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lunes, 19 de agosto de 2019

Régimen Violento y Negligente

Para Madrid, los independentistas vascos que caen en sus redes represivas son trofeos a la más antigua usanza colonialista.

Infligen todo el dolor que puedan infligir tanto a ellas y ellos como a sus familiares y amigos.

El caso de Kepa del Hoy ya era paradigmático, ahora lo es aún más.

Aquí lo que se denuncia desde las páginas de Gara:


El Ministerio del Interior ha desestimado la demanda de la familia por negligencia médica en la muerte de Kepa del Hoyo en 2017 en la cárcel de Badajoz, tras un proceso que paradójicamente refuerza que sufrió un infarto previo no diagnosticado. Instituciones Penitenciarias lo elude poniendo el foco sobre el día del fallecimiento, cinco después.

Ramón Sola

El fallecimiento de Kepa del Hoyo fue despachado oficialmente como «muerte natural» por rotura de corazón el 31 de julio de 2017 en la cárcel de Badajoz. Y así quedará –también oficialmente– al haber desestimado el Ministerio del Interior español la reclamación de la familia por «negligencia médica». Y, sin embargo, en este proceso administrativo de cerca de un año de duración se han apuntalado los datos e indicios que apuntan a que la muerte tuvo como raíz un infarto sufrido apenas cinco días antes, el 26, y que no fue diagnosticado debidamente en la prisión, donde se interpretó como un ataque de ansiedad.

Para denegar la demanda, el Ministerio recurre a circunscribir el caso a la intervención médica del día 31, que en realidad se limitó a certificar un fallecimiento fulminante, y a esquivar cualquier análisis autocrítico sobre la atención del día 26.

La resolución oficial se justifica a sí misma además con alusiones a la condición de hipertenso del preso de Galdakao y sus antecedentes familiares, tratando de presentar la muerte como inevitable. E incluye menciones más cuestionables aún, como su rechazo a una atención médica en el año 2012, que estuvo motivado por la vulneración de sus derechos y que además no tiene relación alguna con el fatal desenlace.

Con ello, el Ministerio –al que está subordinada la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias– desestima la reclamación eludiendo plantearse si efectivamente Del Hoyo sufrió o no un infarto previo, que es el quid de la cuestión.

Síntomas y actuaciones

La familia tenía conocimiento de que Kepa del Hoyo había sufrido un problema el día 26 porque el propio preso se lo comunicó en llamada telefónica. Su compañero de celda aportaría algunos datos más tras su muerte. Sin embargo, en principio no se albergaron sospechas de negligencia al constatarse la muerte como una rotura de corazón irremediable y recibir una atención correcta cuando acudieron a recuperar sus restos.

Fue posteriormente, cuando médicos de la asociación Osabideak analizaron detenidamente el caso, cuando se llegó a la conclusión de que había sufrido un infarto de miocardio ese día 26 que no fue diagnosticado.

Así, en el informe emitido por la enfermería de la prisión de Badajoz se exponen síntomas como dolor opresivo, hormigueo en ambas manos o sudoración, que coinciden plenamente con la sintomatología habitual de un ataque al corazón.

Si bien esas circunstancias encajan también con el diagnóstico de ansiedad, en las guías médicas se insta en estos casos a descartar previamente que se trate de infarto antes de llegar a tal conclusión. Y para ello lo que corresponde es realizar pruebas como medición de enzimas cardíacos en sangre, que no se llevaron a cabo.

Dejando a un lado la sintomatología, en la propia actuación de los servicios médicos de Badajoz hay un par de datos que apuntan a que, como mínimo, albergaban dudas sobre el diagnóstico. Por un lado, se sabe que durante la tarde de ese día 26 hubo una ambulancia esperando en la puerta de la cárcel, para un eventual traslado hospitalario que finalmente no se ejecutó. Por otro, en las sucesivas peticiones de información a la cárcel se ha percibido que a Del Hoyo ese día se le realizaron hasta tres electrocardiogramas. El primero fue a las 13.00, tras notificar el preso los dolores que sufría, y el segundo a las 18.00, ambos reconocidos desde el momento inicial. Más tarde trascendió un tercero que no se había revelado de entrada, y que se le realizó al preso ya a las 22.00 de ese día 26 de julio.

Como ocurre tras cada fallecimiento de este tipo, el Juzgado abrió de oficio una investigación para establecer las causas de la muerte y hacer la certificación oportuna. A los médicos de Osabideak les llamó la atención que se archivara calificándola como muerte natural sin esperar a los informes anatomopatológicos, que incluyen el análisis microscópico de los restos del corazón y por tanto habrían ayudado a determinar si hubo infarto de miocardio previo.

El caso fue incluido por esta asociación médica en un informe elevado a la ONU hace ahora casi un año sobre las vulneraciones del derecho a la salud en las cárceles del Estado español. Fue entonces cuando salió a la luz la probabilidad de esta negligencia y se conoció que la familia había planteado una reclamación. GARA informó de ello el 19 de octubre de 2018.

No habrá recurso

La denegación de la demanda abría dos opciones de recurso; una ante el propio Ministerio del Interior de carácter igualmente administrativo y otra por vía judicial ante un tribunal de lo contencioso-administrativo. La familia de Kepa del Hoyo ha decidido no presentarlos ante la certeza de que Instituciones Penitenciarias puede seguir parapetada en el truco de centrar los hechos en el día 31 y relegar los del 26. GARA publicará mañana una entrevista con la compañera e hijo del preso, Maite Sánchez y Peru del Hoyo, en la que explican esta decisión y repasan y reflexionan sobre lo ocurrido estos dos años.

Kepa del Hoyo falleció a los 46 años, cuando llevaba ya 19 de ellos en prisión, la mayor parte (15) alejado en esta cárcel de Badajoz, a 700 kilómetros de casa. Se acaban de cumplir precisamente dos años desde su muerte, que ha sido recordada por familiares y amigos con un sencillo acto.

El 97% de las muertes son evitables con un diagnóstico certero del infarto de miocardio

Hay un dato que resulta especialmente desolador en torno a este caso. Lo aporta Osabideak en el informe trasladado a la ONU: «Hoy día el infarto agudo de miocardio diagnosticado y tratado correctamente tiene una tasa de supervivencia del 97%», destaca.

Un ataque como el que según sus indicios sufrió Kepa del Hoyo se produce por un problema de falta de riego sanguíneo sobre algún músculo cardíaco, que genera una necrosis del mismo y en consecuencia acaba rompiendo corazón. Si no resulta mortal en el primer momento, esa necrosis sí puede serlo en los días posteriores.

Expertos sitúan el periodo más crítico en los cinco días tras al infarto, y en este punto no pasa desapercibido que fue precisamente en el quinto día en el que al preso de Galdakao se le produjo la rotura de corazón.

En ese plazo de tiempo, y si no se ha producido un diagnóstico correcto y el tratamiento preceptivo, cualquier esfuerzo realizado por la persona en cuestión, aunque sea tan mínimo como subir unas escaleras o acelerar el paso más de lo habitual, puede terminar resultando letal.

Según ha podido saber la familia a través de sus compañeros de prisión en Badajoz, aquella tarde del 31 de julio de 2017, tras varios días convaleciente por los dolores del 26, Del Hoyo se sintió algo mejor y se decidió a hacer un poco de ejercicio físico, a ritmo suave.

El boxeo era su práctica preferida. Nada más iniciar el esfuerzo se produjo el fallecimiento.

Lógicamente el prisionero no tenía limitación médica alguna para ello, dado que lo que se le había comunicado en la enfermería, sin que Del Hoyo pudiera tener sospecha alguna en sentido contrario, era que padecía un problema de ansiedad, incardinable más como afección síquica que física.

En este contexto, llama la atención que en alguno de los documentos incluidos en este proceso administrativo desde la prisión se destaque precisamente que Kepa del Hoyo hacía intenso ejercicio físico, presentándolo como un argumento añadido en favor de la tesis oficial. Y es que esta alegación solo tendría sentido en el caso de que el preso hubiera sufrido un infarto y no una crisis de ansiedad, ya que en este último caso hacer deporte no supone un riesgo especial añadido.

Sumado a todo ello, la rotura de corazón suele ser producto de un infarto previo, salvo que se desencadene porque se ha producido un traumatismo torácico grave en ese momento. Algo que para nada ocurrió en este caso.






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