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lunes, 7 de julio de 2014

La Víctima Colaboracionista

Los españolazos actuaron con criminal prepotencia durante el franquismo, durante la inmaculada transición y lo han estado haciendo de la misma manera durante los 40 años de la joven democracia (¿cuántos años más para que alcance la madurez?).

Hay una frase muy trillada acerca de las víctimas denominadas daños colaterales por los eufemistas de los medios de comunicación: estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Los vascos saben que Euskal Herria es el sempiterno lugar equivocado y que ahí, el tiempo se detuvo.

Bueno, no todos los vascos, hay algunos que culpan a todos, hasta a Aslan de Narnia con tal de no señalar a los verdaderos culpables, lean este reportaje publicado en Deia:


"Reconocernos como víctimas no legitima a ETA sino al Estado"

Inés núñez de la parte, hija de un asesinado por abusos policiales, pide al gobierno español que rectifique y retire el recurso contra su admisión oficial
Enrique Santarén

Aquel mes de mayo de 1977, en plena carrera electoral apenas año y medio después de la muerte del dictador Francisco Franco, fue convulso en Euskadi. En solo unos días, en coincidencia con la Semana pro Amnistía, murieron siete personas, cuatro de ellas de bala, durante actuaciones diversas de las fuerzas del orden. Uno de esos fallecidos fue Francisco Javier Núñez, tras dos palizas brutales y la ingesta obligada de coñac y aceite de ricino. Su hija, Inés Núñez de la Parte, se indigna ante la negativa de algunos sectores a reconocerles como víctimas. “En mayo de ese año hay una carnicería absoluta. No es un hecho aislado, está en un contexto de brutalidad tremenda, estaban reprimiendo cualquier manifestación, sin reparar en medios. Tiroteaban a la gente. Pero para algunos es como si no hubiera pasado”, afirma.

Inés tiene claro que la gran mayoría de la sociedad está de acuerdo en que todas las víctimas de violencia tienen las mismas necesidades básicas de reconocimiento, justicia y reparación, los mismos derechos y la misma dignidad, aunque reniega de las “víctimas de los dos bandos”. “Mi padre no era de ningún bando, mi padre era una víctima inocente. ¿Qué bandos? Y hablan de equiparar víctimas, como si fuera la gran tragedia. Pero, por Dios, una víctima es una víctima, no elige a su verdugo. Todavía tiene más antijuridicidad que te mate un policía a que te mate un terrorista. Y eso no quiere decir que yo no esté en contra del terrorismo de ETA, que lo aborrezco, detesto toda violencia, de ETA, de la kale borroka, de todo eso. Porque lo que hemos tenido que soportar aquí, ¿eh? Yo, desde que tengo conciencia”, insiste.

Por eso, está profundamente indignada con la actitud del Gobierno español, que ha recurrido el reconocimiento de estas víctimas por parte del Ejecutivo vasco. “Como nosotros, 56 personas han sido reconocidas como víctimas, de las cuales 19 fueron asesinadas. Pero ahora, algunos de estos reconocimientos, no el de mi padre, quiero dejarlo claro, han sido impugnados, se solicita su anulación. La excusa es que se deben exigir pruebas más fehacientes porque se dice que, si no, se corre el peligro de que se reconozca con arbitrariedad”, algo que ella rechaza de plano.

Considera que sus casos constituyen “una realidad molesta, incómoda, sobre todo para muchos sectores un poquito castizos, pero ha existido”, insiste. Lo que tampoco soporta es que se argumente que el reconocimiento de estas víctimas supone un descrédito para las fuerzas de seguridad. “Al revés”, dice con firmeza sacando a relucir su faceta de abogada y de alumna de José María Lidón, magistrado asesinado por ETA al que “quería mucho”: “Reconocer estas cosas fortalece a las instituciones, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. No sirve para legitimar a ETA ni a la izquierda más radical aber-tzale. Lo que están consiguiendo es dañar la imagen del propio Estado de derecho y de la propia Policía negando esto en pleno siglo XXI”.

Inés Núñez no necesita apenas preguntas para expresar lo que siente y piensa. “Es terrible. Es que la imagen de la Policía en 2014 no debería depender de lo que ocurrió en 1977, el dolor terrible que produce que un Estado de Derecho moderno y democrático no sea capaz de reconocer que aquello ocurrió, que estuvo mal, que hay que repararlo y pedir disculpas. Hagan de una vez el favor de reconocerlo y dejen de poner obstáculos en el camino hacia la verdad, la justicia y la reparación”, afirma antes de insistir en algo que ya expresó en público la semana anterior: “No somos verdugos, no somos proetarras, no estábamos desarrollando ninguna actividad violenta, la mayor parte de los afectados pasaban por allí”.

Apropiación perjudicial

Eso sí, reconoce que la apropiación que de estos hechos y víctimas ha hecho históricamente la izquierda abertzale ha sido perjudicial, pero por encima de ello antepone su propia visión, ajena a cualquier manifestación de odio: “Yo no creo que los cuerpos y fuerzas de seguridad en su conjunto sean culpables de esto y no tengo un mensaje de desprestigiarlas o de descrédito hacia ellas”.

Este es, precisamente, uno de los asuntos centrales que han motivado el recurso del Gobierno del PP, que argumenta que el nuevo decreto de reconocimiento de víctimas relaja los requisitos y pruebas para acceder a esta condición, lo que podría llevar a estos damnificados a acudir a los programas de testimonios en las aulas vascas que podrían producir descrédito y un irreparable daño en la imagen de la Policía. Inés rebate con fuerza, y razonamiento, esta idea. “Yo he estado en las aulas. Cuando yo he terminado mi exposición, que ha sido una experiencia fantástica, los que me han venido después de la charla a darme las gracias emocionados han sido los hijos de policías y guardias civiles. Porque mi mensaje es de no odio y por supuesto de no descrédito ni deslegitimación de las fuerzas del orden. Que se enteren, si les interesa”.

Inés defiende con uñas y dientes el reconocimiento del Gobierno vasco, una cuestión que no es política, “sino ética y moral” para mucha gente en general “sencilla”. No hacerlo, en su opinión, es de una “inhumanidad absoluta” tras años de indiferencia. “Tú no reconoces ni dejas reconocer. Entonces, ¿qué propones? Por favor, ¿qué propones? ¿Silencio absoluto? ¿El olvido?”, pregunta al Gobierno.

“Tienen que rectificar, que abran los ojos, que tienen una ceguera importante. Estoy segura de que hay mucha gente dentro del PP vasco que está de acuerdo”, asegura Inés.

Ella quisiera que el Parlamento Vasco apruebe por unanimidad una ley (no ya un decreto del Gobierno) que reconozca a todas las víctimas. Y, lo primero, que el Ejecutivo español retire el recurso. “Yo soy optimista, creo que con el tiempo cualquier persona con un pensamiento crítico y libre estaría de acuerdo en que esto no puede quedar oculto ni impune. Y acabará pasando. Ahora, no sé cuántos años van a hacer falta para que ocurra”. Quizá demasiados para demasiadas víctimas.




Cuando una persona que ha sufrido en carne propia la brutalidad del terrorismo de estado español es capaz de decir que odia a ETA y a la Kale Borroka pero que es optimista acerca de que el Ejecutivo español reconozca tal cuál a sus víctimas es síntoma de que esa persona carece de conciencia... conciencia de clase. Su padre no fue una víctima fortuita de una balacera, fue torturado y asesinado por quienes se sabían impunes por estar trabajando en favor de la oligarquía española.

Y eso, querida Inés, no es apropiación de la izquierda abertzale, es raciocinio humano.

Inés, producto de tus declaraciones, sobre todo las que tienen que ver con el PP, hemos iniciado la etiqueta "Colaboracionismo", no se puede ir por allí siendo tan incongruente con el camino por la paz por el que transita el pueblo vasco.

Por cierto, solo como apunte necesario, cuando asesinaron a tu padre... no existía la mala fama que los medios de comunicación se encargaron de darle a ETA.




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