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miércoles, 30 de octubre de 2019

Aniversario de la Victoria Sociata

Nos parece sumamente necesario dejar bien claro a que nos referimos cuando insistimos en que el PSOE no es mas que la "izquierda" del franquismo borbónico y que ni Felipe González ni José Luis Rodríguez ni Pedro Sánchez -o Francisco López y María Chivite en nuestro caso- han sido o son una auténtica opción para la emancipación de la clase trabajadora.

Por ello, hemos considerado vital traer a ustedes este texto dado a conocer por La Izquierda Diario:


Se cumplen 37 años de la aplastante victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982. Una victoria que generó una gran esperanza en gran parte de la clase trabajadora del país. Esperanza que pronto se volvió en rabia, frustración y cabreo.

Jorge Calderón

Dentro de dos semanas, volvemos a votar para elegir el futuro gobierno central, por cuarta vez en los últimos 4 años. Todos los partidos intentan buscar sus estrategias electorales y su mejor discurso para atraer a los y las votantes.

El PSOE del Presidente en funciones, Pedro Sánchez, insiste en que es el adalid de la izquierda, el mejor defensor de los intereses de la clase trabajadora y el único gobierno capaz de hacer políticas que beneficien al conjunto de la sociedad.

Sin embargo, la historia, nos dice que eso es totalmente falso. Para ello queremos recordar aquí los gobiernos socialistas anteriores, especialmente el de Felipe González, cuando durante 14 años (11 de ellos con mayoría absoluta), estuvo al frente del gobierno central.

Arrollador triunfo socialista con un gran apoyo obrero

El 28 de octubre de 1982 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), liderado por Felipe González, obtuvo la victoria más clara de la democracia española. Obtuvo el 48,11 % de los sufragios y 202 diputados, dejando en el “ostracismo político” a su rival político en la izquierda, el PCE, que pasó de 19 diputados a 4. También sufrió una hecatombe el partido gobernante hasta la cita electoral, la UCD fundada por Adolfo Suarez, que pasó de 157 diputados a 11 y que fue sustituida en el liderazgo del centroderecha por la Alianza Popular (AP), el actual PP, de Manuel Fraga, ex ministro de la dictadura.

Este gran triunfo electoral se gestó gracias a que el discurso socialista caló en gran parte de la juventud y el movimiento obrero. Se pensaba que su llegada al poder supondría poder llevar a cabo todas las tareas pendientes, como evitar el paro de masas y las consecuencias de la crisis económica entre otras muchas que la Transición había dejado al margen. Sin embargo, los planes de González y los suyos eran muy diferentes. Para comprender este desencanto, frustración y rabia posterior, pasamos a explicar algunas de las principales medidas tomadas.

Reconversión industrial y contrarreformas laborales

Nada más llegar al poder, el mismo partido que en campaña había prometido crear más de 800.000 puestos de trabajo y tomar medidas que mejoraran las duras consecuencias de la crisis económica que estaban sufriendo los trabajadores y trabajadoras, llevó a cabo la mayor destrucción de empleo conocida hasta la fecha.

La llamada reconversión industrial, liderada por el ultra liberal Solchaga, primero como ministro de Industria y luego de Economía, cerró gran parte de las industrias de sectores que se consideraban obsoletos, como la siderurgia, la construcción naval, o la minería.

Esto ministro mandó al paro a 100.000 trabajadores directos, pero el coste real se elevó hasta casi 650.000 personas entre empleos directos, comercios, etc. Estas cifras tan elevadas indican el desastre que supuso para muchas zonas del país, como Galicia, Asturias, País Vasco o Comunidad Valenciana, que dependían directamente de estas industrias.. Eso hizo que se dieran grandes movilizaciones contra estos cierres, siendo la más importante la de la localidad valenciana de Sagunto.

Esta por desgracia no fue las única medida contra la clase trabajadora que tomó el gobierno socialista y que le llevaron a un enfrentamiento constate con los sindicatos, incluido, el más afín, la UGT, cuyo secretario general, Nicolás Redondo era diputado socialista en el congreso.

Aplicaron una política de ajustes y de moderación salarial durante todos sus años de gobierno. En 1984 reformaron el Estatuto de los Trabajadores con el objetivo de «flexibilizar» el mercado de trabajo, lo que acabó provocando una precarización del empleo, al aumentar de forma considerable los contratos temporales frente a los indefinidos.

En 1985 incrementaron los años de cotización para cobrar una pensión, pasando de 10 a 15 años. Sin embargo el gran momento de enfrentamiento llegó en 1988 cuando el gobierno presentó el Plan de Empleo Juvenil, que introducía lo que más adelante se conocerían como «contratos basura». Entonces se produjo la Huelga General más importante de la historia reciente del país. El 14 de diciembre el país quedó completamente paralizado —se estimó que el paro lo secundaron ocho millones de trabajadores, además de autónomos y estudiantes-.

Esta jornada hizo que en aquel momento se pudiera frenan el plan, aunque años más tarde el gobierno lo consiguió aprobar, así como la introducción de las Empresas de trabajo temporal (ETTS) en el mercado de trabajo.

Entrada en la OTAN y la UE

No solo fue en el ámbito laboral donde el partido socialista cambió su discurso e incumplió sus promesas electorales. Con respecto a la entrada de España en la OTAN, que se había producido poco antes de su llegada al poder, pasó de decir “De entrada NO”, a apoyar su permanecia.

Para ello convocó y ganó por escaso margen un referéndum en el 86 con la promesa de no tener una integración militar plena, aunque esta se produjo años después. Esto hizo que desde entonces el Estado español haya participado en todas las misiones imperialistas (llamadas de paz) de esta organización militar o de la ONU, como la Guerra de Yugoslavia a principios de los 90, Guerra de Irak, Líbano, etc.

También culminó en enero de 1986 la entrada plena de España, junto con Portugal, en la entonces llamada Comunidad Económica Europea (CEE) la actual Unión Europea (UE).

Terrorismo de Estado

Sin duda este fue el aspecto donde más claramente se vio la integración del PSOE en las estructuras de poder del estado. No solo no “limpiaron” los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, como habían prometido, de los torturadores y asesinos de la dictadura que todavía seguían en activo, sino que los reforzaron. Todos los miembros de la Brigada Político-Social del franquismo siguieron ejerciendo su labor represiva e incluso algunos de sus más destacados miembros, como el temible Comisario Conesa, fueron ascendidos.

En cuanto al terrorismo de Estado, iniciado bajo los gobiernos de la UCD con la creación de los Grupo Antiterrorista de Liberación (GAL) para combatir el terrorismo de ETA y los GRAPO, los gobiernos de González intensificaron su actividad.

Hasta 1987 los atentados de los GAL causaron 28 víctimas mortales. Entre ellos destaca la detención, salvaje tortura, asesinato y entierro en 1983 por miembros de la Guardia Civil de dos jóvenes vascos, José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, por su “supuesta” pertenencia a ETA.

Tal fue la magnitud del terrorismo organizado del Estado contra el terrorismo que un ex ministro de Interior de estos gobiernos, José Barrionuevo y su secretario de Estado de seguridad, Rafael Vera, fueron condenados a diez años de prisión y doce de inhabilitación absoluta por el secuestro del ciudadano hispano-francés Segundo Marey, realizado por los GAL y por el desvió de “fondos reservados” a dicha organización. Finalmente solo cumplieron unos pocos meses al ser indultados por el gobierno del PP de Aznar.

Como vemos el mismo PSOE que hoy quiere ir del mejor gobernante de izquierdas posible, tiene tras de sí una historia de gobiernos marcada por los ataques a la clase trabajadora o el terrorismo de estado entre otras muchas cuestiones. Unas políticas que sin duda tiene en su ADN y que frente a la situación de crisis económica que ya nadie niega que está por venir, no dudará en, nuevamente, poner en marcha contra la clase trabajadora y los sectores populares.



Lástima que el autor haya tenido la urgencia de verse políticamente correcto acusando de terroristas a dos organizaciones antifascistas pues su texto, precisamente, viene a demostrar que rompimiento con el régimen anterior no hubo... sino más bien lo contrario.





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