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martes, 1 de enero de 2008

Conquista de la Navarra Marítima

Un poco más de historia gracias a un escrito que nos manda Txabi, en el mismo se puede apreciar la negativa influencia del Vaticano en contra de Navarra, aquí la tienen:

Pérdida de territorios del Reino de Navarra

Señorío de Vizcaya

El Señorío de Vizcaya, gobernado por una familia noble, tuvo alianzas cambiantes con el Reino de Navarra primero y luego con el de Castilla. El conde Lope Íñiguez en 1076, tras el asesinato del rey Sancho IV el de Peñalén y a cambio de aceptar el señorío hereditario de Haro, ofrecido por el rey de Castilla, puso bajo su dominio todas las tierras al oeste de Durango. En ese momento inició el reinado en Navarra junto al de Aragón Sancho Ramírez.

Posteriormente su hijo Diego López I de Haro volvió a aliarse con Alfonso el Batallador, rey de Navarra y Aragón.

El siguiente heredero Lope Díaz I de Haro, a la muerte de Alfonso el batallador, en 1135 volvió a supeditarse al rey de Castilla Alfonso VI. Este último señor de Vizcaya fue muy activo a favor de Castilla en las campañas de la Rioja, y posteriormente en el cerco de Vitoria.

La Bureba y La Rioja

En 1134-1135 se produjo la invasión de La Bureba y La Rioja por las tropas castellanas. En el Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra de 1177, este territorio fue considerado parte de Castilla de forma definitiva.

Duranguesado, Álava y Guipúzcoa

En la segunda mitad de 1195, los reinos de León y Navarra contrajeron con los musulmanes una alianza para resistir las acometidas de Castilla. Unos meses más tarde, el Papa Celestino III se lo echó en cara a Sancho VII el Fuerte.

La Santa Sede realizó un esfuerzo para aunar a Castilla, Navarra y Aragón, por lo que en febrero o principios de marzo de 1196, los tres reyes, Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra y Alfonso II de Aragón comieron y conversaron en una mesa situada en un punto donde cada uno estaba sentado en su reino. Fue la tradicionalmente llamada "Mesa de los tres reyes".

Poco después, el 20 de febrero de 1197, La Santa Sede emite una bula dirigida a Sancho VII que le denomina "Dux Navarrae", es decir, jefe o caudillo, considerando a Navarra un reino sin rey. En esta Bula le lanza una advertencia por su alianza con los almohades, calificándola de ofensa a Dios. A lo largo de 1197 se promulgó una sentencia de excomunión. La muerte del Papa en 1198 hizo que el nuevo Papa Inocencio III enviara a su legado a confirmar la veracidad de las acusaciones y, en caso de que así fuera, publicara la sentencia. Enseguida la ratificó debido a que el rey navarro había recuperado algunas plazas al castellano (que tenía la protección papal) y por haber pactado con los almohades.

Los reyes de Aragón y Castilla aprovecharon e invadieron Navarra. Sancho VII se reconcilió con Inocencio III, que al levantarle la excomunión hizo que el rey aragonés firmara la paz con Navarra, pero en cambio Castilla siguió atacando.

Alfonso VIII había atacado Álava, el Duranguesdo y Guipúzcoa. Por Treviño y el Zadorra, con fuerte resistencia armada en los castillos de Treviño y Portilla y poniendo cerco a Vitoria el 5 de julio de 1199. Este cerco comenzó con baterías y asaltos y todo rigor de las armas. La defensa fue muy fuerte, derramándose mucha sangre. Al frente de la plaza estaba Martín Chipia, que a pesar de perder la plaza mantuvo el favor real durante los diez años siguientes. A los 7 meses, al quedarse la ciudad sin víveres, el hambre hizo estragos, rindiéndose en enero de 1200.

Mientras tanto los castellanos habían ido conquistando todo el actual territorio de Álava (exceptuando Laguardia, Labraza y Bernedo) y Guipúzcoa, esta última mediante negociación, una vez que el ejército castellano había entrado en su territorio.

Al no poder conseguir Sancho VII el apoyo de los almohades con un ataque de estos contra Castilla, que posiblemente hubiera permitido a los navarros levantar el cerco de Vitoria, tuvo que regresar y firmar treguas con Castilla que ya había ocupado Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado.

Algunos autores dicen que, tras la conquista de Álava y Guipúzcoa, los castellanos destruyeron todos los castillos y fortificaciones, constatando en recientes excavaciones arqueológicas esta destrucción, con construcción de nuevas fortificaciones para contener a los navarros. Recientemente se ha iniciado la publicación de un estudio exhaustivo de los restos de los castillos del reino de Navarra en "Navarra. Castillos que defendieron al Reino" por Iñaki Sagredo. Por su parte, en el siglo XIX, Pablo Gorosabel (político-historiador 1803-1868) dio una relación de los castillos y plazas fuertes de Guipúzcoa explicando en su caso las razones de su abandono o destrucción, dando fechas desde el reinado de Enrique IV de Castilla hasta el de Carlos I de España, y citando incluso alguno posiblemente ordenado construir por los reyes de Castilla para contener a los navarros en las pretensiones que conservaron a la posesión de esta provincia después de sumisión.


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