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jueves, 3 de octubre de 2019

El Neolítico Vasco

Por conducto de El Correo retornamos al tema de los vestigios dejados en el territorio de la actual Euskal Herria por parte de las sociedades neolíticas.

Lean ustedes:


Menhires, túmulos y crómlech marcan la ruta de los lugares venerados por nuestros ancestros, un tesoro patrimonial que conviene descubrir y preservar

Iratxe López

Parece que sirvieron como sepulcros colectivos, pues se han encontrado en ellos restos humanos y ajuares funerarios. Tal vez también se edificaron en el monte a modo de llamada, para reclamar un territorio. O los utilizaron con la intención de reforzar la identidad grupal. Sea como fuere, los dólmenes jugaban un papel esencial en la antigüedad, especialmente durante el Neolítico. También en el vasco, puesto que entre nuestras fronteras se han hallado más de 270 monumentos. Algunos son perfectamente visibles, en otros se necesita intuición para descubrirlos. Hoy acercamos a estas líneas una lista somera para quienes se animen a buscar las huellas que aquellos antepasados abandonaron sobre colinas y espacios abiertos. Y disfrutar, de paso, de las vistas y del monte.

Comenzamos esta cita con la historia por Álava, donde su valor arqueológico es indudable. Aunque la palabra dolmen signifique en bretón 'mesa de piedra', a algunos les han añadido apellidos sugerentes como Sorginetxe (casa de la bruja) o Chabola de la Hechicera. Es innegable que el misterio siempre ha envuelto su existencia. Aseguran los expertos que la provincia cuenta con 72 dólmenes y 45 túmulos, mientras que ambas construcciones suman 128 en Bizkaia y 222 en Gipuzkoa, muchas de las cuales han sido declaradas Bien Cultural en la categoría de Conjunto Monumental.

Un soldado de Napoleón

Dieciséis son dólmenes que lucen esta distinción en Álava. Los de Sorginetxe, en Arrizabalaga, y Aizkomendi, en Egilaz, son dos de los más visitados y se encuentran en la Llanada alavesa. El primero, de estructura poligonal, se levanta sobre 2,5 metros. Seis grandes losas de roca caliza sostienen la cubierta, proceden de la cantera del Arrigorrista. Fue excavado en 1890 por Julián de Apraiz, quien encontró restos de tres cadáveres y una punta de flecha de sílex. El segundo, uno de los más grandes del País Vasco, hallado por el labrador Ricardo Becerro de Bengoa en 1832, mide 4 metros de largo, 3 de ancho y otros 3 de alto. Cuenta además con 10 losas. En sus fauces se encontraron más de 300 cuerpos, todos hombres, incluido curiosamente un soldado de Napoleón que huiría de Vitoria en 1813. También puntas de cobre pertenecientes a lanzas y flechas.

Dentro de las lindes de Elvillar (Rioja Alavesa) esperan la Chabola de la Hechicera y El Encinal. El primero está considerada una estrella por méritos propios. Rescatado en 1935, dispone de 9 losas más galería con otras 5. Debido a su teatral aspecto, la víspera de fiestas patronales celebran allí un akelarre con macho cabrío y brujas incluidos. La realidad reveló restos humanos de 39 sepulturas, hachas, partes de cerámica y aros. El del Encinal, en cambio, tiene cámara poligonal de seis ortostatos (bloques verticales) y un corredor con siete losas. Dentro había también restos humanos.

130 enterramientos

Montecillo, en Villabuena de Álava, se descubrió en 2009. Había sido saqueado, aunque durante las excavaciones se encontraron fragmentos de hueso y cerámica. Consta de cámara poligonal formada por seis bloques y corredor. Layaza, en San Martín, es uno de los más deteriorados. Siete ortostatos dibujan la forma poligonal de su cámara principal. Mientras que los de Alto de la Huesera y Los Llanos, en Laguardia, resultan dignos de mención.

El primero, de tipo corredor, parece un buen ejemplo de sepultura colectiva. Allí había 130 enterramientos, herramientas de sílex, fragmentos de cerámica y elementos decorativos. Se sabe, además, que lo utilizaron durante cerca de 2.000 años de forma intermitente, hasta el inicio de la Edad de Bronce. El de los Llanos fue usado más de mil años. Descubrieron unas cien personas enterradas, junto a herramientas de sílex, objetos de hueso, cerámicas campaniformes y utensilios de cobre correspondientes al Calcolítico.

La nueva cita aparece con Sotillo, en Leza. De estilo corredor y cámara poligonal, contenía 13 sepulturas, objetos de sílex, materiales metálicos y un cuenco campaniforme. Y conviene acercarse a La Mina y La Lastra, en Lantarón; o a San Sebastián I, San Sebastián II, Gurpide Sur y Gurpide Norte, en Kuartango, todos Bien Cultural como los mencionados antes.

En Bizkaia los hallazgos han sido más pequeños, al menos en cuanto a tamaño se refiere. La moderación venció dentro de estas fronteras aunque doce estaciones megalíticas, dotadas de túmulos, dólmenes, menhires y estructuras, cuentan con el título de Conjunto Monumental. Abarcar todas sería imposible, por lo que nos centraremos en la de Haizko, en el Valle de Karrantza, una de las mayores de la provincia, con 26 ejemplos destacados.

La sierra de Ubal es rica en encuentros, buen lugar para perderse buscando restos funerarios. Las tumbas fueron levantadas durante el Neolítico o el Eneolítico, y utilizadas casi dos mil años. Un itinerario de norte a sur (mapa e información disponibles en www.karrantza.org), incluye el dolmen de Fuentellano y las necrópolis megalíticas de La Cabaña, Cotobasero, La Boheriza, La Galupa o Bernalta. Pertenecen también al conjunto, por ejemplo, los dólmenes de El Fuerte, construcción potente con vistas espectaculares a los valles y el cordal, y El Fuerte 2, junto al anterior, del que apenas quedan unas lajas y el resto del túmulo.
Muy cerca o muy lejos

Sin embargo, destaca por su singularidad el de Fuentellano 2, ya que solo se ve cuando se está muy cerca o muy lejos, debido a que las lomas lo ocultan. Localizado al noreste de la loma de Mijanos, es el único dolmen de la comarca que conserva la tapa de cubierta. Su ajuar constaba de piedra tallada y pulida. La Cabaña, en cambio, resulta más fácil de ver, pues dispone de túmulo sin apenas tierra. Se encontraron herramientas y restos de talla en sílex y cristal de roca, piedra pulida y fragmentos cerámicos. La Cabaña 2, por su parte, escondía objetos de piedra tallada sobre sílex, cristal de roca y cuarcita, una pequeña hacha en piedra pulida y cerámica, así como molinos de mano.

Otra muestra añadida a la ruta, Cotobasero 2, se distingue como acumulación relevante. Albergaba una cámara rectangular de cinco lajas finas de arenisca y se hallaron fragmentos de cerámica, talla y útiles en piedra tallada y pulida, en concreto dos hachitas y doce cuentas en azabache o lignito y ámbar. Mientras que el dolmen de la Boheriza 2 consta de túmulo de núcleo terroso, delimitado por lajas o piedras de arenisca periféricas y coraza de piedras plegadas. Su ajuar: piedra tallada, escasa cerámica y molino de mano.

Para finalizar el camino indicado, en la necrópolis megalítica de Bernalta, emplazada sobre una suave loma, destaca el dolmen Bernalta 1, único excavado que no cuenta con estructura definida en el túmulo. Es, junto con el de Cotobasero 1, el de ajuar más moderno.

Ruta por Gipuzkoa

También Gipuzkoa cuenta con ruta propia de los dólmenes, la PR-Gi 94. Un paseo por el cordal Karakate-Irukurutzeta, de preciosos parajes y enorme riqueza arqueológica, conduce hasta la estación megalítica de Elosua-Plazentzia, Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Monumental. Allí esperan 12 dólmenes, 6 túmulos y 1 menhir prehistóricos, a lo largo de 20 kilómetros a través de la divisoria de Karakate-Agirreburu que une Elgoibar, Soraluze y Bergara, ayuntamientos donde solicitar el folleto informativo. Su nombre se lo dio Aita Barandiaran, descubridor de los mismos entre 1920 y 1921. Excavaría la zona Joxemiel ayudado por sus inseparables colegas, Telesforo Aranzadi y Enrique Eguren, entre los años 1921 y 1922.

Las cimas de Karakate, Irukurutzeta y Agirreburu dispersan los hallazgos, expoliados en su mayoría antes de iniciarse las primeras labores de investigación. Nuevas prospecciones, efectuadas el pasado mes de agosto bajo la dirección de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, recuperaron fragmentos de recipientes cerámicos, un hacha pulimentada y restos humanos muy fragmentados. Servirán a los expertos para recabar mayor información sobre estos monumentos megalíticos.






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