los aires, las incertidumbres y la apertura de un insólito tempo político, abren nuevas lecturas de inteligencia estratégica.

Sucede, sin embargo, que los actores que dieron cuerpo al orden mundial, mantienen su naturaleza surgida en tiempos de la colonización occidental del planeta, abandonando organismos como la OMS (Organización Mundial de la Salud), CDHNU (Derechos Humanos), Acuerdo de París de 2016 (control de emisiones) y amenazando con hacerlo del FMI, Banco Mundial y la OMC. Ese Occidente, sin señalarlo explícitamente, ya han destruido las convecciones de Ginebra y las múltiples disposiciones del Derecho Internacional Humanitario en diversos escenarios (el genocidio de Gaza el más visual), con el liderazgo de EEUU-Israel y la Unión Europea, en particular Berlín, Londres y París. Un proyecto para mantener un mundo unipolar, a través de los viejos argumentos de la colonización -despojo económico, conquista militar, extracción de recursos y categorización humana- y hacer buena la lectura que hizo Fukuyama, a la conclusión de la Guerra Fría, del fin de la historia. Dejar todo como estaba, con Occidente gestionando el planeta a su antojo. La victoria final del (neo)liberalismo.

Esta visión excluyente, que descalifica al conjunto de la humanidad, ha tenido un componente que en estos últimos años ha destacado notablemente. La naturaleza engreída de Occidente ha llevado a infravalorar no sólo los valores del resto del planeta, sino que, en esa línea arrogante, ha convertido su modelo de “democracia” en argumento para justificar sus ofensivas militares y económicas, minimizando también la posibilidad de que afuera de ese marco, pudieran surgir y desarrollarse otras comunidades exitosas, o al menos estables. Esta infravaloración -continuando con los análisis de inteligencia de las últimas décadas- ha sido especialmente notoria en la llamada “Guerra de los 12 días de Irán”, donde Occidente supuso lo habitual. Que un bombardeo masivo de diversos enclaves estratégicos de Teherán y otras ciudades, más la eliminación de sus responsables, llevaría al colapso de la república islámica, el levantamiento de su pueblo y la vuelta de Reza Pahlavi para instaurar la “democracia”. A pesar de los daños evidentes, el apoyo popular al régimen y la réplica iraní sobre Israel, con la destrucción de sus bases estratégicas, sorprendió aparentemente al consorcio militar que decretó una férrea censura y exigió una tregua inmediata. El colapso cambiaba de trinchera. Similar situación se había repetido en Ucrania desde el golpe de Estado de 2014 y la apertura de una guerra aún abierta. Cuando en 2022 Kiev y Moscú llegaron a un acuerdo en Estambul para frenar el conflicto, la OTAN decidió torpedearlo. Ejecutó al negociador ucraniano y abrió sus bases a una guerra clásica: vencedores y vencidos. El reciente enfrentamiento entre Pakistán e India, saldado en unos pocos días tras la supremacía de los aviones J-10C chinos utilizados por Karachi frente a los Rafale franceses de Delhi, parte, asimismo, de una misma lectura. Occidente tiene los mimbres tecnológicos y militares para dominar el planeta. El resto de la humanidad sigue en las cavernas y su civilización es irrelevante.

Semejantes interpretaciones políticas parten precisamente de esa leyenda común y extendida de un planeta en el que económica, científica e intelectualmente, la única civilización capaz de sobrevivir con códigos propios es la occidental. Esa infravaloración irrumpe de una visión parcial del campo de batalla. Una percepción de que la supremacía se consigue exclusivamente en los terrenos bélicos y mercantiles, históricamente occidentalista. Como si las cohesiones comunitarias, las diversificaciones, el desarrollo económico autónomo y la solidaridad política entre diferentes tuvieran cabida en un mundo dominado por Wall Street, la City londinense o el departamento de Defensa de EEUU. Por ello, los No Alineados en su época, los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái y otros han sido secundarios, hasta convertirse hoy en enemigos abiertos.

Esa misma lectura, en nuestro diminuto espacio territorial (somos el 0.038% de la población mundial), la hemos vivido bien de cerca. Es evidente que los aspectos económicos y militares son la base de la victoria, pero no todos. Tras la guerra de 1936 nos dieron por muertos políticamente y cuando una nueva generación levantó el país, las detenciones de finales de 1960 llegaron a que los estrategas del régimen calificaran aquella primavera vasca como un gripe pasajera. Así lo han hecho durante décadas, tras “descabezar” una y otra vez a unos y otros. Hoy, los análisis han cambiado de signo. En 2005, cuando ETA y el Gobierno español se sentaron a negociar en Suiza y Noruega, en una de las reuniones, los delegados de cada parte se echaron los trastos a la cabeza, acusándose de numerosas acciones. Hasta que el hispano cortó los reproches mutuos con una idea que, más o menos resumida, venía a decir: “No os enteráis de que el Estado, cuando vea peligrar su posición o naturaleza, ejecutará todas las herramientas a su alcance. Todas”.

Una idea universal que se puede trasladar a la situación planetaria actual. La idea de un mundo bi-tri polar, multipolar, es contraria a la esencia de Occidente, al igual que la diplomacia sobre una base negociadora. Por eso es importante identificar los campos de batalla, rehuir las debilidades e incidir en las fortalezas y la cohesión. No todo se dirime en Waterloo o Verdún.

 

 

 

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sábado, 12 de julio de 2025

Egaña | Agente Encubierto

Retornamos al tema del espionaje llevado a cabo por parte de los estados en contra de los movimientos sociales, ya sea con infiltrados o ya sea con agentes encubiertos, con este texto que Iñaki Egaña ha compartido en su cuenta de Facebook:


Agente encubierto

Iñaki Egaña

Ron Stallworth fue el primer detective afroamericano en el departamento de Policía de Colorado, en su sección de inteligencia. Su piel le convirtió en una excepción entre los objetivos de los que habitualmente trabajan como agentes encubiertos. En Occidente, la gran mayoría de quienes ejercen de infiltrados tienen de objetivos las asociaciones y grupos de izquierda, entre las bambalinas de los subversivos. Stallworth, pese a ser negro, ejerció de agente encubierto en los medios del Ku Klux Klan, aquella caterva de supremacistas blancos que campaban a sus anchas desde la guerra civil en EEUU. Lo hizo desde el teléfono y cuando necesitó encuentros presenciales, utilizó un doble blanco. El éxito de su actividad lo contó en un libro autobiográfico que Spike Lee llevó a la pantalla recientemente, “BlacKkKlansman”.

Ya en la cercanía, y siguiendo la línea de aquellos que se infiltraban para cazar subversivos, los agentes encubiertos han pululado entre nosotros como las moscas de la fruta. Siempre me ha llamado la atención que promover semejantes funcionarios, convertirlos a fin de cuentas en actores, necesita de un trabajo previo enorme, junto a una inversión económica también notable. Y, por tanto, que los objetivos elegidos para esos agentes encubiertos deberían de ser de alto nivel político o social. Sin embargo, los casos que han trascendido nos demuestran que aquí, como decía el eslogan de hace unas décadas, “todos somos sospechosos”. Tanto quienes trabajan en las direcciones de los grupos izquierdistas, como los simples plumillas, baserritarras o miembros de asociaciones de vecinos que ni siquiera tienen un espacio en la prensa local.

Para reforzar el párrafo anterior me voy a sostener en una historia que contó Ricardo Urrizola, en su “Consejo de guerra. Injusticia militar en Navarra (1936-1940)”, un mastodóntico trabajo de vaciado de los archivos de la Comandancia Militar del Viejo Reino referidos a la época citada en el título del libro. En aquel período, Franco designó al general Severiano Martínez Anido responsable de Seguridad Interior, lo que a la postre le llevó a la creación de un servicio de información y contraespionaje. Esteban Lipuzcoa fue uno de los encargados del servicio en Nafarroa y, como era de esperar, organizó un talde de agentes encubiertos que dispersó por el territorio. Martín Jiménez Melero fue uno de ellos. Ejerciendo su actividad, se acercó a una chica llamada Filomena a la que con halagos y querencias, prometió matrimonio si ambos conseguían cruzar la muga. Todo era un farsa. El objetivo de Jiménez Melero era otro distinto al amoroso. Pretendía destripar a los mugalaris y descubrir las vías de escape, en unos años en los que los franquistas habían convertido a Nafarroa en un gran cementerio de republicanos. A las primeras de cambio, el agente puso en conocimiento de sus superiores su maquinación. Y, ni cortos ni perezosos, la Guardia Civil detuvo y encarceló a Filomena. Hubo juicio, por eso Urrizola conoció el expediente. Jiménez Melero se presentó como acusador, con el aval de agente encubierto, y Filomena salió absuelta. No había caído en las redes supuestamente apasionadas del infiltrado. Así que el agente salió trasquilado, aunque continuó su labor en los años siguientes, destinado en Cascante.

Esta sencilla crónica, con final feliz, fue superada por otras de signo contrario. Fueron varios los casos de agentes encubiertos infiltrados en la guerrilla, en el maquis, que lograron descubrir la clandestinidad de luchadores comunistas que dieron su ultimo aliento frente a un pelotón de fusilamiento. El médico gasteiztarra Luis Álava Sautu, que trabajaba para la red de los Aliados contra el nazismo, fue ejecutado por el soplo de un infiltrado en la sede del Gobierno vasco de París. En la capital francesa fue muerto en 1976 el anarquista Laureano Cerrada por unos desconocidos. Años antes, había intentado acabar con la vida del dictador Franco un día de regatas en Donostia. Acción que fracasó por la delación de un infiltrado en el movimiento revolucionario. Inocencio Martínez, otro agente infiltrado, abortó el secuestro del director del Banco de Bilbao en Francia, que los GARI (Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista), con los que colaboraba nuestro Lucio Urtubia. El objetivo era canjearlo por Salvador Puig Antich, ejecutado por el franquismo unos meses después como venganza al tiranicidio de Carrero Blanco. El policía Abderramán Muley Moré se infiltró en el DRIL y marcó objetivos, entre ellos la bomba en la estación de Amara de Donostia que mató a la bebé Begoña Urroz y que décadas después, con una desvergüenza supina, el Estado español atribuyó a ETA.
Hoy, a pesar de los avances técnicos, los agentes encubiertos continúan siendo una pata indispensable del espionaje político. Los medios alternativos, han descubierto recientemente hasta ocho agentes encubiertos en movimiento sociales del Estado español. Probablemente la cifra será más alta y, conociendo los manuales clásicos, otros esperarán su turno para su activación, mientras se mantienen como agentes durmientes. A las inclinaciones del CNI para infiltrar agentes en movimientos sociales de Madrid y Països Catalans se añaden las particularidades en Euskal Herria susceptibles de rastreo: grupos memorialistas, red de torturados, activistas de derechos humanos… Indicios los hay.

Por esta tendencia y por la naturaleza del Estado español, no me ha sorprendido el argumento de Benet Salellas, abogado de Santos Cerdán, que abrió la tesis de que Koldo García podría ser un agente encubierto. No voy a defender ni de lejos, la honorabilidad de un PSOE, cubierto de episodios de corrupción desde la Transición. Hijo del Régimen del 78. Pero los objetivos finales del Estado profundo son los aliados de ese PSOE en el Gobierno central. Como siempre, la unidad sacrosanta de España. Y en ese análisis, catalanes y vascos siempre hemos sido y seguimos siendo prioridad.

 

 

 

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jueves, 10 de julio de 2025

Egaña | El Derecho y el Deber de Escapar

Y ya que hemos estado hablando de fugas al cumplirse la cuarta década de el escape protagonizado por Pikabea y Sarrionandia de Martutene, aquí les presentamos este texto de Iñaki Egaña que será la delicia de más de uno de nuestros lectores.

Directo a ustedes de Facebook:


El derecho y el deber de escapar de prisión

Iñaki Egaña

Una máxima universal señala que el deber de todo preso es escaparse, circunstancia que la mayoría de estados tipifica como delito. En los últimos 20 años, se han evadido de Francia más de 500 presos y de España la cifra es inferior, cercana a los 400. Aunque Hollywood y el cine han convertido las fugas en una aventura carcelaria, las evasiones se producen desde hospitales, juzgados y traslados. Los casos desde centros penitenciarios apenas llegan al 5%. Brasil parece ser el estado con el número mayor de evasiones del planeta, una al día. El país sudamericano tiene entre rejas a 900.000 internos, superado por EEUU con dos millones de presos, la primera población carcelaria de los cinco continentes en números absolutos. En relativos, por el contrario, El Salvador de Nayib Bukele ocupa el primer lugar, con 1.659 presos por cada 100.000 habitantes, seguido de EEUU con 639.

Las fugas más espectaculares se convirtieron en productos cinematográficos, en especial los promocionados por Hollywood. Dos remakes reales han devuelto actualidad a presidios míticos: Alcatraz y la Isla del Diablo (Guyana francesa). Donald Trump acaba de anunciar su intención de reabrir la prisión californiana, mientras que Emmanuel Macron ha informado de una inversión de 400 millones de euros para abrir un centro de detención en la Guyana. De la de Alcatraz se escaparon tres presos en 1962, un año antes de su cierre definitivo, fuga que dio lugar a una película protagonizada por Clin Eastwood. Para el FBI los fugados se ahogaron. En la ficción cinematográfica, los indicios apuntaron a su supervivencia. De la Isla del Diablo se fugó supuestamente Henri Charrière en 1941, que escribió su biografía en un libro que dio lugar a la película “Papillon” protagonizada por Steve McQueen y Dustin Hoffman. Con la condena cumplida e indultado por el éxito de la película, Charrière se estableció en España. A su muerte se supo que era un impostor y que el auténtico protagonista de la fuga había sido Charles Brunier. Entre decenas de novelas y filmes, destacar que recientemente acaba de ser traducida al castellano la fuga que León Trotsky contó ya en su libro “Tudá i obratno” (1907) en el que narraba la evasión cuando era trasladado al campo de internamiento de Beriózov (Siberia).

La modernidad ha desdibujado centenares de fugas espectaculares y técnicamente complicadas, trasladando su naturaleza a una especie de competición. ¿Cuál ha sido la más rocambolesca? ¿Cuál la más masiva, la que más distancia tuvieron que recorrer los fugados? Cada medio, cada reportaje, ofrece su versión, errando en muchos casos. En la Segunda Guerra mundial, el castillo nazi de Colditz, prisión para oficiales aliados, fue escenario de 300 intentos de fuga. En sentido contrario, de Papago (Arizona), uno de los 500 campos de prisioneros en EEUU que acogieron presos alemanes, 26 internos escaparon en la navidad de 1944, tras excavar un túnel de 54 metros. De las prisiones de Acre y Jerusalén, en Palestina, escaparon 40 militantes de Irgun -grupo paramilitar sionista-, en 1947 y 1948, durante el mandato británico.

La actualidad sigue ofreciendo ejemplos, como el reciente de mayo de 2024, cuando un convoy que trasladaba al preso Mohamed Amra en Normandía fue atacado. El detenido consiguió huir, mientras que dos funcionarios de prisiones perdieron la vida en el tiroteo. Amra fue detenido en Rumania en febrero de este año. Hace escasas semanas, la Guardia Civil descubrió un túnel que comunicaba el Tarajal de Ceuta con Marruecos, usado como vía de escape para huidos de la Justicia. El túnel, sin embargo, no tiene la sofisticación de aquel que facilitó la huida, en 2015, del penal de máxima seguridad del Altiplano de “El Chapo” Guzmán. Una obra de ingeniería de kilómetro y medio de longitud y diez de profundidad para la que sus constructores, removieron más de tres mil toneladas de tierra.

Entre las destacadas, hubo un viaje repetido aparentemente en dos ocasiones cuyo trayecto y condiciones superaron a la ficción. La primera ocasión, en 1917, la protagonizaron 17 presos “blancos” en la guerra civil rusa. Escaparon de su internamiento en Siberia, a pie y durante meses, tras recorrer miles de kilómetros, recalaron en China. Sólo tres sobrevivieron. Uno de ellos, David Regevsky se refugió en Donostia, donde esposó con Amparo Zoco. Su familia se asentó definitivamente en Donostia, madre, hijos y nietos. Regevsky, que vivió en la Villa Datcha Blanca de Igeldo, falleció en 1958. A pesar de su éxito cinematográfico a través de la película “The Way Back” (2010), la segunda de las evasiones desde Siberia, ocurrida durante la Segunda Guerra mundial, fue falsa, según investigaciones de la BBC. El protagonista era el soldado polaco Słavomir Rawicz, que escribió en 1956 “La larga caminata”, en la que relataba su supuesta fuga en 1941 desde el gulag hasta India, recorriendo 6.500 kilómetros y atravesando Siberia, el desierto de Gobi, Mongolia y Tíbet. Su falseada biografía se convirtió en un superventas y fue traducida a 25 idiomas. Resultó que Rawicz había quedado en libertad en 1942 y que la historia de la fuga era cierta pero que correspondía, probablemente, a otro soldado polaco, Witold Gliński.

En cuanto al número de fugados, las de Queyfiya (Libia) en 2013 -más de un millar de reclusos- Kandahar (Afganistán) en 2008 -540 presos a través de un túnel de 300 metros- y Tazoult (Argelia) -1200 presos (de ellos 280 en el corredor de la muerte)- han sido recientemente las más masivas hasta 2024. En 2024, en Makala, capital de la República Democrática de Congo, hubo una fuga masiva, hasta 3000 presos, con 129 muertos en enfrentamientos entre presos y policías y 163 mujeres reclusas violadas y quemadas vivas en el intento de fuga En marzo de 2024 se fugaron de la prisión de Puerto Príncipe en Haití, un total de 3696 reclusos, tras un ataque desde el exterior.

En el Estado español y durante el franquismo, fueron míticas las fugas de Eleuterio Sánchez, “el Lute”, un merchero salmantino, la última del presidio de Puerto de Santa María en 1970. En prisión aprendió a leer y escribir y concluyó la carrera de Derecho. Su biografía dio lugar al filme “Camina o revienta”. La relevancia mediática de “el Lute” fue sustituida más tarde por la de Juan José Garfia, un vallisoletano de familia comunista, que recaló en prisión ya con 18 años acusado de robar explosivos. En libertad fue detenido en un tiroteo, con el resultado de tres muertes cuando huía del atraco fallido a un banco. Condenado a 113 años de prisión, logró escapar de la cárcel en 1989 y 1991. Encarcelado de nuevo, se licenció en Bellas Artes y Filología Hispánica y escribió un libro animando a las evasiones: “Adiós Prisión. Relato de las Fugas más espectaculares”. Salió en libertad condicional en 2010.

En el Estado francés, las fugas más relevantes tuvieron como preludio las del dandi René Girier, al que atribuyeron hasta 17 fugas. Atracador de guante blanco, su fama le llevó a ser chófer y mayordomo de la familia real de Mónaco. Fue interpretado en la gran pantalla por Gérard Depardieu. En otro caso, Michel Vajour se escapó en seis ocasiones, una de ellas de la prisión de La Santé, en 1986, en un helicóptero pilotado por su esposa. Tres presos canadienses también escaparon en helicóptero de la prisión de Quebec, en 2014.

La más ingeniosa correspondió a tres corsos -Maurice Costa, Francis Mariani y Pierre-Marie Santucci- que se evadieron de una cárcel cercana a Bastia en 2001 tras que el director de la prisión recibiera un falsificado fax, con la firma de un juez, que decretaba su puesta inmediata en libertad. Otro preso, Antonio Ferrara protagonizó la más espectacular, al huir de Fresnes en 2003. Un comando de seis falsos gendarmes, atacó con armas largas a los vigilantes, hizo un boquete en una entrada metálica, llegaron hasta la celda de Ferrara y con dinamita volaron la puerta, entre el jolgorio del resto de internos. Ferrara fue detenido cuatro meses después y salió en libertad en 2022. Otra fuga espectacular fue la de Rédoine Faïd que se escapó de la prisión de Lille-Sequedin con explosivos, un arma y la toma de rehenes. Fue capturado mes y medio después. Concluirá su condena en 2060.

En Euskal Herria, la mayor fuga de su historia se produjo en mayo de 1938 en la prisión navarra de Ezkaba, cuando se escaparon 795 internos. Únicamente tres lograron llegar a Ipar Euskal Herria (Jovino Fernández, José Marinero y Valentín Lorenzo), 207 fueron ejecutados en los días siguientes a la huida y 585 detenidos. Fernández mantuvo su exilio francés hasta su fallecimiento en 1995. Marinero alcanzó México, al huir de la llegada nazi, donde murió en 1963. Lorenzo, se reintegró a la guerra por Barcelona. Huyó nuevamente en 1939, y falleció en Burdeos en 1986. El presidio, a iniciativa pactada con el Ejecutivo español por EHBildu, fue declarado lugar de memoria, transmitiéndose su titularidad al Gobierno de Nafarroa que lo ratificó en 2025.

Durante la Segunda Guerra mundial, muchos de los vascos que combatieron con la Resistencia francesa también se fugaron de prisión o campos de concentración. El mayor protagonista en fugas fue Kepa Ordoki. En 1939 consiguió escaparse de las cárceles franquistas, más tarde de Gurs y, finalmente, hasta tres veces, del cautiverio nazi.

La primera fuga masiva de presos de ETA tuvo lugar en diciembre de 1969. De la prisión de Basauri se escaparon 15 presos, cinco de ellos acusados de delito común y los diez restantes militantes de ETA. Se refugiaron en el estado francés y París les asignó a residencia. En septiembre de 1973 Agustín Asteasuinzarra consiguió evadirse, con ayuda exterior, del cuartel de Loiola, en el que estaba detenido. En 1974, Jon Urzelai logró fugarse mientras estaba detenido en el Hospital Provincial de Donostia. Y en 1975 el fugado, también de Loiola, sería Bernardo Bidaola. Los dos primeros serían muertos, años más tarde, por las fuerzas policiales y Asteasuinzarra por los GAL. En 1978, el autónomo Bernardo Aizpitarte, detenido, se escapó, como Urzelai, del hospital. Hubo intentos frustrados en numerosas cárceles: Burgos (durante el Proceso de 1970), Zamora, Carabanchel, Iruñea, A Coruña, Martutene, Basauri…

La siguiente fuga masiva tuvo dos versiones, ambas desde Segovia. La primera de ellas fracasó con motivo de la delación del infiltrado Mikel Lejarza. La segunda, exitosa, tuvo lugar en abril de 1976 con la fuga de 29 presos. Lo hicieron a través de un túnel excavado, que conectaba con las cloacas del centro para lo que hicieron desaparecer seis toneladas de tierra por los desagües. El éxito fue inicial, hasta que la mayoría de los evadidos fueran detenidos en las cercanías de Aurizberri. En esta escapada falleció el militante catalán Oriol Solé, alcanzado por una bala explosiva disparada por la Guardia Civil. Cuatro de los fugados, -Koldo Aizpurua, Josu Muñoa, Mikel Laskurain y Carlos García Solé-, junto a Miren Amilibia del comando de apoyo, lograron su objetivo. En enero de 1980, tres militantes de ETApm huyeron de la cárcel de Martutene: Izaskun Arrazola, Jesús María Salegi y Mikel Matxirena.

Al margen de la fuga de Iñaki Pikabea y Joseba Sarrionandia en julio de 1985, a finales del año siguiente, un comando de Iparretarrak liberó de la cárcel de Pau a sus militantes Maddi Hegi y Gabi Mouesca. El operativo, probablemente el más complejo en los 28 años de actividad de IK, se llevó a cabo con el secuestro del director del centro penitenciario por miembros de IK disfrazados de gendarmes. Maddi Hegi falleció en 1987 en accidente ferroviario tras ser detenida.

Ya en épocas más recientes, en noviembre de 2000, Félix Alberto López de la Calle, escapó de un hotel de Aubusson (Francia), donde estaba detenido a la espera de su extradición. En agosto de 2002, Ismael Berasategi se fugó de la prisión parisina de La Santé, al intercambiarse con su hermano. En diciembre de 2002, Ibon Fernández Iradi consiguió fugarse de la comisaría de Baiona, a través de un conducto del aire. En el siglo XXI, hubo intentos de militantes de ETA fracasados, desde las prisiones de Aranjuez, Valdemoro y La Santé. Otros abortados no tuvieron publicidad. En 1993, José Mari Sagardui fue descubierto cuando se fugaba de la prisión de Granada.

Entre los grupos insurgentes, el IRA realizó una de las fugas más espectaculares de la historia, al colocar, en julio de 1922, una bomba de gelignita en un lateral de la prisión de Dundalk. Por el boquete se escaparon 105 prisioneros políticos. Días después, los fugados al mando de Fran Aiken, uno de los huidos, asaltaron el cuartel de Dundalk, tomando 300 prisioneros. Fue uno de los episodios más dramáticos de la guerra civil entre dos facciones del IRA, los que aceptaron el Tratado de Independencia de la que sería Irlanda del Sur y los que no reconocieron la continuidad del norte de la isla en poder de Londres. Más recientemente, las fugas de miembros del IRA fueron numerosas: en 1972, nueve presos republicanos huyeron de un barco-prisión y un año después, tres internos del IRA escaparon en helicóptero de la prisión de Mountjoy. En 1974, 19 militantes lo hicieron de Portalouse y un año más tarde, otros nueve mientras estaban siendo juzgados en Newry. En 1981, ocho militantes de la prisión de Crumlin Road y en 1983, 38 presos republicanos huyeron de la cárcel de Long Kesh (Maze) en la más numerosa en la historia reciente de Gran Bretaña. Cuatro de los fugados de Meze fueron detenidos posteriormente en EEUU y Londres solicitó su extradición. El Acuerdo de Viernes Santo, en 1998, evitó la deportación de tres de ellos.

En Alemania, Andreas Baader logró escapar de prisión antes de alumbrar la Rote Armee Fraktion (RAF). En julio de 1976, cuatro militantes escaparon de la prisión de mujeres de Berlín, tres de ellas del Movimiento 2 de Junio y la cuarta de la RAF, a través de la ventana de la biblioteca. Gabriele Rollnik e Inge Viett serían detenidas dos años después en Bulgaria y extraditadas a Alemania Occidental. Monika Berberich fue detenida poco después de su fuga y salió de prisión en 1988, tras haber realizado nueve huelgas de hambre.

Assata Shakur, miembro del Black Liberation Army y de los Black Panthers, huyó de la prisión de Hunderton (New Jersey) y se refugió en Cuba desde 1984. En 2005, el FBI la incluyó entre las diez terroristas más buscadas y ofreció una recompensa por su captura. Desde La Habana escribió su autobiografía, con introducción de Angela Davis. De Velore Fort en India, escaparon en 1995, 43 reclusos tamiles de Sri Lanka. La fuga de cinco militantes palestinos de Gilboa (Palestina ocupada), en septiembre de 2021, fue una más entre las 30 sucedidas anteriormente, unas exitosas otras fracasadas. La primera tuvo lugar en 1958, con la huida de 77 palestinos del presidido de Shatta. En la Sudáfrica, la película sostenida en hechos reales que relata la fuga de tres presos políticos del penal de Pretoria en 1979, resume los intentos que protagonizaron otros internos durante el apartheid.

Entre los tupamaros uruguayos, la fuga del penal de Punta Arenas en 1971 dejó en libertad a 111 presos políticos, entre ellos el reciente fallecido Pepe Mujika. El FLN había intentado, un año, antes, a través del secuestro de Daniel Anthony Mitrione -un agente de la CIA destacado en Montevideo e instructor de torturadores-, su canje por 150 prisioneros. El Gobierno no accedió a las pretensiones uruguayas y Mitrione fue ejecutado. En una acción similar, en 1978, el Frente Sandinista asaltó el Palacio Nacional en Managua, exigiendo, entre otros objetivos, la liberación de 50 presos, entre ellos Tomás Borge. Tras dos días de negociación, el presidente Somoza accedió a la petición y los reclusos viajaron a Cuba. Tupac Amaru, en Perú, imitó la acción en 1996 y tomó con rehenes la embajada de Japón, solicitando la liberación de 465 de sus presos. El Gobierno peruano, tras cuatro meses de asedio, asaltó la embajada y mató a todos los guerrilleros.
En marzo de 1982, Sendero Luminoso atacó la cárcel de Ayacucho (Perú) liberando a 254 presos, de los que 70 eran miembros de la organización liderada por Abimael Guzmán. En 1990, 47 militantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) de Perú, entre ellos su dirigente Víctor Polay, se fugaron del presidio de Canto Grande tras cavar un túnel de 250 metros de largo y ocho de profundidad. De la prisión de máxima seguridad de Santiago (Chile) el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con la ayuda de dos voluntarias del IRA, liberó en 1996 a cuatro de sus militantes condenados a cadena perpetua. La llamaron Operación Vuelo de Justicia -se produjo a través de un helicóptero- y de los cuatro fugados, únicamente Mauricio Hernández fue detenido en Brasil y extraditado a Chile. Frances Mary Shannon, la irlandesa de apoyo, fue detenida el pasado año en Croacia, pero quedó en libertad al llegar fuera de plazo la petición de extradición. En Venezuela se había escapado un grupo de guerrilleros de la Isla del Burro, en 1963, vestidos de mujer y con acreditaciones falsas.

En mayo de 1975, 26 presas políticas, acusadas de actividades guerrilleras, se fugaron de la prisión del Buen Pastor en Argentina. Un camión con un cable de acero arrancó las verjas de la prisión, abriendo un camino por donde escaparon las reclusas. De las fugadas, seis fueron desaparecidas por la dictadura militar que se estableció un año más tarde. De la cárcel de Guadalajara en México, huyeron seis militantes de la Liga Comunista, tras recibir ayuda de un comando exterior, en 1976. En marzo de 1991, un comando del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional atacó el Centro Penal de Mariona y logró la libertad de 135 internos. En 1956, del presidio del Boniato (Cuba) se fugó un grupo de presos que sería el motor del foco guerrillero en Sierra Maestra. Raúl Castro participaría en otra acción para liberar a Frank País, uno de los dirigentes revolucionarios que fallecería poco después, a manos de la Policía del dictador Batista.

 

 

 

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sábado, 5 de julio de 2025

Egaña | La Narrativa y el Relato

Recuerden, ser crítico requiere entender que una cosa es lo que ha ocurrido y otra cosa es como te cuentan lo que ha ocurrido.

Los españoles y sus lacayos vascos vinculados al régimen han sabido ser dignos émulos de Joseph Goebbels.

Ante esto, les dejamos con este antídoto publicado por Iñaki Egaña en su muro de Facebook:


La narrativa y el relato

Iñaki Egaña

Dos semanas después de la Conferencia de Paz realizada en Aiete (Donostia) y presentada por Kofi Annan -ex secretario general de Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz-, el jefe de la sección política de El Correo, lanzaba una de las primeras andanadas de la que se convertiría en un clásico: la batalla del relato. Tres días más tarde de la Conferencia de Aiete, ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada. Antonio Santos, el jefe de la sección política del citado diario, periódico por cierto promotor del bulo de que la ponencia Oldartzen de Batasuna era el génesis de la “socialización del sufrimiento”, comenzaba su artículo con otro clásico, una frase pronunciada “por un dirigente de la izquierda abertzale a un círculo reducido de personas”. Propaganda de trinchera habitual en numerosos medios al citar, en las últimas décadas, el conflicto. Santos señalaba entonces -2011- que se abría una fase clave en “Euskadi”, la de “fijar una narración de lo que ha sucedido en el País Vasco durante el medio siglo de existencia de la organización armada”. Y que en esa que llamaba partida de ajedrez, habría dos interpretaciones. La primera la de Batasuna y ETA en cuyas redes, -escribía el redactor- habían caído Kofi Annan y el resto de protagonistas de Aiete. Y la segunda, la del PP y PSOE, “y también el PNV” (sic) , la de que ETA “trató de derribar con las armas el Estado democrático”.

Una reflexión, en línea con ese mantra que me tocó escuchar en Madrid en varias ocasiones con motivo de los primeros encuentros entre asociaciones y formaciones políticas cuando se gestaban los debates sobre lo que sería la memoria democrática. Unos años antes de Aiete, y simultáneamente al cierre de Egunkaria y a las torturas a los detenidos en aquella operación policial, delegados de aquel grupo político que con Zapatero llegaría a la Moncloa, estimaban que remover con excavaciones y estudios la barbarie franquista era abrir un avispero incontrolable. Y que no hacerlo, como proponían, era irrelevante. “Porque España es un Estado de derecho que nadie cuestiona”. Algo similar está ocurriendo en la actualidad con el hecho sistemático de la tortura: oposición a su visualización, porque pondría en entredicho la cita recurrente: España es un estado de derecho que nadie cuestiona. Es decir, por encima de la verdad y la memoria, objetivos a priori universales para la convivencia, se encuentran los de la oportunidad política y coyuntural y, cómo no, la defensa de la Razón de Estado, argumento que justifica los medios ilícitos, la propaganda en lugar del periodismo, el enroque en la defensa de contenidos suprapartidistas e inmutables.

La puesta en marcha de aquella expresión, que en un comienzo tuvo derivadas como “la batalla de la opinión”, llegó para quedarse. Sin una hechura académica excesivamente elaborada, porque el control de la narrativa era una cuestión de primera línea desde que un actor de Hollywood como Ronald Reagan llegara a la presidencia de EEUU, allá por 1981. Desde entonces, la narración se ha convertido en el centro de las ciencias políticas y domina desde las campañas hasta el ejercicio del poder y, como hemos observado en conflictos recientes, también las situaciones de crisis internacional. No importa la verdad, sino cómo un acontecimiento pasa al presente o a las siguientes generaciones. Se trata de transformar la opinión de las personas, incluso su forma de vida, a través de un método llamado Storytelling -narrativa atrapante de sucesos-, la forma de contar eventos para enganchar emocionalmente al receptor.

El planeta, al menos en Occidente, no funciona por principios empíricos, sino de nuevas realidades construidas una y otra vez que finalmente desembocan en un único relato, el oficial, el surgido desde el poder. En el caso hispano, de la narrativa sustentada, -escribía recientemente Jonathan Martínez-, “por un contingente de cámaras y estudios de televisión, por los más flamantes periódicos y emisoras, por legisladores de moral asimétrica, por el búnker jurídico y las cloacas más abisales del Estado”. El ensayista francés Christian Salmon describió la técnica como “una máquina de fabricar historias y formatear mentes”. Siguiendo su estela recomiendo sus dos últimos libros (sin traducción al castellano): “La tyranie des bouffons” y “L´Empire du discrédit”. Encontrarán en ellos las derivas fantasiosas de Trump, Milei o Aznar: “Nunca los bufones y los payasos habían tenido tanta influencia en la vida política".

Volviendo a la expresión cercana “batalla del relato”, considero que debería ser desterrada de los enunciados entre grupos y personas que actuamos en escenarios tanto públicos como privados relacionados con la memoria. Por una simple razón. Batalla o guerra son conceptos bélicos. Ya escribió Sun Tzu hace 25 siglos que la “guerra es el arte del engaño”. Y el relato, convertido en marketing, es una de las cuatro patas de cualquier Ejército: aviación, marina, tropa terrestre y… propaganda (mestizada con la desinformación). Las armas de destrucción masiva y la recuperación de la democracia fueron las fuentes argumentales para la destrucción de Irak, el temor a una invasión rusa (antes soviética) la explicación para elevar la inversión armamentística de la Unión Europea, la infiltración en las filas del hambre en Gaza la excusa para matar niños por el Ejército israelí.

Esta visión bélica lleva a una simple conclusión asimismo castrense. La retórica de vencedores y vencidos. La misma que utilizó el primer alcalde franquista cuando sus tropas entraron en el Bilbao republicano. Una narrativa que se impondrá sobre la otra. Y no se trata precisamente de eso. Se trata de edificar una memoria, en la medida compartida o al menos surgida de unos mismos cimientos, sustentada en la verdad y el reconocimiento. Así construiríamos una memoria prospectiva, la memoria del y para el futuro. Y sembrando para que así sea, sin lemas bélicos.

 

 

 

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sábado, 21 de junio de 2025

Egaña | Enfocando a los Criminales

Iñaki Egaña nos aclara el panorama con respecto a la banda criminal conocida como Organización del Tratado del Atlántico Norte, por sus siglas, OTAN.

Aquí el texto que nos ha compartido en Facebook:


Enfocando a los criminales

Iñaki Egaña

El 13 de marzo de 1986, la Bolsa de Bilbao registró su mayor subida histórica en una sola jornada. Un aumento de 12,71 puntos. Para un observador en el tiempo, la euforia de la crecida exagerada correspondería al afianzamiento del poder político, económico y militar de nuestro país, tras un acontecimiento democrático. La víspera, Hego Euskal Herria había llamado a las urnas a sus vecinos, tal y como en el Estado español, para preguntar si deseábamos entrar en la OTAN: 434.553 hombres y mujeres de Nafarroa Garaia, Araba, Gipuzkoa y Bizkaia habían dicho “Sí, quiero”. Como si se tratara de un contrato matrimonial. Si el mismo observador se quedara en esa primera línea, su interpretación sería errónea. Porque en las siguientes estrías encontraría que 828.721 vascos habíamos dicho “No quiero” y 706.311 se habían abstenido. Es decir, que únicamente uno de cada cinco integrantes del censo vasco peninsular se sumaba a los antojos bélicos de quienes detentaban las riendas en lo político, económico y militar.

El equilibrio entre potencias fue el argumento de los favorables a la integración. La OTAN había surgido en 1949 y para hacer frente a su propósito expansivo, el bloque soviético instituyó el Pacto de Varsovia en 1955. Con la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento de la URSS, el Pacto de Varsovia firmó su defunción y la OTAN, en contra de la lógica de bloques, continuó su despliegue territorial hasta nuestro días. La OTAN ya operaba en Euskal Herria, a pesar del trámite del referéndum de 1986, particularmente con la base de Gorramendi (Elizondo) desde 1959, el campo de tiro de entrenamiento de las Bardenas -en especial para los bombarderos que descargarían napalm y el agente naranja en Vietnam- y la Stay-Behind (conocida como Red Gladio) que, al margen de sus objetivos globales, participó en operaciones encubiertas de guerra sucia y espionaje contra la disidencia vasca. El año del “No quiero” a la OTAN fue el mismo de la incorporación del Estado español a la Unión Europea. En esa ocasión no hubo referéndum.

Aquel músculo antimilitarista vasco fue la clave del “No quiero”. Abarrotaron con su actividad, las calles, las urnas, e implosionaron el movimiento popular. Fue asimismo el germen de la insumisión y deserción al servicio militar en el Ejército, que llevó a prisión a cerca de mil jóvenes vascos, esta vez también de Ipar Euskal Herria, cuyos ciudadanos no habían tenido la oportunidad de expresar su opinión sobre la OTAN. El Estado francés, aunque con matices, había sido uno de sus fundadores.

En el mundo anglosajón se emplea la expresión “soft and hard power”, que correspondería al poder “blando” y al “duro”, que por cierto no tienen por qué ser antagónicos. Los gobiernos salidos de las urnas serían los que componen el “poder blando”. En la teoría, son capaces de conformar consensos y habilitan la diplomacia. El “poder duro”, en cambio, funciona a otra escala. Imposición, coerción y autoridad. Sin reglas, o mejor con las suyas, que modelan las relaciones internacionales. En muchas ocasiones, aquellos que ostentan el poder blando son simples correveidiles de los halcones (Walt Street, La City, el departamento de defensa de EEUU…), tanto en lo económico como en lo militar. Trump, Mertz, Macron, Netanyahu, Starmer… son señores de la guerra elegidos en las urnas. Voceros del poder duro, trasladado al público.

Mark Rutte, secretario general de la OTAN, ha declarado recientemente: "Es hora de adoptar una mentalidad de guerra". En 2025, la Alianza, como en décadas, está marcando la agenda mundial. Finalizó el pasado año su actividad con entrenamientos militares a gran escala, con la novedad de que los ejercicios Steadfast Noon, de prácticas nucleares, los realizaron cerca de la frontera rusa. En 2022 boicotearon el acuerdo de paz en Estambul acordado por Moscú y Kiev para concluir con el conflicto de Ucrania, después del Euromaidán de 2014. Este año, Israel ha bombardeado Siria, Líbano, Irán y Yemen, junto al genocidio de Palestina. EEUU bombardeó masivamente Siria hace unos meses, antes del cambio de régimen, y luego Yemen. El ataque sionista contra Irán desde hace unos días y los ataques contra bases nucleares estratégicas de Rusia este mismo mes de junio, se han producido en medio de negociaciones simultáneas. No hay lugar a la diplomacia. La OTAN quiere mantener su posición de privilegio mundial, participando en todas estas acometidas, con inteligencia propia, sus satélites y sus ejércitos. Apuestan por un modelo planetario a su medida.

Si la OTAN concibió su identidad como un espacio territorial anticomunista, la caída del bloque soviético difuminó su naturaleza. Hoy, es obvio que los enemigos que marca, no están tan relacionados con la ideología sino con la hegemonía territorial y económica. Valores que están presentes en la historia de la humanidad desde tiempos pasados, sin que la evolución haya mejorado la tendencia de las elites. La construcción del enemigo, las acciones preventivas -términos modernos- son similares a las expansionistas del colonialismo o las campañas de ocupación de territorios. Saqueo de recursos y supremacía racial.

Por ello, aquel músculo popular que mostramos en la década de 1980, en particular alrededor del referéndum, no debería ser únicamente un poso histórico, sino también una experiencia que señale objetivos. Es evidente que en estos cuarenta años han sucedido infinidad de cambios, incluso estructurales. Que otras luchas entonces secundarias se han transformado en prioritarias. Igualdad de género, cambio climático, migración masiva, defensa de las minorías… Exigir la paz hoy, como entonces es, sorprendentemente, un acto revolucionario. Coreábamos, junto a Anje Duhalde, aquello de “Bakezalek gara. Bakea nahi dugu”. Su eco nos persigue. Y hoy, entrando en el segundo cuarto del siglo XXI, nuestros antagonistas continúan siendo los halcones de la OTAN y sus compinches bursátiles. El “No quiero” sigue de actualidad.

 

 

 

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sábado, 14 de junio de 2025

Egaña | Cambio Ciclo 6.0

Les traemos el más reciente texto de la pluma de nuestro amigo Iñaki Egaña, quien lo ha compartido en su perfil de Facebook y con el que nos invita a una profunda reflexión:


Cambio Ciclo 6.0

Iñaki Egaña

Hace unos días Bake Bidea y Artesanos por la Paz anunciaron el fin de su trayectoria, la conclusión de un ciclo, aunque reconocieron que aún queda un largo camino para lograr una paz “duradera y justa”. En el lenguaje político, estamos habituados a utilizar el recurso del cambio de ciclo, para confrontar sucesos inesperados, cisnes negros que rompen el hilo de los eventos habituales. La política se ha convertido en algo previsible y cuando llega un accidente, parece que todo salta por los aires. Con la burbuja inmobiliaria de las subprime de 2007-2008, por ejemplo, supusimos que el mercado hipotecario se corregiría, pero hoy, los indicadores nos señalan que estamos en otra que algún día estallará. Con la pandemia de la Covid, conjeturamos que la sanidad pública saldría reforzada y sin embargo, Osakidetza sigue dando muestras de todo lo contrario. Resultó también curioso que mientras sus defensores señalaban que la Transición fue el periodo que iba “de la dictadura a la democracia”, algunos dirigentes del PSOE alargaron su recorrido hasta el fin de ETA, en 2011. Es decir, nada menos que 35 años, un periodo demasiado largo para calificar una mutación. En todos estos ejemplos expuestos, unos y otros conformaron la expresión “cambio de ciclo”.

Quizás hubiera sido más adecuada la idea que lanzó hace ya más de una década el filósofo esloveno Slavoj Zizek, señalando que estos saltos son acontecimientos: “algo traumático, perturbador, que parece suceder de repente y que interrumpe el curso normal de las cosas”. La afirmación tendría también sus matices, porque en los tres ejemplos que he citado (Burbuja, Covid y fin de ETA”), los acontecimientos no surgieron de la nada, como sería el descubrimiento de una civilización alienígena milenaria y desarrollada bajo el subsuelo del bosque de Irati o las pampas argentinas. En todos ellos, y en otros tantos, las señales nos indicaban que el acontecimiento estaba por arribar.

Por eso, en muchas ocasiones me he preguntado si estos ciclos no eran muchísimo más largos de lo que siempre dictamos en nuestros trabajos. Quizás la longitud temporal sea una visión más oriental -me refiero a la descripción geográfica del planeta- pero con la supremacía racial, la soberbia Occidental y el apagón informativo a lo que nos llega del Este en lo relativo a cuestiones políticas y económicas, la información es más bien escasa. A pesar de que cerca del 60% de la humanidad habita en Asia. Gracias a la tecnología, sin embargo, cualquier curioso puede saltar el obstáculo. Y he de añadir que esa intromisión me ha permitido acceder al análisis de Wang Wen, profesor y decano del Instituto de estudios financieros de la Universidad Renmin de China, con el que me he sentido sorprendido y, quizás, es pronto para asimilarlo, dispuesto a apuntalar su reflexión. Llegué a Wang con una lectura previa que me dejó perplejo. El informe de 2024 sobre los aspectos más críticos (importantes) de la investigación científica mundial que realiza anualmente el Instituto de Política Estratégica de Australia. De 64 tecnologías identificadas como estratégicas, China lidera 57, EEUU 5 y Corea del Sur 2. Hace dos décadas, EEUU lideraba 60 de las 64 tecnologías, muchas de ellas también militares.

La tesis de Wang apunta a que esos cambios de ciclo son, según sus palabras, de siglos. Y que un cambio sin precedentes se está abriendo paso en el planeta, un vuelco total de relaciones, de escenarios y de liderazgos. Para justificarlo atrasa su análisis nada menos que 500 años. Me dirán que me guía cierta deformación profesional y los jóvenes aducirán que nos estamos adentrando en la época de los dinosaurios. Pero continúen con la propuesta y entenderán la lógica.

En el siglo XVI se produjo lo que llamamos la época de los descubrimientos, de las conquistas, lo que encumbró a Europa a convertirse en la civilización por antonomasia. El resto eran salvajes. Hoy, el declive de Europa y de todos sus valores saltan a la vista. El siglo XVII fue el del inicio de la tecnología que se iría inflando con la mecánica e industrialización, más tarde la electrificación, la informática y las redes, para alcanzar nuestros días con la Inteligencia Artificial, que barrerá todo lo anterior. El siglo XVIII fue el del inicio de los sistemas democráticos. Gran vocablo. Todos hablamos de democracia. Sin embargo, esos sistemas han entrado en una gran deflación, prostituidos de su significado original. El XIX fue el de las Academias y Universidades. En la actualidad, por el contrario, las universidades occidentales que enseñan economía no tienen ni repajolera idea de qué se cuece en el mercado, las de sociología ídem, las de ciencias políticas únicamente miran al pasado, etc. Y el siglo XX fue el del Sistema Internacional que se asentó en el llamado Atlántico Norte, hoy desplazado por el Pacifico Occidental (China, Vietnam, Indonesia, Corea, Japón y el despliegue de Siberia). Este deslizamiento se ha querido vender en nuestros medios como una guerra comercial, cuando en realidad se trata de un declive, el de nuestro escenario. Todos estos ciclos o siglos fueron liberando al ser humano de actividades físicas, en especial tras la mecanización. Y ahora, con la supremacía en progresión aritmética de la Inteligencia Artificial, lo que alcanzará será la liberación del cerebro.

En la transformación sin precedentes surgirán monstruos, -ya lo han hecho- se agravarán conflictos, y surgirán nuevos haciendo bueno el dicho de “morir matando”. ¿Qué papel nos tocará a la comunidad de Euskal Herria en este cambio civilizatorio sin precedentes? No soy vidente y desconfiaría de cualquiera que se proclamara como tal. Pero, sin duda, este declive de Occidente, a pesar de nuestra mochila, nos va a arrastrar incluso en nuestro acervo histórico, pegado al territorio global al que pertenecemos. Cambios tácticos, como hasta ahora, pero llega la hora de una nueva reformulación estratégica que tampoco me atrevo siquiera a atisbar.

 

 

 

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domingo, 1 de junio de 2025

Pelotaris Vascos Jugando como Vascos

No estarán jugando como españoles, tampoco estarán jugando como franceses.

Por primera vez, estarán jugando como vascos.

Y con ese hito, por fin habrá vascos compitiendo como vascos en un deporte inventado por los vascos.

Aquí lo que nos informa El Diario acerca del torneo internacional de Pelota Vasca que se desarrolla en Gernika:


Por fin los pelotaris vascos podrán elegir la verde, además de la roja o la azul

“El enfrentamiento deportivo entre Euskadi y España no vulnera regulación alguna, ni interna ni internacional, y no es sino reproducción de otros habituales entre representaciones de territorios y estados en variados deportes, y ahí están los ejemplos de las naciones británicas, o de Groenlandia e Islas Feroe respecto a Dinamarca, o de Hawai en relación a Estados Unidos, por citar algunos”

David Salinas-Armendariz

Llegó el momento. El torneo de cesta punta 'Liga de Naciones' que se celebra en Gernika del 1 al 6 de junio va a suponer la primera vez en la historia en la que una Selección Vasca de pelota participa de forma oficial en el ámbito internacional bajo el paragüas de la FIPV, principal organismo de este deporte en cuya creación en 1929 ya estuvieron los vascos. Un cambio legislativo lo ha propiciado, pero sobre todo la tenaz voluntad de los y las pelotaris, arropados por los pelotazales de los siete territorios de Euskal Herria, con el apoyo de las instituciones, de lo que ha sido buena prueba la presencia del lehendakari Pradales vistiendo la Verde como el primero de los vascos.

En el campeonato de Gernika estarán las selecciones de las federaciones que integran hoy la Internacional, entre ellas la federación española y también la vasca, que fue aceptada como miembro de pleno derecho el pasado 28 de diciembre. Es cierto que pesa sobre esa decisión asociativa (adoptada por dos tercios de su asamblea, incluidas las federaciones de Francia, Argentina, México o Venezuela) un recurso ante el TAS por parte de las federaciones española y (a su rebufo) cubana, posición, la del ente que hoy preside el navarro Javier Conde, que supone, de suyo, el incumplimiento de la ley española del deporte, que en su artículo 48.2 (el que abre el derecho de federaciones autonómicas a acceder a la representación internacional) obliga a la federación española concernida a aceptar y dar “apoyo conjunto” a la entrada de la autonómica tras el acuerdo con el CSD, que en este caso ya se produjo con carácter previo, como así mismo establece el precepto. 

La federación española no sólo ha incumplido la ley (sin que el CSD le haya conminado expresamente a acatarla, como debiera) sino que ha sacado un comunicado que roza el surrealismo. La española dice participar en Gernika en la competición organizada por la FIPV clasificatoria para los Mundiales del año próximo, pero no le reconoce carácter “oficial” porque dice no estar autorizada por ella misma y por el propio CSD. El desenfoque es tremendo. La federación española parece desconocer que las competiciones oficiales en el calendario de la FIPV las decide ésta, y no una administración pública o una federación concreta, siendo que aquí, además, la española se ha inscrito voluntariamente e incluso sometido al tribunal arbitral de la FIPV (circunstancias que han de tener consecuencias de cara al recurso pendiente). Recordamos que la no autorización de celebración en territorio estatal de una competición deportiva internacional sólo podría obedecer a razones de política exterior, o, pongamos, de salud u orden público, según establece nuestra legislación interna, en la que siempre prevalecerá lo dispuesto en la vigente ley del deporte, no existiendo en este caso prohibición alguna por parte de las autoridades administrativas.

Por otro lado, el enfrentamiento deportivo entre Euskadi y España no vulnera regulación alguna, ni interna ni internacional, y no es sino reproducción de otros habituales entre representaciones de territorios y estados en variados deportes, y ahí están los ejemplos de las naciones británicas, o de Groenlandia e Islas Feroe respecto a Dinamarca, o de Hawai en relación a Estados Unidos, por citar algunos. 

En Gernika se va a poner de manifiesto la posibilidad de que deportistas vascos puedan elegir libremente entre defender distintas camisetas, en esta ocasión las de los combinados de España, de Francia o de Euskadi. Una demostración de convivencia y de normalización, de concreción del derecho a la libre opción por parte de los deportistas, algo asumido en un mundo del deporte donde es posible vestir distintos colores por cuestión de origen y de establecimiento. Lo fundamental es que los pelotaris vascos (que dominan claramente la especialidad) podrán optar, por fin, por la camiseta verde de la Euskal Selekzioa, además de por la roja de España o la azul de Francia. Ese es el ejercicio de pluralidad que conlleva la oficialidad internacional, a la que aspiraban y aspiran mayoritariamente deportistas y sociedad vasca. Menos esencialismos, por tanto, y más normalidad. Y que gane el mejor en la cancha, sea el o la que sea. Porque si lo son pelotaris vascos defendiendo a España también lucirán la txapela.

Lo cierto es que el lunes día 2 de junio veremos saltar al frontón Jai-Alai de la villa foral a los primeros representantes de la Verde en un nuevo e ilusionante camino, tantos años después, hoy en la cesta punta, y en sucesivas citas en las demás modalidades de la pelota vasca, con la vista puesta en los Mundiales que se desarrollarán en 2026 en San Luis, Argentina. Que sirva para un gran impulso a este deporte, de la mano del Ongi Etorri, por fin, a la Euskal Pilota Selekzioa. 

 

 

 

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