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domingo, 30 de abril de 2017

Las Fortificaciones de Irun

Los Pirineos y el Bidasoa unen a los vascos, pero separan a españoles y a franceses.

Lo anterior, como se pueden ustedes imaginar, ha traido sus consecuencias; siendo estos dos estados herederos de un largo historial de pretensiones expansionistas, excesos genocidas, delirios colonialistas y turbias inclinaciones injerencistas no es de extrañar que se hayan enfrentado de vez en vez y que Euskal Herria haya tenido la mala suerte de servir como escenario para sus enfrentamientos macho alfa-gorilescos.

Pues bien, con respecto a esas consecuencias les traemos esta reseña-reportaje publicada en el Diario Vasco:


Alfredo Moraza documenta 47 fortificaciones construidas en el municipio entre los siglos XVI y XIX

María José Atienza

Junto al nuevo parque de Gain Gainean, oculta por una pequeña selva urbana, pervive la planta casi completa del último fuerte del siglo XIX. Los actuales miradores de la ermita de San Marcial tienen su origen en antiguos tambores de fusilería y seguro que más de una vez, paseando por el monte, hemos caminado sin darnos cuenta sobre una vieja trinchera.

El municipio de Irun, la ciudad fronteriza, está plagado de restos de construcciones defensivas. Pero más allá de Gazteluzahar, Erlaitz o Pagogaina, pocas son conocidas por la mayoría de la población. Desde hoy mismo, todo aquel que quiera documentarse o, simplemente, descubrir este tesoro arqueológico no tiene más que consultar el libro 'La evolución de las fortificaciones en Irun en los siglos XVI-XIX. Una aproximación a la arquitectura defensiva en Gipuzkoa', obra de Alfredo Moraza Barea.

Tesoro desconocido

«Irun guarda un gran tesoro desconocido y no lo digo porque estemos presentando este libro, sino por la experiencia propia de casi 30 años de trabajo», decía ayer Alfredo Moraza, licenciado en Historia y director del departamento de Arqueología Histórica de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. «En Irun, se conserva el conjunto de arquitectura defensiva más destacado de todo el País Vasco, sobre todo por su variedad tipológica (trincheras, torreones, fuertes, baterías...) y por su amplitud cronológica, que va desde el siglo XVI hasta finales del XIX».

El trabajo de Moraza tiene 673 páginas y es el resultado de la decimotercera Beca de Investigación Serapio Múgica, que convoca cada dos años el Ayuntamiento de Irun, a través del Archivo Municipal. El delegado de Sociedad de la Información, Pedro Alegre y la responsable del Archivo, Sagrario Arrizabalaga, presentaron ayer esta obra y agradecieron a su autor «el trabajo realizado».

La Beca Serapio Múgica «lleva varios años haciendo posible la publicación de trabajos que permiten a lectores amantes de la investigación local acceder a capítulos muy concretos de nuestra historia», señalaba Pedro Alegre. «Hoy hablamos de un volumen de gran valor y de una beca que contribuye a fomentar el hábito investigador y a difundir los fondos documentales del archivo histórico municipal».

Alfredo Moraza ofrece en su libro un pormenorizado estudio sobre la evolución y las características de las fortificaciones radicadas a lo largo de los siglos en la jurisdicción de la ciudad. Pero el trabajo tiene un valor añadido y es que completa el Catálogo de Patrimonio Arqueológico y Arquitectónico del municipio, con lo que colaborará a asegurar la protección de los vestigios que se conservan actualmente.

La obra está dividida «en dos partes fundamentales», explicaba Sagrario Arrizabalaga. «La primera es un estudio concienzudo sobre las distintas fortificaciones y elementos defensivos que se han ido construyendo a lo largo de los siglos en Irun, pero contextualizándolos en el marco de los distintos avatares militares y bélicos. La segunda parte está conformada por una ficha descriptiva de todas y cada una de esas fortificaciones, en las que se resumen su localización y la cronología y características de cada elemento, acompañadas con importante aparato gráfico, tanto de fotografías como de planos y mapas de época obtenidos la mayoría en archivos militares. Esta segunda parte puede servir a modo de guía turística para que la ciudadanía conozca in situ todos y cada uno de los vestigios que quedan aún en la ciudad».

La elección de Irun como localización del estudio no fue casualidad. «Irun es una población fundamental en la historia de Gipuzkoa y del País Vasco. Es y ha sido la bisagra entre dos estados, el puente de unión entre dos coronas», señalaba Alfredo Moraza, quien leyó estas palabras de quien da nombre a la beca, Serapio Múgica: «Suele decirse que la gloria militar es muy costosa y lo ha sido ciertamente para Irun, sobre todo en los tiempos en que las luchas entre España y Francia no tenían apenas término. Los pueblos fronterizos se veían obligados a permanecer constantemente arma al brazo para defender no sólo su territorio, sino hasta sus propias vidas. Uno de los pueblos que más sufrieron en aquel batallar incesante entre dos naciones fue Irun».

La situación fronteriza ha sido para Irun «un espejo de dos caras. En periodos de paz, se ha reflejado en estabilidad, en intercambios de gentes, de culturas y mercantiles, pero en épocas de conflicto, ese espejo se ha reflejado en tensiones y en amenazas de invasión». Como ejemplo extremo, el autor del libro señaló que en todo el siglo XVII, sólo hubo diez años de ausencia de conflicto. En ese contexto, Irun ha necesitado dotarse, a lo largo de la historia, de una serie de medios defensivos, con los que poder rechazar al enemigo o intentar retrasar su avance, a través de Gipuzkoa.

El choque con Hondarribia

Y en ese contexto, la ciudad fronteriza ha chocado históricamente con Hondarribia. «Desde la Edad Media, será Hondarribia la que se convierta en el adalid de la defensa de la Corona española frente a los malvados franceses. En esa pugna, había mucho en juego. Hondarribia obtiene una serie de privilegios y tratará de marginar a Irun». Pero con el tiempo, los papeles se invierten «y en el siglo XVIII, Irun toma el mando en el papel de defensora de la Corona».

Repasar cuatro siglos de historia de Irun en el acto de presentación de un libro «es complicado», decía Alfredo Moraza, quien avanzó que el estudio se ha distribuido en tres periodos. «El primero va desde finales de la Edad Media hasta principios del XIX. En este periodo, la amenaza viene del exterior, del otro lado del Bidasoa». El segundo periodo se centra en los años centrales del XIX, entre 1833 y 1880. «En este caso, el malo de la película está dentro (carlistas y liberales), por lo que las fortificaciones miran hacia el interior: Navarra, Peñas de Aia y Oiartzun». En el tercer periodo, a finales del XIX, la amenaza «vuelve a ser exterior. Francia se convierte de nuevo en el enemigo a batir. En cada uno de estos tres periodos, se arbitran medidas específicas para las fortificaciones y en el 90% de los casos es el propio Ayuntamiento el que asume los costes, ayudado, en determinados momentos por la Diputacion».

La historia de las fortificaciones militares «ha sido un tema poco desarrollado», añadía el autor del libro. «El objeto de este trabajo es traer al recuerdo unos elementos que jugaron un papel fundamental. Son fortificaciones desconocidas o que han pasado desapercibidas, construidas muchas veces de urgencia por 'voluntarios' de la población, hombres, mujeres y niños».

Ya a la venta

Alfredo Moraza agradeció al Ayuntamiento y al Archivo la beca que ha hecho posible este estudio y la publicación del trabajo para su divulgación. El libro se suma, con el número 13, a la colección 'Irun tiene historia' y puede adquirirse ya en el SAC o en el Archivo Municipal (24,96 euros). También puede comprarse en versión electrónica en Amazon (16,55 euros).






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