Traemos a ustedes este comentario editorial publicado por Gara:
Habrá quien piense que la propuesta lanzada por un grupo plural de representantes de la sociedad civil vasca para conformar listas unitarias a la izquierda del PNV, del PSE y del PSN de cara a las próximas elecciones estatales ha tenido un recorrido más bien corto. Vista la reacción de la mayoría de partidos interpelados –precipitada y un tanto despectiva en el caso de la dirección de Podemos-Ahal Dugu en la CAV, tibia o poco entusiasta en el de Irabazi y Equo, receptiva en el de EH Bildu–, esa lectura pesimista resulta comprensible. Además, como fórmula conductista de supervivencia política, los vascos y las vascas han desarrollado durante las últimas décadas mecanismos de contención de las ilusiones y las expectativas en relación a propuestas que una mayoría social podría considerar sensatas, lógicas o cuando menos interesantes. No confundir, en todo caso, cautela con cinismo, otro de los efectos perversos de este periodo.De todos modos, si atendemos a la reacción que dicha propuesta ha tenido en las bases sociales de esos partidos –así como al silencio nervioso de sus adversarios–, si miramos al debate que ha provocado y si tenemos en consideración las perspectivas políticas que se abren de aquí a fin de año en el Estado español, también cabe concluir que la propuesta ha logrado ya algo relevante: abrir el debate y plantearlo en términos generalmente rigurosos y respetuosos.Los protagonistas del llamamiento tienen parte de «culpa» en el resonar social de la propuesta, sin duda. El conjunto de nombres que respaldan este manifiesto es un soplo de aire fresco cuando las propuestas políticas y el debate público tienden a reproducir permanentemente esquemas del pasado, a menudo de boca de personajes del pasado. No es que estas personas sean nuevas en la política vasca. Las veintisiete tienen en común haber sido siempre referentes en la defensa de libertades y derechos. Pero también representan sensibilidades distintas, tienen trayectorias reconocibles por todos que en momentos concretos han sido paralelas o divergentes; algunas no se han alineado demasiado públicamente. En este momento, visto el panorama político general, han decidido dar un paso adelante. Es honesto, es interesante y es positivo. Y han escrito un buen texto de partida. Poco más cabe esperar de una iniciativa así, y muestra que aún hay pulso social, que esa sociedad civil autónoma existe y que si aparca sus egos, cuitas y obediencias puede aportar mucho en clave de país y de clase.Las cuentas clarasDado el proceso de descomposición institucional y social del Estado español y su volatilidad política, lo que implica que no es fácil saber cuál será «el precio de la carne y el pescado» cuando se convoquen esas elecciones; teniendo en cuenta que el sistema de reparto de escaños en esos comicios es muy particular y, por lo tanto, que es casi imposible saber qué puede beneficiar más a determinados intereses particulares y partidarios llegado el momento; considerando que la «nueva normalidad» que sostienen en nuestras instituciones el PNV y el PSE choca con parte importante de la realidad sociopolítica vasca y es, en consecuencia, menos estable de lo que aparenta… a las direcciones de los partidos interpelados se les debe pedir prudencia, inteligencia, cálculo básico, altura de miras y un mínimo de empatía.Si alguien pone por delante sus fobias personales o colectivas, debería entender que es posible que la falta de simpatía sea mutua. Si alguien entiende esta propuesta solo en relación al miedo del resto a perder algo –a una muestra de debilidad, por así decirlo–, es posible que omita que por sí solo apenas puede ganar nada. Si a pesar de estar de acuerdo con los tres ejes que vertebran la propuesta, francamente inapelables, alguien decide legítimamente no aceptarla, debería dejar este punto claro. Puesto que, más allá de la propuesta concreta de configurar listas unitarias, el cambio político requerirá antes o después de la aportación de todos los aludidos. Otra de las virtudes de la propuesta es su carácter seminal, que visto el debate durará más allá de su caducidad concreta. Toca un sentir y un pensar común.Las cuentas están claras. Solos no da, no le da a nadie. Ni en Catalunya, ni en Madrid, ni en Iruñea ni en ningún otro sitio. Es un momento histórico y esto requiere decisiones de calado histórico. También perseverancia y paciencia. Entre otras cosas, para dominar el dramatismo, ya que puede que haya caminos diferentes para llegar a un mismo objetivo. Hay puntos de acuerdo posibles y posibles puntos de encuentro. Todo lo demás es rendirse al fatalismo o a un idealismo necio.
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