Les compartimos este texto publicado en el blog Cuestionatelotodo:
La explosión se registró en una localidad cercana a la frontera con Siria, Suruc, cuyas autoridades denunciaron en varias ocasiones el respaldo del gobierno turco al Estado Islámico, engendro creado por Estados Unidos, Israel y la Unión Europea para desestabilizar aún más Oriente Medio, con dinero, pertrechos y entrenamiento.
Recientemente, la prensa turca denunció el paso por la frontera con Siria de camiones de las fuerzas de seguridad con armamentos para las agrupaciones terroristas que operan en el vecino país árabe, Siria.
La solidaridad mundial con la ciudad de Kobane, símbolo internacional de la resistencia contra el imperialismo y sus peones fascistas, como el citado Estado Islámico, preocupaba mucho a Washington, Bruselas y Telaviv, como también a Ankara, más interesada en acabar con la resistencia kurda que con los terroristas mercenarios al servicio del imperialismo.
Por eso los voluntarios y activistas que se concentraban en Suruc para ayudar a reconstruir Kobana y Rojava se conviertieron en objetivo: se trata, sin duda, de dar un aviso a los comunistas y otros grupos solidarios que, como pasó en España en 1936, están dispuestos a viajar a los paises víctimas del terrorismo capitalista, para echar una mano o, incluso, tomar un arma para defender a los agredidos. La complicidad del gobierno turco con el kamikaze que hizo estallar una bomba matando a 30 activistas e hiriendo a más de 100, la mayoría jóvenes, es evidente.
Aunque los medios de propaganda manejados por el imperialismo intenten hacer creer, como en la Guerra Civil Española, que los estados capitalistas son neutrales en el conflicto (recordemos las palabras de Churchill: “Los que están luchando son dos sistemas antagonistas en abrazo mortal. (…) Ninguna de las dos facciones representa nuestro concepto de civilización. Esta guerra no es cosa nuestra”), en realidad, como entonces, se trata de una guerra contra la clase trabajadora, frente a los pueblos díscolos, contra el comunismo, la solidaridad y la resistencia, y tanto Churchill ayer como los grandes autoridades terroristas de hoy siempre apoyaron, apoyan y apoyaran al fascismo, ese rostro desenmascarado del capitalismo.
Como sucedió después de la Guerra Civil española, las víctimas del fascismo jamás serán olvidadas hasta que se haga justicia, y los rostros de los caídos en Suruc serán, como los brigadistas internacionales de entonces, un modelo y una inspiración para continuar la lucha hasta la emancipación total de los trabajadores y de los pueblos.
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