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martes, 29 de octubre de 2019

Entrevista a Arnaldo Otegi

Gara trae a nosotros esta entrevista a Arnaldo Otegi en la que se abordan temas que están marcando la pauta en la política tanto a nivel del estado español como a nivel global.

Lean ustedes:


Arnaldo Otegi, Coordinador General de EH Bildu | Esta entrevista se realiza en Barcelona, donde Otegi ha firmado un acuerdo que llevaba proponiendo meses. No oculta su satisfacción, amplificada por un escenario que muestra que lo que soñaron con el cambio de ciclo en Euskal Herria es factible.

Ramón Sola

Con condenas políticas extremas, choques violentos en la calle y hasta la exhumación de Franco, todo huele al ambiente político de hace 40 años. Con una diferencia: entonces la izquierda abertzale se quedó sola, ahora las fuerzas soberanistas del Estado acaban de pactar un programa de mínimos que puede tener largo recorrido.

¿De dónde viene esta Declaración de la Llotja de Mar y adónde va, qué trascendencia le da?

En nombre de EH Bildu, yo llevaba ya dos años previendo una involución del Estado hacia niveles más autoritarios y planteando que en este contexto histórico era necesario sumar fuerzas y voluntades; sumar y multiplicar en vez de restar y dividir. Eso pasaba por un programa de mínimos y aquí está esta declaración, que suma muchas fuerzas en una foto inédita, con todo el soberanismo de los Països Catalans, el gallego y nosotros en representación del soberanismo vasco. No está el PNV, y a él le corresponderá decir por qué no. No es una mera declaración, es un programa político que hace frente a la deriva autoritaria del Estado. Es un primer paso, vendrán otros, pero lo importante era definir qué íbamos a defender ante el Estado español, ante la comunidad internacional y también en nuestros pueblos.

¿Se produce en este momento concreto porque es una respuesta a la condena?

También hemos querido que se diera en este contexto concreto, porque entendíamos que la respuesta al Supremo no tenía que ser solo en términos de movilización, sino también política. Llevábamos tiempo diciendo que hacía falta una respuesta política a un Estado que ha cambiado las reglas del juicio con el 155, con la imputación de sedición... Hacía falta un programa político para sumar y multiplicar frente al Régimen del 78, y aquí está. Lo que plantea es un modelo democrático para nuestras naciones, e incluso para el Estado español. Estamos muy satisfechos. Muestra que el trabajo da frutos.

¿Significa esta iniciativa que vamos inevitablemente al choque? Porque venimos de una minilegislatura estatal a la que se había entrado con otras perspectivas...

Fuimos a la campaña electoral de abril diciendo que íbamos a parar a la derecha y lo hemos cumplido: lo hicimos en Madrid, en Nafarroa, en ayuntamientos de la Rioja alavesa... Dijimos también que íbamos a apoyar un programa social, y lo hicimos con los decretos. Dijimos que íbamos a defender la autodeterminación y también lo hemos acreditado. Y dijimos que había que buscar una solución integral y definitiva al problema de los presos; sabíamos que con la derecha era muy difícil y entendimos que en un gobierno del PSOE con Podemos íbamos a parar al menos durante un tiempo toda la deriva autoritaria. No sabíamos si lo íbamos a conseguir, pero era nuestra responsabilidad intentarlo, así que hicimos esa apuesta. Aunque todos sabíamos que Pedro Sánchez no tenía interés en hacer un Gobierno de coalición y desgraciadamente Podemos ha cometido un gravísimo error político al creer que era más importante su presencia en el Gobierno que volver a dar a la derecha la posibilidad de ganar las elecciones.

A partir de ahí, ya avisamos de que en noviembre todo sería más difícil por la situación que crearía la sentencia. En este contexto, ¿vamos al choque? No decimos eso; lo que decimos es que frente a la contrarreforma o incluso frente a tímidos intentos de reformas cosméticas, nos alineamos con un modelo de ruptura, de dejar las ataduras de ese régimen, que se resume en este programa de mínimos.

¿Ha cometido un error de cálculo el Estado en Catalunya con esta sentencia? Ese día intentó vender como suave algo que ha enervado a este país...

Sí. El Estado tenía una arquitectura construida en torno a la «lucha antiterrorista»: Ley de Partidos, Audiencia Nacional, fuerzas de ocupación, torturas, guerra sucia en ocasiones... Cuando nosotros sacamos de la ecuación política vasca la lucha armada de ETA y ponemos sobre la mesa la necesidad de una estrategia de desbordamiento democrático, el Estado no tiene recursos contra eso, y entonces lo que está haciendo es acomodar esa arquitectura a esta nueva realidad.

Ya hemos aprendido algunas cosas con Catalunya: el Estado va a hacer guerra económica con la salida de empresas, va a aplicar el 155 (que cambia las reglas de juego totalmente, porque pueden dejarte sin autogobierno con un simple acuerdo del Senado), y le faltaba la tercera pata, que es esta sentencia que dice que te van a meter a la cárcel si pones urnas.

La condena ha traído una reactivación muy evidente del independentismo catalán. ¿Qué le hace falta al vasco para sacar la cabeza?

Nos ha satisfecho enormemente la respuesta de los jóvenes en las movilizaciones de Ernai, jóvenes a los que por cierto la Ertzaintza golpeó con saña y sin motivo alguno. Es un dato a tener en cuenta, hay un sector de la juventud que puede reconectarse con el proyecto nacional en unos meses en función de lo que hagamos. Creo que nos falta la ambición suficiente para llegar a modelos de movilización más masivos. Pero creo que eso se va a dar. No estamos en la misma fase que en Catalunya, no tenemos relación de fuerzas para eso y venimos de un proceso muy diferente, pero necesitamos acompasar nuestro proceso con el catalán porque juntos somos más fuertes. Creo también que nos falta conectar determinados proyectos existentes en el país con un proyecto nacional de emancipación. No conocemos la opinión de determinados movimientos con lo que está ocurriendo en Catalunya, parece que hay departamentos-estanco con agendas propias, pero en esta coyuntura histórica la agenda es democracia o autoritarismo, autodeterminación o 155, políticas progresistas o neoliberalismo puro y duro.

Todo lo que ha pasado estas dos semanas, ¿cómo cambia la perspectiva de EH Bildu para las elecciones del 10 de noviembre? No parece que valga ya el discurso de ser determinantes en Madrid...

Vamos con la conciencia de que hemos cumplido nuestra palabra y eso se suele premiar. Si premias a quien no cumple su palabra, la va a seguir incumpliendo. Es necesario ir a votar porque el independentismo va a ser más fuerte que en abril con toda seguridad y porque con este programa de mínimos va a ofrecer una posibilidad de un Gobierno que busque soluciones acordadas mediante diálogo. Ciertamente, pensamos que el Gobierno que va a salir de este 10N irá por otro lado, pero si estamos ahí la oportunidad va a existir. ¿Y si no existe? Pues si no existe, saldremos lo suficientemente fuertes para ser alternativa en nuestras naciones, para alzar la voz en el ámbito internacional y para mostrar al Estado que solo desde el soberanismo es posible vivir realmente en democracia. Algunos dicen que la gente está cansada, pero votar cuesta dos minutos.

¿Qué cree que pretendían con la exhumación de Franco y qué cree que han conseguido?

Lo importante no era sacar a Franco del Valle de los Caídos; es sacar al franquismo de las estructuras, la política, las elites del Estado. Sacar unos restos es fácil, en Iruñea lo hicimos en dos años con Mola. Vender como una victoria que se haya hecho tras 45 años refleja ante qué Estado estamos. Lo sustancial es acabar con la herencia de Franco en esas estructuras y ese es el reto que no van a encarar.

Insiste mucho en la probabilidad de una nueva crisis económica, ¿qué cree que desencadenaría, quizás otro tipo de respuesta popular?

No queremos ser catastrofistas ni alarmar a la gente, pero los indicadores están ahí. También en la CAV. Ayer leí un informe que dice que somos los que más poder adquisitivo hemos perdido en los últimos años en el Estado; de oasis vasco, nada. Espero que hayamos aprendido de la anterior crisis, que nos enseñó que es algo cíclico que produce el capitalismo y cuya consecuencia es que los ricos son más ricos y los pobres, más pobres. Mucha gente sobrevivió a esa crisis gracias a las pensiones de aitites y amamas. Tenemos pendiente un debate en el país sobre el modelo fiscal. Y hay que poner los presupuestos al servicio de quienes más sufren en estas crisis. Hay dinero y las necesidades se van a agravar, así que vamos a ponerlo ahí..

¿Con quién va a pactar los presupuestos el Gobierno Urkullu?

Todo parece indicar que ha elegido a Elkarrekin Podemos. Pensamos que sería un hecho bastante notable en términos políticos. Observamos en EP una copia de nuestro discurso, igual les exigimos el copyright. Cuando propusimos estos acuerdos, EP decía que no iba a pactar con la derecha vasca. Nuestra actitud es de mano tendida, pero en las claves que decía antes: vamos a poner el dinero en manos de quien lo necesita, los pensionistas, las mujeres, el pequeño tejido industrial del país...

El PNV seguramente dirá que en vísperas electorales en la CAV EH Bildu nunca va a apoyar sus presupuestos. ¿Es así?

No tenemos inconveniente, no estamos en el cálculo electoral, ya sabemos que somos raros en eso. Lo importante no es que haya elecciones o no, es la gente y por tanto es la política presupuestaria. Si el PNV está en disposición de un debate honesto, estamos preparados. El problema es más bien si el PNV quiere pactar con nosotros. Y otro problema es que está mal acostumbrado porque los acuerdos le suelen salir muy baratitos.

Otro tema pendiente este año es el del Nuevo Estatus. ¿Cómo queda tras la sentencia del Supremo? ¿Va a hacer mucha fuerza EH Bildu en esa cuestión o puede posponerse?

No. Es un tema central. Definimos como histórico el acuerdo sobre las bases y principios, porque cambian el modelo de relación de los tres territorios con el Estado. Pero no estamos por una reforma estatutaria, primero porque eso no cambia el modelo de relación con el Estado y después porque el Estado tiene herramientas para ir cambiándolo y ahora tiene además el 155 para quitártelo todo. Necesitamos un estatus de soberanía, confederal, que tenga un fondo de poder competencial que nos permita hacer frente a los problemas (y aquí lo socioeconómico es fundamental) y que tenga además un sistema de garantías que imposibilite al Estado la injerencia en esas competencias.

A partir de ahí, a lo que sí estamos dispuestos es a hacer un plan de gestión sobre ese acuerdo: ¿queremos ir a Madrid con él o no queremos ir? Si vamos y Madrid dice no, ¿qué hacemos después? Vamos a hablarlo, no estamos planteando hacer un modelo catalán al día siguiente, podemos hacerlo con serenidad, con inteligencia, sumando cada vez más sectores... Pero una reforma estatutaria, no; ahí no vamos a estar porque el país no necesita eso, sino un proyecto de país, un horizonte.

Volvemos a Catalunya para cerrar. Como persona que ha pasado muchos años presa por su actividad política, ¿tiene algo que decirles a los líderes catalanes encarcelados, ante un cautiverio que parece apenas estar empezando?

Estuve con ellos y pienso volver a visitarlos. Los veo tranquilos por la reacción en Catalunya. Saben que son un referente moral; eso da satisfacción pero también responsabilidad, son conscientes. A partir de ahí, oigo que en Europa se habla mucho de revoluciones y aquí tenemos a una revolución democrática y pacífica, a 500 kilómetros de nuestro país, y a veces me parece que aún no nos hemos enterado. Hay gente que se obnubila con Hong Kong o Kiev, habla de «revolución de las flores» y así, cuando Catalunya está aquí y es totalmente admirable. Ellos son parte de esto y tienen toda mi solidaridad y mi cariño.






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