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martes, 16 de enero de 2018

Javier Esparza y la Pax Upeniana

Vaya, de forma casi mesiánica, Esparza se ha dado a la tarea de secuestrar a UPN con la intención, suponemos, de liderar la Cruzada navarrica en contra del gobierno plural al que se ha denominado "del cambio".

De entrada, nos parece apresurado, como si al año y medio que le queda a la legislatura navarra no valiera para nada.

Pero bueno, les invitamos a leer esta análisis dado a conocer por Naiz:


De forma sorpresiva, UPN ha anunciado un proceso exprés de primarias que quiere dejar cerrado el 28 de enero. El golpe de efecto deja la vía abierta al actual presidente del partido, Javier Esparza, para que se presente a la renovación sin interferencias y sin que se reabran viejas enemistades que tanto les costaron en las elecciones de 2015.

Aritz Intxusta

El líder de UPN, Javier Esparza quiere aprovechar esta pax romana interna para asentar su posición. De ahí la prisa por ventilarse las primarias el próximo día 28. Tiene su lógica habida cuenta de las cuchilladas que hubo en las anteriores, cuando Esparza ejerció el papel de Bruto, clavándole una daga por la espalda a la emperadora Barcina. Aquella puñalada fue antológica. Habiendo sido ya elegido como cabeza de lista en las primarias de noviembre de 2014, Esparza sorprendió en marzo –cuando ya había carteles electorales con su cara en las calles– asegurando que si Barcina iba en las listas, él se retiraba. A la presidenta del partido no le quedó otra que rendirse. Cinco semanas después, UPN perdió las elecciones.

La pax romana surge de forma análoga a esta pax de UPN, justo después de la cuarta guerra civil desatada tras la muerte de César. Augusto se impuso a Marco Antonio y Cleopatra, que se suicidan primero el uno y luego la otra. Así se inicia un periodo de paz que dura más de dos siglos. Los emperadores se sucedían sin contestación, pues si alguien les cuestionaba le cortaban el cuello. La pax en UPN funciona igual; hay disidencia, pero escondida y desarbolada por miedo a la crucifixión.

La diferencia entre aquella pax romana y la pax que vive UPN estriba en que la primera fue una etapa de prosperidad y la de UPN es una desalentadora travesía en el desierto. De ahí que perviva un hondo malestar en personas de peso del partido que creen que Esparza no será capaz de recuperar el Gobierno e, incluso, hay algunos que prefieren que no gane. Y esto segundo es trascendental y totalmente nuevo.

UPN no ha sabido renovar un discurso que se queda viejo y, aunque hay afines simplones que no lo perciben, muchos otros sí que son capaces de ver esta carencia. En estos días, algunos críticos han sondeado a viejos enemigos de Esparza, pero parece ser que estos se han encogido de hombros y les han dicho que no moverán un dedo, sencillamente porque prevén que perderían. Prefieren que Esparza se la pegue, porque saben que, de tener una oportunidad, esta vendría tras la segunda derrota del exalcalde de Agoitz. Así que, ¿para qué quemarse y salir crucificados en estas primarias?

Probablemente juegue inteligentemente Esparza al sacarse de la chistera unas primarias exprés durante esta pax, porque es hoy por hoy muy sólida. Y es que hay algo que Esparza ha sabido hacer muy bien: diluir los bandos. Ahora UPN es uno, con muchos desencantados, pero sin facciones. Esto lo ha logrado gracias a aparentes nimiedades. María García Barberena, la responsable de afiliación, ha estado organizando campeonatos de pádel y salidas al monte. Así, sudando juntos, los afiliados han limado muchas asperezas. Ahora las heridas de las guerras abiertas entre facciones ya no sangran, solo escuecen.

Pero el gran dilema de Esparza no es erigirse candidato, sino seleccionar acompañantes. A día de hoy, el histriónico discurso de UPN no es tanto de Esparza como de un cuarteto de eternos jóvenes amigos del tinte Grecian 2000 que elevan la voz hasta puntos ridículos soñando con despuntar y lograr su escaño en el Parlamento. Es esta cuadrilla la que puede cargarse el discreto trabajo de García Barberena, pues genera un fuerte rechazo entre correligionarios más serios, que pueden acabar quedándose en casa o, quizás, elegir callandito otra papeleta el día de las elecciones entre la múltiple oferta que tiene la derecha: PP, Ciudadanos... o PSN.

A día de hoy, cabe dudar de que Barcina, Salanueva, Catalán o el propio Sanz corran prestos a ayudar a Esparza en campaña, y como ellos muchos otros dinosaurios con tirón. Puede que Esparza solo cuente para el esprint con esos jóvenes que en lugar de entonar aquel memento moris («recuerda que eres mortal») a su oído, susurrarán al agoizko que él es el mejor, que él es Navarrísimo, aquel lema inefable de la pasada campaña.

Y es que el dilema real de UPN esta vez no es el candidato, pues no se albergaban demasiadas dudas de que Esparza sería quien tomaría las riendas para intentar la Reconquista. La gran pregunta es si, después de estos cuatro años, UPN sigue siendo el corcel brioso que fue en otros tiempos o, volviendo a las metáforas clásicas, si Esparza cabalgará sobre la grupa de Bucéfalo o sobre la de Rocinante.






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