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lunes, 21 de octubre de 2019

Piñera Está en Guerra

Así mismo, el émulo de Augusto Pinochet que lleva por nombre el de Sebastián Piñera ha declarado la guerra al pueblo que dice representar... y Michelle Bachelet, tan boquifloja en lo que respecta a Venezuela, sigue sin... decir... nada.

Aquí lo que nos informan desde La Izquierda Diario:


Rodeado de militares, el presidente chileno Sebastián Piñera pronunció esa frase, fortaleciendo el discurso reaccionario, y buscando sellar una alianza de gobernabilidad con la oposición de la vieja Concertación para legitimar el estado de emergencia y la militarización.

Pablo Torres

La rebelión popular continúa desarrollándose en Chile. Este domingo, tras un sábado de furia que sobrepasó el estado de emergencia y el toque de queda, se vivieron nuevas protestas en varios puntos del país y en Santiago. Fueron menores a las del día previo en el marco de una enorme campaña de criminalización, ya no solo por parte del Gobierno, sino de toda los grandes medios, que se pusieron al servicio de deslegitimar la rebelión haciendo foco en los saqueos e incendios y con un discurso contra el “vandalismo”. Al mismo tiempo los medios escondían la brutal represión y prepotencia de policías y militares, que se vieron en cientos de videos e imágenes impactantes que circularon en redes sociales, de golpes, disparos y hasta extrañas muertes. No solo eso, sino que buscan incentivar la organización de “vecinos” junto a alcaldes derechistas como Carter (La Florida) o Codina (Puente Alto) frente a los "lúmpenes" y "violentos".

Piñera por su parte, habló rodeado de militares y dijo que "estamos en guerra", con un discurso duro que replicaba a los de Pinochet. De esta forma justificó los toques de queda y la extensión del estado de emergencia a nuevas ciudades (Antofagasta, Talca y Valdivia), pues se enfrenta a una “organización criminal” detrás de las protestas. Piñera pudo pronunciar este discurso durísimo ya que había negociado previamente un “consenso” o pacto reaccionario con los partidos de la ex Concertación para buscar que el Congreso Nacional apruebe sus medidas.

Tras una reunión en La Moneda (Palacio de Gobierno) en la tarde con los presidentes de ambas cámaras del Congreso, ex concertacionistas (como la Democracia Cristiana, con el apoyo del Partido Socialista), éstos legitimaron el “diálogo” para salir de la crisis, y convocaron a una sesión extraordinaria de la Cámara de Diputados para votar la “suspensión” (no la derogación) del alza del pasaje, sin siquiera discutir mínimamente el estado de emergencia y los toques de queda, maniobra orquestada por los partidos de “oposición” burguesa de la ex Concertación.

Con ello, mientras Piñera intenta conseguir un pacto reaccionario, obtiene una importante cobertura para un discurso más duro y la extensión del poder del mando militar sobre nuevas regiones. Por su parte, los dirigentes de la ex Concertación, fueron la mejor cobertura de esta maniobra reaccionaria de Piñera, escudándose en “colaborar con el gobierno para no profundizar la crisis” y establecer un “acuerdo nacional de gobernabilidad” como señaló el PPD Jaime Quintana, mientras los milicos gobiernan las calles de 7 regiones del país. También en este acuerdo reaccionario participó la Corte Suprema.

Así, los supuestos “demócratas” sirven como la mejor cobertura para una política completamente anti-democrática y autoritaria no vista desde la dictadura. En el límite del ridículo, esa misma Cámara terminó su sesión sin discutir nada del estado de emergencia a la vez que hacía “un minuto de silencio” por los muertos, totalmente hipócrita.

El estado de descomposición de la vieja Concertación, porque “la institucionalidad está sobre cualquier tipo de diferencias”, permite defender una “institucionalidad” donde co-gobiernan los militares directamente y asumen el control de las calles. Su rostro es claro: co-gobiernan con la derecha para sostener la odiada herencia de la dictadura.

Diversas voces, analistas y dirigentes políticos salieron a plantear la necesidad de un “nuevo pacto social” en Chile tras el quiebre del consenso que dejó a este régimen herido con la rebelión popular.

Esta política también la están planteando los referentes del Frente Amplio. Adaptándose y subordinados a la maniobra reaccionaria de Piñera, sus referentes estuvieron en la sesión extraordinaria buscando presionar de forma completamente impotente para discutir el “estado de emergencia”. ¿Acaso creían que la “unidad de oposición” permitiría doblarle la mano a Piñera que había sellado un acuerdo junto al “progresismo” contra el pueblo trabajador? Su tribuna la usaron para denunciar las condiciones del Chile neoliberal (pensiones y salarios de hambre, precarización, educación y salud de mercados, etc.) y proponer medidas como aumento del salario mínimo, nueva ley de pensiones contra las AFP o reducción de la jornada laboral.

Sin embargo, esta política completamente impotente terminó legitimando esta maniobra reaccionaria de Piñera y los partidos del viejo régimen de derecha y centroizquierda, y un parlamento completamente alejado de los intereses populares. La casta de políticos millonarios ya había sellado el acuerdo, y cualquier “denuncia” caía en una acción completamente impotente. No solo ello, sino además burdamente utópica. ¿Será acaso en este parlamento reaccionario, que funciona como una verdadera cueva de ladrones, de políticos que viven como millonarios y legislan para los grandes empresarios y ricos, que acaso se votará aumentar el salario mínimo y pensiones acorde a la canasta básica familiar? ¿Acaso de allí saldrá el fin de las AFP? ¿Acaso de allí conquistaremos salud y educación pública, gratuita y de calidad? Es una utopía completa, que bajo esa vía, se subordina a una “institucionalidad” y un poder constituido creado para defender las herencias de la dictadura de Pinochet.

El Partido Comunista, en un gesto menos claudicante, no asistió a la sesión ni prestó sus votos para tal circo, pues la “suspensión” de la tarifa ya no es el problema real. Sin embargo, también habla de “unidad de la oposición” con los mismos que están haciendo un acuerdo reaccionario con Piñera contra las masas rebeladas, con los mismos que han legitimado con esto que los militares controlen las ciudades e impongan el toque de queda.

La política del Frente Amplio y del PC de un “nuevo pacto social” basada en las viejas instituciones reaccionarias de un régimen hecho a modo de la dictadura, no hace más que meter “contención” a la rebelión y reponer las ilusiones y expectativas de las masas en unas instituciones que nada tienen que ofrecer al pueblo trabajador, más bien lo contrario. Es en la “cocina” del Congreso donde se han profundizado cada una de las herencias de la dictadura, que están en la base del malestar social que ha impulsado la rebelión en las calles del país. Un “nuevo pacto social” sobre las bases de las viejas instituciones llevará a puras frustraciones.

Dar “apoyo” pasivo a las protestas y a la vez, buscar un pacto social sobre las viejas instituciones y las alianzas con una “oposición” del progresismo neoliberal que sostiene la política criminal y autoritaria de Piñera, es el camino de la contención y la impotencia, no el camino para transformar la rebelión en una gran huelga general con el movimiento obrero, la población y la juventud, que saque a los militares de las calles, que haga caer a este gobierno autoritario y de los ricos, y que permita avanzar a terminar con todo el viejo régimen y las herencias de la dictadura.

El PC y el FA, que dirige las principales organizaciones de masas como la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), No+AFP, el Colegio de Profesores, por nombrar sólo algunos ejemplos, están mirando completamente por la galería sin contribuir a que entre la clase obrera de forma organizada a la batalla con sus posiciones estratégicas y las “reservas” de millones de trabajadores cuya mayoría se encuentran desorganizados (sin sindicatos ni centrales) e intervienen en la rebelión pero diluidos y sin sus métodos de combate. Hasta ahora se han negado completamente a convocar a la Huelga General para derrotar el estado de emergencia y al gobierno empresarial.

La vía institucional (o eventualmente electoralista, de “elecciones anticipadas”) para “resolver” los problemas sociales es completamente impotente, más aun sobre este pacto reaccionario de la derecha y la vieja concertación. No será este régimen quien terminará con las alzas, las pensiones y salarios de hambre, los trabajos precarios, los altos arriendos, y múltiples herencias que están en la base del malestar social. No será con ningún “pacto social” ni diálogo parlamentario que tendremos mejores salarios y pensiones, trabajo estable, salud y educación pública, etc. Será mediante la huelga general y la movilización, con la clase obrera interviniendo y sobre las ruinas de este régimen, que podremos conquistar nuestras aspiraciones y anhelos.

Las organizaciones como la CUT, No+AFP y demás organizaciones ni siquiera han tomado el llamado de organizaciones como la Unión Portuaria que llamaron a preparar una “huelga general” contra el gobierno. Así, las burocracias transforman a la central y los sindicatos en organizaciones completamente conservadoras frente a la situación, en un momento de crisis donde está planteado que el movimiento obrero entre masivamente en escena mediante paros, huelgas y movilización radicalizada encabezando una huelga general. La vía institucional de la “izquierda anti-neoliberal” legitima por izquierda un régimen completamente anti-popular, ahora basado directamente en el poder militar.

Para los revolucionarios en cambio, se trata de luchar por un programa que partiendo de la rebelión popular, desarrolle las tendencias más avanzadas y se proponga derrotar a Piñera mediante la huelga general con movilización. Esta batalla debe ir acompañada por una estrategia que se proponga desarrollar masivamente la auto-organización de masas con asambleas, delegados y coordinadoras, que permita unificar la pelea, planificar democráticamente qué programa y estrategia se dota el movimiento para triunfar, e impedir un ataque más reaccionario o una salida de “desvío” institucional.

Lo que está planteado ya no es solo la defensa de las libertades democráticas frente a los ataques bonapartistas y autoritarios mediante los métodos de la lucha de clases (poner fin al toque de queda y al estado de emergencia), sino que avanzar a la derrota del gobierno mediante la Huelga General, e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, con representantes revocables y que ganen lo mismo que un trabajador y electos cada 20.000 electores. Una Constituyente verdaderamente Libre y Soberana no vendrá como dice el PC y el FA sobre estas viejas instituciones, sino sobre las ruinas del régimen neo-pinochetistas, es decir, sobre su caída revolucionaria para que sea una salida realmente favorable a los trabajadores y el pueblo, en el camino de luchar por un gobierno de los trabajadores de ruptura con los “poderes fácticos” que gobiernan el país. Hoy lo más democrático está en las calles, no en las podridas instituciones que están contra el pueblo trabajador.






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