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lunes, 26 de septiembre de 2016

Visitando a José Antonio Sistiaga

Y en el rubro Arzalluz-Kurlansky les compartimos esta nota publicada en La Jornada:

Sistiaga, una historia vasca viaja al titánico mundo del cine sin camára

Se me ocurrió hacer la cinta porque el trabajo de este artista está reservado para apasionados con una gran carga de locura, afirma el director
El filme Sistiaga, una historia vasca, del director salvadoreño Manuel Sorto, debutó en el Festival de la Memoria, Documental Iberoamericano de México. La cinta indaga sobre el artista plástico y cineasta emblema del insólito "cine directo" o "bruto", pintado a mano sobre celuloide.

El documental, tejido sobre su propio modelo de fabricación, es una muestra del cine independiente que navega "entre los vientos de la adversidad, a punta de talento y paciencia", dijo Sorto, cineasta, poeta, escritor, dibujante y hombre de teatro, a quien el exilio lo ha llevado a vivir en Guatemala, México, Francia y Bayona, País Vasco, donde reside ahora.

El esmero de José Antonio Sistiaga está reservado para apasionados "con una gran carga de locura, un camino de creación empedrado de obstáculos, con la única compensación de momentos plenos de gran exaltación", define el director.

Alto procedimiento creativo
El festival, celebrado en la colonial y turística ciudad de Cuernavaca, representa una faceta del cine alejada de las pretensiones comerciales, del mainstream.

"Se me ocurrió hacer la película de un pintor que proyecta su obra porque conocí a Sistiaga, desde que yo trabajaba de responsable de prensa en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz, entonces me habló de las películas que él pintaba a mano sobre el celuloide", contó Sorto, también coproductor de la obra.

En aquella época, Sorto trabajaba para el cineasta Pierre-Henri Deleau, director de ese festival francés, y de otros célebres como el Quinzaine des Réalisateurs de Cannes.

En esa atmósfera, al director le despertó curiosidad y se fue a conocer el taller del singular artista vasco, nacido en Donostia, hace 84 años. “Allí lo vi trabajar y comprendí su increíble procedimiento creativo: se necesitan 24 cuadros para lograr un segundo de proyección, y cada fotograma es una obra de arte en miniatura; en aquella época había sólo tres personas en todo el mundo que lo hacían.

"En 1993, aparecieron unos ocho segundos de su más reciente película, que impresionaron en la alta atmósfera del cine, entonces me pareció que estaba loco, llevaba dos años pintado los fotogramas, pensé que debía hacer algo con él". Para lograrlo pasaron más de dos décadas.

Una vez que Sistiaga explicó su procedimiento creativo, Sorto –veterano cineasta que ha logrado galardones en los albores del festival del cine latinoamericano de La Habana– se dio cuenta del desafío desmedido.

"Comprendimos que hacía cine sin cámara, pintando sobre el negativo virgen, velados con la luz, material que no se puede usar en cámara porque la emulsión anula las impresiones de luz", dijo desde Bayona, Francia, Camilo Sorto Cazaux, hijo del cineasta, convertido a sus 30 años en editor del filme, coguionista junto con el coproductor Xabi Hiriart.

El fastidioso procedimiento no sólo es laborioso, sino complejo: "Sistiaga se obliga a pintar en negativo, por ejemplo, para lograr rojo tiene que pintar en azul y luego se revela en laboratorio", explicó el joven cineasta.

La gigantomaquia es tal que la versión de 1992 de un filme sobre el Sol no la ha terminado, y lleva más de 20 años trabajando en ella: "el Sol lo pinta sobre todos los fotogramas, y en negativo".

Sistiaga define su obra como "una imagen fija que se mueve, habla de un cine directo, o de cine sin cámara", agregó Sorto Cazaux.



Aquí una muestra de la obra de José Antonio Sistiaga:



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