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sábado, 19 de julio de 2025

Egaña | Identificando el Campo de Batalla

Desde su perfil de Facebook traemos a ustedes este texto que pensamos, ayudará en el análisis de la coyuntura que nos ha tocado vivir en los albores del Siglo XXI:


Identificando el campo de batalla

Iñaki Egaña

La guerra es la continuidad de la política por otros medios. Un clásico que nos lleva a una conclusión también común: todo es política. Ya Platón, Aristóteles, Locke, incluso Maquiavelo, definieron la política, o su filosofía, desde un punto de vista que hoy marcaríamos con el apellido “occidental”, quizás por nuestra petulancia, con mayúscula. Y en estos tiempos de acontecimientos, asimismo con mayúscula, en los que el (des)orden mundial forjado tras la finalización de la Segunda Guerra mundial ha saltado por los aires, las incertidumbres y la apertura de un insólito tempo político, abren nuevas lecturas de inteligencia estratégica.

Sucede, sin embargo, que los actores que dieron cuerpo al orden mundial, mantienen su naturaleza surgida en tiempos de la colonización occidental del planeta, abandonando organismos como la OMS (Organización Mundial de la Salud), CDHNU (Derechos Humanos), Acuerdo de París de 2016 (control de emisiones) y amenazando con hacerlo del FMI, Banco Mundial y la OMC. Ese Occidente, sin señalarlo explícitamente, ya han destruido las convecciones de Ginebra y las múltiples disposiciones del Derecho Internacional Humanitario en diversos escenarios (el genocidio de Gaza el más visual), con el liderazgo de EEUU-Israel y la Unión Europea, en particular Berlín, Londres y París. Un proyecto para mantener un mundo unipolar, a través de los viejos argumentos de la colonización -despojo económico, conquista militar, extracción de recursos y categorización humana- y hacer buena la lectura que hizo Fukuyama, a la conclusión de la Guerra Fría, del fin de la historia. Dejar todo como estaba, con Occidente gestionando el planeta a su antojo. La victoria final del (neo)liberalismo.

Esta visión excluyente, que descalifica al conjunto de la humanidad, ha tenido un componente que en estos últimos años ha destacado notablemente. La naturaleza engreída de Occidente ha llevado a infravalorar no sólo los valores del resto del planeta, sino que, en esa línea arrogante, ha convertido su modelo de “democracia” en argumento para justificar sus ofensivas militares y económicas, minimizando también la posibilidad de que afuera de ese marco, pudieran surgir y desarrollarse otras comunidades exitosas, o al menos estables. Esta infravaloración -continuando con los análisis de inteligencia de las últimas décadas- ha sido especialmente notoria en la llamada “Guerra de los 12 días de Irán”, donde Occidente supuso lo habitual. Que un bombardeo masivo de diversos enclaves estratégicos de Teherán y otras ciudades, más la eliminación de sus responsables, llevaría al colapso de la república islámica, el levantamiento de su pueblo y la vuelta de Reza Pahlavi para instaurar la “democracia”. A pesar de los daños evidentes, el apoyo popular al régimen y la réplica iraní sobre Israel, con la destrucción de sus bases estratégicas, sorprendió aparentemente al consorcio militar que decretó una férrea censura y exigió una tregua inmediata. El colapso cambiaba de trinchera. Similar situación se había repetido en Ucrania desde el golpe de Estado de 2014 y la apertura de una guerra aún abierta. Cuando en 2022 Kiev y Moscú llegaron a un acuerdo en Estambul para frenar el conflicto, la OTAN decidió torpedearlo. Ejecutó al negociador ucraniano y abrió sus bases a una guerra clásica: vencedores y vencidos. El reciente enfrentamiento entre Pakistán e India, saldado en unos pocos días tras la supremacía de los aviones J-10C chinos utilizados por Karachi frente a los Rafale franceses de Delhi, parte, asimismo, de una misma lectura. Occidente tiene los mimbres tecnológicos y militares para dominar el planeta. El resto de la humanidad sigue en las cavernas y su civilización es irrelevante.

Semejantes interpretaciones políticas parten precisamente de esa leyenda común y extendida de un planeta en el que económica, científica e intelectualmente, la única civilización capaz de sobrevivir con códigos propios es la occidental. Esa infravaloración irrumpe de una visión parcial del campo de batalla. Una percepción de que la supremacía se consigue exclusivamente en los terrenos bélicos y mercantiles, históricamente occidentalista. Como si las cohesiones comunitarias, las diversificaciones, el desarrollo económico autónomo y la solidaridad política entre diferentes tuvieran cabida en un mundo dominado por Wall Street, la City londinense o el departamento de Defensa de EEUU. Por ello, los No Alineados en su época, los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái y otros han sido secundarios, hasta convertirse hoy en enemigos abiertos.

Esa misma lectura, en nuestro diminuto espacio territorial (somos el 0.038% de la población mundial), la hemos vivido bien de cerca. Es evidente que los aspectos económicos y militares son la base de la victoria, pero no todos. Tras la guerra de 1936 nos dieron por muertos políticamente y cuando una nueva generación levantó el país, las detenciones de finales de 1960 llegaron a que los estrategas del régimen calificaran aquella primavera vasca como un gripe pasajera. Así lo han hecho durante décadas, tras “descabezar” una y otra vez a unos y otros. Hoy, los análisis han cambiado de signo. En 2005, cuando ETA y el Gobierno español se sentaron a negociar en Suiza y Noruega, en una de las reuniones, los delegados de cada parte se echaron los trastos a la cabeza, acusándose de numerosas acciones. Hasta que el hispano cortó los reproches mutuos con una idea que, más o menos resumida, venía a decir: “No os enteráis de que el Estado, cuando vea peligrar su posición o naturaleza, ejecutará todas las herramientas a su alcance. Todas”.

Una idea universal que se puede trasladar a la situación planetaria actual. La idea de un mundo bi-tri polar, multipolar, es contraria a la esencia de Occidente, al igual que la diplomacia sobre una base negociadora. Por eso es importante identificar los campos de batalla, rehuir las debilidades e incidir en las fortalezas y la cohesión. No todo se dirime en Waterloo o Verdún.

 

 

 

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domingo, 1 de septiembre de 2024

Castillo | Colonialismo, Neocolonialismo y Multipolaridad

Desde el portal de Rebelión traemos a ustedes este interesante texto del cual recomendamos ampliamente su lectura.

Adelante:


Colonialismo, neocolonialismo y multipolaridad

Vladimir Castillo Soto

En el capítulo XXIV del primer tomo de El Capital, crítica de la economía política Carlos Marx estudia el proceso de la acumulación originaria del capital: en él expone buena parte de los métodos de rapiña y expoliación aplicados por el naciente capitalismo occidental. Es un libro que es necesario releer frecuentemente para tener presente cómo hemos llegado a la situación actual. La violencia europea se expandió e impuso por todo el mundo. Matanzas, robos, violaciones, esclavización de millones de seres humanos y abusos de todo género se acometen con la vil excusa de evangelizar y civilizar. Los europeos occidentales se convirtieron en la peor plaga para el género humano, que con la colonización arrasó, expolió y se apropió de continentes enteros, América, África, buena parte de Asia y Oceanía fueron sus presas. En estos quinientos años el capitalismo evoluciona y durante el siglo XX se convierte en el brutal imperialismo corporativo financiero, neocolonialista, que con su supremacismo y neoliberalismo pretende seguir asesinando, explotando y robando a buena parte del planeta.

Después de arduas y prolongadas luchas, algunas de ellas muy sangrientas, la mayoría de los pueblos del Sur lograron su “independencia” política, y quedó gran parte de ellos en terribles condiciones económicas de dependencia y de explotación de sus riquezas por parte de colonos y empresas de las metrópolis. India, Vietnam, Argelia, Angola, Sudáfrica, Indonesia y decenas de otras excolonias son ejemplo de ello en el siglo XX. Ya en el siglo XIX la América hispana con Haití a la cabeza habían dado la lucha por su independencia del yugo español y francés respectivamente. Aunque dieron sus luchas en períodos históricos muy diferentes, con características muy distintas, la mayoría de los países que fueron colonia están necesitando, con urgencia, una segunda y, ojalá, definitiva independencia, sobre todo en lo cultural, lo económico y lo político, que es lo único que puede asegurarle a sus pueblos una soberanía real y un desarrollo social y económico armonioso y sostenible.

En el planeta aún quedan más de 60 territorios que son colonias de hecho y de derecho, como por ejemplo, Puerto Rico, Guyana Francesa, Guadalupe, Martinica, Nueva Caledonia, Polinesia Francesa, Islas Malvinas, Islas Caimán, Aruba, Curazao, Bonaire, Guam, Córcega, Islas Canarias, Groenlandia, Euskal Herría, Galicia, Cataluña, Escocia y muchos otros. Las Naciones Unidas tiene el deber de colaborar con las poblaciones autóctonas de estos territorios a reencontrar la soberanía plena y su derecho a la autodeterminación, además a ser compensados de manera adecuada por la opresión y el expolio sufrido durante siglos.

Lamentablemente, en grandes territorios como Australia, Nueva Zelanda, Canadá y los Estados Unidos de América sus habitantes fueron prácticamente exterminados y reducidos a reservas y otros tipos de segregación que permitió la apropiación absoluta de sus tierras por los racistas invasores anglosajones.

Durante el proceso de decolonización en muchas excolonias el poder que se transfirió fue el político, en muchos casos tutelado, y quedó buena parte de las riquezas naturales bajo el control de empresas coloniales y/o transnacionales. Hubo una planificación del uso y explotación de las excolonias por parte de las metrópolis que se basó en la mayor apropiación posible de los recursos naturales incluida la mano de obra semiesclavizada o muy barata. El objetivo era la máxima explotación económica posible en base a un extractivismo rapaz, crudo y puro de materias primas. El neocolonialismo aseguraba una relación de dependencia casi absoluta de sus antiguos amos y en algunos casos se llegó a entregar el manejo de su política monetaria y financiera a ministerios y bancos de las metrópolis coloniales y a supeditar su política exterior y otras decisiones de importancia a organizaciones como la Commonwealth británica y su equivalente francés.

También, hay que mencionarlo, muchas excolonias buscaron sus propios caminos, se enfrentaron a los poderes fácticos de los imperios y sufrieron toda clase de sabotajes, bloqueos y humillaciones. Hubo líderes importantes como Nasser, Sukarno, Nehru y otros que organizaron la Conferencia de Bandung y más tarde la Organización de Países No Alineados, que lograron agrupar parte de los países del Sur y luchar por los intereses de los mismos. Sin embargo, podemos decir que no se logró erradicar el colonialismo, simplemente evolucionó a nuevos formatos, tan o más opresivos y explotadores que los anteriores, encubiertos algunos y muchos otros abiertos y explícitos. La deuda moral y económica de Occidente con el Sur Global, por los procesos coloniales y neocoloniales es gigantesca y sigue pendiente de ser cancelada.

El neocolonialismo se expresa de múltiples maneras, entre ellas, en el uso del dólar como moneda única de intercambio comercial, tratados de libre comercio injustos para los países del Sur, la imposición de perversos mecanismos de endeudamiento y de políticas neoliberales de privatización y antisociales aplicadas por organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y los Bancos de Desarrollo, que se complementan perfectamente con la Corte Penal Internacional, la Organización Mundial del Comercio, la hegemonía cuasi absoluta en la industria cultural y la cartelización de los medios de comunicación e información y las redes sociales, el modelo de democracia dirigida desde el Norte al servicio de sus corporaciones, su aristocracia y su plutocracia, las estructuras de las Naciones Unidas que están al servicio de Occidente, es decir, todo un sistema basado en sus reglas, las cuales son violadas cada vez que los intereses occidentales así lo requieren. En otras palabras, el neocolonialismo es una de las “patas” más necesaria del mundo unipolar que Occidente pretende mantener vigente y que hay que destruir, hasta sus cimientos lo antes posible, si queremos sacar para siempre a nuestros pueblos de la pobreza y garantizarles un futuro digno, soberano y en paz.

Algunos países e incluso regiones enteras del planeta, como el caso de África, están planteando desde hace mucho tiempo que los explotadores y saqueadores paguen reparaciones y pidan disculpas por los daños morales, económicos, culturales, éticos, ecológicos, sociales, religiosos y otros que los imperios coloniales y sus descendientes infligieron a centenares de pueblos y naciones que sufrieron los efectos y consecuencias del colonialismo, la esclavización e incluso el genocidio de sus poblaciones.

Este tipo de iniciativas son muy válidas, las valoraciones de los daños del colonialismo de los últimos quinientos años y el neocolonialismo actual deben ser determinadas con mucho cuidado y seriedad haciendo un trabajo de investigación historiográfico muy sólido, diferenciado, exhaustivamente documentado, ojalá con el apoyo de instituciones oficiales nacionales y multilaterales como la Unión Africana o la Comunidad Caribeña y universidades locales, compartiendo esfuerzos e información entre organizaciones homólogas de todo el mundo y evitando la participación de ONGs y movimientos creados expresamente desde Occidente para incidir en estos procesos, fundamentalmente con dos finalidades, sabotear los procesos y hacerlos inviables o acercarse a los países para establecer diálogos y por la vía de los programas de apoyo económico y financiero formalizar y profundizar su control neocolonial a largo plazo.

Así pretenden estar listos para pagar su deuda moral, cuando en realidad sus intenciones y planes son lograr que sus instituciones financieras y corporaciones transnacionales, como por ejemplo, la Sociedad Americana de Derecho Internacional (ASIL, por sus siglas en ingles), la Open Society Fundation de George Soros, el FMI, el BM, el Banco Interamericano de Desarrollo, BlackRock Corporate entre muchos otros amplíen su participación en los sectores críticos de las economías, profundizando y ampliando su control neocolonial, asegurando así mantenerse como líderes y policías únicos del planeta.

Algunos estudiosos plantean que, aun hoy día, los modelos básicos del dominio colonial occidental sobre los países del Sur Global determinan la economía mundial. Las “metrópolis” explotan a los países en desarrollo calculando sacar ganancias, cuyos volúmenes sobrepasan mucho los daños acumulados de la época colonial. Los programas económicos neoliberales, impuestos por las instituciones financieras occidentales limitaron el desarrollo de los países del Sur. Llevados por la fuerza a pactar acuerdos desbalanceados de “libre comercio” que favorecían a las empresas transnacionales, en los últimos tiempos se han exportado materias primas por más de 2.2 billones de dólares al año a un precio mucho más bajo, configurados en las bolsas de valores occidentales, y eso sin contar con otras expensas del sistema de Breton Woods como corrupción, decrecimiento ilegal de capitales y repatriación de beneficios. Con esto la suma del daño acumulado a los países del Sur Global desde el inicio de la época colonial se estima en más de 200 billones de dólares, recursos que han podido ser dirigidos a sanar las graves heridas, desigualdades e injusticias dejadas por el colonialismo y neocolonialismo impuesto por Occidente para su beneficio.

El sólido poder de China, el renacer de Rusia, el crecimiento de India, la independencia política real de Sudáfrica, Mali, Níger, Burkina Faso y otros países africanos, la fortaleza de Irán, los BRICS+, el ALBA-TCP en América Latina y el Caribe, la ASEAN y la Unión Económica Euroasiática en Asia son, sin duda, muestras claras del indetenible mundo multipolar que emerge. Organizarse, conformar y consolidar polos de poder es el camino para lograr que nuestros países construyan su desarrollo, con justicia social y soberanía plena, y exigir que Europa y sus exhalaciones anglosajonas paguen su maldad y daños acumulados e infligidos al Sur Global en los últimos cinco siglos. Sin una reorganización real de la arquitectura global política, cultural, comercial y militar no se puede hablar de compensaciones reales para los afectados por las nefastas consecuencias del colonialismo y neocolonialismo, ni de la conclusión del proceso de decolonización.

 

 

 

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viernes, 8 de abril de 2022

Egaña | ¿Dónde Está la Izquierda?

Hace un par de horas leíamos en un perfil de Facebook que cada vez se daban más las condiciones para que Marie Le Pen le arrebate la presidencia a un arrinconado Emmanuel Macron. O sea, la extrema derecha disputando el poder a la derecha. Y no es solo en el estado francés, el cáncer de la derecha carcome a toda Europa al punto que incluso un bufón de la OTAN con aliados de ultra-derecha se atreve a incluir a Gernika en sus panfletarios mensajes a la comunidad internacional.

Ahora, traemos a ustedes desde esa misma red social una pregunta que se hace Iñaki Egaña, misma con la que nos invita a la reflexión.

Lean:


¿Dónde está la izquierda?

Iñaki Egaña

La apertura de la campaña electoral francesa a la presidencia ha abierto un periodo de reflexión sobre el papel de la izquierda europea que, como en cualquier otra cuestión de índole cercano, nos afecta coyuntural y estratégicamente. En el primer caso por esa eterna duda del qué hacer en una segunda vuelta presidencial con dos candidatos de derechas, uno más que otro. ¿Guatemala o Guatepeor? En lo estratégico, por nuestra política de alianzas.

En las últimas décadas se había achacado a la izquierda abertzale el haber perdido punch internacional en el apoyo a su génesis emancipadora. Siendo el proyecto político el de una moneda con dos caras, como explicó un antiguo dirigente revolucionario, las relaciones naturales estuvieron dirigidas históricamente en una dirección, la anticolonialista. Por eso, las causas como la argelina, vietnamita, cubana o más recientes como la sandinista, kurda o salvadoreña parecieron hermanadas con la vasca.

La Transición nos retornó al viejo continente. Las innovaciones en el corpus subversivo de Krutwig y Txillardegi, entre otros, nos llevaron a valorar cultura y lengua (con el paradigma de la Conseu) y abordar también una alianza armada con irlandeses, bretones y corsos. Por un breve tiempo, asimismo, con catalanes y gallegos. Siempre desde la izquierda, desdeñando por tanto otras propuestas atractivas quizás para las derechas, aquellas de las que supimos cuando bajo el Acuerdo Lizarra-Garazi el PNV abrió los libros de sus relaciones internacionales. Nada recuperable.

En los últimos años, las alianzas se reubicaron en terrenos de resolución de conflictos, con la esperanza de cerrar etapa en el proceso de liberación. Sudáfrica, de nuevo Irlanda y el despliegue de la diplomacia en Europa y Latinoamérica, con acuerdos de calado para avalar una decisión de cierre sin vencedores ni vencidos, fueron los hitos más reseñables. Las alianzas en el Parlamento europeo, asimismo, marcaron la realidad, también en las Cortes españolas. Soledad en muchos tramos, no sólo por razones de singularidad nacional, sino también por cuestiones sociales.

La campaña francesa, retomando el inicio del artículo, nos ofrece una versión actualizada de la izquierda europea, aquella que una vez pareció aliada de la causa vasca, si no en sus posiciones estratégicas, si al menos en cuestiones parciales como los procesos judiciales y ejecuciones de militantes vascos, el derecho de asilo, el apoyo a la autodeterminación, etc. Hoy, sin embargo, las posturas están más alejadas que nunca. Jean-Luc Melenchon, la referencia de la izquierda para las presidenciales francesas, con una aureola rebelde, fue uno de los talibanes que recurrieron la ley Molac que avalaba la pluralidad lingüística de Francia, dando valor, entre otras lenguas, al euskara. La sombra del imperio también en los nichos radicales.

La desolación en el progresismo tiene que ver asimismo con el uso que ha hecho la izquierda de la arena política. González, Mitterrand, Craxi, Schröder, Carrillo, Hollande… y Blair degradaron el símbolo socialista y convirtieron sus partidos en máquinas de negocio. La corrupción afectó no solo a Roldan, Urralburu, sino a toda una estructura enfocada en favor de repetir las normas de la derecha. Las puertas correderas devaluaron el mensaje socialista. Solana dirigió la OTAN, Delors la Comisión Europea, Chavranski la OCDE, Camdessus y Strauss-Kahn el FMI, Solchaga el Comité Interino del FMI, Almunia fue el comisario europeo de Asuntos Económicos. Si a ello añadimos las actividades bélicas de Blair, junto a iconos de la derecha como Bush y Aznar, o las de guerra sucia del equipo de Felipe González, nos encontramos con un panorama desolador.

Es evidente que, con estos currículos, el enemigo estaba en el seno de las fuerzas que se llamaban de izquierdas. Si a ello añadimos los movimientos para aparcar a líderes como Corbin, Varoufakis… o en América, con todos los reparos que quieran, a Lula, Sanders, Correa, Morales… y la intervención de bancos para derrocar a gobiernos elegidos en las urnas, con el paradigma de Syriza en Grecia, completamos el escenario. Además, con un sindicalismo europeo, en su mayoría, centrado en la gestión y en su autocomplacencia “¿cómo movilizar políticamente a los votantes de izquierdas con semejante historial?”, se preguntaba recientemente Serge Halimi.

La verdad es que el abatimiento en la izquierda alcanza a una Europa marcada por otras circunstancias que alientan al desánimo. Las movilizaciones de los chalecos amarillos, las primaveras árabes, el 15M español, las asambleas de la Plaza Sintagma, las grandes movilizaciones contra el cambio climático, contra la guerra, el movimiento Occupy… ¿han servido para tumbar el sistema? ¿O por el contrario, han dividido y hecho caer en el fatalismo a las izquierdas transformadoras? Es notorio que un número cada más más numeroso de militantes de izquierdas se refugia en actividades en los márgenes del sistema. Donde la visión se hace parcial. Frédéric Lordon lo explicaba: “una isla anticapitalista no elimina el capitalismo”.

¿Es esa una solución pasajera mientras se rearma la izquierda”? No lo creo. Porque quien se está rearmando es el capitalismo, a través de sus franquicias ultraderechistas, xenófobas e imperiales. Con el consenso de las elites económicas y el laisser faire de una buena parte de la izquierda que, como históricamente, teme despertar al monstruo. Pero el monstruo lleva años bien despierto.

En Euskal Herria, sin caer en autismos o autocomplacencias, tenemos unos mimbres aún sólidos. Un sindicalismo alejado de las tendencias europeas sumisas, un corpus notable, agotado pero firme después de una prolongada guerra de baja intensidad y una juventud que ya ha tomado el relevo generacional. Con unos objetivos bien definidos ya que los retos que se nos presentan son extraordinarios. El abismo se acerca y las prisas acogotan. Los aliados y la organización son necesarios. Para construir un mundo mejor.

 

 

 

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domingo, 6 de febrero de 2022

Desenmascarar la Petro-Dependencia

Rebelión ha compartido este reportaje dado a conocer originalmente en el portal A Planeta, mismo en el que se desenmascara las "buenas intenciones" de quienes asisten a las infames COP.

Lean ustedes:


El petróleo nuestro de cada día, dánoslo hoy

Menos de dos meses después de la COP 26 de Glasgow, nuestra petro-dependencia vuelve a mostrar su cara más oscura, y nos muestra también que pese a la urgencia de esa COP y de la situación, seguimos consumiendo petróleo como antes. Pero no es sólo el impacto climático, el impacto de las emisiones que provocan el calentamiento global. Son también muchos impactos en mares, playas, ríos, selvas, en esos ecosistemas, en su vida, y en las comunidades que allá habitan y que dependen de ellos. Menos de dos meses después de la COP 26 de Glasgow nos golpean las imágenes de derrames en la costa de Perú, en la Amazonía, en Ecuador, en Tailandia, en Euskal Herria, y se proponen nuevos proyectos de explotación en Argentina que anuncian más de estos desastres.

Martintxo Mantxo

La COP 26 de Glasgow llegó después de dos años de pandemia interrumpiendo todo, y sobre todo con la Covid 19 usurpando toda la atención mediática. Había que retomar la agenda climática, y los dirigentes se hicieron los locos mirando al techo sin haber hecho nada. O muchos, políticos y empresarios, se valieron de la situación para obstaculizar la reducción de emisiones. La comunidad científica habló nítido, la emergencia era todavía más emergencia, pues, si bien en un principio parecía que la pandemia reducía hábitos y contaminación, con el tiempo se confirmó que no era así y se continuaba contaminando y calentando1.

La COP de Glasgow fue la desilusión ya esperada, con un gran desembarco de la industria fosilista. Y así entramos en navidades con nuevos despuntes de Covid y de nuevas versiones, y nos encontramos con una situación muy lejana a la necesaria, con los combustibles fósiles de nuevo circulando y alimentando la mega-máquina. Está claro que la petro-dependencia de este sistema es muy fuerte y que costará mucho superarla y provocará muchas lágrimas (aún más).

Primero tuvimos la triste propuesta de la Unión Europea de considerar “verde” a la nuclear y al gas (en realidad, visto como utilizan las “verdes” también ya poco importa…). No olvidemos la naturaleza del gas, un combustible fósil de gran efecto climático por su alto contenido en metano, el gas de mayor efecto en el calentamiento atmosférico. A ello unir su volatilidad, transparencia para no hacerle detectable, y por otro lado su uso masivo hasta ahora, que lo presentaron como un vector energético de transición, pero que en realidad, como todo lo demás, no es más que una gran máquina de hacer dinero. Para unos. Pues eso, que sólo le falta más justificación y que además de añadirle lo de “natural” ahora le añadamos “verde”!

Cerca de Europa estalló una revuelta de carácter social pero con el petróleo en su base. En Kazajistán protestaron por la subida del precio del gas licuado de petróleo (GLP), combustible que usan allá para alimentar sus vehículos. Hay que recordar también que mientras esto ocurría, este país es productor de petróleo, el mayor del Caspio, y en 12ª posición a nivel mundial. Lo que pocos medios explicaron es que esa subida de precios no era tolerada por la consabida corrupción y enriquecimiento de una élite sostenida por las grandes compañías petroleras. En esas protestas al menos 225 personas perdieron sus vidas, 10.000 personas fueron detenidas y de ellas muchas fueron torturadas. Porque además, como bien saben los trabajadores petroleros, la represión allá es brutal. Nursultan Nazarbayev dejó oficialmente el poder en 2019, pero sigue ostentando poder político y económico amasado durante tantos años y su control de la industria petrolera.

Pronto estallaría otra crisis entre repúblicas ex-soviéticas, Ucrania y Rusia, y como bien sabemos, las potencias occidentales, UE y EEUU, nuevamente por el control energético. Esta cuestión viene de lejos y está lejos de solucionarse, porque nuevamente, la dependencia fósil es muy fuerte, y para los otros, siendo un objeto de mercado de gran demanda, el interés económico es también muy alto. Las posibilidades de un conflicto bélico han causado conmoción, pero el hecho es que el modelo energético y sobre todo esos que lo dominan, provoca guerras por doquier, y serán más conforme no nos sacudamos esta dependencia y mientras suponga tanto beneficio.

En enero tenía lugar el derrame de Repsol en Perú. Mejor dicho los derrames: el 15 y el 25 de enero 2022. Ambos en su refinería de Ventanilla, La Pampilla. Para los que presenciamos el desastre del Prestige cuesta mucho digerir esas imágenes, aunque aquí tampoco se reprodujeron tanto. Tal es el poder que tiene Repsol y su peso en la economía. Obviamente, esas actividades de ultramar también contribuyen a la economía española. Y sus recortes en seguridad, en operatividad, etc, también redundan. O leo como en el 2015 tras otro derrame (sí, claro, éste no era el primero!) perpetrado en 2013 consiguió pagar la mitad de lo que fue multada (133.80 UIT o Unidad Impositiva Tributaria de Perú) lo que también contribuye en mayores beneficios. Entonces la multa correspondía a sus mentiras, informando de 7 barriles derramados cuando eran 195. Ahora nuevamente, Repsol mintió pues denominó al derrame de “mínimo”, de siete galones de petróleo (aproximadamente 26 litros) con “una extensión de 2.5 metros” y que se hallaba “limitado y controlado”. Sin embargo, fueron más de 3 kilómetros del litoral los que contaminó con petróleo y afectando tanto el agua como la costa de la zona (playas, islas) y su fauna y flora marina. Así el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) ha abierto expediente a Repsol por 31 infracciones.

Mientras, no lejos de allá, en la Amazonía peruana, el Observatorio Petrolero vinculado a la red Pueblos Indígenas Amazónicos Unidos en Defensa de sus Territorios, utilizaba la atención suscitada por el accidente para reclamar que dentro de la selva en 50 años de actividad petrolera los derrames ocurren sin cesar y sin que trasciendan. El último del que se hacen eco tan sólo el 23 de diciembre, aunque duró más días, desde uno de los muchos oleoductos que transportan el petróleo de esta zona. Estas organizaciones y pueblos aprovechaban la ocasión también para denunciar el racismo patente al discriminarles a la hora de informar por tratarse de pueblos indígenas. Destacan los más de 100 derrames sólo en el Lote 192 de la empresa Frontera Energy y sólo entre 2015 y 2020; o los más de 180 derrames sólo en el Lote 8 de la empresa Pluspetrol, y sólo entre 1998 y 2020. En ambos lotes calculan más de 400 derrames. También los grandes derrames del Oleoducto Norperuano de 7.977 barriles de petróleo en 2014, 1.130 en 2016 y 114 en 2018. O los más de 7 millones de barriles de aguas de producción petrolera arrojada a ríos y suelos entre 1974 y 2009.

Pero además, justo entonces, el 28 de enero ocurría otro derrame de petróleo en la Amazonía ecuatoriana, en el Oleoducto de Crudo Pesado (OCP) de 6.300 barriles de petróleo. Al parecer, según Infobae, el derrame ha sido provocado por corrimientos de tierras generados por la construcción de una represa china en el río Coca. Este derrame afectó también a las comunidades indígenas kichwa y parte de la gran reserva ambiental Parque Nacional Cayambe-Coca. Ahora ha llegado también al Parque Yasuní. No en vano, este oleoducto, financiado entre otros por el BBVA2, contó con una gran oposición en su inicio, porque se predecía que accidentes como éste tuvieran efectos drásticos en zonas de gran valor ecológico de su trayecto.

A las que hemos seguido los despropósitos de Repsol allá donde opera no nos sorprende. Como tampoco sorprende a las que lo viven a diario, aquí también, como la población de Meatzaldea (Zona Minera) en Euskal Herria (País Vasco). Aquí la empresa también, mediante su subsidiaria Petronor, somete a la población a gran contaminación, escapes de gas constantes, llamaradas, explosiones, y también a los derrames de rigor. Este pasado 17 ocurrió el último, en el río Barbadun, coincidiendo con el acontecido en Perú. Nuevamente, la empresa informó de tenerlo controlado, pero ni lo habían percibido (pese a decir también lo contrario) y el hecho fue denunciado por personas que lo descubrieron. Por lo que se deduce que se habría originado mucho antes, pero sobre todo que la empresa no cuenta con los medios para hacer seguimiento ni prevención. El pasado febrero de 2021 Petronor /Repsol protagonizó otro vertido de 68 litros de crudo en el mismo río por el que fue multada por 1.774 euros.

Como todos estos vertidos han pasado desapercibidos, también el ocurrido en Tailandia, por su lejanía y porque nuestra capacidad no da para tanta atrocidad. Pero también el 25 de enero ocurría otro derrame de petróleo en el Golfo de Tailandia, de entre 20 y 50 toneladas de petróleo, también en una manguera submarina de carga de buques cisterna de propiedad de Star Petroleum Refining. Nuevamente, como en el caso de Perú y como denunciaban las comunidades amazónicas, la alarma sonaba cuando el crudo se disponía a afectar las playas y al turismo, declarando el gobierno el estado de emergencia. Este derrame ha afectado los frágiles ecosistemas marinos de corales y pastos, así como el Parque Nacional de Khao Lam Ya que alberga una gran variedad de aves y animales marinos. En Tailandia también se contabilizan 240 derrames desde 1974.

Si todos esos desastres eran pocos, el petrolero Trinity Spirit explotaba cerca de la costa de Nigeria el 2 de febrero. Este tanque tiene capacidad para almacenar unos 2 millones de barriles de petróleo. La llamarada y las emisiones que emitió eran enormes. Se desconocen más detalles.

Y sin despertarnos del fiasco de Glasgow, el gobierno argentino firmó un acuerdo con el FMI para pagar su deuda (fraudulenta y odiosa) para lo que anunciaba la explotación, previa correspondiente exploración, de posibles yacimientos mar adentro en la costa de Chubut. Ya hemos informado del sentir popular frente a otras propuestas extractivistas en esa misma provincia también que el mes pasado consiguieron frenar nuevos intentos de explotación. Así como el malestar por el desastre que supone la explotación petrolera convencional y no convencional en Neuquén y Río Negro, donde esta semana mapuches volvían a cortar carreteras por incumplimiento de acuerdos. Así que la nueva propuesta ha sido respondida con contundencia desde la sociedad, en lo que se ha denominado el Atlanticazo y articulada por la creada Asamblea por un Mar Libre de Petroleras y organizaciones ya existentes como el Observatorio Petrolero Sur (OPSur). Las protestas se replicaron el 4 de enero por la geografía argentina, y ahora ha sido convocada de nuevo para el 4 de febrero. Como ocurría con las prospecciones anunciadas en Canarias o en la costa vasca, uno de los grandes riesgos (además de la posibilidad de liberar volúmenes ingentes de petróleo y gas) son las explosiones utilizadas para los sondeos que afectan sobre todo a los cetáceos. Por ello las prospecciones suscitan tanta oposición. Como ya ocurrió aquí, y en vista de todo lo ocurrido recientemente, esperamos que desistan de tamaño despropósito.

Puede que pensamos que todo fue una coincidencia, que a finales de enero los astros se alinearon de cierta forma que facilitó todos estos desastres petroleros, pero como el Observatorio Petrolero de Perú y las comunidades afectadas de la Amazonía nos muestran, esa es la realidad cotidiana de la explotación petrolera (como los derrames continuados en el lago Maracaibo en Venezuela… en cualquier sitio!). Y además de los impactos que supone su quema en el calentamiento global que tanto nos preocupa (esa quema también supone mucha contaminación y graves problemas de salud), el petróleo supone muchos otros problemas en ecosistemas, comunidades y recursos vitales como tierra y agua. Para ellos no hay muchas posibilidades de contención ni prevención, ni tan siquiera el declarar y proteger zonas como reservas o parques. Por todo ello reclamamos aquella máxima del movimiento anti-fosilista, de Oilwatch, “Dejar el petróleo en el suelo, el carbón en el agujero y las arenas bituminosas en la tierra”3, algo que la comunidad científica también reclama para evitar la debacle climática.

Notas

1 En noviembre de 2021 ya se informó que las emisiones equivalían a las producidas pre-pandemia, 36.400 millones de toneladas, un incremento del 4,9% con respecto a 2020. (https://news.stanford.edu/2021/11/03/carbon-emissions-rebound-near-pre-pandemic-levels)

2 Quien también financia los oleoductos DAPL en EEUU, GSP y Camisea en Perú, el Bicentenario en Colombia y el Gasyrg de Bolivia, y recientemente el Gaseoducto los Ramones Sur que pasa por ocho estados de México.
(https://bbvahiltzaile.blogspot.com/2016/09/gsp-el-bbva-sigue-financiando-el-cambio.html)

3 Del inglés «Leave the oil in the soil, the coal in the hole and the tar sands in the land!» – se le añadió también “gas bajo la hierba” (“Gas under the grass”) (www.oilwatch.org/2013/05/21/unburnable-fuels-how-to-keep-the-oil-in-the-soil)





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miércoles, 25 de agosto de 2021

Gil de San Vicente | Siete Respuestas (II de II)

Traemos a ustedes la segunda parte del texto con el que Iñaki Gil de San Vicente, desde su espacio habitual en el portal de Rebelión, da respuestas a ciertos cuestionamientos relativos a... pero no exclusivos de Vox.

Lean:



5-Con la entrada en el gobierno de UP la izquierda estatal se ha desmovilizado, y no parece que asome ningún proyecto que pueda volver, a corto plazo, a ilusionar a los votantes de izquierda, a no ser en las naciones donde las fuerzas soberanistas parecen crecer en apoyos. ¿Qué análisis haces de la situación de la izquierda en Catalunya, Euskadi y Galiza, y en el resto del estado?

La izquierda estatal se estaba desmovilizando mucho antes de enero de 2020. La oleada de luchas, las mareas, la «indignación», etc., que llevó al 15-M/2011 empezó a decrecer en movilizaciones en el año y medio que va de las elecciones europeas de 2014 a las generales españolas de 2015, y en la forma electoral de apoyo de esas izquierdas a UP el primer batacazo fue en las generales españolas de 2019. El reformismo y la burocratización ministerial de UP han acelerado el retroceso electoral que refleja el hundimiento de las esperanzas infundadas del 15-M. Las izquierdas revolucionarias que no se dejaron fascinar por aquellos cantos de sirena ni tampoco por los del «gobierno más progresista» de enero de 2020 están capeando el temporal con distinta suerte, comparado con el hundimiento de UP.

Para 2018-19 el capitalismo español era uno de los que más se debilitaba antes de la pandemia. La debacle del año largo de 2020 ha elevado las contradicciones a niveles inimaginables para el triunfalismo pueril y suicida de hace sólo tres lustros. Según el FMI existe una «crisis sin precedentes». No vamos a extendernos ahora en los análisis sobre el contexto que presentamos a debate en este verano en diversos artículos, solamente decir que las estimaciones más realistas sobre la recuperación post Covid-19 no se atreven apenas a pasar del 3%, y eso gracias a una salvaje explotación social, como acaba de exigir el círculo de jóvenes empresarios españoles, CEAJE: «Todo aquello que sea flexibilizar y abaratar el despido es algo positivo».

Las izquierdas estatales e independentistas se enfrentan por tanto a un panorama durísimo, favorable para el reforzamiento de las diversas expresiones del franquismo sobre todo una vez que el dinero público masivamente inyectado apenas reactive la industria estatal que no sea construcción, turismo, automotriz…, y esta última con dificultades. La soga de la deuda se irá cerrando más alrededor el cuello obrero y popular, que no el del bloque de clases dominante. Ciñéndonos al peligro de Vox y de otros franquismos, está claro que el «gobierno más progresista» no va a movilizar a las clases trabajadoras, ni va a lanzar una sostenida denuncia de la ideología franquista genérica. Por su parte, otros reformismos duros levantarán un poco sus críticas, pero tampoco potenciarán el antifascismo masivo, sino que lo limitarán a lloros parlamentarios.

El «gobierno más progresista» intenta amansar a la fiera y quitarle votos endureciendo las represiones: está tanteando si le conviene ilegalizar ahora mismo a Izquierda Castellana o esperar para más adelante, cuando necesite mostrar a bases franquistas con hechos represivos que la «democracia española» es anti comunera, como es anti catalana, anti andaluza, etc. La dosificación de las represiones de los derechos nacionales por parte de los «gobiernos democráticos» españoles es una constante desde que estos existen: dosifican esas represiones para, entre otras razones, enseñar al nacionalismo más derechista que ellos también son españoles y que tampoco tolerarán a los pueblos oprimidos veleidades independentistas. La experiencia al respecto de la tan aplaudida como desconocida II República, es demoledora.

El PSOE sabe que una parte sustantiva del españolismo se esfumará en la nada si el castellanismo sigue arraigando en el pueblo ya que su sola existencia abre perspectivas inaceptables para la dictadura del capital, para la monarquía y para la Constitución: ¿hubiera existido la actual España, si hubiese triunfado la Revolución Comunera? ¿Hubiera triunfado una revolución burguesa con efectos difíciles de imaginar ahora? ¿Qué modelo de Estado o de Estados peninsulares podría haber ahora? Sin caer en historia-ficción, otra de las razones de que el Estado es una «nación fallida» radica en la alianza internacional entre las fuerzas reaccionarias y una monarquía extranjera para aplastar aún más la libertad, aplastamiento que sí es seña identitaria del nacionalismo español.

Semejantes interrogantes pueden ayudar mucho al internacionalismo dentro del Estado ahora, cuando tienden a confluir al menos cuatro dinámicas: Una, el aumento de la conciencia soberanista en Galiza, Euskal Herria, y Països Catalans, el reforzamiento en las dos últimas de las organizaciones independentistas revolucionarias y los intentos de coordinación de grupos independentistas en Galiza. Dos, el agravamiento de la crisis capitalista a pesar de algunos repuntes transitorios y de la intensa propaganda sobre el definitivo final de la crisis. Tres, el arrollaror tsunami de la industria cultural imperialista una de cuyas prioridades es mercantilizar y destruir las culturas de los pueblos resistentes. Y cuatro la dureza del nacionalismo constitucional y republicano español, y la amenaza del ascenso del fascismo genérico.

Como efecto de ello y de otras dinámicas menores, crecen las contradicciones que impulsan los conflictos nacionales. Usando conceptos marxistas siempre necesarios, se agudiza la contradicción expansivo/constrictiva inherente al concepto simple de capital, es decir y visto desde el lado de la nación trabajadora oprimida, los pueblos pueden ir tomando conciencia de que necesitan perentoriamente de un Estado obrero propio que les proteja del imperialismo, en nuestro caso el sub imperialismo español subsumido en el occidental bajo hegemonía yanqui. Pero esta concienciación no es automática sino que exige determinadas condiciones, entre ellas la existencia de un independentismo socialista organizado.

La contradicción también hace que, desde la perspectiva pequeño burguesa y de clases medias de estas naciones, tienda a aumentar lo que desde hace unos años se denomina soberanismo en sustitución del autonomismo pactista fracasado entonces, como la versión autóctona del engrudo formado por socialdemócratas, eurocomunistas, ex trotskistas y ex maoístas, pikettyanos y zizekistas, desencantados del 15-M/2011, posmodernos progres, y ex independentistas.

No debe sorprendernos que la contradicción expansivo/constrictiva inherente al concepto simple de capital genere dos concepciones de nación tan opuestas: la proletaria y la pequeño-burguesa, ya que también aquí bulle la unidad y lucha de contrarios. Por su parte, la misma contradicción también explica por qué la burguesía de la nación oprimida opta sin tapujos por el bando del Estado opresor. El viejo soberanismo fue popularizado por el sector menos reaccionario del PNV alrededor de 2003, en otro contexto muy diferente al actual. La gloria de aquel soberanismo duró justo el tiempo que tardó el Estado en mostrar su poder político, económico y militar. Demostrado quien manda, el PNV purgó a esa facción dirigente y volvió a la mansedumbre.

A los pocos años la «nueva estrategia» de la izquierda abertzale empezó a llamarse soberanista dejando el independentismo para algunos actos públicos. Desde otoño de 2017 el nuevo soberanismo relegó rápidamente al independentismo de sectores de la mediana y pequeña burguesía catalana y de franjas populares. En Galiza y Euskal Herria, y en menor medida en Catalunya, Unidad Podemos cayó en picado por el trabase de decenas de miles de sus votantes al nuevo soberanismo, mucho más atrayente para su nacionalismo español porque acepta incondicionalmente el nivel 1, el parlamentarista, y no combate ni la monarquía católico-militar y ni la dictadura del capital. Para estos tránsfugas de UP, ese soberanismo les resulta cómodo y refuerza su progresía y de ahí sus votos, por ahora.

6-En la esfera internacional tampoco hay motivos para la esperanza, aunque en América Latina se han producido importantes movilizaciones populares, vemos como potencias emergentes como Turquía siguen manteniendo políticas imperialistas, hostigando a pueblos como el kurdo o el armenio, a la vez que recrudecen la represión interior. ¿Hay algún horizonte esperanzador que se haya abierto en estos años para las próximas generaciones?

En la India la lucha campesina avanza con fuerza, acercándose a la lucha obrera en ciudades y pueblos: no hace mucho que alrededor de 100 millones de personas han hecho la huelga más grande del mundo. En Sudáfrica, las movilizaciones contra la corrupción política y empresarial sólo pueden ser contenidas con represiones cada vez más duras. En Túnez, Líbano, Egipto… el malestar social es creciente y hasta en la cruel dictadura marroquí hay resistencias de fondo. Hace muy poco, una masiva huelga ha paralizado los ferrocarriles de Alemania. En Suiza han surgido movilizaciones en varias ciudades a finales de mayo de este año. Una trasnacional tan poderosa y tan esclavista como Amazon ha tenido que lidiar hace pocos meses con huelgas en varios países… Y en Turquía, para centrarnos en la pregunta, a comienzos de 2020 los metalúrgicos sostuvieron una tenaz huelga que tuvo amplia repercusión en las izquierdas revolucionarias internacionales.

Las resistencias obreras son sistemáticamente ocultadas por la prensa burguesa, de modo que terminamos creyendo que la lucha de clases se extinguió hace tiempo. También se nos oculta la brutalidad del ataque burgués: los despidos masivos durante la pandemia, por ejemplo. Se estima que para octubre de 2020 habían sido condenados al «desempleo oculto» más de 30 millones de trabajadores en los 25 Estados de la OCDE, y los datos ya disponibles sobre las estrategias del capital anuncian más y más despidos. Cualquiera que tenga un mínimo conocimiento del capitalismo, sabrá que los despidos masivos indican que existe una masiva lucha de clases por debajo de toda propaganda porque, aunque no se vea, existe una dialéctica entre crisis socioeconómica y política, despidos y cierres empresariales, y lucha de clases.

Siempre existe un «horizonte esperanzador» porque si no la sociedad humana ya se habría extinguido, o no hubiera surgido. Por lo general, la frase «horizonte de esperanza» es utilizada por algunos cristianos para decir que su dios está detrás de lo perceptible por métodos normales, horizonte sólo traspasable por la fe. Para la dialéctica atea se trata de que la unidad y lucha de contrarios, el aumento cuantitativo y el salto cualitativo, y la negación de la negación generan realidades nuevas que pueden ser guiadas hacia las soluciones de los problemas, hacia la apertura de futuros mejores si actuamos en su devenir interno.

Bajo la opresión turca, las clases y naciones explotadas, armenios, kurdos y otros pueblos, malviven en un presente feroz: en 2018 el cambio dólar/lira era de 1/4,55, pero a finales de julio de 2021 era de 1/8,70. En 2020, el 10% de la población, la gran burguesía, se apropiaba del 32,5% de la riqueza mientras que el 10% más empobrecido tenía que malvivir con el mísero 2,2%; y si ampliamos la muestra ocurría que el 20%, la burguesía, se quedaba con el 47,5%, la clase obrera y campesina o sea el 60% recibía el 46,5%, y el proletariado más empobrecido, el 20%, sólo 6%.

El «horizonte de esperanza» se ampliará en Turquía en la medida en que la lucha de clases y de liberación nacional avance en la senda abierta por los 130.000 trabajadores del metal que en enero de 2020 decidieron endurecer sus movilizaciones convocando una gran huelga, abortada por la pandemia. Ahora, como en todo el capitalismo, la suavización transitoria de la pandemia debiera permitir el reinicio de la esperanza, sabiendo que la represión será tanto o más dura como la de 2016 cuando se despidió a 6000 académicos, se enjuició a otros 785 y se cerraron al menos16 medios de comunicación; o las 36.000 personas sometidas a investigación en 2019 de las que fueron encarceladas casi 4000, lo que no impidió que en 2020 volvieran las protestas estudiantiles en la mitad de la pandemia, crisis que aprovechó Erdogan en marzo de 2021 para crear una doctrina fascista de los derechos humanos.

La involución neofascista del régimen turco, que tiene el segundo mayor ejército de la OTAN después del yanqui, responde en primer lugar a que la gran burguesía siente que el proletariado y los pueblos oprimidos no se dan por vencidos, y que el empeoramiento dramático de las condiciones de malvivencia puede acercar el «horizonte de esperanza» si el pueblo mejora su autoorganización. La deriva neofascista de Erdogan, como la de Bolsonaro, Trump, Abascal, etc., responde a la inquietud de una facción del gran capital internacional por la marcha de la lucha de clases, por el hecho de que el capitalismo al que representan es más débil que el capitalismo occidental más globalizado, y que éste a su vez está retrocediendo rápidamente ante Eurasia.

Goethe fue una de las personas que mejor demostró el núcleo práctico indestructible del «horizonte de esperanza»: «En el principio era la Acción». Hasta llegar a la Acción, Goethe fue descartando la Palabra, el Sentido, la Fuerza…, desechó las tres y se volcó en la Acción. Era en 1790, en plena revolución francesa, cuando Goethe elevó la Acción al principio de todo en su obra Fausto. La acción revolucionaria era la esperanza que se había hecho presente. Beethoven se dejó llevar por ella y en 1803 dedicó a Napoleón su Tercera Sinfonía llamada Heroica, pero bien pronto también a él le defraudó esa revolución que paría un Imperio, y le retiró la dedicatoria. ¿Se había cerrado para siempre el «horizonte de esperanza? No, porque la Acción fue vivificada por las contradicciones del nuevo capitalismo, de modo que en 1845 Marx escribió la onceaba tesis sobre Feuerbach: « Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.»

Dicho de otro modo: la esperanza es la acción de transformar el mundo. Por tanto nunca se cierra su horizonte. Las lecciones de la derrotas y de las victorias nos permiten ver que ahora mismo se están abriendo horizontes de lucha y por ello de esperanza. Podemos enumerar una larga lista de movilizaciones que se están produciendo, como hemos hecho muy rápidamente al comienzo de este último punto; también podemos realizar análisis detallados de las crisis que azotan al capitalismo, como hemos hecho en los anteriores textos; podemos estudiar las contradicciones entre las facciones burguesas mundiales, etc., como también lo hemos hecho, pero lo que sustenta el «horizonte de esperanza» es la concepción materialista y dialéctica de la historia, en la que la ética de la rebelión y la solidaridad, la crítica socioeconómica y política, el método de pensamiento científico-crítico y, como síntesis, la Acción, forman una unidad.
7-Algo de lo que está falto estos tiempos, tanto los cuadros sindicales como los activistas sociales, es de una formación política, algo que, hace solo unas décadas, se nos antojaba imprescindible. ¿Qué lecturas recomendarías para una formación crítica de los que militamos en el antifascismo?

Los textos que se ofrecen reflejan diversas corrientes sobre el fascismo, así que hay que estudiarlos y debatirlos colectiva y críticamente. El listado sigue el año de edición.

Clara. Zetkin: Fascismo. Agosto 1923, https://www.marxists.org/espanol/zetkin/1923/agosto/fascismo.htm

Trotsky: Bonapartismo, fascismo y guerra. Agosto 1940, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940/agosto/20.htm

Ángelo Tasca: El nacimiento del fascismo. Ariel. Barcelona 1969

Gunnar Leistikow: «Una voz en el desierto y su mensaje». Marxismo, psicoanálisis y sexpol. Gránica Editor. Buenos Aires 1972, Tomo I Documentos.

Daniel Guerin: El fascismo y el gran capital. Fundamentos. Madrid 1973

Norbert Lechner: «Represión sexual y manipulación social». Sexualidad y autoritarismo. El Cid Editor. Chile, 1976.

Manuel Pastor: Ensayo sobre la dictadura. Tucar Ediciones. Madrid 1977

Hugues Portelli: Gramsci y la cuestión religiosa. Laia, Barcelona, 1977,

Michele Mattelart: «El golpe de Estado en femenino o cuando las mujeres de la burguesía salen a la calle». Frentes culturales y movilización de masas. Anagrama. Barcelona 1977.

M. A. Macciocchi: «Las mujeres y el recorrido del fascismo», y también: «Gramsci y la cuestión del fascismo». Elementos para un análisis del fascismo (I) El Viejo Topo. Barcelona 1978.

J.-M. Vincent: «Sobre el ascenso y la victoria del nazismo». Elementos para un análisis del fascismo (I) El Viejo Topo. Barcelona 1978.

J.P. Faye: «Crítica del lenguaje y análisis de clase». Elementos para un análisis del fascismo (I) El Viejo Topo. Barcelona 1978.

J.M. Palmier: «Del expresionismo al nazismo. Las Artes y la contrarrevolución en Alemania 1914-1933» Elementos para un análisis del fascismo (I) El Viejo Topo. Barcelona 1978.

R. Dadoun: «En torno a Wilhelm Reich y la psicología de masas del fascismo». Elementos para un análisis del fascismo [2]. El Viejo Topo. Barcelona 1978.

Lutz Winckler: La función social del lenguaje fascista. Ariel. Barcelona 1979

Carlos M. Rama: La ideología fascista. Júcar.Madrid 1979

Franz Neumann: Behemoth. FCE. México 1983,

Robert Paris: Los orígenes del fascismo. SARPE. Madrid 1985

Paul Guichonnet: «El socialismo italiano». HGS. Destino. Barcelona, 1982, Tomo III,

Fernando Arcas Cubero: «El fascismo italiano». GHU. Madrid 1986, Tomo 24.

E. Mandel: El significado de la Segunda Guerra Mundial. Fontamara. Barcelona 1991

Javier Tusell: La dictadura de Franco. Altaya, Barcelona 1996

Alberto Arana: El problema español. Hiru Argitaletxe. Hondarribia 1997.

Daniel Muchnik: «Negocios son negocios» Diciembre 2000 https://revistaedm.com/edm/28/daniel-muchnik-negocios-son-negocios/

John Cornwell: El Papa de Hitler. Planeta, Barcelona, 2001

Aníbal Romero: Fascismo, democracia y teoría política. PANAPO. Caracas, 2004.

Perry Biddiscombe: Los últimos nazis. Inédita Editores. Barcelona 2005

Götz Aly: La utopía nazi. Crítica. Barcelona, 2005

Iván Oliver Rugeles: El fascismo está de retorno, 30-05-2006 https://rebelion.org/el-fascismo-esta-de-retorno/

José Mari Esparza: Cien razones por las que dejé de ser español. Txalaparta. Lizarra 2006

Carlos Taibo (dir.): Nacionalismo español. Catarata. Madrid 2007.

Zoltán Dujisin: Renace peligro fascista. 13-10-2007 https://rebelion.org/renace-peligro-fascista/

Chris Hedges; El auge del fascismo cristiano y su amenaza para la democracia estadounidense.12-02-2007 https://www.lahaine.org/mundo.php/el_auge_del_fascismo_cristiano_y_su_amen

Redacción: Sobre el mal uso del concepto “bonapartismo”. 09-12-2007 https://kaosenlared.net/sobre-el-mal-uso-del-concepto-bonapartismo/

Jorge Luís Acanda González: Traducir Gramsci. Ciencias Sociales. La Habana, 2007,

Rossana Rossanda: Los fascistas han llegado al poder sin problemas en Italia. 11-05-2008 https://kaosenlared.net/entrevista-a-rossana-rossanda-ex-militante-del-pci-y-fundadora-de-il-manifesto-los-fascistas-han-llegado-sin-problemas-al-poder-en-italia/

Alejandro Andreassi Cieri: Fascismo y antifascismo 1922-1945 URV. Tarragona 2009 https://www.aacademica.org/alejandro.andreassi.cieri/14.pdf

Richard Grunberger: Historia social del Tercer Reich. Ariel, Barcelona 2009

Frida Modak: Avanza el neofascismo en EE.UU. 08-09-2010 https://rebelion.org/avanza-el-neonazismo-en-ee-uu/

Ferrero y D. Escribano: Nunca ha habido una profunda conciencia antifascista en la sociedad alemana. 5 de enero de 2010 https://rebelion.org/nunca-ha-habido-una-profunda-conciencia-antifascista-en-la-sociedad-alemana/

David Karvala (coord.): No pasarán… La Tempestad, Barcelona 2010

Frida Modak: Avanza el neofascismo en EE.UU. 08-09-2010 https://rebelion.org/avanza-el-neonazismo-en-ee-uu/

William I. Robinson: El capitalismo global y el fascismo del siglo XXI. 11-05-2011 https://rebelion.org/el-capitalismo-global-y-el-fascismo-del-siglo-xxi/

Jaime Pastor: Los nacionalismos, el Estado español y la izquierda. Viento Sur. Barcelona 2012.

Emilio Salgado: La bancarrota de la Internacional Comunista y el ascenso del nazismo. 3-10-2013 https://www.pts.org.ar/La-bancarrota-de-la-Internacional-Comunista-y-el-ascenso-del-nazismo

D. Gluckstein: La otra historia de la Segunda Guerra Mundial. Ariel. Barcelona 2013.

L. C. Gómez Pintado “Luca”: ¿Qué hacer ante el ascenso de la ultraderecha en el Estado español? 06-11-2013 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/ique-hacer-ante-el-ascenso-de-la-ultrade

Luís Brito García: Fascismo http://luisbrittogarcia.blogspot.com/2013/05/fascismo.html

Wilhelm Reich: Psicología de masas del fascismo. Sare Antifaxista, Bilbo 2014

Federico Ruiz: El Fascismo y su dominio psicológico de las masas. https://www.monografias.com/trabajos/fascismo/fascismo.shtml

Enrique Muñoz Gamarra: Breves notas del fascismo. 12-08-2015 https://kaosenlared.net/breves-notas-del-fascismo/

CCI: Contribución sobre el problema del populismo. Junio 2016 https://es.internationalism.org/revista-internacional/201610/4178/contribucion-sobre-el-problema-del-populismo-junio-de-2016

Marcel Bois: Hitler no era inevitable. 18-02-2016 https://vientosur.info/hitler-no-era-inevitable/

Enzo Traverso: Espectros del fascismo: pensar las derechas radicales en el siglo XXI. 19-09-2016 https://www.sinpermiso.info/textos/espectros-del-fascismo-pensar-las-derechas-radicales-en-el-siglo-xxi

Dario Brenman: El apoyo de las grandes corporaciones a Hitler. Diciembre 2016 https://www.izquierdadiario.es/El-apoyo-de-las-grandes-corporaciones-a-Hitler

J. L. Matínez: León Trostky: el fascismo es “el partido de la desesperanza contrarrevolucionaria”. 27-07-2016 https://www.izquierdadiario.es/Leon-Trotsky-el-fascismo-es-el-partido-de-la-desesperanza-contrarrevolucionaria

Ernets Mandel: El Fascismo. Sare Antifaxista. Bilbo 2017.

Carlos A. Larriera: Microfascismos y realidad virtual. 23-09-2017 https://rebelion.org/microfascismos-y-realidad-virtual/

Miguel A. Jiménez: El nazismo travestido de terapia humanista. 29-01-2018 https://rebelion.org/el-nazismo-travestido-de-terapia-humanista/

Teodoro Nelson: Once tesis sobre el fascismo. 09-04-2018 https://canarias-semanal.org/art/22542/once-tesis-marxistas-sobre-el-fascismo

Alfredo Apilanez: El fascismo financiero y la irreformabilidad de sistema. 13-07-2018 https://rebelion.org/el-fascismo-financiero-y-la-irreformabilidad-del-sistema/

Véase del autor: Tesis contra el fascismo (2005-2018). Sare Antifaxista. Bilbo 2018

Gianni Fresu: Gramsci y el fascismo. 17-10-2018 https://rebelion.org/gramsci-y-el-fascismo/

Matías Maiello: Bonapartismo de toga 26-08-2018 https://www.laizquierdadiario.com/Bonapartismo-de-toga

Ángel Ferrero: Neobonapartismo, neofascismo y el imposible retorno a un capitalismo nacional. 16-09-2018 https://www.elsaltodiario.com/historia/neobonapartismo-neofascismo-imposible-retorno-capitalismo-nacional

Michael More: El fascismo de hoy es una sonrisa en televisión. 22-09-2018 https://www.sinpermiso.info/textos/el-fascismo-de-hoy-es-una-sonrisa-en-la-television-entrevista-a-michael-moore

Ana González-Páramo: El Movimiento: Bannon, Abascal y la ‘internacional populista’. 4-12-2018 https://blogs.publico.es/conmde/2018/12/04/el-movimiento-bannon-abascal-y-la-internacional-populista/

Dimitrov: «Discurso de apertura del Sexto Congreso de la Internacional Comunista de la Juventud». Frente al Fascismo. Sare Antifaxista. Bilbo 2018

Daniel Seixo: ¿Es Vox un partido fascista? 26-04-2019. https://nuevarevolucion.es/es-vox-un-partidoo-fascista/

Enzo Traverso: Posfascismo. Fascismo como concepto «transhistórico» 3-12-2019 https://vientosur.info/posfascismo-fascismo-como-concepto-transhistorico/

Gabriel Rockhill: Fascismo: ¡Ahora lo ves, ahora no lo ves! 5-12-2020 https://rebelion.org/fascismo-ahora-lo-ves-ahora-no-lo-ves/

Gabriel Rockhill: Liberalismo y fascismo: Socios criminales. 26-12-2020 https://www.lahaine.org/mundo.php/liberalismo-y-fascismo-socios-criminales

Redacción: ¿Por qué el gobierno español se abstuvo en la votación de la ONU que condenaba el nazismo? 23-12-2020 https://insurgente.org/por-que-el-gobierno-espanol-se-abstuvo-en-la-votacion-de-la-onu-que-glorificaba-el-nazismo//

Alberto García: Frei Korps, los arditi y los bolcheviques (a los cien años de la entrada en vigor de Tratado de Versalles) 11-11-2020 https://hojasdebate.es/politica/frei-korps-arditi-bolcheviques-cien-anos-entrada-vigor-tratado-versalles/

Nick Beams: El auge del parasitismo financiero y la aparición del fascismo. 27-01-2021 https://www.wsws.org/es/articles/2021/01/27/para-j27.html

Daniel Domínguez: ¿Qué es el falangismo en 2021? Y El falangismo en el seno de Vox. Marzo de 2021 https://rebelion.org/el-falangismo-en-el-seno-de-vox-ii/

Said Bouamama: Comprender el fascismo y la fascistización para hacerles frente. 20-04-2021 https://elsudamericano.wordpress.com/2021/04/20/comprender-el-fascsimo-y-la-fascistizacion-para-hacerles-frente-por-said-bouamama/

Amelia Martínez Lobo: De los neocón a los neonazis. 20-04-2021 https://www.rosalux.eu/es/article/1927.de-los-neoc%C3%B3n-a-los-neonazis.html

W. C. Molina: Bolsonaro y la extrema derecha europea. 30-07-2021 https://www.nuevatribuna.es/articulo/global/bolsonaro-extremaderecha-europa-brasil-atlasnetwork-beatrixvonstorch/20210729194002189870.html

Daniel Campione: Un tal Hitler comienza a emerger. 29-07-2021 https://www.lahaine.org/mundo.php/un-tal-hitler-comienza-a

Quinn Slobodian: Los hijos bastardos de Hayek. 17-07-2021 https://www.sinpermiso.info/textos/los-hijos-bastardos-de-hayek

Redacción: Nazismo ordinario. 1-08-2021 https://diario-octubre.com/2021/08/01/nazismo-ordinario-tradicional-congreso-de-veteranos-de-las-ss-celebrado-en-estonia-foto/

EUSKAL HERRIA, 15 de agosto de 2021 




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viernes, 23 de julio de 2021

Gil de San Vicente | Tesis Sobre la Coyuntura

Les recomendamos altamente la lectura de este texto que Iñaki Gil de San Vicente a dado a conocer en el portal de Rebelión:


Tesis sobre la coyuntura

Iñaki Gil de San Vicente

1.    Antes de pasar al análisis de la coyuntura capitalista debemos sentar algunas bases que nos expliquen las contradicciones insolubles del capital tal cual actúan subterráneamente en estos momentos, porque son éstas las que determinan las posibles evoluciones de las alternativas antagónicas existentes. Simplificando mucho, en el nivel más profundo actúa la ley general de la acumulación capitalista que explica por qué la propiedad y el poder se concentran y centralizan cada vez más en una minoría, y la pobreza relativa y absoluta en una creciente mayoría: según Oxfam en 2017 el 1% de la población era propietaria del 82% de la riqueza del mundo, y esa concentración y centralización se ha intensificado con la pandemia de 2020.

2.     En interacción con esta dinámica actúa la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia y en especial la dialéctica de las contramedidas que el capital introduce para anular esta tendencia. La lucha de clases, la conciencia subjetiva organizada en fuerza material objetiva, es un componente esencial en ambas, y también lo es –y cada vez más– el antagonismo entre el capital y la naturaleza.

3.     El capital vampiriza fuerza de trabajo humana para convertirla en mercancía y beneficio burgués: la explotación es su alimento y su ética, su esencia. Un poco detrás actúa la ley de la competencia, el canibalismo interburgués: los capitales fuertes devoran a los débiles, la jerarquía imperialista aplasta a los pueblos e impone condiciones a las burguesías débiles.

4.     Simplificando mucho, como efecto de lo anterior periódicamente emergen abruptamente crisis diversas que responden, en síntesis, a la ralentización, obturación y estallido del proceso de acumulación/reproducción del capital en sus expresiones concretas o en su generalidad social. Ninguna crisis es fortuita, casual, azarosa. Las crisis son inevitables porque siempre llega el momento en el que, por diversos motivos, la superproducción ahoga en miseria al pueblo y hunde a las burguesías obsoletas en beneficio de la más poderosa, que gracias a las crisis incrementa su poder iniciando otra fase expansiva.

5.     Las crisis aniquilan fuerzas productivas, empobrecen, matan y asesinan porque son inseparables de violencias burguesas, injustas, de modo que el beneficio capitalista se reinicia sobre esa destrucción, hambre y miedo. Cada vez más, las crisis muestran sus conexiones con la naturaleza destruida. Por esto, es vital que las clases y naciones oprimidas se preparen para combatir las medidas con las que la burguesía quiere descargar sobre ellas los inhumanos costos de las crisis, porque la dialéctica de la historia se concentra en esos momentos pudiendo abrir decisivos procesos revolucionarios de liberación humana o espantosas contrarrevoluciones fascistas. Por esto, teoría de la crisis, teoría de la organización y estrategia comunista forman una unidad.

6.     Simplificando y partiendo de lo anterior, desde hace setenta años, el capitalismo sufre una caída de la productividad del trabajo; desde hace cincuenta años sufre una caída de la tasa media de ganancia y una caída en las inversiones en fuerzas productivas, un incontenible aumento de capital ficticio y de la llamada «economía criminal» para compensar la caída tendencial de los beneficios con ganancias especulativas de alto riesgo e ilegales. El altísimo endeudamiento asusta incluso a la burguesía.

7.     Se debate sobre la duración e intensidad de la ola inflacionaria; sobre el encarecimiento de las materias primas y las nuevas tecnologías, mientras que se disparan los precios de la alimentación básica y de bienes vitales como medicinas y agua potable. Estas y otras discusiones se mantienen mientras se disparan los costos de la debacle socioecológica y sociosanitaria, que en realidad es una misma sola y no dos diferentes, porque la especie humana es parte de la naturaleza. No son «costos externos» como dice la burguesía, sino «internos» al proceso de producción de plusvalía, a la explotación social y al canibalismo intraburgués. No existe ningún antropoceno sino pura y dura mercantilización capitalista de la naturaleza.

8.     Desde 1971-75 asistimos al declive tendencial del imperialismo. Las crisis parciales que iban proliferando e interactuando sinérgicamente desde el Lunes Negro de 1987 fueron ocultadas por la euforia del hundimiento de la URSS a pesar de la advertencia de la crisis de los «dragones asiáticos» en 1997 así como otras más que sería largo enumerar. El largo estancamiento japonés de esos años tampoco fue estudiado. El hundimiento de las bolsas mundiales a raíz del 11-S de 2001, mostraba la creciente debilidad del sistema, como se confirmó en 2007 cuando todo el andamiaje se hundió con la tercera Gran Depresión: se echó la culpa a que el proletariado no podía pagar los préstamos que había contraído.

9.     Las causas verdaderas eran otras, más profundas como se vio con la caída de los precios de las materias primas en 2014. A pesar de los repuntes puntuales logrados con la explotación brutal, ahora se debate sobre si las contradicciones han desembocado en una larga fase de «estancamiento» o si esta tesis oculta el desconcierto y la justificación de la casta intelectual ante la incapacidad de su imperialismo para abrir otra fase expansiva más atroz que la taylor-fordista y keynesiana sin recurrir a guerras regionales más sangrientas que nos pondrían al borde de una tercera guerra mundial en la medida en que el imperialismo amplía sus agresiones al mundo, como veremos.

10.     Los hay quienes sostienen que se ha iniciado el proceso de «derrumbe» de la civilización del capital, caída lenta que exacerbará aún más los contraataques salvajes del imperialismo para, en el peor de los escenarios, estrellarse contra el suelo de un sistema de dictadura abierta, descarada, regida por la burguesía más reaccionaria. El dilema entre socialismo o barbarie reflejaría la forma menos dura de este régimen pétreo, mientras que el de comunismo o caos reflejaría su forma extrema: un capitalismo caótico e irracional en grado sumo, en el que la muy reducida clase dominante sobreviviría en la abundancia en fortalezas de oro, protegida por lacayos asesinos bien pagados dispuestos a todo… Pero, aun así, las leyes tendenciales expuestas arriba hacen resurgir la lucha de clases una y otra vez.

11.     La pandemia ha agudizado todo esto y ha añadido una cualidad nueva: desde 2020 es imposible ya entender las crisis sin analizar a la vez qué papel tiene en ellas la destrucción de la naturaleza por el capitalismo. La pandemia ha mostrado: el desprecio burgués a las advertencias de la ciencia-crítica que se acumulaban desde al menos tres décadas; lo inhumano del desmantelamiento de los servicios públicos y sociales; la impotencia del Estado burgués en su misma estructura burocrática, incapaz de responder rápidamente; su sumisión a la farmaindustria imperialista; su papel central en el imperialismo sanitario que frena la llegada de vacunas a muchos pueblos, castigándolos…

12.     Subiéndose a la ola, la burguesía utiliza la pandemia para debilitar la lucha de clases en claro ascenso desde hacía unos años, para destruir empleo, para cerrar empresas obsoletas o endeudadas como las «zombis», para traspasar esos capitales improductivos a las nuevas empresas, para imponer sin resistencias nuevas tecnologías y nuevas explotaciones necesarias para crear las condiciones de mansedumbre social sin las cuales no podrá intentar abrir una nueva fase expansiva. La propaganda sobre las excelencias de la «cuarta revolución industrial» busca que los pueblos asuman peores condiciones de vida a cambio de promesas sobre un bienestar futuro imposible por la gravedad de las contradicciones del sistema arriba vistas.

13.     En efecto, aunque los EEUU y la Unión Europea están inyectando sangre obrera para revivir al capitalismo, es muy débil la esperanza de que ese regalo de dinero público a la burguesía relance sus economías de forma significativa más allá de 2023 como lo indican los estudios de las instituciones burguesas, empezando por el FMI. El efecto rebote puede mantenerse hasta 2022 y comienzos de 2023, pero luego todo indica que el crecimiento imperialista se estabilizará alrededor de un mísero 2% o a lo máximo un 3%, apenas más.

14.     Solamente la sobreexplotación interna, el feroz saqueo imperialista y las cada vez más peligrosas disputas por los agotados mercados y recursos mundiales, puede garantizar un repunte imperialista algo superior. La flamante «revolución industrial» no es sino un medio más en esta carrera, un medio fundamentalmente científico-militar, extremadamente autoritario y centralizador, contaminante en grado sumo y que, por sus altísimos costos, exige una fusión casi total entre las pocas docenas de grandes corporaciones y sus Estados-cuna, o sea, una mayor supeditación de los Estados al capital financiero. La industria espacial es un ejemplo de lo que decimos: el enorme prestigio de la NASA se sostiene ahora también en las inversiones privadas. Una «guerra tecnológica» decisiva es la que gira alrededor de la fusión del átomo, como antes lo había sido la de su fisión, para obtener una fuente de energía menos cara y sucia comparada con la de fisión.

15.     La Administración Trump intentó revertir o contener la tendencia al declive yanqui con una estrategia basada en la vuelta a la fase industrialista agotada a finales del siglo XX en los EEUU, una fase que no puede volver como tal sino sólo en algunas contadas ramas productivas y a costa de una permanente ayuda estatal y explotación obrera. Lo impide la simple pero ciega ley del valor que obliga a maximizar el beneficio so pena de ruina y quiebra: la ley de la rentabilidad. La Administración Biden intenta controlar la mundialización del valor en beneficio yanqui, para lo que perfecciona la estrategia internacional de Trump, no la rechaza del todo.

16.     Ese objetivo le exige además de otras medidas, éstas: conceder mejoras sociales mínimas para garantizar la normalidad y el orden interno; reactivar en lo posible industrias vitales que reduzcan las grandes dependencias exteriores de los EEUU; controlar sus impagables deudas internas y externas; garantizar la baratura de los recursos energéticos y materiales; aumentar su competitividad mundial; restablecer su poder en Europa; garantizar su control de los flujos mundiales de capital y el mantenimiento del petrodólar; detener el avance del bloque liderado por China y Rusia…

17.     La Administración Clinton buscaba que los EEUU tuvieran capacidad de mantener dos guerras a la vez y otra menor, de pequeña intensidad. Ahora necesitaría un gigantesco esfuerzo para mantener sólo una. Por eso, Biden ha introducido cambios militares que mejoran a los de la era Trump: sobre todo la alta tecnificación lo que exige un desembolso cuasi infinito y la privatización de las guerras menores y regionales. Los EEUU tienen grandes portaaviones terrestres: Israel, Colombia, Corea y Japón, y la UE, además de infinidad de bases militares oficiales y otras muchas no oficiales, pero todavía el grueso de su fuerza armada y en especial la marina responde a concepciones de hace tres décadas, no a los avances chino-rusos y de otras potencias regionales que sería imposible detallar aquí.

18.     Los EEUU tardaron en unificarse desde finales del siglo XVIII a comienzos del siglo XX con la creación de la Reserva Federal en 1913, siempre en medio de guerras de todo tipo, unificación que muestra algunas grietas. Sin la violencia injusta tampoco existiría la UE. La centralización capitalista requirió de tres grandes y atroces guerras para imponerse políticamente, además de regímenes autoritarios y fascistas. Desde 1945 apenas era posible otra guerra pese a las provocaciones continuas de los EEUU, porque existía la URSS que no quería una conflagración, y por el rechazo de las clases y pueblos explotados a ser la carne de cañón en un holocausto nuclear.

19.     Euroalemania creyó que la definitiva unificación europea diseñada en Maastricht en 1992 podría realizarse con la implosión de la URSS: el reparto de sus riquezas con los EEUU facilitaría grandemente la cuarta centralización política y con ella la recuperación de una economía renqueante desde la primera mitad de la década de 1970. Al principio todo le fue bien: destrozaron Yugoslavia, saquearon Rusia, etc., pero un sector de la nueva burguesía resistió dirigida por Putin desde 1999. Desde entonces el imperialismo no se lo ha perdonado.

20.     La hecatombe de 2007 demostró la miopía europea, a diferencia de la yanqui. Pero ahora el bloque burgués dominante utiliza la pandemia para avanzar en su centralización. Como los EEUU, pero sin tanto neokeynesianismo militar por ahora, dedica grandes sumas públicas a los objetivos vistos en la tesis 10 y en parte en la tesis 14, pero exigiendo una mayor disciplina a los Estados débiles para que cumplan los plazos hacia la centralización administrativa, fiscal, política y militar. No lo hace para evitar nuevas pandemias, sino porque no tiene más remedio ya que en 2021 el mundo no es como el de 2007: entonces no existía el «peligro amarillo», ni Rusia se había levantado tanto como lo hizo desde 2014 al frenar el seco el avance fascista en Ucrania, ni el euroescepticismo era tan extenso como ahora…

21.     Tampoco 2021 es como 2017, cuando ya era ostensible que se acercaba otra recaída grave en la crisis iniciada una década antes, pero sin la catástrofe de un año y medio de pandemia. La UE está atrapada por la tenaza euroasiática y yanqui, con el agravante de la polarización y empobrecimiento social. La pandemia es la excusa para disciplinar al proletariado y a las muy debilitadas «clases medias», para adelantarse a hecatombes como la griega atando en corto a los Estados empobrecidos, para tener más fuerzas con las que controlar a Turquía y negociar con Gran Bretaña, para controlar a los neofascismo del Este a fin de mantener la ficción «democrática» en la UE, para negociar mejor con los EEUU un sinfín de cuestiones entre las que destacan las militares, para combatir los efectos del calentamiento y del deshielo del Polo Norte, etc.

22.     La tenaza aprieta con especial peligro a cuatro componentes básicos de la UE: la rentabilidad mundial de su economía frente a la competencia exterior, en especial la de Eurasia, lo que lleva a la burguesía europea a un endurecimiento de la explotación; el acceso de recursos energéticos baratos, lo que le lleva a moverse entre la dependencia de los EEUU y las negociaciones con Eurasia para garantizar ese flujo energético; el poder del euro en las finanzas mundiales teniendo en cuenta lo anterior, más las presiones de la City londinense, aliada estratégica de Walt Street; y las inversiones militares para atender lo anterior sabiendo que la OTAN, que exige más gastos, está dirigida por los EEUU para presionar a Eurasia.

23.     Estas tensiones se endurecen por las diferencias entre las dos grandes opciones tácticas que existen en el imperialismo occidental bajo dirección yanqui: la más salvaje incluso en sus torpes expresiones públicas representada por el trumpismo y sus aliados, que cuestionan incluso abiertamente la debilitada democracia burguesa actual; y la más salvaje también pero más astuta y maquiavélica, que dice ser «democrática», representada por Biden y sus aliados. En Europa las dos corrientes defienden los mismos objetivos históricos del capital, pero difieren en cuestiones tácticas sobre dónde, cómo y cuánto apretar la tenaza.

24.    Entre medio de las dos líneas del capital pululan grupos y Estados que oscilan entre una y otra según los casos e intereses, pero defendiendo a muerte la unidad imperialista contra Eurasia, su urgencia de parar su avance en África, Nuestramérica, Asia y Oceanía, se amplían las diferencias tácticas entre las diversas corrientes europeas según se acrecienta la crisis mundial. Vemos así la importancia extrema que tiene para el bloque burgués dominante en la UE imponer la centralización política que le beneficia a él, en detrimento del otro.

25.     La UE está siendo cercada por cuatro frentes político-militares de decisiva trascendencia económica: uno, el que va del Océano Ártico y del Báltico al Mar Negro para cercar a Rusia y vigilar a Turquía. Dos, el que abarca al deshielo del Polo Norte y del Océano Ártico porque abre una vía marítima que ha condicionado la historia humana en los últimos diez mil años y el capitalismo en los últimos quinientos, deshielo que abarata los costos de transporte, facilita el ataque a la naturaleza, cuestiona las fronteras geopolíticas desde Alaska hasta Kamchatka, y cambia drásticamente todas las doctrinas, sistemas y estrategias militares de las grandes potencias. Tres, el eje Oeste-Este, desde los EEUU, Azores, Canarias, Marruecos…, terminando en Israel.

26.     Los tres vistas pueden cortar las vías de transporte de energía que sostienen a la UE o reducir su flujo, tensionando al extremo la vida interna del istmo europeo y haciéndolo más dependiente de los EEUU. Reducir esta dependencia exige a la UE inversiones casi inconcebibles en todos los sentidos, lo que a la fuerza exige aumentar la explotación social interna. Y la cuarta a la que nos hemos referido: va de los EEUU, se bifurca para Lisboa y Vigo, y para Gran Bretaña y Norte de Europa, por la que pasa el grueso de las comunicaciones del imperialismo, además de toda clase de mercancías y ejércitos. Este eje es frágil ante los ataques de Eurasia.

27.     Como se aprecia, nada de la coyuntura del capitalismo actual se entiende sin el permanente empleo de las categorías del materialismo histórico, de la visión de la historia como la unidad y lucha de contrarios, y sin la crítica marxista de la economía política.

Nota: Tesis para el debate “Kapitalismoa XXI mendean: koiuntura analisia”, con la participación de Cassia Bachara, de la dirección del MST, el pasado 22 de julio organizado por Oinharri Eskola.

EUSKAL HERRIA, 22 de julio de 2021 




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lunes, 28 de junio de 2021

Gil de San Vicente | Organizarse (I de II)

Solo el pueblo organizado podrá salvar al pueblo, reza el adagio.

Para ampliar en el concepto, traemos a ustedes la primera parte de este texto de Iñaki Gil de San Vicente que nos ha compartido en el portal de Rebelión.

Lean.... y a organizarse:


Organizarse frente a lo que se avecina (I de II)

Iñaki Gil de San Vicente

«Hallarse por un momento en minoría con un programa correcto –en tanto organización– es mejor que tener un gran número de seguidores, que sólo nominalmente pueden ser considerados como partidarios» ~ Friedrich Engels

La pandemia cortó de raíz un proceso de debates internacionalistas entre izquierdas de naciones oprimidas que avanzaba poco a poco. Desde hace un tiempo, se han retomado los contactos nunca rotos y, como es lógico, los cambios habidos desde finales de 2019 han añadido nuevas cuestiones sobre las que reflexionar en una ronda que empezará a mediados de julio en Galiza. En el artículo que ahora se presenta, que será seguido por otro, se propondrán algunas ideas a debatir sobre la crisis en su generalidad, sobre la situación estatal y las dos grandes opciones del capital, y el papel que en ellas juegan las diferentes fuerzas ultraderechistas y fascistas, girando todas ellas alrededor de un punto crítico: el problema de la organización revolucionaria. El segundo artículo intentará explorar los principales retos a superar por esas organizaciones independentistas en la fase post pandémica.

Hemos citado arriba a Engels no sólo porque está siendo redescubierto como una de las mentes más brillantes del siglo XIX, sino porque además hace casi 140 años, a finales de 1882, recordó una lección que ya para entonces había adquirido el rango de teoría y que desde entonces vuelve con dramática frecuencia: la necesidad de la organización para prevenir severas derrotas. Lo hizo en medio de ásperos debates sobre estrategia y táctica sostenidos entre varios bloques políticos: posibilistas, marxistas, socialistas, anarquistas, etc. La Comuna de 1871 fue la excusa para golpear con más fuerza a las izquierdas. La primera Gran Depresión iniciada en 1873 endureció las represiones como se vio en 1878 con las leyes antisocialistas alemanas. En 1876 se clausuró la I Internacional y habría que esperar hasta 1889 para que surgiera la Segunda. Las persecuciones sólo lograban retrasar por un tiempo la organización de grupos obreros.

La crisis forzaba la introducción de nuevas industrias para derrotar a la clase obrera y destruir empresas obsoletas, por lo que la lucha de clases entraba en una nueva fase impulsada también por las reivindicaciones nacionales y anticoloniales, y de las mujeres trabajadoras. Los crímenes del colonialismo eran denunciados por la mayoría de las izquierdas que a la vez exigían el desmantelamiento de los ejércitos. Estos y otros cambios se reflejaban en la elaboración teórica del marxismo. Fue en este contexto en el que Engels volvió a defender la necesidad de una organización revolucionaria diferenciada de las posibilistas, reformistas, radicales, utopistas…, pero siempre inserta en la complejidad de las luchas concretas y nunca aislada de las masas. Era un criterio éste defendido siempre por ambos amigos.

En 2021 resurge en naciones oprimidas este debate urgente ante la nueva etapa en la crisis abierta por la tercera Gran Depresión de 2007 agravada desde 2020. Mientras, la lucha de clases rebrotó con fuerza y el imperialismo multiplicó sus salvajadas contra los pueblos; desde 2014-15 se agudizaron las pugnas entre el imperialismo y el bloque de potencias emergentes; desde 2016 los fugaces y débiles repuntes económicos volvieron a caer; la pandemia de inicios de 2020 supuso un cambio cualitativo en la historia de las crisis del capital; según el informe de abril de 2021 del FMI la pandemia había supuesto una caída de -3,3% del PIB mundial, que por el efecto rebote se recuperaría al 6,0% en 2021 para caer al 4,4% en 2022… Pero las perspectivas para el Sur Global son demoledoras, y las del proletariado del Norte son muy duras. Pero quienes más lo sufrimos y sufriremos somos las clases explotadas de los pueblos oprimidos porque, al impedírsenos por la fuerza crear Estados propios, la indefensión nos hunde en el fondo del temporal.

Desde los ‘50 el capitalismo sufre una caída de la productividad del trabajo, desde la década los ‘70 una caída de la tasa media de ganancia y una caída en las inversiones en fuerzas productivas o activos fijos, así como una sobreabundancia de capital ficticio y un aumento de la llamada «economía criminal» para compensar con ganancias especulativas de alto riesgo e ilegales la caída de los beneficios. A esta senil decrepitud se le suma ahora un inquietante aumento de la inflación; un encarecimiento exponencial de las nuevas tecnologías; una crisis socioecológica, sanitaria y de recursos al límite; un aumento salvaje de los precios de los alimentos básicos: un 40% en la última década y el agua ya es el «oro azul», un empobrecimiento al alza y una concentración y centralización de la propiedad mundial en poquísimas personas, como lo confirma el reciente informe del Credit Suisse.

El capitalismo español ha acrecentado sus debilidades en 2015/21 enfrentándose a un «escenario severo». Vuelve a correr el riesgo de caer de la semiperiferia a la periferia de la UE, condenado a la dependencia del turismo y de los servicios, a ser base de segunda de la OTAN por el pacto entre EEUU y Marruecos, a una lenta desindustrialización y a perder competitividad mundial… La última vez que se manifestó este peligro recurrente fue en la crisis de 1968-78/82. A comienzos de los ’70 la burguesía estaba a la defensiva frente a las luchas de las clases y de las naciones oprimidas. La facción burguesa menos franquista pasó al ataque ayudada por el imperialismo, y la genuflexión del reformismo duro y de la izquierda blanda, más la solidez de las anclas irracionales forjadas por siglos de autoritarismo y cuarenta años de franquismo, dieron la vuelta a la tortilla en 1978/82. La estructura del franquismo quedó intacta sosteniendo con la monarquía militar la «democracia constitucional». La izquierda estatalista empezó a disolverse, manteniendo la lucha, sobre todo, aquellas que, inconciliables con el imperialismo español, tenían una estrategia político-organizativa y ética inasimilable por la monarquía militar: la independencia socialista de sus pueblos trabajadores.

La victoria burguesa de 1978-82 fue incapaz de «modernizar España» de modo que la tercera Gran Depresión mostró al «rey desnudo», nunca mejor dicho. Los golpes dados a las clases y naciones oprimidas para contener la crisis fueron tan duros que para 2010-11 se estaban fusionando las reivindicaciones socioeconómicas y laborales con las estrictamente políticas, abriendo una etapa de movilizaciones que se sumaban a las internacionales. Pero a diferencia de 1968-1978/82, en 2010, exceptuando meritorios colectivos revolucionarios, no existía una izquierda político-sindical y sociocultural de tal nombre en Estado, y la izquierda abertzale también giraba rápidamente al pacifismo parlamentario siguiendo el sendero abierto a finales del siglo XIX, readaptado en la década de 1970 por el eurocomunismo y los reformismos post.

Sí existían grupos mayoritariamente jóvenes de la pequeña burguesía, de la llamada «clase media» –fuerza de trabajo con salarios altos–, franjas progres del funcionariado, «trabajadores de la cultura», autoexplotados, etc., golpeados por la crisis y con sus certezas e ilusiones tan destrozadas que ansiaban la luz de un líder que les prometiese todo sin exigirles militancia revolucionaria alguna. Las clases proletarias, debilitadas desde la década de 1980 por los reiterados golpes y traiciones del reformismo aguantaban como podían en medio de un silenciamiento mediático de sus luchas. La casta intelectual se esforzaba al máximo por demostrar lo indemostrable: que el «ciudadano» había suplantado al proletario y que los derechos nacionales eran resolubles por la monarquía militar.

Asistíamos al fin de una larga fase de lucha de clases y al inicio muy dificultoso de otra. El reformismo debe olvidar la historia o tergiversarla tanto que sea imposible extraer de ella lecciones críticas. Se nos aseguraba que todo era tan novedoso que los «viejos dogmas» estaban superados por la frescura del pragmatismo posibilista y del sentido común: lo decisivo son los votos y el «juego parlamentario». Contra tanta ceguera, en la coyuntura de 2011 se dieron debates aún minoritarios sobre la organización revolucionaria, cuyo objetivo no es otro que la destrucción del Estado burgués y la creación del Estado obrero, dinámica en la que la organización ha de combatir contra al menos ocho tremendas fuerzas que sostienen al capital:

1) La credulidad social en las promesas burguesas como efecto del fetichismo y de la alienación. 2) La efectividad del machismo, del racismo, del opio religioso, etc., para reforzar al capital con su terror material y simbólico. 3) La omnipresente manipulación mediática. 4) Los límites de la mera protesta más o menos espontánea sin estrategia política ni sostén teórico. 5) La capacidad burguesa para pudrir esas luchas en el pantano parlamentario. 6) La tendencia al reformismo burocrático de los partidos parlamentaristas. 7) La tendencia al pactismo economicista del sindicalismo. 8) La efectividad de las multifacéticas represiones y violencias del Estado y de la «sorda coerción del capital».

Fueron debates entonces minoritarios porque aún se mantenían vivas las esperanzas surgidas al calor de las movilizaciones en 2010/15 y de las promesas reformistas. La ley del desarrollo desigual y combinado se volvió a demostrar cierta: la prensa burguesa reconocía asustada que, por ejemplo, aumentaba el estudio de textos revolucionarios clásicos; en el Estado francés, en 2010 hubo intensas movilizaciones; en Grecia, Syriza parecía tocar el cielo con los dedos pocos instantes antes de su traición en 2015; en EEUU resurgieron grupos críticos; en Euskal Herria se realizaron varias huelgas generales; los resultados electorales de Unidas-Podemos estaban a la vista pero ocultaban un cáncer que ya empezaba a pudrirla internamente; en los Països Catalans el independentismo cobraba fuerza…

Pero los grandes recursos del capital lograron que la desilusión e indiferencia empezaran de nuevo a debilitar a muchos de los movimientos sobre todo allí donde no existían luchas independentistas. Si tras 1982 surgió el «desencanto» en la izquierda estatalista, que dejó la vía libre al socio liberalismo del PSOE, a su terrorismo, a su aceptación de la OTAN…; si fue así entonces, ahora, a partir de 2015 la desilusión empezó a cundir en las bases al ver cómo la burocracia evitaba el choque frontal con la burguesía. El reformismo blando apoyó las Marchas por la Dignidad hasta 2014, año del canto del cisne de la «indignación». Las marchas y otras movilizaciones reflejaban la potencia ciega de las masas no autoorganizadas fuera de la burocracia reformista. En Grecia sucedió lo mismo, por citar un solo ejemplo de cómo por sí mismas las famosas «condiciones objetivas» para el estallido de la rebelión apenas sirven de mucho si no van internamente unidas a las no menos célebres «condiciones subjetivas», entre las que destaca la organización revolucionaria.

En este contexto, hay que hacer especial mención a tres de los ocho soportes del poder que se recrudecieron desde esa época. El punto 2), el aumento del terror patriarcal, del racismo y de los fascismos, que por otras vías reforzaban el miedo provocado por el punto 8), las represiones del Estado como la ley Mordaza que paraliza con multas a las ya empobrecidas clases trabajadoras y en especial a su precarizada juventud rebelde, la represión dura sobre Catalunya desde octubre de 2017, etcétera.

Y el punto 5) va cobrando fuerza conforme la corrupción histórico-estructural golpea al bloque de clases dominante sobre todo en Madrid, pero también en Catalunya, Euskal Herria, Castilla, Andalucía… Se dice que el llamado «régimen del ‘78» está en crisis, cuando en realidad ocurre que el capitalismo español vuelve a estar en riesgo de desplome. La insistencia en la crisis del «régimen del ‘78» desvía a las clases y naciones explotadas del verdadero problema, engañándolas para amansarlas en el redil parlamentario. La monarquía militar se asfixia en su inmoralidad, y el Partido Podrido deja el gobierno en verano de 2018. El reformismo se lanza a crear esperanzas en el Parlamento como vía única para superar el «régimen del ‘78» y mediante una «segunda transición» construir una «democracia plena».

A inicios de 2020 se constituye el gobierno PSOE-UP y los reformismos, también los soberanistas, se lanzan a salvar la democracia española ante el peligro fascista al alza. Una facción del capital ha logrado así recuperar el poder del gobierno para defender sus intereses cuando, como hemos visto, la tercera Gran Depresión vuelve a agravarse desde 2016. Y al muy poco tiempo, estalla la pandemia. Para entonces las bases con visión estatalista estaban desactivadas en casi todas las luchas prácticas, limitándose a votar cuando sonase la campana, y de la pequeña y honrosa izquierda estatal se escinde una ramita nacionalista que niega o restringe al máximo los derechos de los pueblos no españoles, y hasta niega Euskal Herria, Països Catalans, Galiza… seamos naciones: sólo existe España. Se retrocede así al nacionalismo republicano del PC de España triunfante desde la primavera de 1937.

Pero Catalunya resiste la represión; Euskal Herria comienza a recuperar la izquierda que no se ha pacificado; colectivos que luchan por los derechos de Galiza, Andalucía, Castilla y otros pueblos responden de diversos modos, algunos desaparecen de facto, pero otros son capaces de iniciar debates internacionalistas cortados bruscamente por la pandemia y ahora recuperados. Y en barrios empobrecidos y precarizados resurgen resistencias pese a la dura represión: la propaganda primero las oculta, luego intenta desacreditarlas como negacionistas, delincuentes e irresponsables. El polivalente arsenal represivo, el fervor mediático y la pusilanimidad reformista imponen un clima de pasividad con dosis de colaboracionismo delator del pueblo contra sí mismo. Se infunde miedo e insolidaridad. A la derecha se le permite saltarse sus propias leyes, que, a su vez, machacan a los y las proletarias con el visto bueno del «gobierno progresista». Las elecciones autonómicas en Vascongadas, Galiza y Catalunya muestran diferencias con la media estatal, y la abstención muestra el hastío crítico de sectores populares.

Al desastre económico causado por la impotencia de la burocracia estatal para superar la pandemia se le suma la crisis que volvía a agravarse desde antes de 2020 de modo que, otra vez, ulula el fantasma del desplome español en la jerarquía imperialista. Pero a diferencia del pánico de los ’70 y de 2007, ahora el contexto mundial es otro. El FMI venía advirtiendo desde al menos 2015 que las crecientes desigualdades lastraban la economía y con ella se multiplicaba el riesgo de estallidos sociales, como ya ocurría. Sus advertencias fueron cada vez más alarmantes hasta la de comienzos de 2021: hay que suavizar algo insustancial del neoliberalismo y conceder alguna «justicia social» para salvar Occidente, amenazado también por el auge euroasiático.

Pese a sus diferencias, los planes de EEUU y Bruselas para evitar el desastre tienen en común: una intensa propaganda en la nueva «era de justicia» para recuperar la credulidad pasiva de las clases explotadas; una gigantesca inversión pública a fondo perdido en nuevas tecnologías e infraestructuras básicas que beneficiarán a la gran burguesía y a la casta militar-policíaca sobre todo en EEUU; una adaptación del sistema educativo y político para crear una fuerza de trabajo altamente productiva y obediente; un ligero aumento del control del fraude fiscal, del lavado de dinero, de los privilegios de las grandes corporaciones y de los paraísos fiscales; un impulso limitado al capitalismo verde; un control más estricto de los Estados débiles para que obedezcan a los fuertes; un intenso desprestigio de Eurasia y una potenciación del occidentalismo para justificar la provocación de guerras locales y regionales de saqueo, y normalizar el clima de terror subyacente si se endurece la tercera guerra fría con Eurasia.

La derecha sabe que si parte de esos planes llegan al Estado, se esfumarán muchas de sus posibilidades de llegar al gobierno, por eso hace de las elecciones autonómicas de Madrid la punta de lanza para derribar al PSOE. Este se guía por una estrategia centrada en obedecer a Bruselas para recibir esa masa de euros que modernizarán el capitalismo español según dicen; negociar con los apoyos reformistas algunas medidas que contenga el empobrecimiento galopante para desactivar previsibles protestas populares; negociar con las burguesías regionalistas el reparto de un trozo del pastel europeo para evitar que giren hacia el PP; reintroducir a Catalunya en la democracia española suavizando un poquito la represión con los indultos y ganándose a la pequeña burguesía con otro trocito; fortalecer el gobierno y la monarquía militar para, en su momento, aplicar las severas restricciones negociadas en secreto con Bruselas; rearmar al ejército y fortalecer su papel en la OTAN; y ver la posibilidad de echar a Unidas-Podemos agradeciéndole sus servicios al rey y a la patria. Entre otros principios irrenunciables destacan la negativa fanática a todo referéndum y a toda Amnistía.

Por ahora parece que se están logrando los objetivos fundamentales: la burguesía feliz porque sabe que se va a quedar con la mejor parte de la tarta, la Iglesia comprada como Judas con las treinta monedas de las inmatriculaciones, el Ejército contento con el rearme, y hasta el rey para agradecer el trato exquisito que recibe su padre, han aceptado los indultos, dejando en ridículo a la derecha; las fuerzas soberanistas reiteran una y mil veces su «compromiso con la democracia»; Bruselas empieza a abrir el grifo de euros y el gobierno guarda silencio sobre las condiciones de pago de la deuda, también silencia las nuevas claudicaciones ante la OTAN y las bases yanquis; retrasa todo lo posible las reformas tantas veces prometidas como inmediatas y urgentes como los desahucios; se nota la recuperación económica del efecto rebote aunque se centre en los servicios y apenas en la industria; las resistencias obreras y populares están tardando un tiempo en reactivarse si tomamos como referencia la oleada de 2010/15.

El gobierno espera que el rebote económico, la lluvia de euros, la represión, la propaganda y el reformismo, apaguen las chispas sociales antes de que se propaguen como incendios. Para reforzar la imagen de una seriedad y visión estratégica que no existe en la derecha, el PSOE ha publicitado su España 2050 astutamente ambiguo en su contenido que el vocero oficioso del socialiberalismo ya ha empezada a escribir ditirambos y sugerencias «críticas» para reforzar la precampaña electoral. Uno de sus objetivos es que estas medidas, la represión sobre todo, impidan el crecimiento de organizaciones revolucionarias y dificulten la aparición otras nuevas. Como hemos visto, el problema de la organización es ahora más grave que en 1882, en especial para las naciones oprimidas, tema que trataremos en el siguiente artículo.

EUSKAL HERRIA, 24 de junio de 2021 




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