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jueves, 20 de marzo de 2025

Otegi en Radio Euskadi

Desde Naiz traemos a ustedes el recuento de los conceptos expresados por Arnaldo Otegi en una entrevista reciente en Radio Euskadi.

Aquí lo tienen:


Otegi: «¿Alguien cree que el futuro de Europa pasa por reducir gasto social y fabricar armas?»

Arnaldo Otegi ha dejado claro en Radio Euskadi que «EH Bildu no va a apoyar la aceleración del gasto militar, en absoluto» y ha dejado varias consideraciones relevantes sobre su visión de Europa. También se ha referido a la cuestión energética o a la migratoria. Y es optimista sobre el estatus.

Ramon Sola

El secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha sido entrevistado este jueves en Radio Euskadi, donde ha sido interpelado por cuestiones de plena actualidad como la reforma fiscal en ciernes, la cuestión migratoria, el debate energético o la escalada militar en Europa.

Ha instado a abordar esta última cuestión con máximo rigor: «Nosotros nos opusimos desde el inicio a la invasión rusa a Ucrania, pero también dijimos desde el inicio que escalar desde términos militares solo nos iba a conducir al abismo. En Europa nos queremos rearmar, ¿para qué? ¿Para reactivar la economía produciendo armas? ¿Para defender qué proyecto europeo? ¿Contra quién? Rearmarse en Europa siempre ha tenido un mal desenlace. No vamos a apoyar la aceleración del gasto militar, en absoluto».

En Euskal Herria también están proliferando los llamamientos a aprovechar la coyuntura para aumentar la producción militar, primero desde Zedarriak, luego desde Lakua y esta semana desde patronales como SEA: «Es un error en términos estratégicos. Se están tomando decisiones muy a la ligera y en términos tácticos», ha considerado, ligando esta apuesta con la evidencia de que «tenemos un problema con el coche eléctrico porque China nos ha adelantado por delante y por detrás». Así las cosas, se ha preguntado: «¿Hay alguien al volante? Antes había reglas de austericidio ¿y ahora no hay problema en gastar todo? ¿De verdad alguien cree que el futuro de Europa pasa por reducir gasto social y fabricar armas?».

Preguntado sobre si hay contradicción entre esta postura y la mantenida por la izquierda abertzale en la era de la confrontación armada, Otegi no ha eludido la cuestión, aunque ha considerado «forzado» ese planteamiento: «Siempre hemos sido antimilitaristas. Euskal Herria dijo que no a la OTAN. Nadie tiene derecho a utilizar al pueblo vasco en estrategias de la OTAN, y no porque lo diga EH Bildu, sino porque lo dijo este pueblo. Lo que me resulta chocante es que algunos ahora apuesten por la utilización masiva de la violencia», ha contraatacado.

Fiscalidad y trabajo

En la entrevista ha aparecido también la cuestión de la reforma fiscal en ciernes. Otegi reivindica que se lleve a cabo una modificación sustancial y no retoques, pero cree que se está tergiversando la finalidad objetiva. «La pregunta es: ¿Cómo sostenemos unos servicios públicos con necesidades que van a aumentar en términos exponenciales en los próximos años si la política fiscal no recauda lo suficiente? Esta revisión fiscal no responde a esa pregunta».

EH Bildu se ha reunido esta semana con Confebask. Al respecto, el líder de EH Bildu ha destacado la «lógica aplastante» de la demanda de «un SMI propio para nuestro país. Confebask se ha negado a sentarse con los sindicatos, cosa que nos parece absolutamente criticable. Ni es adecuado ni educado. ¿Absentismo? Estamos dispuestos a hablar de ese tema también, pero hay que recordar que aquí las bajas las dan los médicos. Este debate no hay que cogerlo por las ramas. Somos una izquierda que plantea derechos y también obligaciones, podemos hacer este debate en profundidad».

Al hilo de ello, ha aludido a los cambios profundos que se están produciendo sobre la relación de las personas con el trabajo. «Yo he conocido una situación industrial en Elgoibar en que la gente entraba a trabajar y tenía un horizonte laboral asegurado para toda la vida, una casa para vivir... y ahora los jóvenes no se encuentran con eso. Probablemente, ello está haciendo que la gente entienda que el trabajo ha dejado de ser lo que fue para anteriores generaciones».

Migraciones y energía

Sobre la cuestión migratoria, el secretario general de EH Bildu ha afirmado que Euskal Herria también debería tener la competencia que se va a transferir a Catalunya. Y ha denunciado el «marco alimentado por la derecha y la ultraderecha» sobre los menores. «Estamos hablando de niños y niñas, que en general han sufrido situaciones muy duras. Ayudar a la gente más necesitada nos hace mejores personas. Pero es que además resulta que Confebask dijo que hacen falta miles de personas para trabajar, ¿eso no es ‘efecto llamada’?».

Si se produjera esa transferencia, EH Bildu apoyaría «una política migratoria propia», bien diferente a la actual. Ha recordado que muchos de esos migrantes que vienen desde África hacia Europa pasan por este país: «Necesitamos competencias para la gente que se va a quedar y para la que tiene que pasar por nuestro territorio».

Otra cuestión abordada en Radio Euskadi ha sido la energética, al hilo de la renuncia de tres concejales de EH Bildu en Arratzua-Ubarrundia ante la constatación de que no podían parar un proyecto de Solaria. Esta es la visión de Arnaldo Otegi: «Somos favorables al despliegue de renovables en el conjunto de nuestro país, primero porque somos soberanistas: creemos que es bueno tener la máxima soberanía energética posible, tenemos una vulnerabilidad evidente ahí, y eso se puede hacer generando energía o comprando energía».

«En segundo lugar, ese despliegue se tiene que hacer de forma ordenada y hay gente que no ha hecho su trabajo: el Gobierno Vasco. No podemos dejar ese despliegue en manos de los ayuntamientos, hay 140 proyectos en los tres territorios y todo el mundo sabe que la mayoría no se va a hacer, pero eso está generando desazón. De esos 140, 90 son en Araba –ha añadido–, y esto no puede ser un debate desordenado, no puede ser el Far West en que un montón de empresas vienen a hacer su negocio. El trabajo lo tiene que hacer el Gobierno Vasco, esto no puede trasladarse a los pueblos, que además no tienen capacidad para determinar ni modificar los proyectos», ha remarcado.

Nuevo estatus e interlocución de EH Bildu

En otro orden de cosas, a Arnaldo Otegi se le ha cuestionado por unas recientes declaraciones de Eneko Andueza, líder del PSE, aceptando de algún modo que «Euskadi es una nación» aunque «no va a tener un Estado». Para Otegi, esas palabras «suponen un avance en el PSE. El camino a recorrer para alcanzar un estatus pasaba en nuestro caso por el reconocimiento de que somos una nación, a partir de ahí podemos empezar a avanzar».

Ve ahora «un problema añadido con el cambio en el PNV, pero no esperamos que haya dificultades en lo avanzado. Y también espero que podamos alcanzar un acuerdo en Nafarroa Garaia. Hay posibilidad de dar un salto», ha aseverado, incidiendo en que hace falta mantener la discreción.

La entrevista ha comenzado con una mención a la reciente reunión de EH Bildu, con el propio Otegi al frente, con el embajador de China. Ha ampliado el foco:  «En el último mes hemos visto que a la primera persona que ha recibido en su despacho el presidente de Uruguay es a Gorka Elejabarrieta, que también estuvo con Pepe [Mujica] y Lucía [Topolansky], Mertxe Aizpurua ha estado Pedro Sánchez, hemos estado con Jonathan Powell, que es un gran amigo nuestro... No hay otra fuerza que tenga el nivel de relaciones políticas que tiene EH Bildu».

 

 

 

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domingo, 4 de junio de 2023

Egaña | El Espíritu de la Marmota

Nuestro amigo Iñaki Egaña recurre a ese proverbial y cinematográfico animalillo, la marmota, para describir el panorama político tras las elecciones municipales del pasado fin de semana en el estado español:


El espíritu de la marmota

Iñaki Egaña

Dicen que en el encabezamiento se encuentra la mitad del texto y que uno interesante es capaz de atraer al lector a las siguientes líneas. La verdad es que se me han ocurrido varios, tales como el Espíritu del 18 de julio, el de Kutxa, el Original, o quizás, el más acertado, el Espíritu del Arriaga. Todos ellos tienen una sencilla explicación, pero como los caminos que conducen a Roma, todos ellos, asimismo, enfilan hacia la quietud, la de la marmota. Por eso, lo he situado el primero.

Se han celebrado elecciones locales y al instante han sido adelantadas las estatales. Para un proyecto soberanista y de izquierdas, después de una campaña enfangada como deseaba Ayuso para su comunidad madrileña y finalmente los jeltzales trasladaron a Hego Euskal Herria, los resultados han sido excelentes. Siempre pueden mejorarse, como parte de un proceso, y hay que ser ambicioso. Para ello valentía, la que demandaba Jorge Danton, el revolucionario francés del siglo XVIII: “audacia, más audacia y siempre audacia”.

¿Por qué la marmota? Porque, a pesar del retroceso de las fuerzas históricamente institucionales, sus posiciones son las mismas que acuñaron hace ya varias décadas cuando el partido jeltzale se fracturó en dos, los autonomistas y los independentistas, los de antes el “alderdi” que el “aberri”, el partido que la patria. Ha llovido tanto desde entonces que se hace insólito comprobar el inmovilismo del PNV, echando balones fuera y justificando su evidente retroceso en factores externos: la pandemia, las empresas subarrendadas para su comunicación electoral, las protestas por convenios dignos (el “desgaste” lo veían venir con los acuerdos de su sucursal Adegi para el metal en Gipuzkoa). Así que una de las líneas correctoras es evidente: palo a las protestas (si logran previamente serenar a ese actor político de Policía Autónoma que han creado) e invisilibización de las mismas hasta la próxima consulta.

Podría tratarse también del Espíritu del 18 de julio, fecha que hace décadas fue aprovechada por los golpistas para instaurar una dictadura interminable. Llega la derecha española trumpista (antes unida en el PP y ahora duplicada en Vox, mismos perros con distintos collares) anunciando un vendaval. Tiene toda la pinta que Sánchez ha elegido precisamente el 18-23 de julio esperando una nueva contienda electoral en el barro, aguardando que los ultras se desboquen con el brazo en alto, las loas al fascismo y proclamarse él y su partido como la única salida antifascista a la marea europea.

Pero este argumento, que ya lo utilizaran los llamados socialistas, desde Felipe González, Alfonso Guerra, Danborenea y Barrionuevo hasta Pérez Rubalcaba y Marlaska, es una falacia. La crónica reciente demuestra cuán apegados estuvieron también al Espíritu del 18 de julio, por mucho que perdieran una guerra. Por cambio generacional, por temor a los ultras o por razón de Estado, el recorrido del PSOE ha dejado un reguero de estiércol que en otros escenarios bien podrían ser achacados a la derecha más recalcitrante. Sucede, además, que este PSOE timorato ha incumplido una y otra vez sus promesas electorales. Escorándose hacia posiciones donde la elección del votante es clara: ante la copia, mejor el original. La izquierda abertzale tiene en su ADN, por el contrario, una serie de ordenamientos antifascistas que han circulado de generación en generación.

Ese Espíritu del 18 de julio cuyo hedor ya nos atrapa, llega con un recorrido marcado. Recordar que, en la campaña para las locales, Ayuso voló a Bilbo para pedir lo que Abascal llevaba meses vociferando: la ilegalización de EHBildu. Recuerden, porque en política las casualidades son escasas, que no hace mucho la patronal vasca Confebask pedía la ilegalización de ELA y de LAB. Y que uno de estos días, el lehendakari Urkullu, marmota donde las haya, ha achacado el retroceso de su partido a la conflictividad laboral.

El mismo día en el que acudimos a las urnas, 28 de mayo, la joya madrileña de la corona del Grupo Vocento, al que el PNV dedica la mayoría de filtraciones, abría portada con un gran titular: “La ruina de ETA se logró con la ilegalización de Batasuna”. Imprimía el camino. Al día siguiente, su sucursal en Bilbo, la misma que había creado un escándalo con la página web de memoria reciente del Ayuntamiento de Galdakao que había dedicado dos líneas a las violaciones de derechos humanos en las cárceles, abría un nuevo canal de criminalizaciones, con la señalización de 15 expresos que habían sido elegidos democráticamente.

Alguien puede creer que los medios son objetivos. Quizás en algún lugar desconocido. En España los diarios están quebrados y su refinanciación corre a cargo de los bancos que modifican consejos de administración y marcan líneas editoriales. El poder del dinero o el dinero del poder, qué más da el orden, se ha unido para sellar los ritmos y el camino. Y el enemigo ha sido pautado: EHBildu.

Ya lo fue en el Espíritu de Kutxa, otro recurso, cuando Xabier Iturbe, en una jugada alegal, fue elegido en 2012 presidente de Kutxa frente a Antton Izagirre, representante de la izquierda abertzale. Entonces necesitó los votos de su partido más los del PSOE, PP y CCOO. Es el “Espíritu Original” que reclamó el PNV al PSOE hace un año.

Cierro con el Espíritu del Arriaga, asamblea del PNV en el teatro de Bilbao, donde lanzaron una de las consignas que le han caracterizado desde entonces, 1988, hasta ahora: “sentirnos cómodos en España”. Fueron los Ardanza, Imaz, Urkullu y Ortuzar los que agrandaron el lema. Lo hicieron con Aznar, lo repitieron con Rajoy, y lo van a volver a renovar en la constitución de los ayuntamientos y diputaciones, con pactos con esa derecha española que, no olvidemos, llega unida (PP+Vox). El trumpismo se ha asentado también en Hego Euskal Herria. La marmota del 18 de julio, la del espíritu Original (apoyo del PNV al PSE en pleno caso Zabalza), la del Arriaga, con raíces bancarias, planea sobre nuestras cabezas.

 

 

 

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sábado, 24 de diciembre de 2022

Egaña | Navidades Blancas

Nuestro amigo Iñaki Egaña tiene algo que decirnos con respecto a esta temporada.

Aquí su texto publicado en Facebook:


Navidades blancas

Iñaki Egaña

Cuando en la primavera de 1989, Luis Navajas, fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa, concluyó las diligencias “informativas” 1/89, saltaron las alarmas en los centros de poder más cercanos, entre ellos en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo. No era para menos, algunos de sus agentes más cualificados en la guerra contra ETA, tanto en la oficial como en la subterránea (GAL, ejecuciones extrajudiciales y torturas), quedaban marcados como capos del narcotráfico.

Como es sabido, después de un menguado recorrido, el informe desapareció de los juzgados y de las redacciones. Su precio en internet es elevado, aunque ya los interesados serán historiadores, porque la relevancia quedó tapada por el correr del tiempo. Navajas fue encumbrado a miembro del Tribunal Supremo y santas pascuas. Lo que no se ve no existe.

Exactamente un año antes a la confección/desaparición del conocido como Informe Navajas, una tonelada de cocaína era aprehendida por la Policía en Irun. Cuando llegó la hora de destruirla, meses más tarde, el juzgado correspondiente descubrió que habían desaparecido 150 kilos de la cocaína decomisada. En esta ocasión, las sospechas recayeron sobre el Cuerpo Nacional de Policía, responsable de la operación de captura. Hermanados por la pasta.

Dicen los expertos que el volumen de negocio que mueve la narcoeconomía es muy elevado y conforma buena parte de la innovación empresarial del capitalismo. A pesar de ser una actividad ilegal, sus resultados se suman, junto al valor añadido que genera la prostitución, al PIB anual. Y, en consecuencia, todos esos códigos comisionistas que conocemos en otras facetas políticas y económicas, tienen un registro similar. La línea de negocio en el subsuelo es muy sencilla: facilitadores, empresarios e intermediarios. También valedores y escudos, quienes dirigen nuestros destinos por vía electiva. Cada grupo se lleva su tajada.

Con las detenciones relacionadas con la mejora de la imagen deteriorada de Qatar para su mundial de futbol, el protocolo seguido es el de manual. El dinero es capaz de modificar ideologías, más aún cuando las mismas son un puñado de consignas destinadas a conformar personalidades vacías, y en esta ocasión ávidas de protagonismo popular y, sobre todo, económico.

En el origen, el poder de Doha, el empresario que vende gas y petróleo en un mundo competitivo. Ese planeta, además, que supuestamente ha puesto fecha de caducidad a los combustibles fósiles, en una supuesta, también, transición energética. La FIFA fue el facilitador, los agentes desplegados por uno y otro lugar, señalan que, desde Marruecos, pero seguro que también desde París, Madrid o Roma, los intermediarios. Y Eva Kaili, Francesco Giorgi, Atonio Panzeri y compañía, los valedores. Como escudo en este caso, el grupo socialista en el Parlamento europeo que llevaba meses oponiéndose a la investigación que finalmente ha revelado la punta del iceberg de un nuevo escándalo.
El hecho es que pillar cacho es tremendamente sencillo. Con toda la impunidad que puedan imaginar. En Bruselas, escenario de nuestra “democracia” compartida, hay más de 25.000 lobbies. Dos de ellos, trascendentales y con más poder que algunos de los estados que componen la Unión Europea: ERT (European Round Table of Industrialists) y BusinessEurope, la principal organización patronal del continente en la que por cierto participa Confebask, la misma que pidió la ilegalización de ELA y de LAB. ¿Para qué esos grupos de presión, si dicen que la democracia emana del pueblo y se expresa por sus diputados que sientan sus posaderas en el hemiciclo?

La corrupción es estructural. Con la Púnica, la cúpula del PP fue juzgada como organización criminal. Los cinco apartados de esa línea que tan nítidamente se observaban en Bruselas con el Qatargate, se repitieron. No hay nada de extraño. Si escarbáramos a boleo, encontraríamos siempre el mismo patrón. Evasión de impuestos a paraísos fiscales, billetes en bolsas de supermercado, emolumentos en propiedades, dietas estratosféricas, arquitectura financiera… ese es el mundo empresarial de la elite actual.

Y en la cercanía también tenemos ejemplos a mansalva. No hay trucos, ni malabarismos: Épsilon, Balenciaga, Hiriko, Alonsotegi, Bidegi, Hacienda Gipuzkoa, Miñano… todos se rigen por pautas similares. ¿Escudo? PSOE y PNV se oponen sistemáticamente a una fiscalía anticorrupción. Si saltan a la luz es porque los dos últimos apartados, los valedores o el escudo, no estuvieron a la altura de lo que los empresarios subterráneos esperaban. Ahí tienen el llamado “Caso de Miguel”. Como en las organizaciones criminales, el identificado como protagonista, “uno de los nuestros” que diría el ficcionado Tony Soprano, siguió cobrando de la Administración y ascendido estando imputado.
Esta semana se ha destapado el enésimo escándalo. Por el que pagarán unos pocos y se librarán otros tantos. Como aquel que huyó, en esta ocasión por deferencia judicial, un “M. Rajoy” que desconcertó a la Audiencia Nacional en los papeles de Bárcenas y aún sin identificar. En esta ocasión se trata de un nuevo informe como aquel de Navajas, en el que hay implicados decenas de agentes, policías y guardia civiles. También narcotráfico. Pero como la narcoeconomía está integrada en el PIB, hay que hablar de procesos empresariales. Desconcertante para un viejo escribidor como yo.

La cuestión es que un tal Hajli el Harraj ha sido detenido recientemente en Dubai. Cabeza de una organización sin descabezar. Dice la UCO de la Guardia Civil que numerosas operaciones antidroga han fracasado porque los objetivos eran avisados con antelación de las operaciones en marcha. Y que los delincuentes encriptaban sus comunicaciones con el sistema Encrochat, y que va a ser difícil identificarlos. Los liberales señalan que el mercado se autorregula. Así que no teman los usuarios. Como en Intxaurrondo, Irun antaño o estos días en Bruselas o Algeciras, las navidades seguirán siendo blancas.

 

 

 

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viernes, 28 de octubre de 2022

Egaña | Migraciones

Mucha atención a lo que plantea nuestro amigo Iñaki Egaña con este su texto, mismo que nos ha compartido en su página de Facebook:


Migraciones

Iñaki Egaña

La humanidad se encuentra en un cambio de paradigma, en una nueva encrucijada universal de la que no tenemos ni idea cómo saldremos. Somos 8.000 millones de hombres y mujeres en el planeta, una especie invasiva, el cambio climático anuncia el caos, las guerras por las fuentes energéticas se apilan y el capitalismo traspasa las puertas de una nueva fase cada vez más destructiva. Las migraciones se han disparado exponencialmente. No hay vuelta atrás. En 2020, según Naciones Unidas, 281 millones de personas vivían en un país distinto al que nacieron, el doble que en 1990, más del triple que en 1970.

Euskal Herria, es también destino de migrantes. Durante siglos, fuimos un país migrante, en tiempos en los que la pobreza extendida y el índice elevado de natalidad ejercían de señuelo para la salida. Seguimos las rutas del resto de europeos, primero colonizando y descuartizando pueblos originarios, y luego formando parte de las sociedades criollas, en sus estadios tan bien descritos por Marx. Bajo la tutela de Francia y de España.

Hoy, nos encontramos en una situación histórica inédita. Los registros de natalidad en nuestro territorio están, por diversas razones entre ellas la del auge del feminismo (la visibilización del 50% de la sociedad que hasta ahora estaba oculto), en los más bajos del planeta y el índice de calidad de vida es uno de los más altos de Europa, el mayor del Estado español. Cada año, nuestro consumo es el equivalente al de tres planetas. Para que la tierra no se vaya al carajo y equilibrar ese consumo desmesurado, en otras partes no llegan siquiera a un tercio de lo que les corresponde.

Nuestra esperanza de vida al nacer es la más alta de Europa. Gracias, entre otras cuestiones, a ese expolio sostenido que durante siglos hemos hecho, junto al resto del continente, de los que hoy enlatamos en las expresiones Tercer y Cuarto Mundo, los lugares donde la suya se derrumba y donde la pobreza atrapa a la mayoría de la población. Tenemos con ellos una deuda histórica estratosférica.

De aquella primera oleada de migración hacia nuestro país, la que convirtió a decenas de miles de jóvenes españoles en mineros en los montes de Triano, surgió, de la mano de Sabino Arana, el PNV. Había que preservar la “raza” vasca, el ecotipo que diríamos hoy en día. La segunda oleada llegó también de España, con motivo de la industrialización que convirtió a Bizkaia y Gipuzkoa en los territorios con un PIB exagerado en comparación con las provincias de la piel de toro. Entonces, sin una relación causa-efecto, surgió ETA. Y dejó su impronta en una reflexión que se ha prolongado hasta nuestros días, rompiendo el dilema migrantes/autóctonos: son vascos los que venden su fuerza de trabajo en Euskal Herria.

En 1981, un tercio de la población vasca del sur había nacido fuera de Euskal Herria (en el norte la migración, en este caso “pudiente” tiene que ver con otras cuestiones de clase también, y estuvo en el origen del nacimiento de Iparretarrak). No fue óbice, sin embargo, para conformar un corpus revolucionario y una experiencia organizativa y rupturista inédita en Europa. Así como de los tiempos de Arana reivindicamos también a Perezagua, de la Guerra del 58, nos han quedado centenares de mimbres. Txiki Paredes hace la síntesis de todos ellos.

Hoy, espoleados por falsedades difundidas por la derecha más extrema, se han vuelto a expandir mantras falsos y fakes. Que si nos quitan los puestos de trabajo, que si los salarios se reducen porque aceptan cualquier sueldo, que si son la base de la delincuencia. Mentiras asociadas a un concepto de propiedad, el del territorio, ligado a su vez al de clase. Crónicas rellenadas de típicos tópicos que inciden en la paja del ojo ajeno, y evitan citar la viga en el propio.

Las migraciones del siglo XXI no tienen que ver con las anteriores que recibió Euskal Herria. Hoy son movimientos de un planeta que se agota. Aunque hay un rasgo definitivamente unitario. Entre los que cruzan el Bidasoa, Río Grande, o saltan las vallas en Melilla o el muro de acero en el rio Evros, entre Grecia y Turquía, hay una cuestión histórica: la supervivencia. No morir de hambre. Y en un medio planetario suficiente para alimentar y repartir la riqueza, la humanidad se balancea, desde siempre a la búsqueda del confort alimentario y social. Así de simple.
Por eso me ofenden esos llamados a cerrar nuestras puertas, esas invocaciones a la pureza aranista, esas convocatorias a la defensa numantina de nuestra tradición, argumentos que durante décadas sirvieron para mantener a la mujer, ama de casa, en la cocina. Me ofenden sobremanera esas críticas a la falta de debate, cuando en realidad se debería decir a la falta de debate en las coordenadas que interesan a aquellos que dan más valor a un pasado nostálgico que al presente que nos arrolla. ¿Para cuándo ese debate sobre los migrantes parásitos, esos empresarios y buitres que llegaron a Euskal Herria para hacerse con nuestro patrimonio, con nuestras empresas, con los sillones de nuestros bancos e incluso con nuestra tierra?

Hemos sobrevivido en medio de conquistas, guerras y derrotas, gracias a la capacidad de integrar en nuestra comunidad al diferente. Y el diferente también nos ha contaminado. El euskara se mantiene modernizado, tras incorporar hace dos mil años, la mitad de su vocabulario del latín. Hoy, nuestro proyecto debe de convencer al que llega huyendo del hambre o de la guerra, y hacerle partícipe del mismo.
Porque no hay que olvidar, la migración tiene un gran componente de clase. Y por eso me siento más cerca de Ibrahima Balde, que compartió letras con Amets Arzallus, que de Josu Jon Imaz, de los trabajadores de Huerta de Peralta que de Isabel Busto, la presidente de Confebask. Quienes cuidan a nuestros mayores son migrantes, al igual que los que recogen las viñas de la Rioja alavesa, los arrantzales que salen a por el bonito, los que limpian nuestras carreteras… No hay otra que, nuevamente, reconvertir Euskal Herria.

 

 

 

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viernes, 11 de diciembre de 2020

La Pandemia de Confebask

Kaos en la Red ha publicado este análisis del panorama actual que se vive a nivel global debido a la pandemia del SARS CoV-2 y el encaje que Euskal Herria tiene en todo ello, tomando en cuenta que los destinos de pueblo vasco están regidos en estos momentos con partidos políticos alineados con los intereses del capitalismo.

Adelante con la lectura:


Recetas neoliberales para un paciente en coma

Un Gobierno vasco encargado de salvaguardar los intereses de los miembros de la banca o de Confebask

Iosu del Moral y Mikel Labiaga    | militantes de Antikapitalistak Euskal Herria

En la situación actual, con una sociedad convaleciente y prácticamente en coma debido al momento de crisis sanitaria, económica y social generalizada que sufrimos en prácticamente todos los puntos del planeta, es indispensable que los movimientos sociales comiencen a actuar lo más pronto posible y que articulen un relato sobre la devastación producida por la covid-19 y su efecto en los derechos colectivos. Mientras tanto, y sin que nadie por ahora se lo impida, las élites aprovechan la coyuntura preparando una batería de medidas que no hará si no apuntalar aún más si cabe sus privilegios. La crisis del capitalismo que, si bien ya era sistémica, con la pandemia no ha hecho sino agudizarse, con lo que los poderes ven peligrar su preeminencia, un estatus que por supuesto no están dispuestos a abandonar, al menos de manera voluntaria.

Un escenario que ahonda en la desigualdad ya de por sí existente y que dispara una deuda pública  donde, por si fuera poco, la mayor parte de sus partidas presupuestarias se dirigen a proteger al mundo de los privados desangrando una vez más a lo público, para que unos pocos se beneficien sin ni siquiera tener la esperanza de recibir de ellos algún tipo de reciprocidad en algún tiempo de bonanza económica venidera.

A nivel internacional se está haciendo difícil observar algún lugar donde se estén tratando de aplicar medidas acordes al momento de crisis que estamos viviendo. La mayoría de gobiernos en vez de girar el rumbo del timón hacia políticas que apuesten por una salida de la pandemia basada en lo común, en el principio de solidaridad, en definitiva, en el bienestar de las comunidades, vuelven a tejer un traje a medida de las oligarquías. Eso no quita que, aunque los gobiernos no muevan ficha en ese sentido, las calles estén comenzando a dar señales de hartazgo  en diferentes puntos del globo. Desde  el gigante Indio con un movimiento de masas de más de 250 millones de personas abarrotando las avenidas,  pasando por las revueltas en diversas regiones de Oriente Medio, hasta, como casi siempre, la gran esperanza de una parte de la izquierda revolucionaria, que está ampliando su realidad una vez más en muchas zonas de Latinoamérica. Favelas, villas y arrabales que a través de muy variados movimientos populares ejercen un contrapoder a la ideología dominante a lo largo del cono sur del continente americano. Brasil, Chile y Bolivia entre otros, son claros ejemplos de países en los que el pueblo está organizando su rabia y donde la gente le está plantando cara y está poniendo en duda el relato hegemónico.

Por otro lado, desde aquellos que alardean y ondean constantemente la bandera de ser el gobierno más progresista de la historia del Estado, al parecer no dudan en subirse también al carro de las recetas neoliberales en un acto de sumisión a los poderes financieros sin ningún tipo de rubor siquiera. Un gobierno que, valiéndose de un discurso maquillado y plagado de significantes vacíos, al bajarlo a la praxis, ni siquiera atisba alguna mísera reforma lejos de los grandes titulares generados por algunos de sus medios y voceros cómplices. Una ausencia total de medidas reales y efectivas que a la hora de la verdad no dejen a nadie atrás, impidiendo  entre otras cosas cuestiones tan básicas y primordiales desde una perspectiva social y humanitaria, como que miles de personas estén sin alternativa habitacional  con la única salida de acudir a la caridad, o al apoyo de sus familias, sin que el Estado dé respuesta a través de un paquete de políticas de excepción al respecto. ERTES que inexorablemente se verán abocados a convertirse en ERES dando pie a una multitud de despidos que la patronal vilmente aprovechará para ajustar mediante una merma de sus plantillas como fórmula de recuperación en su tasa de ganancia.

Unos presupuestos que, ya vengan de Europa o de las bambalinas del Estado donde los ejecutivos de Sánchez y Urkullu urden su negociación, en lugar de poner a las personas y su bienestar sanitario, económico y social en el centro de los mismos, prima su megalomanía en  proyectos como el Tren de Alta Velocidad,  con el único objetivo de contentar a las grandes empresas. Ni hablar de las habituales subidas camufladas en multitud de partidas y llenas de una opacidad presupuestaria indignante que se da en torno a inversiones en agencias de inteligencia y todo lo relativo al suministro militar. Ahora más que nunca, es exasperante asistir a los típicos presupuestos continuistas que mantienen a grandes rasgos la misma línea habitual que seguirá beneficiando a las oligarquías que sustentan el poder frente a la gran mayoría de personas. Un PSOE del que nadie desde la izquierda rupturista esperaba absolutamente nada, y un Podemos, que ya no es que trague sapos en forma de reformas sino que directamente engulle hipocresía política convirtiéndose en cómplice activo del régimen olvidando, en su particular amnesia voluntaria, a toda aquella gente que le ayudó a conquistar los cielos para lograr algo más que la gratuidad en el 902.

Algo que tampoco coge por sorpresa a nadie de la izquierda alternativa es la intención presupuestaria de la derecha vasca de manos del PNV, que todo apunta a que pronto presentará unos presupuestos acordes a su ideología neo-liberal, y que ya hemos podido intuir por donde irán los tiros en las mordidas de las partidas llegadas de Europa y del Estado, donde alrededor de la mitad de los dineros adjudicados se destinarán al TAV. Al igual que el resto de gobiernos europeos y sus homólogos capitalistas, el ejecutivo de Urkullu olvida que la prioridad  pasa por los sanitarios de esta parte de Euskal Herria, para los que el TAV no es precisamente lo que con mayor inmediatez necesitan. Decisiones que obstaculizan el reforzamiento de una plantilla de Osakidetza plagada de sanitarios exhaustos y con una atención primaria bajo mínimos, suplida  mediante la atención telefónica que por desgracia ya nos ha dado alguna dolorosa muestra de su ineficacia. Un Gobierno vasco encargado de salvaguardar los intereses de los miembros de la banca o de Confebask, manteniendo su ensoñación de oasis opulento donde, según ellos, no existe ni la precariedad ni la vulnerabilidad, a la que por el contrario, una parte de su ciudadanía se enfrenta diariamente a consecuencia de la brutal crisis que se está padeciendo.

Un PNV que en lo social saca pecho, recalcando constantemente el logro de la RGI, pero al que no le gusta recordar en demasía cómo en su origen se posicionaba diametralmente en contra de dicha medida social, siendo consejeros y miembros de EA, junto a la presión de los agentes sociales y sindicales, quienes fueran los verdaderos artífices de aquella propuesta. Incluso cuando algo es relativamente bueno parece que se utilice como parapeto para aquellos quienes consideran que hay que proseguir avanzando en lo social y en lo colectivo. Una artimaña que el PNV bien conoce y al que le encanta comparar algunas de sus medidas sociales con regiones del sur de la península sin querer entrar en un marco de discusión comparativo con otro tipo de lugares del centro y norte de Europa, donde posiblemente no saliera tan bien parado al cotejar las condiciones de sus funcionarios con los de un lugar significativamente tan cercano como Iparralde en Francia, o su sistema público de educación con el de Finlandia, por no hablar del número de camas UCI por habitante que encontramos en Alemania. De hecho, no habría que dejar de recordar al señor Ortúzar que la visión del mundo que tiene y las recetas que plantea su grupo en Europa van de la mano de las de Arrimadas y Ciudadanos, con quienes comparte grupo y proyecto político junto al resto de liberales en el parlamento europeo.

De ahí que el terreno de batalla para la izquierda rupturista vuelva a ser una vez más la calle, donde la gente reclame dignidad frente a aquellos que ningunean sistemáticamente las aspiraciones de una sociedad más justa y solidaria. Hoy más que nunca la clase trabajadora debe tomar conciencia de su situación y de su fuerza como colectivo para autoorganizarse y rebelarse presentando una estrategia de lucha conjunta que dé un giro radical a quienes desde su poltrona gestionan los impuestos de todos  en beneficio propio, exigiendo políticas que  trasciendan en pro del bien común. Unas calles que deberán volverse a llenar de rabia organizada e indignación que permita revertir una situación ya de por sí muy complicada. Será una labor primordial en los tiempos venideros tratar de articular un tejido amplio de movimientos sociales a todos los niveles, donde cada uno desde su realidad reclame una salida a esta crisis sanitaria y económica basada en las políticas sociales que den respuesta desde lo colectivo a una sociedad desasistida por los poderes y las élites que nos gobiernan.
 

 

 

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viernes, 2 de octubre de 2020

Egaña | Ermua

Implacable como acostumbra ser, Iñaki Egaña le saca los colores a las administraciones vascas al sur de la muga con este texto dado a conocer en su muro de Facebook:

Ermua

Iñaki Egaña

La gestión institucional de la pandemia en los cuatro territorios vascos peninsulares hace aguas. Tanto en educación como en sanidad, trabajadores y sindicatos han puesto el dedo en la llaga para denunciar que, a pesar de la situación excepcional, las medidas adoptadas son el reflejo de una política neoliberal cuyo objetivo principal sigue siendo ganar dinero en el menor tiempo posible. Incluso en estos complicados tiempos.

Entre tantos patrones, el paradigma de la gestión de la residencia de ancianos Abeletxe de Ermua me ha producido un enorme desasosiego, una empatía hacia una población estigmatizada hace ya más de un par de décadas por aquel Foro que, legítimamente, surgió a raíz de la muerte de Miguel Angel Blanco por ETA. Un Foro que mantuvo el nombre faro de Ermua y con el tiempo se convirtió en refugio de ultras como Rosa Diez o Iñaki Ezkerra y concluyó su andadura echándose los trastos entre ellos, por un minuto más o menos en las tertulias televisivas.

El municipio de Ermua fue marcado, asimismo, por la tragedia del vertedero de Zaldibar, el incendio que afectó a su barrio de San Lorenzo y, en esa resaca, por la chulería de su alcalde Juan Carlos Abascal (PSOE) que minimizo sus efectos, achacó a “gente que de manera intencionada está provocando miedo”, echó la culpa del derrumbe a EHBildu y bloqueó a todo aquel que no siguiera su relato. Otro negacionista más, de la cuadrilla de los que rechazaron en su día la explosión en el reactor de Chernóbil.

Ahora y desde hace un par de semanas, los familiares de los mayores confinados en Abeletxe, han denunciado la muerte de medio centenar de personas a causa del coronavirus. ¡50 personas fallecidas en seis meses! La mayor cifra de decesos en una residencia vasca.

Se me quebró la vista cuando descubrí diversas instantáneas de los familiares depositando claveles entre los 50 nombres de los fallecidos que, de manera sencilla, habían pegado en la pared del centro. Me recordaba a esas otras imágenes de los muertos del 11S, de los del 15M. Cuando identificamos a una víctima la recuperamos para la humanidad.

La lejanía aplaza el dolor. Pero Ermua no es Cincinnati. Ermua es veta de nuestro país. El sentimiento no puede ser sino compartido. Más aún en una época en la que ciertos sectores, económicos y sociales, infantilizan a los mayores, restan la trascendencia de su fallecimiento y hacen cuentas políticas en función de su nivel de consumo y su grado de gasto social.

La gestión de la residencia de Ermua corresponde a una empresa privada de nombre Vitalitas que tiene la llave de otras 20 en Bizkaia. Una empresa cuyos gestores tienen nombre y apellidos y pertenecen a familias relacionadas con el que llaman “régimen anterior” (los Gorostiza Ezquerra), pero también a esa pléyade de antiguos cargos del PNV que, tras hacer carrera institucional, se refugian en constructoras, empresas de servicios, y toda clase de negocios fáciles debido a su condición. Incluso para llegar a la cúpula de Confebask, como Eduardo Zubiaurre.

Hace 30 años, sólo el 9% de las residencias de mayores de la Comunidad Autónoma Vasca estaba en manos de la iniciativa privada. El resto eran de utilidad publica, directamente o a través de fundaciones. Hace apenas tres años, la propiedad había dado un vuelco espectacular. De los 370 centros de la CAV, 277 privados y 93 públicos. No es Cincinnati ni la Madrid de Isabel Díaz Ayuso. Es “Euskadi”.

Un buen porcentaje de estas 277 empresas se han unido en una red empresarial que tiene en la trastienda de sus consejos a ex cargos públicos del PNV que hoy han encontrado el negocio en la gestión privada de la vejez. Según Ahoztar Zelaieta, las residencias gestionadas hoy por empresas conectadas a ex cargos del PNV representan el 42% de la patronal de residencias en Bizkaia y el 37% en Gipuzkoa.

Sus nombres son del todo conocidos para quienes, aun en baja intensidad, seguimos la actualidad diaria. Cargos antiguos del PNV, hoy ligados a las residencias: Asier Atutxa (BBB), Nerea Ahedo (senadora), Iñigo Lasuen (alcalde de Otxandio), Eusebio Larrazabal (alcalde de Zeaunuri), Iñaki Josu Iribar (concejal en Elantxobe), Iñaki Isasi (alcalde de Arrigorriaga). Una interminable lista en la que se mezcla el negocio asistencial, con el de la construcción.

Josu Olazaran, ex secretario del EBB del PNV dirige la empresa de limpieza Garbialdi, expandida por España. Recordaran a las trabajadoras del Clínico San Carlos de Madrid denunciando la gestión de Garbialdi en su hospital. El facha Mayor Oreja, que acaba de firmar contra la eutanasia, ha hecho su carrera en Eulen, otra de las empresas que lleva la gestión de las residencias en la CAV. En el departamento de Salud, la comunicadora Usoa, no es otra sino la hija del belicoso Koldo Mediavilla.

El empresario jeltzale Juan Carlos del Campo Bizaurraga (Con V su segundo apellido en función del lugar donde inscribe su firma) preside GESCA, la Asociación Empresarial de Gestores de Centros Asistenciales. Ha sido consejero delegado de Vitalitas, la empresa que gestiona Abeletxe de Ermua, hasta el inicio de la pandemia, cuando se ha producido un terremoto de cambios y dimisiones en los consejos de las residencias, supongo que para evitar acciones penales.

Tanto ELA como LAB ya habían denunciado reiteradamente la degradación de los condiciones sanitarias y humanas en algunas de estas residencias privadas. Los familiares de Abeletxe habían protestado previamente por la calidad de la comida. ELA ha interpuesto 14 denuncias contra otras tantas residencias. Los jueces con la patronal.

La respuesta la conocen. Los mastines dispuestos a defender su territorio. Joseba Egibar con su paraguas amenazante frente a las trabajadoras de residencias en Donostia. Iñigo Urkullu enfrentándose a los trabajadores de Osakidetza a los que niega su derecho a la protesta y envía a sus puestos de trabajo. Por cierto, precarizados e infravalorados. Y Ortuzar, como siempre, frivolizando. En este caso con la muerte, la ajena.




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domingo, 24 de mayo de 2020

Cavernarios y el Coronavirus

Les compartimos este texto con el que se arroja luz sobre la actual situación en el estado español derivadas del estado de emergencia declarada por la pandemia del SARS CoV-2 y sus ramificaciones en Euskal Herria.

Ha sido publicado en Naiz, aquí lo tienen:


Jonathan Martínez | Investigador en comunicación

No sé quién adjudicó el apelativo de «caverna mediática» a ese conglomerado de canales fachunos y tertulias de brandy en copa de balón, purito Farias y butaca de orejas. Como en la alegoría de Platón, los hombres de las cavernas pasan los días encerrados en una gruta sin comprender ni media de lo que ocurre ahí fuera. El espíritu cavernario se forjó en tiempos de Aznar, cuando el ejecutivo del PP repartía licencias TDT entre sus amiguetes. Aquel compadreo dio lugar al llamado TDT Party y a todo un star system de agitadores ultras. Fue la era gloriosa de Intereconomía y “El gato al agua”, un conciliábulo de falangistas con gomina, puritanos de alzacuellos y requetés hasta el culo de cazalla. De aquellos polvos, estos voxes.

Da igual si prestas atención o no, si sintonizas sus canales o si te retiras a vivir a una cabaña en el Anboto. Porque los bramidos de la caverna se escuchan siempre de fondo, como una barahúnda de vecinos plastas que se quedan de cháchara hasta la madrugada. Existe la tentación de pensar que son marginales o anecdóticos. Que sus opiniones pertenecen al extrarradio del ecosistema periodístico. El problema es que la caspa reaccionaria se ha infiltrado en las grandes cadenas de televisión, en los exabruptos del debate político, en la cola de la panadería y en los memes que deposita tu cuñado en el grupo de WhatsApp de la familia.

La última estampida cavernaria se ha dejado oír con contundencia. Rebobinemos. El Gobierno de Sánchez busca apoyos parlamentarios para prorrogar el estado de alarma. Se celebran reuniones. PSOE, UP y EH Bildu firman un documento que los compromete a «derogar de manera íntegra la Reforma Laboral del año 2012 impulsada por el Partido Popular». Al pie del acuerdo, las firmas de Adriana Lastra, Pablo Echenique y Mertxe Aizpurua. Todo en orden. Pero tras unas horas de confusión, llega el apocalipsis. El gallinero derechista se encrespa, Calviño manda echar el freno y el PSOE trata de matizar lo inmatizable. Iglesias y Otegi coinciden en su sentencia: lo firmado compromete.

Todo esto sucede en plena primavera facha de procesiones rojigualdas y repique de cazuelas. No puedo quitarme de la cabeza las algaradas pijas del barrio madrileño de Salamanca. El tipo que exige por megafonía la dimisión de Sánchez desde un descapotable con chófer. Fascismo cuqui de club de campo y mayordomo. Esnobs de pícnic dominical en Cuelgamuros que apestan a Chanel y a Moët & Chandon. Existe una bonita conexión entre los barrios de Salamanca y Neguri que muestra de qué pasta está hecho el discurso de la patronal española. El getxotarra Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, ha anunciado que abandona el diálogo con La Moncloa después de su acuerdo con EH Bildu. Que la reforma laboral de Rajoy no se toca, vamos.

La caverna es un monstruo de siete cabezas que a veces se presenta con rostro de empresario y otras veces tiene la jeta de un viejo gurú pepero. Dice Aznar que Sánchez «ha pactado con los herederos de ETA el marco de relaciones laborales en España». «Los herederos de ETA», repite Cristina Cifuentes, que ha pasado de mangar cremas en el Eroski a sentar cátedra en el programa de Ana Rosa. La propia Quintana, que hace unos meses despreciaba la incidencia de la covid-19, hoy reprocha a Sánchez que pierda el tiempo con los derechos laborales porque la salud es lo primero. En una entrevista con Rafael Simancas, la presentadora pregunta para qué necesitan los votos de EH Bildu. Para garantizar la salud de la gente, responde Simancas. «Bildu tiene a sus espaldas muchas muertes de españoles», dice Quintana. Chupito.

Por sorprendente que parezca, el enredo de la reforma laboral ha indignado a algunos dirigentes vascos cuyas declaraciones resultan a menudo indistinguibles de las voces de la caverna. Esta última semana, Urkullu ha convocado elecciones al Parlamento de Gasteiz y el PNV ha recuperado el estribillo derechón del «todoesETA» a una velocidad de plusmarca mundial. El pretexto es que han aparecido en sus batzokis (con gran escándalo y condenas) las mismas pintadas que han aparecido en la herriko de Ronda (con gran silencio y sin condenas). Toda la caverna entretenida con unas manchas de pintura mientras la Audiencia Nacional embarga herrikos y las cárceles españolas viven episodios propios de Guantánamo.

En cualquier caso, el disgusto de los dirigentes jeltzales está siendo antológico. Dice Andoni Ortuzar que la confianza en Sánchez está en números rojos. Josu Erkoreka incluso se ha permitido hablar en nombre del Gobierno vasco para poner en duda a un PSE que forma parte de ese mismo Gobierno vasco. El Gobierno de Schrödinger. La lehendakari navarra, en cambio, ha defendido el acuerdo para la derogación de la reforma laboral. Ante las preguntas de los medios por el pacto con EH Bildu, María Chivite ha señalado que «si las medidas son buenas, lo son independientemente de con quién se firmen».

Llega la campaña electoral a Gipuzkoa, Araba y Bizkaia y por algún misterioso motivo desaparecen del debate público todos los puntos negros de la última legislatura. La trama corrupta del Caso De Miguel. El desastre de Zaldibar. La ocultación de datos de la covid-19. La alineación obscena de Urkullu con Confebask y su rechazo a paralizar las actividades no esenciales en plena escalada de contagios. Uno tiene la sospecha de que los portavoces de Lakua y Sabin Etxea van a pasarse los próximos meses hablando de violencia callejera y de ETA para no tener que hablar de lo que más los incomoda. Salud. Crisis económica. Derechos del trabajo.

Visto el cierre de filas alrededor de la doctrina laboral de Rajoy, toca salir a la calle para plantar cara a esos recortes que ya se están fraguando en los despachos. Nos llamarán irresponsables y violentos. Sentiremos el murmullo de fondo de la caverna. La vasca y la española. Será como escuchar de noche el camión de la basura. Como una monserga intempestiva de vecinos plastas que se quedan dando la lata hasta la madrugada.






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viernes, 3 de abril de 2020

Egaña | Pandemia y Ética Social

Desde su página de Facebook traemos a ustedes este texto de Iñaki Egaña dedicado al manejo que se ha hecho de la crisis generada por el SARS CoV-2.

Lean por favor:


Iñaki Egaña

La crisis sanitaria y económica provocada por la expansión de la Covid-19 ha propuesto un dilema: salvar a los más débiles o, por el contrario, mantener un confinamiento relativo, aún a sabiendas que ello provocará más muertes, por la prolongación de la pandemia, pero logrará mantener activo parte del sistema económico actual. Una especie de darwinismo social, la supervivencia de los más aptos frente a la desaparición de los torpes, en este caso aquellos con su sistema inmunológico más frágil o sin una sanidad que les arrope.

La segunda de las propuestas echa por tierra la sociedad de bienestar acumulada, aún con muchos recortes como se ha visto, durante décadas. La humanidad, incluso el sapiens desde tiempos remotos, ha sobrevivido gracias al espíritu solidario, comunitario. Para hacer frente a la adversidad, y también para construir sus sociedades. Sistemas como el feudalismo y sobre todo el capitalismo, asimismo en su fase neoliberal, han atacado y atacan la igualdad, la difusión de los derechos a toda la comunidad. Reivindican la barbarie, la hegemonía del más fuerte.

Estos últimos días, con el agravamiento de la pandemia, hemos asistido a una especie de alineamiento entre los defensores de una u otra opción al dilema planteado. Los que piden un receso social para evitar una tragedia descomunal, estampada sobre todo en las espaldas de los más débiles, que al día de hoy son las y los trabajadores precarizados en un porcentaje elevado, y los que piden mantener la actividad económica privada en los centros estratégicos para su supervivencia como clase.

En EEUU, el presidente Trump apostaba por esa línea. En Brasil, Bolsonaro se hacía eco de las multinacionales, en Alemania Merkel tiraba del carro empresarial para no cerrarlo, en Holanda Mark Rutte miraba su ombligo y en Italia los sectores más reaccionarios pedían enviar directamente al cementerio a los mayores para evitar un colapso excesivo.

En la cercanía, ha llamado la atención la pataleta de varios dirigentes del PNV frente al confinamiento de los sectores no esenciales decretado por el Gobierno de Madrid. Una opción que sus cabecillas ya habían descartado previamente, con unas maneras dialécticas sumamente agresivas e insultantes.

Esta coreografía de defensa numantina del sistema económico, de la opción darwinista, ha sido orquestada, a través de una melodía monocorde, con cuatro actores de primer nivel. Todos ellos jeltzales, en su sector ultra neoliberal. El núcleo duro. Koldo Mediavilla, responsable institucional, Andoni Ortuzar, secretario general del partido, Iñigo Urkullu, presidente del Gobierno y Eduardo Zubiaurre, secretario de la patronal vascongada. Un quinto quedaría por matizar ¿quién manda realmente en el ente televisivo ETB? Ninguno de ellos se ha desviado una coma del discurso: frente a la relevancia económica, lo sanitario es secundario.

Los insultos y ataques de Mediavilla a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, sus mentiras con respecto a lo sucedido con la industria en tiempos de la guerra civil (un sector del PNV desobedeció las órdenes republicanas y dejo la industria pesada en poder de Franco y de Hitler) y, sobre todo, aquel “yo ya estuve en la UVI” y que ahora vengan otros a compartir experiencia, debería ser suficiente para desacreditarlo políticamente de por vida.

La deriva de Urkullu no es nueva. Su oposición frontal a un desarme de ETA que no pasara por los cuarteles de la Ertzaintza o la Guardia Civil, fue una pequeña anécdota en comparación con su papel en su intermediación con Puigdemont en la crisis catalana, siguiendo entonces la línea interpretativa abierta por el CNI y Jorge Moragas. Su escapismo en el derrumbe del vertedero de Zaldibar y su cobardía frente a la supresión de la autonomía, marcan la talla política de un polichinela que es incapaz de articular un mínimo sentido comunitario vasco.

No compartí ni ideología, ni espacio político con ellos, pero otros lehendakaris como Juanjo Ibarretxe, Jean René Etchegaray o Juan Cruz Allí pusieron más empeño en la construcción de esta invertebrada Euskal Herria que el que se hace llamar “lehendakari de todos los vascos”.

Zubiaurre, el jeltzale que preside Confebask, la organización empresarial que maniobró en la sombra para ilegalizar a ELA y a LAB, se ha convertido en portavoz de su clase. Despreciando la salud y haciendo grande el lema de que en este mundo únicamente caben los más capacitados. Desde su beligerante discurso nos ha dado una clase magistral de la naturaleza criminal del sistema que defiende, el capitalismo.

En épocas de crisis, dicen, se hace complicado ocultar las intenciones y la naturaleza personal. En esas épocas, y esta es una de ellas de forma descomunal, las caretas se desplazan, los disfraces se desmoronan. Los colores se difuminan y las decisiones se angostan en el blanco y negro. La dirección informativa de ETB ha sido una de esas que no ha podido disimular su alineamiento político. Descarnadamente, como si se tratara del NODO franquista. Propaganda pura y dura. Un escándalo como en su tiempo lo fue el de Tele Madrid, cuya dirección llegó a ser denunciada por sus trabajadores.

En épocas de crisis “todos somos socialistas” escribía recientemente el filósofo esloveno Slavoj Zizek. Sustentaba semejante afirmación en que líderes como Trump hablaban de nacionalizar empresas privadas para superar el parón económico. Es cierto que la solidaridad se ha desparramado. En especial por esos sectores que hasta ahora no estaban siquiera visibilizados. Pero la realidad, machaconamente, nos demuestra que el inmovilismo, a pesar de la crisis, tiene gigantes defensores.

Defensores de un estatus que marcaba paso con una palabra que han repetido hasta la saciedad. Ética. Ética política, humana, social, económica. Y resulta que cuando la situación se ha complicado sobremanera, han huido rápidamente del vocablo. Han huido del apoyo a los más débiles, primera condición que nos hace humanos.






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martes, 31 de marzo de 2020

Hoguera de Pasiones en la CAV

Vaya, parece que el SARS CoV-2 ha terminado por causar un distanciamiento entre los jeltzales y los sociatas y su pacto de gobernabilidad para la CAV.

Miren lo que nos reporta Naiz:


Mientras las empresas se iban adaptando a las nuevas normas sobre la asistencia al trabajo, la patronal Confebask tuvo una durísima reacción, en términos incluso insultantes hacia el Gobierno de Sánchez, a quien el PNV le recordó que «está en minoría». El PSE, socio de los jeltzales, no dudó en contestar en tono crítico a la consejera Arantxa Tapia

Iñaki Iriondo

La jornada de ayer estuvo marcada por la adaptación de las empresas al nuevo decreto de actividades esenciales, para ver si seguían trabajando o debían parar, y por la durísima diatriba de la patronal Confebask, que no dudó en afirmar que el Gobierno de Pedro Sánchez «es un verdadero despropósito y todo un ejemplo de incompetencia y de incapacidad para hacer frente a esta situación».

Además se produjo otro hecho insólito. El PSE criticó a la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, por poner también en cuestión la paralización de las actividades no esenciales. El secretario general del PSE de Gipuzkoa, Eneko Andueza, declaró a Euskadi Irratia que «las decisiones no se han tomado con cálculos económicos, sino fundamentadas en las opiniones de los expertos». A lo que añadió que «no sé quién ha estado despistado, porque, visto lo ocurrido en otros sitios, lo más lógico era que llegara este momento. No sé dónde estaba Arantxa Tapia, o si pensaba que esto no iba a llegar a Euskadi».

Horas después, a través de las redes sociales, Eneko Andueza lanzaba otro mensaje: «Es imposible tener un tejido industrial fuerte si no hay salud para poder trabajar. Invitamos a Confebask a dejar los insultos a un lado y colaborar activamente con las instituciones para vencer al Covid-19».

Confebask: «Una amenaza»

La reacción de Confebask rompió ayer la habitual cautela que los empresarios suelen emplear cuando se refieren a un gobierno. Su presidente, Eduardo Zubiaurre, aseguró que el Ejecutivo de Pedro Sánchez «es un despropósito», una «amenaza» y «un ejemplo de incompetencia». Solo le faltó decir, como el candidato a lehendakari del PP, Carlos Iturgaiz, que «el ala dura, el ala comunista [del Gobierno], está pretendiendo un intervencionismo y una socialización de la economía».

Entrevistado en Radio Euskadi, Eduardo Zubiaurre se explayó a gusto. «Estamos –afirmó– en un estado de alarma, pero, además, el mundo económico y empresarial está sumido en un estado de caos, de enorme preocupación y de incertidumbre. Es algo que no nos merecemos en una situación tan grave como la que estamos viviendo. Desgraciadamente, contamos con un Gobierno central al frente que es un verdadero despropósito y todo un ejemplo de incompetencia y de incapacidad para hacer frente a esta situación».

Añadió que el Gobierno de Sánchez es «una enorme amenaza» porque, según la patronal, afronta los problemas «sin ninguna responsabilidad, sin ninguna competencia y con muy poca capacidad».

La reacción de Confebask contrasta con la de la Confederación de Empresarios de Navarra, que sin ocultar su gran preocupación por el «escenario de enormes dificultades» abierto y pedir «implementar acciones extraordinarias para mitigar el desmantelamiento», en ningún momento se lanzó por el tobogán de insultos por los que se deslizó Zubiaurre.

El PNV avisa a Sánchez

El PNV celebró ayer la reunión semanal de su dirección, al término de la cual fuentes del EBB trasmitieron a las agencias de noticias que «un Gobierno en minoría debe saber, por mucho estado de alarma que esté en vigor, que sigue en minoría, y debe tener muy presente por qué está dónde está y gracias a quién está dónde está».

El PNV asegura que su confianza en Pedro Sánchez está «resentida» después de haberse sentido «ignorado y desatendido» en momentos en que «el Gobierno español ha debido tomar decisiones trascendentes» en la crisis sanitaria, pero puntualiza que actuará «con seriedad y responsabilidad», sin «desestabilizar nada».

Réplica sindical

Frente a las quejas de la patronal, fueron los sindicatos los que han puesto el contrapunto a estas críticas. ELA consideró una «buena noticia» la decisión del Gobierno de Sánchez y acusó al de Urkullu de defender con su actitud «el interés patronal por encima de la salud de la ciudadanía». Asegura estar también preocupado por la recuperación económica, pero insiste en que ahora «es prioritario evitar el ‘coma sanitario’ (hoy ya una realidad), por delante de un hipotético ‘coma económico’».

Por su parte, la secretaria general de LAB, Garbiñe Aranburu, advirtió de que el sindicato «vigilará» la interpretación que haga la patronal del decreto que paraliza las actividades no esenciales, con el fin de que «no se abran resquicios a las excepciones».

El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, señaló que «todos» comparten la preocupación por la industria vasca, pero aseguró que ve «muy crispados» a Confebask cuando «decenas de miles de comerciantes y hosteleros» ya se han visto obligados a dejar de trabajar. Recordó que «aquí se ha mandado a casa a decenas de miles de comerciantes y hosteleros. Y parece que no forman parte de nuestro tejido económico».

Pese a todos los debates y tras la jornada de «moratoria» de ayer, a partir de hoy solo los empleados «esenciales» podrán salir de casa para trabajar.






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Cronopiando | Manda la Caballería

Koldo Campos nos comparte un Cronopiando más dedicado a la pandemia del SARS CoV-2 y su particular manejo por parte del régimen borbónico franquista:


Koldo Campos Sagaseta | Cronopiando

El canal 4 nos presenta el caso de una residencia psiquiátrica de Madrid gestionada por monjas que se niegan a dejar entrar a miembros de Protección Civil. Avisada la Policía de que algo extraño pasa, entran y se encuentran los cadáveres de dos monjas. Llevaban varios días muertas. Hay también una docena de residentes infectados y algunas monjas que tienen el virus. Por suerte (la locutora eleva el tono) “llegan miembros del Ejército por tierra y aire y logran controlar la situación”. Pasan imágenes de militares armados y de un helicóptero militar aterrizando (se ignora donde). 

Todos los días y en todos los canales vemos reportajes con militares levantando hospitales de campaña, desinfectando estaciones, trasladando cadáveres, patrullando las desiertas calles, dando partes de guerra por televisión haya o no haya novedad en el frente. Hasta el rey aparece al mando. 

Y me pregunto para qué carajo necesitamos bomberos que desinfecten, expertos que informen, municipales, transportistas, funerarias, médicos, enfermeras, biólogos… incluso monjas. ¿Para qué? 

Es más, que CONFEBASK reemplace a los trabajadores en sus industrias, factorías y altos hornos por militares que lleguen por tierra, mar y aire. 

Lo cantaba Evaristo con La Polla en su Séptimo de Michigan: “Va mal el negocio, manda la caballería”. 

(Preso politikoak aske)





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domingo, 29 de marzo de 2020

Coronavirus y «Agenda Vasca»

Y bien, seguimos con la cobertura de lo que acontece en Euskal Herria dentro del marco generado por la pandemia del SARS CoV-2 con esta editorial de Gara dedicada al anuncio por parte de Pedro Sánchez que suspende las actividades laborales no esenciales en un intento por detener la curva de contagio.

Lean:


La decisión del Gobierno español de paralizar por fin la actividad laboral no esencial, frenando así la curva de contagio del coronavirus y aliviando el colapso de los servicios sanitarios, es la decisión correcta. Eso sí, debía haberse tomado antes. En el caso de algunos responsables institucionales vascos, es una decisión que no debía de haberse entorpecido neciamente. Por sensata y por inevitable.

En el corto plazo, cerrar lo que se deba parar ahora va a ayudar a salvar vidas. Por eso lo han demandado esta misma semana cientos de profesionales de la sanidad pública vasca, porque era una medida eficiente. No hay por qué pedirles que sean héroes o heroínas, es mejor escucharles y atender sus demandas, justificadas y razonables. En el medio plazo, este decrecimiento parcial y temporal va a facilitar recuperar el pulso económico antes que si no se frenase la pandemia. No solo es sostenible, sino que es inteligente. Es económico.

Lo que no es inteligente es la obcecación del Gobierno de Iñigo Urkullu y de Confebask en evitar estas medidas. No es lógica en términos tácticos, porque era evidente que se iba a tener que asumir, y era mejor tomar la iniciativa y no quedar como un retrógrado impotente. Además, gran parte del tejido industrial vasco ya lo había decidido e implementado.

Las empresas y la sociedad vasca, por delante

Hay que recordar que los hosteleros de Gasteiz cerraron sus locales antes de que lo decretase ningún gobierno, siguiendo el sentido común, escuchando las recomendaciones de la OMS o el ejemplo de China, atendiendo a lo que veían sus ojos y escuchaban sus oídos sobre lo que luego Lakua denominaría el «clúster Txagorritxu». Hoy llevamos a portada una foto de la factoría de CAF en Beasain, del 17 de marzo, hace hoy doce días, en la que las naves aparecen cerradas a cal y canto. El otro buque insignia vasco en el sector de la movilidad, Irizar, hacía otro tanto el mismo día. Mientras Lakua y algunos empresarios decían que no se podía hacer, que no era viable, en muchas empresas ya se estaba haciendo.

En todo Euskal Herria, en estas y en otros ciento de empresas y negocios, cada cual buscaba su fórmula para limitar su actividad y reducir así las opciones de contagio. Dependiendo de la situación financiera, del modelo organizativo y empresarial, de los equilibrios de poder o de la representación de los trabajadores, cada una llegaba a acuerdos mejores o peores, pero con ese objetivo común. En otras empresas, como Mercedes-Benz en Gasteiz, eran los trabajadores los que lograban paralizar una producción que ponía en riesgo sus vidas. El tiempo confirmaría que la plantilla estaba en lo cierto: 14 contagios y 300 trabajadores en cuarentena. Ni una empresa ni un gobierno pueden desentenderse de esto.

Los consorcios patronales vascos hablan ante todo en nombre de la red clientelar de esta administración, no en nombre del tejido empresarial del país. Son de parte, y en gran medida, de partido. A lo largo de los tiempos, los cargos y los apellidos se permutan. Representan intereses, pero no los de la economía vasca, sino los de un entramado parasitario y rentista. Ese circuito es negativo para el tejido productivo vasco. No responde ni a sus necesidades ni a sus valores.

Evidentemente, el liderazgo social no se ha dado solo en las empresas y comercios. Para cuando Pedro Sánchez decretó el confinamiento, miles de familias vascas ya estaban encerradas en sus casas voluntariamente, adaptando su organización familiar y laboral a la demanda de solidaridad y entendiendo que separar a niños y niñas de las personas mayores era vital para la supervivencia de estas últimas. En todos los territorios vascos las familias, las empresas y la sociedad civil han reaccionado antes. La sociedad vasca es madura, critica, formada, solidaria, y en muchos ámbitos va por delante de sus estructuras tradicionales. Los decretos facilitan las decisiones que ya ha tomado la mayoría de esta sociedad, pero van por detrás. Como van por detrás los gobernantes, eso sí, algunos más que otros.

En este contexto, Urkullu está superado y su partido no carbura. Está retransmitiendo su nula influencia, no asumen ninguna responsabilidad, están desbordados y enfadados. Claro que hay que apuntar la cadena de errores que ha cometido el PNV, pero sin obcecarse en el reproche. Toca mirar hacia adelante y por elevación. No es tiempo de pequeñeces. Es tiempo de pensamiento estratégico, interlocución y liderazgo compartido. Tras está crisis va a haber que reconstruir y reinventar el país. La sociedad vasca se está preparando para esa labor.






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sábado, 28 de marzo de 2020

Madrid Ordena Detener Actividades

Durante días Urkullu y sus secuaces desoyeron a quienes aconsejaban detener todo tipo de actividad laboral no esencial para así reducir el riesgo de contagio del SARS CoV-2, pero Urkullu apostó por mantener contentos a sus patrones de Confebask.

Pues bien, ahora, en el paroxismo del ridículo, la orden le llega desde la metrópoli.

Aquí lo que reporta Naiz:


El presidente español, Pedro Sánchez, ha anunciado esta tarde el parón de la actividad laboral no esencial durante las dos próximas semanas a fin de frenar el coronavirus. Los trabajadores tendrán su salario en ese tiempo y deberán recuperar las horas después.

Ramón Sola

El presidente español ha anunciado que todos los trabajadores de actividades no esenciales deberán quedarse en casa las próximas dos semanas, «como hacen el fin de semana», con «un permiso retribuido recuperable».

«No tendrán que desplazarse a sus centros de trabajo desde el 30 de marzo al 9 de abril», ha remarcado. En ese tiempo recibirán su salario y luego tendrán que recuperar las horas perdidas de modo espaciado en el tiempo, según ha indicado.

Ante las preguntas sobre lo que se considera «actividad esencial», Pedro Sánchez ha resumido que «la idea es que un trabajador que trabaja en una obra, a partir del 30 de marzo no lo hará y podrá tener ese permiso retribuido. En cambio, un enfermero sí lo hará».

El decreto que establecerá ese pago de permiso retribuido, por decirlo de algún modo con una prestación laboral diferida en el tiempo, se aprobará este domingo por el Consejo de Ministros.

El objetivo de esta medida, recomendada por los expertos según ha indicado, es reducir los niveles de movilidad hasta las cotas del fin de semana, con el fin de evitar contagios en la fase más potente de esta fase de la epidemia.

Frente a una paralización industrial más larga, el Gobierno español cree que puede bastar con este parón de dos semanas que engancharía con el de las vacaciones de Semana Santa, con lo que en la práctica podría suponer unos días más de baja actividad. Eso en el caso de que esta decisión no sea prorrogada.

Sánchez ha comenzado admitiendo los «abrumadores partes de fallecimiento» y subrayando que esta pandemia es la mayor amenaza mundial desde la gripe de 1918.

Acto seguido, ha apelado a la Unión Europea, tras filtrarse las desavenencias entre los socios en la cumbre del jueves. «Es el momento de mayor dificultad desde su creación y tiene que estar a la altura, no puede defraudar, no puede fallar, no debe fallar. Necesitamos pruebas, contundencia y solidaridad», ha dicho el presidente español. Ha reivindicado ayuda económica y promover «primero la resistencia y luego la recuperación» ante esta «catástrofe», «movilizando una gran cantidad de recursos, un nuevo Plan Marshall».

«Es el momento de intensificar la lucha», ha anunciado después tras indicar que el virus golpea estos días «de forma despiadada». Y es ahí donde ha enunciado esta medida, contra la que se habían posicionado con claridad tanto las patronales como el Gobierno de Lakua y en concreto el PNV, como ha reflejado esta mañana su dirigente Koldo Mediavilla.

Pedro Sánchez ha añadido que su decisión ya había sido comunicado antes de la comparecencia a los agentes económicos.






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lunes, 16 de marzo de 2020

Coronavirus y Legitimidad

Desde La Haine y ante la amenaza del SARS CoV-2 traemos a ustedes este texto que le pone los puntos a unas muy necesarias íes.

Lean pof favor:


Borroka Garaia   

Aunque no lo parezca, Urkullu es un tipo jovial y risueño. El problema es que los discursos que ofrece aburren a su propia cara. De ahí su aspecto de androide recien sacado de alguna lonja clandestina de robótica de Confebask. No obstante, ya cansado de su vida gris, aquel día se propuso dar un golpe de efecto. Se puso el disfraz de Napoleón, se ajustó en la cabeza el gorro de papel de aluminio, se subió a la tarima, y bramó a los cielos y a los micrófonos: “Yo tengo el poder, soy el Rey de este Oasis”. Declaró la alarma y se fue por donde vino satisfecho consigo mismo sin declarar nada más, lo cual dejó la duda si la alarma debía encenderse debido a sus delirios de grandeza o a su egocentrismo.

Claro que en la competición tan concurrida en la clase política de chulos baratos, ocurre como en el mar, que el pez grande se come al pequeño, y los responsables políticos de la burguesía vasca aunque nos quieran hacer creer que repican las campanas mientras van en la procesión, hace décadas que tomaron la opción de ser un apéndice de la oligarquía española, y no les ha ido nada mal a sus bolsillos precisamente por ello, por más que discutan de vez en cuando sin levantar mucho la voz las tajadas a repartir para su banquete.

Y ahora, el gobierno español de salvapatrias ajenas, que precisamente tiene la bendición de gran parte de la derecha y socialdemocracia vasca como bloque psicofante del autogobierno inexistente y de ajuste a la legalidad, declara el estado de sitio para la clase trabajadora y la libertad de movimiento del mercado y la patronal, por donde además deberá apelotonarse (y contagiarse) la clase trabajadora. Y a poder ser todo ello con toneladas de españolismo sobre sus cabezas, despidos, recortes y represión cuando se tercie.

Lo cierto es que el poder en el estado español nunca ha dejado de estar centralizado, y esa centralización no es cosa simplemente de los gobiernos centrales, sino del capitalismo global y particular español que es el factor principal de ajuste, siendo los entes autonómicos en realidad no un factor de descentralización sino al contrario, el agarre legal de la dominación, el filtro burocrático mediante el cual el poder político español se relegitima y propaga a diario. Algo que en determinados casos puede llegar a ser totalmente prescindible.

Frente a todo ello, el pueblo trabajador vasco tiene dos opciones. Remar a favor de la modernización de la dominación burguesa española o francesa exigiendo políticas públicas o cualquier otro elemento disperso que siga justificando el orden social y político imperante difuminando el aplastamiento de clase y la dictadura de la burguesía. Y aunque no se diga explícitamente, aceptar la estructura del estado español burgués, la necesidad de empresarios decentes y de la libre empresa vigilada por el estado, del trabajo asalariado, y en general de toda la dominación de clase, eso sí, vigilada inútilmente a lo sumo por socialdemócratas desde las instituciones burguesas. O mandar a la basura estatutos, estatus y demás zarandajas como amejoramientos, conciertos y cupos todos ellos reliquias decimonónicas de guerras pérdidas, no la expresión de autogobierno ni mucho menos de libertad nacional, y hacer lo que por derecho corresponde al pueblo trabajador vasco que no es ninguna otra cosa que tomar las riendas totales de su presente y futuro sin ninguna dependencia ni al estado español o francés, ni a la UE, ni a la OTAN, ni tampoco a la burguesía vasca coparticipe de todo lo anterior, y crear la estructura política independiente tanto de poderes políticos ajenos como de una clase parasitaria ajena o “autóctona”.

Nunca han sido solo los clásicos “poderes fácticos”. El capital mediante el monopolio de la sanidad, pública o privada, nos hace más dependientes y nos controla. La medicina es utilizada como un instrumento mas de control social al igual que la policía, la religión, los medios de comunicación para perpetuar el poder. Y no cabe otra opción que la clase trabajadora se haga con “la sanidad” como con todo lo demás, y eso requiere una estructura política cualitativamente muy diferente y un poder político que deje de estar en manos del capital. Una Euskal Herria independiente y socialista no es un mero proyecto político. Sino la única tabla de salvación. Y ante todo lo que nos va a venir por delante hagamos de Euskal Herria un punto de enganche de todas nuestras rebeliones y para todas las rebeliones del mundo.






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