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domingo, 23 de abril de 2017

Savatinger Z... eta

Resulta que al intelectual orgánico franquista le hubiera gustado que el colaboracionista vasco-estadounidense Mark Bieter fuese el editorialista en jefe del New York Times pues resulta que no le ha gustado ni en lo más mínimo ni el estilo ni el contenido del comentario vertido por el prestigiado periódico estadounidense con respecto a la culminación del componente del desarme dentro del proceso de DDR de ETA.

Savater pone en duda con un "según" que la cultura y el euskera hayan estado bajo asedio durante los cuarenta años que el propio Francisco Franco estuvo al frente del régimen. Sería entonces bueno recordarle a Fernandito que ETA nace como un colectivo estudiantil des-ar-ma-do y que fue la fiereza con la que los reprimió la dictadura lo que les forzó primero a la clandestinidad y muchos años después a la decisión de recurrir a la resistencia armada,  misma a la que han renunciado desde hace más de un lustro mientras que la contraparte insiste en mantener su necia estrategia de negación de los derechos culturales, lingüísticos, civiles y políticos del pueblo al que, pardójicamente, Savater pertenece.

Acto seguido el "filósofo" se despacha con la obra maestra de la propaganda españolista: la llegada de la democracia, sí, esa democracia que rinde honores a los franquistas, desde los que defendieron el honor de la Una Bajo Dios en el Rif hasta los que abnegadamente merecen un "Cara al Sol" por haber asegurado la vivienda a miles de españoles de buena cepa.

Fernandito celebra la autonomía vasca y el gobierno del PNV, que si no fuese por cierto pacto exquisitamente democrático que criminalizó a los partidos de izquierda vasca y que incluyó un apretón de manos entre peperos y sociatas para aupar al falso ingeniero Francisco López a la poltrona de Ajuria Enea, hubiera sido felizmente ininterrumpido. Que si las transferencias están incompletas después de cuarenta celebrados años es lo de menos. Que si el PNV ha preferido pactar con los españolazos traicionando a los partidos soberanistas vascos, peccata minuta, joer.

Pero la cosa no queda ahí no, los neoyorkinos se atreven a calificar a ETA como organización armada, olvidando que a los españoles, tan orgullosos de su inclinación colonialista y genocida, les apetece más el término terrorista, ese que Hitler aplicara a los partisanos yugoslavos, mismos a los que persiguió ferozmente utilizando tácticas muy pero muy parecidas a las que Madrid ha implementado en la Zona Especial Norte.

¿Y la cereza del pastel? ¡Le molestaron las declaraciones de Obtusar durante el Aberri Eguna Fenicio!

Nada que agregar.

Aquí tienen el sesudo comentario de Savater engalanando las páginas de El País:


Una ciudadanía común que alberga todas las identidades: ¡eso es España! A ver si logra convencerles

Fernando Savater

Tras la festiva entrega etarra de armas en Bayona, euskoequivalente del “¡puños fuera!” del inolvidable Mazinger Z, se han producido efectos dispépticos imprevistos. El New York Times se despacha con un editorial según el cual los vascos, cuyas cultura y lengua fueron maltratadas por Franco, han luchado desde entonces con las armas por la independencia. El NYT no menciona los 40 años de democracia, la autonomía vasca y el casi ininterrumpido gobierno del PNV durante todo este tiempo: se limita a decir que los insurgentes tuvieron finalmente por fuerza mayor que deponer sus armas —nunca se los califica de terroristas—, pero advierte que si Madrid sigue empeñado en que la Constitución niega el derecho de secesión unilateral (¡un capricho madrileño!) y limita los derechos políticos del martirizado Otegi, las hostilidades pueden reanudarse. Y preocupado por lo mismo está Jonathan Powell, uno de nuestros “artesanos de la paz” con más trienios, que califica de “locura” la reacción hosca del Gobierno de Rajoy ante el desarme (por lo visto esperaba fuegos artificiales en La Moncloa) y recuerda a John Carlin una palabra española intraducible (según él) y olvidada: “crispación”. Sin vergüenza.

Tras el Aberri Eguna también hubo sorpresas. Ortuzar pide una cosoberanía como la propuesta a Gibraltar, que en el caso vasco supongo que sería hispano-francesa en vez de hispano-británica: pues no veo las ventajas sobre lo existente. Mejor estuvo Nagua Alba, líder vasca de Podemos, en un diálogo con Bernardo Atxaga sobre la idea de patria. Alba dijo que es la ciudadanía la que construye la patria, que debe ser “abierta”. Y añadió: “La patria es plural y diversa, no se limita a una identidad nacional sino que las incluye a todas”. ¡Bravo! Una ciudadanía común que alberga todas las identidades: ¡eso es España! A ver si logra convencerles...






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