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miércoles, 16 de octubre de 2019

Catalunya Sublevada

Desde La Jornada -esta vez el corresponsal ha mostrado el plumero con eso de "todas sus herramientas reglamentarias"- traemos a ustedes este reportaje acerca de las movilizaciones ciudadanas tras darse a conocer la draconiana sentencia en contra de los represaliados políticos catalanes sujetos al llamado Juicio al Procés.

Lean ustedes:


Armando G. Tejeda

El segundo día de las movilizaciones populares contra la sentencia del Tribunal Supremo que condenó a nueve políticos independentistas a penas de prisión de hasta 13 años derivaron en batallas campales entre manifestantes y policías.

Los enfrentamientos más duros se registraron en Barcelona, Lleida, Tarragona y Girona, donde los agentes antidisturbios utilizaron pelotas de goma y todas sus herramientas reglamentarias para repeler a una multitud de jóvenes que también desataron su ira lanzando piedras, botellas, botes de pintura, bengalas y hasta hicieron barricadas de fuego en mitad de las calles.

El caos y la destrucción se apoderaron de las calles en las cuatro principales ciudades de Cataluña, después de que por segundo día consecutivo decenas de miles de personas salieron a las calles para expresar su repudio a la sentencia del tribunal español contra los políticos separatistas que impulsaron y diseñaron el proceso de secesión unilateral fallido de octubre de 2017.

El movimiento independentista se congregó en torno a lo que llamaron el “tsunami democrático” y en torno a los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR´s) para bloquear carreteras, infraestructuras como aeropuertos y estaciones de tren y bloquear las principales calles de las ciudades más grandes.

También en varios puntos de la región se cerraron autopistas, carreteras secundarias, estaciones de tren regionales y se realizaron varios intentos fallidos por ocupar de nuevo el aeropuerto de Barcelona y la Estación de Sants, donde se encuentran la mayoría de los trenes de alta velocidad que comunican a la ciudad con Francia y con el resto de España.

En Barcelona, por ejemplo, una marcha pacífica de unas mil personas recorrió el centro de la ciudad al filo del mediodía y terminó en las inmediaciones de la Universidad, donde estuvieron durante varias horas sentados, a la espera de acudir a la “sentada de protesta” que estaba convocada en las inmediaciones de la Delegación del Gobierno en Barcelona. El acto cumbre del día y al que acudieron 40 mil personas, según los datos de la Guardia Urbana.

El objetivo de los organizadores de las protestas del “Tsunami democrático” era expresar su repudio a la sentencia en las principales sedes del gobierno español en Cataluña, es decir en la Delegación de Barcelona y en las subdelegaciones de Girona, Lleida y Tarragona.

Después de que miles de personas estuvieron sentadas de forma pacífica, con sus veladoras encendidas y reclamando la “libertad de los presos políticos” y la “independencia”, se escucharon a través de grandes bocinas colocadas en las principales calles de la zona las cartas que habían escrito para la movilización los políticos que cumplen condena, entre ellas la de la ex presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, condenada a una pena de 10 años.

La policía autonómica catalana, los Mossos de Squadra, habían desplegado un dispositivo de seguridad en las inmediaciones de los edificios del gobierno español, para lo que colocaron vallas de metal y sus propios furgones policiales.

En la protesta de Barcelona, un grupo de jóvenes exaltados y que habían estado durante más de una hora lanzando piedras, botellas de vidrio, bengalas y pintura finalmente decidieron encender una especie de barricada de fuego, para lo que quemaron mobiliario urbano y llantas. Fue ese hecho lo que disparó la actuación de los agentes antidisturbios, a los que se sumaron los comandos de la propia Policía Nacional española, para dispersar a los manifestantes.

El resultado fue una ciudad en llamas en las principales calles del centro, entre ellas la que tiene más tiendas y hoteles de lujo, Paseo de Gracia, en la que se escuchaba continuamente el disparo de las pelotas de goma, el sonido incesante de las sirenas y los gritos reivindicativos de los manifestantes.

Algo parecido ocurrió en Girona, Tarragona y Lleida, donde después de la “sentada de protesta” con veladoras para recordar a los presos también se registraron duros enfrentamientos con la policía, igual con barricadas de fuego y destrucción del mobiliario urbano y cristales de los edificios.

Los datos provisionales son de dos personas detenidas y al menos siete atendidos con lesiones, que se suman a los más de 170 que sufrieron heridas en la jornada del pasado lunes en Barcelona, entre ellos un joven de 22 años que perdió un ojo y otro un testículo. Ambas lesiones habrían sido producidas por el uso de bolas de pelotas de goma o de viscoelástica, que usan los agentes antidisturbios.

Precisamente un sector del independentismo catalán reprochó al gobierno de independentista Quim Torra que mientras alentaba las movilizaciones y hacía un llamado público a salir a las calles -como hizo todo su gobierno- también ordenó a los agentes antidisturbios de la policía autónoma que reprimieran la protesta. “Es una contradicción como la que tuvimos el pasado primero de octubre, pero se hace para cumplir con la legislación española”, aseguró un nervioso Torra.

Desde Madrid, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anuncio el inicio de una investigación para investigar quién o qué agrupación está detrás de la organización de las protestas ciudadanas que se han congregado en torno al llamado “Tsunami democrático” y que lograron bloquear en la jornada del lunes una parte de la actividad del aeropuerto de El Prat.






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