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miércoles, 11 de octubre de 2017

El Desborde Ciudadano

Con respecto a lo que está acontenciendo en Catalunya y sus ecos por el mundo entero, les compartimos este vital comentario dado a conocer por Naiz:


Xavi Mínguez y Iosu del Moral | Militantes de Antikapitalistak

Dignidad contra odio, voluntad popular contra brutalidad policial, democracia contra autoritarismo. Algunos piensan que el franquismo en España es como un miembro fantasma, que ha desaparecido y no se ve, pero se nota; otros pensamos que ese miembro nunca se cortó, sólo mutó. La utilización de la violencia represiva contra el pueblo de Catalunya por parte del régimen no la olvidaremos jamás. La huella que ha dejado va a ser imborrable. Hace días les gritaban «a por ellos» al salir de los cuarteles, y el 1-O le rompieron dedos de las manos y brazos a la gente, le arrancaron el ojo a un defensor del derecho de las personas a decidir qué quieren ser. A muchos otros le quitaron el velo que impide ver la necesidad de terminar con un régimen del 78 moribundo. Las diferentes formas de violencia no terminarán aquí, así lo dejó caer el Jefe del Estado y nieto político de Francisco Franco Bahamonde cuando dijo «Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional». Yo entendí «Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». Apartado 1 del Artículo 8 de la Constitución Española.

Estamos en una gran encrucijada, no sólo en Catalunya, sino en todo el Estado. Un desborde ciudadano, popular y democrático que se traslade desde Catalunya al resto de los pueblos del Estado puede llevarnos al final de esta etapa histórica, al final del postfranquismo, y avanzar hacia horizontes constituyentes. La victoria del bloque de la restauración puede llevarnos a una mayor involución de los ya devastados derechos sociales y políticos, a un mayor centralismo jacobino, a un cierre autoritario ante los gritos de democracia. Necesitamos ser valientes, necesitamos completar el proceso destituyente que abrió el 15M, que siguió con las Marchas de la Dignidad y las Mareas, y al que el pueblo catalán ha contribuido de una manera fundamental. Necesitamos avanzar en la construcción de un bloque histórico que nos lleve a procesos amplios en los pueblos del Estado para que libre y democráticamente determinen su voluntad. La ventana de oportunidad abierta nos puede llevar a grandes transformaciones sociales y políticas, y las queremos todas. Tenemos que mostrar toda nuestra solidaridad con el pueblo de Catalunya, a la par que debemos empezar a plantear como formular desde los pueblos del Estado, en nuestro caso desde Euskal Herria, ese proceso de destitución del régimen del 78 y constitución de una nueva forma de vivir que respete la autodeterminación de los pueblos, y si desde su libre voluntad así lo deciden, avanzar en la construcción de modelo confederal.

Para construir ese bloque histórico, el PSOE ni está ni se le espera, por mucho que hable de diálogo y critique la actuación del Gobierno; es partido de régimen, agente de la restauración por arriba que quieren los poderes del Estado y el gran capital, es cómplice imprescindible de lo sucedido la última década en Catalunya. Creo que el esfuerzo de arrastrar al PSOE hacia la «sensatez democrática» es en balde. Tratar de hacer que forme parte de un bloque histórico de ruptura con el régimen actual es ceguera. Habrá que ver cómo se colocan los jeltzales, con qué fuerza pisa suelo su pata nacionalista y cuanto pesa su pata neoliberal; ahora mismo se sujetan mutuamente con el PP para aprobar presupuestos y llevar adelante su agenda económica, sus grandes proyectos y su política para las élites.

La solución del referéndum pactado es preciosa, ideal, cualquiera la firmaría, hasta la CUP. El error estriba en tratar de jugar con naipes al poker, en no establecer alianzas para facilitar la culminación del proceso destituyente del régimen, en no darse cuenta que cuando los tiempos corren deprisa hay que poner el pie en el acelerador y no en el freno, en no entender que los derechos raramente se logran acatando la legalidad de un régimen construida para autoperpetuarse, en no ponerse al lado de quien quiere una república catalana con derechos sociales fuertes y ayudarle a pilotar el camino hacia una sociedad justa e igualitaria. El error estriba en no empaparse de la alegría, esfuerzo, desobediencia e ilusión que viene desde Catalunya para avanzar hacia horizontes constituyentes.







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