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sábado, 27 de enero de 2018

Egaña | Despertar a la Bestia

Les presentamos este texto de Iñaki Egaña acerca de la deriva españolista del PNV, el mismo ha sido dado a conocer en su cuenta de Facebook:


Iñaki Egaña

Cuando la debilidad en la posición aprieta, cuando la deriva política supera las expectativas más negativas, cuando el enemigo ha avanzado tanto trayecto a costa de nuestra dejadez… es entonces cuando reforzando nuestra impotencia apelamos a dejar tranquila a la bestia, mantenerla en su letargo sin sobresaltos, como si se tratara de una marmota que únicamente resucita en primavera para acostarse de nuevo en otoño. Es decir, suplicamos que siempre sea invierno, que la oscuridad cubra valles y llanuras, pueblos y ciudades y, así, Petronor e Iberdrola sigan siendo los amos de nuestras vidas. Entre otros.

Este argumento de mantener la quietud, el congelamiento político, el invierno inmortal para no despertar a la bestia lo hizo célebre, de una manera que he de confesar me sorprendió, por eso de que fijó su discurso histórico en la crítica al Régimen del 78, Pablo Iglesias, dirigente de Podemos: “los independentistas han contribuido a despertar el fantasma del fascismo”.

La respuesta del gallego Xosé Manuel Beiras a la inoportunidad de Iglesias tuvo su altura: “decir que los independentistas catalanes despiertan el fascismo equivale a decir que las mujeres maltratadas despiertan el machismo o los negros el racismo”. Tenía razón. Es el talento esgrimido durante eternidades de todos aquellos que se sienten cómodos en esos escenarios antárticos.

No es novedad, sin embargo. La izquierda europea dejó en orfandad a sus aliados españoles, con dignas pero escasas excepciones, en aquella sublevación incívico-militar de las derechas españolas contra la Segunda República. La que degeneró en la guerra civil. Entonces no había que mentar ni enfadar a la bicha por temor a que desperezase. Y no se hizo. Pero la bicha, en retroceso electoral en nuestros países vecinos, Francia y España, cambió armas por urnas. Y Hitler avanzó a la toma de Europa.

Hace pocos días, siguiendo su habitual estela de repartir estopa a la izquierda abertzale y a ELA una vez por semana, como la celebración de las misas mayores, Koldo Mediavilla, miembro del EBB del PNV y su secretario de Acción Institucional, repetía, más o menos, la idea de Iglesias, con el tema de los presos políticos vascos. No hay que hacer propaganda de supuestos contactos con el tema de presos porque al PP no le gustan, aguzan a la bestia: “Habíamos llegado a la conclusión de que era mejor trabajar en la cocina para obtener resultados ciertos en lugar de la propaganda y el exhibicionismo”.
Esta torticera lectura de que el PP es un partido demócrata que no hace más a favor de los derechos humanos por la presión de unos supuestos ultras que le soplan en la oreja el aliento de la involución, únicamente se sostiene en el imaginario literario de quien comparte, como él, posiciones inmovilistas. La bestia está activada, y vaya que lo está, en ese espacio comunitario que llamamos Europa, o mejor Occidente (incluido EEUU, Rusia e Israel), pero especialmente en España, donde aquella transición a la que ahora recurre Iglesias como acervo histórico español positivo, dejó intactos los balaustres del sistema.

El mundo jeltzale ha transmitido recientemente en tres ocasiones su “trabajo en cocina” para abordar temas coyunturales de trascendencia: desarme, presos y Catalunya. Y en las tres ocasiones, su discurso ha estado lleno de charlatanería dedicada a ofrecer la impresión de un complejo sistema de redes que maneja en la trastienda. Pero quienes de verdad la conocen, saben a la perfección que en esa cocina únicamente hay berzas. De tamaños y formas diferentes. Pero berzas a fin de cuentas.

Urkullu y Fernández, piezas entonces del PP, maniobraron hasta última hora para frenar el diseño del desarme de ETA focalizado por los Artesanos. Fue el mismo Mediavilla quien escribió: “Los servicios policiales de España y Francia conocen perfectamente dónde están escondidas las armas que aún ETA posee. Saben dónde se encuentran ocultas. Cuatro, cinco o seis almacenes perfectamente vigilados –aquí y allá–, balizados a la espera de que alguien los pretenda desprecintar y vaciar. Trampas custodiadas a la espera de que el ratón busque su queso”. Esta fue la actitud jeltzale durante todo el proceso. ¿Quién era su fuente?

Tampoco concebían que un puñado de electos de una entidad administrativa reciente (Ipar Euskal Herria) y cuatro baserritarras tuvieran contactos y temple negociador en el mismísimo Elíseo. Ambos intentaron poner también en ridículo la convocatoria a favor de los presos en París, también la de Bilbao. La razón, la misma. Daban más credibilidad a los informes trucados del CNI que a lo que les contaban sus fuentes más cercanas.

Con Catalunya, la posición pública de Urkullu ha sorprendido a intermediarios y protagonistas, tanto en prisión como en el exterior. ¿Urkullu de puente para evitar la aplicación del 155? Ni siquiera el senador jeltzale Jokin Bildarratz fue capaz de articular una frase en ese sentido cuando le preguntaron en Madrid por la labor intermediaria de su lehendakari, unas horas después de la filtración. Una intermediación que el propio Urkullu ha desmentido en la reunión privada que ha tenido recientemente con los embajadores de la Unión Europea en Madrid para expresar su posición sobre el proceso soberanista catalán. Su “intermediación” en el caso catalán lo fue para apuntalar las posiciones del Gobierno de Rajoy.

Este es el escenario real, lejos de los fuegos de artificio del que nos nutren a los ciudadanos, como en esos anuncios televisivos donde la consecución de la felicidad se encuentra a un palmo de la fragancia de una colonia o a un acelerón del automóvil más moderno del momento. La presencia mediática no debería sugerir que detrás de la misma hay actividad. No al menos en los casos señalados. Y si la hay, probablemente es contraria a la ofertada.

La bestia no es una marmota, ni mucho menos. Es una hidra gigante que permanece alerta las 24 horas del día, 365 días al año. Se equivoca quien piense que se esconde en tugurios bajo tierra, en bajeras de extrarradios capitalinos, en sedes de partidos que tanto en 1936 como en 1941 fueron elevados a categoría divina y hoy apenas tienen relevancia electoral.

La bestia está bien despierta y no ha echado siquiera una cabezada en las últimas décadas. En Hego Euskal Herria fue reforzada con el Pacto de Ajuriaenea, con aquellos acuerdos entre el PNV y el Gobierno de Aznar, con el "A por ellos" antes de Lizarra-Garazi. También se encuentra envalentonada en los juzgados, en los tribunales superiores, en las instituciones, en los cuarteles, en las comisarías, en las oficinas de servicios de inteligencia, en las parroquias y obispados, en las asociaciones colegiadas, en los consejos de administración de las empresas del Ibex, en las academias “nacionales”, en las distribuidoras culturales, en los medios de comunicación, en las transnacionales, en federaciones deportivas. Hagan un pequeño ejercicio de asociación entre nombres y empresas o colectivos y completarán la ficha.

Su fortaleza se mide precisamente en el corrimiento del resto de fuerzas y sectores políticos hacia sus posiciones. Durante décadas, hemos asistido a esa absorción por parte de la bestia de la socialdemocracia, escorada hasta convertirse en un pizca más de ese entramado neoliberal que atenaza a la humanidad, convirtiéndola en un mero número estadístico de consumo. Pablo Iglesias y su proyecto han abierto también la senda para repetir lo que hicieran los predecesores del partido que creó otro pionero, de su mismo nombre y apellido.

De la misma manera, aquel “separatismo templado” que citaban los informes de los gobernadores civiles en suelo vasco y que representaba al PNV, se ha convertido en una mera gestión de un territorio en manos de especuladores, nacionales o extranjeros. Lo dramático es que el poder de la bestia le ha escorado hasta convertirle en un aliado más de la misma. Con el añadido de correveidile.






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