Este reportaje publicado en el Diario Vasco va a sorprender a más de uno de nuestros visitantes asiduos, sobre todo a quienes con toda razón defienden el trato ético a los animales y exigen que termine ya esa "fiesta brava" de la que tan orgullosos se sienten los españolazos y los españolitos, y también apostamos a que la información vertida va a cimbrar a más de un mexicanito españolista.
No podemos ocultar que a nosotros nos desagrada esta tradición y compartimos la opinión de que hoy en día la tortura no es ni puede ser cultura y que ningún estado debe financiar una actividad que le rinde muchos dividendos a unos cuantos. Pero la historia es lo que es y en este blog la reflejamos tal cual en un intento por demostrar la diversidad de temas que constituyen la identidad vasca.
No podemos ocultar que a nosotros nos desagrada esta tradición y compartimos la opinión de que hoy en día la tortura no es ni puede ser cultura y que ningún estado debe financiar una actividad que le rinde muchos dividendos a unos cuantos. Pero la historia es lo que es y en este blog la reflejamos tal cual en un intento por demostrar la diversidad de temas que constituyen la identidad vasca.
Aquí lo tienen:
El origen vasco del toreo a pie
José Letona sostenía que el toreo a pie nació en la zona pirenaica vasco-navarra
Kepa Oliden
A diferencia de la pelota, un juego que no es originario vasco pero quedó arraigado aquí, el toreo, que sí es originario de estas tierras, se desarrolló en el sur y en el centro de la península ibérica. José Letona (1908-1987) argumentaba esta afirmación en una extensa tesis que vio la luz en 1983 y que sostenía que la lidia a pie se inició en el Pirineo vasco-navarro «porque el pastor vasco, pastor a pie, se enfrentó al toro de esas maneras». En cambio, el pastor del sur «conducía al ganado a caballo». Más tarde, el toro se hizo pastueño al trasladarse al sur. Allí los pastores se defendían del animal a caballo, cuarteando. De lo que nació el toreo en redondo.
Letona subraya la antigüedad del toreo vasco profesional datando a los primeros toreros de estas tierras en el año 1400 «cuando toreaban en las plazas de Balmaseda, Azpeitia, Mondragón, Tolosa, San Sebastián y Pamplona. En cambio, a los primero pelotaris los conocieron nuestros abuelos», asevera.
El cronista extrae un dato histórico ilustrativo: en las bodas del rey Felipe IV (1621-1665) se lidiaron toros en la Plaza Mayor de Madrid. «Los toreros a caballo era originarios de Andalucía, Castilla y Extremadura, mientras que los de a pie era de Navarra. Son afirmaciones -señala Letona- que constataron incluso Cossío, Ortega y Gasset y Gabairu».
De hecho, el famoso filósofo Ortega y Gasset mantenía que el nombre más antiguo que se conoce de torero, en el sentido de que se presentaba con una cuadrilla organizada y disciplinada, es nada menos de Zaracondegui, apellido indudablemente vasco.
Otro de los toreros 'prehistóricos' que menciona Letona es el que inmortalizó el pincel de Goya en su Tauromaquia: Martín Barcáiztegui 'Martintxo', natural de Oiartzun.
Y es que la etimología y los apellidos vascos no faltan en el mundo taurino. Decía Letona que «tenemos una nueva prueba» del arraigo vasco de los toros «al constatar que varias de las primeras ganaderías que registra la historia y que alcanzaron muy notoria fama, son auténticamente norteñas, vasco-navarras para ser más concretos. A cualquier mediano aficionado le suenan nombre casi legendarios como Carriquiri, Gendulain, Espoz y Mina, Zalduendo... Posteriormente son otros muchos ganaderos de reses bravas los que inscriben sus apellidos vascos con caracteres triunfales en la historia de la 'fiesta': Urcola, Urquijo, Murube y Miura (Mihura, muérdago en euskera), como indiscutible póker de ases.
Etimología vasca
José Letona realizó un pormenorizado análisis del léxico de origen vasco presente en el mundo taurino. Comienza aludiendo a uno de los documentos más antiguos que atestigua el enfrentamiento del hombre y el toro. Se trata de la Estela de Clunia, que muestra a un hombre empuñando un arma punzante y portando un escudo en actitud de acometer. En una inscripción en caracteres ibéricos, según estudiosos como Juan Bautista de Erro y Azpiroz, puede leerse 'ni beyarnari', que podría traducirse como 'toreador' o 'lidiador de toros'.
Pero el cronista arrasatearra también recoge las palabras de José Luis Domenge, quien en su obra 'La gran mancha ibérica' sostiene que diversos términos taurinos «no pueden proceder sino del euskera». Y plantea como ejemplo más paradigmático el caso de la tan castiza exclamación 'olé', al que algunos atribuyen ascendencia árabe. «'Olé' quiere decir en euskera gusto, complacencia; como 'oleki' quiere decir 'a placer' o 'a gusto'.
En la obra citada, su autor sostiene que el sustantivo 'morlaco' aplicada al toro viene de la denominación vascuence 'm(b)iur-lako', que se traduce por 'puntas torcidas'. Lo mismo que 'burel', con el que designamos al toro, viene de 'bur-ele' que en euskera significaría 'cabeza de ganado'.
La palabra 'berrendo', que utilizamos para designar a uno toro que tiene color de capas sobre otro distinto, a forma de manchas más o menos extendidas, que harán que sean 'berrendo en negro' o 'berrendo en colorado', pone por caso, también provendrían del euskera, en que 'birrindu' quiere decir 'esparcido' o 'disperso'.
Otra palabra más a la que este autor atribuye una procedencia vasca es 'garrocha', que derivaría de 'aga-erotza' que significaría 'palo largo para hacer caer', lo que en realidad viene a ser la garrocha. Una modalidad de salto sobre el toro que se perdería al igual que el toreo primitivo norteño, que Letona sostiene que era muy atlético con quiebros, cortes, ziz-zagueos... que se han perdido para dejar paso al toreo 'ballet' o danza que hoy impera en el toreo andaluz.
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