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jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Inicio del Terrorismo de Estado?

Mientras esperamos los resultados del referendum en Escocia (hace cuatro horas los medios afines al gran capital festejaban el 53% del No sobre un 47% del Sí, en estos momentos guardan un ominoso silencio), les queremos compartir este reportaje publicado en El Mundo, mismo que no cuenta la historia detrás de la película Lasa y Zabala:

Lasa y Zabala, Segundo Marey y el inicio del terrorismo de estado

Su director, Pablo Malo, ha explicado que los hechos se basan en el sumario y el juicio

Julio Martín Alarcón
Este viernes se estrena en el festival de Cine de San Sebastián Lasa y Zabala, un proyecto del director vasco Pablo Malo, sobre el asesinato de los etarras Mikel Lasa y José Ignacio Zabala a manos de guardias civiles del cuartel de Intxaurrondo en 1983. Un tema aún polémico a pesar de los más 30 años que han transcurrido de los hechos y los casi 20 del sumario. Lasa y Zabala fueron secuestrados en octubre de 1983, el mismo mes en el que ETA privó de la libertad al capitán de farmacia Alberto Martín Barrios.

Su infame acción iba a desembocar en otras tres víctimas más, los miembros de ETA militar José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, y un ciudadano francés, Segundo Marey, que nada tenía que ver con la banda terrorista y al que funcionarios policiales españoles, que seguían órdenes del ministerio de Interior privaron de libertad durante diez eternos días. Ese octubre de 1983 iba a ser el comienzo de la guerra sucia contra ETA.

Los responsables de interior del Gobierno de Felipe González, que había llegado el año anterior a la Moncloa con un éxito electoral sin precedentes en la reciente democracia española, habían decidido ya a mediados de año que la mejor manera para acorralar a los etarras y lograr que el Gobierno francés colaborara en la lucha antiterrorista era utilizar las mismas armas que ETA: el secuestro y el asesinato, en vez de aplicar las normas del estado de derecho.

Sin embargo, el plan, que se estaba gestando a muchos niveles, principalmente entre el Cesid, la Guardia Civil, y la comisaría de Policía de Bilbao; todo con el conocimiento y directrices del ministro de Interior José Barrionuevo, se precipitó con el secuestro del militar español Martín Barrios, que sería asesinado de un tiro en la nuca dos semanas después. El comienzo de la operación resultó en la tortura y asesinato de Lasa y Zabala, así como el error del secuestro de Segundo Marey, cuyo esclarecimiento, más de diez años después, acabaría por desvelar la trama de la guerra sucia elaborada desde interior entre los años 83 y 87.
Cadena de errores

"La noche era muy cerrada y fría. Al llegar a la ladera vi a dos hombres esperando uno en manga corta y otro, tumbado en el suelo en pijama. (...) Se suponía que la persona que estaba en el suelo, el secuestrado, tenía que ser el etarra Lujúa Gorostiola, a quien conocía tanto por fotos como personalmente. Gracias a la luz de los faros distinguí que, en contra de lo esperado, ese hombre era mayor que Lujúa (...) Me acerqué y vi que el hombre estaba maniatado y que tenía señales de violencia en el rostro, quizás producidas en el momento de su secuestro.

-Tranquilo ¿Cómo te llamas?

-Segundo Marey Samper.

Así recordaba en sus memorias el entonces subcomisario de policía de Bilbao, José Amedo Fouce, las circunstancias que rodearon al equivoco secuestro de Segundo Marey, víctima inocente de una política incompatible con los principios del estado de derecho y de un grupo que no se caracterizó precisamente por su profesionalidad.

Amedo había sido encargado de organizar ese año un grupo terrorista con mercenarios para atentar contra ETA en territorio francés. El objetivo era meter miedo al grupo de refugiados vascos, etarras y colaboradores que se movían a sus anchas en el país vecino, sin que la policía ni los jueces les molestasen, y forzar a las autoridades francesas a tomarse en serio la lucha contra ETA haciendo ruido y trasladando el problema, y los muertos, a su propio lado de la frontera.
Operación de Interior

Las órdenes que recibió Amedo venían del comisario, Miguel Planchuelo y el jefe superior de la Policía de Bilbao, Francisco Álvarez, con las directrices y ordenes del Gobernador civil de Vizcaya, Julián Sancristóbal, y de Ricardo García Damborenea, hombre fuerte del PSOE en Euskadi, que a su vez recibieron el encargo de las más altas instancias del ministerio de Interior.

Una nota de despacho del Cesid de julio de ese año, es decir, unos tres meses antes de la desaparición de Lasa y Zabala, de los intentos de secuestro de los miembros de ETA, Mújica Arregi y José María Larretxea y del patinazo de Segundo Marey, daba cuenta de la nueva estrategia que se había pedido desde el Gobierno para delimitar las posibilidades de la guerra sucia contra ETA.

El texto contemplaba las posibilidades de la represión contra familiares, refugiados y simpatizantes, la eliminación de los líderes etarras y los secuestros en el santuario del sur de Francia, como mejor vía para obtener información de la banda.
Acta fundacional del terrorismo de Estado

El documento, que acabó viendo la luz gracias al empeño y la investigación de los periodistas de El Mundo, Antonio Rubio y Manuel Cerdán, consideraba esta última opción como la más ventajosa en todos sus aspectos, pero era tremendamente ambigua en cuanto que no aclaraba cuál tenía que ser el destino final de los terroristas una vez secuestrados ilegalmente en Francia.

La importancia de la nota no sólo estribaba en que dejaba claras las intenciones del núcleo de interior de montar una guerra sucia en territorio francés, sino que además, ésta no sólo implicaba a la comisaría de policía de Bilbao, también a determinados mandos del CESID, a la cabeza de los cuales estaba su director, Emilio Alonso Manglano. De hecho, el GAL, tal y como declararía el comisario Miguel Planchuelo al juez Baltasar Garzón durante el sumario de Segundo Marey, se componía de tres ramas que él mismo identificó como los GAL verde (la Guardia Civil) los GAL marrón (los militares, es decir el Cesid) y los GAL azul (la policía, fundamentalmente la comisaría de Policía de Bilbao).

Estos últimos fueron los comandos que organizó Amedo y que tenían el encargo de reivindicar todos los atentados, hubieran sido realizados por ellos o por los "picoletos" como llamaban a los guardias civiles. La rama de la Guardia Civil se organizó por su parte en torno al cuartel de Intxaurrondo en Guipúzcoa y bajo el mando directo del coronel Enrique Gutiérrez Galindo y el Gobernador civil de la provincia, Julen Elgorriaga.

Fueron los responsables de las brutales acciones de los GAL durante 1983, entre ellas las desapariciones de José Antonio Lasa y José Miguel Zabala -secuestrados en Bayona el 16 de octubre- y los asesinatos de Ramón Oñaederra -Bayona, 19 de diciembre- y Miguel Txapela -San Juan de Luz, 28 de diciembre-, todos miembros de ETA militar. Los asesinatos, que serían después reivindicados por Amedo en nombre de los GAL, fueron realizados por guardias civiles y no mercenarios.
Las diferentes ramas del 'GAL'

Según las investigaciones de los periodistas Melchor Miralles y Ricardo Arqués, se había establecido en interior a mediados de 1983 un grupo que fue el que coordinó la formación de los GAL -Grupo Antiterrorista de Liberación, según las siglas utilizadas por el grupo de la policía de Bilbao o Grupos Armados de Liberación según las siglas utilizadas por los miembros de la guardia civil de Intxaurrondo-.

En dicho grupo, que pasaba por ser un órgano burocrático con el único cometido de evaluar la lucha antiterrorista, estaban integrados además del ministro de interior José Barrionuevo y Rafael Vera, el director de la Guardia Civil, general Emilio Sáenz de Santamaría y su jefe de Estado mayor, Andrés Casinello, el comisario general de información Jesús Martinez Torres, el jefe de la Brigada central de información, José María Escudero y los coroneles del CESID Guerrero y Company. Rubio y Cerdán aseguran además que "Ni Sancristóbal, ni Francisco Álvarez, ni Rodríguez Galindo estaban en los cenáculos de interior, pero estaban informados de lo que allí se discutía".
Lasa y Zabala, tortura en 'Villa Cumbre'

La suerte del capitán de farmacia Alberto Martín Barrios, secuestrado por ETA, pudo forzar la entrada en escena del GAL "verde". A diferencia de los hombres de Sancristóbal y Damborenea, la Guardia Civil no se equivocó en sus objetivos de ese año, aunque también errarían sus disparos en los años siguientes matando a gente inocente. Lasa y Zabala desaparecieron en Bayona secuestrados por los "picoletos" Felipe Bayo Leal y Enrique Dorado Villalobos, que tras pasar la frontera llevaron a los detenidos a la villa de La Cumbre en San Sebastián, siguiendo las órdenes de Rodríguez Galindo y con el conocimiento de Julen Elgorriaga.

Una vez allí, los interrogaron y torturaron durante varios días hasta que dado su lamentable estado decidieron matarlos. Bayo Leal y Dorado, trasladaron a Lasa y Zabala hasta un descampado en la Foya de Coves, en el término municipal de Busot, Alicante, donde les dispararon dos tiros y posteriormente les enterraron bajo 50 kilos de cal viva. Es de suponer que la información que podrían haber proporcionado sobre el secuestro de Martín Barrios era nula, debido a que los secuestrados pertenecían a otra rama de ETA, que sólo se integraría con la militar meses más tarde. Los asesinatos serían reivindicados el 20 de enero del año siguiente por Amedo en nombre de los GAL: "Antes de morir han pedido un sacerdote y no se lo hemos concedido porque no se lo merecían".
El infierno de Segundo Marey

Según las revelaciones de Amedo la comisaría de Bilbao había fijado como nuevo objetivo al etarra Mikel Lujúa Gorostiola, pero incomprensiblemente, el grupo formado por los mercenarios, Pedro Sánchez -reclutado por José Amedo- y Mohand Talbi y Jean Pierre Echalier -contratados a su vez por el exlegionario- se confundieron de objetivo a pesar de conocer bien el entorno de refugiados de ETA en el país vecino.

Amedo, que debía esperarles en la frontera de Dancharinea, en Navarra, tuvo que dirigirse a otro punto tras ser informado que Pedro Sánchez, uno de los mercenarios, había sido detenido por la policía francesa al intentar cruzar a España. Una vez se hubo reunido con el resto del comando, que sí había pasado la frontera, el subcomisario se dio cuenta del error. Según Amedo tuvo entonces una conversación con el Gobernador Civil Sancristóbal:

-Sí, ¿Pepe? Soy Sancristóbal.

-Oye, ha tenido que haber un error

-¿Cómo se llama la persona secuestrada?

-Segundo Marey Samper y ha sido secuestrado por dos personas que no conozco. No se trata del objetivo señalado. No se trata de Mikel Lujúa.

A pesar del error los responsables de interior decidieron seguir adelante con el secuestro: "Les pregunté que sentido tenía mantener retenido a Segundo Marey puesto que no estaba considerado miembro de ETA. Entonces Sancristóbal y Álvarez me aseguraron que Arguelles y sus tres hombres estaban detenidos en Francia (por el intento de secuestro de Larretxea) y que el secuestro de Marey, ciudadano francés aunque de origen español, se había decidido políticamente al más alto nivel, puesto que podía tener ciertas consecuencias políticas en el país vecino dentro de la estrategia que estaban diseñando"

Con la llegada de los policías Hierro y Sáiz, Marey fue trasladado a una cabaña en Cantabria donde iba estar retenido diez días en unas condiciones lamentables debido a la falta de higiene y al intenso frío. Al día siguiente, Amedo y los mercenarios Talbi y Echalier, emprendieron camino a Bilbao. Una vez allí el subcomisario se entrevistó con Álvarez, que además pagó a los mercenarios dejando constancia de la verdadera chapuza que era todo aquello: "Les entregó 10.000 francos a cada uno por los servicios prestados y les dijo que, en vista de que se habían confundido de objetivo no les podía dar más". Esto ocurría el 7 de diciembre pero faltaba aún lo más dramático: al darse cuenta de la falta de infraestructura para retener a Marey, el error cometido y la detención de Pedro Sánchez, los responsables de la operación, siempre según el testimonio de Amedo, pensaron en la posibilidad de eliminarlo.
Liberación o asesinato
No conseguían un escondite mejor y la presión empezaba a agobiarles: "Por la tarde y en vista de que las gestiones de traslado no prosperaban Alvarez le dijo a Planchuelo que Damborenea y Sancristóbal estaban de acuerdo en 'enterrar' a Marey y que diera instrucciones a Julio Hierro para que se comprasen varios sacos de cal y para que los que estaban custodiándole fuesen cavando un agujero en lugar adecuado cerca de la vivienda. Julián y Ricardo habían decidido con la anuencia de Interior terminar así con el secuestro para no crear más problemas".

Finalmente y pensando en la posibilidad de pactar la liberación de Marey a cambio de los policías retenidos en Francia por el caso Larretxea, se decidió liberarlo. Fue en ese momento cuando entró en escena Michel Domínguez, un policía de Bilbao ajeno a la brigada de información que participó en las operaciones del GAL porque hablaba francés y era necesario para tranquilizar a Segundo Marey. Cuando le comunicaron la noticia al aterrorizado ciudadano, no podía creérselo: estaba convencido de que lo iban a matar. "Domínguez me dijo que en un momento de desesperación que Marey le había pedido que le evitasen el sufrimiento, que tenía 70.000 francos ahorrados y que, si acaban con él cuanto antes, podrían hacerse con aquel dinero".

Una vez en la frontera la patética situación no dejaba lugar a dudas del miserable comportamiento de los funcionarios españoles:

"Pensamos dejarlo tapado con una manta, porque también era un día de intenso frío, pero nos dimos cuenta de que esa manta podía ser identificada, pues era una de las que se utilizaban en los cuarteles. No pudimos hacer otra cosa que dejarlo a la interperie".

Marey fue liberado el 10 de diciembre. A finales de año y a pesar de que en conjunto las primeras acciones de los GAL -que luego habrían de pasar por varias fases- fueron un error detrás de otro, el Gobierno de Miterrand autorizó una redada en el sur de Francia en la que cayeron muchos de los etarras que reclamaban las autoridades españolas: los GAL iban a aumentar su actividad en los años siguientes.



Solo una aclaración a Julio Martín Alarcón, el terrorismo de estado español no inició en octubre de 1983, inició desde 1936, un 18 de julio para ser más precisos. Y el lenguaje que utilizas a lo largo del reportaje es el de un apologista del terrorismo de estado. Queda claro, te sientes seguro, sabes y sabemos para quien trabajas, y ellos no van a permitir que se te acuse de apología como sería el caso de alguien que escribiera en contra del Holocausto. Pero Julio Martín, los que atentaron en contra de Lasa, Zabala y Marey son pares ideológicos de los que perpetraron el Holocausto, no lo olvides.





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