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martes, 6 de agosto de 2019

La Huella de Otegi en México

La prensa mexicana, tanto la televisiva como la escrita, mantiene un férreo cerco mediático alrededor del tema vasco, más aún ahora que ya no hay acciones armadas por parte de ETA.

Pero de pronto, se han puesto a escribir al respecto y lo hacen a sabiendas que la mayor parte del público mexicano no tiene el suficiente contexto pues ellos mismo se han encargado de ello.

¿Qué los ha motivado a romper el silencio impuesto desde Madrid?

Nada más y nada menos que la visita allá en marzo de Arnaldo Otegi quien ha estado en México invitado por el líder de la izquierda Cuauhtémoc Cárdenas.

Así es como en el medio denominado Al Momento no ha faltado la pluma a sueldo que ha aprovechado para matar dos pájaros de un tiro; quedar bien antes sus amos españoles y, según él, ensuciar el gobierno federal actual.

Lean ustedes:


Batres cultiva relaciones peligrosas para mantenerse en el cargo, o ¿fue sólo un desliz para la imagen y la propaganda política?

Gregorio Ortega Molina

Martí Batres muere por repetir como presidente de la Cámara de Senadores. Puede que lo logre, por lo que debemos preguntarnos si junto a él permanecería Arnaldo Otegui Mondragón. No es por joder, pero preocupa, porque muestra el fondo ideológico de la 4T.

¿Qué nos dice Wikipedia de quien abraza con afecto y agradecimiento al señor Batres?: “Arnaldo Otegi Mondragón (Elgóibar, 6 de julio de 1958) es un político español, actual coordinador general de Euskal Herria Bildu (EH Bildu). De ideología independentista vasca y socialista, anteriormente fue secretario general de Sortu y portavoz de Batasuna. En su juventud fue miembro de la banda terrorista ETA político-militar, desde donde pasó a ETA militar para más tarde abandonar la organización.

De 1995 a 2005 fue parlamentario vasco por Herri Batasuna y Euskal Herritarrok, declarados ilegales en España en 2003 junto con Batasuna, por estar considerados bajo la tutela de ETA. Ha sido encarcelado en cinco ocasiones, la última en 2009 por un delito de pertenencia a banda armada en el polémico «caso Bateragune»; juicio que en 2018 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que no fue justo y que careció de imparcialidad”.

Es muy posible que efectivamente no haya sido justo ese juicio. Los ánimos en contra de Batasuna son muy fuertes y perdurarán, en la medida que los deudos de los asesinados por ellos vivan y recuerden. El perdón no es tan sencillo.

Pero, ¿qué sabemos los mexicanos de ese movimiento ideológico y terrorista? Mejor cedo la palabra a Fernando Savater, quien no puede ser calificado de parcial: “¿Y Otegi? Nadie negará que puede reformarse, pero a juzgar por la entrevista en TVE parece más bien estar esperando a que nos reformemos los demás. Por de pronto, el Estado va enmendando ya su intransigencia frente a quienes no sólo no condenan a ETA, sino que rechazan por antidemocrática nuestra Constitución. Hubo otros —Mario Onaindia, Teo Uriarte, Mikel Azurmendi, etcétera— que abandonaron la banda criminal para convertirse en defensores ilustrados de esas instituciones democráticas que resistieron meritoriamente frente a ella. Otegi sigue impertérrito matando simbólicamente a la democracia, aunque las circunstancias le hacen reconocer que ya no se puede matar demócratas. ¿Para qué matarlos, pudiendo esperar que se suiciden políticamente por sectarismo inane, por pereza corrupta, por insolidaridad de sálvese-quien-pueda? Calcula Otegi que no necesita enmendarse cuando son sus adversarios de ayer quienes plantean hoy al sistema una enmienda a la totalidad. ¡Y algunos retóricos siguen pidiéndole que se arrepienta! ¿Para qué queremos ahora su arrepentimiento?”

Batres cultiva relaciones peligrosas para mantenerse en el cargo, o ¿fue sólo un desliz para la imagen y la propaganda política?


Primero recurre a Wikipedia, portal en el que cualquier persona puede escribir lo que se le antoje y después a Fernando Savater, portavoz de la extrema derecha española a quien califica, fíjese usted, de imparcial. Bonito periodismo el que practica Gregorio Ortega.






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